DISCLAIMER: Los personajes de "Edward Scissorhands" no me pertenecen. Son propiedad del genio y maestro Tim Burton. Yo solamente los he tomado prestados en esencia para crear con ellos una historia dentro de la historia original, sin fin de lucro pero sí con un final feliz (este que viene a continuación jejeje).

Agradeciendo infinitamente a todos quienes pasen por aquí, dejo con ustedes el desenlace de esta historia.

PARTE IV

-Uhm, no sé, me parece que a este árbol de Navidad le falta algo- comentó la Sra. Peg, estudiando la decoración del blanco pino artificial minuciosamente.

-Tal vez más campanas- opinó Kim, entregándole uno de aquellos dorados adornos.

-Tienes razón, ¡Eso es!- dijo la Sra. Peg convencida – ¿Me alcanzas la caja por favor cariño?-

-Claro- dijo Kim yendo a buscarla sin problemas, más cuando iba a agacharse para buscar los adornos en un cartón, notó que algo especial acontecía en el jardín de la casa. Asombrada se acercó lentamente a la puerta abierta para ver si no le traicionaban sus ojos. Caía escarcha del cielo. Estaba nevando.

Maravillada como si estuviese soñando despierta y lo que lloviese fuese polvo de hadas, salió como hipnotizada al jardín temiendo pestañear para que no se rompiera el hechizo, pues aquel suceso meteorológico jamás había ocurrido en esa ciudad de clima caluroso, y su impresión fue en aumento hasta volverse indescriptible al descubrir que el causante de aquella magia no era otro que Edward. Quien con sus cuchillas en esos momentos esculpía una gran estatua de hielo. Un ángel con exactitud… que se parecía a ella.

Era su regalo. No hacía falta que se lo dijera, ella lo supo sintiéndolo en el corazón, además de estar al tanto de cómo le había sobrevenido la inspiración. Conmovida, emocionada e inmensamente feliz se puso a girar imaginando aunque fuera por unos pocos instantes ser una muñeca dentro de una burbuja de cristal. Lo que le permitió descifrar además a totalidad sus confusos sentimientos. Sentía amor. Estaba enamorada de verdad. Enamorada por completo de Edward.

Él se dio cuenta que estaba allí, ella le vio sonreírle desde lo alto de la escalera de madera donde se encontraba tallando los hombros de la escultura. Kim en respuesta le brindó la más dulce mirada que alguna vez le dedicara a alguien.

-¡Oh por Dios, esto es maravilloso, Edward eres un genio!-

La voz de su mamá de repente se hizo escuchar y en cuanto los dos se voltearon a verla, la encontraron asombrada contemplando casi boquiabierta la imponente obra de arte. Kim corrió enseguida a su lado para tener un mejor ángulo para admirarla.

-¿No es maravilloso? Edward es increíble- le comentó, a lo que su mamá en silencio con los ojitos llenos de emoción y concordancia le respondió sobándole la espalda con cariño. Más el bonito momento no tardó en romperse cuando dando a revelar su presencia escondida, Jim salió de detrás del depósito de basura junto a la verja, de muy pocas pulgas causadas por los celos. Kim advirtió su mal genio en todo su esplendor ni bien verlo. Lo conocía bien desde la escuela primaria.

-¡Ay Edward, eres increíble!- con burla le remedó y enseguida después de mirarla con odio se dirigió a Edward –Escuchaste eso Tijeras, parece que quiere también que le hagas un hijo-

Oye basta, qué te pasa!- reaccionó Kim de inmediato reclamándole por su grosería y sin medirse se abalanzó hacia él para propinarle un empujón con todo lo que sus fuerzas le permitían, pero que sin embargo al muchacho grandulón sólo le sirvió para hacerlo reír.

-¿Qué? Te molesta que deje tus verdades al descubierto- continuó comentando con mala intención sin importarle saber que se ganaría problemas. Fue entonces que la Sra. Peg indignada también intervino

-¡A mi hija no le hablas así maleducado!-

Pero el rubio a esa alturas ya sin interesarle tampoco si era la suegra o no, no tardó en responderle

Usted no se meta en esto, es un asunto entre su hija y yo!-

La indignación fue mayor ante semejante alevosía y las voces de protesta de las dos mujeres se levantaron a la vez, mientras Edward en tanto, descendía con prontidud la escalera a sus espaldas.

-Discúlpate con ellas- le advirtió haciendo gala de una resolución que nunca antes le vieran. La firmeza de un caballero en defensa de dos damas.

Jim no esperó dos veces y se volteó hacia él dispuesto a comenzar una pelea que al parecer largo tiempo había estado esperando.

-¡Ah sí y qué, me vas a obligar maldito monstruo defectuoso!- le espetó comenzándolo sin preámbulos a empujar incitándole a pelear. Ante lo que Kim con temor que pudieran matarse ambos enseguida corrió a intentar detenerlos.

-¡Para Jim, no lo hagas!- gritó prendiéndose del brazo de su novio para que lo dejara a Edward en paz. Por suerte su madre también intervino en su apoyo, logrando interponerse en el medio de todo

-¡No tocarás a Edward!- espetó terminante a su en mala suerte yerno

-¡Mamá por favor llévate a Edward adentro!- suplicó angustiada entonces Kim pues no quería que las cosas terminaran mal y conociendo a Jim, hasta el mínimo rasguño que Edward le pudiera provocar pugnaría por utilizarlo en su contra para esparcir chismes en contra suya y lograr que su reputación empeorara hasta conseguir alejarlo de la familia, como ya sospechaba que era su objetivo –…Yo tengo que hablar seriamente con Jim-

La Sra. Peg no lo dudó dos veces y acto seguido se volteó hacia su protegido, a quien ya todos sabían consideraba y quería como si fuera su propio hijo y lo convenció de que ingresara a la casa con ella.

-Edward, tú eres por mucho una persona más educada y cuerda, no permitas que este energúmeno con el que se ha involucrado mi hija te provoque. Por favor acompáñame, ellos necesitan hablar y yo además he horneado unas galletas deliciosas que sé que te van a encantar- le dijo con una sonrisa conduciéndole despacio con ella del brazo, más Edward nunca le bajó la mirada amenazante a Jim ni siquiera cuando pasó por su lado, mientras Kim se empeñaba en poner distancia entre sus cuerpos. Un desafío que dejó en claro que estaría allí para enfrentarlo por ella si la situación lo ameritaba.

-¡No me digas que quieres cambiarme por esa cosa! ¡Ni siquiera es humano!- ni bien estuvieron solos en el jardín Jim se desató en reclamos que Kim no dudó en responder

-¡Él se llama Edward y es en todos los sentidos mejor persona que tú! Tiene un corazón de oro- le dejó muy en claro ante los que el rubio con una sonrisa amarga movió la cabeza

-Te enamoraste de esa abominación lisiada- comprendió, sorprendiéndola a Kim por lo que acotaba que no era una pregunta sino una afirmación y a la vez enojándola aún más por la despectiva forma en que se dirigiera a Edward.

-Solo vete de aquí- profirió terminante, cruzándose de brazos –Y está demás decir que terminamos-

-Entonces es cierto- recalcó él entre sorprendido y asombrado. Aquello terminó de hacerla exasperar

-¿Quieres saberlo? ¡Sí y qué! ¡Ahora largo, antes de que llame a la policía y le cuente toda la verdad de tus actos!- le hizo ver

Con aquellas resueltas palabras, Jim que a pesar de sus imprudencias sabía lo determinada que era cuando se proponía algo, comprendió que no jugaba, quitándole las ganas de seguir protestando por una causa que ya estaba perdida, además de por no querer comprometer su aparente integridad.

Movió la cabeza señalándola pero no dijo nada y resentido dio media vuelta y se retiró. Kim exaltada permaneció en el mismo sitio hasta verlo desaparecer, comprobando que ya no continuaría importunándolos, al menos no por esa noche.

Su padre, luego de bajar del tejado donde había estado durante todo el momento de la pelea, terminando de colocar la luminaria, llegó por la parte del jardín donde estaba ella, silbando tranquilamente un villancico.

-¿Ocurrió algo? Me pareció escuchar un alboroto y acabo de ver pasar a tu novio en dirección a su casa. Al parecer iba que se lo llevaban los diablos. Creo que tiene problemas ese chico- opinó con sinceridad, intentando abrirle los ojos, ella lo comprendió por sus gestos.

-Lo sé- admitió al fin y luego algo aturdida por todo el lío que cuestión de instantes se había suscitado, optó por entrar a la casa en busca de Edward y su madre. Los dos le prestaron atención desde el mesón de la cocina al que se encontraban sentados comiendo galletas.

-¿Están bien?- preguntó ni bien aparecerse en la cocina y la Sra. Peg comprendió con perspicacia al percatarse de su mirada angustiada casi todo el tiempo sobre Edward que su alusión era referida en realidad a él, por lo que prefirió mejor retirarse dejándolos solos para que pudiesen hablar. Pero antes eso sí, tuvo que preguntar:

-¿Y Jim, cariño?- ante lo que Kim con seguridad no dudó en contestar

-Se largó como debe ser, ya no nos molestará... Terminamos- aunque era un momento que se suponía debía ser difícil, se sentía de algún modo aliviada y orgullosa consigo misma por haber logrado poner un hasta aquí a una relación que no daba para más y que ya la estaba asfixiando.

-Me parece que es lo que debiste hacer cariño desde hace mucho tiempo- confesó mientras la abrazaba –Iré a contarle a tu papá, se sentirá también conforme y hasta se alegrará… ah y llamaré a la vecindad a informar que cancelamos la fiesta. Esta es en realidad una ocasión para celebrarla mejor en familia ¿Qué opinan?- consultó antes de llegar a la sala

Tanto Edward como Kim le sonrieron

-Creo que estamos de acuerdo- profirió Kim después de buscar con cierta timidez, confirmación el rostro de Edward que lucía de repente lleno de esperanza, posterior a escuchar su noticia.

-Bien, no sea dicho más- resolvió la Sra. Peg con excelente ánimo y acto seguido abandonó la cocina. Poco después mientras Kim y Edward se miraban sin saber por dónde comenzar le oyeron conversar en la sala.

-Bill amor ¿Vas a salir?-

-Sí, iré al minimarket antes de que cierren por cervezas-

-Por favor, ¿puedes pasar trayendo a Kevin?

-Está bien, iré a recogerlo-

Luego Kim vio por la ventana a su padre tarareando "Angels we have heard on high", la misma melodía que le escuchara anteriormente, dirigirse al auto y escuchó también que su mamá se encerraba en su habitación para hablar por teléfono, quedándose la casa en momentáneo silencio y tanto ella como Edward en privacidad.

-Él volverá, no se quedará conforme- él fue entonces el primero en hablar

-Pues estaremos preparados para cuando suceda- Kim afirmó, no dispuesta a permitir que su ahora "ex" llegase a intentar dañarla a ella o a su familia.

-Creo que quiero matarlo- Edward agregó con honestidad teniendo que bajar la cabeza ensombrecida por la rabia que le daba de recordar los acontecimientos recientes, ante lo que Kim no pudo más que sonreír al entender que sólo lo decía porque se le habían pegado sus modismos al hablar.

Decidió así comenzar a acercársele despacio, teniendo que deslizar su mano suavemente por la superficie de mármol del largo mesón de la cocina hasta superar su timidez y detenerse frente a donde se encontraba él sentado, contemplándola entonces como si temiera que en un parpadeo pudiera desaparecer y tratarse esos instantes de un sueño

Sabes, Jim está celoso de ti… cree que ya no lo quiero porque has despertado sentimientos en mí…- se atrevió entre sonrojos y pequeñas risas nerviosas a confesarle pero sin poder sostenerle de lleno la mirada y prefiriendo enfocarla en sus tijeras que veía él movía impacientemente, como a la espera de querer averiguar algo.

-¿Y eso es verdad?…- quiso saber con su dulce voz de chico bueno. Kim de tal modo se obligó a ser a totalidad valiente y mirarle a los ojos.

-Creo que sí- expresó con una sonrisa al tiempo que los ojos se le llenaban de lágrimas. Él permaneció callado sin saber que contestar, lo que para ella fue mejor porque le dio tiempo para explayarse como necesitaba –…No sé de verdad en qué momento sucedió, solamente que un día me levanté y lo supe… y ahora no quiero que te vayas-

Edward sin saber tampoco cómo proceder, conmovido tanto por sus lágrimas como por sus palabras, apenas atinó a decir

-Kim por favor no llores-

Ella se secó las mejillas y aprovechó así para solicitarle lo único que lograría tranquilizarla

-¿Me abrazas?-

Él movió sus tijeras una vez más sorprendido ante la solicitud pero procedió a estirar los brazos hacia ella, queriendo complacerla, no obstante unos segundos después desvió la mirada con pena y volvió a dejarlos caer

-No puedo- admitió

Pero Kim no iba a darse por vencida

-Tengo una idea- expresó con renovado buen ánimo en tanto ella misma terminaba de acercarse hacia su cuerpo y ubicándose con sumo cuidado entre sus brazos, los acomodaba a su alrededor para que pudiera estrecharla. Ella le dio la pauta y él profundizó la demostración de afecto enseguida, logrando abrazarla no sólo físicamente sino también en alma. Apretando lo más que podía su cuerpo al suyo, como si hubiese descubierto un mundo al abrazarla. Pero lo más adorable para Kim en definitiva fue el escuchar los acelerados latidos de su corazón al apoyar la cabeza en su pecho.

-Te amo Kim- escuchó que le decía entonces y esta vez fue ella la que sin poder creerlo, a totalidad conmovida, no se contuvo más la tentación de probar sus labios y le regaló su primer beso.

Él se estremeció ante su roce pero luego despacio la imitó y Kim jubilosa comprobó así que había logrado derretir lo que quedaba del hielo que los años de soledad dejaran sobre el comportamiento físico y la existencia de su ángel de luz.

Sus labios eran suaves y cálidos a pesar de estar marcados con una que otra cicatriz y la alegría de sentirlos en los suyos, le trajo ganas de darle otro beso apenas terminó el primero, en esta ocasión más profundo que la hizo terminar por sentarse sobre sus piernas, y él como buen aprendiz asimiló sus modismos con rapidez, no tardando en tomar el control y deslumbrarla con su varonil vitalidad.

-¿En qué piensas?- quiso saber Kim hablándole con cariño al recuperar el aliento mientras escondía la cara en el hueco de su cuello, aprovechando para colocarle otro pequeño besito allí, ansiando nunca más separarse de su lado ni que concluyera ese maravilloso instante.

-En que me gustaría tocarte- confesó él con cierto pesar pero sin dejar que la melancolía lo apresara luego de vivir esa experiencia tan especial –Además, tú también lo mereces-

Kim entonces se incorporó todavía sentada en su regazo para poder mirarlo y acariciándole el cabello así como el rostro, le dejó saber

-No hace falta que me toques con las manos cuando puedes hacerlo con el corazón-

Él cerró los ojos restregándose complacido en el tacto de sus palmas, alucinado de sentir sus caricias

-Te amo Edward Manos de Tijeras- le susurró ella y a continuación de forma natural y sin preámbulos, sabiendo que se pertenecían ambos, compartieron otro profundo beso.

-Haré algo- le dejó saber ella después al separarse sus labios, contenta de notar que Edward no dejaba de mirar su boca con ganas de más. Lentamente entonces se levantó pero sin alejarse demasiado, por lo que continuó rodeándole el cuello con los brazos mientras le exponía lo que planeaba y él tampoco permitía que se apartase mucho rodeándola por la cintura –Hoy durante la cena contaré toda la verdad sobre lo acontecido en la casa de Jim. No dejaré que sigas cargando con la culpa solo-

-Pero… y si se enojan contigo…- comenzó a expresar él, más ella colocándole el índice sobre sus bonitos labios, no dejó que pusiera objeciones en miras de protegerla

-Shhh- le pidió -Ya nada me importa más que cuidarte y que seas feliz. Te prometo ayudarte a conseguir tus planes para abrir tu propia peluquería, limpiaré tu nombre y haremos funcionar lo nuestro. Ya lo verás- expresó optimista.

En eso escucharon volver a su papá discutiendo con su hermano y a su mamá poco después salir a recibirlos, haciéndoles comprender a ambos que debían salir a reunirse con ellos o de lo contrario su aislamiento despertaría sospechas antes de tiempo.

Kim le dio extendió la mano así a Edward y cuando el extendió la suya también en repuesta pero sin atreverse a tocarla para no hacerle daño, ella le tomó de la muñeca para conducirle a la sala.

-Tranquilo, sé que nunca me harás daño. Confío en ti- expresó, ante lo que él con una sonrisa le rodeó la espalda con el brazo.

-¿Se los diremos esta noche?- le consultó respecto a lo de su naciente romance.

-¿Qué somos novios?- le restregó ella para hacerlo sonreír de nuevo, esta vez nervioso, teniendo para su júbilo éxito – ¡Sí!- le confirmó en definitiva y sin ningún temor, cobijada en su ligero abrazo, se inclinó para darle un besito en esta ocasión en la comisura de los labios de los montones innumerables que vendrían después.

Sin dejar de mirarse el uno al otro así se encaminaron al encuentro del resto para hacerle partícipes de la buena nueva, confiados en que el futuro, en cualquier forma que viniera, que por cierto no les importaba mucho entonces, les sobrevendría juntos, felices y enamorados como entonces.

El señor Bill, Kevin y la señora Peg recibieron el nuevo noviazgo con asombro, sorpresa y extrema alegría, respectivamente.

Y esta demás decir que aquella Navidad por mucho fue la más memorable de la familia Boggs.

FIN


¡Mil gracias por leer!

Atte.

Belén (Moonlight86)