Pasados de copas

Disclaimer: todo pertenece a George R. R. Martin.

I

Estuvo varios minutos intentando encajar la llave en la cerradura hasta que por fin lo consiguió. La casa estaba completamente en silencio y Cersei caminó por el salón sin hacer ruido. Estaba borracha, pero no tanto como para no saber que despertar a Tywin Lannister era una muy mala idea, más aún cuando los signos de la borrachera eran tan evidentes en ella. Su padre despreciaba el alcohol y a aquellos que lo consumían en exceso; lo que tenía su gracia teniendo en cuenta que tanto su hermano Tyrion como ella eran de esa clase de personas.

Casi había conseguido llegar a las escaleras cuando oyó un ruido a sus espaldas. Se volvió. Alguien acababa de cerrar la puerta dando un ligero portazo. Fulminó con la mirada a su hermano pequeño, aunque lo más probable era que Tyrion no pudiera verlo en la oscuridad. Cersei no había encendido la luz para no despertar a nadie, en especial a su padre. Tyrion no tuvo la misma precaución. Esta vez sí que pudo ver la mirada con la que lo fulminó su hermana mayor.

Tyrion se echó a reír. Cersei se preguntó en qué estado de borrachera se encontraba para comportarse así.

–¿Le tienes miedo a papá, mi querida hermana? Vamos, eres una persona adulta.

– Y tú estás demasiado borracho.

Tyrion volvió a reír.

–Mira quien habla ¿Sabes qué día es hoy?

Cersei frunció el ceño. Estaba bastante pasada de copas, pero no tanto como para no saber eso.

–Es viernes, no voy tan pasada.

–De mes.

–Uno de septiembre.

–¿Y qué pasa el uno de septiembre?

–Que niños y niñas de toda Inglaterra cogen el expreso de Hogwarts.

Myrcella, su hija, acababa de leer Harry Potter y no hacía más que hablar de eso. Era lo único que se le venía a la cabeza y Tyrion era lo suficientemente friky como para estar preguntándole por eso a las tres de la mañana. Su hermano rió de nuevo.

–Papá no va a Hogwarts precisamente.

Entonces una luz se encendió en su cabeza. El primer fin de semana de septiembre su padre tenía un congreso en Desembarco y se marchaba de madrugada para coger el tren. Su padre no estaba en casa. Cersei se echó a reír y Tyrion la imitó.

–Papá no está –dijo entre risas.

–Exacto, no está y tus hijos tampoco ¿Sabes qué significa eso?

–Que podemos hacer lo que queramos.

–¡Sí! ¡Podemos hacer el ruido que queramos! –Y dicho esto comenzó a saltar y a tirar al suelo todo lo que estaba colocado en el mueble de la entrada.

–¡Y podemos gritar y encender las luces que queramos! -Continuó Cersei encendiendo el resto de luces de la planta baja.

Ambos hermanos rieron con fuerza. Sin duda, ambos estaban más que pasados pero ¿qué importaba? No había nadie allí para recriminárselo. Continuaron con sus risas hasta que una voz procedente de lo alto de las escaleras los interrumpió.

–Sí, sí, papá no está y es fantástico, pero yo sigo aquí y tengo que levantarme mañana a las siete porque el capullo de dayne dice que necesito más entrenamiento. ¿Podéis celebrar en silencio o iros a la cama a dormir la borrachera?

Ambos rieron más fuerte y Jaime se marchó a la cama resignado. Al día siguiente el entrenador dayne le diría que su juego era más flojo que nunca y Cersei y Tyrion despertarían mucho después del mediodía con una resaca tremenda tras continuar la fiesta arrasando el mueble bar. Ya repondrían las existencias antes de que su padre volviera. Jaime tenía que reconocer que se alegraba de ver a sus hermanos tan unidos aunque fuera para emborracharse, insultar a su padre y hacer muchísimo ruido. Era curioso, pero Tyrion y Cersei solo se llevaban bien con unas (bastantes) copas de más encima.

II

La madrugada del viernes uno de septiembre al sábado dos, Cersei ni se molestó en no hacer ruido. Su padre seguía en aquel congreso y Jaime, previendo una escena similar a la de la noche anterior, se había quedado en casa de Brienne, una chica que entrenaba tenis con él. Cersei sospechaba que había algo más que amistad entre esos dos, pero no había conseguido sonsacarle nada a Jaime. Por último sus hijos estaban aún con su padre, sinceramente ella nunca pensó que Robert pudiera hacerse cargo de ellos por tanto tiempo, por lo que la casa era solo para ella, y para Tyrion, si es que su hermano había vuelto ya.

La luz de la cocina que estaba encendida le indicó que sí. Se acercó a ver qué estaba haciendo su hermano. Cuando entró a la cocina pudo ver que Tyrion no estaba solo. Había un hombre junto a él. Cersei sabía quién era. Se llamaba Bronn y era uno de sus mejores amigos, aunque ella nunca lo había visto más de unos segundos.

–¿Te unes, hermana? –preguntó Tyrion ofreciéndole un vaso.

Lo más prudente hubiera sido decir que no. Llevaba demasiadas copas encima como para beber más y no pintaba nada allí con el amigo de su hermano y su hermano mismo.

Sin embargo, Cersei Lannister nunca se había caracterizado por ser prudente y vio con el rabillo del ojo que Tyrion estaba bien surtido de bebidas. Así que tomó el vaso que le ofrecía y se sentó al lado del tal Bronn dedicándole una mirada por primera vez.

En otras circunstancias, Cersei hubiera dicho que era guapo: tenía ese aire de tipo duro que tanto le había llamado la atención en Euron la primera vez que lo vio; era más alto que Aurane y sin duda era más musculoso que Lancel (y más esbelto que Robert, aunque en Robert prefería no pensar). No llegaba al nivel de atractivo de Oberyn, pero ¿Quién llegaba a ese nivel? Desde luego era mejor que los hermanos quettleblack, que los tres. Sí, Bronn Blackwathers era definitivamente su tipo, salvo por un detalle. Era el mejor amigo de su hermano, un hermano con el que no se llevaba especialmente bien a pesar de la tregua que estaban teniendo por esos días. No, definitivamente Cersei no iba a liarse con el mejor amigo de Tyrion. No, solo iba a beber con él.

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Esto surgió gracias a un juego en el foro Alas negras, palabras negras y en teoría iba a ser cortito; pero como hacía tiempo que quería escribir algo moderno y me encanta Cersei pues me emocioné y serán varios capítulos.