Disclaimer: Los personajes no son míos, la historia sí.

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Ancestral tenía razón en llamarlo egoísta, tenía razón en llamarlo orgulloso, pero tampoco podían culparlo, él tenía razones de más para serlo cuando de Christine se trataba.

Christine era, por mucho, la mujer más maravillosa que pudiera existir en la faz de la Tierra y demás universos de los que él, ahora con las cosas que sabía, tenía conocimiento.

Ella era valiente, inteligente, hermosa y buena. Quizá demasiado.

La gema ya no estaba en su poder, pero gracias al cielo que había logrado ver los millones de alternativas que tenían para ganar. Afortunadamente, Christine sobrevivía en todas.

Metió la mano en uno de los bolsillos de su traje y el alivio trepó por su cuerpo al sentir el metal frío del reloj roto contra las yemas de los dedos.

"El tiempo dirá cuanto te amo".

La pequeña frase grabada en el reloj lo transportó a aquellos tiempos donde estaban juntos en esa aventura que llamaron relación.

¿Él? demasiado frío, demasiado orgulloso, altanero y presumido, ¿ella?, paciente, amable, dulce y cariñosa.

Stark— el aludido movió su cabeza con brusquedad hacia él, Stephen le hablaba por medio de telepatía—. Hospital especializado en neurología, a ocho calles de tu antigua torre. Christine Palmer, urgencias.

Tony tardó un par de segundos en entender lo que Strange quería decir, asintió y, cuando estaba a punto de preguntar el porqué de eso, telepáticamente claro, su pregunta no formulada fue respondida.

Comenzaban a desvanecerse.

Primero la chica, Mantis, después Drax, Quill fue el siguiente.

Stephen Strange podía sentir un cosquilleo recorriendo desde la punta de sus dedos hasta la cintura, su fin se acercaba.

—No había otra manera— esta vez habló de forma normal, miró a Tony a los ojos, una pequeña brisa de súplica tiñó los suyos durante un segundo. Lo siguiente que dijo lo hizo moviendo los labios—. Encuéntrala.

Desapareció tranquilamente cuando Stark asintió, decidido.


El hospital parecía dignamente ambientado por el apocalipsis zombi, algunos de los ventanales de cristal estaban rotos debido a los autos que se habían estampado en ellos, los pisos estaban sucios y montones de papeles regados por doquier.

Estaba desierto.

—Aquí no hay nadie— declaró y se dio la vuelta, dispuesto a irse.

—Claro que sí— Nebula lo detuvo, aprisionando su brazo—, detecto calor humano. Piso tres.

Iniciaron su camino hacia el piso tres tomando el elevador, por lo menos la electricidad funcionaba, el tercer piso estaba menos sucio que el primero, algunos papeles tirados por aquí y otros muebles desalineados por allá.

Nebula le señaló a Stark un escritorio.

—Está ahí— la voz de Nebula era un susurro mecánico.

Stark se acercó hacia aquel mueblo y, detrás de él, se encontraba Christine Palmer totalmente inconsciente.

—Ayúdame a levantarla— Nebula se acercó, reticente—. No está muerta ¿verdad?

—No.

Con ayuda de Nebula, los brazos magullados de Tony lograron sentar a Christine, tenía un golpe pequeño y ligeramente sangrante en la cabeza.

—¿Cómo pudieron dejarla aquí? —Tony estaba indignado.

—No lo sé, quizá cuando se desvanecieron la golpearon accidentalmente— esa parecía una respuesta viable.

—Busca algo de alcohol— Tony decidió que ya era hora de volverla en sí.

—¿Alcohol? ¿te refieres a licor? —Nebula miró alrededor—. No sé si te diste cuenta, pero esta es una unidad médica, no un bar.

—Busca una botella pequeña que dice alcohol, allí— señaló un aparador lleno de varios artículos médicos.

Nebula se levantó y volvió con el alcohol, se lo dio a Tony y, un par de minutos después, Christine estaba recuperando la consciencia.

La mujer hizo una mueca de dolor y su vista se enfocó en Tony.

—¿Señor Stark? —sus ojos se abrieron como platos cuando miró a Nebula y comenzó a mirar a su alrededor bruscamente—. ¿Dónde están todos?, estaban desvaneciéndose, ¿quién es ella?

—Doctora Palmer, Christine, tienes que tranquilizarte— Tony trataba de calmarla.

—Estoy pensando que estaba mejor inconsciente— Nebula hizo ademán de golpearla, pero Tony se interpuso en su camino—. Hazte a un lado, prometo que será un golpe suave y no tendrás que cargar con ella.

—¡Nebula! —la aludida se hizo a un lado y Tony se giró hacia Christine—. Mira, alguien me pidió que te buscara, ahora que te encontré, tengo que ponerte a salvo.

—¿Quién? ¿por qué?

—Alguien llamado Strange, no puedes quedarte aquí…— Christine no dejó que Tony terminara de hablar, lo cogió de las solapas de la sudadera deportiva rasgada y sucia, y lo acercó a su rostro.

Tony tenía que reconocer que era una mujer muy guapa, de piel blanca, cabello caoba y ojos claros, pero tampoco era la más hermosa de todas.

De lo que estaba seguro, y muy sorprendido, era que, por alguna razón, ella probablemente era la única persona por la que Strange había a llegado a sentir algo parecido al amor.

—¿Stephen Strange?, pelo oscuro, ojos azules…

—Sí, él mismo.

—¿Dónde está? —los ojos de Christine lo miraban, inquietos y expectantes.

Tony solo la miró y negó con la cabeza.

Lo siguiente que se escuchó fue el grito rasgado que la garganta de Palmer profirió, se aferró a Tony no lo soltó.

El moreno tampoco se esforzó por quitársela de encima.

Después de todo, le había hecho una promesa a Strange.


Amo a esta pareja dispareja.

Entonces... ¿Review? ¿No? Ok.

Harry.