Desclaimer: Naruto & sus personajes no me pertenecen. Le pertenecen al gran sensei Kishimoto y TvTokio, este fic está hecho sin sentido de plagio ni comercial, solamente por diversión, por y para los amantes de Naruto.

Autora. Beethlehem. (Elffies en Wattpad. Psychonaut Foros DZ)

Este fanfic solo se encuentra publicado en FF (por el momento) Si lo ven en otro foro, háganme saber. Gracias c:

–Hablan–

–Piensan–

(…) Cambio de personaje o tiempo.

*Aclaraciones al final del capítulo.

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Capitulo l. Deshonor.

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–No está a discusión, Hinata. Ahora ve a tu habitación. Ordeno con severidad la ahora embarazada Hanabi frente a los demás miembros del consejo de su clan.
–P-pero onee-san, entiende; yo no quiero casarme con Neji-sama –dijo cabizbaja tratando de contener las lágrimas –, e-es como mi hermano.
– ¡Es que acaso no le han enseñado modales! –Replico un anciano del consejo enfurecido –, frente a un hombre las mujeres casaderas deben guardar silencio.

Sin poder decir nada, la más joven de los Hyūga derramo un par de lágrimas que con la manga de su impecable kimono blanco limpio de manera rápida, a lo que se limitó a asentir y callar, tal como le enseñaron... siempre perfecta, estoica, obediente; sumisa, a su parecer.

Hanabi al quedar a cargo por la ausencia de su padre y primo tomo una decisión que hacia estragos desde hace meses atrás, que aunque ella y su progenitor se oponían rotundamente no podían ir contra las reglas del clan y la cual era que al cumplir los 18 años de edad, a la menor debían desposar. No representaba problema, porque los pocos señores feudales que conocían la existencia de la menor, habían enviado presentes con proposiciones de matrimonio, mas ellos no querían que se fuera lejos, querían conservarla dentro del clan por su poder de clarividencia. Sus ojos eran valiosos y no se darían el lujo de perderlos por una tonta regla del clan, así que la única forma de que esta siguiera con ellos era casarla con la única persona que consideraban digna en el clan: Neji Hyūga. Aunque esto implicara incesto, cosa que llego a ser común en el clan entre primos segundos y terceros, sin embargo ya no se practicaba y menos entre primos hijos de gemelos, con un lazo sanguíneo casi tan directo como si de hermanos se tratasen.

–No se habla más del tema hasta que Oto-san vuelva de Sunagakure.

Dicho esto cada miembro presente se levantó seguido de ambas damas presentes, a lo que estas salieron antes del recinto no sin antes de la que la mayor de ellas le diera instrucciones con quien debía presentarse para ser la esposa que un Hyūga necesita.

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(…)

–Señores, nos encontramos en guerra –menciono el severamente el Hokage Hatake Kakashi –, en este momento tanto el kazekage, Sabaku no Gaara y yo hemos firmado un acuerdo de paz entre nuestras naciones lo cual garantiza una cooperación entre ambas para ir proteger nuestros intereses. Protegeremos ambas naciones desde las fronteras, para interceptar cualquier ataque enemigo de Amegakure.

–Tratemos de cooperar entre nosotros para garantizar la victoria y la menor perdida posible de nuestros aldeanos en ambas naciones, en este momento están siendo notificados los clanes de la alerta que se está dando y reclutando tanto a los más jóvenes como a los antiguos samuráis de ambas naciones para contribuir –dijo claramente el pelirrojo observando con decisión a los mayores clanes y oficiales de las mismas; prosiguiendo –, sé que ha habido diferencia entre nuestros pueblos, pero en tiempos difíciles nos hemos tendido la mano y ayudado para el prosperar de ambas naciones.

–Espero la cooperación de nuestros mayores clanes, todos sin excepción –. Se puso de pie Kakashi observando a los patriarcas del clan Uchiha y Hyūga, los cuales se habían mostrado más renuentes por tener técnicas oculares, cosa que les daba una mayor ventaja en el terreno enemigo.

Aclarando su garganta el líder de Uchiha se puso de pie seguido de lo que parecían ser sus guaruras a sus espaldas.
–Como líder de una de las familias más prestigiosas de Konoha, cuanta con nuestro total apoyo –menciono Fugaku observando retadoramente a Hiashi, ya que estos no tenían una armoniosa relación y era bien sabido que han existido conflictos entre ambos clanes –, mis hijos Itachi y Sasuke, están dispuestos a liderar las tropas de infiltración con pocos miembros de la misma para intersectar al enemigo en su territorio y se derrame la menor sangre posible.

Al ser estos mencionados se quitaron las máscaras que cubrían sus rostros y con respeto ofrecieron sus servicios a ambos Kages, siendo plenamente aceptados por estos, siendo un plan que podría garantizar la victoria sin tantas pérdidas.

–Dado a que el patriarca de los Uchiha –se puso de pie Hiashi casi escupiendo el apellido de los nombrados –tiene un "brillante" plan en el cual se puede casi garantizar la victoria, pongo en disposición los miembros de mi clan siendo igual o mejor que ellos por nuestros ojos, al igual que recomiendo a los Inuzuka y Aburame por ser especialistas en rastreo. Recalcando como miembro excepcional de mi familia mi sobrino, Neji. Quedamos a sus órdenes e indicaciones.

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(…)

Habían pasado dos semanas desde que su padre y primo habían vuelto a la aldea, dos semanas en las cuales tenía que aprender etiqueta, cocina, modales y la ceremonia del té. Solo para que una cuarentona mujer de la ciudad le diera su aprobación como la esposa perfecta que debía ser, era irónico que una mujer sola y sin hijos la fuera a juzgar sobre su comportamiento.

Observo su reflejo de nuevo en el espejo de su habitación, no pudo evitar contener el cosquilleo en sus ojos al flaquear por sus ganas de llorar, se veía totalmente diferente; tan falsa. Ella era blanca, más ese maldito maquillaje tan pálido le daba un toque espectral, su largo cabello ahora lo tenía recogido en un alto moño elaborado con una horquilla en forma de mariposa en tonos celestes con pequeñas incrustaciones de zafiros. Sus largas pestañas cubiertas de un líquido negro que sentía que pesaba y notaba pequeños grupos en ellas, una sombra de ojos tan cargada que hacía que sus rasgos acrecentaran en color aguamarina a juego con su kimono color jade de largas mangas anchas con bordados de Sakura en la falda, el obi era en tono rosa ajustándose perfectamente a las curvas de si cuerpo y resaltándolas aún más.
Escucho el llamado en la puerta, indicándole que era hora de partir hacia la vivienda de esa mujer, suspiro con cansancio, no podía escapar de su futuro, su destino era ser la sumisa esposa del gran Neji Hyūga que cargaba con una maldición en sus ojos al ver lo que el destino le deparaba.

Al llegar a la entrada coloco sus geta* y camino lentamente con su mirada perdida hacia el carruaje que la esperaba hacia su forzoso destino.

Observo como los arboles iban disminuyendo en el camino para comenzar a darle lugar a las viviendas de los aldeanos de Konoha, ella nunca salía del complejo Hyūga, sin embargo cuando lo hacía disfrutaba de la vista aunque solo fuera por carrosa, no obstante ese día no podía…. miraba fuera de la ventana, pero no se deleitaba con las vista que esta le brindaba; ni la risa de los niños felices la hacían sonreír, ni el dulce aroma de las flores calmaban los amargos pensamientos que parecían querer colarse de sus perlados ojos que no tenían brillo ni luz, solo un pequeño destello de una diminuta lagrima que lograba colarse de los mismos y un montón de suspiros anudados en su pecho que comenzaban a doler por estarlos conteniendo. Tan resguardada estaba en sus pensamientos que no se había percatado que el carruaje se había detenido y que el cochero del mismo le pedía bajar de el para dirigirse con la casamentera, esta al darse cuenta de su desliz a paso apurado bajo para entrar a aquel lugar que desde hace dos semanas había temido pisar.

Al entrar al elegante hogar de la mujer, conocida como Hakama Azura, el imprégnate olor del incienso se coló por sus fosas nasales a lo cual hizo una mueca de desagrado al no estar acostumbrada a tan penetrante olor.

–Es de muy mala educación hacer ese tipo de gestos en una dama –reprendió la robusta mujer que tenía una pizarra entre sus manos y una chillante, pero demandante voz la hizo pasar y comenzó a examinarla –. Muy flacucha, nada apta para tener hijos, demasiado baja; simplona a mi parecer, ojos… bueno extraños, pero si se saben usar bien seductores y de buen tamaño, pechos demasiado exagerados, cabello hermoso. Al menos tenemos algo en todo este desastre, ¿lo tienes largo, querida? –pregunto con una falsa sonrisa a lo que la ojiluna asistió –más te vale conservarlo así, a los hombres no le gustan las mujeres pelonas.

Después de ese examen corporal y verbal sobre "las virtudes de la buena esposa", la hizo tomar asiento a la mesa para ver de qué manera esta servía el té y competer si esta comía de manera correcta los alimentos. Con sumo cuidado la menor tomo la tetera, ya que las largas mangas de su kimono no le favorecían y sirvió ambas tazas de porcelana, siendo la de la robusta mujer la primera y prosiguiendo con la suya, al concentrar la atención en el caliente líquido que iba de un recipiente a otro una visión comenzó a formarse en forma de remolino dentro de la misma, dejo caer la tetera haciendo que esta se rompiera y salpicara del agua caliente a la casamentera, con rabia la tomo del brazo y la comenzó a jalonear, más al ver que no respondía miro fijamente sus ojos que en ese momento se encontraban iluminados en un tono lila. Comenzó a gritar al ver las imágenes que se reproducían en su cabeza, las escenas de muerte, destrucción y desolación comenzaban a inundar sus pensamientos, sentía como si la sangre que veía en esos espectrales ojos la comenzara a llenar en sus manos. Al soltarla comenzó a gritar al no poder dejar de llorar por tan horribles pensamientos. Hinata al pasar su transe y ver lo que había provocado toco la frente de la mayor con los dedos anular e índice y comenzó a extraer esas imágenes de la mente de Azura.

– ¡Monstruo! –Le grito levantándose con dificultad – ¡Tú eres un monstruo! ¡Oni, oni*!

Gritaba sin cesar la mujer, y jaloneando a la ojiluna fuera de su hogar, frente a la mirada de otras mujeres que estaban ahí por la misma razón que Hinata la lanzo sin importarle que esta fuera la hija del patriarca Hyūga y vocifero con rabia:

–¡Jamás podrás ser la esposa que esperan, le traerás deshonor y vergüenza a tu clan, chiquilla! ¡Eres un monstruo! ¡No recibiré a nadie! Y tú no vuelvas nunca.

Sentencio dando un fuerte portazo, Hinata no pudo sentirse más inferior, en la única cosa que podría a ver sido buena la término dejando en vergüenza y siendo repudiada por las demás jóvenes que la veían con rabia, al haber esperado tantos meses para que esa mujer las recibiera.

Con ayuda de Ko volvió al carruaje, largándose inmediatamente de ahí por la muchedumbre que los amenazaba molesta por el rechazo de la casamentera.

Al llegar al complejo Hyūga bajo de manera apresurada hacia el templo donde oficiaba como sacerdotisa de Kaguya, entro en este asegurando la puerta detrás de ella y prendió inciensos en la sala de sus ancestros comenzando a orar sin dejar de llorar se aproximó de rodillas hacia el oráculo que estaba frente a las tumbas y observo su reflejo, tan derrotado por un don maldito que hacía ver las desgracias de los demás.

– ¿Por qué, Kaguya-sama? ¿Te he faltado el respeto para recibir este don que es más una maldición? ¿Alguno de mis ancestros lo ha hecho? –Dijo mirando hacia el techo sin dejar de llorar, en las tumbas de grafito se reflejaba su imagen, su maquillaje totalmente corrido la hacían ver efectivamente, como un Oni.

Recordó todas las veces que esta fue callada, menospreciada, siendo sumisa, sin dejar que tomara sus propias decisiones. Ella tenía un don, una maldición a su parecer, todas las mujeres del clan, de la aldea era menospreciadas solo por ser efectivamente eso, mujeres. Volvió su blanquecía mirada hacia el oráculo frente a ella y comenzó a quitar el maquillaje con la manga del kimono, observo en el agua cristalina aunque poco claro, como una joven mujer cortaba su cabello, hacia maletas y se escapaba de su hogar en la oscuridad de la noche, parpadeo un par de veces más desconcertada y observo como esta tomaba uno de los pergaminos y lo guardaba entre sus cosas, la imagen era borrosa pero visible no obstante se acercó un poco más a él y sumergió su rostro por completo en él, como si no necesitara aire para vivir, al hacer esto observo con mayor claridad a la rebelde mujer que desafiaba a su familia y con detenimiento vio sus facciones, salió de golpe de esa mágica agua y jalo aire impresionada de lo que había logrado, esa imagen, esa mujer era ella.

Quizás la casamentera acertó, ella no servía como esposa, Hinata sabía la verdad, se aproximaba una guerra y la muerte caería sobre su clan, su ciudad, la nación entera. Con decisión miro hacia el cielo, la luz de la luna se colaba entre la ventana del recinto, miro con detenimiento la misma y extendió su mano hacia el cielo.

–Gracias, Kaguya-sama, ahora se mi misión en este lugar.

Dijo con una nostálgica sonrisa y emprendió carrera, pues tenía que enlistarse a la guerra y traerle gloria a su clan.

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Geta: Chinelas de madera.
Oni: demonio

Notas Bizarras: No creí que fuera a tener aceptación tan rápido, me impresiona que les haya gustado la idea, realmente agradezco que se tomaran el tiempo de escribirme y opinar sobre el mismo, espero que les guste este capítulo y nos leemos la próxima. No se olviden dejarme un review, que es lo que me motiva a seguir escribiendo y no dejar este proyecto.

Lamento si llega a tener alguna falta de ortografía que se me allá pasado, lo revise varias veces, pero una nunca sabe :S

Si no te gusta la pareja abstente de comentar, necesitas estar enferma/o para leer algo que no te gusta ¿No?.