Un pitido muy molestó la despertó como cada mañana. Una mano blanca y suave salió de debajo de las sábanas y apagó el asqueroso despertador al instante. Aún soñolienta, la joven se incorporó bostezando y estirándose. Abrió los ojos, dos ojos del color verde que teñía los campos en primavera. Miró el despertador: las 6:30 pm.

Salió de la cama y deseó no haberlo hecho. ¡Menudo frío hacía fuera de ella! Buscó con la mirada la bata hasta que la encontró en el suelo junto a la cama. Se la puso rápidamente y salió de la habitación para entrar en el baño.

Se dio una relajante y calurosa ducha que terminó de despertarla por completo. Al salir de su plato de ducha, se colocó su albornoz y con un extremo del mismo, limpió el vapor que había en el espejo para mirarse. Su pelo rosa, teñido desde hacía un par de meses por idea de su amiga Ino, parecía aún más oscuro ahora que estaba mojado.

Se lo sacudió un poco, antes de coger un cepillo de uno de los cajones y comenzar a pasarlo lentamente por su pelo corto y cuidado.

Se miró al espejo y se sonrió a sí misma. Aquella mañana se había levantado positiva y muy feliz sin saber siquiera el motivo, pero no iba a desaprovechar aquel sentimiento que pocas veces la inundaba.

Salió del baño y abrió el armario para vestirse. Se puso un jersey de lana de color marrón claro y unos pantalones vaqueros oscuros. En los pies se colocó sus botines marrones con un poco de tacón.

Recogió el baño, ya que estaba hecho una leonera, y fue a la cocina a prepararse el desayuno. Mientras se hacía el café, echó un vistazo a su pequeño apartamento. Un pequeño salón junto a la cocina, separado por una pequeña barra. Un sofá de tees plazas delante de una tele pequeña de plasma, justo al lado de una estantería rebosante de libros que luchaba por seguir en pie día a día. Saliendo del salón estaba la puerta que conducía a su habitación y justo al lado de la misma, el baño.

No era muy grande, pero era todo lo que necesitaba para vivir. Mientras pudiera pagar las facturas e ir a la universidad, no debería preocuparse por nada más.

Se bebió su café junto a unas tostadas algo quemadas, mientras leía las noticias en su móvil. Iba pasando rápidamente por el teclado táctil, pasando de casi todas las noticias. Lo mismo de siempre: guerras, corrupción, atentados. El mundo era una soberana mierda.

Dejó el móvil sobre la encimera y recogió los restos del desayuno tranquilamente. Como no tenía lavavajillas, tenía que lavarlo todo a mano y aunque era muy fastidioso, ya estaba acostumbrada.

El día anterior había tenido un examen de filosofía muy difícil y estaba bastante preocupada por la nota que iba a sacar. Además, justo al salir de la universidad le tocaba turno en la cafetería donde trabajaba y después del cansancio acumulado no había estado al cien por cien.

El timbrecillo inconfundible del tono de whatsapp la sacó de sus pensamientos. Desbloqueó la pantalla y vio que quien le escribía era su amiga Ino.

"Hey Saku! Te hace una peli conmigo y con TenTen?" 7:00
"Lo siento, Ino, pero tengo que trabajar hoy todo el día. Aunque sea sábado " 7:01
Sakura esperó la respuesta de su amiga. Aunque ya era raro que le hablase a esas horas un sábado.
" Mierda, es verdad! Bueno, pues iremos a hacerte una visita a a cafetería Que yo sepa, tienes descansos" 7:03

Sakura sonrió. Con amigas como Ino, ¿quién necesitaba más?

Miró el reloj y le dijo adiós a su amiga rápidamente. Si no salía ya de casa iba a perder el bus hasta el centro y a la vez llegaría tarde a trabajar.

Se puso su abrigo, una bufanda y un gorro de lana. Si hacía frío dentro de su casa, en la calle debía de ser la Antártida.

Salió de su casa y se sentó en la parada del bus a esperar a que llegase. Como la espera siempre se le hacía eterna, se puso sus auriculares y le dio al play para disfrutar de su música favorita.
Odiaba esperar al bus, pero salía de casa más temprano a esperarlo, porque un día se había confiado y el bus había pasado antes de tiempo. El resultado fue que llegó una media hora tarde a trabajar. Desde entonces siempre bajaba a esperarlo veinte minutos antes sin falta.

El bus llegó a las 7:30 aquel día. Sakura subió y se sentó en uno de los asientos junto a la puerta del centro. Aún con los auriculares conectados, ajena a todo, miró por la ventana. Le encantaba mirar la ciudad desde dentro de aquel trasto. Por las mañanas la gente iba de un lado a otro como loca, y aunque fuera sábado eso no cambiaba.

Eran las 7:50 cuando Sakura se bajó en su parada. Con una pequeño adiós de cortesía, se despidió del conductor que cerró las puerta tras ella mientras hacía un además con la mano.

Sakura entró en la cafetería- restaurante, que ya contaba con un par de clientes de los habituales. La joven los saludó, pues los conocía. Detrás de la barra había un hombre de cabello cano que estaba preparando un par de cafés.

- Sakura, justo a tiempo. El bus hoy no te ha tomado el pelo por lo que veo. - dijo bromeando.

- Eso solo pasó una vez, Jiraya. - le contestó ella quitándose el abrigo, el gorro y la bufanda.

- Sigo pensando que deberías comprarte un coche. Te ahorrarías un montón de problemas.

Un coche. Ya estaba de nuevo con el tema del coche. A ella también le encantaría tener un coche, pero el problema eran sus padres. Llevaba un año intentando convencerlos de que la dejasen comprarse un coche, uno de segunda mano, pero no había forma. Sus padres aún tenían miedo dejarla conducir o algún tipo de trauma, porque aquello no era normal.

- Algún día me verás con coche, Jiraya, te lo prometo. - dijo riendo.

Más te vale no engañarme, señorita. - le respondió mientras ponía un par de desayunos en una bandeja de plata. - Ahora ponte el delantal y empieza a trabajar, que no te pago para holgazanear. - le guiñó un ojo.

Sakura le sacó la lengua. Entró por una puerta que tenía un cartel donde se leía "Acceso a personal autorizado" Dejó allí sus cosas y se colocó un delantal donde ponía "Jiraya's" como logo de empresa. Llevaba un año trabajando allí y no podía quejarse de nada. Jiraya era el jefe que todos querrían tener. Respetable, divertido, educado con sus empleados y nunca injusto. Además tenía una relación muy cercana con todo el mundo y eso hacía aún más sencillo tratar con él.

Sakura trabajaba los lunes, martes, jueves y sábados. Lunes, martes y jueves de tarde de 16:00 a 21:30, ya que iba a la universidad por la mañana. Y los sábados de 8:00 a 14:30 y de 15:00 a 21:30 con sus descansos obviamente. Además hasta hacía muy poco, a las horas con más clientela, Sakura dedicaba un tiempo a cantar. Jiraya la había escuchado un día tatarear y desde entonces se había convertido en rutina.
Ella jamás había pensado que cantase bien. Sabía que entonaba, pero al ver la primera vez como todo el mundo le pedía más y le aplaudía con entusiasmo, la idea de que solo entonaba se le había ido de la cabeza.

Sakura se pasaba el tiempo en el trabajo cantando. Le apasionaba escribir canciones, pero le daba un poco de miedo interpretarlas y siempre, al principio se ponía nerviosa.

Todos apreciaban su voz, a todos los que la oían cantar les encantaba. Bueno, a todos no. Había alguien al que Sakura jamás había visto aplaudir, ni pedir por más. Y eso era algo que ella odiaba.

El reloj de la cafetería marcaba las 14:00 cuando Ino entró por la puerta acompañada de un grupo de amigos. Sai, Tenten, Choji y Kiba.
Sakura se acercó hasta la mesa donde sus amigos se habían sentado para tomarles nota. Kiba y Sai bromeaban mientras Choji mieraba la carta. Ino y Tenten esperaban a Sakura, pues la habían visto acercarse.

-¡Hola, chicos! Me alegra veros. - saludó mientras sacaba su agenda electrónica para apuntar la comanda de sus amigos.
- A nosotros también, Sakura. Trabajar un sábado debería ser ilegal. - dijo Kiba.

Lo dijo lo suficientemente alto para que Jiraya lo oyera. Aunque obviamente lo había dicho en alto para que él se enterase.

- Kiba, ¿quieres ver más a Sakura? Tengo un puesto de limpiasuelos si te interesa.

- No, no Jiraya. No he dicho nada. - le dijo quitándole importancia con la mano.
Jiraya se limitó a sonreír mientras secaba un par de vasos.

- Bueno, vosotros diréis, ¿qué váis a tomar?
- ¡Yo quiero arroz tres delicias y una Coca Cola! -gritó Choji. - Ah, pero ya sabes, la ración grande, Sakura. - la joven asintió riendo mientras lo apuntaba.
- Yo una ensalada, Sakurita. Y una Fanta de naranja. - dijo Ino.
- A mi puedes ponerme una de esas mini pizzas de bacón que están tan ricas. - dijo Tenten relamiéndose.
- Muy bien, de beber agua como siempre, supongo. - Preguntó la joven. Tenten asintió.
- A Sai y a mi pomnos un par de hamburguesas de pollo y unas cervezas.

Sakura apuntó todo y se marchó de la mesa de sus amigos, dejándolos allí con sus cosas. Dejó el pedido en la cocina para que Lee, el cocinero lo preparase todo.
Lee tenía más o menos su misma edad y también trabajaba para pagarse sus propios gastos. Estaban bastante obsesionado con e ejercicio y cuando no estaba trabajando o estudiando, siempre se lo podía ver corriendo por el parque o entrenado. Lo cierto es que tenía mucha energía y siempre hacía reír a Sakura.

La campanilla de la puerta sonó. Sakura, que estaba apoyada en la barra, echó un rápido vistazo para ver quienes eran los clientes. Ojalá no lo hubiese hecho. Acababa de entrar la única persona de todas las que la oían cantar, que no aplaudía ni parecía inmutarse cuando ella actuaba. El joven de pelo rubio y que parecía que jamás se peinaba. Tenía unos ojazos azules que hacían que Ssakura suspirase cada vez que lo veía. En las mejillas tenía unas marcas muy raras que le daban un aspecto zorruno. Sakura no lo conocía, solo de vista, de verlo en el café, pero tenía algo que la atraía. No tenía ni idea de cómo se llamaba, ni de su edad, ni sus intereses. Salvo uno: al parecer le encantaba leer.

Aquel joven siempre estaba leyendo. Su patrón era el mismo: Sakura lo veía aparecer por la ventana, él le daba una moneda al mendigo de la puerta; este se lo agradecía, entraba, se sentaba en una de as mesas del fondo, pedía un café o una hamburguesa, dependiendo de a la hora a la que llegase y se pasaba callado todo el tiempo que estuviera allí.

A Sakura la exasperaba siempre. Quizá fuera porque la atraía y él ni le prestaba atención. Aunque jamás había pasado de dos palabras con él, eso si debía reconocerlo. Sakura lo único que deseaba era que él la mirase mientras cantaba, quería que escuchase su voz.

Ni siquiera Ino, que era su mejor amiga, sabía que le gustaba aquel extraño que iba cada día a la cafetería. Sakura llevaba meses pillada por él, como una adolescente hormonada. Tanto que había escrito una canción inspirada en él. Nunca la había cantado, porque no se armaba del valor suficiente.

Tenía gracia, ella que jamás había esperado enamorarse, bueno... enamorada no estaba de aquel chico. Solo le gustaba. Siempre se repetía eso. Porque estar enamorada es algo mucho más fuerte y más serio...

- Sakura. - Lee la zarandeó despertándola de su ensimismamiento.
- Ah, ¿qué pasa Lee?
- El pedido ya está listo. Llevo un par de minutos llamándote, pero ni caso me hacías, chica.
Sakura se mordió el labio inferior aún pensativa. ¿Tanto se notaba cuándo se quedaba en la nubes?

- Lo siento, Lee – se disculpó-. No he dormido muy bien hoy.
Lee le palmeó el brazo y le dedicó una leve sonrisa antes de desaparecer por la cocina. Sakura suspiró y cogió la comanda de sus amigos para llevarla a su mesa.

En el camino hasta la mesa, Jiraya le dijo que se preparase para cantar. La joven asintió. Llegó a la mesa de sus amigos y les sirvió lo que habían pedido con una gran sonrisa. Le encantaba que sus amigos comieran allí siempre que podían.

- Oye Saku, ¿ hoy no cantas? - le preguntó TenTen.
- Pues justo ahora iba a hacerlo. Eso está prácticamente lleno y Jiraya me lo acaba de decir. Así que espero que disfrutéis.

Kiba dio un mordisco a su hamburguesa.

- ¿Y cuándo no lo hacemos, Sakura? Ya sabes que nos encanta tu voz. - comentó con la boca llena.

Sakura sonrió ampliamente ante el comentario de su amigo. "Si al menos esas palabras fueran de aquel joven rubio..." pensó.

Se despidió de sus amigos para ir hasta el improvisado escenario que había en la parte derecha de la cafetería, junto a la barra. Allí había un micrófono y una guitarras apoyada en la pared como siempre.

Se colgó la guitarra y comenzó a afinarla a oído. Todos ya le prestaban atención sabiendo lo que venía a continuación. Todos, excepto la persona que ella más deseaba que la mirase. Suspiró. Él seguía absorto en su libro como si no hubiera nada más alrededor. A simple vista siempre le parecía un ególatra. Pero parecía de buen corazón cuando lo veía darle dinero al mendigo... Llevaba mucho confundida con respecto a él.

Sakura se pegó al micrófono y comenzó a rasgar las cuerdas de su guitarra lentamente, concentrándose en la canción que estaba a punto de tocar. La había compuesto hacía tanto solo un par de días, y ni siquiera sabía si aquella canción representaba como se sentía ella.

Tú nunca has estado enamorado, tú nunca has estado enamorado.
Más que de ti mismo.
No hay nadie tan bueno... Estás en todas partes.

Sakura lo miraba, por si hubiera alguna esperanza de que él levantara la cabeza del libro. Pero no lo hizo.

Me paso la mano por el pelo.
Hago lo que se me ocurre.
El corazón me hace BOM,BOM.
¡Bada bum, bum!

Sin aliento...Me quedo sin aliento.
Acostada con el vestido puesto.
Sin aliento... Me quedo sin aliento.
Pensando en ti cuando no estás.

Mi corzón me hace BOM, BOM.
¡Bada bum, bum!

Toda la cafetería empezó a aplaudir y a silbar. Toda la cafetería, excepto a la persona a la que iba dirigida aquella canción. Él seguía ajeno a todo, con su libro y su comida. Sakura se vino abajo otra vez. Debía asumir de una maldita vez que él jamás se fijaría en ella, que nunca se sentiría identificado con sus letras. Nunca. Y jamás pasaría eso porque ni siquiera la miraba, no le prestaba atención nunca. Era un maldito imbécil y no sabía si odiarlo o ignorarlo.

Dejó la guitarra en su sitio y se alejó del micrófono. Jiraya la miró, esperando una explicación. Normalmente solía cantar tres canciones y solo había cantado una.
Sakura agachó la cabeza, triste. Sus amigos desde su mesa lo notaron. Ino se levantó y se acercó a su amiga. Sakura estaba a punto de llorar.

- Jiraya, creo que Sakura necesita descansar un poco. - dijo Ino mientras agarraba a Sakura de la mano.
- Sí, creo que será lo mejor. Le adelantaré el descanso y le diré a Lee que le prepare algo de comer.

Ino se llevó a Sakura a la mesa con el resto de sus amigos. Pero Sakura la detuvo antes de llegar.

- Ino, prefiero que me dejes sola.
- Sakura, estás muy rara. ¿Qué te pasa? - se sentaron en una mesa vacía e Ino la agarró de las manos. - Por qué no has seguido cantando. Si te encanta hacerlo.

Sakura se secó una pequeña lágrima que acababa de caer por su mejilla.

- Muy bien te lo diré. - dijo resoplando-. Hay una persona que... bueno, que me gusta alguien.
- ¿Lo dices en serio? - dijo emocionada su amiga-.
Sakura asintió con la cabeza.

- I CAN'T BELIEVE IT. - gritó entusiasmada.
- Shhh! Maldita sea, Ino, no grites de esa forma.- la regañó su amiga.
Ino soltó una pequeña carcajada.
- Lo siento, lo siento. Pero reconoce que no es muy habitual que tú, la chica que no quiere salir con nadie, se haya enamorado.
- ¡No me he enamorado! - espetó.
- Sí, sí lo que tú digas. ¿Quién es? ¿Lo conozco? . Instó Ino.

Sakura volvió a agachar la cabeza. A Ino se le desdibujó la sonrisa del rostro. Cogió las manos de su amiga y se las apretó para darle ánimos.

- Anda, dime, ¿cúal es el problema con ese chico? - Sakura levantó la cabeza antes de hablar.
- Pues que jamás me ha mirado, ni lo va a hacer. Ni siquiera escribiéndole esas canciones, mirándolo para ver si nota que van por él...
- Espera, espera... Espera, rosadita. - la cortó Ino.- ¿Es que está aquí?

Ino se puso a mirar hacia todas partes esperando que la luz llegase a ella y así descubrir quién era el que ignoraba a su amiga.

Ino, para de moverte así, por favor. - pidió la joven. - Es el chico rubio. Aquel del fondo que está leyendo.

Ino miró hacia allí disimuladamente. Aunque no es que hiciera falta, el chaval parecía no enterarse de nada. Por lo poco que vio Ino, el chico no estaba nada mal.

- Es mono, para qué negarlo. - dijo riendo-. ¿Entonces esas canciones que escribes son para él?

Sakura asintió.

- Pues vaya idiota, por no fijarse. -Ino volvió a mirarlo.
- Ino, para o al fnal se dará cuenta.
- ¿Y? Mejor así. ¿No querías que se fijara en ti? - preguntó la rubia.
- Lo digo en serio, Ino.
- Vaaaale. - se rindió la joven. - Yo lo dejaría estar, si no te ha mirado, tal vez es que es gay. Si quieres le digo a Sai que se acerque a ligar con él.

Sakura no pudo evitar sonreír ante la idea de ver a Sai ligando con aquel chico.

- Y... ¿cómo se llama? - preguntó Ino enarcando una ceja.
- Pues... No lo sé, la verdad. - Sakura rió nerviosa.

Ino se abrió la boca de la impresión.

- ¿Me estás diciendo que te has pillado por un tío del que desconoces su nombre?
- Hombre... visto así... pues... - balbuceó-. Creo que ¿si? - preguntó temerosa.

Ino se masajeó las sienes.

- Vamos a ver, Saku, ¿cuanto hace que estás pillada por él?

Sakura se quedó pensativa un momento.

- Pues, creo que desde hace unos cuatro meses o así.
- Cuatro meses... - musitó-. Creo que tiempo has tenido de saber cómo se llama, ¿no? - preguntó.

Sakura no contestó a su amiga, sino que se quedó mirando al chico que seguía sin levantar la vista de su libro. Ino siguió su mirada y sonrió feliz. Al menos sabía que su amiga no era asexual.

- Sakura, no creo que te guste por su físico. Algo me dice que tú no eres de ese tipo de chicas.

Sakura apartó la vista de él y volvió a mirar a su amiga. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro.

- No, no me gusta por su físico. Lo cierto es que al principio no le prestaba atención, pero un día lo vi llegar. - calló un segundo, perdida en sus ensoñaciones-. ¿Sabes cuál es el mendigo de la puerta, el que siempre está pidiendo? - Ino asintió-. Pues, él siempre le da unas monedas, o comida... Siempre, nunca pasa de él. Y por ese detalle, pienso que es una persona amable, preocupada por los demás... que es altruista, ¿entiendes? - Sakura sonrió-. Ya sé lo que estás pensando; mi amiga está loca. Solo lo ha visto hacer eso y ya da por sentado como es.

Ino soltó una pequeña carcajada ante aquellas palabras. Sakura pensó que se reía de ell y frunció el ceño.

- No, Sakura. Lo que tu amiga está pensando es que estás pillada hasta las trancas por ese chico. Y que deberías ir ahora mismo y hablar con él.

Sakura resopló triste.

- Ojalá fuera tan fácil, pero no lo es. -se frotó la cara-. El problema es que él jamás me ha mirado, nunca Ino. - su amiga apretó los labios-. No creo tener el coraje suficiente para ir y hablar con él. Lo siento.
- No lo sientas, tonta. - Ino la abrazó-. Si él no te mira, pues él se lo pierde. Se pierde una maravillosa persona como eres tú, amiga.

Sakura se secó la lagrimas.

- Gracias, Ino.
- De nada, mujer. Tú anímate un poco, aunque sea difícil. - Sakura sonrió con gratitud. - Y ahora me tengo que ir. No me he podido acabar la ensalada, pero no tiene importancia.

Ino se levantó de la silla para volver a la mesa. Sakura la agarró por la manga de la camiseta que tenía puesta.

- Ino, no les digas a los demás nada, por favor. - suplicó Sakura.
- Descuida amiga – le dijo sonriendo.

Sus amigos se marcharon cinco minutos después de acabar aquella charla con Ino. Sakura se sentía mejor, pero seguía algo triste. Jiraya prefirió no preguntar qué era lo qué le ocurría. Sabía como eran las chicas y sus problemas.

Sakura acabó su turno como cada día. Jiraya no le pidió que volviese a cantar, no era tonto y podía ver que la chica no estaba de buen humor.
El rubio se había marchado después de comer y no había vuelto por allí como normalmente hacía. Sakura lo agradeció. Bastante mal lo había pasado ya durante la comida.

Llegó a su casa a las 10:15. Se limitó a prepararse la cena, hablar un poco por whatsaap hasta que le entró el sueño y se quedó dormida. Su último pensamiento fue que al día siguiente sería domingo y que se lo pasaría estudiando.