|Capítulo IV|

"De reencuentros y situaciones extrañas"

Irónicamente, hablar en público no era lo suyo. Podía ser, para los demás, el chico más carismático, extrovertido y -se permitió ser arrogante- valiente que pudieran conocer. Pero conocía sus límites y las situaciones formales eran uno de ellos. No tenía por qué ser perfecto, pero debía al menos simularlo en estas circunstancias.

Cuando terminó de hablar soltó un enorme suspiro de alivio, ver la sonrisa de aprobación de Clemont y del presidente de la Asociación Pokémon lo hicieron relajarse por completo, tanto como para inclinarse y agradecer los aplausos del público.

Ahora entendía lo difícil que era estar sobre un escenario, ¿cómo lograba Serena hacerlo todo el tiempo? Lo hacía ver tan sencillo…

Enamorada de ti…

Sacudió mentalmente su cabeza ante sus pensamientos. Luego de esa revelación todo le recordaba a ella, no podía sacársela de la cabeza, y si bien la había recordado constantemente desde su partida, en esta ocasión era mucho más recurrente.

Había tomado la decisión de, al menos por lo que durara la fiesta, mantenerse ajeno a la situación conflictiva de su mente, pero es más fácil decirlo que hacerlo. Toda la noche la recordó, y se imaginó como actuaría ella en cada circunstancia, y como se vería…

Sin duda estaría radiante, tal y como es, elegantemente vestida -porque amaba verse bien- y con una sonrisa estampada en el rostro, diciéndole con ella, y sus brillantes ojos, lo orgullosa y feliz que estaba por él al lograr pasar ese momento.

Sonrió con amargura, la extrañaba mucho… y era la primera vez que lo admitía abiertamente consigo mismo. Como desearía que estuviera allí, aún no procesaba bien lo de sus sentimientos por él, pero eso era secundario comparado al anhelo que tenía de volver a verla.

Cuando los aplausos comenzaron a cesar fue que salió de su ensimismamiento y se irguió para pasar una mirada por el concurrido salón, sí que había ido mucha gente.

Detuvo con curiosidad su vista en un punto en la parte casi más profunda del lugar. Algo le había llamado poderosamente la atención: una chica, desde su distancia podría confundirla con todas las demás que allí se encontraban, pero algo extraño hizo que posara su mirada especialmente en ella.

Apenas y podía distinguir sus rasgos, pero con ayuda de su imaginación fue armando una imagen en su mente, y se sorprendió mucho por lo que concibió. Era muy similar, demasiado…

Ahogó un jadeo de la sorpresa. Esa chica, a su mirada, tenía el cabello claro, no podía distinguir con seguridad el color, pero el de ella lo había visto tantas veces que sería un insulto para sí mismo si llegara a confundirlo.

No podía ver el color de sus ojos, para nada; pero su figura… sonaría acosador si dijera que la conocía a la perfección, pero es que adoraba verla bailar sobre el escenario, era tan "ella" ahí arriba que sabía que no había otro lugar donde se sintiera más libre. Y esa pasión por lo que amaba hacer se la trasmitía a él que la entendía perfectamente.

Se le aceleró el corazón por primera vez en su vida por una persona. No cabía duda, ¡era ella! ¡Era Serena!

No.

Se golpeo fuerte mentalmente ante tal desvarío. ¡No podía ser Serena! ¡Era un pensamiento totalmente irracional! De seguro su mente le estaba jugando otra de sus jugarretas, después de todo, en todo el día no había podido dejar de pensar en ella, era lógico que su mente lo engañe creando una ilusión de ella, ¿cierto?

«¿Desde cuándo es normal alucinar con una persona? ¡Demonios Ash, estás perdiendo el juicio!»

Salió un poco de su conflicto interno cuando la mano del presidente de la Asociación Pokémon sobre su hombro provocó que volteara pudiendo ver su cara de preocupación mezclada con un gesto con la barbilla señalando las escaleras. Asintió aturdido, comprendiendo que había estado allí arriba más de la cuenta, meditando su extraña visión.

Clemont lo vio bajar con una mirada ausente de su alrededor y se acercó preocupado.

—Oye, ¿estás bien? —puso una mano sobre su hombro e inclinó el rostro para poder verlo mejor a comprobar que no le estaba prestando mucha atención.

—S-sí…—En su mente se debatía que hacer. Alzó su mirada en la dirección donde había visto esa figura, pero ya no estaba, ¿en verdad fue una ilusión? Trató de convencerse que sí, que lo había imaginado, pero tampoco quería creerse un loco y además… parecía tan real y, a la vez, tan idéntica como para que se hubiera confundido—. Ahora vuelvo —palmeo el hombro derecho de Clemont antes de dirigirse a toda prisa hacía el lugar donde la vio, dejando más que confundido a su amigo rubio.

—¿Ash? —Bonnie lo vio pasar corriendo ignorándola totalmente, algo que, pensó, era muy extraño. Se acercó hacia su hermano quien miraba en la misma dirección por la que el entrenador se había ido—. ¿Qué sucedió?

—No lo sé, de pronto se puso extraño antes de bajar del escenario —no apartó la mirada del camino de Ash en ningún momento, sintiendo una extraña sensación en el estomago que no era precisamente buena.


Jadeaba sin aliento, extrañado, ya que no había corrido prácticamente nada y era de mantener una buena condición física. Se lo ameritó al cansancio mental que estaba teniendo y lo desgastante y adrenalínica que asombrosamente era la situación.

La buscó con la mirada en todas direcciones, pero ninguna chica se asemejaba a lo que había visto desde allá arriba. ¿En verdad fue una alucinación? ¿Tantos deseos tenía de volver a ver a Serena?

Soltó un suspiro y aflojó el moño de su traje. Era oficial, estaba perdiendo el juicio. Ya no podía mantener esta situación así, debía hacer algo, necesitaba ver a Serena de alguna forma.

Cerró los ojos con pesadez y meditó la conclusión a la que llegó: tenía que llamarla, había sido muy desconsiderado de su parte -y muy orgulloso- al haber evitado hacerlo todo este tiempo, el estar tan distanciado de ella lo estaba volviendo loco.

¿Pero qué le diría? ¿«Hola Serena ha pasado tiempo»? No sería justo para ella el hacer como si nada pasó. De todos modos, ya no la llamó por tres años, una disculpa le debía. Bueno, aunque ella tampoco llamó…

«¡Deja de ser tan orgulloso Ash! ¡Es obvio que se molestó contigo y tú debías disculparte desde hace mucho!»

¿Debía asustarse por estar regañándose a sí mismo como si fuera dos personas? No pudo meditar lo último porque, como ocurrió sobre el escenario, la vio.

Abrió los ojos con espanto y su cuerpo se tensó ante la convicción que ahora la imagen le inundaba. Cabello castaño como la miel, ojos azules como zafiros, la elegancia y porte al caminar, ¡no cabía duda, sí era ella! ¡Era Serena!

O al menos debía serlo…

De tantos pensamientos sus piernas se estancaron y parecían no tener intención de moverse. La vio irse apresurada hacía afuera del edificio, y en un arranque desesperación tomó fuerza y obligó a sus piernas a dirigirse a pasos apresurados en su dirección, debía alcanzarla, tenía que alcanzarla.

Cuando cruzó las enormes puertas pudo verla a mitad de la escalinata alejándose cada vez más de él. Un sentimiento de dolor y nostalgia lo invadió y, con el miedo y el temor de volver a perderla latente en su ser, la llamó.

—¡Serena!

Se detuvo en el mismo acto que su voz salió de su garganta, provocando que su corazón se contraiga ante la certera idea de poder tenerla finalmente delante suyo.

Se acercó muy lentamente, temiendo que se desvaneciera frente sus ojos. Cuando sólo los separaban unos pocos escalones la chica aún no se volteaba a verlo. ¿Sería en verdad ella?


¿Por qué los fantasmas del pasado no podían, simplemente, desvanecerse? Pero claro ella no los olvidaba, y les encantaba perseguirla. No llegó a estar ni un día completo en Kalos que ya tenía que enfrentarse a ellos, o a él más bien, la única persona que podía hacerla dudar de su sano juicio.

No quería voltear, definitivamente no quería hacerlo.

Evaluó sus posibilidades; la limusina no estaba muy lejos. Quizás, si era rápida, podría entrar en ella y simular como que no escuchó nada.

En su desesperada situación le parecía el plan más brillante que podría tener cualquiera. No estaba preparada para ver a Ash, de eso se dio cuenta, ¡y hablar mucho menos! Sabía que estaba actuando como una cobarde, pero no, no era el momento, necesitaba estar con todas sus defensas altas para su inminente reencuentro, y sin duda ahora se sentía tan desprotegida que sus piernas flaqueaban de la sola idea de tenerlo a sus espaldas.

Dio un paso, cerrando los ojos y rogando que su plan fuese un rotundo éxito.

—¿Serena? —Lo oyó imitar su avance y maldijo su mala suerte que parecía esa noche haberla abandonado—. ¿E-eres tú? —¿Acaso tartamudeó? De manera involuntaria, se sintió algo culpable. Había pasado mucho tiempo, lo más seguro era que él quiera hablarle si la encontró en ese momento, no la veía hace tiempo y cruzársela en esa fiesta debió sorprenderlo -suponía-. Más allá de todo, Ash tenía un trato incondicional con sus amigos, y ya lo había aceptado; ella era eso, sólo eso.

Tomó aire, mucho. Intentó mentalizarse y darse ánimos para lo que enfrentaría, y entonces -sólo entonces- volteo a verlo.

Un jadeo escapó de su garganta cuando su fino rostro finalmente se reveló ante sus ojos. ¡No la había imaginado! De manera mental suspiró aliviado al estar seguro de su cordura.

La tenía ahí, justo en frente, parecía tan irreal…Por un momento, quiso estirar su mano y tocar su rostro para que su cuerpo y toda su mente se cercioraran de su ineludible presencia.

casi como si tambaleara, inclinó su aturdido cuerpo hacía ella quien reaccionó retrocediendo. Parpadeó tratando de enfocar sus pensamientos y procesar el momento que estaba viviendo.

La chica apretó sus labios intentando suprimir el cúmulo de emociones que se disparaban dentro de ella y no la dejaban pensar con sosiego.

—Ho-hola —«genial, primeras palabras y ya tartamudeas Serena».

—Serena… en verdad eres tu...—su mirada la hacía sentir algo incómoda, parecía como si hubiese visto un fantasma, reparó en la idea de que era obvio que él no esperaba verla después de tanto tiempo, ¿ni siquiera había considerado la posibilidad de que se volverían a encontrar? ¿Por qué actuaba como si jamás se le hubiese cruzado por la mente?

Era claro que ella no ocupaba un lugar significante entre sus pensamientos.

Por unos segundos, una mueca de dolor cruzó su rostro, más la borró inmediatamente. Era ahora cuando tenía que ser fuerte, ¡era fuerte! Luchar contra sus sentimientos era su obligación si quería que dejaran de hacerle daño, porque no era Ash, no, era ella misma la que se confundía.

—Ha pasado tiempo, ¿no? No esperaba encontrarte aquí —Mentira. Era obvio que estaría allí, pero debía sonar desentendida, y no es tampoco como si hubiese ido allí con la sola idea de encontrárselo. Una sonrisa confianzuda esbozó para reforzar su actitud, ya no se mostraría débil...

Él avanzó un paso más, provocando que ella se retrajera algo asustada. Parpadeó incrédulo, y apretó fuerte los puños clavando sus uñas en sus palmas para comprobar que no era una ilusión u otro sueño más.

Frunció el ceño inconscientemente, la chica que tenía en frente, con sus amielados cabellos cayendo ondulantes sobre sus hombros y deslumbrantes ojos azules, le sonreía con suma naturalidad. Y él intentó corresponder, vaya que sí, pero el momento lo tenía tan deslumbrado que no sabía cómo reaccionar.

Por fin la tenía frente a él…

Su impulsiva actitud le obligaba a querer hacer tantas cosas; quería abrazarla, sentirla real y palparla con sus manos, hacerle mil y un preguntas y contarles infinitas anécdotas de estos tres años.

Apretó sus labios conteniéndose y sólo pudo, finalmente, enseñarle sus dientes en una radiante sonrisa que remarcaba con énfasis la comisura de sus labios y los hoyuelos de sus mejillas.

Un atisbo de sus "viejos" sentimientos se reflejó como un escueto rubor bajo sus ojos al contemplar su radiante sonrisa. ¿Cómo es que siempre se sentía doblegar ante ella?

—¡Sí que ha pasado! —su voz salió rasposa pero animada, muy animada—. ¿Qué no esperabas encontrarme? Pequeña mentirosa, ¡era obvio que estaría aquí! —en ese momento, todas sus confusiones, pensamientos abrumadores, recuerdos amargos, remordimientos; todo, todo se esfumó, y sólo ella, y el que haya regresado al fin, cubría su campo de pensamiento, de una manera tan apabullante como vivificadora.

—B-bueno sí, pero, ya sabes hay tanta gente…—su reacción la tenía algo desconcertada, pero aliviada a la vez. Tenía cierto temor de que él le reclamara algo, no es como que sintiera que tuviese el derecho de hacer tal cosa, pero por alguna razón se sentía de ese modo, con esa responsabilidad. El comprender grotescamente que el azabache ni siquiera se sintió, mínimo, molesto ante su abrupta partida sólo la hacía sentir como su corazón se encogía cada vez más, dándose cuenta de la dura realidad que ella misma le quiso hacer ver desde hace tiempo.

—¡Tienes que contarme todo! ¡Hay tantas cosas que yo debo decirte! ¿Sabías que ya puedo caminar por las calles con más naturalidad? ¡Es estupendo! —Ella sólo lo miraba, expectante, esperando el momento oportuno para encontrar la excusa perfecta para una vía de escape hacía el auto que la esperaba escaleras abajo—. Ven, tienes que ver a Clemont y Bonnie, ¡se emocionarán!

Quiso tomarle el brazo inocentemente, pero le rehuyó deslizándolo entre sus dedos y dando otro paso en reversa. Ash la miró algo contrariado, su mirada era una mezcla de lo que parecía ser temor con escepticismo.

En ese instante su burbuja se rompió y todo el remolino mental que lo había agobiado ese día regresó con más ímpetu, generándole una puntada lastimera en la sien derecha.

—Yo…no puedo, debo irme —le costó horrores no rehuir la mirada ni tartamudear si quiera.

—Pero…—no podía hablar, no con el insistente y tormentoso mar de pensamientos que se acumulaban para dejarlo casi sin aire.

—Lo siento. Será otro día, ¿sí?... Adiós.

Cuando le dio la espalda, volteándose para marcharse de su presencia, su corazón palpitó desbocado. Una amarga sensación de dejà vu lo atiborró y los recuerdos no tardaron en aparecer como relampagueantes luces frete a sus ojos.

«¡Decidió irse por tu culpa, si tú le hubieras dicho que se quedara ella ahora estaría aquí!»

—¡Espera! —La siguió y, desesperado, alargó su brazo sin ser consciente realmente de su entorno. Tomó su muñeca y sintió su suave piel erizarse por el tacto tan repentino—. Espera, no te vayas…—respiraba entre jadeos, era todo tan extraño. Su estómago se revolvía de tantas cosas que no entendía, pero de algo estaba seguro; no podía dejar que se fuera, no otra vez—. No te vayas…

Sintió todo su cuerpo tensarse, y la acongojada voz de Ash a sus espaldas le provocaron un escalofrió que, junto con el calor de su mano, erizaban cada milímetro de su piel.

No quería voltear, ¡Dios, no lo haría! Quería ignorar a toda costa el ambiente que, sentía, se había generado. Era pesado, denso, y por la forma en que lo escuchaba jadear sabía que no era la única que le costaba respirar.

Él no podía ser consiente de aquello, ¿no? Sólo era su irremediable corazón queriendo ilusionarla otra vez, ¿verdad?

«¡Claro que es eso! ¿Por qué dudas, Serena!»

—Ash…—intentó, sutilmente, volver a zafar su agarre, mas, de manera sorpresiva, el chico no se lo permitió. Sostuvo su mano con fuerza moderada, evitando permitirle de nuevo deslizarse entre sus dedos. Apretó sus labios con fuerza, esto no podía estar pasando.

—Mírame, Serena. ¿Por qué huyes? —sonó demandante, pero el tono de súplica no abandonaba su garganta.

¿Huir? Otra vez estaba huyendo de él. ¿Es que no podía dejar de hacerlo? Ser valiente una vez en su vida, sólo eso pedía…al menos en lo que a sus sentimientos de refiere. Ya sabía lo que hacía, era consciente, pero que el azabache se lo reprochara no le sentó nada bien.

¡Rayos, ella era la reina de Kalos! Su orgullo femenino y profesional le picaron molestos. Él no era quien para reclamarle nada, ¿qué se creía? Sí, estaba huyendo, ¿y qué? No quería ver su rostro ya, ¿algún problema con eso?

Sabía que su línea de pensamientos no era la más coherente en esos momentos, ¡pero Dios que la había hecho enojar!

Lo miró de soslayo, y al percibir como sus cejas, antes fruncidas, se separaba lentamente, supo que su expresión no era nada amable.

—No estoy huyendo, ¿por qué piensas eso? Me están esperando. —Se sorprendió ella misma de lo fría y monótona que salió su voz. Tenía que admitir que se sentía orgullosa de sí misma, algo así como pequeños placeres personales.

Él estaba tan anonadado que boqueó un poco antes de poder expresar algo congruente, mas retomó su seriedad anterior. Ella no podía engañarlo, la conocía tan bien…

—Sí lo haces, Serena. Huyes de mí, sabes que no puedes mentirme —Ella se sonrojó al verse aún más descubierta, y una pequeña sonrisa de victoria se coló en el rostro moreno al saber que había acertado. Era una sensación extraña, ni siquiera sabía por qué actuaba así, pero era interesante.

Se mordió el labio inferior ante la situación, ¿desde cuándo Ash era tan osado! Se molestó aún más y se impacientó, no veía forma de cómo salir de allí, eso se había vuelto algo extraño.

Sintió como la mano de Ash apretaba un poco más su agarre con la intensión de hacerla voltear, inmediatamente se le revolvió el estómago.

—S…sé que no puedo mentirte, por eso no lo hago —Quiso sonar segura, pero se dio cuenta que toda la audacia, con la que se había pronunciado segundos antes, la había abandonado. ¡Rayos! ¡Estaba cayendo!

—¿Segura, Serena? —aprovechando su apabullamiento, la hizo girar hacía él, permitiéndole ver la media sonrisa vitoreante que adornaba su rostro moreno junto a una mirada sugestiva. Se sentía tan, extrañamente, bien.

Y fue en ese momento que ella volvió a sentirse flaquear. ¿Cómo podía él hacerla caer tan fácil? Su boca enmudeció, y ya no podía recibir señales de su cabeza para encontrar una forma de como escapar de sus manos. Estaba atrapada.

—Yo…yo…—la sensación de perderse en sus ojos era tan intensa como hace años, y justo en ese instante la sentía aún más vívida. Ash la miraba de tal manera que no era capaz de apartar su vista aunque el bochorno se haga más que evidente en su rostro.

Era la primera vez que él experimentaba algo así, y no entendía absolutamente nada. Pero, por alguna razón –aunque lo atribuía más a que siempre fue muy impulsivo- se dejó guiar por su cuerpo y las sensaciones llamativas que lo invadían en ese momento.

Tenía a Serena por fin frente suyo, y no la dejaría ir como antaño, esta vez no, quería hablar tantas cosas con ella…Y claramente no la dejaría huir, excusara lo que excusara.

Estaba por tirar de su mano para llevársela de allí, la pelimiel ya se sentía desfallecer y, al parecer, ningún método de escape aparecería mágicamente para rescatarla. Estaba perdida.

Cuando ya se había resignado y el azabache había tomado envión para moverlos a ambos, oyó unos pasos detrás suyo y una inconfundible voz como campanas de salvación.

—¿Serena?

Ella se volteó, notablemente aliviada al ver el rostro inquisidor de su azabache compañero. Sonrió, ¡la suerte al fin se puso de su lado!

—¡Kalm! —aprovechando el aturdimiento del entrenador, ante la llegada del tercer sujeto, se deslizó de su agarre y se posicionó al lado del de ojos grises.

—¿Todo en orden? —el desconcierto era notable en su semblante, más por ver el repentino buen humor de su amiga quien, recordaba, lo había sacado de ese lugar casi arrastrándolo con una cara que reflejaba temor puro.

—¡Claro, todo en orden! —sonaba tan alegre—. ¿Te hice esperar? Lo lamento —sus cejas se encorvaron en modo de disculpa, aunque no supo porque lo sintió algo forzado—. Es que me encontré con Ash, y no me dejaba ir —señaló al mencionado ofreciéndole una sonrisa entre divertida y cordial.

El azabache salió de su letargo cuando el bochorno le invadió. Serena se estaba burlando de él, y no sabía cómo reaccionar. Sólo cuando fue consciente de la mirada gris posada sobre él es que fue capaz de pronunciar algo.

—A…Ash Ketchum, un gusto —estiró su mano muy torpemente siendo recibido con una sutil sonrisa por el otro azabache.

—Kalm.

Una sensación tan amarga como incomoda se le asentó en la boca del estómago. Ese chico le había llegado de manera tan repentina que cambiaba todo el sentido de su remolino de pensamientos.

—Bu…bueno, creo que ya es hora de irnos Kalm. Ash, que bueno volver a hablar contigo. ¡Nos vemos! —tomó el brazo de su compañero más que por educación o etiqueta por salir de ahí cuanto antes. No quería arriesgarse a un interrogatorio por parte del chico a su viejo amigo, no se iría jamás.

Apenas el modelo pudo pronunciar un adiós hacía el azabache antes de que Serena lo metiera al auto y, de manera totalmente extraña y desconcertante, se alejaran del lugar dejando al entrenador con una expresión vacilante y un vacío desasosegado insoportable.

—¿Qué…rayos?


Por un lado me siento bien por haber actualizado, por otro siento que éste capítulo me dejó con un sabor agridulce...no es que no me gustó pero no sé...creo que no es lo que esperaban...

Quería que fuese más largo, pero no sabía que más agregarle...De hecho, estuve a punto de seguirlo, pero me enrollaría en otra cosa y no sabría como darle un final, así que mejor lo dejé así para tener pie para comenzar el que sigue.

¿Qué les pareció?

¡Sean sinceros!

¿Perdí el toque? ¿Esperaban más?

Sé que no se compara en nada a los otros pero boeh...prefiero hacerlos así, más cortos para poder actualizar con más velocidad, a matarme la cabeza de drama como para bloquearme como me pasó con este capítulo...

La verdad no puedo creer que haya actualizado...wow...es que, en realidad el capítulo tres estaba listo como desde Diciembre por ahí...que loco, tenía miedo de ser capaz de dejar la historia colgada jeje

No pasará, tranquilos. Ahora lo sé :v

Lamento taaanto mi demora e inactividad. Y es que se debe a varias cosas, y sí, una de ellas es la universidad, que ya entro en mi última y atosigante última etapa del año...ashh..

¡No diré más para no aburrirlos! además de que ya es tarde y me quiero ir a dormir.

¡Muchas gracias por seguir bancándome a pesar de mis tardanzas!

Si quieren dejarme reviews los esperaré felizmente ;)

¡Y gracias siempre por sus favs y follows!

¡Bye, bye!