Último prompt de la #PrinceBlackWeek, agradezco a todos los que participaron, escribiendo y/o leyendo. Este capítulo es para Luna y para G. Gracias preciosas, por trabajar conmigo en esto y apoyarme en la búsqueda de la dominación universal de la OTP. Las amo mucho, demasiado.

También le agradezco a Meliza y a Luna que me aguantaron mientras pensaba en los nombres, que cambiaron como tres veces antes de quedar.

Espero que les guste el final de esta historia.


07. Cena.

Atenas, Grecia. 07 Agosto, 1986.

Regulus sonrió desde su lugar, sentado detrás de la mesa de la cocina de su prácticamente nueva casa. Habían comprado la casa solo unos meses atrás, con la intención de tener más espacio, Harry los visitaba normalmente por las vacaciones, así que al final habían decidido que era necesario, el niño hablaba mejor el griego que Severus.

—Me estás mirando demasiado... —comentó Severus sin siguiera girarse, no tenía la intención de alejar sus ojos de lo que sea que estaba preparando para cenar.

Regulus le sonrió, pero el hombre no se dio cuenta de ello en lo absoluto.

—Mi esposo está cocinando para mí, en nuestro aniversario. Creo tener el derecho de mirarte todo lo que quiera —El mayor bufó.

—Tu marido cocina para ti prácticamente todos los días —Regulus prácticamente oyó la risa en su voz, eso era verdad.

Durante los seis años que tenían de casados la mayoría de las comidas fueron preparadas por Severus. Recordar al hombre llevándole el desayuno a la cama era una de sus imágenes favoritas.

Sus ojos recorrieron la figura que permaneció de espaldas a él, Severus había terminado de crecer hacia mucho tiempo, era un hombre alto y esbelto, con músculos definidos pero no exagerados, las mangas de su camisa gris estaban enrolladas y Regulus pudo apreciar con tranquilidad los antebrazos duros del hombre.

— ¡Le diré a Reg! —chillo la voz de Harry desde la sala y tanto Regulus como Severus suspiraron, el niño entró en la cocina corriendo y lanzándose sobre Regulus quien lo miró indulgente— ¡Cambiaron el color de mi pelo!

Entonces Severus se giró a mirarlo, una mueca apareció en sus labios y dejó lo que estaba haciendo para ir en dirección a la sala de estar.

—Te lo puedo devolver con un hechizo, no es permanente Harry —trato de tranquilizarlo, pasando sus dedos por el pelo color rojo fuego de su ahijado—, además tendrán que disculparse contigo.

— ¡Pero ellos simplemente lo vuelven a hacer! —sollozó, el hombre pudo ver que era un llanto totalmente falso, pero no dijo nada. Harry tenía el derecho de desear que los otros dos fueran castigados.

Severus entró a la cocina, un niño debajo de cada brazo, luego prácticamente los dejó caer al suelo, donde los gemelos se quejaron a pesar del hechizo amortiguador en el piso.

—Hablen —ordenó mirando a los niños de tres años.

Con sus lacios cabellos negros hasta los hombros, sus brillantes ojos grises y rostros hermosos los infantes hicieron un puchero a Severus, quien simplemente desvió la mirada. No podía verlos hacer esa cara sin sentir la necesidad de abrazarlos, pero Regulus sabía el truco. Era su truco.

—Casio, Nauel, tienen algo que decirle a Harry.

Los niños miraron a Severus, pero el hombre simplemente había vuelto a las preparaciones de la cena, así que se enfrentaron a la mirada dura de Regulus.

—No... —gruñó Nauel, abrazando a su hermano y hundiendo su rostro en su hombro, Casio lo abrazó de vuelta, y asintiendo.

Regulus tomó aire.

Eran tan tercos.

—De acuerdo... Ustedes se quedarán en casa el día que vayamos a la playa — no le gustaba amenazar, pero el brillo en los ojos de los niños era idéntico al de Sirius cuando retaba a sus padres, pero la amenaza funcionó al momento.

Los enormes ojos se llenaron de lágrimas y prácticamente se lanzaron a Harry, rogándole perdón, y prometiendo —como siempre y en vano— no volver molestarlo.

Regulus sonrió cuando Harry los abrazó de vuelta, con un gesto en la cara que dejaba claro que se rendía.

Sus niños eran preciosos, su esposo era todo lo que alguna quiso, y su vida... Su vida no podría ser más perfecta.