Como siempre tenían que sentarse todos en la mesa para comer, así que ninguno empezaba sí alguno faltaba. Así lo disponía Vlad y así se hacía.

Llamó a Daniel varias veces, pero no recibía contestación.

Danny estaba inmerso entre las últimas luces de navidad la cuáles estaban a punto de ser retiradas.

El año nuevo se acercaba. Iniciaría su primer año sin esas personas tan importantes a su lado; sin sus padres y amigos. No podía entender como la vida cambiaba de momento a otro.

Cuando escuchó la voz del mayor de la casa terminó gruñendo. Se despegó de la ventana; su cara estaba fría. Tuvo que hacer caso a los llamados, así que pesadamente salió de la habitación, encontrándose con Vlad afuera.

Lo primero que atinó fue a reñirlo por no contestar pese a sus múltiples llamados.

A lo que Danny no contestó ni trató de excusarse de ninguna manera. Sólo pasó de él, como sí no existiera.

Vlad se resignó, no quería discutir antes de empezar la cena.

Ambos hermanos estaban en todo menos en el plano real. Jazz, inmersa en un libro, indiferente al tenso ambiente, pero no por eso inmune a este.

Danny apenas y tocaba lo que estaba en su plato, para cuando al fin se decidió a probarlo, término por hacer una mueca. No era que fuera desagradable, más bien no tenía apetito y forzarse a comer causaba esa reacción.

Vlad carraspeó un par de veces, sin lograr obtener la atención de los menores.

—¿Cómo estuvo su día? — Fue lo único que se le ocurrió preguntar para quebrar ese ambiente.

—Nada interesante. — Comentó Jazz tratando de no sonar desinteresada, aunque ese tono ya era prácticamente el tilde natural de su voz

—Como sí realmente te importara.

—Danny. — Le regañó su hermana. No creía justo tratar a Vlad de ese modo, cuando se hacía cargo de ambos.

—Daniel. — Tomó la servilleta y fingió limpiar ligeramente las comisuras de su boca. —Sí estoy preguntando es porque me interesa. No creo que sea la manera correcta de contestarme.

—Oh, ¿Ahora hay un protocolo? Y ahora resulta que después de todo lo que has intentado contra mí y mi familia ¡Ahora te importa!

Aquello había dolido. Reconocía y aceptaba que no había sido la mejor persona, pero intentaba hacer las cosas. Al menos lo intentaba.

Era lo menos que podía hacer.

—Baja el tono Daniel… — Ordenó con toda la paciencia que pudo obtener.

—No eres mi padre, aunque quieras creerlo. — Dijo, levantándose sin permiso de la mesa.

—¡Daniel, vuelve acá! — Lo vio correr hacia su cuarto.

Así que eso era lo que pasaba.

Vlad había obtenido lo que quería: A Danny, su hijo deseado. Pero el precio fue muy alto, perder a Maddie para siempre.

Aquello no era lo que quería, y si acepto quedar con la tutela de los menores Fenton, no fue para aprovecharse, si no porque era lo menos que podía hacer; pero Danny no lo veía así.

Andar por la vida con el apellido de su enemigo, bajo su techo y atado a sus reglas. Alejado de todo lo que solía ser su vida. Alejado de todo lo que solía ser su vida.

Sabía que Vlad tarde o temprano se aprovecharía de esto. Y otra vez al inicio.

Jazz escuchaba como Vlad tocaba la puerta sin recibir respuesta de su hermano.

—Creo que puedo cenar en mi habitación esta vez… — Habló con un tono sumamente irónico y falto de emoción, para luego levantarse y alejarse del escándalo que esos dos hacían al discutir.

Vlad terminó por entrar al cuarto de tanto forzar la chapa, posiblemente dañándola. Era ahora o nunca, tenía que hablar con él.

A esto Danny no reaccionó muy bien, pero fue interrumpido incluso antes de poder quejarse.

—¡Oh, no! Ahora me vas a tener que escuchar, Daniel.