-Ni los personajes ni la historia me pertenecen en lo absoluto sino que son de la completa autoria de Masashi Kishimoto más la narración y/o pensamientos de nuestros personajes (Sasuke, Sakura y Sarada) son de mi absoluta responsabilidad para la dramatización, sentido y cronologización de la historia :3 Les sugiero oír "Pale" de Within Temptation para Sakura, "Legends Are Made" de Sam Tinnesz para Sasuke, "Flying On My Own" de Celine Dion para Sarada, "How Does a Moment Last Forever" de Celine Dion para Sasuke & Sakura, y "Märchen" de Oskar Schuster para Sasuke y Sarada.


Paz, por primera vez en una década Sakura sentía que nada podía perturbar la quietud y alegría que había en su vida, puede que en el fondo de su corazón supiera que este sentir era efímero, que más pronto que tarde Sasuke tendría que volver a irse, pero por ahora prefería disfrutar del presente y no pensar en nada más. Una deslumbrante sonrisa se apropió del rostro de la pelirosa en cuanto contemplo desde la distancia la espalda de Sasuke, observando parte de inmensidad del bosque que Sarada y él estaba usando para entrenar, sin embargo su hija parecía no estar a la vista y era normal, Sarada se estaba tomando muy en serio el breve tiempo que tendría junto a su padre y no quería perder tan siquiera una hora estando lejos de él. Aparentemente indiferente en el exterior, Sasuke no aparto la vista la profundidades del bosque, expectante a que Sarada apareciera; instalar una serie de trampas era suficiente por ahora para comenzar a entrenar el Sharingan de su hija, necesitaba saber que tan sincronizada esta su mente de su cuerpo, el desafío más grande para alguien que poseyera el Sharingan, más nada le impidió advertir la presencia de su esposa, alargando en silencio su mano para entrelazarla con la suya. No era el hombre más expresivo del mundo, pero tampoco es como si necesitara serlo, Sakura lo conocía mejor que nadie y comprendía que su silencio podía significar aún más que cualquier palabra que dijera como en ese momento, obsequiándola un casto beso en la mejilla y una radiante sonrisa antes de desviar igualmente su mirada hacia el bosque.

-Tenías razón sobre lo que dijiste— reconoció Sasuke para romper el silencio, —se toma muy enserio las cosas, puede que más que la mayoría de los niños— le costaba dejar de ver a su hija como una niña, pero más pronto que tarde dejaría de serlo.

-Bueno, a veces no me gusta tratarla como a una niña por lo mismo— asintió Sakura, igualmente resignada a aceptar que su hija estaba creciendo. —Una vez, cuando tenía la edad de Sarada y éramos compañeros de equipo, mi mamá y yo discutimos, y a modo de reprimenda me dijo; un día tendrás una hija tan terca y temperamental como tú— relato con una irrefrenable sonrisa. —Entonces vi el futuro con miedo, temiendo que su amenaza se cumpliera— confeso, esforzándose para ahogar una carcajada.

-Y Mebuki no bromeaba— ratifico él sin apartar sus ojos de ella, —es idéntica a ti, por eso es perfecta— aclaro antes de que su esposa se hiciera una idea errada.

Halagada por el comentario, Sakura no pudo evitar sonreír, intentando ocultar lo mejor posible el sonrojo en sus mejillas pero que no pasó inadvertido para Sasuke. Prefería que las cosas fueran así, prefería mil veces que Sarada se pareciera por completo a Sakura en lugar de a él, a sus ojos Sakura era perfecta en todos los sentidos, si tenía algún defecto a excepción de su mal genio—él no era quien para criticar ya que tenía el mismo defecto—él no lo conocía y ni aun así ningún defecto que tuviera podía eclipsar lo maravillosa que era. En el fondo de su corazón Sasuke vivía con el permanente temor de que su hija pudiera cometer sus mismos errores, por eso era mejor que ser pareciera a él lo menos posible, aunque Sakura pensaba lo apuesto, a su parecer Sarada se le asemejaba muchísimo. Con unas finas gotas de sudor resbalando por su sien, Sarada se apresuró en terminar el recorrido, arrojando un kunai a su espalda para romper la cuerda de la última trampa y evitar que se activara, sentía como si le ardieran los pulmones de tanto correr, saltando de árbol en árbol, dispuesta a terminar el recorrido y solo entonces descansar…era el entrenamiento más extenuante al que se había enfrentado en su vida, pero por dentro de alegraba que su padre no le hiciera fáciles las cosas, más nada la alegro como llegar al claro del bosque, aun de pie sobre una de las ramas más altas de un árbol, sonriendo a ver a su madre y su padre esperando por ella, por una imagen así cualquier tipo de entrenamiento valía la pena

-Hola, mamá— saludo Sarada casi con un hilo de voz, por fin pudiendo recobrar el aliento.

-Hola, pequeña víbora— saludo Sakura con una sonrisa, —baja de ahí, descansa un poco, según tu padre acaba de decirme, ya ha sido suficiente por hoy— declaro volviendo el rostro hacia su esposo, sin encontrar objeción alguna. Asintiendo, Sarada pretendió dar un paso antes de que todo comenzara a darle vueltas, perdiendo el equilibrio. —¡Sarada!— llamo su madre angustiada, más en un solo movimiento su padre la cargo, evitando su caída.

-Está bien, solo se desmayó— tranquilizo Sasuke, dejando a su hija sana y salva sobre el suelo.

Presurosa, Sakura se arrodillo junto a su hija, palpándole la frente mejillas, aproximando su rostro al suyo para sentir su respiración, solo entonces pudiendo respirar más tranquila a comprobar que en efecto solo se trataba de un desmayo. ¿Cuándo seria el día que Sarada reconociera su propios límites y no fuera tan impulsiva o temeraria? Más preocupada por el bienestar de su hija que por anda más, Sakura no sonrió pero desvió imperceptiblemente la mirada hacia Sasuke que estaba tan preocupado como ella; pedirle a Sarada que fuera diferente sería decir que no se parecía a Sasuke, pero lo hacía, ambos eran parte el uno del otro.


Lo primero que Sarada sintió al recuperar lentamente la conciencia fue la inconfundible comodidad de su propia cama, era algo que podría reconocer con los ojos cerrados en cualquier lugar así como el sutil aroma a jazmines que estaba en todos sus metros cuadrados y que le recordaba a su madre, pero aun con los ojos cerrados y cuyos parpados se sentían como cemento inamovible, Sarada percibió un aroma diferente y en el que hasta ahora no había reparado, era extraño, no era dulce pero era muy agradable y cálido, la hacía sentir a salvo, y una diminuta sonrisa apareció en sus labios al identificar a quien pertenecía. Con idéntica lentitud, la Uchiha entreabrió sus ojos para encontrarse con el techo de su habitación y la luz encendida que al instante la hizo apretar sus ojos y parpadear para acostumbrarse a la luz, llevándose una mano a los ojos para refregarse los parpados, sentándose sobre el colchón, aun sintiendo como todo le daba vueltas y examinando con lentitud todo a su alrededor, partiendo por su padre. Sentado junto a la cama de su hija, Sasuke suspiro más tranquilo al ver a Sarada despertar, parecía no haber sufrido ningún otro efecto adverso del Sharingan salvo el desmayo, una experiencia que él mismo había vivido varias veces. Ya era tarde, no tenía sentido despertar a Sakura quien se había ido a dormir hace bastante tiempo y él pronto lo haría, solo quería estar seguro de que Sarada se sentía bien, alzando por fin la mirada hacia él, claramente confundida sobre cómo es que había llegado ahí y que es exactamente lo que le había pasado.

-¿Qué me paso?— pregunto Sarada, carraspeando ligeramente para aclararse la garganta.

-Te desmayaste— contesto Sasuke tranquilamente, encontrando su mirada con la suya, —una de las muchas consecuencias del uso del Sharingan en sus primeros días— aclaro antes de que su hija asintiera, intentando apartar las sabanas y levantarse. —No te muevas— impidió él, inclinándose a su altura y palpándole la frente, —parece haber cedido la fiebre— percibió antes de advertir la sonrisa en el rostro de su hija, —¿Qué?— inquirió algo confundido por su reacción.

-Nada, solo que…es extraño— titubeo ella, sintiéndose como una tonta por reaccionar así, —siempre quise que me cuidaras cuando era más pequeña, tanto que ahora puedo tacharlo de mi lista— confeso de todas formas, sintiendo que podía ser completamente sincera.

-Espero que no sea lo único que taches— coincidió él, sentándose sobre la cama y arropándola; él también tenía una lista con cosas por tachar.

-¿Y mamá?— pregunto Sarada, aceptando permanecer en cama y disfrutando de ser cuidada por él.

-Dormida, le dije que me quedaría contigo, pero que ella debía descansar— contesto Sasuke, si iban a disfrutar de sus días juntos, lo harían bien y no con Sakura enferma.

-Hiciste bien— asintió ella, su madre había enfermado por su causa y no quería empeorar su condición, —mamá se merece un descanso, lleva tiempo trabajando demasiado— aunque conociéndola tarde o temprano volvería a trabajar de todas formas, enferma o no.

-No es la única— regaño él para equilibrar la situación, porque después del desmayo durante el entrenamiento solo quería que su hija descansara, no más.

-¿Cuándo volveremos a entrenar?— pregunto Sarada, ignorando adrede el regaño de su padre.

-Recupérate primero y entonces hablaremos— sosegó Sasuke estoicamente, sin cambiar de parecer en concederle el descanso suficiente.

-Lo haré, pero…— sin poder evitarlo, la Uchiha bajo la mirada, más incapaz de callar lo que pensaba, —aún no sabemos cuánto más te quedaras con nosotras, quiero aprovechar el tiempo que pasemos juntos— rogó sin poder aceptar decirle adiós, no podía ni quería hacerlo.

Por ahora su padre estaba en la aldea, por ahora podía ser solo su padre y no el Shinobi que cumplía con las misiones que nadie más que él podía hacer, pero…¿Cuánto duraría esta situación? Su madre le había dicho que el consejo de la aldea debería evaluar toda la información que había recogido en los últimos años para llegar a la conclusión sobre cuando debería volver a ausentarse y por cuanto tiempo, o al menos eso es lo que Sarada había entendido, pero no importaba si era necesario o no, ella no quería volver a alejarse de su padre, no ahora, quería poder conocerlo y quería poder ser su hija, y no podrían hacer eso separados por miles de kilómetros de distancia, no era justo que los obligaran a ello. Escuchando las palabras de Sarada en ese momento, Sasuke sintió como si volviera el tiempo atrás y tuviera a Sakura delante, rogándole que no se fuera de la aldea y esta vez deseaba quedarse para siempre, si pidieran su opinión se quedaría para siempre en la aldea y llevando una vida normal junto a su hija y su esposa, eso era todo lo que deseaba, deseaba poder ser egoísta pero esa era una posibilidad que le estaba vedada, era un Uchiha y de una u otra forma seguía siendo una amenaza para algunos y su pasado seguía siendo una espina en su vida, sabía que tendría que volver a ausentarse pero esperaba que no por tanto tiempo esta vez, porque volver a la aldea y con su familia solo había acabado por recordarle lo mucho que amaba a su familia, y lo dispuesto que estaba a sacrificar todo en el mundo con tal de permanecer junto a su esposa y su hija.

-Mañana, después de desayunar— acepto Sasuke, aunque evaluaría de nuevo su condición al día siguiente para estar seguro de que podía entrenar.

-Me tendrás a primera hora en la mesa— corroboro ella diligente, no importa si se caía de cansancio, deseaba pasar tiempo con su padre y lo haría.

-Ya hablamos mucho, vuelve a dormir— indico él, levantándose de la cama y observando seriamente a su hija antes de darle la espalda.

-Papá— llamo Sarada, haciendo que su padre volviera el rostro en su dirección, —buenas noches— deseo con una radiante sonrisa.

-Buenas noches— deseo Sasuke igualmente y con una tenue sonrisa ladina.

Ninguna vida era perfecta, eso es lo que la mayoría de la gente pensaba y en pare tenían razón, no existía nada que fuera perfecto, sin embargo Sasuke consideraba que su vida y presente eran perfectos si permanecieran tal y como estaban, podría pasarse la vida entera despertando junto a su esposa y pasando tiempo junto a su hija, no necesitaba más que eso, pero las cosas no eran tan sencillas, más ojala y lo fueran alguna vez. Deteniéndose en el umbral de la puerta que se mantenía entreabierta, Sasuke volvió el rostro hacia su hija que aún continuaba observándolo, apagando la luz en una muda señal de que debía volver a dormir, y esta vez Sarada no presento objeción alguna. Sonriendo, Sarada se recostó sobre la cama y termino de arroparse por su cuenta, contemplando la puerta entreabierta, tan solo disfrutando de ver el rostro de su padre antes de que la puerta se cerrara, porque esta era la primera vez—que podía recordar, al menos—que su padre le daba las buenas noches, y se sentía perfecto, como si llevara toda la vida en ello, y no quería decirle adiós a su padre, todavía no…


Cumpliendo con su palabra la noche anterior, a primera hora de la mañana Sarada estaba despierta y preparada para entrenar, pero lejos de encontrar renuncia en su padre no hallo sino comprensión, como si una vez él hubiera estado tan enfocado en superarse como ella lo estaba ahora….todo era muy diferente de lo que Sarada había imaginado que sería, luego de su desastroso reencuentro con su padre había creído que Sasuke Uchiha seria básicamente un hombre indiferente, frió y sin sentimientos, pero en realidad había resultado ser alguien cálido, afectuoso, sereno y comprensivo, pero había que darse la oportunidad de conocerlo para saberlo, y Sarada estaba disfrutando mucho de la experiencia. Sentada sobre la hierba, disfrutando del breve descanso de esta nueva sesión de entrenamiento, Sarada observo en silencio y distraídamente a su padre cuando él parecía no darse cuenta que lo estaba mirando, o eso es lo que Sarada creía ya que Sasuke se estaba absteniendo bastante de entornar los ojos cada vez que se sabía el centro de su atención, a decir verdad no estaba acostumbrado a ser el centro de atención de nadie y no le agradaba serlo, a excepción de Sakura que a su vez era el completo centro de su atención. En ese momento y viendo a Sarada así, tan solo diferenciándose de su esposa por el color de su cabello y ojos así como por un par de rasgos al azar, recordó la primera vez que había visto a Sakura hacía ya tantos años, o por lo menos la primera vez en que se habían dirigido la palabra, vagamente si así podía decirse.

-Papá, ¿Cómo fue cuando viste a mamá por primera vez?— pregunto Sarada por fin, casi como su supiera cuales eran los pensamientos de su padre.

Durante años su madre le había hablado del pasado y lo que había vivido, a través de historias y desde que Sarada tenía uso de razón y de memoria es que su madre le había dado su perspectiva sobre el pasado, una perspectiva que Sarada ya conocía al revés y al derecho, pero no conocía la perspectiva de su padre, había deseado escuchar su versión de la historia desde siempre y a decir verdad tenía muchas preguntas que deseaba hacerle, y poco a poco estaba infundiéndose de valor para hacerlo al conocerlo mejor en tanto lo tuviera cerca. Como había conocido a Sakura...era una historia que había sucedido hace muchísimos años, pero Sasuke aun la recordaba y no iba a negar que había esperado por bastante tiempo que Sarada le hiciera esa pregunta, ¿qué hijo o hija no preguntaría por el pasado? él lo había hecho en su infancia y no le extrañaba nada que Sarada estuviera haciendo lo mismo ahora, estaba en su derecho hacer preguntas y al menos eran preguntas que él si podía contestar. Había descubierto quien era Sakura Haruno mucho años después cuando su propia reputación e intelecto la habían hecho una Shinobi destacable, ¿pero antes? ni siquiera había conocido su nombre, no había sido capaz de reconocerla, más ella a él sí. Sakura se había acercado a él por primera vez antes de que sucediera la masacre Uchiha, lo recordaba bien porque por entonces solía quedarse hasta más tarde en la academia, intentando pensar y aclarar su mente, intentando hallar una forma de demostrar que podía ser tan capaz como su hermano mayor.

-Estaba a punto de irme a casa y una niña entro en el aula, cabizbaja, se detuvo en medio de la sala y levanto la mirada hacia mí— recordó Sasuke, frunciendo ligeramente el ceño al recordar ese momento. —Nunca antes la había visto— y si la había visto, no había reparado en ella.

No era tan tarde aún, pero el aula había adquirido un tono anaranjado a causa del sol que se dirigía a ocultarse en el horizonte, Sasuke había estado guardando sus cosas para regresar a casa cuando una niña había ingresado en el aula, tenía la misma edad que él aparentemente pero parecía temerosa, inocente y tímida, muy frágil, algo le decía que la había visto antes pero no recordaba haberla visto, no directamente, su cabello rosado adornado por un listón rojo y brillantes ojos esmeralda era prácticamente inconfundibles, pero a pesar de ello Sasuke no sabía su nombre. Sintiendo como había perdido todo el valor que tanto se había infundido, Sakura se mostró incapaz de hablar, apretando con indecisión las manos que mantenía entrelazadas por sobre su vientre, ¿qué se supone que debía decirle? En ese instante se arrepintió por completo de tomar esa decisión y decirle que le gustaba, sonaba como lo más tonto del mundo, pero ya estaba ahí, ¿qué más podía hacer? sería una verdadera cobarde si volviera por sobre sus pasos y se fuera aunque la idea le llamaba muchísimo la atención, ¿qué hago? se preguntó Sakura mentalmente, temblando a causa de los nervios. Aun sentado sobre su escritorio, Sasuke se contuvo de entornar los ojos, sentía que estaba perdiendo el tiempo, esperando a que esta niña desconocida hablara y dijera quien era, pero lejos de hacerlo parecía como si esa niña no tuviera el valor suficiente, y él no tenía la paciencia suficiente en ese momento ni el tiempo como para esperar a que ella se decidiera a hablar.

-Yo…tú…— intento hablar Sakura, sin saber bien como expresarse ni que decirle, solo quería hablarle.

-¿Qué?— pregunto Sasuke, levantándose del escritorio al ver que ella no decía nada, —¿Y quién eres?— cuestiono ya que aún no sabía su nombre.

Intentando no parecer genuinamente interesado, Sasuke aparto ligeramente la mirada hacia la nada, como si el exterior reflejado por las ventanas fuese mucho más interesante que la presencia de esa niña, más aparentemente malinterpretando sus palabras y actitud, aquella niña salió corriendo del aula como si jamás hubiera estado ahí, para gran confusión de él, haciendo que el entornara los ojos por haber estado perdiendo el tiempo en tonterías, y porque en definitiva nunca iba a entender a las niñas, y prefería no hacerlo. Al recordar esa situación, Sasuke esbozo una tenue sonrisa; tampoco es como si las cosas hubieran cambiado mucho con el paso del tiempo, habían pasado años antes de que Sakura le dirigiera la palabra en concreto y habían pasado aún más años antes de que ambos sostuvieran una conversación decente entre sí, años que él desearía haber empleado mejor y conociendo la maravillosa persona que era, más ese era un pasado que no podía alterar ni cambiar, y en parte prefería no intentarlo, tal vez ambos no estarían juntos en esa otra realidad. Intrigada por la historia, Sarada se mantuvo muy al pendiente de todas y cada una de las reacciones de su padre, podía percibir su nostalgia, la misma nostalgia que en infinidad de ocasiones había visto en su madre, pero nunca antes había tenido ocasión de escuchar la perspectiva de su padre sobre el pasado y anhelaba escuchar lo que él tenía que decir, anhelaba saber desde cuando exactamente es que sus padres habían sabido que estaban enamorados.

-¿Qué sucedió después?— inquirió Sarada, teniendo cuidado de no interrumpir su relato y en que estaba tan absorta.

-Apenas y le pregunte su nombre salió corriendo— contesto Sasuke, indudablemente divertido más sabiendo ocultarlo.

-Así es mamá— rió ella, mordiéndose el labio inferior para controlar su divertimento, —gracias por contarme esto, papá— agradeció seriamente, volviendo el rostro en su dirección, —significa mucho para mí— siempre había deseado poder hablar con él así, y valoraba mucho estar a su lado en ese momento.

Era muy importante para ella porque necesitaba saber más del pasado y no solo que fuera contado por su madre sino también por su padre, necesitaba saber quién era realmente su padre, necesitaba conocerlo tanto como conocía a su madre, y lo haría. Esbozando una ligera sonrisa ladina, Sasuke asintió en silencio, comprendiendo mejor que nadie la importancia de saber la verdad de las cosas, aunque no es como si se sintiera particularmente cómodo por estar en igualdad de condiciones, conociendo a su hija por primera vez en tantos años, pero era algo que se debían el uno al otro, era algo que necesitaban hacer. Aun recordaba cómo había sido todo cuando Sarada había nacido, se lo había dicho a Sakura decenas de veces, no sentía estar capacitado ni preparado para ser padre, sin embargo ella siempre le había dicho que aprenderían conforme la marcha, porque su hija no necesitaría que fueran perfectos, solo que estuvieran ahí para ella, y lo haría, esta vez no volvería a alejarse. Dando por terminado el breve descanso del entrenamiento, Sasuke fue el primero en levantarse de la hierba, alargando su mano hacia su hija que la acepto con una ligera sonrisa, entrelazándola con la suya.

Tenían que ir un paso a la vez.


Retomar el entrenamiento nada más al día siguiente había sido algo muy difícil, y no para Sarada que se encontraba completamente entusiasmada sino para Sasuke, temía cometer un error fatal y lastimar a su hija, Sakura le había garantizado que eso formaba parte del aprendizaje y que era importante para Sarada aprender directamente de él, pero Sasuke no veía las cosas de la misma forma, para él era éxito o fracaso, no había un punto intermedio, por lo que y para renuencia de Sarada se encontró haciendo un relevo de descansos tras cada determinado tiempo para evitar que un desmayo como el sucedido el día anterior tuviera lugar, porque sabía que no conseguiría ayudar a su hija a controlar el Sharingan si la ahogaba con imposiciones. Reposando su cabeza contra el suelo, Sarada se encontró tumbada sobre la hierba del claro en que su padre y ella estaban entrenando, apoyando sus codos sobre el suelo para erguirse ligeramente, observando a su padre que estaba sentado a su lado, ambos disfrutando enormemente del silencio que fácilmente se formaba entre ellos; a conocer a su padre, Sarada había creído que ese silencio sería un problema, que no podrían entenderse y que en lugar de ello descubrirían que era demasiado diferentes como para tan siquiera llevarse bien, pero estaba completamente equivocada, a decir verdad su padre era más comunicativo de lo que ella hubiera imaginado, pero para entenderlo tenían que darse la oportunidad de conocerse como no habían podido hacer hasta ahora, y tenían que darse la oportunidad de recuperar todo el tiempo perdido.

-¿Hay alguna forma de poder controlarlo?— pregunto Sarada con inevitable curiosidad. —No me refiero a un atajo— aclaro al ver a su padre fruncir el ceño.

-Con tiempo, mucho tiempo— contesto Sasuke, más calmado con su aclaración, porque no quería que su hija se presionara.

-¿Cuánto te tomo a ti, papá?— inquirió ella, necesitando tener algo como base para comenzar su propio camino.

-Lo desperté a los siete años y solo comencé a usarlo seriamente después de graduarme de la academia— respondió él, preferiría que su hija no siguiera sus pasos, y esperaba que lo hiciera. -La mejor forma de acostumbrarte, es practicar, pero con mesura, es el único consejo que puedo darte, por ahora— aporto con una mirada sería, porque no quería que su hija se apresurara.

-Lo sabes todo, papá— celebro Sarada, con sus ojos brillando de emoción, completamente absorta.

-No por completo— negó Sasuke con una imperceptible sonrisa ladina, sabía muchas cosas pero no todo.

Si lo sabría él por experiencia propia...el Sharingan era un arma útil en batalla, la más valiosa y excepcional después del Rinnegan, por decir lo menos, pero el costo para perfeccionarlo o tan siquiera despertarlo y desarrollarlo era demasiado grande, Sasuke preferiría entregarle su propio Sharingan a su hija en lugar de que ella hubiera podido despertarlo, porque sabía las consecuencias que eso traería a la larga, porque quería evitarle todo lo que él ya había vivido, pero ya era un poco tarde para volver el tiempo atrás ahora que su hija tenía el Sharingan, en lugar de ello solo podía aconsejar a Sarada y evitar que siguiera sus pasos, solo podía aconsejarle que fuera más prudente y aprendiera a llevar las cosas a su propio ritmo en lugar de seguir los pasos de otros. Aceptando los consejos de su padre como las palabras más sabías que podían existir en el mundo, Sarada asintió en silencio antes de intentar contener lo mejor posible una sonrisa; su padre y ella eran muy diferentes en muchas cosas, era verdad, pero también eran muy parecidos en muchas otras, ciertamente el estilo de vida y actitud de su padre no eran algo que Sarada quisiera continuar, le parecía que ese no era el tipo de Shinobi que estaba destinada a ser, su presencia estaba ayudando a que por fin todas las cosas tomaran su sitio en su mente y tuviera claro que quería hacer con su vida, pero a pesar de este sentir no dejaba de sorprenderle lo fácil que era para ambos hablar y sentirse a gusto, por muy diferentes que fueran había conseguido entenderse, más de lo que Sarada había podido esperar, desde siempre.

-Esto no es como lo esperaba, papá— confeso Sarada, encontrando directamente su mirada con la de su padre. —Por la primera impresión que me grabe de ti, creí que no congeniaríamos en nada, pero me alegra que podamos hablar así— lo había juzgado mal y estaba feliz por ello.

-El sentimiento es mutuo— asintió Sasuke, completamente de acuerdo. —¿Qué sabes sobre el pasado?— sabía la respuesta, pero no de Sarada directamente y deseaba oírla.

-Todo, bueno, obviamente mamá no me contó todo con nombres y lujo de detalles, pero si te preocupa; se todo por lo que pasaste y no te culpo— ella bajo la mirada, jugando nerviosamente con sus manos, —no desperté esto por ser precisamente dócil— añadió con una seca carcajada, aludiendo su Sharingan. —Mamá me ha contado muchas historias, sobre tío Itachi, sobre el abuelo Fugaku y la abuela Mikoto…era muy hermosa, siempre que puedo me quedo viendo su fotografía cuando estoy en casa— no consiguió disimular su sonrisa, porque gracias a su madre sentía que sus abuelo y su tío siempre estaba con ella.

-Lo era— el Uchiha sintió nostalgia, porque estaba segura de que su madre adoraría a Sarada, si la conociera.

-¿Cómo era el abuelo?, ¿Cómo tú?— pregunto Sarada, porque por lo que sabía su abuela había sido dulce como un ángel.

-Solo te diré, que jamás tuve una conversación con él, como la que estamos teniendo— eso era un eufemismo, siempre había deseado la aprobación de su padre y la había obtenido, aunque desearía que ambos hubieran pasado más tiempo juntos.

-Tal vez no hubo ocasión, pero podría haber sucedido— diferencio ella, después de todo si su padre y ella podían entenderse, tal vez podrían haberlo hecho si su abuelo aun estuviera vivo. —Papá, ¿puedo preguntarte algo?— pregunto con un deje de temor, recibiendo un asentimiento en respuesta—. Sé que suena tonto y que quizás yo sea aún más tonta por pensarlo, pero…¿Alguna vez mamá y tu han lamentado que yo fuera una niña?— llevaba toda la vida deseando hacerle esa pregunta, y ahora necesitaba una respuesta.

-¿Por qué lo lamentaríamos?— refuto él, haciéndose una idea de la razón tras su pregunta, pero quería escucharla de su propia hija.

-Pues…no lo sé— Sarada solo pudo encogerse de hombros, sin tener una explicación a su propio cuestionamiento, —tal vez porque algún día obviamente el apellido Uchiha desaparecerá conmigo— era una ley universal; una mujer perdía su apellido al casarse y tal vez algún día el nombre de los Uchiha moriría con ella, por eso temía ser una decepción. —Shikadai heredara el apellido Nara, Inojin el Yamanaka y Boruto el Uzumaki, pero yo…— bajo la mirada sin poder evitarlo, sin saber si estaba preparada para oír la respuesta.

-Saca esa posibilidad de tu cabeza, tenerte jamás ha sido ni será una decepción— rebatió Sasuke de inmediato, —¿y sabes por qué? Porque yo estaba feliz de que una princesita como tu llegara a mi vida— declaro con abrumadora sinceridad, porque era la verdad. Sin poder evitarlo y tras nada más escuchar estas palabras, Sarada tuvo que hacer todo sus esfuerzos para no llorar, más sintiendo de todas formas una lagrima deslizarse por su mejilla, lo cual no pasó inadvertido para su padre. —¿Estas llorando?, ¿Te hice llorar?— Sasuke en verdad comenzó a asustarse al ver a su hija asentir en silencio. —Sarada, me pediste que fuera sincero y eso hice, ¿por qué lloras?— pregunto antes de situar su mano sobre el hombro de su hija a modo de consuelo.

-Porque llevo la vida entera esperando que me dijeras esto— contesto Sarada con un hilo de voz a causa de la emoción.

Aun esforzándose enormemente por controlar su emoción y alegría, Sarada abrazo a su padre con todas sus fuerzas, sollozando al apoyar su cabeza contra su hombro, llorando como siempre había deseado hacer, llorando de alegría porque amaba a su padre y siempre había deseado que él pudiera demostrárselo, llorando por añoranza, porque siempre había deseado que su padre le dijera lo que realmente significaba en su vida y ahora lo había escuchado; princesita...nunca nadie la había llamado así, su madre y ella siempre habían sido felices a su propio modo, pero a pesar de todo Sarada siempre había sentido un vacío en su vida, hasta que había conocido a su padre, siempre había deseado que su padre le dijera así y lo estaba haciendo. Envolviendo su brazos alrededor de su hija, Sasuke apoyo su cabeza contra el hombro de ella, disfrutando del abrazo, disfrutando de poder hacer a su hija feliz, porque ambos estaban aprendiendo en este viaje, habían sido unos perfectos desconocidos por una década entera, pero ya no más, ya no tenían por qué ser dos desconocidos entre si sino que solo ser padre e hija y merecían disfrutar de ello.

Esto era solo el principio, su principio.


Como Sakura había relatado años atrás en una carta, Sasuke había descubierto que entrenar a su propia hija era tal una de las pruebas más grandes a las que se había enfrentado en toda su vida, principalmente porque temía hacerle daño o temía que sufriera un desmayo como había sucedido el día anterior, pero para su sorpresa comenzaba a considerar su segunda jornada de entrenamiento como muy productiva, y tanto su hija como él parecían estar listos para regresar a casa y descansar. Tras una nueva tarde de entrenamiento, Sarada termino de beber las escasas gotas de agua que quedaban en la cantimplora que había traído consigo, reprendiéndose mentalmente por no haber traído más agua, pero ni tan siquiera este pequeño error podía eclipsar su buen humor, porque todo estaba siendo cada vez más maravilloso gracias a la compañía de su padre que en ese momento termino de acomodarse la capa y a quien observaba cada vez que él parecía no darse cuenta, o eso es lo que Sarada creía ya que Sasuke se abstenía de preguntarle si necesitaba decirle algo al quedársele viendo por tanto tiempo, pero si Sarada no decía nada, él no pensaba presionarla para obtener una respuesta. Él día podía haber sido muy extenuante, más que cualquier entrenamiento al que Sarada se hubiera enfrentado antes, pero a pesar de ello no quería regresar a casa aun, entrenar y hablar con su padre durante los descansos no era suficiente para ella, sabía que probablemente estaba exigiendo demasiado pero deseaba pasar tiempo real y calidad con su padre.

-Volvamos a casa, fue suficiente por hoy— decidió Sasuke al ver que su hija parecía no querer marcharse aun.

-Unos minutos más, papá, por favor— rogó Sarada, absteniéndose de hacer ojitos de cachorro porque dudaba que funcionara.

-¿Y haciendo qué?— pregunto él, porque no podían continuar entrenando ni lo permitiría.

-Entrenando de…otra forma— sugirió ella con una sonrisa nerviosa, sabiendo que no engañaría a su padre. —Jugando— aclaro sin importar lo vergonzoso que fuera.

-¿Jugando?— repitió Sasuke con un deje de mofa, había olvidado lo que era eso hace muchísimo tiempo.

-Sí, jugar es importante para el desarrollo— se defendió Sarada, recordando las enseñanzas de su madre.

-¿Ah, sí?— acepto el Uchiha con una imperceptible sonrisa ladina, Sakura tenía algo que ver con eso, no podía ser de otra forma.

-Claro, mamá siempre lo dice— asintió ella en su defensa, agradeciendo no encontrar objeción hasta ahora.

-¿Y qué se te ocurre?— pregunto Sasuke, sin aceptar ni negarse a nada aun, para no decepcionar a su hija.

Por un momento, Sarada se detuvo en medio del claro, avanzando con pasos lentos para evaluar el entorno, sintiendo la luz del sol encima de ella y la hierba rozando sus tobillos intentando pensar en algo que pudieran jugar, en algo que pudieran hacer juntos, y al bajar la mirada a sus pies y advertir un brillo es que una sonrisa se adueñó por completo de su rostro, agazapándose apropósito sobre la hierba e intentando saltar encima de un grillo para tan solo alertar a otros más que comenzaron a brincar a su alrededor, animando a su padre a unirse. Quedándose quieto en su lugar por un par de segundos, Sasuke intercalo su mirada de lado a lado en el claro para corroborar que no había nadie cerca, antes de dejarse caer de rodillas sobre la hierba, no iba a negar que no estaba completamente de acuerdo con la idea de jugar con su hija en ese momento por temor a hacer el ridículo, pero tras tan siquiera sentir la duda emerger en su mente, Sasuke volvió la mirada hacia Sarada tan solo para ver su rostro inocente iluminado por una radiante sonrisa, riendo de alegría mientras se tumbaba sobre la hierba, intentando al menos atrapar uno de los grillos con sus manos, y el brillo de alegría en sus ojos no hacía más que crecer y crecer a cada segundo. Ignorando adrede la duda, descartando por competo si estaba haciendo el ridículo en ese momento o no, por primera vez en muchos años Sasuke se entregó por completo a la diversión, imitando a su hija e intentando atapar al menos un grillo, ajeno a que la alegría exuberante de Sarada no se debía al juego en si sino a poder pasar tiempo con él.

Sarada se había dicho algo esa mañana al despertar; ayer había sido un buen día, dejaría pasar otro día y vería que pasaba, vería cuanto duraba la armonía y alegría, vería cuanto tiempo podían pasar su padre y ella sin intentar matarse entre sí por sus diferencias, pero increíblemente a ese primer gran día le había seguido otro, y luego un tercero, y estaba segura de que habrían muchos más.


Estar sola en casa y realizando trabajo administrativo no era el panorama ideal que Sakura tenía en mente, pero era todo lo que podía hacer por ahora y prefería resignarse; Shizune le había impuesto una licencia médica de una semana para que se recuperara por completo luego de todo el estrés bajo el que se había encontrado en el último tiempo y no había sido sino Ino quien se había presentado en su puerta insistiéndole en que se tomara un descanso, y que si n quería hacerlo al menos intentara hacerlo en tanto Sasuke estuviera en casa, eso ultimo había terminado por convencerla. Ciertamente en el último tiempo había estado aceptando incluso trabajo extra con tal de mantener su mente apartada de pensamientos tristes, siendo fuerte por su hija, pero ya no tenía que hacer eso, por lo que tener las manos llenas con papeles aburridos era su propia cruz con la que cargar, pero esperaba y confiaba en que durara poco tiempo, porque no podía estar sin hacer nada, la palabra ociosidad no tenía cabida en su mente, siempre necesitaba estar haciendo algo, no disfrutaba no hacer nada. Sentada como estaba en el sofá de la sala, apoyando en sus piernas los documentos que revisaba uno por uno, nada le impidió a Sakura escuchar el ruido de la puerta abriéndose, dejando a un lado el trabajo aunque fuera por un momento antes de levantarse para darle la bienvenida a su esposo y su hija, deteniéndose en el umbral del pasillo y esbozando una sonrisa tras nada más ver entrar a Sarada que casi brinco de la emoción como si fuera una niña pequeña.

-Otra vez— rogó Sarada con ojitos de cachorro, casi halando de la mano de su padre.

-No— negó Sasuke, conteniéndose para no soltar una carcajada ante su actitud infantil.

-Otra vez, otra vez— insistió la Uchiha con idéntica ternura, sin importarle la imagen que estuviera dando.

-Fue suficiente por hoy, será la próxima vez— concedió él sin otra opción y para darle el gusto al menos una vez.

-Está bien— acepto ella finalmente, pero no se daría por vencida y exigiría esa próxima vez.

Su madre le había hecho la misma promesa muchas veces, siempre diciendo que si no podía ser una vez sería la siguiente o la próxima, y su madre había cumplido pero porque ella también no había dejado pasar la oportunidad y le había cobrado la palabra, y lo mismo haría con su padre, porque esperaba que esta tarde de juegos pudiera replicarse, esperaba que su padre y ella aun tuvieran muchos días que disfrutar juntos. Recibiendo como única respuesta un vago asentimiento de su padre, Sarada se dirigió a su habitación para tomar un baño, dedicándole una sonrisa a su madre al pasar a su lado, deseando de todo corazón quitarse toda la suciedad de encima cuanto antes. Con los brazos cruzados sobre su pecho, Sakura siguió con la mirada a su hija hasta perderla de vista al entrar en su habitación, regresando su mirada a su esposo, contemplando con especial atención cada parte de él, había algo especial sobre su persona, lo sentía, algo que no veía hace muchísimo tiempo. Sin necesidad de ayuda, y sosteniéndole la mirada su esposa que mantuvo su sonrisa en todo momento, Sasuke se despojó de la capa que colgó en el perchero del pasillo, apoyando su espalda contra la pared, aun necesitando algo de tiempo para asimilar todo lo que había sucedido esa tarde, sentía como si no hubiera sido el mismo hombre que siempre tenía el control de todo—o casi todo—lo que sucedía a su alrededor, por un tiempo que se le había hecho perfectamente eterno había entregado el mando a su hija, y fácilmente sentía que podía volver a hacerlo.

-Cierra los ojos— índico Sakura antes de alargar la mano y apartar un pétalo de diente de león del cabello de su esposo. —¿Qué hicieron hoy?—pregunto con inevitable curiosidad.

-Entrenar— contesto Sasuke con obviedad, pasando una mano por su flequillo para quitarse otro pétalo.

-¿Solo eso?— inquirió ella, sabiendo que había algo más detrás de esa simplificación.

-Bueno, tal vez Sarada me enseño una o dos cosas— acepto él ya que de otro modo Sakura no cesaría con el interrogatorio, y podía ser muy persistente. —No pensé que fuera tan fácil recuperar el tiempo perdido— confeso, y aun no podía creerlo del todo.

-Sarada es muchas cosas, pero una de sus virtudes es que no es rencorosa— asevero la pelirosa, conociendo a su hija mejor que nadie, —y tú eres su padre; te adora, siempre lo ha hecho— recordó aunque Sasuke no quisiera admitirlo; Sarada lo amaba, no podría odiarlo nunca.

Puede que no llevara la sangre ni el legado de los Uchiha en las venas como su esposo sí, pero Sakura en el fondo compartía muchas características con el clan al que pertenecía por matrimonio, era tan capaz de amar como de odiar con facilidad, pero por mucha ira que llegara a sentir aun en la peor de las circunstancia, no odiaba a cualquiera, la palabra rencor no formaba parte de su vocabulario, era humana y tenía todo el derecho de sentir pero no de guardar resentimiento ni Sarada tampoco, desde siempre le había enseñado a su hija que odiar no tenía ningún sentido, no le causaría daño a quienes considerara sus enemigos sino que solo volvería a su corazón esclavo de sentimientos perversos y oscuros, solo perdería su propia libertad. Escuchando las palabras de Sakura y apoyando su espalda contra la pared del pasillo, cara a cara con su esposa, Sasuke no pudo evitar esbozar una sonrisa ladina; había dejado de ser un niño hace muchísimo tiempo, casi al mismo tiempo que sus padres y todos los miembros de su clan habían muerto, desde entonces había tenido que aceptar de golpe que su vida había cambiado de la noche a la mañana, pero hoy y por primera vez había sentido que ese pasado no existía, tras tantos años había vuelto a jugar, se había sentido libre de culpa o malos recuerdos, ver la sonrisa en el rostro de su hija era lo más impagable que podía existir y la segunda cosa más hermosa que había visto, la primera cosa más hermosa para él era la sonrisa de Sakura quien en ese momento lo observaba con una expresión cálida, dulce y comprensiva en su rostro.

-No me había comportado así, desde…ya ni siquiera recuerdo cuando fue— suspiro Sasuke, había dejado de ser un niño hace muchísimo tiempo, pero Sarada había logrado que recordara como había sido en el pasado, un pasado que aún le costaba recordar.

-Bien dicen que no es erróneo sentir que, cuando se tiene un hijo, se vuelve a ser niño al menos una vez— menciono Sakura, haciéndose una idea de que es lo que Sarada y él habían hecho esta tarde. —No sabes cuánto me alegra que te haya pasado a ti, como me paso a mí— tenía muchos recuerdos felices con Sarada, y ahora era el momento de que Sasuke tuviera los propios, su hija se estaba encargando de eso personalmente.

A solas en el pasillo, cada uno con la espalda apoyada en el lado opuesto de la pared, Sasuke y Sakura se observaron largamente, como si no existiera nada más fascinante que estar al pendiente de la intensidad en los ojos del otro, su vida non era precisamente perfecta, pero para ellos sí. Una década separados había sido tiempo más que suficiente, les había permitido probar que su matrimonio y su amor era más fuerte que nada de lo que pudiera existir, y ahora les permitía valorar cada instante que podían pasar junto a su hija…ojala y la vida pudiera ser así de perfecta para siempre, ojala pudiera serlo.


Esta nueva mañana todo había comenzado siendo diferente, pero ni Sakura ni Sarada sabían si debían asumir eso como algo bueno o malo; cuando Sakura se había despertado por la mañana Sasuke no había estado a su lado, era algo extraño ya que estando en casa Sasuke aprovechaba la oportunidad de recuperar energía y dormir hasta tarde, si se despertaba temprano es que algo lo requería y Sakura sabía que ese algo probablemente era Naruto, quizás por fin habría una posibilidad sobre cuando debería volver a dejar la aldea o por cuando tiempo. No le hacía gracia la idea en lo más mínimo, pero en silencio y con buen humor como siempre es que Sakura se sentó delante de su hija ante mesa, ambas observándose en silencio mientras desayunaban, Sarada tenía muchas preguntas que deseaba hacerle a su madre pero cada vez que pensaba tan siquiera en conformar alguna, se detenía con temor a ofenderla, había sido demasiado directa en el último tiempo, sabía que podía serlo con su padre, pero su madre tenía un corazón más frágil, tanto como el propio. Ambas no pudieron evitar sobresaltarse y observarse entre sí por inercia en cuanto la puerta principal se abrió y cerró con un leve chirrido, solo podía tratarse de una persona y la respuesta surgió en cuanto Sasuke ingreso en la cocina instantes después, volviendo inmediatamente el centro de atención. En silencio, Sakura le indico que tomara asiento a su lado, señalando el plato extra que había servido confiando en que él regresaría pronto, sin presionarlo a hablar en ningún momento.

-¿Ocurre algo, papá?— pregunto Sarada con impaciencia, necesitando una respuesta.

-Hay algo que tengo que decirles, aun no es seguro, pero es mejor que lo sepan— advirtió Sasuke, agradeciendo en cierto modo la pregunta de Sarada. —Naruto se comprometió a interceder por mí, ante el consejo— revelo aun sin saber si esto era particularmente bueno o no.

-¿Con qué fin?— cuestiono Sakura, evidenciando el recelo que él mismo se empeñaba en ocultar, y porque nunca podrían confiar en esa gente.

-Para que no tenga que pasar tanto tiempo lejos— contesto él, encontrando su mirada con la suya, compartiendo su forma de pensar.

-¿Hay posibilidades de que sea seguro, papá?— inquirió Sarada, conteniendo su alegría ante tan posibilidad y que era lo que ella más deseaba.

-No aun— desmitifico Sasuke, él también quería asirse a esa posibilidad pero no era algo seguro, —según dijo Shikamaru; necesitan tiempo para debatir, no significa que estaré permanentemente aquí, pero en comparación con el ritmo de las misiones— Shikamaru estaba de su lado, eso era un consuelo al menos, —Naruto espera que el tiempo a partir de ahora no sea de años, sino de meses o simplemente semanas— sería un gran avance y más de lo que podría desear, pero era solo una posibilidad y no algo concreto.

-¿Y el precio?— pregunto Sakura haciendo que su hija la observara indignada. —Algo debes de hacer antes, supongo— conocía al consejo de la aldea y no ofrecerían algo así sin tener algo que exigir.

-Si, identificar la amenaza contra la aldea y cuanto antes— contesto Sasuke con calma, ya que la idea parecía sencilla, pero podía no serlo, —afortunadamente por todo lo que vi antes, creo tener una idea del rastro a seguir, si estoy lejos de la aldea, solo sería por unos meses— se esforzaría el doble si hacía falta, pero no volvería estar ausente por tanto tiempo, no esta vez.

Era una posibilitad perfecta, encantadora, casi demasiado, no importaba cuando tiempo hubiese pasado Sasuke sabía que siempre sería una amenaza para el consejo de la aldea, especialmente para Homura Mitokado y Koharu Utatane, los antiguos esbirros de Danzo y que lo detestaban tanto como él a ellos, pero para su desgracia es que esos dos ancianos continuaban vivos y tendría que tolerarlos indefinidamente, como siempre esta no dejaba de ser solo una promesa más de Naruto que aseguraba brindarle su apoyo pero esta vez había alguien más que había extendido su apoyo, Shikamaru; nunca habían sido particularmente amigos entre sí, pero Sasuke no iba a negar que había aceptado de buena gana la mistad del Nara y que había sido el primero en extenderle la mano tras su regreso a la aldea, si Shikamaru creía que existían posibilidades, él también. Llevándose una mano al mentón en un gesto pensativo, Sakura no supo que decir, si Sasuke creía que esto era algo seguro ella también lo creería, lo que lo afectara a él también la afectaba a ella, lo que le agradara a él también le agradaba a ella, pero por ahora ninguno de los dos podía asirse con tantas esperanzas a una promesa, ya una vez les habían prometido que la misión de investigación sobre los Otsutsuki seria corta y Sasuke había estado ausente por una década, ¿Qué podían esperar esta vez? Fuera cual fuera la posibilidad, Sarada quería creer que todo podía ser diferente y que estos escasos días de normalidad podrían ser algo permanente, quería tener a su padre cerca y tal vez podría hacerlo, quería creer en ello con todo su corazón.

-Tú mismo acabas de decir que no es seguro, papá— hablo Sarada por fin para romper el silencio, —pero mamá y yo esperamos que lo sea— confeso antes de intercalar la mirada entre sus dos padres.

-Yo también— asintió Sasuke, deseando tener las mismas esperanzas que ella, deseando creer que todo podía ser tan simple.

Esta vez no estaría lejos por tanto tiempo, no se lo permitiría, esta vez todo sería diferente, tenía que serlo.


PD: Saludos mis amores, prometí que continuaría actualizando y lo cumplo, trasmitiendoles el más sincero agradecimiento de mi madre por desear nuestro bien y ambas deseando que todos ustedes mis queridos lectores estén a salvo en casa y con sus familias hasta que esta pandemia termine :3 como había señalado en mi actualización anterior, la próxima semana—más concretamente el 4 de Mayo—iniciare una historia nueva que espero sea del agrado de todos, y luego continuare con las demás historias, lo prometo :3 esta historia esta dedicada a mi querida amiga y lectora DULCECITO311 (dedicándole cada una de mis historias como siempre y enviándole mis mejores deseos así como un afectuoso abrazo), a Coleccionista de historias (dedicándole esta historia y deseando que este a salvo en su hogar y con todos los suyos), a afrodity33(agradeciendo sus palabras, dedicándole esta nueva actualización y deseando que este a salvo con su familia) a Abril (agradeciendo sinceramente sus palabras, dedicándole la historia y deseando de todo corazón que este a salvo), a Guest (agradeciendo su apoyo y deseándole un feliz año nuevo), a Carols2497 (dedicandole esta historia en agradeciendo a sus palabras y deseando que todos los suyos estén a salvo) y a todos que siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos y hasta la próxima.

Relación entre Padre e Hija: Como mencione anteriormente, no pude dejarme llevar ciegamente por el canon ya que Sasuke y Sarada no tienen ningún momento como padre e hija antes de que él vuelva a dejar la aldea, por lo que en esta versión Sasuke no se queda solo una noche sino que una semana entera en la aldea, recordemos que en el manga de Kishimoto nunca se esclarecía cuanto tiempo pasaba Sasuke en la aldea antes de ausentarse y regresar antes de los exámenes Chunin, por lo que esta línea cronológica es mía. Según observe en el capitulo 66 de "Boruto: Naruto Next Generations" y a diferencia de otros capítulos del relleno o las novelas donde se refleja que Sasuke tarda tiempo en solidificar su relación con su hija, desde antes de los exámenes Chunin se da a entender que Sasuke y Sarada son muy cercanos, ambos hablan con sinceridad a pesar de sus personalidades diferentes, y de hecho Sasuke le pregunta a Sarada que quiere hacer hasta antes de la hora de la cena, a lo que ella responde que entrenar. Se me hace raro que en todo el tiempo fuera de escenas no pudieran aprender a actuar como padre e hija entre si, por lo que este capitulo esta centrado en profundizar en su relación. Por cierto, el primer encuentro entre Sasuke y Sakura es una referencia al capitulo 481 de Naruto Shippuden titulado "Sasuke y Sakura".

Dracula de Bram Stoker: recientemente y gracias a mi madre me hice con este clásico del terror que llevaba casi una década deseando leer, e inspirándome en gran parte de las películas de vampiros que he visto, principalmente en Van Helsing de 2004-maravillada por la actuación de Elena Anaya, Silvia Colloca y Josie Maran como Aleera, Verona y Marishka-, estoy pensando en hacer una historia de vampiros, obviamente protagonizada por Sasuke y Sakura, así como por Tenten e Ino, y titulada hasta ahora como "Reina de los Vampiros", como siempre veo necesario comentar la posible creación de toda nueva historia, esperando contar con su aprobación y sugerencias si las tienen.

También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: "Avatar: Guerra de Bandos" (una adaptación de la película "Avatar" de James Cameron y que pretendo iniciar pronto), "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer), "El Siglo Magnifico; Indra & El Imperio Uchiha" (narrando la formación del Imperio a manos de Indra Otsutsuki en una adaptación de la serie "Diriliş Ertuğrul") :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia. También iniciare una nueva saga llamada "El Imperio de Cristal"-por muy infantil que suene-basada en los personajes de la Princesa Cadence y Shining Armor, como adaptación :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3