¡Y finalmente llegamos al final de este fic! Es un cap cortito, no llega a las 2mil palabras, pero sinceramente creo que es suficiente para dar un final cerrado pero al mismo tiempo abierto. No quiero extenderme mucho pues todo lo diré al final del cap, y no quiero entreteneros. ¡Disfrutad del último capítulo de LoveLetter!

Shingeki no Kyojin no me pertenece.

Advertencias: EreRi, los que lo leáis, sufrís el riesgo de una sobredosis de Fluff, quedáis avisados.

¡Agradecimientos al final!


.

.

Hicimos el amor por primera vez. Ambos inexpertos, pero con el deseo latente en nuestros corazones. Antes de empezar, le confesé que él era el primero: nunca había mantenido relaciones sexuales con nadie. No por desinterés, sino porque mis prioridades eran otras. Ganar un sueldo, vivir dignamente, convivir con Kenny sin derramar sangre... Cuando perdí el contacto con Eren, me recluí en mi mismo, volviendo a mis tiempos de soledad. Lo eché en falta muchas veces: los viajes en moto, los veranos en la playa, las tardes de cine, las fiestas clandestinas en casa de Hange, las risas, su sonrisa... Nuestro reencuentro no me hizo tan feliz como a Eren, pero ahora mismo no podía sino dar las gracias por ello.

Eren había cambiado mi vida... otra vez.

—No sabes cuantas veces soñé con este momento —dijo él, acariciando mi nuca rapada. Los dos echados en la cama, desnudos y abrazados.

—¿El momento en el que me llevarías a tu cama? —me reí.

Eren soltó una risa hermosa.

—El tenerte solo para mí.

Me estrechó entre sus brazos y me besó la frente. Esas muestras de cariño me conmovían, me hacían sentir extraño, pero no incómodo. No estaba acostumbrado a recibir amor de otros, crecí en un lugar donde la indiferencia y a veces hasta el desprecio eran el pan de cada día. Eren continuó repartiendo besos por mi rostro y susurrando lo perfecto y maravilloso que era. Yo permanecí en silencio, asimilando que alguien pensara eso de mí, aunque fuera Eren.

Al ver que no reaccionaba, detuvo sus besos.

—Perdona, me pasé de romántico. A ti eso no te gusta —se disculpó torpemente.

Negué con la cabeza.

—No... Está bien. Es la primera vez que alguien...

"Me demuestra su amor".

No acabé la frase. Por vergüenza, seguramente. Todavía me costaba lidiar con sentimientos tan profundos. Eren, sin embargo, pareció entenderme. Pese a no mostrarme cariñoso en la intimidad ni dar muestras de afecto en público, Eren nunca me presionaba ni me obligaba a hacer algo que no quería. Él decía que tenía suficiente con tenerme a su lado, pero yo le repetía que no se trataba de querer o no, sino que todo eso era nuevo para mí, y necesitaba tiempo para que esa parte de mí, la sentimental, viera la luz de una vez.

—Hablé con mi madre ayer —anunció de improvisto—. Quiere que vayamos a comer a su casa mañana.

Alcé una ceja y le miré como pidiendo una explicación. No me enojé, por supuesto. Solamente me pilló desprevenido.

—Querrá conocer a su yerno —respondió conteniendo la risa.

—Ya me conoce —recordé, fingiendo un tono de reproche—. ¿Le contaste lo nuestro?

Eren se frotó la nuca, señal de que empezaba a ponerse nervioso.

—Fue ella quien descubrió que me gustabas, que se me notó desde la primera vez que le hablé de ti y que con mi poco disimulo, hasta los vecinos lo sospecharían.

Me sentí un poco estúpido, pues al parecer lo supo todo el mundo menos yo.

—Se puso muy contenta cuando le dije que éramos pareja —prosiguió con las mejillas coloradas—, y quiere celebrar tenerte de nuevo en la familia.

Carla siempre fue como una madre para mí. No creo haber conocido —a excepción de Eren—, una persona tan bella y gentil como ella. Era un fiel retrato de Eren pero en versión femenina. Siempre que podía, le agradecía todo lo que hacía por mí. Muchas veces le ayudaba con las tareas de la casa los domingos por la mañana, cuando Eren aún dormía.

—¿Te ha molestado? —me preguntó, preocupado.

—En absoluto, sabes que adoro tu familia.

Él respiró aliviado.

—Genial, le llamaré para confirmar que iremos... —hizo el amago de levantarse de la cama. Yo le agarré del brazo.

—¿A dónde crees que vas?

—¿Eh?

—Ya le llamarás luego —dije, recostando su cuerpo contra el colchón. Me subí encima suyo—. Ahora hazme el amor.

—¿Otra vez? —inquirió, acomodándose para que nuestros miembros se frotaran el uno con el otro—. Qué caprichoso.

—Cállate y bésame.

.

.

.

Estar de regreso a mi antiguo hogar me rodeó de recuerdos. Casi todo seguía igual: la misma distribución, los mismo muebles, las mismas fotos enmarcadas en el salón... En una salíamos yo y Eren entre las rocas del mar, sosteniendo una caracola del tamaño de nuestra mano, en otra disfrazados de vampiro y hombre lobo por Halloween, y otra en la que posábamos en la graduación del instituto.

Me sorprendió que esa fotos siguieran ahí, a pesar de los años transcurridos. Tampoco tuve mucho tiempo para pensar, en cuanto me vio, Carla me abrazó y me dio dos besos. Estaba radiante pese a ser un poco más mayor.

—Estoy muy feliz de volver a verte. Eren se puso muy triste cuando perdisteis el contacto, se encerraba en su habitación y de ahí no salía. Mi niño lo pasó muy mal sin ti.

—¡Mamá! —exclamó Eren, avergonzado—. ¡Esas cosas no se cuentan!

—¡Oh, vamos! Tiene derecho a saberlo. Es tu novio, ¿no?

Carla me guiñó el ojo. Eren enrojeció hasta las orejas y desvió la mirada indignado. Yo no dije nada, pero le respondí con una sonrisa cómplice. En más de una ocasión, me había enseñado a escondidas álbumes de fotos de Eren siendo un bebé: gateando, comiendo, jugando, en pañal, chupándose el dedo... Era nuestro secreto mejor guardado.

Para no "enfurecer" más a Eren, nos hizo ponernos cómodos mientras esperábamos a Grisha para comer. Carla fue a la cocina para vigilar que no se le quemara el postre que había en el horno, dejándonos un momento a solas. Eren refunfuñaba, contrariado porque su madre hubiera hablado más de la cuenta. Yo conocía un método para que se le olvidara el cabreo.

—Eren —le llamé en voz baja. Él me miró y su expresión se suavizó—. Yo también lo pasé mal sin ti.

Me reitero en lo dicho: no era una persona romántica, pero de vez en cuando me permitía ciertas libertades. Tal y como lo imaginé, enseguida desapareció todo rastro de enojo en sus facciones, y casi que podía ver su corazón derretirse por dentro. Me atrajo hacia él y durante uno segundos no nos movimos ninguno, yo escuchando los latidos de su corazón.

Al cabo de unos minutos, Carla regresó y Eren aprovechó para ponerla día con su trabajo. Por lo visto, editoriales de otros países ya se habían puesto en contacto con su agente para conseguir los derechos y traducirlo al francés, al español y al italiano. Carla le felicitó pese a considerar su historia demasiado sangrienta. Eren defendió a capa y espada su amada historia de titanes, yo me reí; en el fondo seguía siendo ese mocoso de trece años.

Grisha llegó media hora después. Me dio la bienvenida y además me dio las gracias por hacer tan feliz a su hijo. Yo no supe qué decir, fue algo inesperado. Él también estaba enterado de nuestra relación y por su actitud, deduje que estaba de acuerdo.

Nos sentamos a comer y por un momento, sentí como si los años no hubieran pasado. Era como esos días de verano en los que comíamos juntos y luego íbamos a la terraza a tomar un baño en la piscina plegable. Pasadas tres horas, volvíamos al sofá y jugábamos con la playstation, y cuando nos cansábamos, de vuelta a la piscina.

Quizás ahora era todo un poco distinto, pero Eren seguía a mi lado. Sin importar los años transcurridos, él jamás me olvidó, y yo tampoco a él.

. . .

A las cinco de la tarde me despedí de los Jaegers, dentro de una hora tenía que esta en mi puesto de trabajo. Estos nos invitaron a venir cuando quisiéramos, que esa siempre sería nuestra casa. Yo les agradecí su generosidad, la verdad es que aún estaba en deuda con ellos por considerarme casi como un hijo suyo.

Eren me acompañó hasta el centro comercial y allí me besó, prometiéndome que me esperaría puntual para llevarme a su casa. No me soltaba, y me besaba como si me fuera tres meses de viaje. Le dije que estaba siendo dramático, que solo iban a ser seis horas, pero él insistía en que ahora que estábamos juntos, le era más difícil dejarme ir.

Yo le cubrí la boca con la mano y me separé de él. Iba a llegar tarde y para mí la puntualidad era muy importante. Le aseguré que esa noche podía hacerme lo que quisiera, pues los domingos trabajaba poco y no terminaba agotado como los viernes y sábados. Eren pareció conforme y me dijo adiós con una carita de cachorro de lo más adorable.

Esa tarde me la pasé junto a Farlan e Isabel, quienes literalmente se comportaban como dos idiotas enamorados. No me molestó ni me dio envidia, al fin y al cabo, yo también tenía pareja. Isabel me incordió con preguntas acerca de nuestra relación. Les había dicho una semana antes que yo y Eren éramos novios, solo para ese pequeño demonio dejara de preguntar por el beso que nos dimos el otro día al salir del cine. Pero ni con eso estaba satisfecha, y me interrogaba sobre nuestras citas.

Farlan se ponía en medio y se llevaba a Isabel para dejarme a mí en paz. Pero comparada con Kenny, Isabel no me amargaba la existencia. Le había informado a mi tío —por llamarle de alguna manera, pues no lo consideraba familia verdaderamente—, que tenía intención de poner en venda el apartamento en el que vivía. Le sorprendió esa decisión, y me preguntó a qué se debía, pero yo le contesté que mis asuntos no eran de su incumbencia. No rechazó la idea, pero por el momento él no quería vender.

De eso habían pasado ya dos semanas y seguía sin tener otra respuesta de su parte. En esos catorce días no había pisado el apartamento, no para dormir o comer. Eren comentó que podía ir trayendo mis cosas poco a poco para instalarme en su casa. Tampoco es que tuviera muchas cosas; solo lo indispensable.

Pero ese día cambió. Kenny me llamó al móvil pero, por razones obvias, no pude contestarle: estaba trabajando. Más tarde, me envió un mensaje diciendo que necesitaba dinero urgentemente. No me sorprendió, mi tío tenía préstamos y créditos sin pagar. Pero a diferencia de la gente normal, él no los pedía a los bancos. Sentía una especial inclinación por las mafias, lo que le acarreó más de un problema serio.

Técnicamente, si a una mafia no le devolvías el dinero, te enviaban tres o cuatro matones y te partían las piernas. En cualquier otra situación, no hubiera movido un dedo por ayudarle a conseguir el dinero, pero ahora mismo yo necesitaba desprenderme de la única cosa que me unía a él, por tanto, por una vez en mi vida colaboraría con Kenny.

Cuando se lo conté a Eren esa noche, me cogió en brazos y me plantó un beso en la boca. Me sentí un poco ridículo, así que le obligué a bajarme y le advertí que aún tenía que reunirme con Kenny y hablarlo con calma. Que nada estaba confirmado, pero había posibilidades de vender al fin el apartamento.

No estaba muy seguro de convivir con Eren todavía. Era muy pronto, aunque él afirmase lo contrario. Quería tener mi espacio, pero obviamente también quería compartir parte de mi vida con él. Por el momento, si todo salía bien, me alquilaría un apartamento modesto.

Pero de eso ya me ocuparía los días siguientes, ahora lo único que tenía en mente era que Eren me hiciera el amor esa noche.

.

.

.


Cuando empecé este fic no tenía ni idea de la buena acogida que recibiría de vuestra parte. Ha sido maravilloso leer cada uno de vuestros reviews, y todo el amor que le habéis dado. Tenía muchas tramas en la cabeza, pero al final me decanté por una historia simple pero llena de sentimientos. Es posible que me excediera con el fluff,no lo puedo evitar, amo ver a mis dos bebés juntos y felices.

¡Muchas gracias a todas las autoras que comentaron! dteufel, Toya137, mina-chan, Narzisseblume, Sammy 1109, bellecoquelicot, x-VaneYaAckerman-x, Sofitkm, Luna de Acero, ElisaM2331, KatherineCV, PandPsicotikk, Charly Land, PaoCriss, Scc Ccu, EstragonYu, ShizuNight, Patatapandicornio, Ame-zero, kathy, Rin-Nisan y yesenianapolescabrera!

¡Ha sido un placer escribir este fic!

AngelGefallen

.

.

.