Ciento la demora. Estuve ocupado por asuntos personales, espero que disfruten este capítulo.


Pov. Lincoln

Seguía atragantándose de comida sobre la mesa mientras a fiesta seguía a su alrededor.

Una semana después de la llegada de Dimartino todos salieron a festejar en la villa. Se veían borrachos cantando arriba de las mesas. Músicos que había traído de Roma tocaban sus instrumentos en una melodía alegre. Niños jugando por doquier usando máscaras representativas de los dioses o de animales para divertirse.

Al principio, Lincoln ayudó a traer la comida desde la mansión hasta la villa. Sus amigos lo recibieron felices de verlo y le dieron una máscara de barro cocido representando a un caballo.

Una vez puesto todo, Dimartino se subió a una plataforma armada en frente de la fuente para hablar con todos.

–Mis queridos amigos, tengo el placer de decirles que mis inversiones nunca han sido mejores. Como recompensa les he traído vino y diversión ¡A disfrutar!

Y eso había hecho.

No lo dejaron probar vino pero si los mejores platos del banquete: Panes rellenos, cerdo, venado y otros manjares que nunca había probado. Si seguía así quedaría obeso.

– ¿Te estás divirtiendo Lincoln?

Lincoln tragó en seco lo que estaba masticando al escuchar esa voz. Giró la cabeza para ver a esa mujer que se había convertido en la dueña de sus pensamientos. Por primera vez le dio una sonrisa sincera.

–Mi señora Dimartino, que gusto verla. Si la estoy pasando bien.

–Eso veo. –Rio divertida. –Mejor te quito la grasa de la barbilla.

No supo que lo sonrojó más: Que lo atrapasen con la cara sucia o que Dimartino en persona le limpiase la cara con un trapo.

Algo que le llamaba mucho la atención a Lincoln sobre Dimartino (Entre muchas cosas) es que por lo usual la encontraba sola, pero no en el sentido de soledad en sí –Siempre estaba hablando con alguien o preparando algo– Sino por seguridad: Había guardias apostados en la casa y justo pudo ver a algunos en la villa controlando que la fiesta no se fuera de las manos. Pero nunca se encontraban cerca de Dimartino.

Viendo esta oportunidad, respiró hondo pues lo que estaba a punto de decir era algo que no había hecho en años y no creyó hacerlo con un romano.

–Mi señora.

Esta, tras dejar el trapo en la mesa, lo miro con cierta intriga.

–Quiero disculparme con usted.

Ahora lo veía con extrañeza. –Lincoln ¿Qué has hecho tú para suplicar mi perdón?

–Desde que llegué aquí… No… Desde antes de conocernos ha sido muy amable conmigo. Nunca nadie había hecho ni la mitad de lo que usted hizo por mí: Darme mi libertad, un techo, trabajo… Esas cosas se las deberé para siempre. Quiero disculparme por no haber confiado en usted y…

La repentina risa de Dimartino lo dejó con las palabras en la boca.

–ja ja ja. Lincoln, no debes disculparte conmigo. Es normal que sintieses desconfianza hacia mí considerando por todo lo que pasaste.

– ¿Cómo? –Preguntó como un idiota.

–Conozco tu pasado. O mejor dicho parte de él. –Se inclinó y lo sujetó por los hombros con manos suaves. –Me alegra que encontrases algo de paz y si enserio quieres agradecerme solo tienes que servirme con lealtad.

–Por favor, yo enserio quiero mostrarle lo agradecido que estoy con usted. Si hay algo que pueda hacer dígamelo.

Dimartino se separó de él y se rascó la barbilla pensativa.

– ¡Ya sé! Hay algo que solo tú puedes hacer por mí. Un asuntó en mis habitaciones ¿Estás de acuerdo?

–Seguro ¿Qué es?

–Luego te cuento, por ahora disfruta de la fiesta.

Pov. Dimartino

Se despidió del joven y fue a servirse más vino. De no ser que se encontraba en la plaza con los ojos clavados en ella se hubiese puesto a saltar de alegría ¡No imaginó que Lincoln le pidiese eso! Esta fiesta se estaba poniendo cada vez mejor.

A la distancia vio a Agnes y le hizo una seña para que se acercara. Espero hasta que ambas estuviesen lo suficientemente cerca para susurrarle.

–Esta noche Lincoln me ayudará con cierto "asunto" en mis habitaciones. Asegúrate de que nadie moleste.

Agnes le dio la sonrisa más empalagosa que hubiese visto en su vida.

– ¿Me permitirá mi señora estar ahí para… "ayudarlos" con este asunto?

–No esta vez Angy. –Se obligó a decir ella. Lincoln sería todo suyo esta noche. –"Aunque tenerte ahí sería mágico, lo tendré en cuenta".

La fiesta siguió su curso normalmente. Habían comenzado cerca de las diez pero Dimartino se disculpó diciendo que se sentía indispuesta y luego le dijo a Agnes que fuese a buscar a Lincoln.

Pov. Lincoln

Estaba algo nervioso.

No creyó que la señora lo mandase a llamar luego de retirarse así que se puso a jugar y cantar con sus compañeros, pero entonces llegó la señorita Agnes y le dijo que Dimartino lo esperaba en su habitación. Por un instante Agnes lo miró de una forma un tanto extraña: Parte divertida, parte emocionada. No le dio mucha importancia pero por si las dudas se pasó un trapo por la cara en caso de que se le hubiese quedado un trozo de carne en la mejilla.

El ascenso por la colina fue muy silencioso, las estrellas brillaban y era luna llena.

"Todo aquí es tan hermoso"

–Ya llegamos, saluda a Dimartino de mi parte.

– ¿No vendrá conmigo?

–Hoy no Lincoln. Pero algún día sí. –Respondió con la misma mirada de antes. Sin decir más, Agnes dio medio vuelta y se alejó.

Y ahora se encontraba en frente de la habitación de Dimartino, completamente solo. Es normal que se sintiese algo nervioso luego de tener esa charla con Agnes. Además podía jurar que no había una sola persona en toda la casa.

Sacudió su cabeza para despejarse.

"No es momento de ponerse tímido".

Tocó la puerta y esperó oír el "adelante" antes de entrar. Se quedó mudo con lo que vio.

La habitación de la señora es enorme. Podrían dormir más de cincuenta personar en el piso y se apretujaban estaba seguro que entrarían otras veinte. Había un hogar en el medio con troncos encendidos y del otro lado estaba la cama… Con la señora encima.

Dimartino lo miraba fijamente. Estaba recostada de lado en su cama sosteniendo su cabeza con un brazo y el otro pasaba por todo su cuerpo hasta finalizar con su mano en su nalga. Solo traía puesta una toga blanca de ceda casi transparente delatando su figura.

La mirada de Dimartino lo hizo sentir como una presa enfrente de una leona.

–Ven aquí Lincoln. –Dijo casi en un susurro.

Él se acercó despacio y rezó porque su ropa pudiese ocultar cierta reacción de su cuerpo. No es ningún niño inocente, sabía perfectamente lo que estaba a punto de ocurrir. En sus años en la escuela de gladiadores cada tanto llegaban prostitutas para satisfacer a los luchadores que habían ganado peleas. "Esto era para que liberen un poco de tención", le había dicho el entrenador, "y no se vuelvan muy violentos" sino eran prostitutas entonces era alguna mujer rica que quería acostarse con el campeón. A esos últimos les concedían una habitación privada y bañaban a campeón, los otros follaban con las mujeres en las mismas celdas junto a la suya. Los gritos, gemidos y otras obscenidades lo habían dejado sin dormir en más de una ocasión, otra noche veía al de la celda de enfrente teniendo sexo sin el más mínimo pudor y gritando como si no estuviese solo con una mujer y otro hombre al mismo tiempo. Algunos de sus compañeros se emocionaban al ver eso y preguntaban cuando llegaría su turno. "Cuando salgan a la arena y maten al que tengan frente suyo" Les gritó el encargado.

Lincoln sentía cierta tentación cuando veía esas escenas y su cuerpo reaccionaba sin poder controlarlo, pero nunca imaginó que viviría lo suficiente como para estar con una mujer… y menos esta.

–Lincoln.

Lo sacó de sus pensamientos Dimartino. No sabía en qué momento había llegado al borde de la cama.

La hermosa mujer se sentó en la cama y le acarició el pelo blanco con manos suaves.

–Desde que te vi pelear en la arena del coliseo no he podido dejar de pensar en ti. Todo el viaje que hice a roma solo pensaba en regresar y ver tu rostro. Hoy me has hecho muy feliz: Me dijiste que amabas esta vida que te di, no muchos hombres hacen eso y es lo que eres, un hombre. No puedo ni imaginar los tormentos que has pasado para conseguir llegar hasta aquí con vida.

Su vos pasó de dulce a melancólica. No solo su tono, toda un aura de tristeza apareció de la nada rodeando a Dimartino.

–Hace diez años di a luz a un niño precioso, jamás ame tanto en toda mi vida, pero murió a la semana y mi esposo le siguió en un accidente. Desde entonces me he sentido muy sola a pesar de tener a todos mis sirvientes. Cuando te vi en la arena sentí algo agitarse en mi interior, creí que solo era una fascinación por tu apariencia y habilidad con la espada, pero ahora sé que fue mucho más que eso.

Lincoln la escuchó atentamente. Como siempre esa mujer lo sorprendió con la guardia baja, todos sus impulsos se apagaron y fueron reemplazados por un extraño sentimiento de lastima.

–Hoy al ver ese brillo de vida en tus ojos, el que todo niño debe tener, me sentí feliz. Sentí que ese vacío finalmente se estaba llenando. –Presionó su cabeza con sus manos y lo atrajo hacia ella.

Finalmente ocurrió Dimartino cortó la distancia entre ellos y posó sus labios en los suyos. El tiempo se detuvo en ese momento. Los labios de Dimartino apretaban los suyos en la muestra más pura de amor que habría sentido.

En un momento cerró los ojos y se dejó arrastrar por esa sensación ¿Debería abrazarla? ¿Abrir la boca?

Sus dudas se disiparon cuando se separaron. Mantuvo los ojos cerrados por unos momentos hasta al fin abrirlos, sentía las mejillas arder y su respiración se le dificultaba.

Dimartino estaba igual solo que sus ojos estaban llenos de lágrimas. Como si le acabasen de ofrecer el mejor regalo del mundo.

–Te necesito Lincoln, te quiero, te deseo. Quiero que me prometas que serás mío y solo mío.

La miro por un tiempo antes de asentir con la cabeza.

Dimartino sonrió y lo tomó de la mano al mismo tiempo que se corría hacia atrás indicándole que podía subirse a la cama.

Se dejó arrastrar sin oponer resistencia, sentía que el corazón se le iba a salir del pecho si seguía palpitando así.

Ambos quedaron arrodillados en la cama viéndose de frente. Dimartino levantó su mano y empezó a acariciar su mejilla en la parte donde tenía sus pecas. Con la otra mano sujetó su nuca y lo acercó hacia ella para iniciar un nuevo beso.

Los labios carnosos de Dimartino eran lo mejor que había probado en su vida. De súbito estos se abrieron y algo comenzó a presionar sus labios. Estaba demasiado nervioso y emocionado como para pensar asique solo abrió su boca para ser invadida por la lengua de Dimartino ¡Por Júpiter! Esta sensación era inclusive mejor.

Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que Dimartino estaba haciendo todo y él apenas se movía, de hecho no había estado haciendo nada más que seguir sus instrucciones. Mientras ella le hacía sentir el paraíso, él solo tenía sus brazos a los costados. No podía dejar esto así, era un guerrero después de todo, así que sujetó con sus manos los hombros de la señora y empezó a empujar con su lengua la de ella iniciando una feroz batalla. Batalla que ganó y consiguió hacerla retroceder hasta ser él quien invadió su boca.

Se separaron por la falta de aire con un hilo de saliva uniendo sus bocas. Lincoln tenía la lengua afuera por el placer tan nuevo que sentía. Dimartino por su parte el pelo se le había quedado revuelto otorgándole un aura salvaje.

Dimartino solo se dejó caer hacia atrás sobre los finos cojines que le sirvieron para reclinarse. Abrió sus piernas y puso una mano en la zona en donde se unían estas. Lincoln se puso en cuatro patas y gateó hacia ella pasando entre sus piernas.

–Lincoln… Ámame.

Se besaron con mayor intensidad que las beses anteriores. Cerró sus piernas para que no se separaran. Lincoln podía sentir una picazón en su zona pélvica muy agradable, por algún motivo comenzó a presionar esta zona con el cuerpo de Dimartino.

De súbito Dimartino los hizo girar a ambos dejando a Lincoln boca arriba. Luego se separó de él y se sentó sobre su entre pierna con la espalda derecha dejando una buena distancia entre ellos. Sus ojos brillaban de la diversión.

– ¿Estas muy ansioso Lincoln?

¿Acaso había hecho algo malo? Solo se dejó llevar por sus impulsos.

–Niño malo. –Dijo ella cuando comenzó a mover sus caderas de maneja circular.

Ante el movimiento Lincoln comenzó a jadear y se retorcerse. Rezaba porque Dimartino no se detuviese.

–Descuida Lincky. Te are sentir muy bien.

Dimartino se inclinó para darle un casto beso en la boca y luego se levantó para su gran frustración. Frustración que quedó olvidada cuando Dimartino acercó su cabeza hacia su pelvis. –Esto está estorbando. –Declaro ella refiriéndose a su ropa. De un movimiento le quitó las sandalias y los pantalones dejando su miembro masculino al aire. –Mmmm Se ve muy sabroso.

Lincoln podía ver un extraño líquido trasparente saliendo de la punta de su pene y un olor más extraño. Más no hizo caso. Solo vio como Dimartino acercaba su boca.

Ya frente a su virilidad, abrió su boca y sacó la lengua para darle una lenta lamida desde la base hasta la punta de su masculinidad. Lincoln sentía que iba a explotar en ese instante pero volvió a meter la lengua en su boca y cerró los ojos mientras saboreaba. –M-mi señora… D-Dimartino y-y-yo… AHHHHH.

Dimartino metió todo el pene de Lincoln en su boca y empezó a masajearlo con la lengua el mismo tiempo que subía y bajaba la cabeza.

Lincoln gemía del placer on cada subida y bajada de la cabeza de Dimartino. Pronto la misma sensación de algo que iba a salir regresó a él. –M-mi señora… S-siento… Algo raro… Y-yo creo que voy… V-voy a.

Pov Dimartino

Estaba tan feliz. Lincoln había aceptado estar con ella en esta noche. El primer beso que compartieron fue mágico para ella y el segundo le sorprendió cuando Lincoln tomo la iniciativa con su lengua.

La mejor parte fue cuando vio su masculinidad, al solo tener once años no era de extrañar que aún no estuviese desarrollada, pero igual se veía muy prometedor y los gemidos que consiguió sacarle fueron miles de veces mejores.

Podía sentir como palpitaba en su boca, estaba a punto de venirse. Por mucho que le hubiese gustado no podía permitir que Lincoln se corriese porque eso significaría el fin de la diversión. Así que succionó lo más que pudo una última vez antes de separarse.

La carita avergonzada de Lincoln fue el mayor de los tesoros… Bueno de hecho aún que daba uno más por tomar.

Se separó de Lincoln y quedó arrodillada a su derecha.

–Lincoln. –Lo llamó al ver que este no reaccionaba.

Cuando el peliblanco volteó la cabeza, se sujetó la toga y abrió el broche sobre su hombro dejándola caer en una cascada blanca de seda quedando desnuda frente al niño. Este abrió los ojos como platos ante la vista, tuvo que usar todo su autocontrol para no reírse en su cara, eso habría sido muy cruel. Sujetó uno de sus senos y lo apretó.

–Es tu turno de darme placer Lincoln.

Este solo quedó sentado cerca de ella, claramente no sabía que era lo que le estaba pidiendo y a Dimartino le daba demasiada vergüenza explicárselo y por eso lo atrajo hacia él dejándolo entre sus pechos.

–Lincoln…

Tomo las manos de él con las suyas y las dejó sobre sus pechos.

–Apriétalos.

Lincoln la miró sorprendido por sus palabras y las manos sudadas delataban que era la primera vez que tocaba el pecho de una mujer. Apretó uno de sus senos con mucho cuidado sacándole un suspiro de placer. Tras eso tomó más confianza y comenzó a masajear sus pechos a ritmo corrido haciéndola suspirar cada vez más fuerte.

–Owww… Lincolnnn.

Posó sus piernas a los costados de Lincoln para sentarse y quedar a la misma altura que su niño. Se miraron a los ojos avergonzados, agitados y deseosos de más. Por eso los dos unieron sus labios al mismo tiempo que recorrían con sus manos el cuerpo desnudo del otro. Hacerlo sin ropa era incluso mejor.

Pov Lincoln

Se sentía tan bien. Cuando vio el cuerpo desnudo de Dimartino se sintió más pequeño que nunca, ya había visto mujeres desnudas en las celdas y en subastas de esclavas pero el cuerpo moreno de Dimartino le pareció lo más perfecto en el mundo. Al principio no estaba muy seguro si tocar sus pechos porque se sentía como un bebe, pero los suspiros de su ahora musa fueron toda la inspiración que necesitó. Su batalla de lenguas se vio cortada por la falta del condenado aire, de no ser por eso se pasaría toda la eternidad besando. Intentó iniciar nuevamente el beso pero Dimartino colocó su mano en su pecho indicándole que aria algo más.

–Es tiempo Lincoln.

Lo empujó hacia atrás para que quedase nuevamente boca arriba y levantó sus caderas para poner su vagina sobre su virilidad.

– ¿Estás listo?

Lincoln asintió.

–Pues aquí voy Lincoln.

Y Dimartino se dejó caer sobre su virilidad. Lo primero que sintió fue la presión sobre su punta, luego el calor y al final la humedad. Dimartino estaba tan húmeda que su miembro logró introducirse limpiamente. Soltó un fuerte suspiro de placer. Dimartino solo arqueó la espalda por el placer y miró al techo hasta que sus caderas chocaron y acto estaba hecho. Eran uno solo ahora.

–Voy a comenzar a moverme Lincoln. –Dijo Dimartino viéndolo a los ojos.

Asintió con la cabeza por que no podía hablar de la ansiedad.

Dimartino colocó sus manos detrás de ella sobre sus piernas para apoyarse y realizó al mismo movimiento circular de antes solo que con el miembro de Lincoln dentro.

Lincoln jadeaba y babeaba por el placer. Dimartino sujetó sus manos y las colocó en su cadera para que sintiese el movimiento. El ritmo fue aumentando y Lincoln comenzó a moverse también para intensificar el placer. En este punto los dos jadeaban sin parar pero no apartaban la mirada del otro.

– ¡M-MI SEÑ…

– ¡Dime Dimartino!

– ¡DIMARTINO! ¡NO PUEDO MÁS! ¡VOY A…

– ¡HASLO LINCON! ¡HAZME TUYA! ¡LLENAME CON TU SEMILLA!

Dimartino cambió su ritmo y comenzó a saltar sobre la virilidad de Lincoln incrementando el placer. Este sujetó con fuerza sus caderas para ayudarla.

– ¡LINCOLN! ¡MÍRAME! ¡QUIERO VER TU CARA CUANDO TE VENGAS!

De modo que se sentó para quedar enfrente de ella mientras seguí saltando sobre su masculinidad. Las sacudidas fueron en aumento hasta que con un último empujón los dos llegaron al orgasmo al mismo tiempo.

– ¡DIMARTINO!

– ¡LINCOLN!

Pov Dimartino

Podía sentir la ardiente semilla llenar todo su cuerpo pero eso no le causaba ni la mitad de placer que el rostro frente suyo. Finalizado el acto los dos se desplomaron con Lincoln encima de ella con la cabeza apoyada en su pecho.

Luego de diez minutos de respiraciones se separaron y quedando recostados uno al lado del otro.

Se sintió como una nube flotando por el cielo pero entonces el sol comenzó a quemarla y abrió los ojos. Se había quedado dormida sin darse cuenta. La cama estaba echa una desastres, luego tendría que ordenar lavarlas (Sin hacer preguntas).

Le pareció sentir un poco de peso en su pecho. Al girar la cabeza se topó con un manto blanco. Lincoln se había quedado dormido sobre su pecho. Con una gran sonrisa comenzó a acariciar los cabellos blancos del niño logrando que esta sonriese del gusto.

–Te amo Lincoln. Muchas gracias.

Sin decir más le dio un beso en los labios y se acurrucaron.


Espero que les halla gustado a los que querían ver a nuestro peliblanco favorito en acción. El próximo capítulo será el último y no sé cuando lo voy a poder publicar, descuiden habrá un momento DimartinoxLincoln más antes del final. Hasta la próxima.