Disclaimer: los personajes de esta historia no me pertenecen, son de George Martin.

Esta historia participa en el Torneo de Desembarco del Rey del foro Alas Negras, Palabras Negras. Los elementos son: casa Frey, casa Manderly, venganza como tema, cerúleo y crujido como palabras, crimen como género y las frases "¿A eso llamas suplicar? Puedes suplicar mucho mejor" de Kill Bill y "Es un nido de bastardos traidores, no se pondrían de acuerdo ni en el color de la mierda" de Braveheart.

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1

Su nieta tenía una expresión huracanada en el rostro. Con las cejas rubias fruncidas en un ceño encrespado y las mejillas acaloradas, gruñendo una queja tras otra, Wylla parecía una fiera del Bosque de los Lobos. Se sentía particularmente orgulloso.

—Cierra la boca, insolente —lady Leona le dio un pequeño tirón de la trenza. Su madre odiaba esa trenza con todas sus fuerzas. Cuando un barco procedente de las Ciudades Libres trajo todos esos tintes extravagantes, a Wylla le pareció una idea maravillosa teñírsela de verde—. No hables así a tu señor abuelo. Harás lo que te digan y no rechistarás.

—¡No! —Protestó zafándose del agarre de su madre. Se giró para buscar apoyo en su hermana, pero Wynafryd poseía todo el sosiego del que carecía Wylla. La rabia brillaba en sus ojos azul cerúleo cuando habló—. Enviadme con las hermanas silenciosas si queréis. Prefiero quedarme con mi honor y mi dignidad antes que desposarme con una comadreja Frey, gracias.

—Vuestro prometido es un nieto de lord Frey —interrumpió el maestre Theomore—. Bien podría ser un hijo, pero un nieto no está nada mal. Es el hermano de la nueva lady Bolton y el escudero de lord Ramsay. Podría ganarse las espuelas y convertirse en un aclamado caballero y llevar vuestra prenda en los torneos…

—De mí podría llevarse una buena patada en la…

—¡Esa boca! —Chilló su nuera, escandalizada.

—Lady Wylla, no perdáis la perspectiva —el maestre sonó tranquilizador—. Ahora los Bolton gobiernan el Norte y los Frey, Aguasdulces.

—Pero son los Baelish de Harrenhal los que controlan el Tridente —replicó la joven—. Al parecer, vuestros amados Frey no son lo suficientemente merecedores de tal honor.

—Cómo sea —Theomore hizo un gesto cansado—, lord Petyr Baelish es un fiel servidor de la casa Lannister, igual que los Bolton y los Frey. El Joven Lobo ha muerto y se deben tomar decisiones sabias por el bien de la casa Manderly.

—El Joven Lobo no ha muerto —siseó—. Los Frey mataron a Robb.

—Suficiente —tosió Wyman Manderly—. Podéis retiraros, maestre Theomore. Gracias por vuestro consejo, pero ahora debo terminar de encauzar a mi nieta por mi cuenta. La familia es mi trabajo.

—Desde luego, señoría.

—Leona, retírate tú también —pidió. La mujer abrió la boca para protestar—. No, por favor. Prefiero tratar este asunto a solas con mis nietas. Vos debéis ocuparos de que nuestros amigos los Frey se encuentren cómodos.

—Por supuesto.

Lanzó una última mirada de advertencia a su hija menor mientras se alisaba las faldas y se marchó por el mismo camino que el maestre.

—Cómodos —farfulló.

—Cómodos —asintió lord Wyman—. Nosotros no violaremos las leyes de la hospitalidad. ¿Por quién me has tomado, Wylla, por el Cocinero Rata? ¿O por un Frey?

El ceño de su nieta se prolongó.

—Abuelo, tú sabes… no creerás de veras que los Frey…

—La casa Frey —lord Wyman suspiró—. Es un nido de bastardos traidores, no se pondrían de acuerdo ni en el color de la mierda. Sin embargo, el maestre tenía razón en una cosa: los Frey y los Bolton son dos fuerzas poderosas bajo la zarpa del león, y eso nos obliga a nosotros a ser mucho más inteligentes, ¿no crees?

—Todo Puerto Blanco ha visto al Caballero de la Cebolla en la puerta de la Foca —dijo, dudosa.

—Todo Puerto Blanco ha visto una cabeza y unas manos colgadas en la puerta de la Foca —replicó Wynafryd, con suavidad. Su abuelo la animó a continuar—. Al decapitar al consejero de Stannis, hemos demostrado a la Corona nuestra fidelidad. ¿Es así, abuelo?

—Muy bien, pececito. ¿Y ahora qué?

—Padre regresará a casa —dijo la joven—. Los Frey exigieron lealtad y así la demostramos. Nuestro padre volverá.

—Eso no cambia el hecho de que… ¡oh! —El sonrojo volvió a acudir a sus mejillas cuando comprendió—. Yo pensaba que…

—No importa —lord Wyman tomó una mano de cada una de sus nietas—. Digamos que Wyna jugaba con ventaja, pero tu aportación ha sido tanto o más valiosa que la suya —bajó la voz—. Todas las mentiras necesitan un aderezo de verdad.

Se quedó observando un rato a sus nietas, mientras ellas asimilaban la información que acababan de adquirir. ¡Eran tan diferentes entre sí! Wynafryd, tan pensativa y calmada, y tan sagaz. Hacía años que ayudaba al mayordomo con las cuentas de la casa. Pasaba mucho tiempo con los libros y las cuentas, y cuando no, iba al mercado, al puerto, a la plaza, y oía y aprendía y luego le contaba todo lo que sabía. A ella le había confiado sus dudas sobre el maestre, un Lannister de Lannisport, y le había pedido que le ayudase con los mensajes. Y Wylla, tan valiente y voluntariosa. De pequeña le decía que quería ser pirata para navegar hasta el atardecer y atrapar el sol; de mayor, era el quebradero de cabeza de lady Leona. También era tierna, leal y tenaz. Eran buenos atributos para lo que el futuro le deparaba.

—Bien, niñas, que vuestro padre regrese a casa no cambia en absoluto los planes —carraspeó—. Vosotras dos seguís comprometidas con algún Frey. Espera, espera, Wylla, déjame terminar. Incluso yo puedo estar comprometido con una Frey, o eso sugirió ese Rhaegar, el gusano con nombre de dragón y lengua de miel. Son lances del juego. No obstante, no diréis de mí que soy un abuelo cruel, ¿no? Pues claro que no, cangrejitos, yo no os haría eso a vosotras. Pero el telón no puede bajarse hasta que los actores terminan de representar la obra, y a esta obra le quedan unos cuantos actos. En unos días yo mismo marcharé a Invernalia para asistir al enlace de lady Arya y ese Nieve, allí hincaré una rodilla en el suelo, si es que esta barriga me lo permite, y todos brindaremos creyéndonos buenos amigos. Lo que pase después está por verse, pero debéis tener fe en vuestro gordo abuelo: aunque me haga viejo, yo también recuerdo.

—Madre… no lo sabe, ¿verdad?

—No, Wylla —contestó su hermana mayor—. Madre se preocuparía en demasía si lo supiese.

—Vuestra madre es una tonta asustadiza. Oh, sí, es vuestra madre y os quiere mucho, pero no es ni la mitad de lista que vosotras dos. Teníais que saberlo. Debéis estar preparadas. Se acerca el invierno, como dicen los Stark, y podéis veros solas en medio de una ventisca. Vuestro tío Wendel fue asesinado en la Boda Roja, vuestro padre pudo haber muerto también, y yo, cualquier día… ¿Sabíais que una vez fui un respetado caballero de torneos? En una ocasión rompí tres lanzas contra el príncipe Lewyn. ¿No me creéis? Como iba diciendo… solas, en medio de la ventisca. ¿Y quién cuidará de vosotras? Vuestro primo Marion, quizá, pero vosotras seréis las señoras de Puerto Blanco, no él. Mis pececitos tienen que saber nadar a contracorriente si es preciso. ¿Es necesario que os diga que esta conversación queda entre nosotros? Ahora dejadme solo, vuestro abuelo necesita pensar.

Le dieron un beso en la mejilla cada una, y antes de cerrar la puerta tras de sí, Wylla se volteó.

—¿Dónde está?

—¿El muerto? Con el resto de los muertos, naturalmente. Donde nadie pueda oír sus lamentos.

En su rostro se dibujó una sonrisa perspicaz.

Wynafryd tendría que hacerse cargo de Puerto Blanco. Encontraría un buen esposo para ella, un segundo hijo que no la importunase demasiado. Pero Wylla… a su Wylla podía mandarla a cazar un lobo.