Skip Beat no me pertenece.

Aquélla noche

El día había llegado. ¿Cuánto tiempo había esperado por ello? Estuvo muchos años "sin ser correspondido". Incluso uno en la terrible friendzone. Pero una vez que iniciaron su relación, no dudó ni un segundo en apresurar las cosas. Ni un año de ser novios y ya le había pedido matrimonio. Seis meses después, aquí estaban en su noche de bodas.

Su boda fue de ensueño. Su Kyoko cada día lo sorprendía con su belleza.

Pero había olvidado un pequeño detalle. Bueno, ni tan pequeño. La había dejado llegar a ese día virgen. Sip. Había sido una gran tortura hacerlo, pero lo había logrado.

Habían llegado a su luna de miel y ahora sí ya no esperaría ni un segundo más o eso era lo que había deseado ¡porque ese maldito vestido lo estaba matando!

Kuon se sentó frustrado en la cama.

-¿Nada? ¿No lograste desatarlo?-Kyoko estaba más que nerviosa, pero verlo tan molesto por no poder quitarle el vestido de novia la divertía.

-No. Es muy complicado-

-Pero okaa-san lo puso fácilmente-

-Pero yo no tengo ni la menor idea cómo. ¿Por qué te hizo algo tan complicado de quitar? Te queda precioso…pero ahora me estorba…-

-Concéntrate y lo lograrás Kuon-

-Ok…veamos…-

Siguió tratando de desatar todos esos lazos que traía el maldito vestido. Unos diez minutos después logró su cometido.

-Creo que este es un truco de los vestidos de novia para poner a prueba la fuerza mental de los esposos-

-Exageras-

-Bien, desatado está, ahora a quitártelo-

-¡Ey, no tan rápido!-lo detuvo Kyoko.

-¿Rápido? Llevo un buen rato intentándolo-

-Primero desvístete tú-

-¿Es tu condición?-

-Sí-

-Ok. Qué remedio-

Sí eso era lo que quería, eso le daría.

Kyoko no podía creer lo que su ahora esposo hacía. Se cubrió los ojos con las manos para no verlo.

-Un esmoquin es mucho más fácil de quitar que un vestido-le dijo divertido al verla bien escondidita.

-¡Pervertido!-

-¡Oye! Espere hasta nuestra noche de bodas. Es justo ¿no?-

-¡No!-

-Bien. ¿Ahora sí dejarás que te quite el vestido?-le preguntó galantemente después de desnudarse como si nada.

Kyoko gruñó malhumorada.

-¡Hazlo ya! ¡Rápido!-

-Y después dices que yo soy el desesperado-

Pero Kuon bien se dio cuenta esa noche que valió la pena la espera. ¡Vaya que valió la pena!

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Próximamente: Namida