BUENAS NOCHES CHICAS, HY LES TRAIGO EL EPÍLOGO DE LA HISTORIA, ESTABA PLANEADO PUBLICARLO AYER, PERO HUBO FALLAS CON MI INTERNET.

ESPERO DE VERDAD QUE ESTA HISTORIA LES HAYA GUSTADO, PRONTO VOLVERÉ CON UNA NUEVA HISTORIA, MUCHAS GRACIAS A TODAS POR SUS COMENTARIOS, EN VERDAD ME HACEN MUY FELIZ AL SABER QUE LES GUSTA LO QUE ESCRIBO.

AHORA LES DEJO LEER.


-¡Mamá! ¡Mamá¡ Richard está lanzándome insectos otra vez! -gritó una pequeña niña de grandes ojos azules y cabellos rubios.

-Richard, cariño, ya hemos hablado de esto, no debes arrojarle insectos a tu hermana.

El pequeño niño la miró con sus bonitos ojos verdes llenos de lágrimas y se cruzó de brazos.

-Rosemary es una llorona… ni siquiera llegó tan lejos, dijo mostrándole una lagartija que luchaba por safarse de los dedos del chiquillo.

La pequeña se escondió tras el vestido de Candy y comenzó a llorar.

Candy no tuvo más remedio que dejar el libro que leía y enfocar su atención en los pequeños diablillos que tenía por hijos… No pudo evitar reírse, pues sus pequeños hijos le recordaban a ella misma en su infancia.

Sí alguna vez había pensado que el matrimonio y la maternidad no eran para ella, ahora todos esos pensamientos habían qu quedado completamente en el olvido.

Le parecía que los seis años que llevaba casada con Terry habían pasado como agua… y es que a su lado, todos los días estaban llenos de dicha y felicidad.

-Pero ¿qué es todo este alboroto?

-¡Papi! -gritaron ambos niños olvidando por completo su disputa.

Terry tomó en brazos a los pequeños .

-¿Han sido buenos con su madre?

-Sí, respondió la pequeña.

-Mamá nos llevó hoy a la clínica, y también visitamos a la abuela. -dijo Richard.

-Ya veo…

-Así que ahora cuentas con dos nuevos asistentes en la clínica. -dijo el castaño dirigiéndose a su mujer, que aún estaba sentada en el césped contemplando a su hermosa familia.

-Qué hay de ti cariño? -¿Cómo está yendo la negociación con los escoceses?

El semblante de Terry cambió

-respecto a eso…

-No te preocupes cariño, todo se resolverá. -dijo Candy, pensando que algo había ido mal.

Terry tomó la mano de su esposa y la besó.

-Tengo dos noticias respecto a los escoceses... ¿Cuál desean escuchar primero? -dijo llamando la atención de su esposa e hijos…

-La buena… -gritó la pequeña Rosemary.

Terry sonrió.

-La buena es que han comprado la producción de vasos de todo un año.

-Eso es maravilloso… y… cuál es la mala noticia…

-Bueno, yo no he dicho que sea mala…

-La otra noticia es que nos han invitado a conocer la fábrica de whisky… Inicialmente tenía pensado que fueran Archie y Annie quienes viajaran a Escocia pero eso no podrá ser…

-¿Sucedió algo?

-Bueno… eso me lleva a decirte que tienes exactamente una hora para ponerte más guapa, está noche cenaremos fuera.

Dos horas después, los Baker estaban cómodamente instalados en el restaurante favorito de Annie.

Allí estaban sus padres, los padres de Archie e incluso Eleonor…

-¿Qué sucede? -preguntó Candy.

-Ya lo verás…

Durante la cena se hizo un brindis por el éxito que Terry y Archie estaban teniendo con la cristalería, pero el momento culminante se dio cuando se anunció la noticia de la invitación para ir a Escocia…

Archie no pudo continuar con el misterio y finalmente dijo que la razón por la que no viajaría a Escocia era que Annie estaba embarazada por segunda vez…

El médico había dicho que era el bebé estaba saludable, pero Archie no quería arriesgarse y planeaba pasar los próximos nueve meses pegado a su amada esposa.

Aquella noticia trajo a Candy una enorme dicha, pues sabía lo mucho que habían esperado ese momento, y la vida los recompensaba ahora.

Inmediatamente fue a abrazar a su querida amiga para hacerle saber lo mucho que se alegraba de verla tan feliz.

Al volver a casa, y después de acostar a los niños, Candy y Terry se dirigieron a su habitación.

-Has estado muy callada… -observó Terry.

-Gracias, fue la respuesta de ella.

Terry la miró extrañado.

-Gracias por amarme durante todo este tiempo, aún cuando no lo merecía, gracias por ser mi esposo, darme esta maravillosa familia y hacerme siempre tan feliz.

Terry estaba conmovido por las palabras de su esposa y sólo atinó a besar sus manos como una silenciosa promesa de que siempre sería así.