Princesa

La luz de la luna se irradiaba penetrante a través de los cristales, dando un aura azul a la habitación, la kunoichi de ojos perlados abrazaba sus piernas mientras se mantenía inmóvil en su cama

- "¿Como es posible que ella se quede con todo lo que amado siempre?" – Hinata fruncia el seño, mientras levantaba la cabeza de sus rodillas. – "Yo siempre he estado para él, que más necesito para que esté junto a mi? Acaso debo ofrecerle mi cuerpo, como la puta Yamanaka?" – Hinata se levantó de su cama y se dirigía a la ventana, contemplaba la luna, tan lejana, melancólica y solitaria, sentía que acompañaba su miseria, soledad y desesperación

- "No es posible que esa puta se quedé con Naruto Kun, él merece algo mejor que una calienta pollas, ¿como es posible que ella me lo haya quitado?" – Hinata mira por la ventana mientras se imaginaba que ella ocupaba el tan deseado lugar que Ino ahora poseía.

Estaba cansada de llorar, de sumirse en la tristeza, había perdido su puesto de heredera, había perdido el respeto de su clan y ahora lo único bueno que parecía alcanzable se le esfumaba como azúcar en agua.

Siguió sentada en su cama viendo la luna, sus ojos irritados por tantas lágrimas se empezaron a entrecerrar por el cansancio de un día agitado, se recostó un momento pero una voz proveniente de fuera de su ventana la asustó e instintivamente se puso en posición de defensa.

- "Princesa… no debe recluirse por un amor perdido, su linaje merece algo mejor, algo más serio, más estable y que le dé todo el amor que merece, usted es una princesa, una deidad encarnada, déjeme mostrarle lo que es usted." – Hinata fue levantada por una potente luz que provenía de la luna, poco a poco fue elevándose y seguía escuchando la voz que la invitaba a confiar, esa voz masculina se escuchaba agradable, no era prepotente, no la menos preciaba, la invitaba y alagaba.

Hinata terminó perdiéndose entre las nubes del cielo nocturno del país del fuego.

A la mañana siguiente Naruto se despertaba junto a Ino, ambos habían decidido empezar a vivir juntos, su boda sería en un buen tiempo, claro sería un escándalo que una heredera de uno de los más importantes y tradicionales clanes de Konoha esté embarazada sin haber contraído nupcias, sin embargo a ambos rubios no les importaba el tema, junto con la mamá de Ino estuvieron de acuerdo hacerla luego de que finalice el curso intensivo para ser Hokage.

Sakura caminaba en dirección al hospital de Konoha, había decidido aceptar la propuesta de la Uzumaki, ahora estaba segura, no solo sería la cuna del renacimiento de un nuevo clan sino también llevaría el apellido de su amado fallecido.

Llegó al laboratorio momentáneamente instalado con el fin de preparar embriones con la muestra de semen que Orochimaru le entregó a Karin. Ella con permiso de Tsunade empezó las pruebas para fecundar algunos óvulos de la pelirosa, tuvo éxito con tres, estos serían implantados en Sakura.

- Bueno, es el momento, recuéstate sobre la camilla y apoya tus piernas en esas bases, estás segura de esto? – La pelirroja sostenía un catéter de aproximadamente 30 cms, junto a ella Tsunade alistaba una maquina de ecos y dispersaba un gel sobre el vientre de Sakura.

- Si, estoy segura, sé que no va a ser fácil pero… - Solo sonrío y afirmó con la cabeza, luego dirigió su mirada hacía la Hokage quien tenía rostro de incomodidad.

- Tsunade Sama, yo sé que soy patética y que es una locura esto pero… es lo que tengo… su único recuerdo… su… - Tsunade negó con la cabeza y prefirió seguir calibrando la imagen para poder realizar el procedimiento adecuadamente.

- Bien… Sakura, estás en tu día más fértil, entiendes el manejo de chakra para sostener el embarazo y aunque se toma 24 horas de reposo… para este caso conseguí que Hokage Sama te de una semana total de reposo… - Karin sonreía con sinceridad, mientras Sakura casi llorando agradeció a Tsunade, quién seguía observando el monitor.

Karin cubrió de gel el catéter que contenía a tres embriones, guiada por Tsunade avanzó dentro de Sakura hasta el interior del útero, tratando de no tocar el fondo o las paredes del mismo, un solo rasguño y podría arruinar el proceso, lentamente fue dejando uno, tras otro a los embriones, luego con sumo cuidado sustrajo el catéter, cuando lo tuvo completamente fuera suspiró aliviada.

- Listo, esperemos a que al menos uno se implante, por más cuidado que tengamos, los ensayos solo demuestras una eficacia del 20%, Sakura, este es tu camino, de cierta manera… te admiro… Se cuidadosa. – Tsunade luego de decir esto se retiró de la sala dejando a las chicas en silencio.

Mientras tanto en el complejo Hyuga, Hinata se encontraba en la biblioteca buscando información entre los más antiguos pergaminos del clan.

Había despertado de mejor humor, sonreía, caminaba con orgullo y sorprendió a todos hablando con decisión y quizás algo de soberbia, había "pedido" por no decir ordenado entrar a la biblioteca del clan y realizar una búsqueda exhaustiva entre los documentos guardados; sin embargo su esfuerzo fue infructuoso, no encontraba lo que buscaba, rendida se dirigió donde estaba la encargada de las llaves, una anciana ciega que aveces tenía temblores en su mano izquierda y solo reírse sola, asustando a los otros miembros de la familia.

- Joven princesa… ¿cual ha sido el impulso que la llevado a buscar sobre su linaje? Sobre todo, ¿por qué se interesa en la historia y no en las técnicas?; es una shinobi, una guerrera, una cabeza hueca que solo sabe golpear y ser estúpida. – La vieja sintió cuando Hinata pasó junto a ella, tomó la llave que colgaba en su cuello y cerró la puerta de la biblioteca, Hinata se sintió ofendida e intentó responder pero de pronto la anciana había desaparecido.

Hinata se quedó impactada, como una mujer tan anciana se movía con tanta facilidad.

- Jóvenes llenos de aire, estúpidos ignorantes de su linaje, solo quieren poder, dinero, fama y sexo… Todos son rídiculos… Ni siquiera sentiste cuando me moví joven princesa y tienes grado de Jounin… patéticos jóvenes. – La anciana soltó una carcajada muy sonora y señaló a Hinata con el dedo índice de su temblorosa mano.

- Tú! ¿Dime que es lo que quieres?; eres distinta, siento algo en ti… si, haz visto algo… empiezas a entender… si… ven acércate, quizás pueda darte la poca luz que me queda… -

Hinata se sentó junto a la anciana, de cierta manera estaba asustada pero sentía que eso era lo correcto, eso era lo que tenía que hacer, estar ahí escuchando a la anciana.

- Eramos dioses, dignos descendientes del legendario Sabio, nuestros ojos tenían un poder especial, más grande que ni siquiera los idiotas ancianos de este clan entendería… teníamos el Tenseigan. -


Bueno, he regresado, poco a poco voy a ir actualizando mis historias, paciencia.

La Bestia.