Disclaimer: The story doesn't belong to us, the characters are property of S. Meyer and the plot belongs to Elise de Sallier.We just translate with her permission.

Disclaimer: La historia no nos pertenece, los personajes son de S. Meyer y la trama de Elise de Sallier, solo nos adjudicamos la traducción.


Restoration

By: Elise de Sallier

Traducción: Yanina Barboza

Beta: Melina Aragón


Capítulo 1

El sonido de los cascos al galope sacó a Bella de sus ensoñaciones y se refugió entre los arbustos cubiertos de escarcha. Normalmente no se aventuraría al bosque a estas alturas de la temporada, pero sus hermanastras estaban en necesidad de nuevos vestidos para el baile de coronación... o así insistieron. Sus gustos superaban con creces los fondos disponibles en las arcas de la familia, por lo que Bella había recibido la orden de hacer otro viaje para ir a buscar trufas negras, mientras que los valiosos hongos aún estuvieran dando frutos.

No le importaba. Mientras que el refugio para cazar que había hecho por sí misma era primitivo, por decir lo menos, la oportunidad de escapar de la ira de su madrastra por unos días valía la pena las noches de soledad y los incómodos días pasados cavando en el barro medio congelado... pero no cayendo presa de los bandidos o soldados enemigos.

Desde su escondite en una cresta, vio a un jinete solitario corriendo a toda velocidad a lo largo del camino de abajo, una media docena de soldados detrás de él. El líder del grupo levantó su arco y la mano de Bella ascendió a su boca, ahogando un grito, mientras observaba la flecha volar por el aire, golpeando al hombre que huía en la espalda y tirándolo al suelo. El caballo del hombre galopó sin él, sus perseguidores refrenaron sus monturas a tiempo para ver a su presa ir cayendo por la empinada ladera de arbustos que conducía al río.

—¿Vamos tras él, capitán? —gritó uno de los soldados, la insignia azul en sus capas confirmando sus identidades... los hombres del príncipe Cayo.

—No, él probablemente era solo un señuelo. Volveremos para asegurarnos de que está muerto una vez que el príncipe haya sido capturado.

Montando de vuelta por donde habían venido, los soldados salpicaron barro en su estela, ajenos a Bella acurrucada en la maleza. Guardando las trufas que ya había desenterrado en uno de los bolsillos de su falda, ella consideró sus opciones. Estar en los alrededores cuando los soldados regresaran no era una de ellas, pero irse sin comprobar al hombre no se sentía bien con su conciencia.

Él estaba prácticamente muerto. Si ser alcanzado por una flecha y la caída no lo habían matado, probablemente se había ahogado y sido arrastrado por la rápida corriente. Las probabilidades de que sobreviviera eran insignificantes... pero no inexistentes, admitió con una caída de sus hombros.

En los diez minutos que tardó en descender por el terraplén empinado, Bella reconsideró su decisión de ver si él había sobrevivido varias veces. El pueblo era un hervidero de rumores de que el príncipe Edward regresaba al Reino para la coronación de su padre ahora que su tío, el odiado rey Aro, estaba muerto. Si el hombre era uno de los guardias o compañeros del príncipe, podría ser digno de confianza, pero ella haría bien en ser prudente.

Un trueno sonó casi directamente por encima de su cabeza y Bella apretó el paso por el resbaladizo terraplén. Se acercaba una tormenta. Había estado a punto de regresar a su pequeño refugio escondido en lo profundo del bosque cuando se había producido el ataque. Ella debería irse... ahora. El hombre no era su responsabilidad y un equipo de rescate seguramente vendría a buscarlo. Por otra parte, si hubiera sido utilizado como un señuelo, su vida podría no ser considerada lo suficientemente valiosa para desperdiciar recursos importantes buscando en el denso bosque, no con los hombres de Cayo en pie de guerra.

La vida era indigna en el Reino de Volterra, al menos, lo había sido bajo el brutal reinado de Aro. Se hablaba de que el nuevo rey podría marcar el comienzo de una era más humana, junto con el fin de las guerras fronterizas que habían costado tantas vidas. Su padre había admirado al príncipe Carlisle antes de su expulsión y Bella esperaba, por el bien de sus compañeros volterranos, que su reinado fuera diferente al de su hermano. Con su vida y su futuro dependiendo de la mujer sin corazón con la que su padre se había casado tan imprudentemente poco antes de su muerte, dudaba que un cambio de monarca tuviera mucho impacto en su propia situación.

Deslizándose por los últimos metros de la orilla fangosa, vio la rasgada capa roja del hombre atrapada en unos arbustos cerca de la orilla del río. Parecía que los arbustos espinosos, que normalmente debían ser evitados a toda costa, eran todo lo que se había interpuesto entre el jinete y una muerte segura en el río helado... eso si ya no estaba muerto.

Cautelosa por encontrarse con el destino que el hombre había evitado, y al hombre mismo, Bella se acercó más. Una doncella sola en el bosque era vulnerable a todo tipo de depredadores y ella no había sobrevivido a los años transcurridos desde la muerte de su padre tomando riesgos innecesarios.

Sacando la rama que bloqueaba el cuerpo del hombre caído de la vista, se sorprendió al ver sus ojos verdes mirando desde las sombras y al cuchillo que sostenía listo para lanzar.

—¿Una chica? —Él parpadeó dos veces—. No es uno de los hombres de Cayo viniendo a liquidarme, ¿verdad?

No esperando que él inmediatamente estuviera armado y fuera peligroso, Bella estuvo tentada a soltar la rama y salir corriendo, pero apenas podía culparlo por ser cauteloso.

—No estoy aquí para hacerle daño —dijo ella y él bajó el cuchillo—. Vi que le dispararon y vine a ver si había sobrevivido.

—Vino para ver si había algo valioso en mi persona que pudiera robar, querrá decir.

Fue el turno de Bella de parpadear.

—¿Me está llamando ladrona?

—Bueno, ¿no lo es? —Él extendió la mano hacia su hombro para tirar de la flecha que ella asumió aún debía estar incrustada en su carne. Para su sorpresa, ni siquiera hizo una mueca de dolor, parecía más molesto que otra cosa.

—No, no soy una ladrona. —Tentada a soltar la rama y dejar que lo golpeara en la cara, dudó por un momento antes de agarrarla de nuevo así se quedaría fuera del camino—. Dio la casualidad que fui testigo del ataque y vine a ver si necesitaba mi ayuda, pero si usted prefiere que lo deje...

Ella se dio la vuelta y él se lanzó hacia delante, agarrándole el borde de la falda.

—¡No se vaya!

Bella maldijo su estupidez. No debería haberse acercado lo suficiente para ser atrapada, pero él se había movido con más agilidad de la que hubiera esperado de un hombre con una flecha en la espalda.

—Viene una tormenta. —Ella levantó la barbilla en una muestra de desafío, pero no había nada que pudiera hacer con el temblor en su voz—. Si me hace daño, no le ayudaré a salir de aquí y se va a morir... de frío o cuando regresen los hombres de Cayo a acabarlo.

—No voy a hacerle daño —dijo, sonando ofendido—. Soy un caballero.

Bella se habría reído si no hubiera estado tan asustada. El título no tenía mucho valor en estas tierras, no como el que tenía cuando su padre era un caballero de la corte del Rey antes de que Aro se corrompiera por el poder y la codicia.

Si la apariencia fuera una medida de carácter, podría haber estado tranquila, ya que el joven ciertamente parecía presentable. Incluso oculto en las sombras, ella se dio cuenta de que sus ropas eran de la mejor calidad y sus rasgos eran tanto atractivos como majestuosos. Con la frente alta y ancha, la mandíbula cincelada y el ligero matiz rojizo de su cabello, un rasgo común entre la realeza, ella no se habría sorprendido de descubrir que era el príncipe. Por supuesto, eso lo haría un tonto al dejar a sus escoltas y cabalgar solo.

—Tiene mi palabra de honor de que no sufrirá ningún daño por ayudarme. —Le soltó la falda y Bella liberó el aliento que estaba conteniendo—. Pero si lo que dice de una tormenta es cierto, tenemos que empezar a movernos.

—Es verdad, de acuerdo. —Ella se encogió de hombros. No era difícil leer los signos y se preguntó si él había quedado confundido por la caída. Dejando de lado el ocasional estallido de un trueno, el viento se había levantado y pesadas nubes negras habían oscurecido el cielo. Una vez que se abrieran las compuertas, lo que podría suceder en cualquier momento, ambos estarían calados hasta los huesos. Bueno, Bella lo estaría. Su raída capa de lana había perdido hacía mucho tiempo cualquier efecto protector contra el agua en la lanolina en sus fibras. La capa del caballero, por el contrario, ofrecería mucho más protección contra los elementos... si podían liberarla de los arbustos espinosos que lo sostenían firmemente.

—¿Cuán gravemente está herido? —preguntó ella, de rodillas a su lado—. Está un poco pálido, pero no parece débil por la pérdida de sangre. ¿La flecha llegó muy profundo? Asumo que el asta se quebró cuando rodó por la colina.

—Lo hizo. —Reacomodándose tanto como pudo sin quedar atrapado aún más en las ramas espinosas, llegó detrás de él para tirar de un morral de cuero sobre su cabeza—. La flecha se atascó en mi bolsa, no en mí. No creo que siquiera perforara la piel, aunque la fuerza me tiró del caballo.

—Afortunado. —Bella examinó donde la punta de la flecha había penetrado varias capas de cuero y dos tercios de un grueso diario—. ¿Estaba sin aliento por la caída? ¿Es por eso que no ha intentado trepar?

—No, es por estas malditas espinas... Y me he lastimado el tobillo. —Intentó mover la pierna izquierda antes de hacer una mueca de dolor y volver a caer—. No creoque se haya roto, al menos, espero que no.

—Yo también. —Bella miró hacia atrás al camino por el que había venido, el camino por el que ambos habían llegado, bajando la empinada ladera. Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba, sus esperanzas cayendo en picada aún más cuando las primeras grandes gotas de lluvia comenzaron a caer. Atascado, como él estaba, y con el tiempo agotándose, no tuvo más remedio que desatar la capa del hombre, dejándola atrás cuando lo sacó del matorral.

—Maldita sea —murmuró él cuando estuvo finalmente libre de las espinas puntiagudas que enganchaban sus ropas y le arañaban la piel—. ¡Estuvo malditamente cerca de atravesarme, mujer!

—Cuide su lenguaje, y soy una dama —dijo de forma automática antes de comprobar su reacción a la leve reprimenda. Él pareció sorprendido, no excesivamente ofendido, pero ella se llamó la atención en silencio para tratar y evitar la provocación. Mantener la boca cerrada no era el punto fuerte de Bella, su ingenio un tanto mordaz le había conseguido más de una bofetada de su madrastra y sus hermanastras.

Ayudando al caballero a ponerse de pie, ella se echó el brazo de él sobre los hombros, estabilizándolo cuando se balanceaba sobre su único pie. Fuera de las sombras, era incluso más guapo de lo que primero había pensado, también más pálido, un corte en la línea del cabello que ella no había detectado expulsaba sangre que chorreaba por el costado de su cara. Cuanto antes se lo llevara de vuelta a su refugio y se ocupara de sus heridas, mejor, una hazaña más fácil decirla que hacerla.

—¿Qué quiere decir con que es una dama? —preguntó cuando se detuvieron a medio camino de la ladera para recuperar el aliento—. ¿Dónde están sus acompañantes, sus protectores? Usted no debería estar deambulando por el bosque sola. Es demasiado peligroso.

—No escuchará ningún argumento de mi parte. —Bella envolvió sus dedos callosos con uñas desgarradas alrededor de la raíz de un árbol y reanudó la difícil tarea de arrastrarlos a los dos por la pendiente fangosa—. Digamos que solía ser una dama —agregó entre respiraciones jadeantes—. Y a pesar del cambio bastante drástico en las circunstancias, todavía no he desarrollado un especial interés por el habla vulgar.

Para sorpresa de ella, un rubor apareció en las mejillas de él, haciéndolo parecer más joven... inofensivo. Luego llegaron a una sección donde podían ponerse de pie y él dejó a su peso descansar sobre los hombros de Bella mientras se estabilizaba, recordándole a ella su mayor altura y fuerza.

El hombre del príncipe podría ser agradable a la vista, pero ella estaba tomando un riesgo al ayudarlo, uno del que esperaba no arrepentirse.


¡Acá estamos con una nueva historia!

¿Qué les ha parecido este primer capítulo? ¿Quién creen que sea este hombre al que Bella está ayudando? :P :P ¡Cuéntennos todo en los comentarios! :D

¡Esperamos que nos acompañen también con esta historia! La idea es actualizarla dos veces por semana como solemos hacer.

¡Hasta el próximo capítulo!