SAILOR MOON NO ME PERTENECE, SOLO HAGO ESTO DE

DIVERSION

.

.

.

.

Este es mi crack ideal para Originales Ladies Kou

.

.

.

.

.

ACTO 1

.

.

.

.

La boda Roja

.

.

.

.

Salió del cuerpo de su amante apenas alcanzó el éxtasis. Su compañera también lo había logrado y ahora estaba exhausta, jadeante y aun temblando.

Seiya no pudo evitar sonreír al ver el rostro mojado de Minako en ese estado, pero aun así intentó que las emociones no la embargaren demasiado. Además no planeaba pasar la noche en los aposentos de la mujer. Descansaría un poco y luego se marcharía a los suyos.

Sus encuentros eran así, sigilosos, callados, secretos, furtivos casi.

Era muy difícil que la principal guerrera de la casa real de Tokyo de Cristal, la poderosa sailor venus sostuviera una relación pública con un hombre que además era embajador de otro planeta. Ella tenía un deber como líder de las guardianas principales del reino, función que cumplía a cabalidad y eficiencia, pero al final en algún momento hace como tres meses había caído irremediablemente ante la seducción de aquel hombre que valiéndose de su pasada relación amistosa y los nostálgicos recuerdos de cuando era miembro de una banda musical, acabó rindiéndose ante los encantos ante Seiya Kou que ahora fungía como embajador de su planeta y vivía en Tokyo de Cristal. Minako se había sentido muy atraída a él, le había gustado en el pasado, y ahora siendo ya una mujer hecha y derecha despertó en su persona otras emociones, así que cedió.

Un romance como ése no haría daño a nadie. Sólo que nadie debía saberlo, de alguna forma le daba resquemor que la reina lo supiera. Ella había sabido que cuando eran adolescentes, Seiya y la actual reina habían tenido una especie de relación por la evidente atracción en aquella época. Nunca pasó a mayores por el sentido de responsabilidad de ella, y más que nada el amor de Usagi hacia Mamoru.

Era muy probable que perdiera su status de sailor, porque la reina no quería mujeres casadas entre sus guardianas, decía que eso les quitaría eficacia a sus funciones, pero nunca había dicho nada de un amante, así que Minako, cuando por fin cedió a las insinuaciones del embajador de Kimmoku lo hizo escudada en esa falta de prohibición.

Lo que no estaba prohibido, estaba permitido, interpretaba Minako.

Tampoco hablaba con nadie de esto. Había demasiada formalidad en el aire, y las relaciones básicas de amistad se habían visto disminuidas a un vínculo laboral. Debían su obediencia y protección a la familia real, esa era su única función.

─No podremos vernos mañana ─adelantó Minako encendiendo un cigarrillo mientras veía a Seiya vestirse.

─ ¿Por qué no?

─No olvides que mañana es la cena de bienvenida al prometido de la pequeña dama. Y yo más que nadie debo estar presta. Sin las otras para secundarme, sólo estaré con las Outher para ayuda─ replicó Minako algo desganada.

Era cierto, Amy, Lita y Rei habían ido de misión a otro planeta. Habían salido por órdenes de la reina que encargada de velar por la paz de este sistema solar, las había mandado para sofocar una rebelión. Así que las únicas guardianas en el palacio aparte de Venus, era Neptuno y Urano. Era bien sabido que Saturno solo participaba en casos de gravedad extrema y Plutón custodiaba las magulladas puertas del tiempo.

─Así que el muchacho de Elysion viene mañana ─adujo Seiya en voz baja cambiando su semblante ligeramente.

Seiya acabó de vestirse reflexivo y salió. Minako se limitó a verlo. Siempre que hablaban de la familia real, Seiya parecía ponerse en plan abstracto, así que lo vió salir sin decirle una sola palabra.

.

.

.

.

Seiya tenía el semblante cambiado. Pero no porque le inundaran los celos o la envidia hacia Endimión o la familia feliz que decían ser, más ahora que la joven princesa, hija de los reyes estaba a punto de casarse en una boda digna de un cuento de hadas.

Lo que atosigaba a Seiya era mucho más profundo y escondido, que nadie más podía ver y notar escudada tras su eterna sonrisa.

Un profundo odio y sed de venganza.

La misma que le había motivado a venir aquí en calidad de embajador en un plan cuidadosamente elaborado con los años y alimentado con el desquicio del desprecio profundo que sentía por la reina y el rey de Tokyo de Crystal. Que se hacía extensivo a la hija del matrimonio. Todos pagarían lo que él y sus seres queridos habían sufrido. Lo pagarían con sangre y lágrimas.

Parecía algo muy turbio para un alma que siempre había sido gentil y noble, pero las circunstancias habían ennegrecido su corazón, untándolo de aquella sed de vendetta.

Había pasado hace muchos años, pero para Seiya era como si hubiera ocurrido ayer.

Kimmoku era un planeta floreciente presidido por la reina regente Kakkyu y protegido tanto por Seiya, Taiki y Yaten así como sus alter egos que habían cobrado vida y personalidad propia justamente luego de los incidentes contra Galaxia y la recuperación de su planeta. El contacto con los humanos no había sido en vano y había producido este desdoblamiento de la dualidad que siempre había caracterizado a las Sailor Starlights.

Todo había estado bien, hasta que una catástrofe pasó. Un enorme meteorito había caído dentro del planeta diezmando gran parte de Kimmoku y rompiendo en su trayecto unas de las capas que proveían de oxígeno en el sitio.

Seiya lagrimeaba de dolor de solo pensar en las horribles horas de angustia que se habían suscitado. Muchos murieron sin que pudieran hacer nada para salvarlos.

Se pidió ayuda a la reina de Tokyo de Crystal en un mensaje de carácter urgente en aquel momento. La respuesta no sólo tardó en llegar sino que había sido negativa. La poderosa mujer aducía que no podían auxiliarlos porque sus reservas solo alcanzaban para la Tierra.

Fue entendible en parte, pero los guardianes no bajaron los brazos. Aparte de pedir ayuda, y crear campos provisorios de energía oxigenada, hacían lo posible por ayudar a los sufridos habitantes de Kimmoku que por segunda vez estaban sufriendo los embates de la calamidad.

Pero las cosas empeoraron. La energía artificial creada se hacía con ayuda del cristal de la reina, que lo cargaba con su propia energía vital. Un momento dado no resistió.

La reina murió irremediablemente. Como último recurso, las sailor starlights, herederas de la energía estelar, decidieron hacer lo mismo, pero a pesar de la ayuda de Seiya, Taiki y Yaten, las valientes mujeres no resistieron, y pronto acompañaron a la reina en su viaje eterno a tierras imperecederas.

Los kimmokianos tenían como característica principal: el orgullo y el nacionalismo a flor de piel, por eso cuando los tres sobrevivientes del gobierno organizaron una forma de migración a otro planeta, lo rechazaron. Los sobrevivientes se negaban a abandonar ese hogar que ya años antes les había costado tanto construir.

Los tres hermanos tenían el presentimiento de que morirían allí, pero tampoco dejarían a su gente.

La inesperada ayuda les vino de alguien a quien no esperaban ver.

Sailor Galaxia.

Ella apareció justo cuando las cosas estaban en última instancia. Restauró momentáneamente el campo de oxigeno pero advirtió que debían prepararse para abandonar el planeta, que esto solo les daría tiempo para una migración controlada. También trajo una noticia alarmante, que surgió de las averiguaciones de como ese meteorito pudo haber impactado de tal forma en el planeta al punto de desahuciar su campo de aire.

Las marcas se lo dijeron todo. El poderoso meteoro había sido arrojado desde la tierra y según los cálculos deduccionales de investigación de Galaxia y Taiki. Habría sido en el marco de "cañonazos especiales" que se habían librado al espacio desde Tokyo de Crystal por el cumpleaños de la hija de los reyes de ese planeta.

Lo que acabó de horrorizar a todos es que los organizadores de aquel brutal pasatiempo estaban conscientes del peligro de hacer esos lanzamientos. De hecho se habían enterado que en el marco de su sangriento juego habían destruido dos planetas completos. Kimmoku había sufrido un daño colateral si se correspondía de que otros si habían desaparecido por entero.

Se decía que los reyes habían ordenado ocultar las consecuencias de esas brutalidades.

Lo peor no vino ahí, porque cuando Galaxia y los Kou averiguaron más, se dieron cuenta que en la Tierra había provisión de oxigeno almacenado hasta para alimentar a la vía láctea completa.

La reina se los había negado porque sí.

No tenía ningún motivo valido para negárselos.

Una doble maldad reencausada en actos de crueldad innecesaria para alimentar el ego de la que se decía la reina todopoderosa por ser poseedora y usuaria del cristal de plata.

Al principio Seiya quiso dejarse llevar por la impulsividad, pero fue detenido por sus hermanos. Si querían venganza, la tendrían, pero planeada cuidadosamente no arruinarla y exponerse a ser masacrados por los soberanos de la Tierra.

Cada punto de la misma fue fruto de una planeación que les llevó cierto tiempo. Primero se dedicaron a reconstruir de nuevo su civilización en un nuevo planeta y organizar el sistema político y de gobierno de la misma. Volver a elaborar los cimientos de una sociedad diezmada por aquel holocausto espacial.

Taiki, fue la elección natural para convertirse en el Regidor, secundado de Yaten que pasó a asumir el papel de Justicia de Regidor.

Seiya se preparó a su vez, pero no para ejercer algún cargo en la nueva Kimmoku, sino más bien para actividades diplomáticas en toda la via láctea. Tuvo que viajar bastante para ello. Cuando las cosas finalmente se asentaron, vino a la Tierra trayendo sus credenciales de embajador de Kimmoku.

Su carisma natural le valió enseguida la simpatía de la mayoría y el favor natural de otros embajadores. Y por supuesto munado de esto pudo volver a hacer buena relación diplomática con la reina y su esposo, quienes desconocían, o al menos decían no tener idea de lo ocurrido con la tragedia del planeta Kimmoku, pero Seiya no lo creyó por ningún momento. Sabía que esos hipócritas sabían que sus juegos tontos habían destruido su planeta y que ahora vivían, o al menos los pocos que quedaron dentro de un planeta donado por Galaxia.

Seiya fingió creerlo todo, así que empezó a tejer su sangrienta idea.

Sedujo a la mujer más cercana a la reina. Quizá podría sonar estúpido utilizar este tipo de arma, pero Seiya sabía que sailor venus tampoco era indiferente a sus encantos, y después de todo, era una mujer solitaria obligada de por vida a obedecer gente como aquella. No le costó convertirla en su amante, y sin que ella supiera se volvería la llave que le traería la vendetta que tanto anhelaba su alma corrompida.

Desconocía hasta qué punto Minako estaba al tanto de la verdadera personalidad de sus reyes, pero lo supiera o no, ella también seria parte de un daño colateral que no se podría controlar.

Esa noche durmió tejiendo en su mente todos los demás hilos de su venganza.

.

.

.

.

.

El día siguiente era una fiesta dentro del Palacio. El joven Helios, prometido de la hija de los reyes era la estrella principal de la misma, ya que el muchacho se había mudado a palacio, para esperar la celebración de su matrimonio con la joven Rini.

Seiya, como todo embajador había sido invitado a la cena oficial, aunque a él no podía importarle menos lo que pasara con esta gente. Lo lamentaba por los muchachos, pero ellos también serían daño colateral del plan que tenía en contra de los reyes.

Desde su sitio, podía observarlos.

La reina bebiendo feliz y secreteando con su esposo alguna intriga. Y a su lado, los jóvenes prometidos en confidencia.

Había música y algarabía, y hasta había visto a Uranus sonreír en alguna ocasión, pero Seiya solo tenía fija su vista en la familia real. Sus ojos azules clavados en ellos.

Por eso no vió venir el gesto inesperado de alguien que vino a sentarse a su lado. La reconoció enseguida por su olor, y el color de su cabello.

Minako vestida de sailor venus había venido a sentarse con él.

─ ¿Por qué tan callado?, pronto será la boda y ni imaginas la fiesta que se hará en el palacio.

─En Kimmoku llevamos tiempo sin hacer celebraciones ─comentó Seiya casi sin pensar. Nunca hablaba de sus dolores secretos, pero algo tenia Minako, quizá la cercanía carnal que habían creado los últimos tiempos lo que lo motivaba a hablar así, como al descuido, exponiendo cosas que generalmente no deseaba dar a conocer. No comprendía eso.

Minako pareció acongojarse un poco.

─Lamento mucho lo ocurrido allí. Creo que sabes que no hay día que no lamente lo ocurrido con la reina y las starlights. Valientes mujeres que perecieron sin más ─argumentó la mujer.

Era verdad, ella lamentaba esas pérdidas. Las había conocido, conocía sus valías. Seiya la miró de reojo, era tan desconfiado que no sabía si creer o no en las palabras de la mujer rubia. Pero recordar de nuevo esas desgracias hizo que se conmoviera.

─Fue algo horrible─ añadió Seiya

─Alguna vez me gustaría poder visitarlos. Nunca fui a su planeta original y siempre lo he lamentado, pero no estaría mal que en algún momento cuando la reina me comisione a alguna misión pueda ir a visitar a tus hermanos─ musitó Minako.

Ella era muy insistente con eso, en realidad parecía conmovida por aquel horrible dolor ajeno, y Seiya se sintió un poco expuesto. No le gustó eso, porque después de todo se suponía que la estaba usando, así que prefirió decirle otra cosa.

─ ¿No nos veremos esta noche?─insinuó Seiya cambiando su voz

─Sabes que esta noche debo custodiar las puertas del ala de la habitación del príncipe de Elysion. La reina me lo ha ordenado. Sabías que estaría ocupada ─respondió ella en voz baja. Minako había clara sido la noche anterior. No podían tener ninguno de sus encuentros ese dia.

─ ¿Cuándo es exactamente la boda de la princesa?─preguntó de repente Seiya, por supuesto que sabía cuándo, pero deseaba salirse del trance.

─Dentro de una semana ─respondió Venus bebiendo su vaso de vino, aunque apenas pudo sorber su primer trago cuando empezó a toser cambiando su semblante dejando el vaso sobre la mesa─. Creo que ya no beberé, me ha caído mal. Cielos, además que tengo guardia esta noche.

Seiya la observó aunque no le dio importancia. Su mente estaba más concentrada en lo que pasaría dentro de una semana.

Porque sería durante la boda de la hija de la reina en que desplegaría su venganza.

Doliera a quien le doliera.

CONTINUARÁ

.

.

.

.


NOTAS.

Muchas gracias por regalarme el tiempo para leer esta locura, es un crack total asi que ya saben, este fanfic sólo tendrá un episodio más, pero muero por saber sus opiniones de como voy, si merezco un buen tomatazo o algo.

Y el asunto será muy OOC porque vemos a un Seiya consumido por el deseo de venganza, y también una "verdadera personalidad" de la neo reina que junto a su esposo, cegados por la fuerza todopoderosa que manejan pues se sentian omnipotentes ante las consecuencias de sus acciones. Veremos como les va en el otro capitulo.

Y como el titulo lo dice, habrá sangre ¿pero de quien? ¿o quienes?

Muchas gracias a todos por leer.

Los quiero mucho a todos.

Paola.