Capítulo 6
La importancia de vivir
Los ojos de Némesis se llenaron de lágrimas de repente y Rito de inmediato fue a abrazarla aún con toda la pena del mundo. Él se encontraba preocupado por ella y le repetía que todo iba estar bien, que no se encontraba sola y que nada malo le sucedería; pero lo que Rito desconocía, era que Némesis había recordado su pasado al momento de ser creada.
Ella no era un ser concebido naturalmente a través de una madre, no, al contrario, ella nació en un tubo de ensayo tras las ambiciones de hombres que buscaban el poder absoluto para combatir a una raza de guerreros que intentaban conseguir la paz a toda costa. Pero, un rayo de esperanza llegó al momento que ella abrió los ojos por primera vez, viéndola a ella sonreír.
—Bienvenida al mundo, Neme-chan
Y fue ese momento que su mente revivió en ese instante, tras oír el nombre de Tearju nuevamente. Ella logró volver en sí para sentir como Rito la abrazaba fuertemente y le repetía que nada malo iba a pasar. Aquella muestra de afecto que le estaba dando aquel chico fue capaz de hacerla sentir valiosa para alguien y sumamente querida.
—Tonto—murmuró ella—. Ya sé que todo estará bien.
No supo en que momento ella se sintió alegre y protegida en sus brazos. La doctora Mikado observó a ambos notando como el cabello de Némesis comenzaba a moverse más y más.
—"Podrá ser…"
Mikado miró a la paciente detenidamente intentando develar alguna información que el cuerpo de ella pudiera dar. Sus ojos inspeccionaron de arriba abajo a la chica, pero no encontró nada hasta que de repente vio salir algo oscuro del cabello de la chica logrando dar en el clavo.
—Ahora lo entiendo todo—dijo ella para acercarse a la pareja—. Némesis, necesito saber algo, pero necesito que me respondas con total sinceridad, y claro, si sabes algo al respecto de lo que te voy a preguntar, ¿De acuerdo?—pidió Mikado observando que la morena asentía—. Me alegra saberlo. Rito, llévala a la camilla para que se recueste un rato.
—Eh, sí, lo haré—contestó Rito—. Ven, vamos a la cama.
—Sí—respondió ella caminando hasta la cama con ayuda de Rito—. ¿Sucede algo malo, doctora?
La doctora Mikado en ese momento comenzó a sacar unas máquinas y demás objetos que sorprendieron a la joven Némesis, pero que hicieron temblar a Rito al creer que deberían de hacerle algo a la chica. En ese momento una sonrisa apareció en el rostro de la mujer tras encontrar un aparato con unos cables que terminaban en unos sensores los cuales iba a poner encima de la piel de su paciente.
—Necesito que te pongas esto en tu pecho, brazos y vientre; necesito hacer una valoración para saber mejor sobre tu condición—explicó Mikado con una sonrisa.
—¿Condición?—Némesis hasta donde sabía no estaba enferma, pero aquel pensamiento la aterró—. ¿Me encuentro enferma de algo grave, doctora?—preguntó con temor.
—No, no, al contrario, creo que estás perfecta de salud con sólo verte salvo por esos rasguños que tienes—Mikado en ese momento miró a su protegido quien de inmediato se sonrojo tras ver en los ojos de la doctora sus pensamientos pecaminosos—. ¿Ahora lees mis pensamientos? Creo que a ti te deberé dar una valoración un poco más privada, Yuuki-chan.
Ella en verdad amaba disfrutar como su joven amigo se sonrojaba por sus juegos de mujer, pero en ese momento sintió como el ambiente de volvía más tétrico. Mirando hacia Némesis, notó como un aura oscura la envolvía y su cabello se movía ligeramente formando en las puntas algunas figuras. Una sonrisa se dibujó en su rostro y sin perder tiempo alguno decidió iniciar la valoración.
—Ponle los sensores de inmediato, Rito—ordenó.
—¡De acuerdo!—Rito en ese momento tomó los sensores y los puso en la piel de Némesis en la áreas asignadas haciendo que la chica se tranquilizara—. ¡Lo lamento!
—No te preocupes, después de todo eres un pervertido de ley, Rito-chan, pero déjame a mí ser la primera en probarte—Mikado se acercó por detrás dejando libre sus senos para que tocaran el cuerpo del chico—. Necesito en verdad tenerte—susurró para nuevamente observar como la chica dejaba mostrar aquello que vio antes—. ¡Perfecto! ¡Enciende la máquina ahora!
Rito obedeció, prendiendo aquel aparato donde comenzó a mostrar números que iban creciendo para ver a Némesis la cual comenzaba a mover su cabello. Estaba de más decir que se encontraba sin palabras, pero qué podía decir de una chica que al momento de ser rescatada fue un gato negro que se encontraba temerosa en sus brazos.
La doctora Mikado se encontraba de verdad asombrada por lo que veía. En todos sus años tratando con seres de toda la galaxia, jamás creyó ver a un arma trans del proyecto Némesis con vida, ni mucho menos mostrando el Darkness a base de sus emociones.
—"Así que este fue tu trabajo, Tear, sólo espero poder lograr controlar toda esa energía para que ella no sufra por la condición de la inestabilidad en sus células."—pensaba Mikado quien se separó de Rito para ir con Némesis quien de inmediato se mostró algo agresiva—. Tranquila, no me robaré a tu Rito, quiero que seas tú quien le quite su virginidad.
—¿¡Qué?!—exclamó el chico todo sonrojado.
—¡¿De veras?!—Némesis se encontraba emocionada al escuchar lo que Mikado le dijo.
—Sólo déjame disfrutar un momento a su lado ya que he estado mucho tiempo sola—la doctora miró de reojo al chico quien se encontraba más rojo que un tomate—, pero bueno, hay algo que tengo que mencionarte, mejor dicho, mencionarles a ambos.
Ambos chicos miraron a la doctora ya que esta se mostró más seria al respecto con el estudio que había hecho. Mikado se sentó y le pidió a Rito tomar el cabello de la chica en esos momentos con sumo cuidado.
—¡Ah!
—¡Rito! ¡¿Qué sucede?! —Némesis se giró a ver al chico quien tenía algunos cortes en sus dedos—. ¿Te encuentras bien?
Viendo el rostro lleno de preocupación de su compañera, Rito mostró una sonrisa que apenas y logró tranquilizar a Némesis.
—Así confirmo mis sospechas. ¡Ten!—gritó Mikado para lanzarle un trapo al chico—. No quiero tener tu ADN en mi consultorio si no es de otra manera, Yuuki-chan.
Viendo la actitud erótica de Mikado, Rito decidió abrazar a Némesis para que esta no se volviera agresiva nuevamente. Al abrazarla por la cintura, Némesis sintió un cosquilleo que la hacía feliz al punto de sonreír. Nuevamente la mayor pudo observar cómo aquel cabello se movía, tocando a Rito, pero sin hacerle cortes.
Ya confirmada la naturaleza de la chica, Mikado continuó con la explicación.
—Némesis es un nombre muy peculiar, más para una niña como tú. Si me lo preguntan, te ves como una chica normal, pero eres diferente y lo sabes—ambos menores prestaban atención—. Sé por Yuuki que tú te habías transformado en un gato cuando te salvó, pero puedo ver por tu mirada que era la única habilidad que conocías al respecto.
—Es el único poder que poseo—interrumpió Némesis algo incómoda por el asunto.
—El único del que tenías conocimiento pleno, pero además posees otros que son equiparables a tu hermana menor—sus palabras habían logrado estremecer a ambos, en especial a la chica—. Hasta donde sé, ella es una asesina muy conocida, pero obviamente tu no la conoces ya que de alguna forma fuiste criada en la Tierra, o al menos con las costumbres de este mundo. Puedo asegurar por tu manera de ser que la vida ha sido complicada para ti, pero has buscado ver el lado positivo de todo esto.
Némesis estaba a punto de decir algo, pero se encontró con la sorpresa de no tener argumento alguno con que defenderse. No había mentido, al menos no en la forma en que mencionó todo ya que la había desnudado mentalmente haciéndola recordar su vida hasta ahora.
Rito notó como ella bajó la mirada con tristeza. Si eso era verdad, entonces significaba que hasta que ella llegó a su lado ha vivido una vida difícil, al menos eso pensaba al escuchar a Mikado. Tras analizarlo un momento, podía encajar todo a la perfección ya que ella sabía japonés como para ser una extranjera. Ella debió haber crecido en condiciones precarias, pero aún así en el yugo de una familia que al menos le dio algo de cariño como para saber algunas costumbres formales.
Al verla, Mikado solo pudo suspirar de forma pesada debido a que esto era algo con lo que no le gustaba tratar.
—Tomaré unas muestras de ADN para analizarlas y tenerlas en una base de datos; te haré un registro de tal forma que puedas vivir una vida más sencilla, pero también te pediré que tú y Rito vengan seguido para ver tus habilidades—explicó Mikado para encender su computador—. Por cierto, no te enojes ya que otra de tus habilidades es volver armas tu cabello.
—Ya veo—Némesis miró nuevamente a Rito algo triste—. Perdóname.
Notando esto, Rito tomó la mano de ella quien al sentir la calidez del chico, no pudo evitar sentirse aliviada.
Tras pasar un rato en el consultorio, la doctora Mikado finalizó el registro de Némesis, quien recibió una cantidad considerable de documentos junto a un uniforme escolar del instituto.
—La mejor manera de tenerte vigilada es venir a la escuela, ¿no lo crees?—dijo Mikado, tomándole una foto a la chica—. Además, deseo que lleves una vida tranquila—en ese momento su mirada se posó en Yuuki-kun, el cual leía las instrucciones de algunos medicamentos especiales que Némesis recibió—. Tienes una gran suerte de haber llegado con él, no todos comprenden a Rito y son contadas las amistades que tiene, pero de alguna forma lograste cautivarlo.
—Él me cautivó—dijo la chica, sintiendo sus mejillas arder—. ¿Está bien hacer todo esto por mí?
—Depende de que tanto desees esto—le respondió Mikado, tomando la mano de Némesis y dándole un colgante—. Existe mucho que no conocer aún de Rito, pero con el tiempo y la paciencia suficiente, te darás cuenta que todo lo que has vivido culminará a su lado. ¿Y quién sabe? Tal vez tú estabas destinada a llegar a su vida de igual forma.
Con aquella plática, los ánimos de Némesis habían regresado. Ambos terminaron de arreglar todo; Rito se despidió de Mikado, pero está al no querer perder su oportunidad le dio un beso un tanto torpe al chico, quien no pudo evitar sonrojarse y rezando porque Némesis no los viera.
Una vez fuera del consultorio, los dos chicos pasearon un rato por las calles de la ciudad. Némesis se encontraba tranquila al estar en compañía de Rito y este a su vez, disfrutaba de la compañía de ella.
De pronto un sonido rompió el tranquilo ambiente. Némesis se encontraba muy avergonzada mientras se sujetaba el estómago, dando una sonrisa nerviosa.
—¿Ya tienes hambre, Neme-chan?—preguntó Rito, riendo un poco por la forma en que su rostro se coloreó.
—¡Malo! ¡Deberías darme de comer, Rito!—señaló ella.
Buscando en la mochila, Rito encontró unas golosinas, chocolate para ser más exactos. Al ver que no había nada más sano dentro, decidió darle un poco a la chica, pero está de inmediato reconoció el dulce, brillando sus ojos mientras juntaba sus manos de tal forma que parecía un perrito pidiendo comida, aunque más bien, ella era un hermoso felino.
—¡Dame!—exclamó ella.
—Con una condición, yo te lo doy—dijo él.
—¿Cuál es, Rito?—preguntó ella, impaciente por tener su dulce.
En ese momento, Rito acercó su rostro al de ella, observando aquellos bellos ojos dorados que denotaban cariño y amor. Némesis se sintió feliz, pero al mismo tiempo sentía otras emociones fluir mientras su corazón casi se paralizaba. Ella no sabía que hacer, ni cómo reaccionar, pero el tampoco sabía lo que estaba haciendo en ese momento.
Por mucho tiempo, Rito había olvidado la calidez de tener a alguien en su corazón, aún cuando tenía personas a su lado, se sentía aterrado de volver a amar, de sentir ese cariño. Él sabía que no era fácil regresar a la normalidad, pero aún así, él luchaba para que su vida fuera sencilla, pero ahora nada de eso podría suceder…
—Te amo, Némesis—confesó Rito, tocando su frente con la de ella—. En verdad te amo.
—Rito
Nuevamente lágrimas se apreciaban en sus ojos, pero era imposible contenerlas cuando unas simples palabras lograron hacerla feliz. Ella sonreía con alegría, ella disfrutaba de esta alegría, aún cuando su mundo apenas comenzaba a dibujarse, ya había algo por lo que podía sentirse feliz.
—Lamento haberte hecho llorar—dijo él, disculpándose mientras limpiaba las lágrimas de Némesis.
—Eres un tonto, Yuuki Rito—contestó ella, dando su sonrisa más hermosa—. Gracias por haberme salvado, por haberme cuidado y por ser mi amigo… —ella apenas y podía contenerlas, pero esas lágrimas eran de felicidad y eso era lo que más importaba—… te amo, Rito.