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El ataque de las ardillas

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-Vamos Lisa. ¿Quién no sueña con poder hablar con los animales al menos una vez en su vida? –Lincoln estaba emocionado mientras ajustaba ese extraño casco improvisado con el colador de la cocina.

-Por lo general, las personas prefieren dejarlo sólo en fantasía. Y no es como si los animales tuvieran mucho que decir, la mayoría de ellos no tienen el cerebro tan desarrollado como para formar un pensamiento coherente fuera de comer, ir al baño y aparearse. –Lista terminó los últimos ajustes a una pequeña antena y la conectó sin mucho ánimo sobre el colador en la cabeza de su hermano. –Listo, con esto podrás escuchar los inútiles pensamientos de las especies mentalmente menos desarrolladas y la antena los traducirá de formas tan simples que cualquiera podría entenderlos.

-Genial, gracias Lisa. –Lincoln la abrazó muy emocionado. Hablar con los animales había sido un pensamiento que no había podido sacarse de la cabeza desde que vio a uno de sus héroes de cómics pedirle ayuda a los animales para salvar el día de las fuerzas del mal, desde entonces pensó que sería sumamente genial tener un poder como ese. –El casco es algo incomodo, pero valdrá la pena si puedo hablar con Charles y los demás. –Se rascó un poco la cabeza debajo del casco y lo ajustó mejor.

-Y esto –Colocó un pequeño microchip bajo la antena –me permitirá reunir ciertos datos que podrían ser de interés para la ciencia.

Lincoln no esperó un segundo más para abrazar a su hermanita de cuatro años mientras terminaba ese último ajuste. Lisa y él podrían no ser los más cercanos, de hecho había noches en las que temía despertar para ver la sonrisa aterradora de su hermana mientras sujeta una sonda en una mano y sus pantalones en la otra, pero cosas como esa podían ser fácilmente olvidadas en una familia tan grande como lo eran los Loud.

-Me aseguraré de hablar con tantos animales como pueda dentro y fuera de casa para tener muchos datos. –Y de paso podría divertirse con ellos. Esta era definitivamente la mejor idea que había tenido.

-Sí… sólo trata de no meterte en líos. –Lisa murmuró mientras trataba de alejarse un poco del abrazo de Lincoln. A veces las muestras de afecto físico de su hermano mayor eran algo incómodas para ella, no es que no estuviera acostumbrada, sencillamente eran difíciles de tratar cuando llegaban.

Lincoln sólo se rio mientras salía por la puerta. –¿Qué es lo peor que podría pasar?


-¿Mm? ¿Debería meterme bajo su vestido rosa? Quizás hoy esté usando esa tanga tan llamativa. Tal vez ya se le haya metido entre las nalgas, valdría la pena ser pisoteado por ver esos esponjosos malvaviscos.

-¿Eh? –Lincoln perdió su sonrisa en cuanto vio a El Diablo reptando por el pasillo en dirección al cuarto de Lana y Lola. Lisa había mencionado que aquel aparato traduciría lo que los animales estuvieran diciendo de una forma que él pudiera entender. ¿Pero que había sido exactamente lo que había escuchado de aquella serpiente? –¿Diablo?

El Diablo volteó levemente la cabeza para verlo. –Oh, es el albino suertudo. ¿Sabes las veces que la e visto decir tu nombre mientras se prueba esa tanga frente al espejo? Siempre con los "¿Te gusta Lincoln?"Puto suertudo. –El Diablo se dio la vuelta y se metió dentro del cuarto de Lola y Lana.

Lincoln abrió levemente la boca mientras miraba a la serpiente perderse dentro de la habitación. ¿Había algo mal con el traductor de Lisa? Quizás debería preguntarle. Por un segundo le parecía escuchar que El Diablo lo insultaba y…

-¡HHHAAAA! –El grito de Lola lo sacó de sus pensamientos en ese momento. –¡Lana! ¡Aleja a tu estúpida serpiente de mí! –Escuchó como Lola parecía patear algo que terminó impactando contra el piso de forma ruidosa.

-¡Hey! ¡El Diablo sólo estaba jugando, princesa! –Lana parecía genuinamente molesta mientras caminaba hacia Lola con pasos pesados.

-¡Esa cosa se metió debajo de mi vestido, eso es vulgar! ¡Especialmente para algo tan asqueroso y reptante!

-Ese no te da derecho a patearlo. Seguramente sólo buscaba un lugar oscuro donde dormir, Lola.

-Si vuelve a acercarse a mí haré algo más que patearlo, Lana.

-Oh, me gustaría ver que lo intentaras conmigo aquí, princesa.

Lincoln las escuchó discutir. Su primer pensamiento fue el de entrar a la habitación para separarlas, pero entonces vio al responsable de todo salir de la habitación con lo que parecía ser una sonrisa.

-He, he. Sin tanga… sin bragas… totalmente al descubierto. –Pareció sisear. –Valió totalmente la pena. Ha ha ha.

Lincoln la vio perderse en las escaleras mientras la pelea entre las gemelas pasaba a algo más físico.

Era mejor separarlas y luego tratar de pensar en lo que había pasado.


Detener la pelea no fue tan difícil, las dos se detuvieron al instante en cuanto vieron su horrible casco traductor de animales. Luego de una ligera explicación y traducir lo que decían algunas lagartijas: las cuales no estaban lejos de pensar como El Diablo, pudieron calmarse. Por supuesto, Lincoln tuvo que alterar algunas de las palabras que los animales de Lana parecían decir, pero eso no tenían que saberlo.

Definitivamente tenía que haber algo malo con el casco de traducción. Lo mejor era volver con Lisa y explicarle sobre el posible error con algunas palabras que no pudieran afectar su frágil mente de cuatro años, aunque con su inteligencia y estudios tendría que saber mucho del tema, seguía siendo incómodo tocarlos con alguien que era al menos siete años menor que tú.

Antes que nada, Lincoln necesitaba tomar algo fresco en la cocina.

Esto de hablar con los animales podría ser más complicado de lo que creyó en un primer momento.

-Hola, Linky. –Leni lo saludo mientras vertía un poco de alimento para perros en el plato de Charles.

-Ya era hora, me moría de hambre. –Charles pasó corriendo junto a él. –Comida, comida. Dame más comida, Leni. Hoy estuve protegiendo el cuarto de Lisa de esas malditas ardillas durante toda la mañana y todavía parecen venir más. Si no tengo cuidado cualquiera de ellas podría colarse por una ventana… El resultado sería desastroso. –Charles ladró dos veces mientras Leni le sonreía y vertía más alimento en el planto. –…Pero ver esa sonrisa en tu rostro, mi hermosa Leni, hace que todo esto valga la pena. El tuyo y el de toda mi amada familia.

-¿Charles? –Lincoln mencionó mientras se acercaba a su mejor amigo cuadrúpedo

-Wow, ¿Lincoln? ¿Qué demonios llevas puesto? Pareces uno de esos cascos espaciales de las series de ciencia ficción de los 70. –Charles ladró, pero parecía más una pequeña risa perruna.

-Oye, Lincoln. ¿Por qué tienes el colador de la cocina en la cabeza? Mamá lo estuvo buscando toda la mañana. –Leni le preguntó sin darse cuenta de que aun seguía vertiendo más alimento en el plato de Charles, no es como si al cuadrúpedo le molestara.

-El último grito de la moda. –Lincoln respondió sin verla mientras continuaba viendo fijamente a Charles y el modo en que hablaba de series que jamás había visto, tomando en cuenta que aun no había ni nacido en esa época.

-Oh, tendré que ir por un colador yo misma. ¿Pero tengo algo que combine con coladores? –Leni pensó preocupada mientras soltaba la bolsa de comida sobre el plato de Charles.

-Wuju.

-Debo ir al centro comercial por telas, vestidos y coladores. –Salió corriendo. Posiblemente a la habitación de Lori para pedirle que la llevara al centro comercial, cosa a lo que Lori se negaría una vez escuchada la petición estúpida de su hermana sobre instrumentos de cocina.

-Rodar, rodar. Tengo que rodar fuera de esta maldita bola de plástico. ¿Por qué me torturan así? Dijeron que me aman y sólo saben encerrarme aquí dentro. ¿Es por que mi especie se come a sus propios hijos? –Geo pasó rodando entre él y Charles.

-No te quejes, Geo. Al menos tu no te hiciste enemigo de las ardillas.

-Al menos todavía tengo pene, señor castrado.

Charles entrecerró los ojos mientras dejaba a la vista una parte de sus colmillos.

-Te la ganaste, roedor.

-Oh, no.

Geo comenzó a rodar fuera de la cocina mientras Charles se lanzaba contra él y los dos comenzaban una pequeña pelea que se extendió hasta llegar a la sala. Cualquier persona que no escuchara las groserías juraría que estaban jugando como los mejores amigos, y hasta que Lincoln logró escuchar sus pensamientos él hubiera pensado lo mismo. Pero no parecían llevarse tan bien como hubiera pensado en el pasado.

-Maldita pelota rellena de mierda. –Charles ladró. –Agradece que estás ahí dentro o Lana ya estaría enterrando a otro roedor.

-¿Por qué no entras aquí y me lo dices a la cara, señor no tengo nada entre mis patas traseras porque mi familia decidió que no querían cachorritos?

Lincoln los miró con la boca abierta mientras sus amigos de toda la vida se insultaban de formas que nunca antes había escuchado en los seres humanos.

-Chicos, ¿Quieren dejar de pelear? Lily está tratando de dormir en el sofá y ustedes no son de ayuda aquí. –Una pequeña voz mencionó desde el sofá. –Ssh, está bien, Lily. Vuelve a dormir, tu amigo Cliff está aquí.

Ambas mascotas se separaron después de eso.

-Tienes suerte, señor castrado.

-La suerte parece ir en ambo sentidos, roedor.


Cuando Lincoln escuchó a Walt entonar poesía sobre la fragilidad de la vida al ver un huego frito sobre la mesa, decidió que necesitaba un poco de aire fresco y salió de la casa.

-Esto no es como lo imaginé. –Posiblemente tampoco es como Lisa lo hubiera imaginado. Si no era un error de la máquina, entonces ya podía ver el rostro de su hermanita menor al revisar los datos.

Comenzó a caminar por la acera y a ver distintos animales u otras criaturas por ahí.

Se encontró con un pequeño camino de hormigas bajo sus pies.

-Necesitamos alimentar nuestros hongos para que la reina coma y entonces haga bebés. Con más bebés tendremos más fuerza de trabajo obrera con la cual expandiremos el nido, finalmente tendremos suficientes ejércitos para comenzar nuestro ataque a la humanidad.

-¿Eh? –Lincoln se alejó un paso incrédulo ante lo que había escuchado. Tocó el casco sobre su cabeza con cuidado y volvió a mirar a las hormigas. –Esto tiene que ser un error. Para empezar, las hormigas ni siquiera son animales, así que no tendría que escucharlas. –Tampoco eran tan listas para pensar en nada.

-Arriba abajo. Izquierda derecha. –Un pequeño colibrí estaba reuniendo néctar de un grupo de flores en el jardín del vecino. Lincoln lo vio con calma, parecía ser el único que hablaba como creyó tendrían que hablar los animales. –¿Te gusta esto, perra? ¿Quieres más? Mi pico es de hierro si quieres un poco más de esto.

Lincoln pestañó mientras recordaba las palabras de Lisa: los animales no pueden pensar en nada más que no sea comer, dormir, ir al baño y aparearse. ¿Lo que escuchaba como entraba en lo que sabía?

Desvió su atención y dirigió su vista al camino mientras se decidía si debía mantener el casco sobre su cabeza o quitárselo y terminar con todo. Quizás los animales no tenían mucho que decir después de todo, y había cosas que era mejor no escuchar.

-¿Todavía no hay progresos? Necesitamos infiltrarnos en el laboratorio.

Dos pequeñas ardillas salieron corriendo por el patio del vecino hacia un pequeño árbol.

-Ese perro todavía nos causa molestias. Parece haber deducido nuestras pautas de ataque, y el gato a evitado cualquier oportunidad de infiltración mediante la infante.

Lincoln desvió su atención hacia ambas ardillas.

-A este paso tendremos que utilizar medidas extremas para abrirnos camino, en el peor de los caso tendremos que deshacernos del perro de forma permanente.

-Demasiado arriesgado, no olvides lo que pasó en Irak la última vez que intentamos un movimiento así sin antes consultarlo con el concejo.

-Olvídense del laboratorio por un segundo, aun tenemos la crisis en el vaticano. –Una tercera ardilla entró a escena y se puso entre ambas. –Es necesario escoger un nuevo papa si queremos avanzar en nuestros planes, pero a este paso podríamos arriesgarnos a un golpe de estado que ponga en riesgo las relaciones con Francia y Alemania.

-No. Espera, un golpe de estado podría ser lo que necesitamos en este momento más que nunca para… ¿Qué pasa? –Las tres ardillas se pusieron en guardia.

-Ese niño. –Mencionó la tercera ardilla mientras miraba fijamente a Lincoln. Lincoln comenzó a sudar mientras aquel pequeño animal lo miraba fijamente. –Nos observa.

-¿Y? Es un niño y somos ardillas. –Mencionó su compañero. –De echo, él también fue una ardilla una vez si no recuerdo mal. Esa negligencia arruinó futuros planes de infiltración en el momento en que desarrolló una antipatía hacia nuestra especie.

-No es eso… Nos mira como si entendiera de lo que hablamos. –Se acercó más al borde de la rama. –¡Hey, niño! ¿Nos entiendes? Tú nombre era Lincoln, ¿Verdad? ¿Quieres que seamos amigos?

Lincoln abrió los ojos con miedo y se dio la vuelta mientras regresaba a casa disimulando normalidad.

-¡Vamos niño, sé que nos escuchas! –Desvió su atención hacia uno de sus compañeros. –Llama a Daniels y a Dalia, diles que ejecuten un 199 a un posible Dulidu. ¡Vamos niño! ¡Somos ardillas mágicas! Podemos cumplir cualquier deseo que quieras si puedes oírnos. –Bajó del árbol rápidamente y comenzó a hablarle con más fuerza. –Podemos hacerte volar, tener dulces, el corazón de Cristina. Hasta podríamos legalizar el incesto si así lo quieres.

Lincoln no escuchó más mientras regresaba a casa. Tenía que hablar con Lisa y quitarse ese casco de la cabeza de una buena vez.

A su alrededor comenzaron a reunirse ardillas. Lincoln las vio por los cables eléctricos, los arboles, los techos, incluso detrás de él comenzaron a reunirse un gran número de ellas que lo seguían y observaban fijamente mientras caminaba. Lincoln tragó saliva con el miedo acumulándose en su vientre y un grito de terror esperando cualquier tipo de señal para salir disparado mientras Lincoln salía corriendo por su vida.

Podía sentir pequeñas y filosas garras acercarse cada vez más hacia él. Lincoln trató de buscar una explicación lógica para todo esto, pero al no encontrar ninguna no le quedó otra más que correr.

-¡Lisaaaaa!

Corrió con todas sus fuerzas hasta llegar a la entrada de su casa.

-¿Lincoln? ¿Qué pa… ¡¿AH?!

Lynn estaba practicando en el patio delantero cuando vio a su hermano menor entrar corriendo y detrás de él a un pequeño ejercito de docenas de ardillas totalmente dispuestas a arrancarle la garganta con sus pequeños y lindos dientes.

-Oh, ¿Qué hiciste ahora, bro? –Lynn no lo pensó dos veces para correr detrás de él mientras las ardillas se acercaban.

Lynn trató de cerrar la puerta, pero un enrome grupo de ardillas la abrió con tal fuerza que la arrancaron de las bisagras.

-¿Qué pasa aquí? –Lori entró desesperada por el escándalo de la entrada. –¿Pero que demonios hace esas ardillas aquí?

La mayoría de los integrantes de la casa se reunieron en la entrada por el escándalo y miraron a las ardillas en la confusión total.

-Pregúntale a Lincoln –Lynn lo señaló –, él las trajo de visita.

-¿Lincoln?

-¡Yo no hice nada! ¡No sé nada! ¡Ellas me siguieron!

-¿Qué has hecho? Esta es una clara violación al código B-42. No podemos actuar tan abiertamente en territorio humano. –Una pequeña ardilla de piel clara se acercó a la del frente.

-El humano puede oírnos, ¡Lo pone en riesgo todo! Tenemos que iniciar el ataque.

Lincoln retrocedió lentamente hacia las escaleras.

-Lincoln, dime ya mismo que pasa o te convertiré en un pretzels humano. –Lori se acercó a él de forma amenazante.

En ese momento Charles se puso en medio de las ardillas y la familia.

-¡Ardillas! ¡Largo de aquí! No tienen lugar en esta casa.

-Maldición, es ese perro. –La ardilla líder retrocedió un poco mientras lo miraba fijamente. –Siempre has sido una mala bellota en nuestro árbol, Charles.

-Ahorra las palabras, Michael. ¡Lárguense de esta casa!

-Hey, cuantas ardillas. ¿Puedo conservarlas? –Lana bajó por las escaleras y vio a todos los pequeños animales reunidos.

-Ni lo sueñes, Lana. Ya tengo suficiente con tus estúpidos reptiles pervertidos.

-El niño que proteges pone en riesgo el delicado equilibrio de las especies, no solo la nuestro… pero también la tuya.

-Ese niño es mi mejor amigo, ¡Y no dejaré que lo toquen!

-¡Detengan esto los dos! –La ardilla de piel clara se puso entre ambos. –Por cada segundo que pasamos aquí, nuestra especie…

-¡Se acabó la política y las discusiones! ¡Ya no queda otra alternativa más que atacar! –La ardilla de nombre Michael se puso en posición. –¡Ataquen!

Todas las ardillas gruñeron y comenzaron a correr hacia la familia Loud.

-Maldición. –Charles se lanzó contra ellas aun si era superado en número. –¡Corre Lincoln! ¡Corre y no mires hacia atrás! –Lo siguiente que Lincoln vio fue como Charles rodaba por el piso con su cuerpo totalmente repleto de ardillas.

-¡AAAAHHH! –Lola gritó desde las escaleras mientras veía la escena.

-¡Charles! –Lana pareció dispuesta a lanzarse contra las ardillas, pero Lincoln las tomó a ambas y comenzó a correr hacia el cuarto de Lisa.

-¡Todas al cuarto de Lisa! ¡Rápido! –Lincoln gritó en la desesperación mientras arrastraba a las gemelas con él. No parecía que nadie lo hubiera oído mientras todas gritaban y suplicaban por ayuda.

-¿Lincoln? ¿Qué pasa? –Lisa salió levemente de la habitación y sus ojos alcanzaron una proporción mayor a la de sus gafas al ver lo que había detrás de él.

Lincoln abrió la puerta de un golpe y la cerró con fuerza. En ese momento escuchó como cientos de pequeñas garras rasgaban cada parte de la puerta y los gritos repletos de dolor y horror de toda su familia.

-Dios. Oh Dios. Yo sólo quería hablar con los animales. –Lincoln murmuró mientras mantenía la puerta fuertemente sujeta.

-Lincoln, ¿Qué hiciste? –Lisa le preguntó con enfado. –Permíteme. –Apartó a su hermano mayor de la puerta y le colocó un pequeño dispositivo. Por una fracción de segundo la puerta brillo y se escucharon los gritos dolorosos de cientos de ardillas al caer al piso. Entonces miró a Lincoln fijamente mientras cruzaba sus pequeños brazos frente a su pecho. –¿Y bien?


En alguna parte del mundo, en un pequeño complejo dentro de un enorme tronco de roble, se llevaba a cabo una reunión de emergencia.

-Señor, tenemos código rojo en Michigan. –Una pequeña ardilla gris dijo con desesperación a una de pelaje más oscura y rodeada de tres ardillas de mayor tamaño que se mantenían totalmente quietas tras él. –Un caso de Dulidu pasó a código rojo en la avenida Royal Woods, avenida Franklin 1216. ¿Qué debemos hacer señor?

La ardilla frente a él caminó hacia un hueco abierto en el roble y pareció pensar detenidamente su siguiente movimiento. –Sabía que dejar a Michael a cargo de Michigan era un error… o quizás esperaba algo como esto.

-¿Señor?

Aquella ardilla extendió sus pequeñas patas hacia el sol y lo sujetó como si pretendiera tenerlo entre sus manos, entonces volteó hacia la ardilla gris.

-Es tiempo de recuperar lo que una vez fue nuestro… Inicien la operación Ocupación.

-Pero señor, eso es…

-No me contradigas, hijo. Como dije antes, ya es tiempo.

-Si, señor.

Ese sería el inicio del día en que las ardillas tomaran lo que les pertenece.


-L-las ardillas están atacando. ¡Esto no es una broma! ¡Las ardillas atacan! Son demasiadas, necesitamos refuerzos.

-Se están coordinando. Dios mío, las ardillas atacan en grupos coordinados ¡Y ya tomaron una de nuestras bases en- ¡AAHHHH!

-Nos estamos muriendo aquí. Por favor… Por favor no es un chiste.

-Ardillas… Ardillas… ¡Ardillas!

Todo eso y más podía ser escuchado en la radio de Lisa. Sólo habían pasado dos semanas desde el incidente y ninguno de los hermanos podía salir de la habitación sellada de su hermana genio.

-Maldición, Lincoln. ¿Cómo pudiste hacer todo esto?

-¿Yo? Yo no tenía ni idea de que las ardillas manipularan el orden mundial de las cosas en las asombras. ¿Quién podría haberlo imaginado? Tú eres la genio, Lisa. Tendrías que haberlo sabido.

Lily comenzó a llorar desde su cuna. Por suerte para todos, la pequeña bebé había estado tomando una siesta con Cliff en el cuarto de Lisa cuando Lincoln regresó a casa.

-¿Creen que las demás estén bien? –Lana mencionó mientras se mantenía abrazada a Lola sobre la cama de Lisa.

Lincoln desearía tener una respuesta para eso, pero además de los constantes intentos de entrar por parte de las ardillas, no habían tenido ninguna noticia sobre el exterior. Todas las cámaras de Lisa habían sido encontradas y destrozadas por los pequeños dientes de aquellas criaturas que habían aparentado ser tan inofensivas en el pasado.

Ahora el mundo parecía estar a punto de ser dominado por ellas.

-Todos están muertos, Lana. –Lola le contestó de manera dura mientras las lágrimas regresaban a sus ojos. La pequeña diva estaba en un estado sumamente deplorable con el mismo vestido de hace dos semanas, su cabello despeinado, una piel a la que le faltaba algo de color y vitaminas, eso sin mencionar el ligero olor a orina que parecía desprender. –Esas ardillas acabaron con todo… Y nosotros seguimos.

-No, no es así, Lola. Por favor, no pienses así. –Lincoln se acercó a ambas y las abrazó con fuerza. Su apariencia no era mucho mejor a la de ambas, pero aun trataba de mantenerse positivo ante la situación. Tenía que hacerlo por ellas. –Estoy seguro de que estarán bien, si las ardillas quisieran destruir a la humanidad… creo que hace mucho tiempo lo hubieran hecho.

-Tengo que estar de acuerdo con tus palabras, mi unidad fraterna intelectualmente inferior. –Lisa presionó un pequeño botón y un holograma del mundo apareció en el centro del cuarto. –Mira esto –presionó otro botón y miles de puntos rojos se agruparon en distintas partes del mundo –. Ese es el índice de progreso desde que cayó la primera nuez. –Negó con la cabeza. –Tengo que admitir que las ardillas trabajan rápido, a este paso tomaran total control mundial en menos de tres meses.

-¿Cómo algo tan pequeño y lindo puede ser tan malvado? –Lana preguntó entre sollozos.

-No estoy segura de que llamarlas malvadas sea correcto, todas ellas parecen cooperar por el bien de su especie. –Se arregló los lentes sobre la nariz. –Es un poco envidiable.

-¡Lisa!

-Lo siento, es sólo que el nivel social que han alcanzado estas ardillas… bueno, ya no importa. Tenemos asuntos más importantes que tratar.

-Como la comida. Muero de hambre. ¿Ya no quedan más barritas de queso? –El estómago de Lana gruñó mientras lo preguntaba, el de Lola no tardó en hacer lo mismo.

La comida se había acabado la noche de ayer. Sólo habían tenido jugo de naranja, bocadillos y algo de leche en un pequeño refrigerador de Lisa. Pese a que racionaron la comida, habían agotado totalmente sus suministros. Ahora era cuestión de esperar el final, o un milagro que los salvara. Pero los milagros parecían lejos de hacerse realidad.

-Maldición. –Era extraño escuchar a Lisa maldecir de aquella forma. –No nos queda alternativa. Empaquen lo que puedan del laboratorio. Sólo lo necesario y no se preocupen por nada más. –Lisa retiró unas pequeñas valijas de debajo de su cama. –Nada inútil y sentimental.

-¿Nos vamos? Pero Lisa, es demasiado peligroso salir. Todavía puedo escuchar a las ardillas intentando roer las paredes para poder entrar. –Todas las noches las ardillas hacían un intento por pasar aquellos muros y llegar hacia ellos.

Lisa sacó a Lily de la cuna con cuidado y la dejó en el piso. La pequeña de un año y medio lucia cansada y mal nutria. Su comida había sido la más difícil de racionar y no sabían si podría aguantar durante más tiempo. Sin mucho cuidado, Lisa volteó la cuna y dejó al descubierto una pequeña caja fuerte en el piso.

-Nos vamos de esta realidad, hermano. –Mencionó sin dar muchas explicaciones.

-¿La realidad?

Lisa introdujo un código de diez número y sacó una pequeña esfera metálica. La depositó con cuidado sobre la mesa y la abrió al presionar un pequeño botón en la base.

-¿Eso es…? ¿No fue un sueño?

-¿Qué es eso? –Lola preguntó mientras sorbía unos cuantos mocos de su nariz.

Lo que Lisa estaba colocando en su muñeca parecía ser un pequeño reloj, aunque no parecía servir para dar la hora.

-¿El reloj multiversal? –Lincoln estaba incrédulo. Había creído que todo había sido nada más que una pesadilla, pero ahí estaba, aquel reloj que lo había atorado en un mundo repleto de hermanos en lugar de hermanas… y finalmente en uno donde él mismo era una niña. –Lisa, ¿Todo realmente pasó?

-No sé a que te refieres, hermano. Y desconozco como sabes el nombre de mi invento. Pero parece que no será necesario explicarlo. –Presionó un botón y un portal verde apareció en medio de la habitación. –Reúnan todo, evacuamos la dimensión.


NA: Sólo unos oneshots mientras pasa mi bloqueo. Este está basado en un episodio de la tercera temporada de Rick y Morty.


Extra: Final basado en el reviews de J. Nagera (gracias por darme tu permiso para usarlo)

-Wow, Lisa. No sé cómo, pero lo lograste. –Lincoln felicita a su hermana pequeña mientras le da un gran abrazo.

-Es cierto, Lisa. Nos salvaste a todos de las ardillas. –Lola la abraza fuertemente.

-Buen trabajo, hermana. –Es el turno de Lana para lanzarse sobre ella.

-¡Po-po! –Lily no se queda atrás y se une al abrazo grupal.

Todos se abrazan fuertemente. Ese día Lincoln creyó que perdería a toda su familia a manos de las ardillas, pero Lisa pudo encontrar la situación por puro milagro antes de que las ardillas decidieran conquistar el planeta y esclavizar a la humanidad. Todos decidieron guardar el secreto de la supremacía secreta que las ardillas tenían sobre la humanidad y el control del planeta, y el asunto quedó ahí.

Todo gracias a Lisa.

-Por favor, no es nada que un intelecto como el mío no pudiera manejar –se sonrojó un poco ante tantos alago. –, pero Lincoln, espero que hayas aprendido una valiosa lección de todo esto.

Lincoln suspiró y asintió con la cabeza. Había aprendido mucho de aquella batalla secreta en contra de las ardillas.

-Bien, ahora, ¿Dónde estaba? –Lisa mira las botellas repletas de fórmulas brillantes de distintos colores. –O sí, ¿Qué tal si me pasas la botella junto a ti hermano mayor?

Lincoln tiene dos botellas de un color rojizo junto a él, no sabe exactamente a cual se refería Lisa, pero supuso que era la de la derecha.

-Aquí tienes mi querida hermana menor. –Le pasa la botella.

-Por favor, Lincoln. Eso ya pasó. Por ahora será mejor-

Una terrible explosión al momento de verter el contenido de la botella la interrumpe y todo a su alrededor vuela en pedazos. El cuerpo de Lisa sale volando por los aires junto al de Lincoln y la mayor parte de sus cuerpos terminan carbonizados. Lola y Lana no tienen muchas oportunidades de escapar cuando la explosión las alcanza; Lola pierde parte de su cabeza mientras que Lana es atravesada por un centenar de vidrios rotos que cortan su pequeña garganta y atraviesan su estómago. Lily grita de terror en el momento en que la explosión la manda a volar y sale disparada por la pequeña ventana a lo que es una muerte segura al caer al patio.

Entonces sólo hay silencio. La habitación había sido insonorizada al momento de las negociaciones con las ardillas, y afuera ya era de noche, por lo que nadie podría escucharla desde el patio o ver al bebé que salió disparado por la ventana.

En medio de aquella destrucción se abre un portal verde y Lisa entra de un salto.

-Muy bien, adentro. –Lisa hace pasar a sus hermanos mayores y su hermana bebé al cuarto. –Tengan cuidado, está algo desordenado.

-¿Lisa? ¿Qué es esto- ¡O Dios! ¡O mi Dios! –Lincoln gritó mientras su boca se abría enormemente al ver la destrucción y su propio cuerpo desecho contra la pared, seguido por los de sus propias hermanas. ¿Y dónde estaba Lily?

Lana y Lola no pudieron decir absolutamente nada mientras veían sus propios cadáveres desechos y carentes de cualquier signo de vida. Era como verse en un espejo, uno que distorsionaba la realidad y la volvía algo oscuro y retorcido. ¿Ellas habían muerto? Pero estaban ahí. ¿Cómo podían morir sin morir? Muchos pensamientos entraron en la mente de los hermanos Loud.

Lisa sólo suspiró y caminó hacia un armario del fondo.

-Bien, cada quien tome una pala y finjan que nada ocurrió. –Finalmente caminó hacia un pizarrón y borró D-19, y lo reemplazó por D-20. –Al menos esta vez no sobreviví sólo yo- exclama dejando traumatizados a sus hermanas y hermano -Vamos, pudo ser peor, créanme.

En medio del trauma y sin saber qué hacer, Lincoln se arrastra hacia la mesa y encuentra una carpeta: Confidencial: "Ellos". La carpeta tiene su fotografía y está llena de información extraña.

-¿Quién demonios es Nega?

Fin