-Buenos días, Severus. Quería desearte feliz día en persona…-

Severus se giró, absolutamente fastidiado y enfrentó a la Gryffindor.

-nada mejor que hacer, Evans?- frunció el ceño al verla mostrarse dolida- Y no juegues el papel de víctima. Tu y yo sabemos que no te importo un bledo, pero la perfecta princesa de los leones no puede soportar que no todos la adoren- alzó, la ceja, retándola a que lo contradijera.

El rostro de Lilly se tornó del mismo color que su cabello, primero con humillación, luego con furia.

-No puedo creer que haya desperdiciado tanto tiempo y esfuerzo en alguien como tú, Severus Snape. He sido amable y todo lo que he recibido han sido desplantes. ¿Quién eres tú, para rechazarme con tan poca cortesía? ¿Crees que porque eres el aprendiz de Nicholas Flamel eres superior a mí?-Notando que sus palabras no afectaban en lo más mínimo al inexpresivo muchacho, la joven se levantó de su sitio y se giró, dispuesta a abandonar el lugar con la última palabra- ¿Te has visto a un espejo? Entre tu apariencia y tu horrible personalidad, tendrás un largo y solitario futuro entre libros- Severus no lo demostró, pero esas palabras SI lo afectaron, su mente dirigiéndose inmediatamente a cierta castaña que, tal vez, lo vería igual.

-¡Severus!- el pelinegro se levantó de un respingo, seguro de que su mente habia invocado ESA voz de sus recuerdos, pero no podía ser, no la recordaba tan bien. Allí, avanzando hacia el entre la nieve, pasando junto a Evans y evaluándola con la mirada antes de despedirla con una mirada de desinterés y regresar esos ojos a él, sonriéndole cálidamente antes de envolver sus brazos alrededor de su cuello y estrecharlo en un abrazo-Lamento la tardanza, ¿Has esperado mucho por mí?-

Tembloroso, temiendo que sus piernas no pudieran sostenerlo, Severus enredó sus largos brazos alrededor de la deidad frente a él. Ocultando sus húmedos ojos en los rizos de chocolate.

Hermione.

Después de casi seis años.

Y ella estaba igual, respetada por el tiempo.

Y por un momento él se sintió nuevamente como ese niño de ocho años que recibió esas suaves caricias que limpiaron sus lágrimas y lo hicieron sentir seguro y cálido por primera vez en su vida.

¿Cuántas veces habia imaginado como sería volverla a encontrar?

Siempre habia creído que velaba por él pero nunca imaginó que a este extremo, ¿Habia oído lo que Evans habia dicho?, ¿Estaba fingiendo ser, qué, su cita de San Valentín? No sabía si estaba encantado con la idea, o absolutamente abochornado.

-Y… ¿Quién es tu amiga?- dijo, separándose de él. Severus se maldijo por extrañar su calor inmediatamente.

-No es mi amiga-dijo, desdeñoso, girando su rostro para observar a Lilly, que aun los miraba en shock-y ya se iba- estrecho sus ojos retándola a que dijera lo contrario. Por un momento pareció querer decir algo, cuestionar lo que acababa de ver, pero pareció decidir que no tenía las de ganar, porque miró a Hermione una vez más, antes de girarse y prácticamente huir en dirección al castillo.

-Ha sido un largo tiempo desde que he oído una disputa adolescente. Más aún que he sido participe- rió Hermione, sentándose en el lugar donde previamente habia estado la pelirroja, e indicándole que hiciera lo mismo- ¿Discusión de novios? Espero no haber causado más problemas-

Severus se sentó junto a ella de inmediato, controlando el impulso de sus manos temblorosas por tocarla y asegurarse de que realmente estaba ahí- Claro que no. No hemos hablado más que un par de veces, y aun esas, han sido demasiadas- respondió rápidamente, deseando irracionalmente que la hermosa castaña a su lado no formase la idea equivocada. "Como si fuese a hacer la diferencia", pensó con amargura, "no tengo oportunidad de ni una forma ni de otra".

-Admito que soy un ser egoísta, y tus palabras me han confortado- Severus sintió que no podía respirar, observando esos orbes de chocolate y oro que parecían desbordar calidez-

Le tomo un momento comprender el completo significado de lo que acababa de oir -¿Q-qué…ahí… por…qué?- estaba tan estupefacto que ni siquiera se sintió ridículo por esa falta de elocuencia.

Hermione rió por lo bajo, antes de sacar un elegante paquete plateado de debajo de su capa y depositarlo sobre el regazo del adolescente

-Tal vez esta conversación sería más fructífera con alguien más, que pueda ayudarte a comprenderme un poco más, mi pequeño príncipe- Severus arrugo el entrecejo reflexivamente al oírla llamarlo así, incluso cuando sus mejillas se llenaron de color. "Pequeño príncipe"; ella aun lo veía como a un niño. Iba a decirle que ya no tenía ocho años, aunque no estaba muy seguro de cómo iba a expresar exactamente eso, sin sonar desagradecido, cuando sintió el cálido aliento de la mujer frente a él sobre sus labios. Fue fugaz, una suave presión de sus rosados labios contra los suyos; pero suficiente para petrificarlo en su sitio-Feliz día de San Valentín, Severus. Hasta que nos volvamos a encontrar-

No fue sino hasta que ella se habia levantado y caminado unos pasos, cuando su mente volvió a funcionar.

-¡Espera!- medio gritó, sus mejillas ardiendo por el increíble suceso que aún no acababa de procesar en su totalidad. Levantándose y avanzando rápidamente hacia ella, retiró el obsequio que habia comprado pensando en ella, en ese raro impulso, más temprano.

La castaña lo tomó en sus manos con tal delicadeza que Severus comenzó a sentirse un poco incómodo ante lo que habia parecido tan hermoso antes, y ahora le resultaba tan banal para obsequiar a una deidad. Entreabrió sus labios, dispuesto a disculparse por tan exiguo regalo, cuando la vio sonreír al observar la rosa de caramelo, algo de rubor cubriendo sus pálidas mejillas.

-Gracias, Severus. Es preciosa. La conservaré para siempre, como recuerdo de nuestro primer San Valentín-

"Nuestro primer San Valentín", la frase hizo eco en la mente del joven, dejándolo sin aire. Se oía tan…íntimo. Tan real.

Solo tomó un desorientado parpadeo, y se encontró nuevamente solo frente a la Casa de los Gritos.

-Feliz día de San Valentín, Hermione- susurró al aire, antes de encaminarse a toda prisa hacia el castillo; su obsequio seguro bajo su capa.

"Alguien que pueda ayudarte a comprenderme un poco más", habia dicho. Tal vez era hora de solicitar una nueva revisión con su misterioso Maestro.