Disclaimer: El mundo de Harry Potter pertenece a J. y a la Warner. Yo solo utilizo los personajes sin fines de lucro, por diversión pues son muy preciados para mi :3

Advertencias: Hay relación chico- chico, palabras altisonantes, violación, probablemente (trío, bsdm, fetichismo, voyerismo, incesto, aun no lo se xP) Están advertidos y es momento de retirarse si eso los espanta :9

Pareja: Albus x Scorpius o James x Scorpius Quedará a decisión del publico ;3

Omegaverse (o intento de~)

Notas de la Autora: Hola hermosas criaturas, ya estoy nuevamente por aquí con una nueva historia pese a que se que mi narrativa ni mi persona son del agrado de muchos, pero bueno, debo de recordar que mi principal motor para publicar estas historias es mi infinito amor a la saga de HP y a mi querido hobby que es escribir.

Espero que sea de su agrado esta historia que planeo sea breve y que cada capitulo no pase de las 3000 palabras (ya que según yo quería que fuera un conjunto de drabbles pero pues parece que nomas no se me da jeje)

Sin mucho más que agregar, A leer se ha dicho!


Agónico Instante

Ser un omega siempre representó un problema en la sociedad mágica y la no mágica.

Sabía de sobre el rol que desempeñaba en el mundo, en cada página, en cada cartel, propaganda y libro que leía era lo mismo. Si bien tener bebes y no aspirar a gran cosa en el ámbito laboral no era tan malo; se negaba rotundamente a ceder ante cualquiera que lo considerara el eslabón más débil de la cadena.

Ser una persona sumisa y dócil ante un "protector" que lo reclamaría como propiedad, era nauseabundo para él de solo pensarlo. Scorpius arrugó el ceño tratando de apartar esa idea que se negaba a germinar en su mente. "Eso no es lo mío" se dijo orgulloso y nadie lo persuadiría de lo contrario.

Ansiaba la libertad de poder elegir por sí mismo quien sería su futura pareja pues no toleraría a cualquier bruto pisándole los talones tratando de hacerlo suyo por la fuerza bruta como cualquier animal.

-Uno pensaría que en pleno siglo XXI las cosas hubieran cambiado, aunque sea un poco del hombre Neanderthal- musitó entre dientes -pero por como se ven las cosas, la involución pareciera la única respuesta-

Tal vez pedía algo extraordinario para el mundo en el que vivía, tan lejos del alcance de su mano que con pesar le hacía pensar cual injusta era la vida de haber nacido un omega. Si entre el deber y anhelo se debía elegir, ¿Por qué él no era el encargado de tomar esa decisión?

Deseaba algo más sustancial, algo que valiera la pena como lo que tuvieron sus padres. Un amor idílico donde la confianza y el afecto cimentaba la relación. Ninguno era más que el otro, un alfa o un omega. No había nada de eso más que dos personas formando una familia, participando activamente en las decisiones sin que hubiese pleitos de algún tipo por el domino de la situación. Si que esa nube de azucarada ilusión sonaba tan perfecta para cualquiera que durante tantos años aspiró a tener.

"Tal cual un perfecto idiota" rezongó para sus adentros dándose cuenta que ese unicornio alado era una probabilidad remota de conseguir para el ciudadano promedio por muy tristes que sonaran las estadísticas.

Cuando el medico presagió la cruz que le tocaría cargar, agradeció a los cielos que su padre fuera infamemente rico y con un grandioso intelecto a la hora de hacer pociones. El supresor que le obligó a tomar cada mes religiosamente era indispensable para pasar desapercibido, tal cual si fuera invisible pero; que más restaba hacer que ocultarse en un mundo de alfas sedientos de la carne débil.

Sabía que era raro. Era un omega diferente y siempre fue desde que en la escuela le hicieron el estudio a los 11 años. "Un omega recesivo" si esa no era una forma de decirle el macrocosmos que estaba destinado a ser un bicho raro, no sabia lo que era.

Su celo se presentó tardíamente a los 17 años de forma violenta e irregular. Estaba bien y controlado pues ya no tuvo algo similar al celo de la primera vez y esperaba que así siguiera...

Todo fue muy fácil en su estancia en Hogwarts. Sin percance alguno. Nadie lo asaltó ni mucho menos se le insinuó; era justo lo que deseó secretamente para su etapa más vulnerable.

Con tan buena suerte pensó que al graduarse podría ingresar finalmente a la carrera de pociones al igual que su padre y madre; solo tenía que hacer un par de transacciones para enlistarse en la carrera de sus sueños y forjar la vida que tanto él como su familia esperaban que tuviera.

Sí. Agradecía a su padre y el peculiar cuidado que le tenía, siempre tan certero y parcamente cariñoso pero que le demostraba a cada paso cuando lo apreciaba aun si no lo decía con palabras.

Estaba motivado y tan ensimismado en sus pensamientos, que nadie le dijo que por una tontería de su parte como olvidar justo ese día su medicina en el buró de su recamara, le acarrearía grandes consecuencias y que el celo se le adelantaría a tal punto que no tardó mucho en que dos individuos comenzaran a seguirlo.

"Mierda…" masculló para sus adentros acelerando el paso. Solo a él se le ocurría ir solo al Ministerio de ida y vuelta sin algún supresor o alguno de sus queridos amigos.

"Brillante Scorpius, brillante…" se repateó mentalmente sintiendo su cuerpo calentándose con prontitud y ardiendo en pequeñas llamas que latían por los poros de su piel. Su corazón acelerado por el miedo y tan débil que sus piernas se doblarían de un momento a otro.

Miró de reojo a los acosadores alfas que iban tras de él como depredadores silenciosos desde hacía dos manzanas atrás. Estaba seguro que los conocía pero ¿Qué importaba en ese momento? Lo imperativo era esconderse.

Cerró los ojos sin disminuir la velocidad, analizando con su mente aguda y terca en temas inverosímiles que se empeñaba en descubrir quienes eran los individuos. Era una sensación como de tener una palabra enredada en la punta de la lengua sin conseguir descifrar de que se trataba.

"Claro…" meditó. Eran sus ex -compañeros de escuela. Pese a que nunca había convivido más que lo necesario con ninguno de los dos, sabía que eran alfas e hijos del que probablemente era el personaje más influyente del mundo mágico.

"James y Albus Potter" gruñó lo más profundo de su mente cuando arribó a ese extraño lugar que parecía un pequeño castillo antiguo y abandonado. La maleza se extendía a su alrededor y las ruinas lucían como si de un momento a otro se desmoronarían dejando solo polvo como un vago recuerdo de su existencia.

Sacó su varita lista para lo que fuera.

Con inocente deseo pensó que los perdería ahí sin algún enfrentamiento, aunque sabía que era tonto de su parte pensarlo puesto que su aroma lo delataba con grandes flechas coloradas y brillantes, pero tal vez, solo tal vez ganaría algo de tiempo para sacarles ventaja. Era pequeño y ligero como su abuelo siempre se esforzaba en recordarle y tal vez esa única vez podría inclinar la balanza en su dirección.

"¡La madre que los parió!" rechistó al ver su varita salir volando por los aires y el recinto cerrado que se alzaba frente a sus narices.

-Pero que tenemos aquí Alby….- siseó el mayor con suave cabello lacio tocando su cuello –parece que un gatito se ha extraviado…- los ojos castaños de este brillaron de forma curiosa como si se tratase de un juego.

Por instinto trató de zafar la mano de sus garras que apresaba con fuerza. Detestaba ser tan débil, pero no se dejaría doblegar sin luchar antes pese a que una gacela en las fauces de un león parecía mas afortunada que la suerte que le presagiaba si no lograba salir de ahí.

-Sabía que había algo raro con este Malfoy…- gruñó el menor haciéndole sudar frío. Algo en su tono de voz denotaba un inminente peligro que su cuerpo vibró de sobresalto y ardor. El cabello azabache se levantaba en picos y la mirada verde refulgía con un retorcido deseo. Decir que el terror se apoderó de su cuerpo apenas y dibujaba la imagen completa.

Si fue un gravísimo error dejar sus píldoras y no reparar en ellas hasta ese momento."Que imbécil soy…" se dijo sintiéndolos tan terriblemente cerca que lo sofocaban en sudor frio, con sus alientos pesados y su abrumador calor.

-No por favor. No me toquen…- murmuró lastimeramente el rubio mientras su cuerpo emanaba lo contrario. Estaba húmedo y las feromonas salían disparadas sin piedad, inundando el recinto con una sola palabra en aire "follame". Estaba tan avergonzado como excitada estaba su parte omega.

Trató de dar pelea pero era inútil en ese momento o siquiera pedir clemencia; los individuos eran oídos sordos a cualquier suplica o lamento. Su piel blanca demandaba ser marcada y Albus parecía saboreárselo. Quería amoratar la piel de alabastro y hacerla suya. La negativa y el repudio parecía excitarlo. No sabía hasta qué punto el instinto animal se imponía ni hasta cual su propio deseo alimentado con el alcohol. Pero no parecía importarle.

-Vamos rubito suplica…- demandó mordiendo fuertemente su oreja. Pudo escuchar un gruñido de parte de su hermano y solo pudo sentirle sonreír contra su mejilla "Tan melodramático como siempre" murmuró entre dientes clavándole los dedos en su delicada piel.

-Hueles tan delicioso...- murmuró James repasando con su lengua el cuello del omega que temblaba impotente ante su propia naturaleza.

Estaba aterrado.

Su cuerpo palpitaba y ardía en llamaradas siendo doblegado por ese doble poder que lo manipulaban a su voluntad con su aroma almizclado y fuerte, demandante. Pese a su triste situación de enfrentarse dos a uno llevándose las de perder, algo profundo en su mente lo hacía reaccionar entre esa nube de desorientación demandando que diera lucha. No se las dejaría tan fácil.

-Malnacidos...- chilló dando patadas y manotazos a diestra y siniestra. El mayor de los Potter tomó sus dos manos con fuerza probando la piel blanca con gula, nada parecía dañarlo.

Su camisa fue desgarrada y sentía las lágrimas saladas bañar sus mejillas. Estaba expuesto y cautivo; arrebolado, siendo examinado con depravación por ese par de ojos que lo saboreaban entre cada oleada de transgresión que sentía con embarazo.

El menor sin miramientos le bajó los pantalones mordiendo con fuerza sus muslos al instante haciéndole sangrar. Lamía divertido con retorcido placer y volvía a lastimarlo.

Sus gritos hacían eco al vacío y su vergüenza crecía exponencialmente; se odiaba por ser tan débil ante ese asalto, por no poder hacer nada más que ceder, pero más que nada, por desear instintivamente algo incorrecto, algo que no debía sentir pero que ahí estaba. Su lado omega quería eso.

-No por favor... ¡ah!- gritó cuando un dígito se insertó en su ano. Dolía horrores y se removió incómodo sin poder escapar a esa profanación.

No era como lo esperó, como ilusamente creía que era o como esperó que fuera su primera vez. No era gentil ni cuidadoso, solo parecía querer apaciguar de una forma burda la incomodidad

-Estas tan húmedo…- gruñó el menor de los Potter poniéndose en pie con torpeza. La ira como la excitación se entremezcla y subían en crescendo mientras seguía implorando en voz baja que no siguiera.

Sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando escuchó el sonido del cierre descender. No estaba listo para lo que seguiría a continuación y solo pedía que algún poder divino intercediera por él.

-Mierda... Este tan estrecho- gimoteó Albus entrenándose dentro de él. No creía capaz de soportar ese trozo de carne abriéndose paso en su interior. No solo ardía, si no que dolía mientras más se adentraba, desgarrando su virginidad con insano placer. Sus piernas flaqueaban y unos ojos castaños estaban tan fijos frente a él, tan penetrantes y limpios en esa oscuridad que solo pudo cerrar los ojos para ya no seguirlos viendo.

-B-bastar...dos...-chilló entre cada vaivén. No quería sentir más que repulsión, pero no podía.

Su parte racional estaba perdiendo terreno y solo podía sollozar y gemir. El sonido del golpeteo de sus carnes lo estaba mareando, estaba tan duro y entraba con tal fuerza que sentía que lo partiría en dos. No quería darle la satisfacción de verle así de expuesto y me mordía los labios para acallar sus lloriqueos.

Los ojos castaños llamaron los suyos y los largos dedos tomaron su barbilla. James lamió juguetón sus labios de forma incitadora y Scorpius ladeó la cabeza huyendo de eso que pensaba hacer. Había pensado que le dejarían algo de dignidad al asunto, pero parecían que querían arrasar con toda su persona hasta que no quedara nada de él, mas que el fantasma de lo que un día fue.

Contra su voluntad los labios captaron los suyos. Detestaba que aparte de su cuerpo también se robaron eso, su primer beso que reservó con inocencia para alguien especial. Quería odiarlo pero ¿porque era tan dulce ese beso como si tuviese consideración de él?

No lo comprendía y lo detestaba por ello.

La sensación no duró mucho porque Albus tiró con fuerza de su cabello y le mordió la nuca.

-¡Ahh! ¡No, No, No, No.…! ¡Por favor no! - gimoteó sabiendo lo que significaba.

Todo estaba perdido y lo sabía. Todos sus sueños habían sido mancillados así como así por dos desconsiderados animales degenerados, y solo podía contemplar cómo se escapaba entre sus dedos como el aire que siempre fue y que nunca consolidaría en aquello siempre creyó merecer.

Sintió su entrada húmeda y un gruñido de parte del menor de los Potter.

Sus caderas dolían percibiendo el hormigueo de la sangre retornando a su lugar donde estuvieron los dedos de Albus, pero ni tiempo le dio de pensar en ello porque James Potter retomando la posición de su hermano se enterró en él haciéndole gritar con más fuerza.

No había repulsión aún y como lo maldecía. Su cuerpo ultrajado recibió al otro hombre con placer, como si fuera lo más fácil del mundo. Se suponía que había sido marcado ¿o no? No entendía nada en ese punto y su racionalidad empequeñecida por el extasis solo podía clamar por más.

James besó con ternura su hombro y acarició sus pezones jugueteando con ellos. No quería que lo tocara, quería huir pero su cuerpo no respondía.

Los ojos verdes de Albus le dirigieron una gélida mirada mientras se subía los pantalones y decidió darle la espalda para seguir acomodándose la ropa.

Apretó los ojos nuevamente. La diestra de James apresó su miembro sin mucha dificuldad y comenzó a bombear de arriba abajo, murmurando palabras intelegibles en su oído que le parecía tan lejano como si estuviese teniendo una experiencia extracorporal.

-Merlín... No.…- suspiró comenzando a sentir realmente algo de las atenciones de James. No quería eso ¿Porque no simplemente terminaba de una vez?

Se sostuvo con dificultad de sus hombros, sintiendo la dura piedra de la pared contra su espalda. Su pene reaccionaba ante la estimulación y sentía el aleteo del placer zumbando en su vientre, propagándose por su torrente sanguíneo. No necesitaba un recordatorio de ese encuentro entremezclado con un orgasmo que comenzaba a inundar cual maremoto sus entrañas -mgh... ¡Ah...!- chilló cuando sintió una nueva mordida en el mismo lugar que sintió la anterior.

La pared sucia sostuvo sus manos mientras el grueso miembro tocaba su próstata. Llegó al clímax a trompicones lanzándolo al abismo sin retorno y James no se quedó atrás.

-Rayos…- gruñó el mayor vaciándose dentro de él. Enterró su nariz en su cabello recuperando su aliento y finalmente soltó a Scorpius que se tambaleó un poco, apenas pudiendo permanecer de pie. -Que rico…- dijo el mayor subiendo la cremallera de su pantalón. El rubio fatigado cayó al suelo, asqueado por lo que acababa de pasar, pero imposibilitado siquiera a hablar.

-Hay que largarnos de esta pocilga, James...- dijo con voz seca el azabache mirando al ocaso.

-Vale Al- asintió derrotado dándole un vistazo al rubio que sollozaba en silencio buscando con su mirada anegada de lágrimas su varita -pero creo que deberíamos...-

-Déjalo ahí, no importa- tiró de su brazo y el mayor entre dudas accedió –nos vemos, lindura- exclamó con sardónica burla antes de que ambos magos salieran del lugar.

Scorpius se ovilló en el suelo, sus ojos escocían. No podía dejar que su padre se enterara, nadie debía de hacerlo. Tenía que esconder ese trágico momento a toda costa pues de hacerse público, su vida terminaría en ese instante. No podía pertenecerle a alguien mucho menos a esos infelices profanadores.

Con todo su cuerpo adolorido, se puso en pie recargando su peso contra la pared. Las sombras se alargaban y el canto de los grillos fue su única compañía en ese su dificultoso retorno al hogar. Ya lo suficientemente lejos, observó el lugar donde esos dos habían desaparecido, dejándole tras un buen rato de diversión impúdica, como un juguete roto y maltrecho, ya sin uso alguno. ¿De que les servía si ya habían cumplido su propósito de hacer su santa voluntad con él?

Pero con la cabeza ya más fría pensó que no se quedaría de brazos cruzados. No señor. Ya después pensaría en que es lo que haría, pero estaba seguro de que se encargaría de ellos.


Notas Finales: Se que no están obligados a comentar pues cada quien es libre de hacer lo que le venga en gana, sin embargo, leer un par de líneas suyas me hace infinitamente feliz y me da energía para seguir publicando pues me hace sentir que no estoy arrojando mis líneas simplemente al vacío.

Si les gustó el capi, nos vemos la próxima semana, si no pues solo puedo desearles que estén muy bien, Besos~