Disclaimer: H.P. no me pertenece. Le pertenece a J.K Rowling


De alfas & omegas

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Malfoy olía como un omega.

Cada alfa en Hogwarts lo sabía, y desde que habían descubierto este hecho bailaban alrededor del rubio, uno tras de otro, haciendo pequeños favores, tocándolo por accidente, empezando a hablar con él en los pasillos. Los alfas simplemente enloquecían alrededor, tratando de atraer la atención a Malfoy, y sin duda no pasaría mucho tiempo antes de que alguno intentara dominarlo, pero mientras tanto el cortejo seguía y seguía, intentando que el rubio escogiese a alguien, que pudiese alardear de aquel premio.

La guerra había hecho que el Mundo Mágico sintiera la necesidad de la aparición de alfas y omegas nuevamente, seres que cuidaban y necesitaban ser cuidados, en un mundo donde los betas eran la única raza sobreviviente. No existía ninguna característica en especial que pudiera decir la razón por la cual se volvieron de una y otra manera; y aunque la magia no le había otorgado a Malfoy un cambio a omega o alfa, le había brindado la oportunidad de tener un olor tan o más dulce que el de un omega en estado o celo, o la poderosa y masculina esencia de un alfa en batalla.

Decenas de cabezas se volteaban a su paso, alfas y omegas dependiendo del olor que Malfoy expandiera alrededor de sí. Por supuesto, la única manera de que el segundo olor se mostrase era que Malfoy estuviera enfadado, porque de lo contrario, solo era un beta que olía delicioso para ambos grupos. Tanto, que hacía que los omegas le miraran tímidamente, o que los alfas alrededor ignoraran a los omegas alrededor de ellos y se enfocarán en hacer feliz al Príncipe de Slytherin.

Excepto Harry.

No era que Harry no quisiera estar alrededor de él todo el día también, pero al igual que con los veelas y el imperius aunque sus instintos le gritaban acercarse, su mente le instaba a controlarse. No era fácil porque era Malfoy, y Harry nunca había estado muy lejos de él, pero quien parecía tener la peor parte era el slytherin, quien parecía confundido de la razón por la que de pronto era el centro de atención de hombres y mujeres que probablemente no se acercarían a él ni siquiera antes de la guerra. Cada regalo, cada oferta de personas que eran nuevas para él hacía que el olor dulce fuera reemplazado por una especie de olor diferente, que indicaba sospecha, y que a los alfa y omegas no les gustaba para nada. Para los omegas despertar ese aroma en Malfoy indicaba que no estaban siendo lo suficientemente complacientes con el rubio y no merecían su cariño, para los alfa indicaba que hacían un mal trabajo protegiendo y haciendo sentirse querido al rubio.

En fin, todos aquellos a los que la magia había afectado ese año en Hogwarts estaban enloqueciendo por el rubio; porque éste no era un omega deseando la protección de un alfa, ni un alfa deseando proteger a un omega. Nunca satisfacería los instintos de ninguno, pero tampoco parecía dejar de atraerlos para sí.

Por supuesto, eso solo los alfas y los omegas de Hogwarts lo sabían; pero aún así ninguno de ellos parecían que querer que los demás lo supieran. Simplemente no querían más competencia de la que ya había adentro; y tampoco dejaban que Malfoy se enterara, porque podría abandonar Hogwarts, y desaparecer lejos del alcance de los alpha que lo querían para sí.

Además, siempre estaba la oportunidad de intentar vincularse a Malfoy.

Nadie sabía si era posible, los betas no se vinculaban a nadie, pero ya que tenía el olor de un omega y un alfa, puede que la magia le diera otros beneficios. Los omegas no batallaban entre ellos, solo se lucían ante él queriendo ser escogidos, era los alfas quienes competían entre sé, emocionados por la cacería y la batalla de poder.

Ese día en particular, los alfas y omegas miraban a Malfoy, y a la vez se miraban entre ellos. El aroma de Malfoy era exquisito, y Harry mismo estaba perdiendo el control. Aún así todos sabían que en cuanto uno de ellos se acercaran, el olor cambiaría. Sería desafortunado perder ese aroma, todos lo querían para sí, así qué ninguno se movía de su lugar y dejaban a Malfoy desayunar en paz.

Boot fue el primero en dar un paso hacía adelante y empezar a caminar hacia el rubio. Inmediatamente los demás alphas se tensaron y se pusieron de pie. Desde su mesa, Zabini los miró con frialdad, retándolos a acercarse. Solía hacerlo seguido, y de hecho era el único alfa cercano al rubio, así que era la envidia de los demás. No obstante, Malfoy no lo había tomado como pareja ni tenía su olor sobre él, así que en realidad no importaba.

-Draco-endulzó su voz Zabini- ¿te gustaría salir conmigo?

Todos aguantaron la respiración.

Malfoy dejó caer su tenedor.

-¿Qué?

-Dije que si aceptarías salir conmigo.

-¿Blaise? Esto es… repentino-respondió el rubio, mirándolo con sorpresa. Todos los alfa se detuvieron en su lugar hasta que la mirada gris de Malfoy frunció el ceño y sacudió su cabeza y cerró los ojos con fuerza, como luchado. De inmediato, se dieron cuenta que Zabini estaba tratando de influir en él de la misma manera en que los alfas miraban a sus parejas, cuando querían dominar sobre ellos.

El juego de cortejo se acabó. Tan pronto como comprendieron lo que el italiano hacía, el instinto de protección de los alfas enloqueció y se lanzaron sobre Malfoy y Zabini.

-¿Qué pasa?-preguntó Malfoy al verse rodeado, pero Zabini no le tomó importancia y tomó su brazo intentando jalarlo hacia él. Harry sabía lo que iba a hacer. Tendría a Malfoy entre sus brazos e intentaría marcarlo, con o sin su consentimiento. Como si fuera un omega.

Era posible que no pasara nada, pero si pasaba Malfoy sería de Zabini.

No supo cómo lo hizo pero se apareció junto a Malfoy y evitó que cayera sobre Zabini. Lo atrapó con tal fuerza contra su pecho, que apenas y había un milímetro de distancia entre la espalda de Draco y su pecho.

-¿Potter, qué está pasando?-preguntó el rubio, intentando mirarlo, pero debido a su posición le fue imposible.

El olor de Malfoy, como siempre que un alfa le tocaba, se volvió ligeramente ácido, cambiando al olor que parecía más un alfa; sin embargo, para sorpresa del moreno, todavía mantenía una parte dulce. Tras el aroma a maderas y especias que empezaba a surgir del slytherin, hubo una parte que emanaba ese sutil olor que los omegas no podían evitar controlar cuando se sentían protegidos.

Ese simple hecho, de que él había logrado lo que los otros habían buscado por semanas, hizo retorcer alegremente el estómago de Harry.

Y perdió el control de su alfa.

Gruñó a los demás, mientras sujetaba aún más fuerte a Malfoy, con cuidado de no aplastarlo, y luego puso su nariz en el cuello del rubio y olisqueó.

El aroma fue perfecto, delicioso, excitante; y Harry olisqueó su perfume con más fuerza, llenando sus pulmones de él. Una , y una vez más. Draco tembló en sus brazos, y eso fue suficiente para que Harry, despegara su nariz del cuello del otro y con una mano desnudó el cuello del rubio.

Y mordió.

El grito de Malfoy y el gruñido de los alfas se mezclaron, pero aún así el gryffindor siguió mordiendo, hasta que sintió el sabor de la sangre en su boca. Malfoy se retorció, pero no

intentó alejarse, seguramente atrapado en la sensación entre someterse de un omega y la rebelión de los alfa a no dejarse vencer.

Harry no sabía cómo, pero la magia había creado algo tan perfecto…

Una mezcla entre alfa, beta y omega. Con la dulzura de un omega, la fortaleza de un alfa y la normalidad de un beta.

La magia los rodeó rodearlos, y Harry soltó levemente a Malfoy, quien enseguida volteó hacia él, con una mano en la mordida. Lamiendo la sangre y sintiendo la satisfacción de su alfa, Harry lo miró mirar su mano, en búsqueda de la sangre.

La tenía, y ahí estaba la gris mirada, pero la verde y la de todos los demás miraban la marca de vinculación en el pálido cuello del rubio, cuyo olor ahora también tenía el de Harry.