Un nuevo Drarry, ya sé ya sé, tengo otras dos historias pendientes... Pero ¿conocéis la sensación cuando te asalta una idea y no deja de dar pataditas hasta que la sacas de tu mente y la tecleas dándole forma? Dejadme vuestras opiniones, y acepto tomatazos llegados el caso.

Disclaimer: el mundo de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling, yo sólo juego con sus personajes.

Clasificación: NC-17


Draco miraba desde lo alto de la pista de baile donde estaba ubicada su oficina, los cristales tintados le conferían máxima discreción y una panorámica bastante clara de todo lo que pasaba en su local.

Como cada noche que podía escaparse supervisaba todo desde aquel lugar, dejando sus ojos y manos a cargo de sus socios, Blaise Zabini y Theodore Nott.

Podía ver al moreno refinado, era el relaciones públicas, todos querían un pedazo de Blaise y él, magnánimo, se dejaba querer; sabía que uno de los atractivos del club era su atractivo amigo.

Por otro lado, el serio y responsable, y a la vez intimidante gerente,Theo; mantenía el ambiente distendido y seguro, el ponía el contrapunto. El trato con los proveedores y la seguridad corría de su cuenta.

Él, Draco Malfoy, era la cabeza pensante, el hombre de negocios, quien conocedor de la tendencia la aplicaba a sus negocios. El Merlin's había sido su capricho. Un club exclusivamente para hombres, en concreto para hombres gays y más en concreto, para magos gays.

Y sin duda su olfato había olido el dinero, un rotundo éxito en la estricta moral del mundo mágico inglés. Curiosamente había demasiados magos que habían podido abandonar la inseguridad de ser descubiertos entre los clubs similares del Soho de Londres y aunque al principio reticentes, se habían dejado atraer hasta el Merlin's.

Draco controlaba todo lo que ocurría, esa era su tarea y su distracción. Como hombre de negocios tanto mágicos como muggles, su vida social daba asco. Largas jornadas se sucedían día tras día. Lo sabía, por mucho que sus amigos le recomendaran salir y conocer gente, no le encontraba el encanto. Alguna noche había bajado y bailado con algún mago lo suficientemente borracho para que no hiciera muchas preguntas. O lo suficientemente joven para que aquel tatuaje que marcaba su brazo no fuera más que historia que casi no habían vivido.

Pero, sí, no había cenas, citas, noches que vieran el día con alguien a su lado. Y él no veía nada malo en ello, tenía a su familia, tenía a sus amigos y el amor de momento no le interesaba lo más mínimo.

La noche había empezado tranquila, Theo había subido a hablar con él. Le agradaban esos momentos que pasaban juntos, su calmada conversación siempre le relajaba y le demostraba su incondicional amistad, no era raro que a veces la soledad le hiciera su feo efecto.

Theo era el menos insistente de los dos, Blaise siempre le andaba detrás con el tema de sociabilizar, y era curioso que le afeara sus relaciones de una sola noche cuando el moreno era el rey de la promiscuidad.

Una vez se hubo ido, por ese día podía dejar los negocios a un lado, con una copa de buen whisky de fuego en la mano, se entretuvo mirando por su ventana. Era más de medianoche, el local estaba lleno, en la pista un par de decenas de chicos bailaban contoneando sus cuerpos, era aquello por lo que adoraba los clubs que había frecuentado en el mundo muggle. Hombres, con el torso desnudo, bailando al son de una música machacona y sugerente. Él había experimentado el placer de encontrarse envuelto entre todos aquellos cuerpos anónimos, excitados y complacientes. Ahora, allí abajo, aquel grupo de magos hacía lo mismo que los muggles, y todo se sentía correcto. Era estúpido querer hacer distinciones cuando se hablaba de piel, labios y sudor. Y una parte dentro de él se maravillaba ante el hecho de que él, un ex-mortífago, hubiera traído aquello del mundo muggle.

El hilo de sus pensamientos se rompió, una figura en la pista le llamó la atención, bailando sugerentemente, su torso desnudo, pelo negro, su cuerpo era una delicia para los ojos. El tipo de Draco, registró su mente. Quizás hoy fuera uno de esos días en los que se mezclara con sus clientes.

Aquel chico parecía ajeno a los que se frotaban a su alrededor, se dejaba llevar por la música, meciéndose cautivadoramente. Draco iba bajando las escaleras del primer piso, saludó a Blaise con un guiño que este le devolvió divertido. Draco solo dejaba la intimidad de su despacho para ir de caza, como lo había denominado una vez el moreno.

Pero, sí, hoy tenía hambre, y aquel chico sugerente le había atraído a pesar del cristal de su ventana. Ahora, introduciéndose entre la marea de cuerpos, la magia que irradiaba le llamaba a pegársele por detrás.

Él era una persona decidida, cuando le gustaba algo, lo tomaba, y así tomó las caderas del moreno, uniéndosele al ritmo de la música. Sus cuerpos se acoplaban perfectamente, Draco le sacaba algunos centímetros, justo para abarcarle y hundir la cabeza en su cuello.

La piel dorada del moreno, no solo era suave sino que desprendía un olor embriagador. Las manos de Draco recorrieron su pecho, delgado pero fibroso, aquel chico moreno se ejercitaba correctamente. Notó como aquellas nalgas se movían contra su entrepierna, suaves círculos al ritmo de la música, que hicieron que la excitación de Draco fuera en aumento.

Besó el trozo de cuello que había bajo sus labios, suave y salado, era delicioso. Y trazó un camino húmedo con su lengua hasta su clavícula, mientras su pálida mano hacía contraste con el bronceado cuerpo de su presa, bajaba por su abdomen hasta el inicio de sus pantalones.

Nadie los miraba, aquellos preliminares eran comunes en su club, en la pista de baile uno se acercaba y tomaba si el otro estaba de acuerdo. Y aquel chico parecía del todo de acuerdo a las caricias de Draco. La erección que apretaba contra aquel duro trasero, le dejaban claro que él ya estaba preparado para continuar en el "cuarto oscuro" y la mano sobre la entrepierna del moreno le dejó claro que él también.

Le giró para llevarlo, y cuando ambos se miraron, la lujuria que había en sus ojos fue sustituida por la sorpresa.

Maldita suerte la suya, ni más ni menos, que el jodido Harry Potter; el jodidamente caliente, atractivo y duro niño-que-vivió seguía tomado de su mano.

Sus ojos verdes lo miraban llenos de sorpresa, pero también vio deseo en ellos y por un momento no supo que hacer, agarrándolo aún de la mano. Estáticos.

Por un lado era absurdo negar que le había estado refregando su dura polla al culo de Potter y que este se había refregado contra él.

—¿Tienes miedo, Malfoy?—dijo Potter con una voz absolutamente masculina y sugerente.

—Nunca—dijo totalmente decidido y cachondo.

Si eso es lo que quería, le iba a dar la mejor follada de su vida. Sin darse cuenta volvían a la eterna competición, salvo que ahora se había transformado en algo mucho más excitante.

De un brusco tirón le instó a caminar detrás de él hacia aquella oscura habitación iluminada por un cálido hechizo velado.

No fueron más que unos metros pero a Draco le quemaba la mano que tocaba la piel de su antiguo rival.

Entraron y Draco se fue hacia el lugar que solía utilizar para esos encuentros, suficiente oscuro para darle privacidad pero no tanto como para no ver a su pareja del momento. Pegándolo contra la pared, esos centímetros que le ganaba a Potter, le daban la seguridad de obligarle a mirar hacia arriba mientras le miraba.

Sus manos a los lados de la cabeza de Potter, podría haberse quedado hipnotizado en los verdes orbes, quizás no fue tan buena idea venir con el moreno hasta este punto.

Envolviéndolo con su cuerpo notaba la electricidad entre los dos, sus labios rosados estaban suplicando ser besados, pero Draco quería que el moreno se lo pidiera, que le rogara por hacerlo suyo.

Potter reaccionó, y curvando su cuerpo rozó la pelvis de Draco, mientras miraba dentro de sus grises ojos, una conversación muda, ambos luchaban nuevamente. En silencio, calientes y deseando dar el siguiente paso.

"A la mierda" pensó Draco, sin poder esperar atacó la boca de Potter, cálida, suave y húmeda, era la puñetera hostia besarle. Perdido ya de todo pensamiento racional, Draco, acariciaba todo trozo de piel que encontraba a su paso. Le volvía loco, su olor, su sabor, la dureza que iban atacando sus manos. Y la entrega de su amante, una y otra vez en su cabeza resonaba "Potter, Potter, Potter"

Separándose apenas, con sus manos masajeando su duro trasero, el moreno se retorcía entre sus manos, este tironeaba de su cabello hacia abajo, pegándolo a él.

—Fóllame, Malfoy—le gimió en los labios.

Draco lo veía todo rojo, la imagen totalmente erótica de Harry Potter desecho de anhelo por él, rogándole que se lo follara le hizo insoportable estar ni un minuto más oprimido por sus pantalones.

Las manos del moreno le habían desabrochado la camisa, y los pantalones de Potter estaban caídos sobre sus caderas. Draco se desprendió de su ropa con una celeridad que al parecer divirtió al moreno, que con un suave roce de sus manos dejó caer sus jeans.

Draco lo volvió a pegar a sí mismo, rozando sus erecciones, húmedas y necesitadas. Sus manos nuevamente entre sus nalgas, separándolas buscando el cálido orificio en el que iba a enterrarse hasta hacerle perder el sentido, o hasta perderlo él mismo, ya no lo tenía claro.

Pasando sus brazos bajo los muslos del moreno, este se elevó para quedar agarrado con las piernas a las caderas de Draco, con su espalda pegada a la pared y sus brazos al rededor de su cuello.

La polla de Draco quedó justo en la cálida entrada de Potter, la propia humedad de Draco le sirvió para irse introduciendo lentamente en él, sin dejar de mirarse ni un segundo, centímetro a centímetro Draco se clavó en su interior; le acogía estrechamente, deliciosamente, abrasándolo.

La boca abierta de Potter jadeaba con cada avance, su imagen en la semi-penumbra le parecía arrebatadora, como un sueño que alguna vez hubiera tenido y saliera a la luz en ese momento, haciéndolo coincidir cuando estaba clavado completamente en él.

Un segundo, no más de un pestañeo, y Draco comenzó con un suave ritmo de caderas, que hizo que Potter echara hacia atrás su cabeza, ofreciéndole su cuello.

Lamiéndolo, intensificó el ritmo, ambos jadeando, mirándose ahora, todo parecía irreal y a la vez hipersensibilizado por el contacto.

—¿Así es como te gusta?—escapó de sus labios, Draco no era un amante parlachín, él buscaba la satisfacción, pero quería volverlo a escuchar para saber que aquello no era una alucinación—.Que te folle duro contra la pared, ¿Potter?

—Sí, sí… —Podía escuchar el sonido húmedo al enterrarse en él, era absolutamente erótico, sus jadeos, el calor que sentía en el contacto de sus pieles.

La boca del moreno le atacó, besándolo, lamiéndolo, absorbiéndolo. Y el taladrándose en su interior casi con rabia, quería entrar donde nadie había llegado, clavarse dentro del moreno para siempre. Esa mirada que habían sostenido por años, llena de hostilidad estaba derretida de placer y no quería perderla.

Notaba como iba a correrse en breve, no podía aguantar más la sensación quería llenarlo de su semen. Y saber que lo iba a hacer le volvía loco, ese culo lleno de él.

—Te voy a llenar el culo de semen, Potter—le jadeo en el oído.

—Córrete dentro de mí…—jadeó el moreno antes de correrse él mismo mientras sus ojos no dejaron de mirarse. El semen del moreno los cubrió a ambos, y los espasmos del orgasmo aprisionaban la polla de Draco, perdiendo el control, derramándose en su interior.

La caliente lengua de Potter le lamía los labios perezosamente mientras él jadeaba su nombre.

Sus respiraciones estaban desbocadas, aún con Potter entre sus brazos, enterrando su cabeza en el cuello del moreno. Aspiró su olor, y escuchó la risa de este, al parecer su aliento le hacía cosquillas en el cuello.

Fueron separándose, bajando las piernas su polla abandonó el cálido culo de su amante.

De pie, uno frente al otro, todo se seguía sintiéndose irreal. Acababa de follarse a su rival por años, a su antiguo compañero de escuela, a aquel que los había liberado a todos. No habían hablado por años, Merlín, Draco ni siquiera sabía que era gay.

Normalmente Draco se vestía y se despedía rápidamente, pero estaba clavado en el suelo, aún completamente pegado a Potter.

Y contra todo lo que era Draco, bajó nuevamente sus labios hasta rozarlos contra los hinchados de Potter. El moreno devolvió su caricia, introduciendo su lengua buscando la del rubio.

Cuando se separaron el chico de ojos verdes tenía una sonrisa en los labios, que sin darse cuenta Draco estaba copiando.

Draco cogió su varita para limpiarlos a ambos de los restos de semen, pero cuando fue a apuntar a la dilatada entrada de Potter, este agarró su mano evitándolo. Agarró su ropa y se vistió, el semen de Draco iba a estar aún dentro del moreno por un buen rato. Lo que provocó un duro tirón de su polla ya no tan blanda.

—Tienes un bonito Club, Malfoy—le dijo con una traviesa sonrisa mientras abandonaba el lugar.

Nadie sabía que el Merlin's era suyo, su idea, su capricho. Y una sonrisa resignada cruzó su semblante. Potter, siempre Potter.