Todo

Todavía se sentía un poco débil, además estaba segura de que no se veía tan hermosa como Lincoln le aseguraba una y otra vez. Algo que le provocaba gracia era el hecho de que no le importaba si se veía bien o no, sino que estaba disfrutando el momento. Era de noche, afuera llovía, dando un ambiente confortable, perfecto. Sonrió soñolienta y volteó a ver el reloj en su buró, eran las diez de la noche.

Escuchó que la puerta del frente se abría y luego las familiares voces de sus hermanas, las cuales parecían murmullos. Se oían entusiasmadas, alegres, y ella tragó saliva por la emoción de verlas otra vez. Luego de una silenciosa marcha por los escalones, Lincoln asomó la cabeza por la puerta, sonriéndole feliz, y ella atinó a decirle que guardara silencio; él hizo lo mismo con sus hermanas y luego todos entraron.

Las caras de todas ellas fueron un poema.

Corrieron las sonrisas, las miradas, los gritillos de emoción silenciosos que le sacaron a Lola una apenada risilla. Una a una, sus hermanas se acercaron a verla. La bebé recién nacida de sus hermanos, una pequeña llamada Lauren, que dormía plácidamente junto a Lola en el lugar de la cama que, hasta hace un par de noches, pertenecía a Lincoln. Ella miró a su hermano, y se lanzaron un discreto beso que ninguna de ellas alcanzó a ver.

—Es tan linda —musitó Leni.

—Literalmente es la cosita más tierna que he visto —secundó Lori.

— ¿Puedo cargarla cuando despierte, Lola? —le preguntó Lily.

Se juntaron alrededor de Lola para ver mejor a su hija, en tanto, la única apartada de todas era Luna. Le sonreía, sabía que amaba también a su sobrina, pero la culpa de mentir en grande por ellos dos le carcomía la consciencia. Podía verlo en su rostro.

—¿Sabes, Lola? Hablamos con mamá y papá y dicen que no están enojados contigo —le dijo Lynn con una gran sonrisa.

—Sí, dicen que puedes volver a casa cuando quieras—Luan le revolvió el cabello—. Debiste hablar con ellos en primer lugar, lo hubieran entendido ¡Incluso nosotras! Realmente creí que eras más lista.

La bebé despertó de su siesta dando un bostezo que llenó a todas con ternura. Casi se empujaban para levantarla de la cama hasta que Lola la quitó con cierto trabajo y se la entregó a Lily, que la esperaba con los brazos abiertos. Lily la sostuvo con mucho cuidado, ya había cargado antes a sus sobrinos, pero nunca tan pequeños; acarició su mejilla y le besó la nariz, para luego acercar su rostro al fino cabello de Lauren y disfrutar el aroma de la bebé. Lauren se movió un poco, tratando de dormir otra vez, y ella se la pasó a Lana cuidadosamente.

—Todo estará bien, hermana —le dijo su gemela—. Idiotas hay en todos lados.

—Sí, no fue tu culpa encontrarte con uno —secundó Lucy sonriéndole con amabilidad y entregándole un sonajero con forma de murciélago.

Otra vez el recordatorio de la mentira.

Lincoln, Luna y ella compartieron un vergonzoso gesto de complicidad y culpa; para la familia Loud, Lola se involucró con un chico que la abandonó cuando se enteró del embarazo, y ella le pidió ayuda a Lincoln, que casualmente tuvo una oferta de trabajo en otra ciudad de manera tan repentina que no le dieron tiempo de avisar a su familia. Ella estaba tan avergonzada de lo que pasó, que huyó con él para no dar la cara, y eventualmente, él fue quien habló con Luna sobre lo sucedido. Por fortuna Leni quitó su amargo semblante cuando de su bolso sacó una mantita de color rosa.

—Linky nos dijo su nombre cuando apenas veníamos—Leni la extendió, con letras amarillas estaba bordado el nombre—. Lo hice camino acá, me piqué varias veces con las agujas, pero ella lo vale.

Le enredaron con la manta y una a una se turnaron para cargarla. Lisa sonrió cuando la bebé le tomó un dedo con la mano, ella lo movió arriba y abajo cuidadosamente, saludándola. Con el mismo cuidado se la pasó a Lincoln, el único en esa habitación que la veía con una chispa diferente a todas las demás.

—Estoy orgullosa de ti, Lincoln —Lynn le golpeó el brazo—. Ayudar a tu hermanita menor cuando estuvo en problemas fue muy lindo de tu parte, pero no creas que te librarás de ser mi saco de boxeo por no decirnos nada.

—Es decir, lo mismo de cuando éramos niños —disuadió la observación.

—¡Exacto! —le replicó dándole un golpecillo en la barbilla.

—Chicas, por favor —Lola habló por fin—. Sé que están emocionadas, yo también, pero me siento un poco cansada luego de todo esto.

—¡Y con razón! —Lori se acercó y le levantó la cara—. Sólo mírate, estás muy pálida, ¿ya cenaste? ¿Lincoln te atiende bien?

—Sí, Linky me cuida muy bien—asintió sentándose en la cama—. Es el mejor.

—Bueno, no sé ustedes, pero vine en cuanto Lincoln nos avisó que ya estabas en casa y tengo mucha hambre, ¿ustedes no? —dijo Lana.

—Vamos, haré algo de cenar —dijo Lori—. Hace tiempo que no estábamos solos todos nosotros, será lindo pasar un buen rato entre hermanos.

Todas fueron abajo.

Lily encendió la televisión y las demás comenzaban a decidir qué preparar para cenar. Lincoln vio a su hija en brazos, y luego a Lola, ninguno podía creer lo lejos que llegaron. Estaban felices de eso, sin importar las circunstancias estaban juntos. Luna, la única que se quedó en la habitación, sostuvo por segunda vez a la bebé para que Lincoln ayudara a Lola a levantarse.

Recordó el susto del aborto, los tomó desprevenidos un día que estaban en el supermercado, y luego Lola tuvo que estar cuatro meses en cama porque su embarazo fue demasiado riesgoso. Lauren nació con un peso bajo, pero saludable, y eso bastó para todos.

Miraba a sus hermanos todavía sin entender el motivo de su relación.

Seguía confundida e incómoda por saberlo, pero veía que eran felices, y nunca se atrevería a romper esa pequeña burbuja de felicidad. Mucho menos si eso implicaba separar a la bebé de sus padres. Lauren parecía no querer dormir otra vez, se movió inquieta y comenzaba a llorar.

—Creo que tiene hambre —dijo Lola mientras ella se la entregaba—. Comió antes de dormir, ¿pueden dejarme sola? Es algo incómodo hacer esto.

—Por supuesto, hermanita —Luna jaló a Lincoln fuera de la habitación—. Vamos, Linc. Necesito decirte algo.

Salieron juntos al porche, la lluvia había parado y Luna se sintió con humor de tomar algo caliente, le sugeriría a las demás preparar algo de chocolate. Volteó a verlo, Lincoln tenía una mirada de ensueño que se perdía en el cielo nublado.

— ¿Estás muy feliz, cierto?

—Como nunca antes —contestó él sin dudarlo—. A veces todavía me resulta increíble todo esto. Uno nunca termina de acostumbrarse.

—No lo imagino, pero Lola también se ve contenta —empezó a reír—. Todavía recuerdo cuando Lana le decía que, con esa actitud suya, rechazando a los pocos chicos que se atrevían a pedirle una cita, y sin siquiera conseguirse un novio, se quedaría soltera. El día que hablé con Lola me quedó claro por qué ustedes solo conseguían pareja de papel.

— ¿Pareja de papel?

—Las pocas veces que los vi salir con alguien no se notaban con este entusiasmo. Hasta las miradas les cambian, solo basta fijarse muy bien para notar que están muy enamorados del otro —le acarició el cabello con ternura—. Estaría muy orgullosa de ustedes, de no ser por ese motivo. Créeme que de verdad lo estaría.

—No te culpo, Luna. Si todas las demás se enteran… no sé qué haríamos.

—Las cosas se saben con el tiempo.

Ambos voltearon, encontrándose a Lisa, que salía para reunirse con ellos en el pequeño porche de la casa. Ella se limpió algunas gotas de agua que cayeron en sus lentes desde las canaletas.

—Puede que las demás no se hayan dado cuenta de la inconsistencia en las fechas del embarazo de Lola y los días en los que se fugó contigo, pero yo sí. Lo que más me sorprende es que tú, Luna, hayas participado en esto.

La mayor no dijo nada, Lincoln palideció y estaba demasiado confundido para decir algo. De igual manera, Lisa lo detuvo antes de que tartamudeara y Luna se metiera en ello.

—Debo decir que tuve mis sospechas desde siempre, y que de un día para otro ambos se fueran me lo confirmó.

—Lisa, por favor no… —el chico estuvo por suplicar y ella alzó la mano, indicándole que cerrara la boca.

—Yo no diré nada porque no es mi asunto —contestó—. Solo te diré que los "problemas" podrían aparecer a la larga. Por si planean tener un segundo hijo en el futuro, lo piensen con mucho cuidado. Y, sobre todo, pensar en qué dirán si mamá y papá se llegan a enterar.

Lisa regresó adentro sin decir algo más; Luna seguía mirando hacia la calle. Todo se quedó en silencio y aun en la oscuridad, Lincoln pudo ver que el semblante de Luna no se tornó preocupado en ningún momento.

—¿Estás bien, Luna?

—Claro, ya me lo esperaba —susurró—. Cuando se los dije fue la única que ni siquiera reaccionó —se escuchaba cansada—. Anda, hermano, vamos a cenar.

Sus padres llegarían en unas cuantas horas más, y mientras, Luan tuvo la idea de comer todos juntos en familia. A final de cuentas, Lola estaba reconsiderando la posibilidad de regresar a un lugar más cercano a Royal Woods, junto a Lincoln, a quien no le molestaría compartir casa con su hermana menor. Cuando lo dijeron durante el desayuno, todas les dijeron lo felices que estaban por su decisión; media hora hasta su casa era mejor que casi medio día de viaje para verse de nuevo.

—Ahora regresamos, Lola —le avisó Lincoln desde la puerta.

—Trae un paquete de pañales, por favor.

Antes de que pudiera salir Luna le impidió el paso. Ya dos de los autos habían arrancado y solo faltaban Lisa y ella.

—Quédate con Lola, no tardamos —le indicó—. Yo traigo los pañales de la pequeña, no te preocupes.

— ¿Por qué?

—Si mamá y papá llegan antes no les gustará que Lola los reciba sola. También podría necesitarte, recuerda que sigue algo cansada.

Luego, Luna cerró la puerta en su cara.

A decir verdad, era la clase de indiferencia que esperaba, pero no terminaba de acostumbrarse. De todos modos, Lincoln aprovechó el momento en que se quedó solo con Lola y su hija para buscar algo en la parte de arriba; al cabo de un rato bajó a la estancia con algo en sus manos. Una vieja tiara.

—Lola —susurró, temiendo despertar a la bebé.

— ¿Qué pasa, Lincoln?

Se acercó con cuidado, ocultando el accesorio tras la espalda. Lola no pudo creerlo cuando la vio. Recordó dejarla en casa la noche que se fugó y no tenía esperanzas de tenerla de regreso; se acostumbró a verla todos los días sobre su guardarropa y no usarla, le provocó gracia y ternura.

—Tal vez tú no lo recuerdes, pero yo tenía cierta edad cuando pasó. Un día me hiciste una pregunta muy extraña—se sentó a su lado y supo que Lauren estaba despierta, Lola le bajó el volumen a la televisión—¿Es raro que quiera casarme contigo? Eso fue lo que preguntaste, y te dije que estaría muy feliz de casarme contigo cuando fuéramos mayores. No tenías puesta la tiara y dijiste que la usarías otra vez hasta nuestra boda.

—Me sorprende que lo recuerdes, Lincoln—apenas pudo hablar, estaba conmovida.

—La tomé el día que hablé con Luna sobre tu embarazo, regresé a casa y tomé un poco más de tu ropa. Cuando la vi no pude evitar traerla conmigo, pensé que te gustaría —titubeó apenado—. Sé que no tal vez no tuvimos una boda, pero…

—Eso no importa, Linky —dijo Lola—. Tengo todo lo que siempre quise.

Ella bajó la tiara, no la recibió, y alcanzó a Lincoln para darle un beso. Él se acercó más para abrazarla, la tiara quedó en una esquina del sofá, pues ya no tenía importancia. Una diminuta lágrima de felicidad le cayó por la mejilla a Lola, se quedaron mirando por largos segundos a los ojos, luego miraron a su hija.

—Te amo, Lincoln.

—Yo también te amo, Lola —luego se agachó para besar la frente de su hija—. Las amo a las dos.

No importaba que tantos problemas vinieran en el futuro, ni que alguien pudiera descubrir el secreto que debían guardar de ahora en adelante. Eran una familia, y nadie cambiaría eso.

FIN

Nota del autor.

Cierto día, un usuario que anda por aquí llamado Julex93, hizo un dibujo muy tierno de Lola y Lincoln, no el que está en la portada de este fanfic, sino uno muy diferente; hasta ese momento nunca había visto una imagen de los dos juntos, y se veían tan tiernos que no dudé en escribir sobre ellos. Aunque, para ser honesto, no me imaginé que una idea escrita en menos de veinte minutos llegara tan lejos, no de este modo, pero me alegra que les haya gustado.

A diferencia de todas mis otras historias, esta se aleja de manera muy radical a todo lo que escribo (exceptuando el incesto, claro), y estoy feliz de eso, nunca va demás explorar otro tipo de escritura. No hay mucho que decir al respecto, fue una historia corta, armada por el rumbo que mejor creí para algo improvisado en primer lugar, perfecta para pasar un buen rato. No me queda más que agradecerles por llegar hasta acá conmigo. Muchas gracias por haberla leído, es realmente fantástico y me alegro de compartirlas con ustedes. Sin nada más que decir, yo me despido.

Hasta la próxima.

—Slash.