Nunca me había detenido a pensar que cosas como estas podrían existir, es decir, era de locos, parecía sacado de una película de terror o de una serie para adolescentes… pero aquí estaba yo… Arnold P. Shortman, sentado sobre una mullida cama antigua, la cual pertenecía a Helga, quien por cierto estaba siendo atendida por su abuela… mientras yo observaba aturdido y un hombre mayor y de porte elegante me vendaba el hombro izquierdo; era más de media noche y una criatura extraña con forma de perro gigante o más bien lobo color marrón casi negro le había seguido, o mas bien acechando, dicha acción rápidamente se convirtió en cacería cuando se abalanzó contra mi y logró morderme.

Que como logré escapar, bueno… ahí es donde entra mi rubia amiga y tormento personal…

Todo era normal ese día o al menos eso aparentaba, me había levantado y asistido a la preparatoria como lo hacía diariamente y como ya era mi costumbre por las tardes iba a mi cafetería favorita… "Soul Mate" este día me había quedado hasta tarde trabajando en un proyecto escolar, perdí la noción del tiempo, y es que no solo el ambiente era agradable, el café y demás bebidas eran exquisitas, ahí tenían los mejores postres de Hillwood, y claro Helga G. Pataki era camarera del lugar…

Que, que tiene que ver esto último… bueno… se podría decir que en el último tiempo desarrollé cierto interés en la chica que una vez fue mi bully personal, y con el tiempo habíamos adquirido una especia de relación casi amistosa, se podría decir que era casi su amigo, y casi porque ella se empeñaba en mantenerme aparte… eso me estresaba, por eso, siempre buscaba formas de acercarme a ella, de llamar su atención…

Me gustaba verla en su uniforme lila con su pequeña libreta tomando ordenes, ofreciendo dulces y amistosas sonrisas a sus clientes, y disfrutaba más aun sentarse en su sección para que fuera ella quien le tomara pedido he hiciera berrinche mudo al tenerlo que tratar de manera dulce y amable, le divertía tanto verla hacer pucheros, era la cosa más adorable.

Mis padres habían vuelto a Hillwood después de que mi rubia favorita me ayudó a salvarlos en San Lorenzo, mi madre era Médico especialista en tratamientos botánicos en el hospital General de Hillwood, incluso tenía su propia área de investigación, siempre estaba estudiando e investigando las propiedades de las plantas para descubrir nuevas curas y mi padre era un prestigiado historiador y docente en la universidad de Quincy Adams, la cual había estado ganando gran auge en los últimos años.

Eran poco más de las 10:40 cuando recibí la llamada de mi madre preocupada porque no volvía a casa, traté de calmarla y explicarle lo que sucedía, que perdí la noción del tiempo en mi trabajo, a lo que ella contestó con burla que más bien lo había perdido tratando de sacarle canas verdes a su pobre niña; y yo no pude hacer nada más que sonrojarme y hacerme el ofendido, solía jugar con mis padres diciéndoles que querían más a Helga que a mí y ellos solían contestarme que si no me daba prisa y la hacían mi novia, ellos tendrían que adoptarla, porque definitivamente la querían en la familia… si, ellos también solían venir muy a menudo a la cafetería… y la adoraban tanto como yo…; trate de explicarle a mi madre no tardaría más en volver, y mi madre me rogo porque tuviera mucho cuidado, y que volviera lo más pronto posible, últimamente se reportaban un gran número de ataques, los cuales o terminaban en desastrosas muertes o en desapariciones, y ella al ser médico en muchas ocasiones le había tocado ver de primera mano a las victimas cuando solicitaban su apoyo en urgencias, por lo que estaba totalmente al tanto de los casos, ninguno del atacados había sobrevivido y lo más intrigante es que parecían ataques de animal…

El caso es que… iba caminado por las solitarias calles, cuando una sensación extraña me invade, me sentía observado… extrañado me giro para ver hacia atrás pero no hay nadie, no se veía nada… del otro lado de la calla estaba el parque con su pequeño "bosque" integrado, estaba oscuro, las lumbreras apenas si lograban iluminar, y de vez en cuando titilaban, daba la sensación de estar dentro de una película de suspenso o terror, a pesar de que mi cuerpo me pedía estar alerta yo no daba importancia, la noche era fresca y una deliciosa brisa movía mis cabellos y a pesar de haber nubes estrellas y una enorme luna iluminaban el cielo nocturno y eso me daba paz, me gustaba observar mis alrededores e imaginarme en situaciones fantásticas e incluso románticas con cierta chica… en uno de mis cabeceos mi visión periférica notó algo, dos puntos rojos resplandecientes entre los árboles… al principio creí que se trataba de un perro, curioso como siempre y para no perder la costumbre, me acerque, podría estar herido, o perdido, podría llevarlo a casa, no sería ningún problema, tenemos muchas mascotas, una más no haría la diferencia… me dirigí hasta donde se encontraba mi posible futura mascota… a pesar de las alertas que sonaban como sirenas en mi cabeza, extrañamente me empecé a agitar e incluso podía escuchar claramente la voz de Helga gritándome que me alejara, sin embargo cuando estuve lo suficientemente cerca… cual faros, los puntos rojos que me llamarón la atención en un principio, ahora los notaba peligrosos, amenazantes; de un momento a otro la creatura de salvajes ojos escarlata este se movió, rápido, muy rápido…

Retrocedió de manera rápida y sin cuidado, asustado, lo que provocó que tropezara con sus propios pies y cayera de sentón, la bestia, y es que no había otra forma de llamarlo, era de al menos unos dos metros de altura, cubierto de espeso pelo marrón casi negro, encorvado y sobre grandes y poderosas patas las cuales poseían unas grandes y afiladas garras, su cabeza igual mente grande estaba sobre él, olfateándolo, amenazándolo con aterradores gruñidos y pelando la dentadura, mostrando unos afilados colmillos que fácilmente podrían tener el largo de los dedos de sus manos… sed de sangre y furia en los rojizos ojos.

Moriría, lo sabía y ni siquiera podía gritar de terror, estaba totalmente mudo, el miedo lo paralizaba… un fuerte gruñido lo saco de su parálisis y como pudo se arrastró hacia atrás, se levantó trastabillando y trató de correr lejos de la bestia, pero este lo ataco por la espalda tomándolo con sus poderosas mandíbulas del hombro izquierdo y lanzándolo por la aires para aturdirlo. Le había funcionado atontado y con un pulsante dolor en el hombro trato nuevamente de levantarse mientras que el imponente animal se agazapaba preparándose para saltar nuevamente sobre él.

Cortando el silencio de la noche, la cual irónicamente era de luna llena… un potente aullido lobuno alerto a su cazador, quien levanto la cabeza alerta, como buscando a aquel que emitió el llamado, llamado que también tuvo efecto en él, y como si lo hubieran pellizcado, de un salto se alejó unos pasos más del depredador, no supo si había sido inteligente o no el haberse movido ya que rápidamente la enorme creatura se agazapó retomando su anterior postura de ataque.

Justo cuando las patas traseras se despegaban del suelo ante el impulso que tomo esa criatura al querer saltar sobre él, un borrón blanco paso por su costado izquierdo, mismo que se lanzó en contra del enorme animal… directo a cuello, aferrándose a este de una mordida, el enorme animal se sacudía con violencia tratando que liberarse del mordisco de lo que podía identificar como un lobo blanco, y de un momento a otro lo logro, el blanco y majestuoso animal salió despedido por los aires, sin embargo este de un ágil movimiento y con un giro en el aire callo de pie frente a él, como protegiéndolo de aquella bestia, advirtiéndole con gruñidos que no se acercara…

El negro animal se paró sobre sus cuartos traseros doblando aún más su altura, luciendo aún más letal si era posible, sin embargo y si bien el lobo blanco podía pasar como una animal de tamaño si bien grande era aceptable… de igual manera el valiente blanco le hacía frente, sin intimidarse, luciendo feroz y altivo, letal y peligroso, por un segundo y no supo porque la imagen de Helga cruzo su mente, comparándola con la fiereza de esa blanca criatura cuando se metía en una pelea…

Su comparativa terminó cuando una vez mal el pequeño se lanzó al ataque sobre el más grande, pero de un zarpazo el mayor lo lanzo contra una luminaria no solo haciéndole daño con el impacto si no también con las garras…

El pobre lobo blanco ahora teñido de rojo por lo que debía ser su abdomen cayo inconsciente al suelo… durante ese tiempo Arnold no había podido moverse… ya sea por la impresión, el terror o ambas, él se había mantenido estático en su lugar como mero espectador y ahora una vez más el pensamiento de su muerte cruzaba por su cabeza, aun así no pudo evitar ver de reojo al blanco animal.

Grande fue su sorpresa al ver como este perdía tamaño y pelo y gradualmente en su lugar iba dejando una figura humana… una chica, rubia y desnuda…

Como un deja vu nuevamente se oyó un aullido en el ambiente y luego otro y otro, cada uno diferente pero al mismo tiempo iguales, y esta vez la enorme criatura emprendió huida hacia el bosque; ignorando la sangrante herida en su hombro con rapidez se acercó a la chica, quitándose la camisa de franela roja de cuadros para cubrirla a ella, y tratar de ayudarla, cuando levanto su rostro grande fue su sorpresa, le era familiar, demasiado, era Helga… la misma chica rubia que de pequeños lo molestaba, la misma que se había convertido en delirio conforme crecía y la misma que lo ignoraba…

Sin pensarlo dos veces y temiendo que más de esas cosas enormes vinieran por ellos, se aseguró de cubrirla bien con su camisa y tomándola en brazos emprendió corrida de nuevo a esa cafetería que tanto le gustaba ir ahora con la rubia en sus brazos, Que porque se dirigía al lugar de trabajo de la chica y no a un hospital… la idea cruzó su mente, sin embargo rápido reaccionó, como explicaría las heridas, la falta de ropa, la mordida en su hombro… por otro lado la cafetería "Soul Mate" pertenecía a la abuela de la rubia, una ex enfermera irlandesa que sirvió en la guerra y que adoraba con el alma a la rubia, para nadie era un secreto que la mujer de edad avanzada había luchado con uñas y dientes por la custodia de la menor de las Pataki y que desde hacía ya unos pocos años la niña ahora no tan niña vivía con la mujer en el establecimiento que también fungía como residencia en las plantas altas.

No sabía ni cómo ni cuándo había llegado, pero se descubrió a sí mismo golpeado como loco la puerta que daba a la residencia, rogando porque lo oyeran y abrieran pronto y ayudaran la sangrante chica en sus brazos.