Hola, hola, Luna de Acero reportándose. Ay, ay, estoy muy dolorida, no se preocupen que no es nada grave, pero si incómodo. No creo llegar con la actualización de Átame a ti, pero seguro la saco mañana, prometido. Bueno, les dejo esta que sé que estaban esperando y si fueran tan amorosos y amables de decirme que les ha parecido, me harían más que feliz! Besitos mis amores!

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de Isayama Hajime.

Advertencias: Fluff, leve lime, y romance, al fin.

.

.

"Tu beso sacudió mi boca,

y aún me tiembla el recuerdo".

Adolfo Morales Moncada

.

.

Levi miró la persiana caída. Trató de arreglarla con unas maderas viejas y semi podridas que había en un costado. Igual entraba un chiflete importante desde afuera. Y bueno, era finales de otoño, inicios de invierno. La peor estación posible. La tercera cosa que Levi odiaba, por detrás de la mugre y los titanes, era el frío. Su cuerpo, a pesar de la intensa actividad que tenía normalmente, perdía calor con facilidad. Tampoco era como si con el equipo tridimensional fuera posible usar mucha ropa encima. Una mierda total.

Bajó las escaleras de piedra y se reunió con Eren en el recinto. Malditamente enorme, la pobre fogata que habían podido encender apenas si calentaba o iluminaba algo, y para colmo de males parecía que iba a nevar. Puto Erwin, puta misión, puto frío, putos todos.

Había notado que su mano derecha temblaba un poco, supuso que se debía a la falta de sueño, ya iban cuatro días y apenas había hecho una ligera siesta esa tarde.

Se sentaron alrededor del fuego. Eren tenía cara compungida. Erwin los había mandado a esas ruinas en busca de pistas sobre los titanes del pueblo del sur y un supuesto mapa hecho por antiguos exploradores que estaba en ese lugar. Pero más que perder el tiempo, no se encontraron con nada significativo. Hanji estaba en Sina, reunida con Zacklay y con Pixis por orden del comandante.

Los había sorprendido una horda de seis titanes, y entre que tuvieron que huir al bosque para poder usar los equipos, cuidar que Eren no terminara en el estómago de alguno y volver a esas ruinas a buscar ese maldito mapa de mierda que se suponía debía estar ahí, se les había hecho jodidamente tarde. No había luna, estaba nublado, y para colmo corría un aire heladísimo. Levi decidió que mejor pasaban la noche a resguardo, y realizarían la búsqueda temprano apenas amaneciera. Además con la luz del día podrían buscar mejor. Al menos tenían algunas provisiones en las alforjas de los caballos que habían sido puestos a resguardo en una de las habitaciones.

Levi tembló levemente, el vapor de sus alientos se dibujaba en la semi penumbra. Eren lo miró de reojo, revolvió en su mochila y sacó algunas galletas envueltas en papel metalizado.

—Capitán, ¿quiere uno? –ofreció y el hombre aceptó. Levi pensó que estaría dispuesto a matar por una puta taza de té caliente. Pero se conformó con unos tragos de agua para pasar los secos bocados. Quería bañarse, quería arroparse, quería que la noche se terminara de una vez.

Cuando terminaron de comer eso, prosiguieron con unas raciones de carne seca y salada. Era horrible, pero les iba a dar las energías suficientes.

—Aaah… -suspiró el cadete-. Ahora extraño los sosos guisos de la Legión.

—Al menos están calientes.

—Sí… -Eren lo miró de reojo de nuevo y notó el estremecimiento cada cierto tiempo del menudo cuerpo del capitán-. Mmm… ¿t-tiene frío?

Levi lo miró aburrido y cansado.

—Porque… bueno… digo… como está tan helado… yo, emm… mi cuerpo, tal vez por el poder de titán, mi sangre es muy caliente y… mmm…

—Estoy bien, no tengo frío –dijo cerrando un poco el escueto poncho verde del uniforme, pero lo traicionó su propio cuerpo-. ¡Aaatchísss!

Eren se puso de pie y fue a sentarse a su lado, lo envolvió con su propio poncho y le puso un brazo sobre los hombros.

—Te dije que no necesito nada –se quejó el hombre pero no hizo nada para alejarse o quitar el brazo de encima. Maldito mocoso, sí que era cálido.

—Lo sé –respondió Eren resignado-, pero estoy empezando a sentir algo de frío, ¿le molesta si compartimos un poco de calor corporal?

Levi no respondió, pero se encogió un poco y se apegó a la figura del joven. Eren sonrió apenas y lo abrazó más fuerte. Tenía las rodillas replegadas contra su pecho y Levi apoyó su cabeza en la rodilla más cercana y suspiró muy bajo. Era agradable, se sentía a gusto, el calor volvía a su cuerpo. Eren no mentía, parecía una maldita estufa andante. Poco a poco la somnolencia empezó a afectarlo y pronto estuvo cerrando sus ojos. Se durmió profundamente. Eren acercó su cabeza desde un costado para ver su rostro, la respiración rítmica le indicó que estaba en el país de los sueños. Con su otra mano acarició sutilmente el cabello del capitán. Estaba frío y suave. Acarició sutilmente su nuca rapada y Levi se removió un poco mascullando entre sueños. Pero evidentemente le había caído el cansancio con todo el peso. Eren apoyó su cabeza contra la espalda del capitán y se acurrucó para cubrirlo lo máximo posible del frío. Desde esa posición podía escuchar el profundo sonido de su poderoso corazón. El corazón del más fuerte de la humanidad.

Aaah, había extrañado tanto estar cerca de él, tocarlo de esa manera tan cercana, de esa forma en la que nadie más podía… bueno, excepto el comandante… Ese pensamiento le dolió mucho. Aunque Levi le había dicho que nada pasaba entre ellos. ¿Pero cómo creerle después de haber visto esa escena en el despacho?

— ¡Limpia la…! …ana… mmm…

Eren se sobresaltó un poco al escuchar al capitán, pero parecía estar soñando. Le dio algo de gracia, lo cierto es que nunca lo había visto dormir tan de cerca. Algunas veces se dormía un poco en la mesita fuera de la celda, pero nunca escuchó que dijera nada. ¿O tal vez no prestó la debida atención?

—Plu… plumeros… joder…

—Capitán –susurró el cadete con algo más de confianza-, me gusta… me gusta mucho…

—0—

Cuando Levi se despertó, le dolía un poco las articulaciones por la incómoda posición y tenía el trasero frío. Pero el resto del cuerpo estaba caliente, sintió algo pesado en su espalda, era la cabeza de Eren. Suspiró y decidió dejarlo dormir un poco más. El levemente tibio sol entraba por las rendijas de la ventana rota, con seguridad no serían más de las ocho. ¿Tanto había dormido? Y a pesar de ser en ese lugar y en esa posición, se sentía renovado. Lo aceptaba, estar cerca del cadete, más en época invernal, era agradable. Luego de media hora de disfrutar los roces, se comenzó a remover, y pronto Eren se despertó también.

Se lavaron la cara y la boca, reduciendo al máximo el consumo del agua que les quedaba y buscaron el mapa. Luego de una extensa búsqueda lo encontraron, por lo que pudieron regresar.

Pasado el mediodía arribaron al centro de comandos de la Legión. Levi se bañó y se dirigió a preparar los reportes. Tocaron a su puerta.

—Adelante.

—Capitán, le traigo el mapa, quedó en las alforjas de los caballos, ya los dejé en el establo alimentándose y descansando.

—Bien, déjalo ahí –señaló encima del escritorio.

— ¿Le preparo un té? –hubo una pausa de algunos segundos, pero al fin le contestó.

—Está bien.

—Entonces ya regreso –Eren sonrió con ganas y salió del despacho. Levi suspiró y se frotó las sienes.

Todavía podía sentir como esos lugares donde su cuerpo había rozado con el del cadete se sentían… pesados… extraños, como si todavía estuviera ahí. Movió su cabeza y olisqueó sobre sus hombros, un leve, muy imperceptible perfume, la esencia de Eren, aún permanecía allí, como si se negara a abandonarlo. ¿Qué pasaba ahora? ¿Acaso se estaba volviendo un maniático como Mike?

Se puso de pie y se acercó a la ventana, cerró sus ojos y se dejó llenar por el calor del sol que se filtraba por los cristales, se abrazó a sí mismo un poco. Los cálidos rayos… no eran muy diferentes… muy similar… a cuando Eren lo tocaba… Abrió sus ojos… No… Ya no lo tocaría más… Todo volvería a ser como era antes… Nuevamente esa dolorosa angustia se coló en su pecho.

—Tch… ¿Me estoy poniendo viejo o qué?

Su mirada se perdió entre las caminatas de los reclutas allá abajo, llevando, trayendo cosas, yendo a entrenar, charlando, sonriendo con tanta facilidad. Eso jamás dejaría de sorprenderlo, como podían sonreír de esa manera, como si el mundo fuera lindo y bueno. Como si no hubiera gigantes ahí afuera esperando por devorarlos a todos, como si ayer no hubieran enterrado cientos de cuerpos. ¿Cómo podían olvidar el dolor? El jamás lo olvidaba, era como una enorme montaña que se acumulaba, que no paraba de crecer dentro de él. Y ahora Eren era un experimento, una herramienta de la Legión, de la humanidad, de quien mierda fuera… un prisionero… No quería… no deseaba la misma suerte para el joven, tener que asistir a otro funeral, ver como se sacrificaba por todos, no, definitivamente no quería ver eso. Abrió un poco los ojos, cuando la cosa que parecía pulverizada dentro de su pecho, se revolvió con una fuerza inusitada. Diablos que no lo permitiría, antes tendrían que pasar sobre su cadáver, se volvería un demonio, un dios de los avernos, cortaría y usaría todo su poder contra cualquiera que osara hacerle algo.

¿Desde cuándo sentía eso? Aquella vez que Eren casi fue cristalizado por el poder del titán hembra… estaba herido, muy herido en su pierna, sin embargo ni siquiera lo pensó, al ver la pelea corrió a calzarse el equipo 3D, una de las pocas veces que desobedeció a Erwin, y pudo sacar a Eren a tiempo antes de que la cristalización alcanzara su cuerpo. Estaba desesperado… entonces… ¿hacía tanto? Nunca… se había dado cuenta…

Una pesada mano lo hizo sobresaltar al sentirla sobre su hombro.

—C-capitán, lo siento, lo llamé pero parecía no escucharme.

—Oh…

—Le traje su té…

—Ya veo, Eren… ve y trae una taza para ti también, quiero que me acompañes un momento.

El joven lo miró con los ojos brillando emocionados.

—Sí, de inmediato, señor –se retiró a buscar su propia taza, su corazón latía desbocado.

Levi llevó su silla frente a su escritorio y esperó paciente al cadete. Eren llegó y se sorprendió de que estuviera sentado frente a la silla que él ocuparía. Dejó la taza sobre el escritorio con manos temblorosas y después de tomar asiento, miró al capitán, como esperando otra orden.

—Escucha, Eren… -dijo Levi con el semblante serio, pero tranquilo-. Antes que nada quisiera decirte que, aunque esté en una posición superior, debido a mi experiencia en la Legión, no hay mucha diferencia entre tú y yo –el joven escuchaba atentamente-. A fin de cuentas sólo somos dos personas que buscan liberar a la humanidad. Dos personas que fueron… "bendecidas" con estos poderes de mierda. La diferencia más grande, es que realmente tú eres nuestra mayor esperanza, hasta ahora la humanidad no había contado con un titán luchando a su favor. Por lo que no podemos darnos el lujo de perderte. Por eso… yo como tu guardián asumo esa responsabilidad, te cuidaré con mi propia vida de ser necesario.

—Se… se lo agradezco profundamente, señor –respondió el joven conmovido.

—Eso no es todo –agregó tomando la taza y bebiendo un sorbo-. Me estuve comportando como un idiota contigo, y quiero que sepas que… si hubo alguna actitud mía que te haya lastimado, te pido disculpas por eso. No quiero generarte más problemas de los que ya tienes. Tienes 16, y esta vida que te ha tocado es demasiado difícil para un chico de tu edad. Pero también debes saber que yo… soy muy malo para expresar lo que me sucede a veces. Lo que… siento… Y parece que hasta el momento hice que las cosas empeoraran, de alguna forma. No quiero arruinar la confianza que tienes en mí, no me lo perdonaría –Levi levantó su rostro y miró a los ojos del joven que estaban algo acuosos-. No le permitiría a Erwin, ni a nadie que se acercara a mí de la manera que tú lo haces… que eso quede claro, mocoso. A ti te lo permití porque… eres especial.

Hizo una pausa para beber otro trago, tratando de elegir cuidadosamente las palabras.

—Capitán… perdóneme, por favor –dijo al fin el cadete agachando la cabeza, las manos en puños sobre sus rodillas, el cuerpo temblando ligeramente, Levi ladeó un poco la cabeza como mostrando que no entendía sus palabras-. Yo le mentí… -confesó con la voz desmejorada-, yo… nunca me ha dejado de gustar, capitán. Cada día… es tan difícil para mí…

Levi dejó su taza sobre el escritorio.

—Soy un mocoso, todo lo malinterpreto… soy impulsivo, no pienso muy bien lo que digo. Perdóneme… Se lo suplico –lo miró al fin con los ojos rebosantes de lágrimas y los pómulos ligeramente rojos-. Perdóne-

No pudo terminar la frase, Levi se movió tan rápido que le dio un poco de vértigo. Pero cuando quiso acordar lo había levantado de la solapa del uniforme y había sellado su boca temblorosa con sus labios. A Eren le llevó algunos segundos procesar lo que sucedía, pero al fin, tomó de la cabeza a su capitán, con ambas manos, se separó ligeramente para tomar una bocanada de aire y luego fue él el que lo besó con determinación. Las manos de Levi estaban fuertemente asidas de su uniforme y ambos buscaban un roce más íntimo, por lo que abrieron sus bocas para disfrutarse mejor. Levi sintió que su piel se erizaba a medida que sentía la lengua de Eren enredarse con la suya. Tan joven, tan valiente, tan ingenuo a veces, pero fresco, lo resucitaba más y más de su monótona vida, lo alejaba de ese dolor grande como un titán, que lo consumía a diario, le hacía sentir que… valía la pena vivir.

Apoyaron sus frentes, una contra la otra, resoplando como si acabaran de echarse una carrera.

—Me gusta, me gusta, capitán… lo quiero… -exclamó Eren en susurros, su aliento golpeando el rostro ajeno y Levi cerró los ojos, para controlar esa energía, como llamaradas ardientes que lo atravesaban de lado a lado con cada palabra.

Eren lo empujó contra el escritorio, donde cayó sentado prácticamente y luego volvió a atacar sus labios. Las tazas volcaron un poco su contenido, pero no pudo importarle menos. El capitán ni siquiera se dio cuenta el momento exacto en que sus propios brazos lo buscaron, lo capturaron y lo atrajeron contra su cuerpo. Caliente… el cuerpo del chico titán… ardía… o tal vez él también estaba ardiendo, ya nada importaba, porque Eren al fin le decía que seguía sintiendo lo mismo, ya nada más le hacía falta.

Se besaron desesperados, como si no se hubieran visto en años, como si fueran a desaparecer en cualquier segundo, y era imposible no querer más y más. La boca del joven se deslizó por su quijada y llegó hasta su cuello despertando sensaciones abrumadoras, su cuerpo se estremecía como una hoja sacudida por el viento, nuevamente ese ardor en la entrepierna, pero esta vez sin miedo, solo quería seguir avanzando y avanzando. Cerró los ojos y echó su cabeza atrás para dejarle explorar más piel. Se besaron un poco más, hasta que unos toques a la puerta los alertaron.

Ambos miraron en su dirección. Levi se puso de pie de inmediato, pero miró a Eren tratando de recuperar la calma.

—Ven esta noche a mi cuarto, sé sigiloso –fue lo que le dijo en susurros, y el joven le regaló una sonrisa del tamaño de un castillo, asintiendo con ganas. Levantó su taza y se retiró, dándole paso a Armin.

—Oh, Eren, el líder Keith te estaba buscando, necesita verificar unos cumplimientos de entrenamiento contigo.

—De acuerdo, ahora iré. Señor, me retiro –habló lo último dirigiéndose al capitán que solo asintió con la cabeza, mientras volvía a poner su silla del lado que correspondía.

Una vez que Armin terminó el encargo sobre la revisión del stock de gas y cuchillas, se retiró. Levi se frotó el rostro con ambas manos y se pellizcó la mejilla. No, no estaba soñando, pero con seguridad estaba perdiendo la cabeza.

—0—

—Eren… ¿estás contento? ¿Qué ha sucedido? –le preguntó su querido amigo rubio, mirándolo con atención. Estaban sentados en las escaleras del comedor observando el cielo, estaba inusualmente helado, sin dudas las nevadas caerían en cualquier momento.

—Sí, estoy contento –respondió el de ojos verdes, pero no aclaró nada más.

— ¿Las cosas con el capitán han mejorado? –dijo mirándolo de reojo y hablando en voz baja.

Eren sonrió más ampliamente y solo asintió muy leve con la cabeza. Sus ojos resplandecían, le hacían competencia a la brillante y silenciosa luna.

—Me alegra verte bien… Sabes… a veces creo que si conoceremos el mar finalmente…

—No lo dudes, Armin… yo creo que a veces los sueños están mucho más cerca de lo que creemos.

—Es como si de repente te hubiera alcanzado la madurez. Hablas como un adulto.

—Tal vez todos nos vimos obligados a madurar de golpe, ¿no crees? Por cierto, necesito consultarte sobre algo que… bueno, necesito cierta información.

—Sí, claro, dime.

—0—

Se colocó la capucha, se escabulló entre las sombras. Había dejado dos almohadas bajo sus cobijas, por si alguien se asomaba al sótano, sólo por precaución. Esperaba que fuera suficiente. Estaba usando las botitas cortas para no hacer tanto ruido. Tenía una excelente visión nocturna, por lo que necesitó de una antorcha para llegar hasta esa parte del castillo, además no quería llamar la atención.

Tuvo que ocultarse en un pasillo al sentir las voces de Moblit y de Hanji, se venían riendo de vaya uno a saber qué, y se susurraban algunas cosas, para estallar en risas de nuevo. Una vez que los sintió lejos, continuó con su camino. Cuando llegó frente a la puerta se preguntó si sería prudente tocar, pero apenas levantó la mano la misma se abrió. Ingresó de inmediato. Levi cerró y colocó el seguro.

Eren sentía que su corazón latía tan fuerte que lo aturdía, tragó en seco.

—Ven –lo llamó Levi y se sentaron en su cama. Sacó una jugosa y roja manzana junto a su navaja de bolsillo.

—Capitán, permítame, quisiera mostrarle algo –le pidió extendiendo su mano, el otro cedió.

—Ya te dije que no me llames así cuando estemos a solas, y fuera de los horarios de la Legión.

—Me… me cuesta un poco, pero lo haré.

Eren la cortó en gajos rápidamente y luego le dio forma a algunos, para acercarle uno.

— ¿Qué se supone qué es esto? –preguntó el hombre mirando la pieza entre sus finos dedos.

—Es un conejo.

—…

—Esas son las orejas, ¿ve? Y esos son los ojitos.

—Es decir… ¿me voy a comer un conejo? Como sea –se lo llevó a la boca y masticó.

— ¿Y bien? –preguntó Eren llevando uno a sus labios.

—Saben igual… pero… son divertidos, creo… -dijo mirando otra pieza, luego levantó la vista y vio a Eren haciendo una mueca con los labios y las manos dobladas sobre su cabeza imitando dos orejas-. ¿Qué carajos estás haciendo?

Eren frunció la nariz y la movió de lado a lado con gracia y Levi pudo darse cuenta que estaba imitando un conejo, o algo como eso. ¿Eh? El joven bajó sus manos y sonrió un poco apenado.

—Lo siento, yo, pensé que si al capitán… emm, si a Levi le gustaban los conejos, tal vez… olvídelo, je, es una tontería, perdón.

El hombre giró rápidamente su rostro dándole la espalda al cadete, se tapó el rostro y sus hombros se movieron como temblando.

— ¿Cap-, Le-Levi? ¿Está bien?

—Sí, sí, no te pre… no, nada. Es… jjj…

— ¿Qué le sucede? ¡¿Se está ahogando?! –dijo el cadete asustado.

—No, jjj… ja, ja, ja, jjj –se tapó con más fuerza la boca por la carcajada que había surgido de su interior y que no sabía cómo dominar.

—Usted se está burlando –dijo Eren con seriedad, Levi se giró mirándolo algo agitado, nunca le había sucedido algo como eso antes, querer reírse así. Inspiró para calmarse y luego volvió a su rostro sereno. Al fin miró al joven.

—No me estaba burlando, simplemente fue… no sé, me pareció un poco… bonita… tu actitud, y me causó risa, no lo sé… lo siento, no quise ofenderte, simplemente no lo pude evitar.

— ¿Si fuera un conejo me devoraría? –consultó Eren mientras continuaba picando las otras tajadas de la manzana.

—Si fueras un conejo de manzana, tal vez… aunque eres muy grande, tendría que devorarte por partes.

Eren se puso más rojo que la misma manzana que tenía en las manos, Levi masticó un pedazo más y lo observó de reojo. Lo golpeó con suavidad con su antebrazo.

— ¿Qué te estás imaginando?

—No, nada, nada –el joven se puso una pieza en la boca y suspiró.

—Aunque con tus antecedentes supongo que no sería buena idea comerte, luego saldrás de adentro de mi estómago como titán.

—Aun así creo que sería interesante correr el riesgo… ¡Ouch! –se quejó cuando sintió la dentadura de Levi sobre su brazo.

—No, prefiero los conejos de manzana –habló mientras tomaba otra de las piezas y masticaba. Eren se rió un poco de esa actitud. El capitán también tenía un lado suave por lo visto.

Tal como siempre, luego de comer y lavarse, se tomaron de la mano y estuvieron conversando un buen rato. Eren contó apasionadamente sobre las cosas que conocía del mundo exterior. Levi lo escuchaba y reflexionaba al respecto.

—Y dicen que toda, toda esa agua es salada, ¡salada! Así que yo creo… que todos tenemos un poco de mar dentro nuestro.

— ¿Un poco de mar?

—Mmm… porque cuando lloramos, las lágrimas son saladas ¿no? Tal vez, provenimos del mar, pienso que en la evolución del ser humano, tal vez tuvimos algún antepasado que vivía allí… y sólo nos quedaron las lágrimas como recordatorio.

—No sabría decirte… pero admito que es un bonito pensamiento. ¿Ya tienes sueño?

—Un poco…

—Bien, suficiente por hoy, te acompañaré al sótano.

— ¡Levi! Oh, emm… no quisiera molestarlo, pero… ¿podría dormir aquí esta noche? Luego volveré a la madrugada, lo prometo –los ojos del joven se llenaron de brillos y el capitán suspiró-. Ha-hace mucho frío y… emm… a usted no le gusta el frío, yo podría… bueno, calentarlo un poco.

—Pero debes volver antes del amanecer –accedió el hombre, aun sabiendo que no era una buena decisión. ¿Pero cómo decirle que no, a esa sonrisa que ahora aparecía?

Eren se sacó las botas y la capa y se metió entre las colchas, loco de contento, inspiró disimuladamente sobre la almohada del capitán, pero se sorprendió de no encontrar el aroma característico de él.

— ¿Levi?

—Yo dormiré aquí –dijo sentándose frente a una mesa contra la ventana.

— ¿Eh? ¿Ahí? Pe-pero… va a tomar frío…

—Estoy acostumbrado, ya duérmete. No uso la cama, ya te lo dije.

—Bien –dijo levantándose-. Entonces dormiré con usted en la silla.

— ¿Qué? No digas tonterías, vuelve a la cama, y además no tengo otra silla para prestarte.

—Puede sentarse en mi falda –sugirió el joven como lo más normal.

—Joder, mocoso de mierda, ve a la cama que ya voy contigo, pero solo por un rato.

Eren obedeció y lo esperó. Levi apagó la lámpara de aceite, se sacó los zapatos y se acomodó de costado dándole la espalda. No era una cama demasiado grande, por lo que estaban cerca.

— ¿Por qué no le gusta dormir en la cama? ¿Acaso no es más cómodo?

—Me traen malos recuerdos –contestó el capitán, el viento soplaba y golpeaba rítmicamente los vidrios de la habitación-. Mi madre murió en una. Estaba muy enferma, con altas fiebres, agonizó varios días. Nadie quiso ayudarnos. Luego se quedó quieta, yo era pequeño, pero entendí que estaba muerta. Así que me quedé en un costado, sin moverme, sin hacer ruido, simplemente esperando acompañarla en algún momento… Luego… bueno, alguien vino y me ayudó un poco. Pero desde entonces… no puedo dormir en las camas, sin que ese recuerdo surja.

Eren lo abrazó con fuerza y el hombre se estremeció un poco.

—Oi, afloja, me aprietas demasiado.

—Levi –le habló despacio casi sobre su oreja-, podemos hacer nuevos recuerdos. ¿Le molestaría sacarse la remera? –preguntó sin dejar de abrazarlo.

Levi se quedó en silencio por un largo rato, pero al fin suspiró y se sentó para quitarse la prenda. Eren de inmediato hizo lo mismo con la suya.

En la obscuridad tocó con la yema de sus dedos la espalda de Levi, con mucha suavidad, sintiendo las cuantiosas cicatrices y los músculos tensarse bajo sus dedos.

—Me haces cosquillas –se quejó el capitán.

—Disculpe, pero es que no puedo resistirme, quiero tocarlo, quiero estar completamente seguro de que no estoy soñando.

—Tch. Tan cursi –Eren volvió a abrazarlo, no tan fuerte como la primera vez. Puso su mentón sobre uno de sus hombros y aspiró con fuerza.

— ¿Qué haces?

—Me encanta, el olor del capitán…

— ¿De qué hablas?, me he bañado antes de cenar.

—Lo sé. Pero es la esencia, de su fuerza, su superioridad. Creo que… nuestras esencias combinan bien, ¿no cree?

Eren comenzó a besar muy suave, muy sutilmente la nuca y hombros del capitán, que se estremecía apenas con cada roce. Al fin cerró los ojos y se dejó llevar por esas caricias. Tan delicadas, que lo hacían sentir a gusto. Un suspiro muy leve se le escapó de los labios cuando los besos se volvieron más osados. Sentía la lengua del cadete probando sutilmente su piel. ¡Joder! ¡Qué rico se sentía eso! Apretó los dientes y tapó su boca con una mano mientras sus músculos se tensaban, porque había una sinfonía de sonidos que pujaban por fugarse de su garganta.

— ¿Le molesta? –preguntó Eren con los pómulos encendidos. Levi no le contestó, simplemente negó con la cabeza, por lo que volvió a besarlo con mayor vehemencia.

—Oi, me toca a mí –pidió Levi, ya sin poder aguantar más de esos dulces ataques-, gírate.

Eren quería gritar de la emoción, obedeció y se mordió el labio inferior, esperando nervioso. Levi imitó sus movimientos y tocó con las yemas de sus fríos dedos la espalda del cadete.

—Tu piel… no tiene ninguna marca… -susurró, mientras Eren trataba estoicamente de no retorcerse-. Y es tan caliente… ¿es por tu poder de titán?

—Su-supongo… -contestó con la voz algo agitada.

Levi lo olisqueó un poco. Sí, la esencia de Eren era como… girasoles, una sábana bañada por el sol, ¿el sol podía oler así? No lo sabía, pero si cerraba los ojos eso era lo que se le figuraba. Enredó su mano entre el cabello sedoso pero algo desgarbado y castaño. Finalmente se empujó con los pies para subir un poco más y poder alcanzar esa nívea y deliciosa nuca.

—Mmm… ah… -Eren no podía evitar las reacciones de su propio cuerpo, la boca del capitán era cálida y húmeda. Dejó un reguero de besos cortos y algo toscos, pero que no podían sentirse mejor. Eren se giró. Apenas entraba una bruma de luz por la ventana, pero era suficiente para ver el rostro de Levi, serio, como siempre… pero a la vez, no era el de siempre, como si esa máscara que lo separaba del mundo se hubiera caído.

Deslizó su mano por detrás de la nuca y juntó sus cuerpos con la otra, sus pechos rozándose, acercó su boca y bebió de los labios de Levi todo lo que él capitán le permitió. Que fue mucho y bastante.

Levi en un solo movimiento se posicionó sobre Eren y hundió su lengua entre los carnosos labios, disfrutando cada vez con mayor precisión de ese beso. El cadete acarició la espalda fornida de su capitán y cerró sus ojos para concentrarse mejor en el contacto. Ahora sus lenguas se amoldaban de una mágica, exquisita manera, sin incomodarse, haciendo que el deseo creciera más y más.

Levi luego se dedicó a torturar el cuello del joven, arrancándole leves jadeos y suspiros ahogados, cada vez que escuchaba sus reacciones más animado se sentía, jamás había tenido el poder de provocar esas sensaciones en otra persona. Se sentía bien tomar el mando para variar, aunque ninguno supiera demasiado adonde debían dirigirse exactamente.

—Levi… aaah… -grandioso, escuchar su nombre suspirado de esa manera era grandioso-, m-me… me gusta, Levi… me gusta mucho…

El capitán se detuvo un momento, sentía los labios arder y los pómulos también.

—A mí… a mí también… Eren…

El joven sonrió con la respiración agitada y levantó su cabeza para robarle un pequeño beso.

— ¿Puede decirlo? ¿Por favor? –se lo pidió con los ojos suplicantes y la sonrisa encendida. Levi le tapó la cara bruscamente con una mano, para evitar su mirada. Eren se quejó.

—Hay… un mocoso idiota, que se mete siempre en problemas y me hace renegar, que siempre me está exigiendo cosas… ese mocoso… creo que… me… gusta… -la última palabra casi la dijo sin aliento, completamente avergonzado.

De inmediato sintió que una par de lágrimas se escapaban de sus ojos y mojaban su mano, la quitó de inmediato y lo miró algo asustado, ¿qué había sucedido?

—Oi, ¿qué te pasa, idiota? ¿Por qué estás llorando?

—Es que… estoy… muy feliz… -respondió sonriendo y quitándose las lágrimas.

—Tch –con su dedo índice tomó una de las cristalinas gotas, y se la llevó a los labios-. Puaj, es salada, como dijiste –admitió-. Oi, Eren… si conocemos el mar, te diré si tiene este sabor…

—Lo haremos, sé que lo haremos…

Se besaron suavemente y se acostaron muy pegados, ambos escuchando los escandalosos latidos del corazón del contrario.

—0—

Unos furiosos golpes a la puerta lo hicieron saltar de la cama. Ya entraba bastante luz por la ventana, por lo que abrió los ojos a más no poder.

— ¡Ey, enano! ¡¿Enano, estás ahí?! –Se escuchaba la escandalosa voz de Hanji del otro lado-. ¡Te dormiste, amigo! ¡No lo puedo creer, jamás te duermes! Ábreme que hay novedades importantes.

Levi miró a su alrededor y vio al recluta que se refregaba los ojos y bostezaba perezosamente.

— ¡Ya voy, idiota! –Gritó para tranquilizar a la mujer-. Estoy desnudo, deja que me vista.

— ¡¿Desde cuándo duermes desnudo, ah?!

— ¡¿Puedes callarte?! ¡Joder! –Luego miró a su acompañante y empezó a aventarle la ropa a la cara con rapidez-. Vamos, idiota, vístete y escóndete, ¡Eren! –Lo llamó sin levantar mucho la voz-. ¡Nos dormimos, anda que no hay tiempo!

Luego de unos tortuosos 5 minutos abrió la puerta al fin, tenía el pelo algo despeinado, lo que hizo que Hanji abriera sus ojos a más no poder. Pero su uniforme estaba impecable, se había vestido en tiempo récord. La mujer entró y cerró la puerta.

—Desde que te uniste a la Legión, jamás, jamás de los jamases te vi perder el desayuno o la formación.

—Pues bien, ya lo iste todo –dijo el hombre comenzando a peinarse.

— ¿Tienes la cama deshecha? –preguntó la mujer mirando asombrada.

— ¿Y qué?

—Levi… tú nunca usas tu cama…

— ¿Quieres revolver en mi mierda también a ver qué cosa nueva te encuentras?

—A mí no me engañas, picarón –dijo la mujer exaltada-, estoy segura que estuviste con alguien anoche. Y por cierto, Eren está desaparecido.

— ¿Ah?

—Oh, sí, parece que se fue de su celda. Tú estabas a su cargo anoche, alguien va a tener que dar muchas explicaciones. A menos que lo tengas aquí escondido –dijo mirando a todas partes.

— ¿Por qué carajo tendría yo escondido a Eren, cuatro ojos?

Hanji levantó las cejas repetidas veces. Levi le dio un coscorrón en la cabeza y ella gimió, sobándose el lugar.

—Vamos –dijo el hombre saliendo por la puerta-, buscaré a ese mocoso de mierda y traeré su trasero de regreso –Se sorprendió de no ver a Hanji por detrás de él, se giró y la mujer estaba revisando su armario. Levi la miró con aura asesina.

—Je, je, sólo me fijaba si guardabas tu querido plumero aquí.

—Deja las payadas, hazme el favor y mueve tu culo.

Apenas se fueron, Eren esperó un poco más y se deslizó de debajo de la cama. Eso había estado cerca. Antes de salir, se colocó la capucha y miró hacia atrás, la cama destendida y sonrió ampliamente.

.

By Luna de Acero… muerta de dolor… recen por mí… je…