Disclaimer:

Los personajes, trama y detalles originales de Kuroshitsuji son propiedad de Yana Toboso, Square Enix y Gekkan GFantasy (manga), Shinohara Toshiya, A-1 Pictures y Aniplex Funimation (anime).

Advertencias:

Basado en la obra del manga, no del anime (donde Lau y Ran Mao salen tan mal parados)

La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con la violencia física, psicológica, o contenido de índole sexual en determinado momento, además de uso de lenguaje vulgar. Queda a discreción del lector el contenido.

Notas introductorias:

Estaba viendo una fanpage de Facebook y colocaron una imagen de Sebastian y Ran Mao, fue inevitable, algo cayó en mi mente y decidí que valía la pena darle forma.


La gata

Había algo en esa mujer que le recordaba a una gata, pero a diferencia de otros felinos, sentía que no debía acercarse demasiado.


La tarde del viernes

Ran Mao apenas giró la vista, mirando por encima de su hombro a la joven doncella de pie en la puerta, espiando a través de una rendija. Hizo un leve gesto con las cejas, entrecerrando los ojos para aguzar la mirada. La chica dio un salto y desapareció enseguida, corriendo por el pasillo. Volvió su atención a la taza de té que el amo Lau le había dado, la acercó a sus labios apenas dejando que la tocara. Nunca le había gustado el té inglés.

Sintió la mano del amo Lau deslizarse desde la codera del sillón para bajar hasta su cintura.

—¡Eso será difícil! —exclamó interrumpiendo al joven conde Phantomhive.

—No te estoy pidiendo una valoración— replicó el muchacho con cierto aire ofendido —. Solo haz lo que te digo.

Ran Mao se recargó en el pecho del amo Lau, mirando fijamente al invitado. El jovencito estaba perdiendo la paciencia, lo podía notar no solo en el tono de su voz, aún estando al otro lado de la sala y con el lazo rojo al cuello a modo de corbatín, podía ver claramente cómo empezaba a tensar los músculos de su cuello y la mandíbula, además, apretaba con fuerza innecesaria el pomo del bastón, casi clavándolo en el suelo.

—Es que no estás considerando las dificultades técnicas, Conde —insistió el amo Lau.

El corazón de él estaba tranquilo. Escuchaba su palpitar acompasado y cerró los ojos concentrándose solo en eso. Le aburrían demasiado esas reuniones demandantes en las que solo significaba que habría mucho trabajo que hacer, especialmente para ella que no permitiría jamás que el amo Lau se pusiera en una situación peligrosa.

Discutieron un poco más y mientras más levantaba la voz el Conde, quedaba claro que, pese a la reticencia, la decisión estaba tomada. El trabajo se haría sí o sí.

—¿Y si Sebastian la acompaña?

—Estoy demasiado ocupado en otras cosas —respondió —. Si me sobrara el tiempo, no estaría pidiéndote que lo hicieras tú, lo haría yo mismo.

—Es que no me agrada que…

—¡¿Desde cuándo tengo que cuidar de no herir tus sensibilidades?!

El amo Lau se encogió de hombros e hizo un gesto con la mano para apaciguar al Conde.

—No me quejo de que sea desagradable el trabajo en sí, sino que termino entre ceja y ceja de Scotland Yard, eso es malo para el negocio, me tengo que quedar quieto un tiempo, mientras pasa el alboroto, y cada vez es más difícil que pase pronto. Si quiere que se haga, se hará, pero tendremos entonces que charlar sobre una compensación. Sería lo justo ¿no?

El conde Phantomhive se recargó en el sillón con un ademán exagerado que acompañó con un suspiro. Desvió la mirada en cuanto sintió los ojos dorados de Ran Mao sobre él.

Había algo en aquella mujer que lo inquietaba, no estaba seguro si era la expresión neutral de su rostro, su silencio, o todo en general.

—Está bien —dijo —. Sebastian también irá, pero debes de asegurarte de que quede claro que ha sido un conflicto de sindicatos de contrabando ¿sí?

—Como el Conde ordene —respondió con una sonrisa.

El joven noble ignoró el matiz sardónico, anunció que se marchaba y sin más, tanto él como su mayordomo dejaron la estancia. Ya se había acostumbrado a que ningún sirviente le escoltara y conocía el lugar demasiado bien como para perderse.

Una vez solos, el amo Lau tomó el rostro de Ran Mao con la mano derecha mientras pasaba la otra por su pierna.

—Espiar al amo Lau está prohibido —le dijo repasando sus labios con el dedo pulgar. Ella solo asintió y dio un salto para bajar de su regazo, encaminándose hacia el pasillo, por la misma dirección en que había visto escapar a la chica.

Bajó las escaleras, ningún sirviente estaba a la vista. Tenían prohibido abandonar sus dependencias cuando el amo Lau tenía visitas, a menos que requiriera específicamente de la presencia de las chicas para acompañar a los caballeros. Se detuvo un instante, la que buscaba tendría que estar en su habitación, de donde no debía de haber salido en primer lugar.

Giró a la derecha recorriendo el largo pasillo que separaba el área de servicio del resto de la casa. Abrió la puerta y el murmullo que había escuchado se acalló súbitamente. Las mayores inclinaron la cabeza, dos dudaron un momento sobre si apartarse como habían hecho las otras, pero al final así lo hicieron dejando expuesta a la joven que sollozaba quedamente.

Extendió la mano hacia ella, pero la chiquilla solo tembló, abrazándose a sí misma.

—Espiar al amo Lau está prohibido.

Su voz recorrió a todas las mujeres como el soplo helado del invierno, y con la misma inevitabilidad, solo dejaron que Ran Mao ejecutara el castigo.


Comentarios y aclaraciones:

Planeo de tres a cinco capítulos, aunque depende de cómo avancen las cosas y lo que el público aclame.

¡Gracias por leer!