*Imperio de cristal, sábado 03:30 AM*

Oscuridad… solo oscuridad, es lo único que puedo percibir, rodeada de una infinita negrura, flotando y cayendo a la vez en la inmensidad de esta oscuridad que me rodea. Mis sentidos están apagados, apenas percibiendo en débiles espasmo las insípida sensaciones que mi cuerpo logra sentir. Mi mente esta callada, silenciada sobre si misma, dejando apenas entrever un rasgo de mi propia conciencia en el infinito y silencioso vacío en el que me encuentro.

Y a pasar de eso, sin apenas entender que ocurre y con un atisbo minimo de mi propia existencia, no siento nada, no hay miedo, no hay preocupación, no hay suspenso, no hay curiosidad, no hay alegría, no hay memoria, no hay nada, nada que yo pueda afirma como un sentimiento o una emoción, solo unos pocos pensamientos que apenas me hacen consiente de mi misma.

Perdida en el infinito, flotando como una partícula de polvo al viento o una gota de agua en la inmensidad de los océanos, incapaz de deslumbrar en mi propia mente, no puedo discernir nada en la nada de mi alrededor, no lo intento, no me preocupo por hacerlo, viviendo en presente inmediato y nebuloso, sin pensar mas allá o recordad hacía atrás.

Ahora habrá un cambio.

Primero como un brillo difuminado a la distancia, luego como un tenue y apagado haz de luz que se extiende y se ensancha entre la negrura, mi vista es absorbida por esa imagen difuminada que lentamente comienza a esclarecerse, que toma forma al cabo de los eternos segundos. A poco tiempo me veo rodeada por un túnel oscuro que a lo lejos brilla con luces verdes y tonos grises.

Comienzo a recordar, no se que cosa ni que podría ser, pero una sensación de familiaridad toma lugar en mi inerte mente sin emociones. Guiada a lo único que puedo llamar como un "camino", siento un ligero esfuerzo, como una patada nacida de un espasmo sin ninguna fuerza, y avanzo por aquel túnel de tonos azules y negros que me rodea a lo largo y a lo ancho.

No hay esfuerzo ni sensaciones, pero sé que estoy caminando, podría estar flotando, aunque sé que no es así. Mientras camino a lo largo de esta única imagen que puedo deslumbrar, veo sombrar pasar en ambas direcciones al final del túnel, son pocas al principio, difuminadas y sin ninguna forma perceptible, pero me resultan familiares, casi conocidas.

Y por primera vez en estos escasos segundos, cada uno tan eterno como el tiempo y fugaz como un destello, mi corazón es capaz de sentir algo, esta ahí, pero es débil, ardiente como la flama de una vela: pánico. Enterrada en lo mas profundo de mi apagado sentir nace como una semilla que arraiga cada vez mas hondo de mis sentidos mientras crece inexorable con el pasar del tiempo.

Sin detenerme en mi paso veo esas sobras de nuevo, cada vez mas seguido, atravesando en ambas direcciones al final de este túnel de colores apagados, y acelero el paso, aclarándose poco a poco la confusa imagen que llena mi vista. Las paredes son de roca, apenas puedo diferenciarlo en las difuminadas figuras que las componen, pero lo sé, las sombras también comienzan a tomar forma, dejan de ser manchones de oscuridad en el brillantes final de este túnel para formar figuras mas complejas, mas familiares a mi memoria.

No me detengo, sigo mi camino sin ningún motivo acelerándolo poco a poco, recorriendo en un par de pasos mucho mas de lo que logré en mis pasados minutos de interminable caminata, retomando el deformado tiempo a un lapso mas natural de su existencia, tornando los segundos como segundos y los minutos como minutos, ambos en su respectiva duración en el tan confuso concepto que componen.

Y arde de nuevo, aquel pánico creciente retumba en mi ser con mas fuerza mientras mas me acerco al final de este túnel, a su vez también diferencio mejor las luces y las figuras las unas de las otras, mi memoria comienza a revivir, recordando de a poco cuando y donde estoy. Ahora aquellas figuras negras como la sombra pasan velozmente a mi lado en este oscuro pasadizo mientras se dirigen a mi mismo objetivo, tomando una dirección concreta mientras se unen a la corriente de interminables seres que corren hacía la izquierda al final de este túnel del que intento salir.

Mi paso se acelera de nuevo y a su vez el tiempo se normaliza por completo, las difuminadas figuras se esclarecen y las luces toman forma. Me encuentro en un pasillo de roca, oscuro como la noche, pero iluminado en su final por cristales de color verde, aquellas sombras son changelings corriendo por un motivo que conozco y que me de da miedo admitir, huyendo todos en la misma dirección mientras intento darles alcance.

No puedo mantener el equilibrio, una sacudida violenta de mis alrededor me lanza al suelo, polvo y rocas de pequeño tamaño caen desde el techo sobre mi mientras me levanto. Esa sensación de pánico ha evolucionado y ahora siento un miedo que amenaza con convertiste en terror ahora que he llegado al final del túnel y, al final de este, encuentro otro túnel mas grande y mas transitado, uno que es inundado por changelings que corren en la misma dirección a una locación que ya conozco por motivos que yo escogí.

Antes de unírmeles me detengo un segundo, volteo a mi derecha para ver la marea interminable llegar del mismo lugar y después alzo a la carrera junto con ellos, se a donde vamos, se que está sucediendo, y aunque intuyo que pasará no puedo tener un vistazo claro en la colisión entre pasado y futuro que vivo en este presente que es tan claro como incierto.

Vuelo y corro a lo largo de la piedra y el cristal, grito ordenes firmes mientras trato de guiar a la multitud antes de ser derribada por otra sacudida y caer con violencia en el suelo, dolió mucho, fue un golpe fuerte, pero logro levantarme, ayudando a la criatura que se encuentra a mi izquierda a levantarse antes de luchar por mi equilibrio nuevamente por otra sacudida, siendo bañada entre polvo y pequeños escombros de los techos sobre nosotros.

Los veo, en segundos interminables contemplo el mar interminable de ojos llenos de miedo y pánico, apresurados a llegar a su destino en busca de cualquier consuelo o respuesta que sé que no encontrarán. Me retuerce el corazón verlo así, siento el miedo Infeccioso de mi alrededor luchando en mi ser por apoderarse de mi, pero me resisto, intento dar una ejemplo, aunque se que tarde o temprano perderé la batalla.

Continuo con mi carrera peleando contra la falta de aire que amenaza con estrujar mis pulmones, ignoro el dolor de los golpes propiciados por mi propio peso empujado violentamente contra el suelo, intento calmar mi agitado sentir con mentiras y dulces palabras que sé con certeza lo que son en realidad.

Los segundos se vuelven horas, los metros se tornan en kilómetros, cada sencillo paso que doy es arrastrado con dificultad por mis cansadas extremidades que suplican por un descanso y que amenazan por fallar en cualquier momento, haciendo de cada centímetro recorrido mas pesado que el anterior y este ultimo mas pesado que el anterior.

Pero no hay fatiga verdadera, no hay cansancio ni falta de aire y no puedo explicarlo. Mi cuerpo grita por un descanso sin sentirse cansado y los golpes no son mas que un movimiento brusco sin ningún dolor que únicamente entorpecen mi camino, pero el miedo… el miedo esta ahí, es real, no puedo negarlo ni tampoco ignorarlo, lo siento en su máxima expresión estrujando por entrar en mi corazón, invadirme, ahogarme en con su enfermiza esencia, sumarme a la multitud que me rodea y hacerme una mas de ellos, pero resisto.

Al final hemos llegado a nuestro destino, lo observo mientras me dirijo al a la roca mas alta en esta cueva para ser escuchada, siento una infinidad de ojos mirándome sin discreción alguna. Grandes o pequeños, pasando por los intermedios y sin excluir a quienes ni siquiera entienden el mundo a su alrededor, machos y hembras por igual, ni un alma ha apartado su mirada de mi desde que entre por ese pasillo de roca.

Puedo oírlos y puedo verlos, miles de ellos que crecen en cientos, abarrotados entre murmullos y hasta voces llenas de pánico, todos me observan buscando las respuestas que no tengo, veo el miedo y la duda reflejada en sus rostros, un terror interminable que crece sin detenerse mientras mas y mas de ellos llegan a esta burbuja de aire colosal oculta en el corazón de la montaña que llamamos hogar.

Subo a una roca que me eleva sobre los demás para darme a escuchar, sin embargo, me quiebro y me tomo unos segundos, no puedo negarlo, estoy muerta de miedo, asustada, y el terror ha ganado la batalla que inútilmente intenté librar, pero resisto, por ellos, por mi, por la cruel realidad que se libra a las afueras de nuestro hogar y que amenaza por entrar con todo el odio que un corazón puede desembocar.

Los siento… a ellos, a través de la roca y el cristal puedo percibir su odio, su rechazo, su miedo y su crueldad, crueldad que amenaza con despertar el lado mas perverso de la imaginación con tal de ver la muerte de a quienes han tachado de sus enemigos, seres que rugen y ladran con ira ansiosos de dirigir la violencia con la que han vivido toda su vida hacia un nuevo objetivo.

Y aunque esos sentimientos muerden en mis sentidos son mínimos comparados con el terror que inunda esta cueva, que nace de aquellos a quienes amo y me lastima ver así; temiendo por sus vidas, por las de sus hermanos, por la de su madre… Sentimientos puros y nobles que desembocan en la peor emoción que cualquier alma sensible es capaz de padecer, sometidos a experimentarla en esta interminable alerta que nos ha obligado a ocultarnos y aislarnos del mundo exterior desde la llegada de todo ese odio injustificado.

Otro temblor me obliga a reaccionar entre los gritos y las lagrimas de la multitud creciente frente a mi, arremetiéndome contra el ahora.

- "! clámense!" -grito con voz temblorosa tratando de llamar su atención- "todo saldrá bien" -digo con profunda culpa en mi corazón, sabiendo que mis palabras no son mas que mentiras que trato de repetirme a mi misma con el inútil deseo de que se hagan realidad.

- "¿¡que está pasando!?" -escucho gritar al fondo una voz valiente pero que deja entre ver un miedo inherente del pánico creciente.

- "¿¡que quieren!?" -gritan a escasos metros de mi, ahogándose la pregunta entre la bulliciosa multitud de susurros y voces que compiten por su respuesta.

- "¿¡están aquí!?" -preguntan a lo lejos, con miedo de lo que ese par de palabras puede significar realmente si obtiene una respuesta que no querría oír.

Son demasiadas voces como para prestar atención a todas, demasiados sentimientos para asimilarlos mas allá de su envenenada constante, no pudo diferenciar entre la duda y la respuesta, no logro controlar a los corazones presas del pánico que inundan el lugar, lo intento, pero de nada sirve, no me queda mas que seguir a mi ritmo y ahogar las suplicas de auxilio disfrazadas de preguntas que nacen a mi alrededor.

- "silencio" -intento calmar las voces incesantes, pero son pocos los que responden, no puedo hacer mas, no hay tiempo para ello, tendré que conformarme con ellos- "debemos mantener la calma, resguardarnos aquí hasta que ellos se vayan, cerrar las…" -soy interrumpida y mi atención se dirige a quien me llama entre la multitud.

- "¿¡que están haciendo aquí!? -me pregunta uno de los mayores, buscando una respuesta que no tengo.

- "no lo se…" -intento hablar, pero soy interrumpida de nuevo. El pánico y el terror me impide reaccionar con efectividad.

- "nunca se habían acercado tanto" -anuncia otra voz a las cercanías. Tiene razón, siempre mantuvieron sus conflictos alejados de estas tierras, temerosos de lo que el bosque podría aguardarles, pero aquel temor se ha desvanecido como el polvo al viento y ha culminado en la furia asesina que expresan desde las afueras.

- "deben estar combatiendo entre ellos otra vez, debemos aprovechar mientras están ocupados" -miento pues sé que no es cierto- "ahora mismo están afuera peleando sus propias batallas, aprovecharemos para sellar las entradas, algunos de ustedes refugien a los pequeños en las zonas centrales mientras los demás nos ocupamos de cerrar nuestro hogar, estaremos al margen de ellos…"

No puedo pensar con claridad, en mi búsqueda de respuestas soy incapaz de hallar una solución, no puedo controlar está situación, la crisis y el peligro nos ha empujado al mied terror, nos impide actuar con claridad y solo retrasamos lo inevitable.

No puedo dirigirlos, no tengo idea de como actuar, no hay líder a quien seguir ni voz a la que escuchar, estoy tan perdida como ellos, sin guía, sin camino, acorralada ante el peligro de un inminente final. Temo por ellos y la culpa de la verdad me carcome, sé por que les miento, sé por que guardo la verdad para mi misma, estoy aterrada, y aunque conozco el inevitable final no hago nada para evitarlo, aferrada a una ultima gota de la esperanza que nunca llegó.

De nada sirve lo que intento decir, el miedo ha nublado el juicio de todos, empujando a algunos a aterrar a sus hermanos y a otros a seguir esas palabras en búsqueda de una respuesta- "…escuchen…" -grito a todo pulmón, pero nadie es capaz de escucharme- "…escuchen por favor…" -trato de insistir en busca de un poco de orden, una mínima chispa de esperanza, pero el caos se ha apoderado de todos nosotros.

En miedo se intensifica, alimentado por gritos horrorosos provenientes de uno de los túneles que conectan a este lugar, aprovechando el eco del enorme lugar para hacernos saber a todos lo cerca que está el final. Todo se descontrola, los valientes se desmoronan ante el peligro, los pequeños que apenas entienden lo que ocurre echan a llorar, los más sensatos obedecen sus instintos y tratan inútilmente de huir.

Estoy por quebrarme, ya no puedo más al ver tanto sufrimiento- "… ¡Escúchenme! por favor, por favor…" -intento suplicar, la desesperación ha llegado a mi, siento las lagrimas salir de mis ojos al ver que no puedo hacer nada, que la esperanza nos abandona y huye ante el incesante odio que nos aguarda- "… por favor…" -fue lo ultimo que pude decir antes de ceder.

Siento mis patas temblorosas luchando por mantenerme en pie, las lagrimas brotan libremente en mi horrorizado rostro, mi corazón llorar, mi alma sufre, no encuentro consuelo.

Y un destello inunda mi vista, breve, instantáneo, apenas perceptible para los ojos, pero poderoso como jamás creí posible, rugiendo como una bestia al desgarrar la piedra y el cristal a mi derecha como si no fuera mas que agua golpeada con una roca. Me empuja con poderosísima violencia, arrancándome de mi lugar sin ninguna dificultad, cierro los ojos instintivamente mientras un calor a mi costado derecho me abrasa y un dolor punzante se entierra en mi abdomen.

No pudo ver ni escuchar, un sonido agudo ahoga mis oídos mientras el polvo y el miedo me ciegan indiscriminadamente, en escasos lentos segundos me impacto dolorosamente contra algo a mi izquierda, es un muro. El dolor no se hace esperar y me paraliza mientras intento pelear por mantener el poco aire que se me ha escapado. Se me han roto las costillas del lado izquierdo, siento su agónica deformidad en mi interior y el sonido del hueso cediendo es inconfundible.

Todo oscurece, el mundo se silencia y el dolor desaparece. Como si todo fuera una pesadilla de la que despierto, el horror ha pasado, solo quedo yo conmigo misma, en silencio, callada, el mundo continua a mi alrededor, pero no puedo verlo ni sentirlo, por un momento me desconecto de él en perpetua oscuridad.

Podría quedarme así, rendirme y dejar a mi conciencia descansar, escapar la calamitosa realidad, dejarme llevar por el reconfortante vacío que tan suavemente extiende su abrazo amoroso a mi afligida alma, me tienta con consolación, cobijo y descanso, aleja el sufrimiento mientras se lleva la luz y amortigua el sonido, ofrece una escapatoria que con toda el alma anhelo aceptar, pero resisto.

Un grito desgarrador me devuelve a la realidad en un súbito despertar, abrumando mi sentido del oído con mas de aquellos gritos terribles, pisadas pesadas, zumbidos veloces, golpes metálicos, carne desgarrándose y huesos rompiéndose que me recuerdan a la brevedad la terrible situación que se libra a mi alrededor.

Apenas la oscuridad abandona mi vista y los veo; un agujero enorme en la pared acobijado por una nube de polvo tan densa que es imposible ver a través de ella, pero no es necesario. De aquella nube salen disparados sus horrores galopando a la masacre, vertiéndose sin dificultad como fuego entre las brazas, rugiendo con furia mientras blanden sus armas en lo alto, dando caza indiscriminada a quienes han escogido como sus presas, sin detenerse o titubear por los gritos aterrorizados o las suplicas de piedad.

El olor a sangre y brasas ardiendo inunda mi olfato, no puedo reaccionar, mi mirada ha terminado a parar en algo que no podré olvidar jamás; guiada por el movimiento mi vista es atraída al momento exacto cuando un pony terrestre hunde su lanza sobre una pobre victima que intentaba huir, abandonando su cadáver sin ningún miramiento en cuanto este fue desprovisto de vida alguna y lo tira para continuar con su próxima presa. No puedo dejar de verlo, yo conocía a ese pequeño que ahora yace empalado en el suelo, y lejos de sentir dolor o miedo mi mente se centra en aquellos que lo rodean.

Crecientes decenas de cadáveres yacen en el suelo creando charcos de sangre al unísono, pateados y pisoteados sin remordimiento por quienes continúan entrando violentamente desde aquella abertura. Los veo y pienso, los mas afortunados ya están muertos con solo una herida en sus inertes cuerpos, otros aun reposan desmembrados y desfigurados por el violento poder con el que ingresaron esos seres de odio, incluso alcanzo a ver a quienes murieron por las piedras que fueron disparadas por la fracturada pared, unos pocos siguen ardiendo con un fuego hambriento que se niega a abandonar su alimento, los desafortunados siguen sufriendo sus heridas mortales, negados de toda escapatoria o esperanza, aguardando a que el sufrimiento termine con ellos con el dulce beso de la muerte.

Estoy en shock, la incredibilidad de lo que mis ojos miran hace que mis sentidos no puedan despertar, mis emociones se mantienen en silencio mientras mi mente contempla únicamente el instantáneo presente. Permanezco en el suelo sin reacción viendo a lo lejos aquella creciente masacre. Ponys entrando desenfrenados y ansiosos por cumplir los decretos de sus lideres, creyendo ciegamente en el odio que aquellos que los gobiernan les han infundado. Mi seres queridos huyen de este lugar siguiendo sus instintos mas sensatos o abandonan este mundo a cascos de la crueldad que el mundo puede desatar sobre los desafortunados.

Los miro… solo los miro, no puedo reaccionar, no puedo actuar o pensar, me mantengo al margen sin sentimientos o sensación alguna observando el fin de las vidas que con tanto esmero y amor crie por tantas décadas y que, sin embargo, ahora son arrancadas de mi vida sin piedad alguna.

Pero no todos son tan cobardes como yo y ni la tragedia, ni la maldad, puede arrancar al esperanza de aquellas almas que sobreponen el amor sobre su propio miedo.

Entre el caos y la muerte, el miedo y el sufrimiento, la magia maldita y el metal empapado de sangre, unos pocos han sobre puesto sus vidas y se arriesgan sin dudarlo por ayudar a quien ya no tiene esperanza. Primero como una voz amortiguada la distancia por el horror, luego como gritos incesantes que ensordecen mis oídos mientras cascos me sacuden para regresarme a la realidad, reacciono y me doy cuenta tres de mis amados hijos regresaron por mi, uno de edad adulta, otra que apenas está en flor de su juventud y un joven pequeño, un valiente que no debió dejar su crisálida hace mucho.

Gritan mientras tratan de levantarme, usan sus cascos y alas con tal de ayudarme a mover mi roto cuerpo, pero yo apenas puedo reaccionar, casi como si no entendiera que esta ocurriendo a mi alrededor. Los veo aterrados tratando de ayudarme, desesperados por llevarme con ellos, suplicando que yo haga algo para que sus esfuerzos valgan la pena. Se niegan a dejarme, a pesar de la muerte que nos rodea ellos no piensan abandonarme, su amor por mi les ha hecho prevalecer, arriesgan sus vidas con tal de que los acompañe, que no los deje solos en el mundo que nos aguarda si llegamos a sobrevivir.

Regreso en mi, soy mía de nuevo, mis sentidos despiertan al instante trayendo dolor y sufrimiento consigo, mi mente se destraba de mi alrededor, mis emociones se reavivan de nuevo… es lo mas doloroso, pero aunque yo esté rota ellos no lo están y no me permito que el suyo sea un sacrificio en vano, no me lo perdonaría jamás, ni siquiera en el infinito al que han partido muchos de los míos.

Primero con mi casco derecho y luego con mi pata izquierda intento levantarme de nuevo pero un punzante e insoportable dolor en mi costado derecho me rompe sin problema regresándome de nuevo al suelo en un golpe seco increíblemente agónico, mando mi mirada a mi costado y me doy cuenta de la herida que me doblega: pequeños fragmentos de roca se incrustaron en mi, provenientes de aquella explosión que desató este infierno en primer lugar.

Ellos lo notan, ven horrorizados la herida que me desangra y me drena de toda mis fuerzas, entienden lo que significa, la carga que represento para ellos con esta herida, las pocas esperanzas que tengo de sobrevivir y como los arrastraría conmigo antes la inminente perdición si permanecen junto a mi, pero se niegan a aceptarlo, la esperanza y el amor los obliga a actuar en consecuencia.

Abnegados en su corazón, el trio de changelings intenta tirar de mi, empujarme y darme un apoyo sobre el cual levantarme, apenas puedo moverme sin sufrir dolor, ni hablar de mis costillas rotas en mi otro costado, pero no voy a permitir que su amor los condene junto a mi. Con pura fuerza de voluntad apenas logro ponerme de pie, sufriendo imposiblemente cada segundo de aquel simple movimiento, pero resisto. Un paso y pienso en rendirme, dos y casi lo hago, ante el aquel sufrimiento me obligo a seguir mi camino y buscar una salida, pero entre la sangre de mis heridas y el dolor que me provocan apenas puedo mantenerme consiente, me arde mi costado como si se estuviera carbonizando, el aire apenas llega a mis pulmones que se esfuerzan como nunca, mi vista se oscurece de nuevo amenazando con mandarme al suelo inconsciente.

El tiempo se corta entre ilusiones y realidad, estando en un lugar en un momento para después aparecer en otro sitio al siguiente, me pierdo en mi misma luchando por apenas poder mantener la conciencia, siendo casi capaz de discernir la realidad. No logro comprender en su totalidad donde estoy y solo me dejo guiar por quienes se rehúsan a abandonarme, lo que antaño fue mi hogar ahora es un laberinto kilométrico de confusión y delirios del que no puedo escapar.

Con el intermitente pasar del tiempo en mi conciencia no entiendo donde estoy ni se a donde vamos, los saltos de inconciencia y lucidez escasamente me dan una pista distorsionada de mi entorno, primero como túneles solitarios, después salas derrumbadas o abandonadas, en otras ocasiones como pasadizos inundados de otros changelings ven mi figura rota con lamento y desolación.

No recuerdo como logramos escapar ni en que momento llegamos al exterior, pero al sentir las brisas del viento frotándose contra mi pude dar un ultimo grito de lucidez, una ultima escena que me recuerda a la condenación a ala que fuimos sometidos; en lo alto, volando sobre los oscuros cielos de la noche, vi por ultima vez mi hogar a la distancia, una montaña ardiendo en fuego dentro de la oscuridad, exhalando humo con dolor y miseria, carcomiendo a los desafortunados que no hallaron escapatoria a la condenación y enterrando su recuerdo entre los escombros de la ruina, mientras decenas de miles de nuestros verdugos celebran y vitorean alrededor de aquel monumento infernal al exterminio.

Estoy muy asustada.

Me veo a la distancia, el miedo es evidente en mi rostro paralizado, mi cuerpo rígido y contraído denota la inseguridad y el terror al que estoy siendo sometida con el suspenso interminable que reina en la gigantesca habitación, manteniéndome inmóvil ante el temor que de que un mal movimiento me condene sin esperanza de salvación.

Rodeada de blanco inmaculado, parada sobre estructuras suaves y rígidas a la vez en una imposible combinación, vigilada por ojos acusadores que me desprecian sin ninguna sutilidad mientras que a quien tengo en frente decide si ser mi juez o mi verdugo en su largos minutos de silencio que usa para estudiarme desde lo alto de su trono, rodeado de sus salvajes servidores que nacían con deseo recibir la orden y ejecutarme sin impedimento.

Arrastrada hasta aquí con violencia para obligarme a postrarme ante él, arrancada de mi hogar sin ninguna explicación, agredida con tirones y golpes que aseguraron mi sometimiento incondicional.

Apenas me atrevo a alzar la mirada por un segundo y me encuentro con sus ojos severos que no se apartan de mí. Lo está disfrutando, puedo sentirlo, se regodea en silencio por mi sumisión, de alguna manera encuentra placentero mantenerse sobre mí, mantenerme a la orden de su caso para tratarme como escoria apenas digna de ser considerada mejor que una pertenencia.

No es la primera vez que pasa, desde que lo conozco ha mantenido ese trato despectivo hacía mi sin ninguna consideración de cambiarlo. Jamás importo lo mucho que me esforzara, las horas que supliqué, las lagrimas que derramé, su corazón nunca tuvo piedad para mí, a sus ojos no soy digna de tales bondades.

No se que quiere ahora, pero algo me dice que estoy aquí por una respuesta, respuesta a la pregunta que desde hace tiempo he deseado obtener y que ahora, de ser el caso, temo mucho por saber la verdad.

Me llama desde lo alto y por miedo alzo el rostro sin titubear, comienza a hablarme, no sé de qué, pero se que me está hablando, dándome explicaciones y sermones que en su momento comprendí y pude responder con una charla coherente, pero que ya no puedo saber de que se trataron a pesar de desarrollarse en mi presente inmediato.

Siento un creciente miedo cuando se levanta de su lugar da una señal con su casco, veo a sus subordinados atender al llamado de forma inmediata y salir a cumplir la orden dada por su rey, solo quedamos él y yo en la sala, a pesar de que las amenazas han disminuido considerablemente siento mas miedo que nunca, a pesar de su aparente serenidad sus ojos ahora reflejan una mirada llena de depravación que esperan con ansias a mi reacción ante su siguiente movimiento.

Pasan los segundos y después lo minutos, yo no me muevo, apenas respiro previniendo cualquier reacción condenatoria que pueda desatar ante el impredecible ser frente a mí.

Se acerca de nuevo hacía mí, me habla con tal confianza y elocuencia que me doy cuenta sin dificultad que cada silaba proviniera de la parte más sincera de su indolente corazón, se burla de mí, me recuerda mir fracasos frente a él y a su especie, me recalca sin deparo el desprecio total y la aversión repulsiva que siente contra mí y contra mis hijos… y por temor solo me queda escuchar, incapaz si quiera de mirarlo a los ojos, mucho menos atreverme a responder.

Sus Pegasos regresan al salón de nuevo, esta vez trayendo consigo una de sus carrozas de madera, aunque mas grande, lo suficiente como para que un pony quepa ahí sin ninguna dificultad. La observo por un par de segundo tratando de saber que oculta en su enigmático interior y con horror me doy cuenta de su contenido.

Impulsada por únicamente por el instinto naciente dentro de mi intento lanzarme en dirección hacía esa carroza, pero un fuerte golpe a mis espaldas me manda al suelo donde soy sometida por un casco en mi rostro y una lanza amenazante apuntando directo sobre mí. Dos Pegasos me inmovilizaron, los tengo pesadamente encima mio, amenazadores y decididos.

No me interesa, la preocupación y el pánico superan por completo mi instinto de supervivencia, intento zafarme del agarre de mis captores pero sin ninguna dificultad logran someterme con la llegada de otro par de ellos, lastiman mis cascos y patas para sofocar mi resistencia, ignoran mis suplicas en seguimientos de sus órdenes.

Lo que fue un miedo por mi supervivencia ahora no es más que un desesperado grito de auxilio, mi bienestar ha dejado de ser una prioridad mientras que mi preocupación crece con cada sofocante segundo, el pánico irreflexivo ha tomado total control empujándome imprudentemente a desafiar a mis captores, esfuerzo que no es mas que un forcejeo en vano pues no puedo superarlos, me es completamente imposible.

Eridanus se deleita al verme así, le importa poco o nada aquello que disparo este lado mio, solo le interesa observarme con malicia mientras intento dar alcance a la carroza, su satisfacción crece, sabe que soy consciente de lo que me aguarda bajo esa manta y solo me mira sin tentarse aunque sea un poco el corazón. Se dirige a la carroza sin dejar de mirarme, mantiene sus ojos firmes sobre mí, y al cabo de los segundos obtiene lo que quiere.

Sin nada que me obstruya lo veo… mi hijo, mi primogénito, aquel que desapareció hace bastante lunas, mi hijo que busque sin descanso, mi mas grande tesoro en esta vida, a quien le he dado todo el amor de mi corazón, a único entre iguales, la flor de mi vida y la llama de mi alma… roto.

Destruido, lastimado hasta la deformidad, puedo verlo a simple vista, sus ojos gritan en agonía, sus huesos hechos añicos, sus piel decolorada entre golpes y sangre, músculos carcomidos por las infecciones y flagelación profundas que atestiguan la tortura incesante a la que ha sido sometido, veo una cuenca vacía producto de la enajenada perversión con la que fue maldecido, su cuerno pulverizado, aun con retazos de expuestos entre la carne. Ellos los destrozaron sin remordimiento, hirieron su cuerpo hasta el punto de ser inservible, ni siquiera puede moverse.

En la treta maligna a la fui arrastrada soy liberada sin mas ni menos y me dirijo sin pensarlo a mi hijo impulsada por el amor de madre que llora en mi ser a todo pulmón sin saber que solo es parte del teatro que quieren ver.

Me lanzo contra los barrotes de la celda móvil, intento meter mis cascos en ella si éxito y solo me queda contempla el roto cuerpo de mi primogénito. Perdida entre sollozos y suplicas intento darle palabras de consuelo, pero nada cambia en él, solo me mira y guarda silencio, sin expresiones de alivio o dolor, solo un rostro vacío que me mira fijamente. El dolor me consume y me mata, me parto en mil pedazos, las lágrimas brotan libres sin impedimento, deseando que todo fuera una pesadilla, nada mas que una sucia jugarreta de mi mente, pero no es así.

No dice nada, no me responde, ve mi dolor y mi desesperación pero es incapaz de reaccionar, no hay alivio dentro de su ser, ni calma, ni paz, ni amor, está vacío. Ver a su madre no le ha generado emoción alguna, como una roca frente a un rio de emociones, fue lastimado hasta lo mas profundo de su alma, orillado a un único deseo que con irreversible dolor y desconsuelo soy capaz de interpretar: muerte. El último beso que su alma torturada desea para liberarse de la miseria.

No quiero y no voy a aceptarlo, me rehusó a aquel deseo tan ferviente de su ser. Quiero sacarlo de aquí, llevarlo a casa, cuidarlo y protegerlo, curarlo de mal al que fue sometido, no puedo abandonarlo aunque esos sean sus deseos. Pero eso no esta en los planes de Eridanus.

Escucho una pisada detrás de mi e inmediatamente soy tomada para ser arrancada de mis lugar, me niego, lucho con todo mi ser por permanecer a su lado, me aferro a la madera y el metal en un forcejeo incesante, no quiero abandonarlo, no quiero que me separen de él, pero un golpe en mi rostro me arranca contra el suelo.

No me importa, entre la sangre de mi rostro y los golpes incesantes intento lanzarme nuevamente hacía mi hijo, lo intento y lo intento, suplico por piedad, ruego que me nos dejen en paz, que me devuelvan a mi hijo, pero soy sometida nuevamente, esta vez encadenada contra para no resistirme.

Eridanus me observa indolente, suplico por su piedad pero soy ignorada, desvía sus ojos indolente de mi como y se dirige a mi hijo. Puedo sentir sus intenciones, me doy cuenta de lo que quiere hacer, mis deseos se renuevan pero soy sometida nuevamente, es inútil no puedo hacer nada.

Esta junto a él, lo ve como poco menos que basura, y después clava su mirada nuevamente hacía mi antes de tomar una lanza de sus soldados. Poco le importan mis palabras, mis suplicas mi dolor, mi amor de madre.

Los veo por ultima vez, a ambos, antes de presenciar con horror como su lanza baja inclemente hacía mi hijo…

- ¡NO, NO ,NO…! -gritó Chrysalis en el profundo silencio del calabozo, levantándose violentamente ante aquella ultima imagen, aullando desconsolada entre gritos y lagrimas de dolor que hundían su rostro en la más grande desdicha, herida por la maldición que cargaba con sigo desde que tenía memoria, el recuerdo que no dejaría jamás de clavarse en su corazón.

Okey, aquí quise intentar un nuevo tipo de redacción, en primer persona como podrán notar, espero que les guste, aunque yo quede del todo satisfecho con el sé puedo decir que me gustó.

Este cap estará dividido en dos para que no haya retrasos como con el cap. anterior, así que esperen su continuación para la siguiente publicación. Debo aclarar que el primer relato ocurre después del segundo, pero como este cap es un sueño pues se me hacía lógico que no tuviera un orden cronológico.