Hola!

Yo estaba esperando un reto para poder escribir.

Cuando comencé con esta historia, estaba pasando por unos días bastantes depresivos. Tuve que dejarla porque de otra manera el fic hubiese terminado en tragedia :( Afortunadamente, el final es bastante armonioso y convincente a mi parecer.

Salio en primera persona de un tirón, el protagonista es un OC emparejado con cierto mago que amo -bueno uno de ellos :3

Espero que lo disfruten.

Nos leemos.

Bye.

Me ha tocado el color "Rosado": Sexualidad.

Advertencia -¿Me pregunto si debo hacer esto a pesar todo?: Slash, desnudez, besos entre chicos, amor y desilusiones...


Disclaimer; los personajes y los lugares de esta historia pertenecen a J. K. Rowling, excepto los que han sido creados por mí.

Este fic participa en el Reto #27: "Los colores del arcoíris " del foro Hogwarts a través de los años.


.

.

.

I

Noah

Sé la vida no es cuento de hadas

Y vamos de la fe a la nada

Tratando de sobrevivir

No hay difícil camino

Cuando estamos juntos tú y yo…

(Aleks Syntek - Corazones Invencibles)

Hay demasiadas cosas en mi cabeza como para pensar en lo que estoy haciendo.

La mayoría lo tacharía de malo, indecente o inapropiado. Exposición sin ningún tipo de vergüenza.

No quiero darme la oportunidad de retroceder porque sé que ante la mínima excusa lo haría.

Salir de mi zona de confort ha sido una de las cosas más difíciles que he hecho a lo largo de mi vida. No soy de las personas que se arriesgan, menos de los que toman decisiones apresuradas, pero esta vez decidí no pensar en las posibles consecuencias. Decidí tomar el riesgo pasara lo que pasara.

Por mí.

Por mi sanidad mental.

Porque que es lo quiero.

Por primera vez, estoy pensando en mis propios deseos.

¿Por qué?

Lindsay me preguntó lo mismo ayer, yo solo bajé la mirada y no respondí.

¿Qué podría haberle dicho?

¿La verdad?

¿Cuál es la verdad de todo esto?

Soy un cobarde. Creo que esa habría sido la respuesta más acertada a todas las preguntas de mi amiga.

Realmente, no importa. No ahora.

Estoy aquí.

He elegido el peor de los sitios para una cita, la peor hora y el peor día.

Pero ya está.

No puedo ni quiero retroceder.

—¿Tu identificación?

La pregunta me hace dar un respingo y miró al hombretón lleno de tatuajes que esta frente a mí.

Parpadeo.

—¿Identificación? —repite con fastidio y voz golpeada.

Rebusco torpemente en los bolsillos del pantalón y la chaqueta hasta que finalmente encuentro lo que busco.

Se la entrego y la mira por largos segundos hasta que sus ojos se posan en mí, sonríe lascivo recorriéndome de los pies a la cabeza.

Intento mantenerme impasible, pero el nerviosismo esta llegando de una manera incontrolable a mi sistema.

Mi gran valentía se fue al caño por la actitud de este tipo, ¡Maldito idiota!

—¡Déjalo entrar o quítalo del camino!

Una milagrosa voz tras de mí interrumpe mis pensamientos.

El hombretón gruñe y me tira la identificación.

—Son 30 dólares.

Rebusco en mi bolsillo el dinero, sabía que sería caro, ¿Por qué demonios elegí este lugar? A sí, es el más popular de esta zona. Todo el dinero que me han regalado en mi cumpleaños se ha ido en la jodida entrada.

—Si no tienes podríamos arreglarlo de otra manera —mira de reojo un callejón.

Siento asco.

Por esa razón casi le tiro el dinero.

Y me muevo antes de que me diga otra estupidez.

Suspiro intentando alcanzar la tranquilidad que tenía hace escasos minutos.

La música retumba cuando abro la puerta.

Trago saliva.

¡Ya es suficiente!, me reprendo. Existe una razón por la que estás aquí, Noah.

Es la primera vez que entro a un lugar así. Siento que hoy será la noche de mis "primeras veces", espero que sea así.

El lugar está atestado de gente, hombres para ser más precisos, moviéndose al son de una canción de Jennifer López.

Me pregunto cómo lo encontraré aquí, ni siquiera veo las caras a estas personas. A menos que este en las secciones VIP, pero aquellas cuestan mucho más dinero del que invertí. Nunca debería haber demostrado algo que no era ante él.

¡Maldición!

En el colegio ya se burlaban de mí por mis bajos recursos, por estar becado y por… cualquier cosa.

Muevo la cabeza.

No.

No.

Debo alejar esos pensamientos.

Hace una semana he cumplido los dieciocho años(1) y hoy por fin he podido celebrarlos como he querido, agregándole el chico que me gusta.

Colin.

Colin es lo opuesto a mí.

Es absolutamente capaz de todo, derrite a cualquiera con sus elegantes pasos y es uno de los mejores deportistas de mi curso.

Sexy sería un eufemismo para describirle.

Me encanta.

Nadie me había gustado tanto como él.

Y oh.

Sí, soy gay. Estaba muy metido en el closet hasta hace un mes. Gracias a Colin he ido venciendo mis miedos, he ido descubriendo mi sexualidad.

Alguien me empuja hacia la pista, pero me deshago de esos extraños brazos para ir hacia la barra.

La música a cambiado y un hombre canta en tonos graves sobre la vida y la adolescencia(2).

Reviso mi bolsillo y palpo solo dos billetes. Dos miserables dólares que ni siquiera me alcanzaran para un jugo, considerando el valor de la entrada hasta respirar es caro.

Me acerco a la barra solo para orientarme y ver si logro visualizar a Colin.

La mayoría baila por lo que me es fácil hacerme de un taburete y sentarme a contemplarlo todo. Lo cierto es que debería subir al segundo piso, pero quiero familiarizarme con mi alrededor.

Todo es nuevo.

Esta vendría a ser la primera y única vez que piso una disco tan lujosa. Después, a penas y podré tener un segundo de descanso, trabajar y estudiar será difícil. Las becas cubrirán la mayoría de las cosas, pero no todo como hubiese esperado.

Miró mi reloj.

Casi son las once de la noche.

¿Qué estaría haciendo si no hubiese salido?

Seguramente estaría leyendo en mi habitación, terminando el libro de Richard Morgan(3) que saqué de la biblioteca o bien adelantando alguna tarea; estoy terminando el año y en dos meses será la graduación.

Un gran plan para un sábado en la noche.

Bufo.

Ese soy yo: aburrido, nerd y tímido.

No se que pudo ver Colín en mí, no sé por qué me envió un correo hace un mes y menos por qué aceptó una cita en este lugar.

Ahora que lo pienso con claridad. Colin ni siquiera me ha dirigido más de dos miradas en estos días, se la ha pasado con sus amigos o con algunas chicas.

¿Por qué no me di cuenta de eso antes?

Mierda.

Y me considero una persona que se fija en los detalles.

Intento no desilusionarme por mis derrotistas pensamientos, pero es inevitable cuando la bruma está instalándose en mí. Además de eso, he estado anormalmente depresivo. Lo único que me hace sonreír es esto. Estúpido, ¿No?

—¿Deseas beber algo?

Me giro hacia la voz femenina.

¿Cómo le digo que solo tengo dos dólares?

—¿Agua? —le comento. Me acerco a ella.

Sus ojos transmiten comprensión. Debe tener unos cinco años más que yo, es como si viera esto a diario o cada fin de semana.

Asiente alejándose.

Me giro esperando encontrar su cara.

Encuentro más que eso.

¿Alguna vez han tenido una decepción amorosa?

¿Les han mentido?

¿Los han humillado?

Bueno, espero que no.

El sentimiento se hunde y corroe todo: cuerpo, alma y corazón. Especialmente si tus sentimientos son puros, sin ningún tipo de mala intención. Solo ser correspondidos.

No quiero salir y verlo ahí.

Cuando me giré, lo vi. Vi. La mentira plantada tan a detalle que agradezco haberme movido rápido hacia los baños. Estoy seguro de que no alcanzó a verme, ¿Cómo podría? Tenía su lengua enterrada en la garganta de otro tipo.

El primer correo que compartimos fue tentativo y lleno de cautela por parte de ambos. Fue él quien dio el primer paso, luego de dos semanas: Me gustas. Obviamente era recíproco.

¿Estaba mintiendo? ¿Deseaba burlarse de mí? Debo confesar que en más de una ocasión se mofó de mí con sus amigos, ¿Por qué confié en él?

¡Idiota!

Él es el chico más popular, ¿Qué podría haber esperado? Estoy seguro de que está profundamente escondido en el closet. Estaba demasiado claro y no lo vi.

Necesito salir de este baño y no volver al colegio jamás. Necesito dormir y despertar en otro lugar.

Una cosa a la vez.

La puerta se abre y una pareja enrollada entra estrepitosamente manoseándose y besándose al mismo tiempo. No se detienen en mí.

Ese es mi pase para salir, nunca me he considerado un voyerista y menos cuando apenas sé del sexo y esas prácticas.

No me lo topo en la salida y menos en los pasos que doy de regreso hacia la barra: esta un poco más concurrida. Otros bailan. La chica está atendiendo junto a otro hombre, me acercó decididamente sentándome al lado de un tipo que esta encorvado sobre su trago.

—¿Aún quieres agua? —pregunta luego de unos eternos minutos.

—Quiero lo mismo que él —suelto sin pensarlo.

Quizás beber hasta la inconciencia no sea tan mala idea.

—¿Seguro? ¿Tienes tu identificación?

Oh, otra cosa, a parte de mi cara de nerd, tengo cara de bebé.

—Si no tuviera la edad suficiente no estaría aquí.

Estoy cabreado.

Con Colin.

Con ella.

Conmigo mismo.

Por creer, por confiar, por ser tan iluso.

—Dale uno, yo invito —la voz ronca del hombre a mi lado nos interrumpe.

—De acuerdo —murmura la chica frunciendo el ceño.

Se aleja.

Ni siquiera sé lo que está tomando este tipo, pero debe ser fuerte por lo achispado que se ve.

Las luces rosadas y verdes hacen que su fisionomía se vea opacada a ante mis ojos: cabello oscuro y lentes.

—Gracias.

Se encoje de hombros volviendo su mirada al trago sobre su mano.

—Aquí tienes, whisky doble sin hielo.

Oh mierda.

No conocía nada de tragos, pero sonaba terriblemente fuerte.

—A tu salud, chico —el hombre levanta su vaso.

Lo imito.

—Es Noah. Mi nombre es Noah.

—Bueno, Noah, yo soy Harry.

Colin queda olvidado cuando Harry y yo comenzamos a hablar en susurros bajos sobre todo y nada. La música sigue retumbando a nuestro alrededor, pero no influye en nuestra charla.

Bebo poco a poco el trago, achispándome en el proceso, soltándome y relajándome. Fui tomando la confianza que Colin rasgó con su engaño. Por algún motivo, Harry logró que confiara y me olvidara de todo.

Algo está martillando mi cabeza.

Recuerdo haber bebido, ¿Un trago más? ¿Tal vez?

Definitivamente aquello no era lo mío. No lo volvería a repetir.

Me muevo sobre las suaves sabanas.

Abro los ojos dándome cuenta:

Primero, mis sabanas no son suaves.

Segundo, mi habitación está medio pintada de verde.

Tercero, Harry esta durmiendo a mi lado.

¡Santa jodida mierda!

Me acosté con él, me acos… y no lo recuerdo.

Frunzo el ceño.

A decir verdad, imágenes que no puedo conectar llegan a mí: Harry besándome, Harry y yo riendo, cantando, llegando a su casa, más besos, ropa fuera y…

Muevo la cabeza sonrojándome.

Me duele el trasero.

No recuerdo mi primera vez con un hombre. Ni siquiera se si me gusto realmente.

Soy abiertamente gay para Colin y Lindsay, pero para los demás soy el retraído nerd. Recién estoy descubriendo mi sexualidad, gustos y… no recuerdo lo que hice con este hombre.

Harry.

Harry Potter.

Se mueve a mi lado suspirando, tan tranquilo y relajado. Ayer, al principio, parecía estar a la defensiva y con los tragos se fue soltando.

Quién hubiera dicho que de estar absolutamente enamorado de Colin me acostaría con un total desconocido, pero no estoy arrepentido, solo confundido. Disperso en sentimientos. Disperso en pensamientos.

¿Debería irme sin siquiera hablarle? ¿Me recordará? ¿Me quedo a desayunar? Casi quise reír ante esa pregunta.

La verdad, debería irme. Mis padres deben estar echando humo por las orejas al darse cuenta de que no pasé la noche en casa, les dije que saldría con amigos -aquellos que no incluían a Lindsay ni a nadie que ellos conocieran porque estaba mintiendo-, además no podía decirles la verdad, ellos son demasiado religiosos para comprender lo que me pasa.

Bien, ahora o nunca.

Me siento en la cama intentando no hacer movimientos bruscos. La ropa esta esparcida por toda la habitación, es una amplia estancia. Un apartamento de lujo. ¿Quién es Harry Potter? Ayer me parecía una simple persona, pero ahora…

Necesito moverme.

Me levantó. El dolor en el trasero me esta matando un poco, además de la cabeza. Jamás volveré a beber algo.

El piso está helado.

Ubico mis boxers colocándomelos, me acerco a la polera negra tirada en el sillón…

—Si piensas huir sin decir adiós, deberías hacerlo con tu ropa.

Doy un respingo soltando la prenda.

Harry está mirando el techo, tiene sus anticuadas gafas puestas.

—No me di cuenta —comento tímidamente.

Es mi idea o esto es demasiado incómodo.

Él me mira.

Tiene unos hermosos ojos verdes, su pelo esta desordenado y su físico es algo trabajado, lo que puedo ver. En cambio, mi cuerpo es lo menos atrayente: soy delgado.

—Noah…

Parpadeo.

¿En que minuto se levantó? Está frente a mí, muy, muy desnudo.

Aparto la mirada.

—¿Tienes algún dolor? —sus manos cálidas tocan mis hombros. Algo se contrae en mi estómago, no son nauseas.

—Cabeza —murmuro en un hilillo de voz.

Se aleja.

Su calidez me abandona.

Y me siento vacío.

Regresa a los pocos segundos con agua y unas pastillas. Acepto lo que me trae.

—Son analgésicos, te quitaran los dolores —estoy seguro de que no solo se refiere a mi cabeza.

Se sienta en la cama, aún está desnudo.

Sin pensarlo recojo su polera y me la coloco. Obviamente me queda gigante. No importa.

—¿Recuerdas algo de anoche?

—Poca cosa.

Hace una mueca.

—Vaya eso es muy alentador para mí —dice para sí mismo.

—Supongo que beber no es lo mío.

Me mira.

—Supongo. Eres demasiado joven.

Bufo.

—Habla la persona más vieja.

Se ríe. Tiene esa risa que me… muevo la cabeza. Mierda. No. No. No. No puedo estar cayendo tan rápido por un tipo que apenas conozco.

—Tengo por lo menos diez años más que tú y he vivido más cosas que la mayoría —murmura lo último. Creo que habla de la experiencia y no precisamente en el sexo.

—Para mí te vez bien.

—Gracias.

—Debo irme.

—¿Siempre vas a ese lugar?

—No —le respondo cuando ubico mi pantalón—. La verdad, es que cumplí dieciocho hace una semana y ya que tuve tiempo y dinero decidí celebrar —me encojo de hombros.

—¿Aún vas al colegio? —su pregunta es casi tímida.

—Sí, en dos meses me graduó.

Lo miro.

—Contrariamente a lo que puedes pensar no te acostaste con un niño, a pesar de que no tengo tanta experiencia soy más maduro que la mayoría de mis compañeros. Lindsay dice que…

Se acerca.

Y me callo casi de inmediato.

Su desnudez me incomoda.

—¿No tienes tanta experiencia?

—S-sí, eso dije.

—Eso quiere decir, ¿Te habías acostado con alguien?

—Yo…

—Lo supuse.

Su cuerpo se pega al mío. Creo que este hombre tiene las cosas demasiado claras.

Lamentablemente, yo no.

Es por eso por lo que lo beso.

Y toda mi pérdida de memoria se refresca con nuevos recuerdos.

1 año después…

No volví a verlo después de ese día.

Me pidió mi número de teléfono, pensé que me llamaría, pero perdí cualquier ilusión cuando fueron pasando las semanas.

Aquel día, llegué más tarde a casa de lo que tenía pensado. Harry me retuvo, no es que yo me hubiese quejado, en su lujoso apartamento. Descubrí que era un hombre absolutamente solitario, y eso que estuve solo horas con él. Reservado y retraído en ciertos momentos, como si hubiese sufrido mucho en el pasado, como si constantemente estuviese luchando contra algo en su interior.

Pero cuando se centraba en mí, era como si fuese su todo y nada más importara a su alrededor. Me amó, me acarició y besó con devoción. No tenía la experiencia suficiente para saber si estaba mintiendo o no, menos para confiar en que me llamaría al día siguiente, pero decidí creerle.

Cuando entré a mi casa, mamá tenía su típico discurso preparado. Básicamente me restregó mi irresponsabilidad, mi falta de respeto con ellos y mi incapacidad de compromiso. Yo aún estaba rodeado por la burbuja llamada Harry Potter, no le presté atención. Pero ella, como cualquier madre, me escaneó con detenimiento dándose cuenta de que algo había diferente en mí. "El demonio te ha profanado, mijo", creo eso pensaba, pero no dijo nada. Dejó que me fuera a mi habitación.

Como dije, no supe más de Harry y volví a ser el nerd tímido por lo que me quedaba de colegio. Colin siguió ignorándome como si nunca hubiesen existido nuestras conversaciones, siguió flirteando y besando a cuanta chica se le ponía enfrente. Contrariamente a lo que puedan pensar, no me dolió verlo, de hecho, sentí pena por él y su círculo de mentiras.

Parte de mi estaba en las clases, en las actividades y libros que leía, la otra parte estaba en lo que había pasado con Harry. Y aunque sabía que no podía aferrarme a su recuerdo, mis pensamientos deparaban en él sin quererlo. No solo sexualmente, sino en cómo estaría. Cuando lo dejé, fingió dormir y yo acepté que lo hiciera.

Me gradué. Un anormalmente frío jueves. Recibí diplomas y felicitaciones por profesores y mis padres. Lindsay y yo decidimos celebrarlo, le pedí que fuéramos al mismo sitio que fui la vez pasada. Bien, prometí no volver ahí, pero tenía que mantener la esperanza de encontrarlo.

No tuve suerte.

Ligué con algunos chicos, Lindsay fue una fiel acompañante y amiga.

De cierta manera, sabía que no debía aferrarme a una ilusión. Un hombre como él, fijarse en mí, cuando puede tener a cualquiera. Que nos hayamos acostado no significaba que debiésemos relacionarnos.

Colin volvió a escribirme, pero ni siquiera me importaba. Entrar en su círculo significaba mentiras. Le mentía a mis padres, sí, pero mi alrededor, mi amiga, sabían lo que yo era. Sabían de mi sexualidad.

Mi solicitud para entrar a la universidad fue aceptada.

Pasé de vivir con mis padres a vivir en la residencia donde tenía mayor independencia, ellos aún no saben que soy gay.

Y un día, un inusual lluvioso día, Harry me llamó.

Desde ese momento, han pasado casi cuatro meses.

Una llamada bastó para volver a ilusionarme y ponerme en camino de vuelta, su voz sonaba muy insegura y temerosa. Hablamos un poco y quedamos en vernos.

Verlo fue… increíble. Estábamos en un lugar público, mantuve mis reservas cuando lo saludé. Cuando comenzamos a hablar fue como si nunca nos hubiésemos dejado de ver, él se relajó y yo también.

Después de eso, seguimos en contacto, llamándonos y encontrándonos en su apartamento. Harry no me contaba mucho de su rutina, a veces desaparecía por días y volvía como si nada pasara.

No desconfiaba de él, de hecho, le tenía una fe casi ciega. Algo absurdo teniendo en cuenta los meses que pase sin verlo y las pocas cosas que me contaba.

Los meses transcurrieron, teníamos una relación muy bonita, pero cada vez que le preguntaba por su familia, sus amigos o su trabajo cambiaba el tema.

Estaba al borde.

Ya no lo soportaba.

Estallé.

Peleamos.

Estuvo una semana sin hablarme.

Hoy cuando nos volvimos a ver, él me llamó, su mejilla estaba con un moretón y sus manos rasmilladas.

—Lo siento —fue lo primero que me dijo cuando me abrazo.

—Tienes que confiar en mí, las cosas no pueden ser tan malas.

Me besa.

—No solo te lo contaré, te lo mostraré. Necesito que me abraces y confíes en mí. Espero que… —aprieta los labios— podamos seguir con nuestra relación después de esto.

No entiendo a lo que refiriere.

Me aferra a él y susurra algo.

De pronto, siento un vuelco en el estómago y veo estrellitas, y no precisamente por un orgasmo.