Sus manos ansiosas revoloteaban ásperamente sobre su vestido roto. El sonido del desgarre provenientes de la prenda era algo que en ese momento no importaba, incluso si fuera de su preocupación, su ropaje ya estaba lo bastante dañado como para siquiera pensar que cumplía con la función original para la que había sido fabricado.

Sus ojos se mantenían fijos en las escaleras, aquellos peldaños que conducían a su salvación, era como ver los escalones del cielo que finalizaban en aquella puerta de donde se asomaban los únicos rayos de luz que iluminaban esa sombría habitación.

Inconscientemente pasó una de sus manos por su muñeca izquierda y luego lo hizo de nuevo con la derecha, tocando los negros ematomas que provocaron las ataduras ya ausentes, aún dolía.

Lamió sus labios resecos anticipando su próxima acción: decidió que debía de salir y poner fin al infierno al que había sido sometida.

Con piernas temblorosas se puso de pie y un leve gemido salió de entre sus labios al mismo tiempo en que una mueca decoraba sus facciones. Sentía su entrepierna atrofiada y adolorida: era el recordatorio de su sufrir, la mayor razón por la que debía irse. Lentamente dio pequeños pasos hacia los escalones, pues era todo lo que podía lograr, al por fin estar frente a estos, agarró fuertemente el barandal y respiró hondo: ya podía sentir la libertad.

Pero antes de que pudiera pisar el primer escalón, una silueta apareció lentamente en la puerta, totalmente oscura por acción de la luz que se asomaba detrás.

Cayó sentada sobre sus propias piernas y con sus temblorosas manos sobre sus muslos.

—Bienvenido… —susurró imperceptiblemente, inclinándose sobre si misma tan pronto como aquella sombra se encontraba frente a ella —… amo

Unos segundos pasaron hasta que las manos cayosas, grandes de aquel individuo se posaron a cada lado de su cara, levantandola para que lo mirara.

A pesar de la oscuridad de aquella habitación, podía distinguir una sonrisa en el rostro de su captor, que se acercaba lentamente, hasta que su aliento chocaba contra sus labios. Se había agachado frente a ella para estar a su nivel.

— ¿Me extrañaste? —preguntó él en un susurró.

Su cuerpo de estremeció al sonido de su voz, sintiendo una sensación muy distinta a la que debería.

Asintió febril, sin poder mirar sus ojos.

Sin embargo, su mente gritaba ¡No! Fuertemente.

Sus labios inferiores se tocaron, sin embargo eso era todo.

— ¿Si? — Preguntó lujurioso —Muéstrame cuanto

Y tan pronto como dijo eso, las manos de ella ya se encontraban sobre su pecho.

Miró dicha zona, la cual estaba cubierta por la tela azul de su uniforme, pasando sus manos de arriba hacia abajo repetidas veces y luego deteniéndose. Con el dedo índice de su mano izquierda empezó a contornear la placa que descansaba sobre el lado derecho de su pecho, el símbolo de quien, irónicamente, suponía debía protegerla. Él empezó a ponerse de pie, hasta estar completamente erguido, sin dejar de observarla, podía sentir su pesada mirada.

Sus manos, que habían quedado a la altura de sus caderas, se dirigieron lentamente hacia su zona pelvica, mansajeando su miembro por sobre la ropa.

Dentro de su cabeza libraba una lucha: la razón le decía que parara, que esto era todo lo opuesto a lo que debería hacer, pero una pequeña pero dominante parte de su cabeza le decía desesperadamente que lo hiciera.

Su vista se nubló cuando sus manos empezaron a quitar el cinturón que agarraba sus pantalones, pero su cuerpo se negaba a parar, estaba mal y estaba asustada, y no podía hacer nada más que obedecer. Con el cinturón por fin fuera del camino, procedió a desabotonar el pantalón y a bajar la bragueta, antes de proceder con lo siguiente respiró profundamente, conteniendo el aire en sus pulmones.

Empezó a bajar la prenda lentamente junto con los boxers, tan pronto como tuvo la oportunidad el miembro salió y se elevó prominentemente, el líquido pre seminal que salía de la uretra se diseminaba sobre la punta del glande y una pequeña gota amenazaba con caer al piso.

Ignorando el revuelvo en su estómago tomo el pene entre sus manos, apenas pudiendo cerrarlas alrededor del mismo y empezó a masturbarlo suavemente, un gruñido de placer llegó a sus oídos y siguió tal cual iba. Minutos después sintió su rostro ser tomado de forma mansa por una de sus callosas manos, levantándolo levemente hasta que sus ojos se toparon.

—Ponlo adentro —susurró.

Tragó fuertemente antes de abrir la boca e introducir el pene. Empezó con movimientos cortos, cubriendo un poco más el miembro con cada movimiento y masajeando lo sobrante con las manos, fue aumentando la velocidad cuando las manos de su captor se posaron sobre su cabeza y empezaron a marcar la velocidad de su felación.

Mientras le daba placer con su boca no pudo evitar recordar y maldecir el momento en que todo había comenzado, arrepintiéndose por haber aceptado su ayuda.


Desde el principio sabía que salir con esas condiciones era un error, pero a pesar de lo gris que se mostraba el cielo, aún no empezaba a llover y no parecía que fuera a hacerlo pronto. Incluso en el momento en que abrió la puerta de la casa familiar, sabía que no era buena idea, pero su terquedad era más fuerte que su razón, por lo que se apresuró a escribir una pequeña nota a su familia donde explicaba que había salido a comprar algo que necesitaba con urgencias y que regresaría tan pronto como terminara con sus compras.

No encontrar un paraguas no fue impedimento para irse, el fuerte ventarrón que le advertía volver a la seguridad de la casa de su padre no modificó sus planes, mucho menos el violento movimiento de los arboles pudo persuadirla de dar marcha atrás.

La casa de su padre se encontraba en un lugar apartado de la ciudad, donde solo habían un par de casas y frondosos bosques, por lo que era más seguro acceder a la zona en algún tipo de vehículo, pero ella había vivido en ese lugar la mayor parte de su vida y no era la primera vez que iba desde ahí a la ciudad a pie, era relajante ir por ese camino.

Aún no empezaba a llover cuando por fin llegó a la parte más poblada de la ciudad, tampoco antes de llegar al centro comercial. Hizo todas las comprar que necesitaba, que consistían en artefactos para un proyecto universitario que debía entregar pronto. Con dinero sobrante compró una sombrilla que a pesar de no lucir muy fuerte, estaba segura que podría servirle al menos para poder llegar a su casa.

Pero cuando volvía la brisa era simplemente muy fuerte para el débil paraguas, tanto que en algún momento esta intentaba arrastrarla, ayudada por la brisa, a la dirección contraria de la que se dirigía. Las ráfagas de viento eran tan fuertes que le arrancaron el objeto de la mano y no se molestó en ir por él, pues en menos de dos segundos ya se encontraba bastante lejos y probablemente arruinado.

Abrazándose a sí misma trató de seguir su camino, pero la lluvia había empeorado tanto que apenas podía ver y el frío que le provocaba le hizo darse cuenta que salir simplemente con un vestido rosa salmón, un abrigo blanco de lana fina y las sandalias que ahora se encontraban enlodadas e incomodas había sido otra de las malas decisiones que había tomado ese día.

Siguió caminando pero sabía que aún le faltaba bastante por recorrer antes de llegar a su casa. Recordó que traía se teléfono, así que lo sacó: dos llamadas pérdidas se mostraban en pantalla. Trató de desbloquearlo, pero el aparato estaba tan mojado que, sin importar que tanto tratara nunca terminaba de completar el patrón, así que se rindió y lo volvió a guardar, pues tratar se secar la pantalla en ese momento era como tratar de respirar bajo el agua.

Siguió tratando de caminar de regreso, hasta que pudo distinguir luces rojas y azules acercándose a su dirección, sonrió, interiormente agradecida y se quedó parada hasta que eventualmente el vehículo policial se detuvo frente a ella y la puerta fue abierta desde adentro, invitándola a entrar, lo cual aceptó gustosa.

—Sasuke —jadeó sorprendida al ver a su antiguo compañero de clases.

—Hyuga —fue lo que él dijo para reconocer su presencia — ¿Qué haces afuera? Es peligroso salir en medio de una tormenta

—Yo… tenía que conseguir cosas… para la universidad… —murmuró abochornada, mostrándole sus compras como si tratara de probarlo — Trataba de llegar a casa

—Si mueres no habrá universidad a la que ir ni casa a la que volver —le reprochó empezando a conducir.

—Lo siento —se disculpó y trató de cambiar el tema — ¿Y tu compañero?

—En casa, igual que toda persona cuerda —se encogió antes de respuesta acusatoria.

—Tu tampoco estas en casa —dijo en un tono muy bajo.

—Estoy de servicio

Y era imposible discutir ante eso.

—Siento mojar tu asiento, yo-

—No te preocupes —le cortó.

Luego de eso el viaje fue tranquilo, el silencio entre ellos era cómodo, hasta que se percató de que se alejaba de la dirección de donde estaba su casa, e incluso si en algún momento pensó que rodearía para llevarla, ya habían pasado cualquier camino posible para que algo así pasara.

—Sasuke —él murmuró para que entendiera que escuchaba —Mi casa…

—Los caminos están bloqueados —le dijo —te quedarás en mi casa hasta que pase la tormenta

Y ella lo aceptó, aunque le conmocionó y molestó que no se lo aclarara en primer lugar. Poco tiempo después llegaron a la casa de Sasuke, ubicada en el extremo opuesto a la suya.

Por lo que sabía, el Uchiha empezó a vivir solo tan rápido como se graduó de la academia policial y al igual que el resto de su familia, era un prodigio cuya meta era ser investigador.

Entraron a la casa de dos niveles a través del garaje. Lo primero que notó al entrar a la casa fue que Sasuke tenía un gusto bastante minimalista, había bastantes muebles de colores oscuros que iban combinaban muy bien con las paredes claras, sofás negros, una televisión y un pequeño armario bajo este. No había cuadros, fotos u adornos, solo lo que podía considerar esencial.

—Hinata —saltó al escuchar su nombre ser llamado, y lo miró, él le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera hacia el nivel de arriba, y lo hizo.

Llegaron a una puerta y empezó a asustarse al momento que esta fue abierta, revelando una habitación a la que él se adentró cómodamente mientras ella solo quedó estática en la puerta.

Lo vio levantar una ceja cuando volteó a verla luego de haber buscado algo entre las gavetas, miró sus manos y en ellas tenía una toalla, camiseta blanca junto a unos boxers, que supuso, eran de él. Puso la ropa sobre la cama y le extendió la toalla, ella indecisa entró a la habitación y la tomó.

—El baño está en esa puerta —señaló con la cabeza la puerta a su izquierda, rozando un poco sus manos antes de entregarle completamente la toalla —me encargaré de lavar la ropa mojada en cuanto termines —ella asintió y caminó hacia el baño al mismo tiempo que él caminaba hacia la salida de la habitación.

Se adentró al baño cuando lo vio salir de la habitación.

Miró el baño, era bastante lujoso, le recordaba un poco al baño de la habitación de su padre, con una gran tina y una ducha, un lavamanos doble de mármol negro, casi le daba miedo tocarlo y romperlo de algún modo, así que se apresuró a desvestirse y meterse a la ducha.

Soltó un largo suspiro al sentir el agua caliente resbalar por su fría piel, felizmente enjuagando y enjabonando su cuerpo. Varios minutos después decidió que ya tenía suficiente y procedió a secarse con la toalla lo más que pudiera antes de salir del baño.

Se dirigió hacia la cama, sintiendo ahora con sus pies descalzos la alfombra negra que cubría el piso. Las paredes eran de un tono gris, haciendo que la habitación luciera triste, también habían cortinas simples cubriendo las ventanas, igual de negras que la alfombra y llegó a la conclusión de que a él realmente le gustaba la oscuridad que estaba segura que abría incluso de día en esa habitación.

Terminó de secar completamente su cuerpo y procedió a secar su pelo, quedando completamente desprotegida a la vista de alguien, pero no le preocupaba, pues estaba sola. No pudo evitar seguir viendo los detalles de la habitación mientras se ponía el bóxer. La habitación de Sasuke era curiosa, era en la única habitación en la que había un cuadro y estaba justo en la pared frente a la cama, se acercó un poco más, una hermosa mujer, Mikoto Uchiha, la madre de Sasuke, la recordaba vagamente de las reuniones escolares, pero había muerto hace ya mucho tiempo.

Estando completamente vestida, bajó las escaleras con sus ropas en las manos, pero no encontró al Uchiha en la sala.

— ¿Sasuke? —Llamó, pero él no respondió y ella no sabía que hacer más que quedarse parada a los pies de las escaleras — ¡Sasuke! —pero no recibió respuesta alguna.

Suspiró y se quedó parada en el mismo lugar sin saber, miraba para un lado y para otro hasta que se sintió repentinamente agarrada por la cintura y arrojó un fuerte grito, dándose rápidamente la vuelta y encontrándose con los ojos negros de Sasuke, quien ya se encontraba con ropa cómoda y el pelo mojado.

—Tranquila —fue lo primero que le dijo con una sonrisa burlesca en su rostro, tomando las ropas de ella de entre sus manos.

Empezó a boquear tratando de decir algo, pero se rindió cuando nada salió y se dejó conducir por el Uchiha a la cocina, donde él procedió a preparar té para ambos, para luego dejarla sola mientras él ponía a lavar las ropas, volviendo luego de casi diez minutos.

—Las líneas están cortadas —fue lo que él le dijo cuándo le preguntó si podía usar su teléfono, ya que su celular había dejado de funcionar, supuso, por estar expuesto a tanta agua.

Ella solo podía resoplar.

Se quedaron en la sala de estar hasta media noche, hablando y comentando sobre lo terrible que se escuchaba la tormenta afuera, hasta que se quedaron callados y ella empezó a bostezar, ambos decidieron que ya era hora de dormir.

—Te quedarás en mi habitación —le dijo Sasuke mientras abría la puerta.

Ella se alarmó.

— ¡N-no puedo aceptarlo! — Le dijo —pu-puedo dormir en el sofá

—No hay necesidad de eso —se recargó del marco de la puerta —hay otras habitaciones

— ¿Entonces por qué…?

—Esta habitación está mejor ambientada en estos momentos — se encogió de hombros —eres mi invitada, no puedo dejar

—Pero… — su voz murió cuando le dirigió una mirada severa, haciéndola finalmente asentir, viendo como una sonrisa de triunfo se extendía por su rostro al tiempo que de daba la vuelta para salir y cerrar la puerta de la habitación.

Lentamente se acercó a la cama, distendiendo la sabana que la cubría y metiéndose bajo ellas, boca abajo y con la cara de lleno en las almohadas e inhaló fuertemente: olía a pino y no pudo evitar preguntarse idiotamente si ese aroma era por causa del detergente que usaba o si era el olor corporal de Sasuke impregnado en la cama.

Se sonrojó levemente ante este pensamiento: La cama de Sasuke… estaba acostada en su cama. Cerró los ojos fuertemente, repitiendo una y otra vez en su mente que debía dormir y sorprendentemente, a costa de todo pronóstico calló rápidamente dormida.

.

.

.

Gimió en su inconciencia.

Una emoción extraña le invadían los sentidos. La sensación de algo húmedo yendo sobre su pecho, deteniéndose sobre uno de sus pechos le hizo estremecer. Empezó a ser inquietante cuando aquello empezó a rodear y presionar insistente mente sobre uno de sus pezones, siendo seguido de una suave brisa y la acción se repetía con su otro pezón.

Trató de utilizar las manos para alejarlo, pero no podía moverlos y eso le hizo abrir rápidamente los ojos y dirigió su vista hasta su pecho y lo que encontró realmente la descolocó.

La negra mirada de Sasuke se había topado con la de ella por sobre la arrugada camiseta que se mantenía envuelta casi a nivel de su clavícula mientras él plácidamente amamantaba su pecho derecho.

— S-Sasuke —tartamudeó su nombre aún sorprendida y eso parecía haberlo animado más.

Trató de mover sus manos nuevamente, pero estas se encontrabas apresadas por algo. Subió la mirada hasta dar con ellas, y con horror se vio esposada a los barrotes de la cama.

Su pecho empezó a subir y bajar rápidamente mientras comenzaba a hiperventilar, volvió a ver hacia Sasuke, que ahora se encontraba en su barbilla entre sus pechos y le daba una extraña sonrisa.

—Hinata —la llamó en un susurro —tranquilízate

—Su-suéltame —dijo — ¡Suéltame!

—Hinata — susurró él, subiendo lentamente hasta que sus rostros estuvieron uno frente al otro — ¿Has esperado por mí? —le preguntó dócilmente restregando sus intimidades, haciendo a Hinata notar con horror que solo una simple capa de tela los separaba: la que lo cubría a él.

Empezó a moverse con desesperación tratando de cerrar sus piernas, pero le era imposible con la cercanía entre ellos. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.

— ¡Ayuda! —Empezó a gritar — ¡Ayúdenme por favor!

—Nadie te va a escuchar —murmuró mientras bajaba a su cuello y empezaba a besarlo y chuparlo, asegurándose de dejar marcas en el mismo —incluso si no lloviera tan fuerte…nadie vendría aquí —y lo sintió sonreír contra su clavícula.

— ¡Su-suéltame, por favor! —seguía gritando y las lágrimas saliendo — n-n-no le diré a nadie, pero por favor…

—Tú no entiendes —ella lo miró, pero no dejó de luchar —no sabes cuánto tiempo he esperado esto…tenerte

Empezó a besar sus labios y pretendió profundizar el beso, pero gruñó cuando ella le mordió el labio inferior fuertemente.

Bajó una de sus manos hasta su entrepierna y sin cuidado alguno introdujo dos dedos en su vagina, haciéndola jadear y liberar su labio. Sacó los dedos de su entrepierna y se levantó en su posición, quedando arrodillado sobre la cama aún entre sus piernas. Con los mismos dos dedos que anteriormente estuvieron dentro de ella se acarició el labio comprobando que sangraba, mirándola sonrió y pasó lengua sobre la herida para luego introducir ambos dedos en su boca.

—Te gusta jugar rudo ¿he? — Rio —Pero… no puedo ser duro contigo en nuestra primera vez

—No quiero —lloró

—Lo querrás — afirmó sonriente al tiempo en que sus dedos se colaban a través del elástico de su bóxer —me lo pedirás —empezó a bajar la prenda —llorarás cuando te lo niegue —lentamente el miembro empezó a ser visible —aunque… nunca lo haré —y el miembro finalmente terminó de salir por sí mismo, poderosamente erecto.

—No lo hagas —rogó por última vez, mientras él tomaba sus rodillas y las llevaba hasta los lados de su cuerpo, teniéndola totalmente abierta para él, alineando su glande a su vagina y frotando levemente la cabeza de su pene con su intimidad y mojándolo de sus fluidos —Sasuke, n-… ¡aah!

Gimió cuando él empezó a entrar en ella lentamente y él soltó un pesado gruñido mientras más profundo llegaba. Mordió la lengua, tratando de no soltar ningún ruido. Soltó sus piernas y colocó ambas manos sobre el colchón a los lados de los hombros de Hinata, mirándole fijamente el rostro, empezando un lento vaivén.

Ella trataba de mirar cualquier cosa menos su rostro, recorrió la habitación una y otra vez con la mirada y las lágrimas seguían saliendo junto a unos cuantos suspiros y gemidos que se le escapaban cada vez que subía la intensidad de sus envestidas. Entonces notó que el cuadro que vio al inicio de la noche de encontraba descolgado y volteado hacia la dirección en la que ella miraba, quedando solamente visible la parte de atrás del cuadro.

— ¿T-te pr-reocupa? —Le preguntó ya mirándolo y él tenía la confusión pintada en toda la cara mientras bajaba la velocidad — ¿Te prec-cupa lo que t-t-tu mami piense de ti? —le retó, mirándole los ojos con determinación —niño de mamá

El ceño en él se frunció y una extraña sonrisa apareció sobre su rostro.

Realmente no había pensado antes de hablar.

Tomando primero una y luego la otra pierna, la obligó a envolverle la cintura con las piernas y se inclinó un poco hacia adelante, provocando que la espalda baja de Hinata quedara levemente levantada.

Y sin decir una palabra empezó a embestirla con fuerza, llegando aún más profundo que antes.

— ¡Ahh! —Gimió — ¡Ahh! ¡Ahh! ¡Ummm! —los sonidos vergonzosos no dejaban de salir de su boca incluso si no quería, no paraban.

—Por fin eres mía —gruñó —toda mía —repitió, intensificando cada vez más sus envestidas.

Su boca cubrió su pezón derecho mientras el otro seguía rebotando libre, y a estas alturas, ya no podía controlar sus gemidos.

Hasta que ambos acabaron dejando salir fuertes gemidos.

Podía sentir su caliente semen dentro de ella mientras él se desplomaba sobre ella y ella lentamente soltaba su cadera.

Derramó una última lágrima.

Ese había sido solo el comienzo.


Gimió mientas se encontraba bajo a él, que la empalaba desde atrás.

Esa había sido la primera vez que había abusado de ella. Luego de esa noche le había impedido irse, la había secuestrado, la había atado a la cama que había colocado para ella dos días después, había tocado cada extremo de su piel con sus manos, con su boca.

La había convertido con su sumisa, la había hecho hacer cosas para poder obtener agua y comida, a tal punto que ya ni siquiera tenía que decirle que hacer, ella ya sabía.

No sabía cuánto tiempo había pasado ¿Dos, tres semanas? ¿Un mes?, solo sabía que menos de una semanas después había sido declarada oficialmente desaparecida y que él, que estaba en su entrenamiento para ser oficialmente detective, estaba a cabo de su búsqueda.

Qué ironía.

La tomaba todos los días, susurrándole palabras hermosas al oído, haciéndole cumplidos que ella había aprendido a aceptar, porque se las decía tanto que ya no podían ser más que ciertas, tal y como lo hacía en esos momentos.

—Eres tan hermosa, tan apretada —le susurraba al oído —no puedo vivir sin ti —le besó el cuello.

Entre gemidos ella volteó el rostro hacia él y sus labios se encontraron, sus envestidas eran cortas pero fuertes y la llevaban al éxtasis.

—Nadie me hace sentir esto

Ella gimió.

—M-más —le pidió.

Y lo cumplió, penetrándola más rápido, más fuerte.

Sacaba su miembro de ella y lo volvía a meter, y como le encantaba que hiciera eso.

— ¡Sasuke! —gritó cuando llegó el orgasmo.

Pero él aún no acababa y golpeaba su interior sensible furiosamente. Sus gemidos se convirtieron en gritos hasta llegar a otro órgano en el cual, esta vez, fue acompañada por él.

Lentamente salió de ella y ella se sentó cuando el quedó totalmente acostado en la cama, tomando el condón que se había colocado y que estaba lleno de esperma, quitándoselo tal y como lo hacía desde que había empezado a utilizarlos.

Recostó la cabeza sobre su pecho y escuchó el latido de su corazón, y él la abrazó, besándole la cabeza.

—Te amo —susurró entre su cabello.

—Te amo —le devolvió ella.

—Te amo —volvió a decir él —te amo —ella se levantó levemente y lo miró un poco, un poco preocupada, él nunca se lo repetíatanto.

Él la apartó y se sentó a orillas de la cama.

Ella se alarmó.

—Te amo —le seguía repitiendo y ella solo atinó a acercarse a la espalda de él, colocando sus manos sobre sus hombros y recostando su cabeza en la parte superior espalda, pegando su pecho a él.

—Te amo — repitió él, y así siguió toda la noche.


Saga "Toxica": Cautiva

Primera parte: Cautiva

Segunda Parte: ?

Tercera parte: ?

Será un proyecto en conjunto con los administradores del grupo: Naruto All Project (NAP)

También aprovechamos para agradecer a todas las personas en el grupo, son geniales, estamos en hiatus pero seguimos siendo fuertes.