Disclaimer: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, excepto por algunos que yo misma he creado para poder narrar la historia. La historia no es mía, ya que me he inspirado en una película hindú llamada "Kuch Kuch Hota Hai" que en español significa "Algo sucede en mi corazón."

Lo que está en cursiva significa que es una escena del pasado y los tres puntos un cambio de escenario.


CAPÍTULO 1

UNA NUEVA VIDA HA LLEGADO

Las llamas consumían aquel joven cuerpo que tanto quería. Miraba el fuego fijamente, como pidiendo una llamada de auxilio que se ahogaba tan solo de recordarla, incapaz de pronunciar palabra.

Su imagen se hacía presente en la cabeza del Uchiha, tan bella y hermosa, tan llena de vida. Aquellos cortos y sedosos cabellos de inusual tono rosado, esos ojos jade que podían poner envidiosos hasta a las esmeraldas más hermosas. Pero ahora ya no quedaba nada, ni alegría, ni tristeza, solo un enorme vacío en su pecho, ese vacío que ella había dejado con su ausencia.

Hacía unos días atrás estaba a su lado y ahora; ahora se había ido para siempre de su lado.

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Una ambulancia se dirigía a toda velocidad por las calles de Konoha hacia el hospital Central.

–Nos aproximamos con una mujer embarazada, preparen una camilla y la sala de partos. Ha tenido un desprendimiento de placenta, tiene contracciones constantes, de 5 minutos aproximadamente–informó el paramédico mediante la radio de la ambulancia mientras su otro compañero atendía a la mujer.

–Tranquila Sakura, te prometo que todo irá bien–le decía su esposo tomándola de la mano.

–El teme tiene razón Sakura-chan. Ya verás como todo saldrá bien–dijo el hombre rubio que se encontraba al lado de la pareja también tratando de tranquilizarla a la chica.

Pero ella estaba lejos de poder estarlo. Nunca había sentido un dolor tan fuerte, pero debía aguantar. Por Sasuke y su querida hija. Sabía que tenía que aguantar y no preocuparlo, como hasta ahora lo había hecho. Pero aun así no podía frenar sus gritos a causa del dolor que sentía, por lo que solo se limitó a tomar firmemente la mano del azabache como agradeciéndole por estar a su lado.

Aquel día tendría que haber sido uno tranquilo como cualquier otro. Recién dentro de dos semanas se deberían de preocupar por la posibilidad de dar a luz, pero parecía que la pequeña tenía prisa por conocer el mundo y se había adelantado unas semanas antes de lo previsto, y lo había hecho a lo grande, complicándolo todo.

Naruto había ido a visitar a Sakura, ya que ella no se podía mover demasiado por toda la situación que estaba pasando con el embarazo. Solía ir casi todos los días junto con su esposa, pero en esa ocasión ella no podía, ya que tenía un compromiso con la asociación de madres que se había metido desde que había nacido su primer hijo. Por lo que fue él solo a incordiar a la casa de su mejor amigo.

Y aunque el morocho claramente le decía que era una molestia y que perturbaba la tranquilidad de su esposa, él seguía yendo respondiéndole con un "Vamos si no puedes vivir sin mí, dattebayo" mientras el pelinegro suspiraba resignado a aguantarlo.

Entonces justo cuando iban a sentarse a comer de repente la peli rosa empezó a gritar y tocar su vientre para luego comenzar a sangrar en abundancia. Alarmados rápidamente llamaron a una ambulancia. Ambos habían pasado por un enorme susto, pero seguramente no se comparaba a lo que la chica estaba sufriendo en esos instantes.

Dolor, era lo único que sentía. Ese milagro que estaba a punto de suceder dolía fuertemente, sentía como todo su ser se expandía y palpitaba, notando como las contracciones eran cada vez más frecuentes y dolorosas.

Pero a pesar del profundo dolor que sentía poco le importaba todo lo que tuviera que soportar mientras su niña naciera sana. Si fuera necesario pasaría por eso una y otra vez mientras el bienestar de su hija estuviera asegurado. Así que, aunque le dolía, ella iba a aguantar.

Sabía que no saldría bien de esta situación. Ya le habían advertido que si seguía adelante con su embarazo pondría en riesgo su salud. Que, si no trababa su enfermedad, después de esos nueve meses estaría muy desarrollada y las posibilidades de recuperación serían todavía menores de lo que ya eran en ese momento.

Recordaba a la perfección cada cosa que había vivido en aquel fatídico día, donde le dieron la noticia más feliz de su vida, pero también su sentencia de muerte. Logrando que todos los planes que tenían para un futuro próximo y lejano se vieran totalmente truncados. A veces solo se necesitaba de un segundo para destruir todos los planes que uno había forjado al largo de toda su vida.

Últimamente se encontraba muy cansada y solía tener un dolor abdominal que se iba y venía, junto con náuseas y mareos esporádicos; por ello Naruto les recomendó ir con su madrina. Tsunade era una eminencia en medicina. Una doctora muy completa y que nunca dejaba de prepararse y hacer masters para mejorar.

Sasuke conocía muy bien a la rubia ya que ella le había atendido a domicilio algunas veces, gracias a su torpe mejor amigo, ya que sabía que no era muy partidario de ir al hospital. Les tenía manía desde la muerte de su abuelo Madara, a quien le tenía un gran cariño y respeto. Pero claro, por Sakura sabía que tenía que volver a ir a ese horrible lugar que tanto aborrecía.

Estaban sentados esperando su turno, habían pasada solo dos minutos desde su hora acordada, pero parecía que para Sasuke hubieran sido dos horas ya que estaba irritado.

–Sakura Haruno–llamó la rubia para alivio del chico, un minuto más y se hubiera largado. Odiaba esperar.

Con rapidez y diligencia la mujer realizó unas pruebas a la peli rosa. Para alivio del morocho todo fuera veloz, ya que se quería ir rápidamente.

–Eso es todo, les llamaré a penas nos lleguen los resultados del laboratorio–dijo ella para luego despedirse.

Pasaron tres días y todo seguía con normalidad, no había mucho cambio en su estado, o al menos eso es lo que pesaba él. Ya que ella al no quererlo preocupar le decía que ya se encontraba un poco mejor, a pesar que no era cierto. Cuando apenas tuvo los resultados los volvió a llamar para que fueran al hospital, para desagrado del chico. Aun así, estaba tranquilo, seguro solo algo le había sentado mal a su esposa, Sakura era una chica de salud fuerte.

–Tengo buenas y malas noticias–confesó la blonda mirando a la pareja. –¿Cuál quieren escuchar primero?

–Las buenas–pidió Sakura tomando de la mano a su esposo.

–Estas embarazada–la cara de Sakura mostró una radiante sonrisa, igual que Sasuke. ¡Iban a ser padres! Ambos se habían preocupado ya que por más que lo intentaban no lograban que se quedara embarazada. –Pero recomiendo que no sigas con él, puede ser muy peligroso. Hemos descubierto que tienes cáncer de páncreas.

La burbuja de felicidad que tenían se acababa de estallar de la peor de las maneras. Ella sujetó su estómago y comenzaron a caer lágrimas. Pero es que no podía anteponerse ella ante aquel ser que crecía en sus entrañas.

–El feto tiene tres semanas, así que no hay problema en realizar un aborto–dijo seria.

La ojo jade no esperaba eso, pero las cartas ya estaban lanzadas y eso le había tocado. No lo negaba, tenía miedo, miedo de no poder verla crecer ni poder pasar el resto de su vida con Sasuke, pero aun así no quería abortar al pequeñín que crecía en su interior, al que tal vez sería su último legado.

El azabache por su parte se encontraba en un estado de shock ¿Por qué, por qué a ella? No entendía porque el destino jugaba de esa manera tan cruel con él. ¡Odiaba los hospitales!

–Seguiré adelante con el embarazo–aquellas palabras trajeron de vuelta al pelinegro, que la miraba interrogante. –Durante todo este tiempo he intentado quedarme embarazada. Ya han pasado casi dos años, tenía miedo de no poder ser madre. Y ahora que al fin podemos ser padres… No puedo. Amo demasiado a mi hijo. No lo haré–sentenció muy segura de su decisión.

–Si no abortas las posibilidades de recuperación serán todavía menores de lo que ya lo son–advirtió ella.

–¿Cómo de menores? –preguntó Sasuke saliendo de su letargo.

–Eso no importa–interrumpió la peli rosa. –Si aborto y me hago el tratamiento, ¿acaso es 100 % seguro que me salvaré? –preguntó mirando a la rubia.

–Este tipo de cáncer es muy agresivo y suele hacer metástasis rápidamente, por lo que no te puedo garantizar que lo harás con seguridad–terminó de decir.

El Uchiha masajeaba su sien, él igual que Sakura querían ser padres, pero tampoco quería perder a su esposa. De repente la mano de la peli rosa se posó en su rodilla mientras lo miraba, como buscando apoyo en su decisión. Entonces lo supo.

–Por favor, Sasuke…–dijo en un susurro.

–Entiendo–le contestó mirándola. –Seguiremos adelante con el embarazo–respondió seguro, esta vez mirando a la rubia, que los observaba con asombro por la convicción que demostraban.

–¿Están seguros? –preguntó logrando que ambos asintieran a la vez, no se arrepentirían.

Cuando todos se enteraron de la noticia trataron de convencerla de que no siguiera adelante con su embarazo, pero ella no deseaba eso, amaba a ese pequeño ser más que su existencia, no podía privarle el privilegio de la vida. Además, tampoco podría quitarle a su marido el poder ser padre por primera vez, quería darle un hijo, su hijo.

Por ello, todo el dolor que sentía en esos momentos parecía irrelevante, solo esperaba tener la suficiente fuerza para resistir y ver a su adorada hija crecer, aunque solo fuera por un efímero tiempo.

Ella ya había hecho todos los preparativos necesarios para que su pequeña sufriera lo menos posible con su partida, sabía que Sasuke podría sacar adelante a su hija. Era lo suficientemente fuerte para hacerlo. Además, no estaba solo; sabía que sus amigos y familiares lo ayudarían en su lugar.

Naruto ya se lo había dicho, que la pequeña sería como su hija, Shion también le había dicho que como su madrina no le faltaría de nada. Además, Itachi también tenía muchas ganas de ser el mejor tío con la pequeña, igual que Konan. Ni hablar de los abuelos, tendría a los padres de Sasuke y de ella misma para consentirla. Y también tenía a todos sus amigos, sabía que ayudarían a su marido. La dejaba en buenas manos.

Solo esperaba que si las cosas salían tal cual las había planeado "ella" también cuidaría de su pequeña.

–¿Ya has avisado a todos? –preguntó el azabache a su mejor amigo y este asintió. "Llamé a Shion y le dije íbamos al Hospital Central, me dijo que se encargaría de avisar a los demás" le contestó el rubio.

Tan pronto llegaron una camilla apareció frente a ellos, Tsunade y Shizune estaban paradas esperando a la paciente. Ambas enteradas de la situación gracias al aviso de la esposa del Uzumaki. Menos mal que aún estaban en el hospital cuando recibieron su llamada, ya iban a marcharse a casa.

–Dejaremos a Sakura-chan en tus manos, abuela–dijo su ahijado sabiendo cuanto le molestaba que la llamara así. Pero ahora eso carecía de importancia, lo primordial era atender a la chica.

La camilla entró corriendo a la sala de partos, Sasuke a su lado tenía cogida la mano de la ojo jade, no la había soltado en ningún momento, ni pensaba hacerlo.

–Todo irá bien, no te preocupes por nada–volvió a reiterar el azabache. La salud de la chica había empeorado mucho durante el embarazo, por lo que se encontraba muy débil. Su enfermedad había mermado bastante esos nueve meses. –Voy a quedarme a tu lado, no te preocupes–ella le volvió a sonreír con todo su esfuerzo, cuanto amaba al hombre que se encontraba delante de ella. Con él había pasado los mejores momentos de su vida, le agradecía por tantas cosas. Era en quien más confiaba.

La rubia al ver que el chico quería entrar le hizo un gesto a Shizune que ella entendió a la perfección. La enfermera detuvo el paso del chico mientras Tsunade calmaba a Sakura al haber sido separa de él.

–Tengo que entrar–pidió el chico casi desesperado, diferente a como actuaba usualmente. Pero ella negó. –¡Exijo que me dejen entrar! –gritó furioso, Naruto actuó rápido y lo agarró del brazo intentando calmarlo.

–Teme, tienes que confiar en ellas, tiene que haber un buen motivo para que no te permitan entrar–dijo intentando hacerle entrar en razón.

–Es correcto, no es recomendable que entres. Ha tenido un desprendimiento de placenta por lo que tenemos que hacer una cesaría de emergencia. Lo mejor es que esperes afuera, cuando acabemos podrás pasar–informó.

De todas maneras, él quería entrar y permanecer a su lado, lo que menos quería era separarse. Pero por su bien debía hacerlo. –Cuídala–fueron las lastimeras palabras que dijo Sasuke para luego ver como entraba a la sala.

La rubia era quien se había encargado personalmente de llevar a Sakura durante su embarazo, y sabía todas las complicaciones que este tendría. Así que debían actuar con rapidez para correr el menor riesgo posible. Pero no esperaba que las cosas se pusieran tan peligrosas, debía ir con pies de plomo sino pondría en riesgo la vida de la madre y también de la pequeña.

Sus familiares empezaron a llegar al hospital tan pronto se enteraron, pero Sasuke se mantenía serio; casi parecía parte de la decoración de aquel lugar. No se había movido ni un ápice desde que su mujer había entrado a aquella habitación. Se encontraba sentado en aquella banca de madera al lado de su blondo amigo que lo miraba preocupado. Sabía que a pesar de que estaba tan callado y sereno lo estaba pasando muy mal.

A los pocos segundos apareció una familiar silueta logrando que el muchacho levantase la vista.

–Sasuke–dijo Itachi mientras le tocaba la frente en señal de apoyo, como siempre hacía. –No estés así, tienes que ser fuerte– él era uno de los que mejor lo conocían, obviando a Naruto y a tal vez a "ella", claro está.

La mente del primogénito de los Uchiha no pudo evitar retroceder al pasado y pensar en aquella chica que siempre tenía una cálida sonrisa y ayudaba a su tonto hermano menor incluso si este no se daba cuenta, siempre como su respaldo junto con el Uzumaki, los tres siempre riendo y jugando.

No entendía porque se habían separado tanto tiempo, ella había sido tan importante para Sasuke. Y aunque eso no había cambiado a pesar de los años, todos sabían que el solo nombrarla en presencia de él era un tabú.

–Itachi tiene razón. Sakura-chan es muy fuerte–dijo Naruto sonriéndole, sabía lo nervioso que debía estar su hermano de vida. Él también hace poco se había convertido en padre así que lo comprendía. Además, Sakura en esos momentos era un caso riesgoso a causa de su enfermedad, era normal verlo comportase así.

–Lo sé–fue la respuesta del morocho. Él conocía mejor que nadie de la fortaleza de su esposa, era una mujer fuerte, pero aun así no podía evitar sentirse tan nervioso. Solo quería saber si todo iba bien.

Naruto lo miraba, su amigo le había brindado su apoyo cuando Shion iba a dar a luz, por lo que no se separaría de él, lo apoyaría, pero aun así sabía que no sería suficiente. Si los tres Mosqueteros estuvieran juntos otra vez…

Una ligera sonrisa recorrió su rostro, la extrañaba. "Ella" era lo que ahora necesitaban, pero seguramente era imposible que estuviera allí. Se había ido hace tanto tiempo y no sabían nada de ella. Pero, aun así, aunque seguramente era imposible, no perdida la esperanza de que se enterase de lo sucedido y apareciera de la nada dándoles un susto como solía hacerlo cuando eran jóvenes. Si estuviesen los tres, seguro que todo iría bien.

"Se fuerte Sasuke, cuando todo está oscuro, puedes ver las estrellas, ellas iluminaran tu camino" Quiso quitarse de la mente aquella frase que le traía recuerdos que extrañaba, pero que a la vez le resultaban dolorosos.

El morocho no quería pensar en "ella". No quería, pero cuanta falta le hacía, seguramente solo "ella" lo podría tranquilizar en momentos así, siempre teniendo las palabras adecuadas, igual que esa vez. Aunque eso jamás lo diría en voz alta, para él ella ya no existía, lo había decidido ese día. Aquel día que se había ido sin decirle nada y no había vuelto a saber ni siquiera si estaba bien o no, le había herido en su orgullo, había traicionada su confianza. Incluso fue a buscarla, pero ella… era algo que no le perdonaba, su partida…

Borró cualquier pensamiento de la chica de su cabeza, ahora lo único que importaba era su esposa, no tenía porque mantener ocupado su mente con fantasmas del pasado que ahora ya no tenían importancia.

–Hijo–aquella voz firme y monótona solo podía permanecer a Fugaku Uchiha, su padre.

El imponente hombre miraba a su hijo con pesar, todos sabían sobre la condición de la chica. A pesar de todo el dinero que tenían no podía hacer nada más por el estado de su nuera, así que solo colocó su mano en el hombre del azabache, dándole apoyo.

Ambos se quedaron mirando, como agradeciéndose en silencio mientras Itachi sonreía feliz y Naruto los miraba extrañado, no entendía porque los Uchiha necesitaban mantener las apariencias. ¡Uchihas!, pensaba él.

Al poco rato apareció Mikoto junto a los padres de Sakura, todos se acercaron hacia ellos.

–¿Cómo está el estado de mi hija? –preguntó Kizashi preocupado por su pequeña. Él era quien más había tratado de convencer a su niña de no seguir adelante con el embarazo, pero al darse cuenta de todo el amor que le profesaba a la pequeña no pudo ir en contra de su deseo y lo aceptó.

–Ha tenido un desprendimiento de placenta, ahora le están haciendo una cesaría de emergencia–informó el pelinegro mirando a su suegro.

Mikoto veía a su pequeño, sabía que lo estaba pasando muy mal, se sentó a su lado y lo abrazó como hacía tiempo no lo hacía, no porque ella no quisiera, sino que siempre la rechazaba con un "Vamos mamá, ya no soy un crio." Pero esta vez no fue así, realmente necesitaba los brazos de su madre.

Los presentes se mantenían callados, todos conocían el duro carácter del azabache. No esperaban verlo así.

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Dentro de la sala todos actuaban con rapidez, las enfermeras colocaban el gotero a la mujer para equilibrar su tensión arterial, que ahora debía haber subido a causa del desprendimiento.

Tsunade se apresuró en rasurar la zona y limpiar la piel del abdomen, le administró la epidural y colocó una sonda en su vejiga. Pidió un bisturí y comenzó con el corte, actuó segura y calmada, como en cualquier operación que ella hacía, hasta que consiguió el milagro de la vida.

Cuando escuchó el llanto de la bebé la peli rosa supo que todo lo que había sufrido había valido la pena. Era increíble el amor que se podía profesar por algo tan pequeño, esa niñita era la viva prueba del amor entre Sasuke y ella. Lo único que quedaría cuando se marchara de ese mundo.

Una lagrima se le escapó al pensar en ello, pero aun así no se arrepentía de nada, era feliz. Estaba muy agotada, casi no podía mantener los ojos abiertos, sabía que tenía que aguantar, pero las fuerzas se le iban.

–¡Doctora el pulso de la paciente ha descendido! –avisó Shizune a Tsunade.

Ella rápidamente comenzó a dar instrucciones a los presentes para empezar la reanimación, ya que la comenzaban a perder.

–¡Shizune llama al doctor Kabuto! ¡Rápido! –dijo Tsunade mientras aun intentaba reanimar a la chica.

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Tan pronto como el peli gris recibió la llamada fue a toda velocidad con su equipo hacia allí, no esperaba que la altiva Tsunade Senju lo llamara. Era verdad que le había dicho que tenía una paciente complicada y que no se marchase del hospital hasta que hubiera salido de peligro. Pero no esperaba que al final necesitara su ayuda.

Al ver como más gente entraba a la sala donde estaba Sakura inquietó a los presentes. Kizashi actuó con rapidez y paró a uno de los que iban a entrar.

–¡Que ocurre! ¡Mi hija y mi nieta están allí! –el auxiliar miraba con pesar al señor, sabía que no tendría que decir nada, pero notaba que si no le decía algo sobre la situación no lo soltaría "Su vida está en riesgo" dijo logrando que el señor detuviera su agarre y se pudiera ir.

Él se desplomó de rodillas, Sasuke rápido fue a su lado. El hombre lloraba como hace tiempo no lo hacía, desde la muerte de su esposa. Se agarraba a su yerno, dando rienda suelta a todo el miedo que sentía.

Los minutos pasaban y más gente iba llegando, sobre todo sus amigos más cercanos. Que se sumaban a ese escenario de desesperación y nerviosismo que había, todos pendientes de alguna nueva información sobre el estado de Sakura y también de la pequeña.

Habían pasado alrededor de dos horas y nadie había salido ni avisado sobre nada, Sasuke sentía un enorme terror de imaginarse el solo perderlas.

–Sasuke, calma. Todo irá bien–le dijo Naruto poniendo su mano en su hombro, cosa que agradecía.

Shion miraba a Sasuke y le intentaba sonreír, ella también conocía de hace tiempo al chico, claro que no tan bien como Naruto, pero se sentía mal por lo que estaba pasando, la vida no era justa.

El azabache miraba a su alrededor, todo eran parejas. Su grupo de amigos se había convertido en un montón de parejas. Veía como se respaldaban los unos a los otros, y eso lo hacía sentirse solo, no sabría que hacer si perdía a Sakura y su niña. Tenía miedo de que algo les pudiera ocurrir.

La gente comenzó a salir de sala, rápidamente todos se comenzaron a acercar, entonces Shizune fue hacia ellos. Mantenía un aspecto serio que inquietaba a los presentes.

–La bebé está bien–dijo tranquilizando un poco a todos. –Sakura está estable, por ahora–todos empezaron a soltar lágrimas de alegría, temían por la salud de la que chica y la pequeña. –Ella ha pedido la presencia de su marido.

Tan pronto como dijo eso, Sasuke se apresuró a entrar a la sala seguido de Shizune que lo guiaba hacia donde se encontraba su esposa.

Estaba tan distinta a como la había dejado, se encontraba entubada, llena de aparatos. Se veía cansada, sudorosa, despeinada y tenía unas profundas ojeras, además de estar un poco adormecida por los efectos de la anestesia, tan frágil y débil. Diferente a la imagen de la mujer que conoció en el pasado.

–Sasuke…–pronunció con un hilo de voz logrando paralizarlo y que su pecho se estremeciera.

A los pocos segundos apareció Tsunade con la bebé en brazos, ya limpia de los restos de sangre que antes tenía. Cuando el azabache vio a la pequeña su corazón se paralizó, era tan hermosa. La rubia se acercó a la peli rosa y la depositó delicadamente a su lado, ya que ella no se podía mover.

Él se acercó hacia su esposa, con sumo cuidado se sentó a su lado, a pesar del aspecto que ella tenía en ese instante para él era la mujer más bella del mundo.

–¿No es la cosa más hermosa que has visto? –dijo apenas sonriendo. –Es igualita a ti–habló Sakura mientras ambos la miraban con dulzura y el enorme amor que le profesaban.

La pequeña niña era una versión femenina del morocho. Tenía una cabellera azabache, y una piel pálida, pero parecía que los ojos habían sido una combinación entre los de Sakura y el padre de ella, formando un azul verdoso muy extravagante.

–Gracias–era de las pocas veces que el pelinegro había empleado esa palabra. Pero la enorme felicidad que tenía era debido a ella, por esa mujer que le había hecho el mejor regalo de todos. No podía aguantar las ganas de llorar, ese era el momento más feliz de su vida. Le daba las gracias por todo el esfuerzo y el dolor que había tenido que soportar. Jamás podría agradecérselo del todo. –Gracias–volvió a repetir.

–Sasuke–lo llamó Tsunade mirando con pesar a la pareja. Conocía al Uchiha desde niño, ya que era amigo de su ahijado, pero nunca lo había visto con esa expresión. –Te espero en mi despacho, tenemos que hablar.

Él no quería ir, pero Sakura le sonrió y le pidió que fuera, ella sabía lo que la rubia le iba a decir. Le había suplicado hace tiempo que no le dijera nada a Sasuke sobre su estado hasta después de que ella diese a luz, solo esperaba que la entendiese y la perdonase. Solo quería lo mejor para él.

El azabache besó la frente de su esposa, no quería dejarla ir, pero tenía salir y hablar con la mujer. Se había preparado mentalmente desde que se enteró de la enfermedad de su esposa, pero ahora mismo solo sentía el sudor frío que le producía el enorme temor de que algo malo le pudiera ocurrir a ella.

–Todo irá bien–dijo una vez más, aunque fuera más para él que para ella. Como dándose fuerzas.

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La mujer estaba sentada en su escritorio mirándolo de frente, sabía que esta era una situación un tanto lamentable, pero como profesional que era sabía que tenía que dejar sus sentimientos de lado y ser directa con él, además no era una persona que fuera con rodeos.

–Siéntate–dijo con cara seria, cosa que inquietó aún más al morocho. –El tumor que Sakura tenía en su páncreas ha hecho metástasis. Lo que significaría que no sirve de nada que se extirparse quirúrgicamente–la cara del Uchiha se transformó en una mueca de preocupación.

–¡¿Cómo que no se puede extraer?! –dijo enfadado, casi a punto de perder los estribos.

–Hace ocho meses el tumor se extendió a los pulmones e hígado, además ella no quiso que te dijéramos sobre esto hasta que la niña naciera–el azabache conocía el carácter samaritano de Sakura, pero no se podía calmar.

–P-pero ¿están seguros? –preguntó pidiendo que estuviera equivocada.

–Lo comprobamos con una laparoscopia–le contestó con pesar. Por la expresión del chico sabía que en cualquier momento iba a explotar, lo mejor era decírselo todo de golpe, pensaba la rubia.

–¡Como es que yo no sabía sobre esto si fue hace ocho meses! –gritó muy enfadado.

–Escucha bien Sasuke, lo que te voy a decir puede que te sea impactante. Pero como médico he de respetar las decisiones de mis pacientes, y en este caso mi paciente era Sakura, no tú–dijo levantándose y caminado hasta estar frente a él. –La enfermedad de ella tenía ya llevaba varios meses de evolución, por lo que las posibilidades de recuperación de por sí eran menores. Además, si a esto le sumas los nueve meses de su embarazo… Ella ha sobrepasado mis expectativas. Creía que moría antes de dar a luz–sentenció dejando frío al Uchiha.

Aquello no parecía real, ¿en serio le había dicho aquello? Eso quería decir que… ¿Sakura no viviría mucho más tiempo? Sí, su estado había estado muy mal, siempre estaba cansada. Además, tenía que soportar los contantes controles para evitar que el feto se afectara. No salía a ningún otro lugar, pero creía, tenía la esperanza de que podrían vivir juntos, de que todo se solucionaría con el tiempo y volverían a estar como antes. Los tres…

–Mi hija… ¿Ella estará bien? –Tsunade le sonrió "Es una niña muy sana, no te preocupes" le contestó.

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En el cuarto de la reciente mamá todas las personas que la querían se encontraban allí y la felicitaban.

–Cuan feliz estamos por ti mi niña. Es igualita a su padre–dijo Kizashi a su hija mientras cargaba con cuidado a la pequeña, estaba muy feliz de ver por fin a su querida nieta.

–¡Que dices! ¡No vez lo linda que es! Es igualita a nuestra Sakura–rebatió su esposa.

La ojo jade sonrió ante las palabras de su madrastra, ella se había convertido en su segunda madre, sino fuera por "ella" tal vez ahora sus actuales padres no estarían juntos.

Irónica era la vida, "ella" se había encargado de que el amor entre ellos surgiera, mientras que la pelirosa sin querer la había alejado de la persona quien más amaba. Jamás lo hizo intencionalmente, pero cuando se dio cuenta ya se había enamorado de Sasuke y no lo quería dejar.

–Mi Sasu-chan también es muy lindo–contestó Mikoto como cualquier madre ofendida ante las palabras que había dicho Sumire.

–Vamos Mikoto, sabes que no lo decía por eso–dijo el patriarca de los Uchiha sereno como siempre.

–Sí mamá, papá tiene razón. No hagas un drama por todo esto–le reprendió su hijo mayor.

–Pero Kizashi-san tiene razón, es igualita al teme, pero aun así tiene la linda sonrisa de Sakura-chan. Además de esos ojos azules verdosos que él no tiene–opinó Naruto.

–Con que linda sonrisa, eh…–dijo Shion un tanto celosa, pero él la beso y eso la calmó logrando que sonriera.

–Por favor que están en un espacio público. Sino vayan a un hotel–se quejó Ino fingiendo molestia al ver lo melosos que se ponían mientras se aproximaba a Sai, para que también le hiciera unos mimitos.

–Que lindos, recuerdo cuando eras así de fogoso–dijo Konan fastidiando a su marido logrando sonrojarlo.

–Yo ya no puedo esperar a que mi niño nazca–dijo Temari feliz mientras se palpaba su vientre. Y Shikamaru soltaba su repetitiva muletilla "Que problemático" logrando que fuera fulminado con la mirada por la rubia.

Pero es que, aunque él lo quisiera negar también estaba siendo invadido por ese sentimiento paternal que tenía todos sus amigos, esperaba con ansias al pequeño niño que crecía en el vientre de su esposa.

Parecía que todas ellas se habían puesto de acuerdo en tener a los niños para el mismo año. ¿Así que como evitarlo? Primero lo había tenido Ino con Sai, luego Naruto y Shion, para que hoy lo tuviera Sakura con Sasuke, así que el siguiente sería él y Temari.

La peli rosa estaba tan alegre, no podía sentirse más feliz, todos los presentes eran como su familia.

–Gracias–dijo sonriendo a pesar de lo cansada y adolorida que se encontraba.

Ino soltó unas ligeras lágrimas que rápidamente intentó limpiar, pero que ya había comenzado debía que a hacer hincapié en las demás mujeres que se encontraban allí. Sai la abrazó para confórtala, sabía que tenía una gran amistad con la chica. Shion tampoco podía detener sus lágrimas, no tenía una profunda amistad con ella, incluso hubo un momento en que la odió, pero aun así lo sentía por ella, con el transcurso del tiempo se dio cuenta que era una gran persona y la había cogido cariño. Temari tampoco lo pudo aguantar más, el embarazo la ponía muy sensible, además de que Sakura era importante para ella. Mikoto trató de resistir, al igual que Sumire, pero le tenían demasiado afecto a chica como para aguantarse las lágrimas.

La única que se mantenía serena era Konan, no porque la chica le fuera indiferente, sino porque había notado que los ojos de ella se habían opacado al notar las lágrimas de los presentes.

–Entonces como padrino de ella le pondré un nombre, Satsuki, le vendría bien–bromeó Naruto aligerando un poco el tenso ambiente que se había creado logrando que todos volvieran a reír. Siempre era muy oportuno.

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En otro lugar, lejos de Konoha, a kilómetros de distancia. En un hospital se encontraba una chica que acababa de dar a luz a una hermosa bebé.

Sostenía con todo su amor a la pequeña niña que acababa de tener. Habían sido diez dolorosas y largas horas de parto, pero cada instante había valido la pena al ver como la pequeña le sonreía. Todos decían que se parecía a ella, estaba tan contenta, no sabía que aquella pequeña podría darle una felicidad tan inmensa. Pero aun así esos ojos celestes eran los del padre la pequeña, diferentes a los que ella poseía.

Se había casado sin amor, pero aun así de esa clase de matrimonio había nacido aquella pequeña niña. Y a pesar de que no amase a su esposo con el tiempo lo había llegado a querer. Además, él era un gran hombre, amable, atento y muy dulce, un hombre de en sueño, ya que era muy atractivo además de todo un caballero, la hacía sentir especial y querida, única ante sus ojos.

Pero ahora, con la llegada de esta pequeña por fin eran una familia completa. Sus padres le habían hostigado bastante para que tuviera un hijo, habían sido realmente persistentes en ese tema.

Quien más insistió fue su padre, pero ahora no se arrepentía de haber seguido su consejo, era muy feliz con la nueva integrante de su familia. Por ello, es que a partir de ese momento ella también pondría de su parte para que se volvieran una verdadera familia, en todos los sentidos de la palabra.

Quería forma una familia donde la pequeña pudiera crecer feliz y estar llena del amor que ambos le tenían. Por lo que tenía que desechar aquellos sentimientos que la ataban al pasado, esta vez, tenía que mirar hacia el futuro. Donde solo estaban ellos tres.

Su marido no se había separado ni un momento de ella, la había apoyado a cada instante del parto, por lo que jamás tuvo miedo, era un gran apoyo para ella. También estaban todos sus familiares y sus ahora más cercanos amigos, así que no tendría que pedir más. Pero era egoísta, a pesar de tener todo y más. Aun así, anhelaba la presencia de una persona, de aquel que siempre sería su primer amor. Intentó desechar de la mente aquel triste recuerdo de un chico de cabellos azabache, piel pálida y ojos ónix que tan solo de recordarlo aún hacía latir su corazón como una colegiala.

Tenía que dejar atrás esos sentimientos por el bien de su hija, no podía seguir así. Había prometido avanzar hacia el futuro y esos sentimientos solo la hacían permanecer en un doloroso pasado que quería borrar. No quería cometer los mismos errores que hasta ahora había hecho. Gracias a su hija sabía que ahora podía ir hacia el futuro, ya no se tenía que quedar estancada en el tiempo.

Miraría al futuro, uno que esperaba que fuera brillante, además su marido también la apoyaba. A pesar de que él sabía que ella no lo amaba jamás la forzó, todo salió solo, así que solo se dejaría llevar, pero esta vez mirando hacia adelante. Porque tenía que cambiar, su hija le había dado las fuerzas suficientes para hacerlo. Ella era su nuevo comienzo.


Notas de la autora: Holis, traigo un nuevo proyecto, pero vengo con advertencias. Si has leído este capítulo y eres fan del Sasusaku te aconsejo que no lo leas ya que lo que pronto va a pasar con Sakura supongo no te gustará. Yo solo aviso, así que no quiero que nadie se moleste. En fin, eso es todo. Espero que les haya gustado. Díganme si les ha gustado y gracias por leer :D