Han sido diez largos años…

Diez largos años en los que dejé todo el pasado atrás…

Debo confesar que no fue algo fácil de hacer. Que lloré cada gota de lágrimas que estaban dentro de mi corazón. Que sufrí como si mi alma fuera arrancada de mi cuerpo. Pero debo aceptar que cuando cumplí los dieciocho años, todo ese gran amor que me consumía murió.

Un día desperté y decidí que ya no podía seguir llorando por un amor que no pudo ser.

Él había elegido una noche, hace diez años atrás…

Y no me eligió a mí.

Él escogió a su antiguo amor, una noche hace diez años atrás en el árbol sagrado…

Yo escogí seguir viviendo.

—¡mami! —dejé de mirar el árbol sagrado al escuchar la dulce voz que me llamaba. Sonreí al ver correr a mi hija hacia mí. Estiré los brazos para atraparla y besé cada parte de su pequeño rostro con adoración. Al escuchar la risa de ella, mi corazón se llenó completamente— la abuela dice que soy la niña más linda del mundo…

—y es la verdad, mi amor —le dije al ver sus hermosas facciones, tan iguales a las de su padre y las mías—. Eres la niña más hermosa del mundo…

—mamá es la mujer más hermosa del mundo —me reí con ganas al escuchar la certeza en la voz de mi hija.

—pues claro que sí… sino ¿Cómo crees que mamá atrapó el corazón de papá? —mi hija se río con ganas, abrazándose a mi cuello.

—Kagome… —fijé la vista en la mujer que me llamaba y una sonrisa se plantó en mi cara.

—ya llegué, mamá —le dije acercándome a ella.

—bienvenida a casa…—la sonrisa de mi madre fue quien completó el cuadro de felicidad en mi corazón.

—por fin he vuelto…

Y era cierto. Por un largo periodo de tiempo, yo no había ido al templo de mi familia una vez entré a la universidad. Había dejado atrás todo lo que me recordara a la época antigua. Había sellado el pozo una vez que crucé por ultima vez, dejando los fragmentos en el otro tiempo.

Al cumplir los dieciocho años, decidí que debía comenzar mi vida. Vivir como una chica normal, retomando lo que había dejado al cumplir los quince. Dejé atrás tres largos años de agonía y dolor por haber sido dejada. Aunque con el tiempo entendí que nunca había tenido alguna oportunidad.

La antigua Kagome murió el día que cumplió los dieciocho.

Viví como una joven normal. Salí con mis amigas. Estudie en la universidad. Salí con chicos. Rompí con chicos. Viaje a otras ciudades y países.

Pero hubo un tiempo en el que sentí que la melancolía me consumía, pues a pesar de intentar con fuerza ser una chica corriente, yo seguía teniendo los poderes de una sacerdotisa y podía ver cosas que otros no. A veces sentía que no podía ser aquella que era antes de viajar al pasado… y que nunca iba a poder adaptarme…

Hasta que lo conocí a él.

Sin duda alguna, desde el momento en que conocí al padre de mi hija todo fue diferente. Él me entendía. Él sabía quién era yo. Y esa felicidad fue completa en el momento en que sostuve a mi bebé por primera vez.

En ese momento supe que había sido salvada.

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Diez años…

A veces me asombrada del paso del tiempo…

Parecía que fue ayer cuando la conocí…

Parecía que fue ayer cuando ella se fue…

Sé que fue mi culpa. Sé que ella prefirió irse debido a mí.

Pero no ha pasado ni un día en el que no haya pensado en ella.

Los muchachos me lo dijeron. Me lo advirtieron. Me aconsejaron que fuera por ella. Pero no lo hice. Y cuando por fin tuve las agallas…

No pude.

El pozo estaba sellado.

Por más que intenté cruzarlo no pude. Ya no se me permitía ir por ella.

Siempre me pregunté si fue debido a mi decisión, la razón por la que ya no pude viajar al otro lado.

Miroku sabiamente me dijo después de admitirle que no podía viajar más, que nunca supe lo que tuve hasta que lo perdí.

Y tenía razón.

Ella me había dado fuerza. Me había dado confianza y valor. Me había dado amistad y amigos. Me había dado felicidad y paz. Ella me había dado alivio y ganas de vivir por primera vez…

Pero yo había escogido otra cosa… y la perdí por ello.

Han sido diez años en los que he estado atormentado por su ausencia. Preguntándome qué sería de ella…

¿Ha sido feliz?

¿Ha estado a salvo?

¿Se habrá enamorado?

Las dos ultimas preguntas son las que más me han atormentado. Pensar en que ella pudo haber encontrado a alguien, siempre ha sido como un puñal en mi pecho.

No he sido feliz. Solo me he acostumbrado a esta vida. Mi elección solo generó en mi un profundo dolor. Sin ella la búsqueda de los fragmentos ha sido eterna. Una historia sin fin.

Tengo claro que si pudiera regresar a ese momento hace diez años… todo hubiera sido distinto.

Le hubiera pedido que se quedara…

Aunque quizás fue lo mejor. En ese tiempo no tenía claro nada dentro de mí, quizás solo la hubiera atormentado y hecho infeliz. Pero… quería verla… una vez más…

—Inuyasha…—la voz de Miroku me trajo de vuelta a la realidad. Giré la cabeza en su dirección y lo miré fijamente—. ¿Otra vez dejando flores? —solo pude asentir y mirar al pozo, donde había dejado caer un ramo de flores como todas las semanas, durante estos años—. ¿No crees que es suficiente castigo ya?

—no es un castigo —fue lo único que pude responder. No importaba si nadie podía entender por qué lo hacía, no tenía la más remota importancia. Era mi forma de pedir perdón… de pedir que regresara— solo…

—lo sé —me dijo acercándose a mí y colocando una mano sobre mi hombro—. La vida es dura, pero sobre todo es de elecciones. A veces unos eligen lo que los hará felices y otros los que los hará tristes. Y siempre hay que vivir con las consecuencias de nuestros actos sean buenas o malas…

—eso ya lo tengo más que claro…—le dije volviendo a mirar el interior del pozo— he vivido así largo tiempo…

—¿hubieras hecho algo diferente, en realidad? —lo miré por un segundo sin comprender— ¿hubieras escogido a Kagome-sama por sobre Kikyo?

—es que ese es el asunto…—llevé mi mano hacia mi rostro, cerrando los ojos— el yo de hace diez años haría lo mismo… el yo que se sentía responsable… el yo que sentía culpa por disfrutar de la vida mientras Kikyo había perdido la suya… el yo que había descubierto la felicidad al lado de Kagome… ese yo… sentía demasiada tristeza por lo que fue y por lo que era… ese yo sentía que no merecía lo que Kagome le ofrecía… no mientras Kikyo vagara por el mundo…

—pero Kikyo todavía vaga por este mundo y tú… sigues igual… —No pude responderle nada, porque no podía admitir en voz alta que el mundo sin Kagome no tenía sentido vivirlo— rezo todo el tiempo por tu felicidad mi amigo… por la felicidad de todos. Por poder seguir vivo. Por tener amigos. Por no estar solo. Pero tú…

—ya no tengo nada —Miroku me apretó el hombro y yo solo solté un largo suspiro—. Era mi hogar. Ella hizo que ya no me sintiera solo, y aunque sé que los tengo a ustedes, es difícil mirarlos y ver que si no fuera por ella…

—deseo tu felicidad —me dijo humildemente— ojala algún día puedas encontrarla…—Vi cómo se alejó de mí dándome otra vez mi espacio. Giré la cabeza y la recosté contra el pozo, intentando calmar el dolor que me consumía.

—ya la había encontrado Miroku… y solo la dejé ir…