DISCLAIMER: Los personajes de CCS pertenecen a CLAMP, y son utilizados sólo como fuente de inspiración y entretenimiento. La historia es de mi autoría.

EN LO PROFUNDO DEL BOSQUE

Capítulo 11: Voluntad

La manecilla del reloj de bolsillo avanzaba con lentitud. Aunque lo había consultado en varias oportunidades, el tiempo parecía detenido. Un largo y blanco dedo le dió unos golpecitos al vidrio del frente, queriendo asegurarse de que el sofisticado elemento funcionaba correctamente. Al parecer lo hacía. Su inexpresivo rostro no demostró la impaciencia que sintió al comprobar, fehacientemente, que la diligencia que esperaba venía retrasada. Podía haber tomado una carreta o usado su propio caballo para llegar hasta Nouzonville, pero no quería perder la ocasión de interrogar al cochero de turno sobre la joven Kinomoto.

Ella era una mujer difícil de ignorar. Tuvo oportunidad de admirar su belleza en uno que otro evento de la ciudad: castaña, femenina, sensual, y unos ojos que podrían hacerte perder el juicio en un segundo.

Un ser angelical lejos de su alcance.

Tercer hijo de un conde, sin títulos nobiliarios que heredar. Una extraña enfermedad en la piel hacía carecer de color su tez y cabello, y lo alejaba del perfil bajo que prefería. Sin más que su astucia e inteligencia, aprovechó la holgada situación familiar para estudiar leyes y adentrarse en terrenos un poco más oscuros, que le garantizaran una clientela poco usual, pero poderosa. En ese ruin y escabroso ambiente, tuvo la coincidencia de cruzar camino con Fujitaka Kinomoto.

Lo había observado gastar fortunas en alcohol y juegos de cartas; el hombre era más arrogante de lo que su situación económica le permitía. Tenía mucho dinero y negocios, pero una pésima racha. Kinomoto hablaba constantemente de las grandezas que le esperaban, y alardeaba de tener nuevas ideas que lo harían intocable. Pero era el hazmereir de la nobleza, cada vez que se retiraba con un humor de los mil demonios luego de perder todo lo que empeñaba cada noche. Incluso él mismo, siempre tan inexpresivo, había sonreído divertido de la charlatanería del señor en alguna ocasión.

Más no le causó un mínimo de diversión enterarse que había prometido a Sakura al mejor postor: un Lord igual o peor de infame que el propio Fujitaka.

Después sucedió el secuestro, algo que no podía dejarlo más desconcertado y furibundo. Era consciente de las atrocidades que podían cometer algunas personas de ese entorno; pero era aún mucho más consciente de la ambición de ese hombre. No tardó en comprobarlo cuando el mismo Fujitaka se presentó en su estudio, cargando una bolsa con un poco de oro. No era su rubro ni mucho menos, pero es que la propuesta que le hizo era difícil de rechazar y podría hacer flaquear la voluntad de cualquiera aunque tuviera los nervios de acero.

"Encuentrala, y cuando Clow muera, mi hija será completamente tuya"

O-O-O-O-O-O-O-O-O

La cocina estaba impecable, a pesar del incidente de días anteriores no había registro de la escenita que habian montado en el lugar. Aquel día se tranquilizó al encontrar su reflejo nuevamente en el espejo, cada mañana había controlado que siguiera allí.

No había tenido oportunidad de hablar nuevamente con Shaoran, simplemente parecía nunca estar en la casa. Eso, o la evitaba magistralmente. El último vestigio de algún contacto entre ellos era la venda con la que envolvió su herida, la cual había desechado para que curara rápidamente al aire, y aunque se veía claramente la línea en su palma causada por el cuchillo, no había indicios de aquello. Toda esa situación le causaba una pequeña molestia en el pecho, sin embargo Sakura no estaba muy segura de lo que quería hablar con él.

Las últimas noches le daba vueltas al asunto, y lo meditaba internamente una y otra vez.

"¿Qué sigo haciendo aquí?"

Cada anochecer divagaba hasta el alba llegando a la misma conclusión:

"No tengo ningún otro lugar donde ir."

Y aunque cierta vocecilla de su interior insistía en que la cuestión se relacionaba con aquel individuo que no la dejaba en paz ni en sueños, trataba por todos los medios ignorar esos murmullos y seguir ¿adelante?

En su introspección, no lograba sentirse estancada o imposibilitada de seguir su aventura. Aparentemente se sentía en el lugar correcto, y con la compañía adecuada.

Sacudiendo la cabeza decidió dejar los problemas nocturnos para el horario correspondiente y concentrarse en hacer cualquier otra cosa.

Un dejo de nostalgia la perseguía desde que soñó con sus padres. Fujitaka era un patán, pero Nadeshiko había sido la madre más dulce y amorosa del mundo. Si tenía que ser justa, era el tipo de mujer que aprendió a ser: una señora de sociedad, sometida por las normas de la ética y la moral que imponía el resto.

Con ese remolino de sentimientos, e inundada de repente por una oleada de voluntad se colocó un abrigo y después de varios minutos frente a la puerta, la valiente jovencita decidió salir por primera vez de la mansión de Shaoran Li.

O-O-O-O-O-O-O-O-O

Esa mañana Li resolvió que era sensato enviarle una nota a Ieran. Solía hacerlo cuando tenía demasiadas preguntas y pocas respuestas, para respaldarse en la amplia sabiduría de quien era su mentora. Se recriminaba a sí mismo, mientras sumergía la pluma en el tintero, haberse retrasado tanto en alertar a aquella mujer de las consecuencias de su ansiedad, de cuán rápido se descontroló todo y lo lejos que estaba de haberse convertido en un vampiro normal, sino más bien en un jovencito estúpido e impulsivo.

Enamorado.

Sonrío ante la posibilidad de que Ieran llegara a las mismas conclusiones que él tenía respecto de sus acciones, y hasta se permitió divagar en lo que la mujer le contestaría. Parecían lejanos aquellos días en los que merodeando por el bosque se había encontrado con la fragancia a jazmín que desprendía Sakura; y lo maquiavélico que le parecía ahora todo el plan que había trazado para poseerla, y en más de un sentido. Hasta le divirtió lo rápido que cambió de opinión después de tantos infortunios. Pero la diversión fue efímera.

Había algo en su interior que estaba en constante alerta, sin embargo no podía estar seguro si se trataba de los recientes acontecimientos. La presión en su pecho se parecía más a un instinto primitivo que intentaba advertirle algo.

Se llevó la mano al lugar en el que algún día había latido su corazón y trató de enfocarse en ese sentimiento que lo perseguía.

Perseguir.

¿Porque esa palabra lo inquietaba tanto? Lo angustiaba intentar profundizar en esa congoja. Tomó nuevamente la pluma sin lograr imprimir en el papel, lo que rondaba por su mente, pero el sonido de la puerta lo despertó de su letargo.

Sakura había salido; al examinar su habitación todo estaba intacto, hasta las cosas que había traído desde el primer día, seguían ahí. Era un hecho que pensaba regresar, aunque le molestaba que se expusiera a la vista de la gente, algo que venían evitando desde que llegó.

Regresó a su cuarto donde había dejado la nota a medio terminar, y como si hubiera tenido una revelación, se sentó para finalizarla. Era demasiado importante para él saber la opinión de Ieran respecto a sus conjeturas, aunque debería esperar a que el sol bajara para poder despacharla hacia Turín.

O-O-O-O-O-O-O-O-O

—De todas las personas que me imaginé cuando el señor Dumont dijo que me buscaban, ni en sueños esperaba tan grata visita mi querida Sakura. —Comentaba emocionada Tomoyo invitando a pasar a su invitada al cuarto de confección.

—Me alegra haberte sorprendido. Le consulté a una amable señora, y rápidamente me indicó cómo llegar al atelier. —Respondió la ojiverde tomando asiento en un pequeño sillón

—Seguro era la señora mejor vestida por las creaciones de nuestro taller. Bueno, eso sin contarte a tí, aunque tu hermoso diseño casual esté camuflado bajo ese largo abrigo. —Susurró la aprendiz de costurera inspeccionándola— Amiga, es mi deber informarte que ya estamos en una estación cálida.

La chica se sonrojó ante el escrutinio de Tomoyo, pero logró salir airosa de la situación dando una vaga excusa acerca de que era sensible al frío por la mañana; aunque a dentro del abrigo, que decidió finalmente quitarse, estaba comenzando a sofocarse.

Dedicaron algunos minutos en recorrer la habitación, donde la chica de largo cabello ébano le mostró infinidad de telas, apliques, máquinas y herramientas que utilizaba, hasta que al fin llegó al objeto de interés de Sakura.

—¡Un bastidor!

—Así que lo conoces —más que una pregunta era una afirmación. A Tomoyo le divirtió observar como su amiga sostenía el artefacto con cariño.

—De hecho, me interesaría saber si puedes prestarmelo unos días, ¡Sólo si es posible! Tomoyo, no quiero causarte problemas con el señor Dumont.

—No, en lo absoluto —dijo negando enfáticamente con la cabeza la costurera—, tengo otro de repuesto, y mucho de estos elementos los he conseguido yo, el señor Dumont sólo me facilita las instalaciones, la sabiduría y el prestigio de su atelier.

Sakura se relajó y suspiró, podría pasar el resto de la mañana bordando un poco, para distraer su mente.—Supongo entonces que aceptarás acompañarme por la tarde a tomar algo.

—Iré encantada, pero esta vez déjame encargarme del tentempié. Además… hay algo muy importante que debo comentarte y no quiero que me gane la ansiedad. —Respondió emocionada.

—No es lo que dictan las normas de cortesía, pero la intriga es más grande. —Ambas chicas se dieron la libertad de reír. Algo que en días venideros, no podría ser ni siquiera un lujo.

Sakura regresó a la mansión con un gran bolso donde cargaba el bastidor, hilos y agujas que Tomoyo le había regalado, muy a pesar de ella que quiso pagarlos, pero no hubo caso. Sería una buena idea hacerle un presente a la chica que tanta alegría le compartía. Nunca había podido compartir tiempo con nadie tan apasionada y auténtico como aquella jubilosa jovencita.

No tenía hambre, y tampoco debía preocuparse por la visita de la dirigió directamente al ventanal y se dispuso a correr las pesadas cortinas que no permitían entrar la luz del sol a la sala, acomodó un sofá en la zona iluminada y bajó algunos de sus nuevos vestidos.

Con una excelencia que su madre hubiera adorado, enhebró el hilo en la aguja en el tercer intento y en la cara interna de las prendas, le dedicó un par de horas a bordar sus iniciales con una pulcra caligrafía.

Luego se dió el gusto de tomar un pequeño pedazo de tela suave que tenía en sus pertenencias y luego del colocarlo en el bastidor, se sumergió en una nueva labor. Al dar la última puntada, la aguja le hincó un dedo; su mirada jade observó cómo una gota espesa y oscura se deslizaba.

Nuevamente analizó su mano herida. En el dorso no había rastros de mordida alguna, pero era imposible que sólo fuera un sueño, la herida en la palma era inequívoca. Ella estaba convencida de que todo fue muy real.

—Fue real. —Dijo una voz grave a sus espaldas. Un escalofrío trepó por cada una de sus vértebras, pero aún así, decidida, se giró para enfrentar a quién le robaba el sueño.

Shaoran, completamente vestido de negro, ingresaba a la sala y se quedaba ahí, al límite de la penumbra. La miraba de una manera penetrante, como si quisiera atravesarla con aquellos ojos dorados, como si viera a través de ella. Se puso de pie dejando el bastidor en el sillón donde se hallaba sentada y a medida que iba uniendo los cabos en su mente sus ojos se abrían con asombro. A su vez, la mirada del hombre frente a ella se opacaba.

—Lo sabía. Escuchas mis pensamientos —acusó—. Por eso siempre estás un paso adelante de mí.

—Si —admitió—, puedo escucharlos. Pero no es constante… —dijo adelantándose a la pregunta de ella.

Un espeso silencio se instaló en la habitación, hasta que una dubitativa Sakura decidió comenzar a acercarse a aquel ser que tenía frente a ella. ¿Qué era? En realidad ahora le daba pena pensar cualquier cosa… sabiendo que él lo sabría. A un paso de distancia se detuvo y lo analizó. Se veía ojeroso y consternado, aunque dudaba que fuera falta de sueño ¿Dormía?.

Desde fuera, podía observarse como aquellos amantes se contemplaban el uno al otro: ella con intriga y precaución, él con aprensión y expectancia. Ambos sabían lo que el otro querá saber, ninguno sabía lo que quería decir, y sólo se miraban a los ojos esperando que aquello lo solucionara todo. Shaoran sabía que no podía seguir dilatando ese momento y volvió a hablar.

—Se que te debo muchas explicaciones Sakura. Te mereces cada una de ellas. Pero ésto es algo que nunca imaginé que tendría que hablar con alguien y no sé cómo… es decir, si lo sé, pero no desearía... no quiero...—el vampiro cerró los ojos con nerviosismo, quería explicarle todo y no tenía claro cómo empezar— No voy a hacerte daño. —terminó en un susurro.

—Lo sé —respondió en el mismo tono de voz—, de alguna manera estoy segura de que no vas a lastimarme.

Shaoran tragó pesado, de cierto modo la historia no había empezado así. Abrió nuevamente los ojos para sumergirse en ese verde mar que reflejaba la mirada de Sakura. Estaba confundida, no muy diferente a como estaba él. La amaba sin control, quería cuidarla, protegerla, pero no podía seguirle mintiendo. No si quería seguir con ella. No si el principal peligro para ella era él mismo y su incapacidad de controlarse.

—Sabés que eres libre, ¿cierto? —Acercó una mano para acomodar un mechón de esos cabellos de miel y la sintió temblar bajo su toque. No era miedo, si no un profundo anhelo lo que invadía los pensamientos de la castaña— No voy a retenerte aquí a la fuerza, no eres una prisionera.

—¿Alguna vez lo fui…? Tu prisionera.

—Tal vez eso esperaba —expresó con más sinceridad de la que imaginó. Sakura decidió dejar ese punto para después.

—¿Qué eres?

—Vamos, ya lo sabes.

—Quiero oírlo de ti.

—No —respondió con terquedad, no podía enfrentarlo con ella.

—Ven, acércate más Shaoran.

—No puedo permanecer bajo la luz de sol Sakura ¡Deja de provocarme! —advirtió con severidad.

—¿O si no, qué? ¿Me morderás nuevamente, Shaoran? ¿Vas a desangrarme? —Ella se desestabilizó abriendo los brazos, desafiante, no quería recibir más salidas por la tangente.

Shaoran la tomó por los brazos y la atrajo hacia sí, a la penumbra. Lo estaba desquiciando, alterando, otra vez, y ya sabía que podía perder el control fácilmente con ella. Sus cuerpos encajaban perfectamente, la chica respiraba agitada haciendo que sus pechos se rozaran y sus mejillas estaban levemente teñidas de carmín por el ajetreo de la discusión, o tal vez por la cercanía de sus labios. El castaño sintió que podría llorar de pura rabia, ella siempre se veía hermosa. Él sólo era un demonio.

—Si eso te preocupa, lo mejor sería que te alejaras de mí, ¿no lo crees, milady?

Los ojos que tanto amaba comenzaban a inundarse de lágrimas, pero no dejaron caer una sola. Sabía muy bien porque: su propia mirada se había vuelto de un centelleante color escarlata, le estaba sujetando los brazos más fuerte de lo que pretendía y entendía perfectamente que la había herido con la cizaña de sus palabras. Incluso él mismo sentía que no era lo que había querido decir, pero el calor del momento había vuelto su lengua más rápida que su pensamiento.

Los golpes en la puerta hicieron que ambos se separan, aún algo absortos en su discusión.

—Es Tomoyo. —Dijo Sakura mirando a un lado, frotándose los brazos en un casi inútil intento de relajarse. En una intención casi infantil de alejarse de él, volvió a la parte iluminada de la sala, donde se ocupó de desmontar el bastidor, y esconder lo que había terminado minutos antes.

Shaoran la observó desde la penumbra moverse con agilidad mirándolo de reojo, como esperando que se esfumara, así que decidió darle el gusto y se retiró antes que ella volviera a mirar en su dirección.

La puerta sonó de nuevo y Sakura se apuró a recibir a su visita con una sonrisa sincera. Al menos aún existía una persona en la Tierra que no la deseaba lejos. Al abrir la puerta descubrió a su amiga haciendo equilibrio para sostener un pastel de fresas en una mano y una estuche para ropa delicada en la otra.

—¡Bienvenida! déjame ayudarte.—Saludó con velocidad para evitar que la amatista dejara caer algo— ¿Cómo tocaste…?

—Magia de costurera —respondió presurosa Tomoyo entregándole el pastel—, ¡vamos, no hay tiempo que perder! Tengo que contarte algo importante.

Sakura asintió, la hizo pasar a la cocina para cortar el pastel y preparar un poco de té mientras conversaban algunas nimiedades. Luego se instalaron en la sala nuevamente donde aún yacían los vestidos recientemente bordados.

—¡Míralos si quieres! Estaba terminando con ellos cuando llegaste.

Tomoyo tomó el primero con curiosidad. Observó en silencio e inexpresiva el interior de la prenda donde se hallaba el fino bordado que su nueva amiga había agregado a su creación. Con mucha prolijidad las letras cursivas y rizadas sobresalían de la tela.

"S.K."

Era algo completamente normal en aquellos tiempos, que las jóvenes bordaran en algún lugar de su ropa las iniciales de sus nombres, pero…

—¿Qué opinas?

—Eres realmente hábil, es muy prolijo —dijo Tomoyo con una sonrisa radiante, ignorando la maraña de pensamientos que se arremolinaron en su cabeza. Era una chica muy intuitiva y perceptiva, no le costó nada empezar a sacar conjeturas de que algo estaba fuera de lugar.

Siempre le había intrigado el misterio alrededor del Sr. Li, y la llegada de su prima le había dado la oportunidad de saciar su curiosidad innata.

—¡Está exquisita! Tienes dotes para la cocina, también para la confección, eres una prodigio Tomoyo. —Comentó su compañera sacándola de su ensoñación. Sakura acababa de darle el pie para el verdadero motivo de su visita.

—Y hablando de confección…. —Tomoyo tomó el estuche negro que traía con ella, y comenzó a abrirlo, descubriendo una preciosa pieza verde jade destellante. Era un perfecto vestido, corte imperio de hombros descubiertos y falda amplia. Desde el centro del escote, donde se unían los pliegues de las mangas había un colgante de pedrería que caían como pequeñas gotas plateadas.

Sakura estaba sin palabras, era un atuendo magnífico, de alta costura, claramente algo que no podría usar sólo para estar en casa.

—Es… es… sorprendente… es muy fino Tomoyo. —No pudo evitar al tomarlo en sus manos, sentir la suave textura de la tela.

—Bueno pues, no es casual que quiera mostrártelo. En realidad quería contarte que cada año, los Von Kleist; que tienen campos de olivos en el sur, hacen un gran festejo por la cosecha. Una fiesta digna de la gran ciudad.

Sakura no quería arruinar la emoción de la chica de largos cabellos oscuros, pero no le convencía el rumbo que estaba tomando la conversación en lo más mínimo. Tomoyo después de tomar aire continuó su argumento.

—La cuestión es… que siempre me extienden una invitación por realizar los vestidos de la señora de la campiña. Pero soy un poco renuente a asistir porque no hay muchas chicas jóvenes, o al menos ninguna que intercambie más de dos palabras conmigo. —Dijo, restándole importancia a un hecho que a Sakura no le pasó desapercibido. Conocía a las chicas de sociedad… seguramente hacían menos a Tomoyo y eso le hacía hervir la sangre— En fin, yo se que no es de tu agrado que te traten de Lady y percibo de tí una resistencia con este tema de la sociedad. Pero sería de verdad un placer que me acompañaras.

—Yo… la verdad… —Tomoyo no la dejo terminar.

—Entiendo si debes hablarlo con el Sr. Li, él siempre está invitado ¡incluso si él desea acompañarnos! Aunque a decir verdad… el nunca asiste a estos eventos.

"Me lo imagino" suspiró Sakura para sus adentros.

—En fin, por favor, ¡Acompáñame! Sólo ten un poquito de voluntad, no deseo ir sola, y además… hay algo más.—Eso último captó todo el interés de Sakura.

—¿Algo… más?

—Si... —la chica de extraños ojos violáceos se sonrojó bastante, y bajo la mirada—, una vecina de por aquí pasó por el atelier a buscar su vestido para la ocasión, y deslizó el comentario al señor Dumont de que su hijo mayor, que estudia en el norte, asistirá a la fiesta.— Tomoyo arrugó su falda con las manos del nerviosismo que le traía recordar la apariencia del joven en cuestión—. Es… un chico muy agradable de verdad.

—Y sería la oportunidad perfecta para verlo.—Cerró Sakura un poco resignada a su decisión—. Muy bien, iré contigo—. Un pequeño chillido de emoción salió de la garganta de su compañera—. Hablaré con el Sr. Li, pero la verdad dudo que quiera acompañarnos al baile.

—Por supuesto que las acompañaré, Sakura —resonó a sus espaldas la voz de Shaoran, provocando un escalofrío en su columna—. Señorita Daidouji, buenas tardes.

Tomoyo se puso de pie rápidamente y tomó la falda entre sus manos para hacer una reverencia. De pronto la joven Daidouji hasta sintió vergüenza de que el Señor hubiera escuchado su conversación con Sakura.

—Señor Li, es un placer coincidir con usted.

Shaoran se encontraba del otro lado de la sala, lejos del ventanal donde las chicas se encontraban, y desde ese mismo lugar respondió el saludo con un asentimiento de cabeza.

—Dígame, señorita Daidouji, ¿cuándo es el evento?

—Mañana por la noche Señor, será un baile de máscaras.

—Con que máscaras... que interesante. Perfecto, no tengo ningún inconveniente —comentó, mirando su reloj de bolsillo, observando de reojo la expresión indescifrable de Sakura—. No se preocupe por el transporte, yo mismo me encargaré de ello. Normalmente no asisto a esas celebraciones por trabajo, pero será un honor acompañar a la pequeña Sakura y a su amiga.

—Oh Señor Li, es usted muy amable, y tiene una prima excepcional. —Dijo Tomoyo nuevamente reverenciadose frente al imponente hombre, cosa que evitó que percatara como ambos castaños se tensaban ante la mención del inexistente lazo familiar—. Les prometo que será una gran noche.

—Por favor, será un placer, no olvides dejarnos tu dirección. Con su permiso. —dijo despidiéndose de Tomoyo, y luego se giró discretamente a su "prima"—. Sakura.

—Shaoran—. respondió la aludida al saludo sin poder evitar usar un tono más hosco del usual, lo que provocó en el vampiro dejar su cordial sonrisa y abandonar la habitación con un gesto serio.

Después de un silencio un tanto tenso, Tomoyo creyó que ya era prudente comentar:

—Espero que mi inoportuna invitación no traiga problemas entre ustedes. Disculpa la indiscreción.

Sakura relajó el cuerpo y nuevamente sonrió a su amiga. —No te preocupes, ese hombre es un caso perdido. De verdad quiero acompañarte, seguro que con buena compañía será una noche especial.

La tarde continuo entre charlas del vestido que usaría Tomoyo, del encantador joven que la ponía tan arrebolada, de las máscaras que tenían pensado usar. Finalmente, cuando Tomoyo se retiró, Sakura estaba entusiasmada con la celebración, si no fuera porque tenía una conversación pendiente con su anfitrión.

O-O-O-O-O-O-O-O-O

Se había esfumado en el aire.

Ni el cochero, ni ningún habitante del pequeño poblado había visto a una chica de sus características. ¿Cómo era posible que Sakura se hubiera trasladado de un pueblo al otro? El sirviente de los Kinomoto no la encontró en el camino, el cochero no traslado a nadie ese día, ni había visualizado tampoco a alguna chica que luciera desorientada. Si la jovencita huyó de la mansión a pie, tal cómo le había insinuado su padre, sin usar el camino, sólo le quedaba atravesar el bosque, algo que muchos supersticiosos consideraban imposible.

Él particularmente, creía que era un peligro.

Tal vez debería convencer a Fujitaka de que rastrillaran el bosque en su búsqueda.

No.

Rastrillar el bosque era esperar lo peor, era aceptar que después de tanto tiempo los animales salvajes hubieran dejado algún rastro del cadáver de Sakura y él tenía fé de que la dulce muchacha estaba a salvo, él bien sabía que era una chica inteligente y astuta.

—Señor, aquí tiene su café. —Dijo un hombre regordete, dejando la bebida sobre la mesa. Era el dueño de la hostería del lugar, y fue, hasta el momento, el único que recordaba haber visto una chica parecida a Sakura.

—Muchas gracias. Disculpe mi insistencia, pero la jovencita que afirma haber visto ¿Estaba arreglada?

—Sí señor, bien vestida, perfumada y muy alegre.

Si eso era cierto, o no era Sakura, o la versión no cuadraba. Era imposible que apareciera limpia en Nouzonville si había pasado un par de noches en el bosque. No tuvo la impresión de que el cochero mintiera, aunque podría intentar conseguir los tickets del día para confirmar su versión; y el hombre frente a él también se veía muy seguro. Sacó su reloj de bolsillo; ya no tenía caso tomar la diligencia hacia Luxemburgo o hacia Metz, lo mejor era dormir allí y acomodar un poco las ideas. Sus ojos excesivamente claros volvieron su vista al hombre regordete.

—Dígame, ¿tiene una habitación disponible para esta noche?

—Por supuesto, ¿a nombre de quien la reservo?

—Yue Tsukishiro.

O-O-O-O-O-O-O-O-O

El sol ya había caído cuando Shaoran se dirigió a la oficina postal para enviarle la carta a Ieran. Sabía que Sakura lo estaba esperando en la mansión; estaba inquieta, y enfadada con él, pero algo le decía que tal vez lo mejor era que ella misma se alejara voluntariamente. A pesar de esa determinación, era él quien se hallaba sin voluntad de apartarla de su lado y decidió meterse en el embrollo de la fiesta de los Von Kleist, sólo para darse un gusto.

Las condiciones eran favorables: fiesta nocturna, de máscaras, los invitados eran todos del pueblo, no había ningún riesgo que pusiera en peligro su prestigio, ni que se viera descubierta la identidad de Sakura. Aún así se encontraba el pequeño problema de que ellos eran primos, y aunque esa conexión podría pasar desapercibida en aquel tumulto de gente, quien realmente podía ser una dificultad era la costurera… en especial porque percibía que esa chica ya sospechaba más de la cuenta.

Al entrar en su mansión ya había algunas velas alumbrando la estancia, pero Sakura no se encontraba ni en el salón, ni en la cocina. Su aroma se perdía por el pasillo, directo a la que era su propia habitación y Shaoran supo que si tuviera corazón, éste latiría desbocado. Cerró los ojos y lanzó un suspiro bien consciente, e ingresó a su recámara.

Sakura estaba parada de espaldas, apoyada en el dosel de la cama mirando hacia afuera. Había corrido las cortinas y podía apreciarse la noche oscura con las estrellas cómo su única iluminación. Tenía el cabello húmedo y olía a jabón, por lo que podía adivinar que acababa de bañarse y tenía sobre sus hombros un pañuelo largo a juego con su vestido. A diferencia de sus fantasías, que ella estuviera en su habitación se le estaba antojando inquietante.

—¿Por qué accediste?—dijo ella sin mirarlo todavía.

—¿A ir al baile? Supongo que por placer. —Le respondió comenzando a acercarse, no podía resistirse.

—¿Placer de ir a un baile? —Le devolvió la castaña con evidente sarcasmo.

—Placer de llevarte a uno. —Susurró llegando detrás de ella, observando como la piel de sus brazos descubiertos se ponía tensa.

Par de orbes color jade lo enfrentaron, había fuego en su interior:

—¿Llevarme? Dijiste que me alejara de ti.

—Dije que te alejaras si te preocupaba que te lastimara. —Estaban frente a frente, y a ésta altura Shaoran sólo quería que dejaran las apariencias y ella dejase de comportarse como una chiquilla caprichosa—. No voy a hacerlo.

—Pruébalo —Dijo Sakura retirando levemente el pañuelo que la envolvía—. Por favor, muérdeme. —Shaoran se le antojó demasiado divertido su tono imperioso y dejó escapar una suave risa ronca, que sólo logró poner más ansiosa a la castaña.

Fleur, no voy a morderte. —Le acarició el cuello con el dorso de la mano, haciéndola suspirar, él podía controlarse antes de volver a probar su sangre.

¿Volver a probarla?

Lo sabía, aún sintiendo el pulso presuroso bajo la piel de su amada, podría resistirse y aguantar.—Lo de antes… perdí el control. Me hiciste perder el control.

—¿Y cómo puedo saber que ahora vas a controlarte? —Sakura no lo miraba, tenía los ojos cerrados.

—Porque ahora sé que no puedo bajar la guardia contigo. Eres terriblemente manipuladora, pero no cederé a tus provocaciones —la tomó por la barbilla—. ¿Confías en mí?

—Lo de manipuladora puede venir de familia… ¿De verdad no quieres alejarme?

—Debería hacerlo, pero te deseo más cerca que nunca. ¿Me crees?

—Te creo.

Shaoran la besó. No era parecido a los besos que habían compartido antes, feroces, hambrientos. Era más bien un beso dulce y calmado, como el que compartieron en la biblioteca aquella noche de luna llena, ahora Shaoran intentaba imprimir toda la seguridad que sentía. Estaba cansado de tener dudas, de ir de un extremo a otro, alejarla o que se quedara con él. Lentamente fue deteniendo el beso.

—Milady, ma fleur, sólo quiero que dejemos las máscaras. Las máscaras son para los bailes. Nunca pude ser auténtico con nadie, y quiero serlo contigo que eres la primera que sabe… bueno, lo que soy. —Terminó en un susurro casi inaudible. Sólo podía escucharse la respiración de la castaña y el canto de los grillo en el exterior— ¿Sabés? Esto me aterra, pero prometo cuidarte de todos, hasta de mí, de cualquier amenaza Si siento que vuelves a estar en peligro por mi culpa no me lo perdonaré jamás.

—¿Por tu culpa?

—Te puse en mucho peligro, en Las Ardenas… sólo para guiarte a mí. Era un juego, pero no esperaba que te atacaran. Temí tanto que una chica perdiera su vida por culpa de mi insensatez… No dude ni un segundo en salvarte. Si tuviera que hacerlo de nuevo, no dudaría en quemarme todo el cuerpo, por mantenerte a salvo.

Sakura se abrazó al cuerpo del castaño, y enterró su rostro en aquel pecho frío y silencioso. Decidió dejar de lado las dudas interminables, no iba a llegar a ningún lado.

Ella también tenía miedo, nunca se imaginó envuelta en una situación así: dramática, romántica, paranormal. Él se había puesto en peligro por salvarla, pero él mismo la había puesto en peligro primero. ¿Estaría cometiendo el error de su vida? Quería desesperadamente confiar en aquel ser. Sin lugar a dudas podría ser una locura. Ya no importaba; tal vez era el remordimiento en su mirada, el amor con el que le sonreía, el deseo cuando sus ojos se tornaban oscuros como las sombras, o la delicadeza con la que tocaba. Tal vez quería dejar de escapar de todos y decidió que de una vez por todas debía elegir e intentar ser feliz. Decidió de una vez por todas creer. Creerle a Shaoran. Entregarse.

—Yo... también estoy enamorada de tí —respondió, después de tanto tiempo desde la confesión de Shaoran—. Pero nunca te olvides Shaoran, que yo no necesito un noble caballero que se queme por mí a la luz del sol. Puedo aceptar que seas sólamente mi vampiro.

O-O-O-O-O-O-O-O-O

Jueves de actualización! Cómo se encuentran del otro lado? Espero que todos muuy bien, al norte recibiendo el verano (que suertudos!) y por acá en el sur, protegiéndonos del invierno (aunque admito que es mi estación favorita! Mi cumpleaños y el de mi hijo son en Julio).

Tal como lo prometí, lento pero seguro traigo el capítulo 11, donde AL FIN se pusieron de acuerdo estos dos. Espero que lo hayan disfrutado porque lo que se viene será intenso!

Nuevamente agradecer a Pepsipez por su apoyo técnico, MIL GRACIAS SOS EL MEJOR! y si ustedes aún no se dieron una vuelta a leer sus fics, QUE ESTÁN ESPERANDO!? No saben lo que se están perdiendo!

Quiero dejarles un beso amoroso a todos por seguir ahí a pesar de las demoras, y que puedan seguir disfrutando de éste fic, en especial a Cerezo01 y a Wonder Grinch.

Hasta la próxima!

~Maii