Epílogo
Yakima Valley, Este de Washington
5 meses después
Conduje frente a nuestra vieja escuela en el camino a la iglesia. Kiba y yo amábamos jugar en el patio —En el verano, mamá nos dejaba allí antes de irse a trabajar una cuadra más a delante. Íbamos a buscarla un par de horas después, sintiéndonos muy maduros. El familiar dolor de perdida me golpeó, un ataque imprevisto.
Le extrañaba.
Kiba había sido un desastre, un desastre más grande de lo que yo pensaba, pero eso no cambiaba el hecho de que era mi hermano y que lo vi morir delante de mis ojos. Al menos, las pesadillas comenzaban a mejorar. Las primeras semanas me aterrorizaba dormir, ya que él me visitaba durante las noches, acusándome de haberlo matado mientras su cerebro salía de su boca. Por suerte, no había tenido pesadillas desde hace dos meses y la mayoría de los días ya ni siquiera pensaba en él.
Sin embargo, hoy no era como la mayoría de los días.
Aparqué en el estacionamiento y tomé mi vestido guardado en la funda. Mamá estaría molesta conmigo —Debí haber llegado hace cuarenta y cinco minutos, pero me demoré. El coordinador de la boda me miró de mala gana mientras entré, agarrándome del brazo y corriendo conmigo las escaleras hasta el baño. Allí encontré a mi madre usando un elegante vestido de color melocotón de estilo griego.
—Oh, mamá —dije, sintiendo las lágrimas picar en mis ojos—. Te ves tan hermosa. John va a morirse cuando te vea.
Su rostro se arrugó ante la palabra ―morirse y luego maldijo por lo bajo. Mamá estaba emocional durante estos días y yo aún no sabía cómo lidiar con esto.
Estaba acostumbrada a ser la fuerte, ella había sufrido mucho y siempre sobrevivía. Ahora, yo también me convertí en una fuerte sobreviviente.
—Tienes que vestirte —dijo, esforzándose por sonreír nuevamente. Joanie, su esteticista desde hace mucho tiempo, chasqueó sus dedos para que mamá se sentara y pudiera terminar de maquillarla. Su peinado ya estaba terminado, era un recogido con mechones sueltos al estilo Griego, pequeños listones atravesando el peinado con varias flores frescas.
Una hora después, estábamos en la parte trasera de la iglesia. El último de los invitados estaba dentro y luego John entró y caminó hacia el altar. La música comenzó y busqué la mano de mamá, dándole un apretón. La hija de John, Carla, caminó frente a nosotras con una canasta de lirios blancos. Ella era difícil de leer y yo no sabía cómo se sentía con la idea de que nuestras familias se unieran.
Supongo que eso no importaba, porque quería que su papá fuera feliz y eso era suficiente para hacerla pasar por alto nuestras rarezas. La marcha nupcial comenzó y entrelacé mi brazo con el de mamá.
Este debió haber sido el trabajo de Kiba.
Me pregunté si él podría vernos desde donde sea que va la gente después de morir. Esperaba que supiera que mamá era finalmente feliz. Luego dejé de pensar en Kiba para concentrarme en la mirada atónita, casi reverente, en el rostro de John mientras llegábamos al altar. Junté sus manos, poniéndome de puntillas para besar primero su mejilla y luego la de mamá. Me agradaba. En realidad, me agradaba mucho. Adoraba a mi madre y el sentimiento era mutuo.
Di un paso atrás y tomé mi lugar a su lado como la dama de honor. El ministro comenzó a hablar y ahí fue cuando me permití mirar por encima del hombro a Sasuke por primera vez. Él estaba de pie, alto y fuerte al lado del hijo mayor de John, Paul. Llevaba un traje a juego, uno que yo nunca pensé que Sasuke toleraría ponerse. Lo vestía con elegancia, y su mirada me decía que debía encontrar una manera de recompensarle por obligarlo a usarlo.
Me sonrojé, porque esa fue la razón por la cual llegué tarde. Él ya había comenzado a cobrármelo.
La recepción fue a cabo en la casa antigua de campo en Eagles, donde John era un miembro permanente. Su primer baile fue hermoso, y de alguna manera mamá se resistió a no enterrar el rostro de John en el pastel. Ella no se había casado con mi padre, así que está era su primera boda. Eso le gustó a John de alguna extraña manera. Supongo que le agradaba la idea de ser su único marido. Sasuke tomó mi mano durante la cena, lanzándome miradas cuando pensaba que yo no le estaba prestando atención. Eso me puso un poco nerviosa —Lo conocía lo suficientemente bien como para saber que tramaba algo. Podría ser algo muy bueno. Una vez cuando noté esa mirada, me llevo sorpresivamente hasta Canadá por un fin de semana y nos alojamos en un hermoso Cama & Desayuno.
Por supuesto, la semana pasada también vi esa mirada en su rostro un instante antes de que Shizune vaciara una cubeta de agua sobre mí desde el segundo piso de la sala de armas.
Platicaba con Kurenai al lado de la pista de baile cuando él llegó, me cargó sobre su hombro y me llevo fuera de la habitación entre aplausos y silbidos. La voz de mi mamá se escuchó fuente entre el ruido, algo sobre que tendríamos unas palabras más tarde. Chillé mientras me arrastraba por las escaleras y salíamos a la azotea. Entonces, me puso de pie y vi una manta cubierta de pétalos de rosas rojas.
Arqueé mis cejas.
—Esto es probablemente el gesto romántico que me han hecho, ¿Pero porque razón lo haría mi hombre? —exigí, mirándolo con los ojos entrecerrados—.Este no es tu estilo, bebé.
Sasuke sonrió, pareciendo casi avergonzado. Guau. No sabía que podías avergonzar a un miembro de las Parcas.
—Fue idea de tu mamá —dijo—. Dijo que no podía confiar en que yo no metiera la pata. Este es el precio que tuve que pagar para mantenerla lejos de nosotros por unos momentos. Vamos.
Me tomó la mano y me condujo hacia la manta, colocándose en frente de mí y besándome los labios muy lentamente. Entonces, para mi estupefacción, se dejó caer sobre una rodilla y tomó mi mano.
—Me siento como un idiota, esto es tan cursi —dijo, sacudiendo la cabeza. Comenzó a ponerse de pie y lo agarré por los hombros, empujándolo con fuerza—.Ouch —dijo, mirándome.
—Sólo dilo —escupí, regresándole la mirada—. No me hagas sacar mi arma.
—Joder, ¿Tendré que vivir con esto? —preguntó, sacudiendo la cabeza—.Sabes que ahora me llaman mandilón en el club. ¿Eso te hace feliz?
—Estoy al tanto. No es mi culpa que yo tuviera que salvar tu malvado, enorme y motociclista culo. Sabes que te dicen eso porque...
—Cállate, Sakura —dijo Sasuke, rodando sus ojos—. ¿Vas a dejarme hacer esto o qué?
—De acuerdo —contesté, sintiéndome un poco mareada. Claro que esto era cursi, pero también me gustaba.
—Sakura Caroline Haruno, ¿Me harías el honor de ser mi perra para siempre?
Le di un golpe en la cabeza mientras se echaba a reír, y luego jaló mis piernas para obligarme a caer y estar a su altura, su cuerpo cubriéndome mientras aún temblaba de risa.
—Vas a arruinar mi vestido.
—Supongo que tu mamá tenía razón, estoy metiendo la pata.
—Hazlo bien o te diré que no.
—Sakura Caroline Haruno, ¿Quieres casarte conmigo? —preguntó repentinamente, mirándome directamente a los ojos. Me mordí el labio, tratando de decidir cuánto tiempo necesitaría para ponerlo nervioso. Quizás unos segundos más... él utilizó la palabra con ―p, merecía sufrir. Aparté la mirada, negándome a mirarlo a los ojos cuando dejó de reír y se quedó inmóvil.
—¿Sakura? —preguntó, su voz tensa—. Oh, joder, no me hagas esto, por favor. Yo...
—Sí —dije, atrapando su mirada y sonriendo—. Me casaré con tu enorme y tonto trasero sólo porque dijiste la palabra mágica.
—¿Joder? Tienes razón, es una palabra mágica. Vamos a intentarlo.
Reí unos cuantos segundos antes de que su boca tomara la mía, besándome profundamente. Sentí la longitud de su erección entre mis piernas y comprendí que lo que fue que le hizo anteriormente a mi vestido probablemente sólo sería el comienzo.
Dejó de besarme el tiempo suficiente para levantarse y subir un poco mi vestido. Fue entonces que descubrió que no usaba mis bragas. Gruñó en señal de aprobación mientras yo reí cubriendo su rostro de besos mientras él luchaba contra su bragueta. Luego su polla estuvo afuera y presionando dentro de mí, deslizándose entre mis profundidades húmedas con un singular ritmo que me volvía loca.
Sasuke empujó en mí una y otra vez, tocándome tan profundamente que pensé que era imposible sentirlo tanto. Envolví mis piernas alrededor de su cintura, aferrándome a él e inclinando mi pelvis de la manera correcta para sacar el máximo partido a su dura longitud.
—No puedo creer que seas tan estúpida como para casarte conmigo —murmuró Sasuke, levantándose e inclinando mis caderas, una de mis posiciones favoritas porque ahora con cada golpe la cabeza de su polla rozaba mi punto G con una fuerza que me volvía loca. Él también lo sabía, y me sonrió mientras yo volaba alto, gimiendo y arqueando mi espalda. Dos golpes más y él me siguió, vaciándose en mi interior.
Descendimos juntos, jadeando bajo las estrellas, el débil sonido de la recepción flotando por las ventanas abiertas debajo de nosotros. Después de lo que pareció una eternidad, Sasuke se sentó y me uní a él, bajando mi vestido tan modestamente como me era posible teniendo en cuenta que había follado con él en una azotea. Atraje mis rodillas a mi pecho y envolví mis brazos alrededor de ellas, mirando hacia las luces del valle.
—No hay dudas, ¿verdad? —preguntó.
—No hay dudas —dije, sintiéndome cálida y feliz por todas partes. Luego levanté mi mano izquierda—. ¿Se te olvido algo?
Sasuke me sonrió, pareciendo muy complacido consigo mismo nuevamente.
—Sí, traje algo para ti. —Se puso de pie y se acercó a una de las unidades de aire acondicionado. Tomó una pequeña y oscura bolsa y la trajo consigo de regreso hacia mí, la dejó caer sobre la manta. Luego metió la mano y sacó una caja.
Una caja demasiado grande.
Entrecerré los ojos y se lo arrebaté para descubrir que, además de ser demasiado grande para un anillo, era demasiada pesada. La abrí y encontré una gran pistola semiautomática negra.
—Es una .38 —dijo con orgullo—. Sé que eres una chica de .22, pero es hora de que demos el siguiente para en nuestra relación. Creo que si comienzas a practicar te acostumbrarás con la sensación. Es una grandiosa pieza porque...
—Juro que si dices una palabra más te disparo —gruñí, completamente disgustada. Claro, me compró un arma como muestra de nuestro compromiso.
Estúpido motociclista.
—Por lo menos, sácala de la caja y ve cómo se siente en tus manos.
Me encogí de hombros y abrí la caja, preguntándome cuantos aniversarios tendríamos juntos antes de que yo necesitara mi propio bunker privado para guardar mis armas. Pero a medida que la sacaba, un hermoso y brillante anillo plateado venía con él, atado al gatillo con un delgado hilo. Era precioso, no tan grande como para ser de mal gusto, pero aún así absolutamente impresionante.
Tenía un enorme zafiro azul con pequeños diamantes a los lados. Lo amé al instante. Sasuke me lo quitó de la mano y yo sostuve mi mano hacia él para que me lo pusiera. Entonces, tomó mi barbilla y me miró directamente a los ojos.
—Te amo, nena. ¿Sigues pensando en pegarme un tiro?
—También te amo —contesté, sonriéndole con la mirada—. Sin embargo, aún no he decidido sobre dispararte. Me pondré en contacto contigo cuando tome una decisión.
—Entonces, ¿Quieres quedarte aquí arriba un poco más, a solas conmigo? ¿O quieres bajar y mostrarle a tu mamá tu nuevo anillo?
Me reí, apoyándome contra su costado mientras él pasaba un brazo alrededor de mí.
—¿Me hace una persona horrible querer enseñar esta cosa resplandeciente y presumírsela a todos?
—Por mi está bien —respondió, besando mi coronilla—. Luego debes llamar a Shizune y Temari. Me tomó todo mi control evitar que ellas no se enteraran sobre mis planes de compromiso. Harán una fiesta para nosotros cuando regresemos a Coeur d'Alene. Obito quiere que le prepares una ensalada de papas. Le dije que de ninguna jodida manera tú cocinarías para nuestra fiesta de compromiso.
—¿En serio? —pregunté. Él sacudió la cabeza.
—Naw, le dije que te convencería de cocinar. Amo tu comida. Quiero que me cocines tocino también.
—¡Bebé! —gritó mi mamá, corriendo por la azotea. John la seguía, junto con Kurenai—. Lo lamento, pero no puedo esperar. ¡Dime que todo salió bien! ¿O acaso lo arruinó?
—Anda, ve con tu mamá —dijo Sasuke, rodando los ojos. Se puso de pie y tomó mi mano, ayudándome a levantarme. Luego, palmeó mi trasero, empujándome hacia mi madre y su nuevo marido—. Pero cuando ella termine contigo te llevare a casa a celebrar.
Me puse de puntillas para besarlo y luego corrí para mostrarle a mamá mi nuevo anillo. Decidí dejar el arma con Sasuke.
Al menos por ahora.
Fin
