-¡No puede ser que vayas otra vez a la casa del pobretón!-vocifereé.

-¡Te he dicho cientos de veces que dejes de llamarlos así!-gritó en respuesta.

-¡Siempre tienes que escogerlos a ellos!-reclamé.

-Por Merlín, hoy se cumplen tres años desde que murió Fred-argumentó-perdóname si quiero darles consuelo.

-Para darle consuelo al pobretón ese, seguramente deberás estar en su cama…

La cachetada se llevó el resto de mi respuesta. La miré asombrado, ¿siempre estarían ellos por encima de mí? Esto era suficiente, tomé el pomo de la puerta y salí dando un sonoro golpe.

Caminé durante al menos una horas tratando de ordenar mis pensamientos, en realidad, trataba de calmar mi enojo. ¿Por qué ella siempre tenía que correr a su encuentro? Si uno de ellos conseguía patéticamente herirse de alguna forma, ella siempre estaba a un traslador de distancia, apurada, como si un segundo menos para cuidarlos la aniquilara por dentro.

Yo había sido paciente, había visto el rechazo entero de la sociedad mágica, pero era esa actitud franca en ella que tenía de sonreírme que me daba la tranquilidad de que mientras la tuviera yo estaría bien. ¿Pero me pertenecía realmente? Mis padres a regañadientes la habían aceptado, aunque mi padre no podía todavía estar en la misma habitación con ella sin desear permanecer más tiempo en Azkaban para no tener que ver "a su único descendiente enamorado de una sangresucia". Luego estaban sus padres, que me sonreían cuando me encontraba con ella pero me lanzaban miradas desconfiadas en su ausencia, probablemente preguntándose cuándo le rompería el corazón. Y luego estaban sus amigos, ese par que parecían no poder juntar dos neuronas y arreglárselas para permanecer con vida sin la ayuda de ella. El patético de Potter no dejaba de verter sus miedos de la relación con la pelirroja y luego estaba Weasley, el imbécil que me había dejado bastante claro que en el menor descuido de mi parte, se la llevaría para siempre de mi lado.

Al principio me lo tomé con broma, digo, ¿cómo podía compararse un Weasley frente a un Malfoy? Y no, no es que fuera cualquier Weasley, debía reconocer que el resto se había apañado para hacerse un nombre de alguna forma, pero este era precisamente Ronald-patético-Weasley. Las mujeres de la sociedad mágica podían lanzarse a sus brazos por ser un héroe de guerra, pero a mí no me engañaba ni por un segundo, si no fuera por el cerebro de Hermione él debería estar muerto hace rato; él era demasiado tonto como para arreglárselas de no lanzarse a sí mismo un avada y demasiado poco suertudo comparado con Potter que parecía tener más vidas que un gato.

¿Qué veía Hermione en él? ¿Acaso era su instinto maternal que despertaba cuando veía que el tipo podía morirse sin su ayuda? De ser así, aunque fuéramos jóvenes, podíamos llenarnos de niños. Niños corriendo por todos lados, rubios, castaños, con cabello liso y con esa melena que había pasado de volverme loco a adorar. El que mi madre al fin me mirara con buenos ojos por darle los nietos que siempre ha deseado sería todo un plus. ¿Tenía que burlar las perfectas pociones anticonceptivas de mi novia?

Mi novia. Siempre me gusta el sonido de la palabra en mi boca.

-Voy a mudarme madre-anuncié. Cuando se trataba de ella, ser directo era mejor que dar vueltas a las cosas.

-¿De Malfoy Manor?-me miró horrorizada-¿qué estás loco? La gente todavía nos mira como si deseara matarnos. Ignorarlos es una cosa, darles un medio para asesinarte sería estúpido.

-No es ninguna estupidez, quiero mudarme con mi novia-Novia. Me gustaba como sonaba la palabra en mi boca.

-¿Tienes novia?-su expresión fue mitad asombro, mitad alegría. Ya podía ver en sus ojos imaginando una boda y una casa llena de niños, mi madre se había pasado la mitad de mi adolescencia sutilmente anunciando que esperaba ser abuela de muchos niños.

-La tengo-asentí.

-¿Quién es?-sonrió-¿Una de las hijas de los Greengrass o Parkinson tal vez?

Lo miré horrorizado, no soportaba a ninguna de las hermana Greengrass, preferiría cortarme un brazo antes de tenerlas como novia. Pansy era mi amiga, mi única amiga en realidad, y por mucho que me agradaba, me daría asco tan solo besarla.

-Granger-la miré fijamente, esperando ver una mueca en su rostro.

-¿Granger?-su boca hizo una "o"-¿Cómo Hermione Granger, la chica esa que siempre estaba con Potter?

De alguna forma, a pesar de que ella me aseguraba que eran como hermanos, escuchar a mi madre decir "la chica que andaba con Potter" me molestó.

-Sí, la misma-Asentí.

-Merlín-tomó asiento-tu padre se volverá loco.

Asentí. Mi padre había sido condenado a pasar un tiempo en Azkaban, bastante poco en realidad porque San Potter había usado sus influencias, asegurando que en plena guerra a pesar de que ellos se habían enfrentado, mi padre no había hecho nada para matarlo. El día del juicio, se había disculpado conmigo por primera vez en mi vida y yo había aceptado su disculpa sin miramientos. Estábamos vivos y Voldemort no, ¿para qué odiarnos por el pasado?

-Seguramente-le regalé una media sonrisa. Esperaba una peor reacción de su parte, pero se lo estaba tomando extrañamente bien.

-Nietos mestizos-se quedó pensando por un segundo-bueno, la aprobaré cuando me den mis nietos.

Acto seguido, se levantó y se fue dejándome solo en la sala de Malfoy Manor. Granger me mataría cuando descubriera las condiciones de mi madre.

-¿Problemas en el paraíso?-la voz de Pansy me sacó de mis pensamientos. Ni siquiera había reparado en su presencia.

-Hola Pans-le di un corto abrazo.

-Quita esa cara de reo-se burló-te vi desde calles atrás y he visto a dementores menos miserables.

Le di una media sonrisa, el humor de Pansy nunca cambiaría.

-Ven-jaló mi brazo-vamos por una cerveza de mantequilla y cuéntale a Pansy qué está mal.

-Sabes que odio la cerveza de mantequilla-le recordé.

-Será tu penitencia por no tomar en cuenta el brillante anillo en mi mano-sonrió endemoniadamente.

Yo debía estar muy distraído, porque el anillo era bastante grande y muy brillante. Se necesitaba ser ciego para no notarlo en las pulcras manos de ella.

-Así que Theo te lo ha pedido-comenté mientras entrábamos al bar-no sabe en qué se ha metido.

-Shh-colocó un dedo en su boca-dejemos que lo descubra cuando ya no pueda escapar de mí.

Consiguió sacarme una carcajada, que hizo que todos en el bar voltearan a vernos. Pansy estaba loca, pero Theo estaba más loco porque se había enamorado perdidamente de ella. No habría permitido su relación si no fuera así, ella era lo más parecido a una hermana que nunca tendría.

-Felicidades Pans-le di un abrazo antes de llegar a nuestra mesa.

-La boda será en otoño-me devolvió el abrazo-asegúrate de llevar a esa gryffindor tuya.

Suspiré. Como iban las cosas, ya no estaba seguro si seguiríamos juntos.

-Volvió tu cara miserable-comentó-¿qué está mal Draco?

-¿Se equivocó al escogerme?-pregunté.

-El Draco que conocí a los 9 años y que se convirtió en mi mejor amigo nunca habría puesto a alguien sobre él-puso su mano en mi hombro, reconfortándome-y mírate, te estás preguntando si ella hizo bien en escogerte antes de preguntarte si tú hiciste bien en escogerla a ella. Si ella no puede darte crédito por todo lo que has cambiado, entonces es ella la que no te merece.

-Nos peleamos todo el tiempo-comenté frustrado.

-¿Y? Vas a tener que regalarme una vajilla porque yo ya he roto la mitad lanzándosela a Theo en nuestras peleas. La gente pelea todo el tiempo Draco, ¿y qué podías esperar de una leona, qué esperara sumisamente estar de acuerdo contigo todo el tiempo?

-No, claro que no-negué. Era precisamente el fuego en los ojos de Hermione que me decía que iba a luchar por todo lo que ella consideraba correcto una de las cosas que me había enamorado de ella en primer lugar. Si quisiera a alguien sumisa, habría terminado con cualquier chica de slytherin dispuesta a besarme los pies.

-¿Entonces?-pidió otra cerveza de mantequilla-¿un par de peleas y tienes esa cara de miserable?

-No soporto que esté alrededor de Weasley-confesé.

Su risa fue tan fuerte que otra vez todos en el bar estaban observándonos.

-¿Es en serio?-tapó su boca en un intento de reducir su risa-¿estás celoso de Weasley? Algo que debo reconocerle a Granger es que es increíblemente inteligente, ¿y tú crees que escogería a ese por sobre ti?

-Lo hace-añadí en un gruñido-está justo ahora en la madriguera con él.

-Con él y toda la familia, que déjame decirte es bastante numerosa-añadió-¿no se te ha ocurrido que ellos son como una maldita familia para ella? ¿Hermanos como tú y yo?

-Ellos se besaron-susurré.

-¿Mientras ustedes han estado juntos?-preguntó alarmada.

-No, en la guerra.

-Por Salazar Draco, ¿un beso en la guerra? Hasta yo te hubiera besado si hubiera estado sola y pensaba que me iba a morir-se río con más fuerza-amigo, oficialmente el amor te ha hecho un tonto.

-Calla Pans-gruñí.

-Ustedes han estado pegados a la cadera del otro desde que la guerra terminó-añadió-¿y me vas a decir que un beso en una guerra que probablemente no significó nada está destruyendo tu relación? Eres tan tonto.

-Nos fuimos a vivir juntos porque no queríamos estar solos-confesé por primera vez en mi vida-nosotros ni siquiera estábamos juntos antes de que nos mudáramos.

-Estoy aquí-anuncié cuando me aparecí en la chimenea con mis maletas.

-Estás aquí-repitió secándose sus sudadas manos en su blusa. Estaba nerviosa-¿cómo se lo ha tomado tu madre?

-Bastante bien-aseguré. Todavía no le diría que ella esperaba que les diéramos un montón de nietos cuando no nos habíamos dado ni siquiera un beso.

-Gracias por quedarte aquí-me sonrió. Intenté detener los apresurados latidos que mi corazón daba cada vez que ella me sonreía.

-Solo he traído mis maletas-me burlé-ya me he quedado aquí todas las noches.

-Sí, pero se siente diferente-me miró fijamente con esos orbes tan honestos que ella tiene.

Ambos sabíamos que esto era diferente. El juicio había sido hace más de un año, me había emocionado tanto que mi madre y yo estuviéramos absueltos de los cargos y que mi padre hubiera conseguido una cadena mínima que a pesar de que no mostré ninguna expresión, apenas conseguí tenerla sola la había abrazado con fuerza. Ella me había devuelto el abrazo no sin antes asegurarme de que podíamos ser amigos.

Cuando regresamos a Hogwarts no me sorprendió la primera noche que ella apareció en mi habitación, ni siquiera me importaba como ella había burlado la seguridad de la habitación, lo cierto es que muy pocas personas habían regresado al último año y naturalmente se sentía sola sin la compañía de sus amigos. Ella solo se presentó ahí, con un pijama de dos piezas de franela roja -tan gryffindor-y su almohada, pidiendo compañía. No dije una palabra, solo me moví lo suficiente para hacerle espacio en mi cama y ella ocupó el lugar.

Supongo que tampoco le sorprendió a ella la siguiente noche cuando me habían asignado a Theo como mi compañero de habitación y supe que ella no volvería, entonces fui yo el que fui a la torre de premios anuales y toqué la puerta, esperando en mis pantalones verdes-tan slytherin-y con una almohada bajo mi brazo que ella me diera refugio.

Así pasamos todo el año en Hogwarts, ella escuchando sobre mi experiencia como mortífago, yo escuchando sobre su búsqueda de horrocruxes, ella escuchando sobre los sueños que nunca le había contado a nadie, ella librándose de sus ansiedad por los exámenes, ambos despertándonos a la mitad de la noche por las pesadillas que a veces nos acosaban. No era lujuria, no era pasión, era compañía.

Noté cuando empezó a gustarme, ¿cómo podía haber considerado a esa preciosa chica a la que abrazaba al dormir como una molestia alguna vez? Pero no dije nada, no podía arruinar lo que sea que teníamos y perder su compañía, me temía que la necesitaba más que comer o respirar.

Noté cuando empecé a gustarle. Ella me buscaba con sus ojos incluso en medio de las clases y se quedaba observándome con ese brillo suyo y esa gran sonrisa en sus labios. Pero no dijo nada, supongo que ella tampoco quería arruinar lo que sea que teníamos y perder mi compañía. No quise preguntarme si ella también me necesitaba más que comer o respirar.

Lo cierto es que Theodore Nott nunca tuvo un compañero de habitación y Granger nunca volvió a dormir sola en Hogwarts.

Cuando nos graduamos, lo natural era que nos mudáramos juntos. Ella sugirió el pequeño apartamento que había comprado en una zona un poco alejada del centro de Londres y yo accedí, no podía no tenerla cerca.

-Y aquí estamos-tomé un paso más cerca de ella y coloqué mis manos en su cintura. Un acto que solo había hecho cuando nos disponíamos a dormir en la cama, nunca de pie, nunca tan despiertos.

-Y aquí estamos-puso sus manos en mis hombros y me miró anhelante.

Entonces la besé.

Ella me besó de vuelta.

No hicieron faltas palabras, no hicieron faltas promesas de amor. Hermione era tan apasionada en la cama como lo había sido al responder preguntas en clases. Decidida, dispuesta.

Ella nunca había estado con alguien antes y yo le enseñé todas las cosas que había imaginado hacerle durante todo el año que pasó.

Nadie supo de nosotros durante toda la semana.

Nuestra burbuja solo se había trasladado de Hogwarts a ese pequeño apartamento, simplemente nosotros.

Me importaba poco o nada lo que el mundo pudiera decir de nosotros, ahí, con su brazo en el mío, no necesitaba nada más. Afrontar a mi padre fue fácil, "no me obligues a escoger, porque ambos sabemos a quién escogeré" y la conversación había terminado así de fácil. Ella afrontó a sus amigos y luego estaba todo bien de nuevo.

Todo bien hasta que en aquella boda de Potter con la menor de los Weasley, el tonto de Weasley había despertado en mí un sentimiento que nunca pude encontrarle nombre antes: celos. Los celos me hacían ver rojo, pero en el fondo solo era miedo, miedo de que una mañana ella se levantara y descubriera de que yo no era más lo que quería en su vida. Y escondía ese miedo con enojo, porque era todo lo que podía hacer, estar malditamente enojado de que pudiera perderla.

No estaba asustado de estar solo, estaba asustado de perderla a ella.

-¿No estaban juntos y qué?-se burló Pansy sacándome por segunda vez de mis pensamientos en el día-cualquier que tuviera un ojo en su cara podía ver cómo se veían en Hogwarts, como si el otro fuera lo único en el mundo.

-Tengo que irme-anuncié de repente,levantándome de nuestra mesa- saluda a Theo de mi parte.

-Por supuesto-extendió una caja hacia mí-es un pastel, ¿no pensarás ir a la madriguera con las manos vacías, verdad?

-Gracias Pans-acepté la caja y salí lo más rápido que pude de ahí.

Me tomó menos de dos minutos aparecerme en la madriguera.

Ninguna de mis pesadillas de hombre celoso se comparaba con la imagen frente a mí. Weasley estaba en el mueble, abrazando a Hermione quién tenía las mejillas rojas y se encontraba sobre él.

-Malfoy-dijo Weasley soltándola-esto definitivamente no es lo que parece.

Me tomaron varios pasos acercarme a ellos y la atraje hacia mí. Entonces la besé profundamente, el tipo de beso que siempre la encendía. Ella me devolvió el beso, con sus ojos fijos en mí, hambrienta.

-Te amo-dije todavía sosteniéndola en mis brazos, notando como la sala se llenaba del resto de pelirrojos.

-Te amo también-me dedicó la más bella de las sonrisas.

Nos quedamos viéndonos fijamente y silenciosamente nos disculpamos por todo lo que había pasado, por todas las peleas si sentido. Ella me lo perdonó todo con otra encantadora sonrisa.

-Gracias por la invitación-extendí la caja de pastel a la Sra Weasley-sosteniendo a Hermione a mi lado todavía-supongo que vendré más seguido-miré a Hermione de nuevo-planeo hacer a esta mujer mi esposa.

Ella rompió a reír.

-¿No deberías preguntármelo primero?

-Lo haré-aseguré-y será tan malditamente bueno que todos en Londres lo recordarán y dirás que sí.

-Claro que sí-me besó.

No sé por cuánto tiempo nos besamos, pero para cuando dejamos de hacerlo la sala estaba otra vez vacía. Entonces ella tomó mi mano y volvimos a nuestro pequeño apartamento.

Nunca llamaría a ese apartamento mi hogar. Ella era mi hogar.

¡Hola! Tal como lo prometí aquí está la segunda parte de esta historia. Espero que sea totalmente de su agrado y quiero leer sus reviews.

Un abrazo.

J.