¡Hola! Queridos míos he vuelto después de cuatro meses ¡se que no tengo perdón de Dios! Pero han pasado varias cosas en mi vida. Primera el trabajo cada vez me demandaba mas, segundo y mas importante, la inspiración no me llegaba. Se lo que quiero de esta historia pero estuve un tiempo estancada, las musas no me visitaban pero una tarde escuchando música y releyendo la historia por milésima vez, las musas por fin llegaron a visitarme y pude terminar el capítulo que ya estaba empezado y ya tengo algo escrito del siguiente.

No os preocupéis, muchos me mandabais mensajes pidiéndome que continuara y no abandonara la historia y me daba mucha pena no poder regalaros la actualización porque simplemente no estaba inspirada. Pero por fin, después de tanta espera, aquí esta la actualización y hay un poco de todo. Rezo porque la espera mereciera la pena y que disfrutéis de este capítulo que tantos dolores de cabeza me ha dado.

GRACIAS POR TODOS Y CADA UNO DE LOS REVIEWS QUE ME MANDÁIS, ME ANIMAN MUCHÍSIMO Y ME HACEN QUERER MEJORAR. Espero que para este capítulo también me dejéis un mensaje, ya sabéis bueno o malo, toda crítica es buena. Y como siempre digo, siento mucho si se me escapó alguna falta de ortografía.

Sé que tengo que actualizar el último capítulo de "De como Lucius Malfoy avergonzó a su hijo" está casi terminado pero quiero que sea perfecto pues he disfrutado muchísimo escribiendo esa historia por lo que tendréis que esperar pero prometo que no será mucho. Ya sabéis que jamás abandonaré mis historias, aunque tarde en actualizar siempre tendrán final ero hay veces que simplemente la inspiración no llega y debemos darle vueltas y vueltas.

Sin mas os dejo leer la actualización que tanto me habéis pedido y que espero de corazón que os guste.


Preocupaciones y preparativos parte 2

- ¡Mamá! ¿Dónde está mi pantalón corto azul? – gritaba por quinta vez Rose Weasley desde la parte de arriba de la casa.

- En el armario cariño, donde suele estar tu ropa – contestó Hermione con aburrimiento - Cariño, es una fiesta de cumpleaños no un pase de modelos.

La castaña estaba en el sofá tomando un té mientras esperaba aburrida a su hija quien llevaba al menos dos horas cambiándose de ropa. Hermione le había recomendado que se pusiera un lindo vestido pero la pequeña pelirroja se negó, los vestidos eran muy ñoños, según ella, más del estilo de su prima Lily.

- ¡No lo encuentro! – gritó de nuevo la niña.

Hermione se sobó las sienes harta de los gritos de su hija. Se levantó veloz y subió las escaleras con paso firme – Como vaya yo y lo encuentre…

Entro en la habitación de su hija y casi sufre un infarto fulminante. Ella era una loca del orden y la habitación de Rose era lo más parecido a una pocilga. Ropa por el suelo, libros desperdigados por las mesas, equipamiento de quidditch infantil tirado por todos lados, papeles, envoltorios de dulces…

- Por Merlín ¿Qué es este desastre? ¡¿No te dije que ordenaras la habitación hace dos días?!

- La ordené mami, pero se desordenó sola – contestó la pequeña con gesto inocente.

Hermione le lanzó una mirada severa y caminó hasta el armario que tenía las puertas abiertas de par en par. Suspiró al ver el desorden que también había dentro del mueble, jerséis en la zona de camisetas, pantalones en la de camisas, abrigos en estanterías que no eran las suyas… Rose era digna hija de su padre.

- Normal que no lo encuentre, que desastre.

- No es mi culpa, yo lo ordeno, pero se vuelve a desordenar – dijo Rose con un tono de sabelotodo, el mismo que ponía su madre.

Hermione prefirió no contestar y comenzó a buscar en aquel desastre los pantalones azules de su hija. Con lo bonita que estaría con un vestido… pero no, Rose había declarado la guerra a la ropa extremadamente femenina pues, según ella era muy difícil escalar los árboles en casa de la abuela Molly en falda, además de que se te veían las bragas… genial, su hija era una marimacho.

- ¿Los encuentras?

- No, ¿Por qué no te pones esto? Son bonitos – dijo sacando unos pantalones amarillos de tela – y parecen cómodos para jugar.

- No, quiero los azules.

Hermione suspiró, bueno, quizás su hija solo fuera marimacho en cuanto al tipo de ropa, por lo demás era extremadamente coqueta. Llevaba horas probándose modelitos.

- Cielo, mira la hora que es, Scorp y su padre vendrán a buscarnos en seguida para ir a la fiesta de los gemelos y tu estas sin arreglar.

- Pues les invitas a un té y hacéis tiempo – contestó Rose como si fuera obvia su respuesta.

La castaña deseó arrancarse los pelos de la cabeza. Estaba encantada con su pequeña, pero a veces era una tortura que fuera tan inteligente, una niña de su edad no daba argumentos ni hablaba con tal sarcasmo, pero claro, Rose era una Weasley e hija de la bruja más brillante de su generación.

Harta de todo sacó su varita y dijo – Accio pantalones cortos azules de Rose.

Dos pares de pantalones salieron volando del armario y se posaron en las manos de Hermione quien sonrió satisfecha. Rose pegó un grito de alegría y tomó los pantalones que llevaba tiempo buscando. Los tomó y tras darle las gracias a su madre se dispuso a ponérselos.

- Deberías recoger tu armario si quieres encontrar la ropa con más facilidad – dijo Hermione mientras recogía un calcetín gordo de lana blanca de debajo del escritorio de su hija. No le hacía mucha gracia que Rose tuviera así su habitación, pero al menos había encontrado los dichosos pantalones.

- Mamá, te voy a decir algo pero no te enfades – habló la voz de Rose con cierto tono tembloroso.

Hermione cerró los ojos y dio un largo suspiro, no había una frase peor para decirle a una madre pues seguro que se iba a enfadar. Se dio la vuelta con cuidado y vio a su hija con los pantalones puestos y una enorme falsa sonrisa en el rostro. Bajó la vista y fue cuando lo vio, una enorme y reseca mancha de chocolate en la pierna.

- Están sucios.

Chocolate… la peor mancha de todas para una madre… el chocolate. Una enorme manchas seca que parecía llevar semanas adornando el pantalón de Rose. Comenzó a tensarse de la misma manera que lo hacía Crookshanks cuando algo le molestaba.

Rose se puso pálida y soltó una risita nerviosa – Mamita… mamita guapa…

- ¡Rose Weasley!

Y la pelirroja supo que debía huir si quería mantener intacta su integridad física.


En otra casa dos chicos estaban sentados, uno jugando a los naipes explosivos vestido con una camisa blanca y pantalones rojos, el otro tranquilamente sentado en el sofá leyendo un libro sobre plantas medicinales.

Los hermanos Potter eran muy diferentes entre sí.

- Oye Albus – dijo el mayor llamando la atención de su hermano – ¿Qué tanto hacen mama y Lily?

- Está ayudando a nuestra hermana a elegir su ropa.

James soltó un bufido – Que coñazo.

- ¡James! No uses esas palabras – dijo Albus con tono de reproche.

- Mamá y el tío Ron las usan todo el rato.

- Pero ellos son adultos.

James se encogió de hombros – Bueno, me queda poco para ser un adulto así que puedo hablar mal.

Albus suspiró y siguió a su libro. De los hermanos Potter él era el diferente. Sus padres le habían apuntado a quidditch, pero tras tres partidos (a los que por cierto su padre no se presentó) decidió dejarlo ya que odiaba las escobas y la altura.

Escuchó unas risas en la parte de arriba y dirigió su vista hacia las escaleras. Un bufido de James le llamó la atención – Chicas…

Albus sonrió y siguió a lo suyo al igual que su hermano quien se preparaba para una nueva partida en solitario de naipes explosivos. Mientras en la segunda planta dos pelirrojas reían entre una montaña de ropa.

- Ese no mami, me lo puse en el cumpleaños de James y Lorcan y Lysander ya lo han visto.

- No creo que se acuerden Lily – comentó tranquila la pelirroja levantando un vestido blanco con flores rosas – son chicos.

- Bueno, pero tía Hermione si lo recordará y no quiero que piense que no tengo ropa.

Ginny soltó una carcajada – No creo que piense eso tesoro – buscó entre la ropa y levantó un vestido negro con bordados blancos - ¿y este?

Lily lo miró detenidamente y asintió – Me parece bien, es elegante.

Ginny ayudó a su hija a colocarse el vestido. Su pequeña era una niña adorable y bastante sociable, le gustaba hacer amigos y tenía facilidad para ello. Una vez tuvo el vestido puesto dio un par de vueltas sobre sí misma haciendo volar la falda del vestido - ¿estoy guapa?

- Muy guapa – contestó Ginny.

Lily sonrió y tomó entre sus manos a Hops, su conejito – A Hops también le gusta.

- Por supuesto cielo, y ahora date la vuelta para que te pueda peinar – la pequeña hizo lo ordenado por su madre y le dio la espalda mientras que jugaba con su conejito. Ginny le peinaba la larga melena pelirroja cuando decidió hablar con su hija sobre un tema – Cariño…

- Dime mami.

- Hoy al cumpleaños de los gemelos irá una niña…

- ¿Rosie? – preguntó la pequeña.

- No, no es Rosie, es otra niña… Se llama Amy.

- ¡Que nombre tan bonito!

Ginny sonrió mientras recogía un poco del pelo de su niña en una coleta tras su cabeza para ponerle un lazo negro – Si, es una niña muy simpática pero que no tiene muchas amigas…

- ¿Por qué? – preguntó curiosa Lily.

- Pues porque no ha salido mucho de su casa, es pequeña y su papá la protege mucho y bueno… no tiene primos ni primas para jugar.

- Que triste… ¡yo seré su amiga mama!

- ¿De verdad?

Lily asintió y se dio la vuelta para mirar a su madre – Claro, las chicas tienen que ser amigas y los chicos amigos. No te preocupes mami, no dejaré sola a esa niña.

- Me alegro que digas eso cielo.

- Se la presentaré a la prima Rose – comentó Lily saliendo de la habitación – y jugaremos a las muñecas e iremos al parque y…

- Hecha el freno terremoto – rio Ginny – primero disfrutad el cumpleaños y luego haced planes.

Lily asintió y bajó corriendo las escaleras. Sus hermanos dejaron de hacer lo que estaban haciendo y miraron a su hermanita quien bajaba con una sonrisa – Albus, James, mirad ¿a qué estoy guapa?

- ¿Cómo vas a montar en escoba con eso puesto? – preguntó James con el ceño fruncido. No le gustaba nada que su hermanita estuviera tan guapa, en ese cumpleaños habría niños, muchos niños, chicos, que se fijarían en su hermanita y no le gustaba nada.

- Puedo montar en escoba igual ¡tonto! – dijo Rose malhumorada.

- ¡Se te verán las bragas! – protestó el mayor de los Potter.

- Pues así verán que las llevo puestas ¡y muy bonitas!

James abrió los ojos escandalizado y Ginny solo pudo soltar una carcajada por lo dicho por su hija. Lily definitivamente era una copia de sí misma, crecer rodeada de hermanos hombres te obliga a forjarte un carácter.

- Pues… ¡estás muy fea! – gritó James para intentar que su hermana se cambiara de ropa. Con lo cómodos que son unos pantalones largos.

Lily abrió los ojos de par en par y sus ojos comenzaron a aguarse. Apretó a Hops contra su pecho y sollozó – No es verdad ¡estoy guapa!

- No lo estás.

- James – dijo con advertencia Ginny – deja en paz a tu hermana.

- Solo le digo la verdad.

Lily comenzó a sollozar y se acercó a su hermano del medio – Albus, dile que no es cierto, ¿a que no estoy fea?

Albus cuyo corazón era noble y puro negó con la cabeza para pintar una sonrisa en la cara de su hermana – Para nada Lily, estas muy bonita.

Lily sonrió ampliamente para luego girarse hacia James – ¿¡Ves!? ¡Albus dice que estoy guapa!

- Albus es tonto.

- ¡Albus no es tonto! ¡Tú eres más feo que un trol! – contestó Lily sacándole la lengua a su hermano mayor quien bufó por quinta vez en la tarde.

Ginny suspiró, amaba con locura a sus tres hijos pero a veces podían con su paciencia. James era demasiado protector con Lily, Albus la consentía en todo y ella sabía cómo manejarlos a ambos.

- Chicos, me voy a cambiar de ropa, portaos bien y por Merlín no discutáis u os juro por mi madre que os castigaré un mes a ti sin visitar la tienda de broma – dijo señalando a James quien puso gesto de pánico – a ti sin libros.

- ¡Pero si yo nunca hago nada! Es James quien empieza – protestó Albus.

- Y a ti sin quidditch – dijo mirando a su hija quien puso una dulce mueca.

- Tranquila mami, yo los cuido.

- Te tendremos que cuidar nosotros a ti – dijo Albus.

Lily se giró para mirarle con gesto de superioridad y dijo – Yo soy la pequeña pero soy la más madura. Por lo que yo os cuido a vosotros – miró a Ginny quien tenía los ojos abiertos de par en par y dijo – Ve tranquila mami Hops y yo vigilamos.

Ginny solo pudo soltar una carcajada – Te los encargo Lily – después, subió las escaleras para buscar el modelito apropiado para la ocasión. Iba a una fiesta infantil, pero cierto moreno estaría por ahí así que tendría que ponerse algo que le hiciera babear.


Tras unos cuantos Fregotegos, Hermione había conseguido quitar la dichosa mancha de chocolate del pantalón de su hija. Ahora Rose estaba en el salón esperando a los Malfoy mientras ella observaba su armario.

No tenía nada que ponerse. Todo era extremadamente soso y corriente o elegantemente serio. No podía ir al cumpleaños con un vestido de gala negro pero tampoco con un jersey de cuello alto regalo de Molly.

Necesitaba algo elegante y sencillo, algo que hiciera que cierto rubio se quedara muda al verle. Frenó en seco sus pensamientos cuando la imagen de Malfoy voló por su cabeza.

¿Por qué le interesaba tanto lo que ese bobo pensara de ella? Bueno… es cierto que habían… bueno que se habían besado y que había aceptado una cita con Malfoy… pero de ahí a elegir la ropa para gustarle…

Negó con la cabeza ¿a quién quería engañar? Draco Malfoy la alteraba para bien y mucho. Sin darle muchas vueltas, pues tampoco quería que pensara que se arreglaba solo para él, tomó unos pantalones negros largos y una camisa de tirantes verde esmeralda.

- Muy Slytherin… - murmuró para sí misma mientras se colocaba un collar de plata con forma de "H" y se arreglaba un poco la indomable melena.

Se miró al espejo, no debería ponerse tacones pues parecería muy formal, pero tampoco unas deportivas… pensó y pensó que estaría bien para la ocasión y recordó un par de zapatos planos de color negro que apenas ponía y que conjuntaban perfectamente para la ocasión.

Buscó en el armario la caja de los zapatos y los sacó, eran preciosos, no entendía porque no se los ponía más a menudo… Se los colocó y ya estaba lista. Un poco de perfume por aquí, algo de color en los labios por allá y perfecta.

Un rugido sonó en el salón y las tripas se le encogieron, sabía quién había entrado en su casa, los gritos infantiles y la hora se lo indicaban. Draco Malfoy estaba en el salón de su casa esperando por ella para ir juntos con sus hijos a una fiesta infantil… Merlín… ¡iba a darle un infarto!

Tras una rápida ojeada por décima vez al espejo, tomó el bolso que descansaba en la butaca beige que tenía en su cuarto, salió de la habitación a paso veloz y bajó las escaleras para encontrarse con los Malfoy.

- Vaya Granger, que bien te ves, elegante pero informal – dijo Draco con una sonrisa burlona.

Hermione rodó los ojos conociendo perfectamente el humor del rubio y contestó con el mismo tono – Vaya y tu parece que vas a una fiesta del ministerio – era cierto que Draco estaba guapo, muy guapo, pero por Merlín ¿es que nunca iba a abandonar esas camisas de seda y probar con una cómoda camiseta? La imagen de Malfoy con unos simples vaqueros y una camiseta deportiva le asaltó la mente haciéndola sonrojar.

- ¿En qué piensas Granger? Te has puesto roja – comentó burlón el rubio – ¿es que acaso piensas cosas indebidas para hacer conmigo? – Tomó a los pequeños y les tapo los ojos con sus manos haciéndolos reír – por Salazar Granger, que hay niños delante.

Hermione se mordió la lengua para no soltarle una barbaridad al Slytherin – No seas idiota…

Draco sonrió y quito la mano de las caras de los niños quienes reían con el juego que había empezado el padre de Scorpius – Es broma, estas muy guapa.

- Gracias, tu… también – contestó a duras penas.

- No pareces muy convencida de ello – dijo Draco con tono juguetón – ¿es que acaso voy mal? – preguntó estirando los brazos y dando una vuelta sobre sí mismo.

Maldito y mil veces maldito pensó Hermione, al girarse, Draco le había regalado una generosa visión de su trasero que enfundado en esos pantalones eran un pecado capital. Carraspeó agitando la cabeza para borrar las suculentas imágenes de su cabeza ¿era cosa suya o hacía demasiado calor de repente?

- Estas muy guapo señor Malfoy – habló Rose haciendo sonreír petulantemente al rubio quien envió una mirada de "te lo dije" a Hermione – es que mi madre cuando se pone nerviosa y no tiene argumentos se pone muy borde.

Draco soltó una carcajada mientras que Hermione deseaba dejar muda a su dulce hija ¿de parte de quien estaba esa mocosa? – Esta muy guapa, señora Granger – dijo una tímida voz.

- Gracias Scorp, tú también estas muy guapo – Hermione se acercó al pequeño y agachándose a su altura le peinó un mechón de pelo que se había salido de su sitio haciendo al niño sonrojarse.

- ¿Y yo? ¿Yo estoy guapa? – preguntó Rose harta de que la ignoraran.

Draco asintió y despeinó la alborotada melena de la niña – Preciosa, más que tu madre.

- ¡¿Has oído mamá?! – el entusiasmo en la voz de Rose hizo reír a Hermione – ¡Ha dicho que estoy más guapa que tú!

- Es que es cierto cielo, estas preciosa – la pequeña sonrió ampliamente – los dos estáis muy guapos.

- Scorp, vamos a ser los más guapos de la fiesta de cumple de Lorcan y Lysander – dijo con orgullo Rose cruzados de brazos – Robaremos protagonismo.

- ¿Y eso es bueno? – Comentó con duda el pequeño Scorpius mientras se rascaba la cabeza – ¿No se supone que los protagonistas son ellos?

- Son gemelos, saben compartir.

Draco observó divertido la pequeña conversación de los niños y miró a su Gryffindor favorita – Sin duda, es tu hija, que agilidad mental para buscar argumentos a todo.

- Es igual que yo pero a veces…

- Oye – la cortó Draco captando su atención – Estas preciosa.

Hermione enrojeció hasta la punta del pelo y bajó la vista avergonzada. Sabía que Draco Malfoy se sentía atraído por ella, la atracción era mutua, pero no se acostumbraba a los halagos repentinos de la serpiente. En su infancia Draco le había puesto innumerables apodos y se había burlado mil veces de sus dientes de castor, de su pelo, de su forma de andar… se había burlado de toda ella; y ahora, llegaba a la edad adulta y su divorcio con el que pensaba que era el amor de su vida le mostraba que Draco Malfoy en verdad no la despreciaba, sino que sentía algo por ella.

Llamémoslo lujuria, llamémoslo atracción… pero algo había, y Merlín ella estaba loca por sus huesos sangre pura.

- Tu también te ves bien, un poco serio, pero bien.

- Sé que es un cumpleaños de unos mocosos, pero un Malfoy siempre es un Malfoy.

Hermione sonrió y Draco se perdió en la mirada castaña de la mujer de sus sueños. Hermione sentía una atracción enorme hacia ese hombre, era como si unos imanes gigantes les estuvieran atrayendo, era perfecto… estaban el, ella, los niños…

¡Los niños! El recordar que no estaban solos la hizo pegar un bote y separarse del rubio con los ojos muy abiertos.

- ¡Mama! – protestó Rose con los brazos en jarra – ¿¡Que haces!?

- Estabais tan cerca – murmuró decepcionado Scorpius.

Hermione comenzó a hiperventilar debido a la vergüenza que estaba pasando, Draco, en cambio, estaba de lo más tranquilo.

- Chicos, creo que debemos irnos – habló el rubio para quitar hierro al asunto – o llegaremos tarde.

- Sí, es cierto, debemos irnos ya – habló atropelladamente Hermione, aun roja – Rose, tienes el regalo de los gemelos.

La niña asintió tomando los dos paquetes en sus manos. Eran rectangulares y amplios, del tamaño de un libro – Vaya Granger, no creo poder adivinar nunca que les has comprado…

Hermione le golpeó el brazo de forma juguetona y dijo – A saber que les has comprado tú ¿un apartamento en medio del Londres mágico?

- No, por Merlín – exclamó con dramatismo – eso lo puede regalar cualquiera, yo regalo islas paradisiacas, tienen más glamour.

- Eres idiota.

- Y asquerosamente rico – contestó Draco haciendo a Hermione poner los ojos en blanco – Les hemos comprado un juego educativo de esos que te gustan tanto, sobre animales y criaturas mágicas y muggles.

Hermione le miró pasmada – Caramba Malfoy, es un regalo que perfectamente podría haber dado yo.

Draco se acercó lentamente a ella con una sonrisa ladeada. Cuando llegó a su altura se acercó a su oído y con un débil susurro dijo – ¿Ves cómo estamos hechos el uno para el otro?

Hermione se quedó muda un instante y notando los ojos de los pequeños sobre ella se alejó trastabillando y se encaminó hacia la chimenea como un torbellino – Eres un ¡tonto! – le gritó.

Rose suspiró aburrida por el comportamiento infantil de su madre, y eso que la niña era ella. Entró en la chimenea con su progenitora quien con el ceño fruncido miró a Draco y preguntó casi en un ladrido – ¿No venís?

- ¿Cabremos los cuatro? – preguntó Draco.

- La chimenea es amplia y seguro que en la de Nott caben todos los Weasley juntos.

Draco se encogió de hombros y tomando la mano de su hijo entro con una sonrisa pedante en su rostro mientras tomaba los polvos flú con la otra. Scorpius soltó a su padre y agarró la mano de la castaña que cambió de semblante cuando se dio cuenta de que la manita que la tomaba con fuerza era la del heredero Malfoy.

Draco enarcó una ceja y Scorpius se apresuró a responder - Fuiste mal educado padre, la señora Granger no querrá darte la mano así que mejor me pongo yo en medio de los dos.

- Tu hijo tiene razón – dijo Hermione – Al fin un Malfoy inteligente.

Draco gruñó y tomando la mano de su hijo de nuevo dijo – Mansión Nott – y arrojando los polvos flú, una llamarada verde los envolvió desapareciendo.


Ginny terminó de cambiarse y satisfecha bajó la escalera para encontrarse con una batalla campal entre sus tres hijos. James agarraba a Albus por el cuello mientras le revolvía el pelo, Albus pataleaba e intentaba golpear o tirar del pelo a su hermano mientras que Lily estaba de pie en el sillón golpeando con un cojín la cabeza de James mientras le gritaba que soltara a su hermano.

Ginny suspiró y tomando aire hondamente grito – ¿¡Se puede saber que pasa aquí!?

Sus tres hijos pararon de inmediato y Lily soltó el cojín bajándose veloz del sillón y corriendo hacia su madre con una mueca molesta – ¡Tus hijos son inaguantables!

- Somos tus hermanos Lily – se burló James mientras que Albus intentaba peinarse el alborotado pelo heredado, para su desgracia, de su padre.

La pequeña se cruzó de brazos y girándose le dio una gélida mirada a su hermano mayor – Yo no tengo hermanos tan desobedientes.

- Enana traicionera… - murmuró James.

- Luego ya hablaremos nosotros cuatro pero ahora todos listos, nos vamos al cumpleaños de los gemelos – dijo Ginny tomando su chaqueta – coged los regalos y vámonos.

James echó un vistazo a su madre y enrojeció. Se levantó de golpe y apuntó a su madre con el dedo con gesto de terror – ¿¡Que haces así vestida!?

Ginny arqueó una ceja mirándose a sí misma - ¿Qué pasa? – llevaba una falda de tubo roja y una camisa de tirantes negra. Había elegido una ropa que se ajustara a su cuerpo como una segunda piel, quería ponerle los dientes largos a su dios de ébano y de paso demostrarse a sí misma que, aunque el cerdo de Harry no la hubiera valorado como mujer y la hubiera engañado, ella seguía siendo hermosa y podía tener al hombre que quisiera.

- Mamá… no puedes ir ¡así! – gritó furioso su hijo mayor.

Ginny frunció el ceño y cruzándose de brazos dijo – ¿Y por qué no? ¿Quién me lo va a prohibir? ¿Tu?

- ¿Crees que tienes veinte años? Por Merlín, ¡que eres mi madre! ¡Cámbiate ya!

- Escúchame bien jovencito – habló con voz dura la pelirroja haciendo temblar a su hijo mayor – ni siquiera mi madre me ha dicho como vestir no vas a venir tu a decirme que puedo y que no puedo llevar.

- Pero…

- Ni peros ni peras – James se encogió en su sitio debido al tono de reproche de su madre – Ahora vas a mover tu culo hasta la chimenea y vamos a ir a ese cumpleaños donde jugareis y disfrutareis de una agradable tarde sin armar ningún escándalo porque si no me encargaré de meterte en una academia militar mágica tan seria que acabaras siendo el gemelo perfecto de tu tío Percy ¿queda claro?

James tragó saliva con dificultad y asintió – Cristalino mamá, estas… muy guapa.

- Bien, ahora – dijo señalando la chimenea – Andando. Vete tu primero con Lily y luego iré yo con Albus.

- Sí mamá – dijo James cogiendo la mano de su hermana pequeña quien sonrió con maldad mientras le sacaba la lengua con burla. James gruñó y tomó un puñado de polvos flú dando la dirección de la mansión Nott. En cuanto desaparecieron Albus se acercó tranquilo hasta su madre y le tendió la mano.

- No le hagas caso a James mamá, estas muy guapa – Ginny sonrió y besó el pelo de su hijo para entrar en la chimenea y dar la dirección de la mansión Nott. Unas llamas verdes le rodearon y en un abrir y cerrar de ojos apareció en la chimenea de la enorme casa de Theodore, su abogado.

- Ginny, ya estás aquí – dijo la dulce voz de Luna – estas muy guapa…

- Gracias tú también – contestó amable mirando a Luna, se veía radiante con un vestido suelto azul celeste y sus peculiares pendientes de rábanos.

- Pasad, Lily y James ya están con los niños – dijo Luna mirando a Albus que se había sonrojado – Hola pequeño Albus.

- Ho… hola señora Lovegood.

Luna sonrió ampliamente y dijo – Llámame Luna, anda vete a jugar con los chicos – dijo señalando la mesa donde Lily, los gemelos, James y una niña que ella no conocía jugaban. Esa pequeña se le hacía terriblemente familiar, era morena de un color chocolate precioso… y esos ojos… no podía ser.

- Ginevra, querida mía, estas espectacular – se giró para observar al interlocutor. Frente a ella Blaise iba vestido con un elegante pantalón de color gris y una camisa blanca levemente desabrochada mientras que en su mano derecha sujetaba una copa de vino.

- Gracias Blaise tu estas… decente.

- ¿Decentemente comible? – susurró el moreno haciendo que Ginny sonriera con malicia.

- Obviamente.

- Mami, mami ¡mira! ¡Esta es Amy! – Dijo Lily que había llegado corriendo de la mano con la pequeña Amy – es muy simpática, ya somos amigas ¿a qué si?

La niña asintió contenta y cuando dirigió la mirada a la pelirroja abrió la boca de par en par. Blaise sonrió mientras bebía de su copa pues su niña se había quedado prendada de Ginny.

- Papi, era cierto ¡era cierto! – gritaba contenta Amy.

- ¿El qué? – preguntó curiosa Lily.

- Tu mamá, es igual que Loli, mi muñeca – decía la niña mirando a Ginny con un brillo en la mirada.

- ¿Enserio? ¿Hay una muñeca igual que mi madre?

Blaise asintió – Oh sí, es pelirroja y tiene pecas y sus mismos ojos.

- Me encantaría verla…

Amy tomó las manos de Lily – ¡Te la puedo enseñar! La tengo en mi casa, podrías venir un día a jugar si tu mamá te deja.

Las niñas miraron expectantes a la pelirroja quien tenía una dulce mueca en la cara. Era adorable ver a esas dos juntas, eran muy parecidas pero completamente diferentes. La suplica en los ojitos de Amy le ablandó el corazón y dijo – Por supuesto, si tu padre no pone objeciones será un placer.

Blaise sonrió de medio lado también y haciendo una reverencia a las niñas dijo – Me declaro el servidor de estas dos bellas damas.

Amy y Lily soltaron un gritito y se aferraron a las piernas de Ginny quien les acarició el pelo con ternura. Lily estaba acostumbrada a las muestras de cariño de su madre, pero para la pequeña Zabini ese gesto de alguien que no fuera su padre resultaba terriblemente nuevo por lo que se apartó de Ginny sonrojada.

- Siento haber sido tan atrevida señora.

La pelirroja miró con ternura a la pequeña y se agachó para quedar a su altura. Le alzó la cabeza para mirar esos ojos gigantes y marrones idénticos a los de su padre – Amy, no pidas disculpas y llámame Ginny.

- Pero…

- Nada de peros, eres la amiguita de Lily ¿no? – la pequeña miró a la pelirroja menor quien asintió repetidamente por lo que la morena niña asintió también – Pues nada de señora ni de vergüenza conmigo ¿Vale?

- Sí seño… - con la mirada de Ginny, Amy corrigió rápidamente lo que iba a decir – Ginny.

- Bien – y acunó sus mejillas en sus manos para besar la cabeza de la pequeña – Ahora señoritas, creo que es hora de ir a jugar, debéis controlar a esos cuatro diablos.

Lily asintió con una mirada orgullosa y dijo – Señor Zabini, no se preocupe por su hija, está en buenas manos, ahora es mi amiga del alma y nos enfrentaremos a esos cuatro como verdaderas guerreras poderosas ¿verdad Amy?

- Yo soy una princesa.

- Bueno, princesas guerreras – Amy asintió imitando el gesto orgulloso de la pelirroja y salieron corriendo en dirección a la zona de juegos.

Una vez desaparecieron Blaise soltó un silbido de admiración – No hay duda de que es tu hija.

- Pues yo pondría en duda tu paternidad si no fuera porque tiene tus ojos y tu color de piel.

- ¿Y eso? – preguntó curioso Blaise.

- Amy es preciosa, y adorable, toda una señorita educada y tú, querido Blaise eres un gilipollas egocéntrico.

Blaise soltó una carcajada – y lo que te encanta mi forma de ser.

- ¿Ves lo que digo? Un egocéntrico y un gilipollas.

- Es parte de mi encanto de serpiente – respondió poniendo una sensual sonrisa ladeada que hizo temblar las piernas de la pelirroja.

- Ahí te doy la razón – le arrebató su copa de vino y con una coqueta mirada bebió el resto del contenido bajo la atenta mirada de Blaise. El slytherin iba a contestar algo cuando un rugido lejano y unos pasos acercándose resonaron en la sala.

- ¡Llegamos! – gritó Rose entrando en la sala – ¡Hola tía Ginny!

- Hola Rosie – contestó la pelirroja abrazando a su sobrina.

- Hola tío Blaise – hablo menos efusivo Scorpius acercándose al moreno quien chocó las cinco con él.

- Hola colega, ¿y tu padre?

- Viene hablando con mi madre y tía Luna – dijo Rose acercándose a ellos – tu eres el señor del Ministerio, yo soy Rose.

- Lo sé, eres famosa gracias a este caballero – dijo alborotando el pelo de un sonrojado Scorpius – y no me llames señor, soy demasiado guapo para que me tomes por un viejo, eso déjaselo a Theo y a Draco – Rose soltó una risita al igual que Scorpius – llámame Blaise madame.

- Como le estés diciendo alguna barbaridad a mi hija Zabini…

Blaise miró a la castaña que entraba acompañada de Draco y con voz juguetona dijo – Para nada, soy padre y educado.

- Que tendrá que ver…

- Hermione querida, que imagen tienes de mí.

- La que tú te ganaste Zabini – contestó Hermione como si fuera obvio.

- Tía Hermione – dijo Lily acercándose corriendo con Amy de nuevo – Mira, es mi nueva amiga, Amy Zabini.

Hermione miró a la pequeña que jugaba con el bajo de su vestido murmurando un débil – Hola.

La castaña sintió ganas de estrujarle las mejillas en sus dedos y abrazarla fuerte, más se contuvo – Hola Amy, que vestido tan bonito.

- Gracias ¡lo eligió mi papá!

- Vaya Blaise, quien diría que tendrías tan buen gusto con los vestiditos – habló burlón Draco.

- Hola tío Draco ¿te gusta mi vestido? - preguntó al rubio dando un par de vueltas sobre sí misma.

- Es precioso Amy. Pareces una princesita.

La pequeña se giró para mirar a su nueva amiga que estaba parada como una estatua – ¿Lily? ¿Te pasa algo?

Mas la pequeña no contestó solo estaba quieta mirando fijamente al hombre frente a ella. Era muy guapo, rubio, de ojos grises y sonrisa perfecta. Alto, altísimo seguro que si se subiera a sus hombros tocaría el techo de la enorme mansión y tenía la voz grave y masculina.

Los ojos grises la miraron y notó su corazoncito golpear su pecho – Hola, ¿tú eres Lily verdad? – La pequeña pelirroja asintió repetidamente como un robot – Un placer soy Draco amigo de tu madre y tu tía Hermione.

- Es el padre de Scorpius – dijo Rose acercando al pequeño a su prima – Scorp esta es Lily, mi prima.

La menor de los Potter observó al clon del adulto y levantó la mano – Hola, soy Lily, espero que seamos amigos.

- Seguro que si – habló Scorp mirando curioso a la pelirroja quien había vuelto a ver a su padre de manera extraña, como si fuera una especie de dios.

Scorpius miró a Rose y preguntó – ¿Qué le pasa?

- Ni idea – contestó Rose encogiéndose de hombros – Vamos con todos a jugar, seguro que te llevas bien con todos – Vamos chicos.

Amy siguió a Scorpius y Rose pero Lily se quedó allí quieta frente a los adultos que la miraban con la ceja alzada. Lily se sonrojó cuando Draco le dio una sonrisa amable y salió huyendo hacia la zona de juegos.

Draco abrió los ojos sorprendido y miró a Ginny quien intentaba aguantar la risa al igual que Blaise – ¿He hecho algo malo?

- Oh para nada Malfoy – contestó Ginny

- Allá donde vas te salen nuevas admiradoras amigo – dijo Blaise con burla – Parece que la pequeña Lily se ha quedado prendada de ti.

Hermione soltó un sonido adorable y dijo – Que mona, Lily está enamorada de ti.

- ¡No digáis eso! – Gritó Draco más pálido de lo normal – Por Merlín, es una niña, enfermos…

- Nunca es pronto para el amor – se burló Hermione haciendo que Ginny se carcajeara.

- Es cierto amigo, para el amor no hay edad.

- ¿Tengo que empezar a llamarte yerno? – preguntó Ginny con falsa ilusión.

- ¿Cuándo os casáis? – Preguntó Hermione – seguro que te dice que sí.

- ¡Callaos! – gritó Draco acercándose a Theo y Luna que estaban al margen arreglando unas mesas. Los otros adultos le siguieron entre risas burlándose del rubio.

Mientras, en la mesa de los niños, Albus y Scorpius habían hecho muy buenas migas al igual que los gemelos que estaban fascinados con el regalo del heredero Malfoy. Rose sonrió contenta al ver que su amigo por fin hacía amistades y parecía realmente feliz, ella estaba con Amy jugando con unas mariposas de colores. Le gustaba la pequeña Zabini, era una niña muy dulce, pero estaba preocupada por su prima que estaba como ida ¿Es que se había golpeado? ¿Le habría hecho alguna broma James que la habría aturdido?

Pero lo que le pasaba a la pequeña de los Potter no era nada preocupante, o al menos no demasiado. La pelirroja desde su sitio miraba al padre de su nuevo compañero de juegos hablar y reír con los adultos y soltó un suspiro mientras apoyaba su mejilla contra su mano y sonreía de forma boba imaginándose a ese príncipe llevándola a lomos de una escoba voladora a su castillo. Era un hecho, había tenido un flechazo. Lily Potter estaba enamorada de Draco Malfoy.

El cumpleaños se pondría interesante.