A la mañana siguiente Draco me está esperando fuera del retrato de la señora gorda. Siento que toda la casa de Gryffindor me está mirando. En cuanto llego con él me toma de la mano y hala de ella para que recorramos juntos los pasillos de Hogwarts.

Esta es la primera vez que camino por el colegio de la mano de alguien que sea mi pareja de manera oficial. Creí que cuando lo hiciera sería especial, que estaría perdidamente enamorado de la persona que sostuviera mi mano, pero la verdad es que no siento nada porque finalmente, nada de esto es real.

Intento soltarme de su mano, pero Draco sólo aprieta más fuerte. Daphne Greengrass y Pansy Parkinson nos miran, la primera sin ocultar su sorpresa y desagrado, la segunda con cierta burla y malicia.

Draco camina con soltura, su actitud hace que le creas que es el dueño del colegio, no teme mirar al frente y retar con la mirada a quienes nos miran de más o no le agradan (gryffindors en su mayoría).

—Tu mano está sudando —le susurro en el oído. Escucho la risita de unas chicas tras nosotros.

—No, es tu mano —replica.

Suspira y hace un movimiento con su varita, inmediatamente siento el frescor en mi mano.

Sólo suelta mi mano cuando estamos fuera del gran comedor, Draco se acerca e intenta besarme, me sobresalto tanto que muevo mi cabeza dándonos un golpe en la frente.

—No me beses —susurro molesto.

Draco resopla, dispuesto a contestar. Ambos podemos discutir demasiado, así que sé que se está preparando para dar el primer comentario hiriente. Voy a adelantarlo cuando veo a Astoria salir del gran comedor, mientras que Hermione llega por el pasillo, acompañada de Ginny. Es demasiado para mí.

Entró en el comedor, me siento junto a Dean y Seamus, quienes hablan sobre los deberes de DCAO. Tarea que, por cierto, olvidé totalmente. ¡Lo que faltaba! En seis años, nunca olvidé una tarea de esa clase y lo hago justo el año en que Snape consigue el puesto.


En clase de pociones, el profesor Slughorn, tan lejano de la realidad de sus alumnos, como siempre, decide estrechar los lazos entre las casas. Así que, para variar, me empareja con Draco Malfoy. Pienso en el casi-beso de la mañana y un escalofrío me recorre. Debería hablar con Malfoy, decirle que no puedo seguir con esto. No quiero besarlo, no quiero tomar su mano con todo el colegio mirándonos. No quiero que todas estas cosas pasen sólo porque él quiere darle celos a Astoria.

Paso una mano por mi cabello, desordenandolo más, si eso es acaso posible. Los ojos de Draco van directo a mi cabeza y una sonrisa petulante nace en sus labios.

—Eres un desastre.

Entrecierro los ojos, pensando en cómo decirle que no estoy dispuesto a seguir con esto y esperando que no haga un escándalo.

—¿De verdad vas a botarme en clase de pociones, rodeados de un montón de gente? Muy poco caballeroso de tu parte.

—¿Cómo? ¿Legere…?

—No estoy usando legeremancia contigo —me interrumpe—. Tu cara lo dice todo. Vas a echarte para atrás, ¿me equivoco?

Es tan engreído, arrogante, que no quiero darle la satisfacción de tener la razón.

—Sólo quiero establecer reglas.

—¿Tú hablando de reglas? Tienes cierta reputación al respecto, Potter.

—Eso… fue hace tiempo.

No he tomado las mejores decisiones al escabullirme por las noches con la capa de mi padre, o cuando fui con Ron a vagar por el bosque prohibido, también esta eso de enseñarle a mis amigos a montar thestrals. Sin embargo, mucho ha cambiado, ahora sólo quiero un año tranquilo.

—Al menos deberíamos tener una historia para cuando pregunten cómo inició esto.

—Estás removiendo con demasiada fuerza. Hazte a un lado.

Ágilmente, me quita del caldero y empieza a remover la poción con suavidad, el color rojo comienza a acentuarse, tal como explicó el profesor.

—Me encontraste en el tren y hablamos un poco, después de años de no hacerlo. Te diste cuenta que te gustaba desde siempre y no dejabas de pensar en mí. Cuando Astoria te dejó, quiero decir, cuando terminaron, decidiste invitarme a salir.

—No voy a decir que llevó años enamorado de ti, Potter.

—Bien, puedes decir que fue desde que me viste sobre la escoba, que creías que era respeto y admiración, y hasta hace poco descubriste que era algo más.

Draco Malfoy se queda paralizado, sopesa lo que le he dicho mientras mira un punto fijo en la mesa. Le doy una palmada en el brazo cuando Slughorn se acerca para echar un vistazo en nuestra poción. Draco salta sorprendido, pero reacciona a tiempo para agregar el último ingrediente en el caldero.

Slughorn nos elogia, al parecer nuestra poción resultó ser la mejor de la clase. Casi puedo escuchar el rechinar de los dientes de Hermione.

Al salir del aula, Draco me llama. Ambos tenemos un breve receso, así que me pide que lo acompañe al lago. Lo sigo hasta la parte trasera del castillo, el otoño ha refrescado y hay muy pocos estudiantes.

—Este es un buen momento para practicar los besos sin que todo el colegio mire como me dejas botado.

—No quiero que me beses.

—¿Estás bromeando? Por Merlín, Potter, eres tan exasperante, para que lo sepas, tampoco me hace mucha gracia besarte. Me diste un cabezazo esta mañana. Seguro dejo un cardenal.

Se toca la frente, dejando un mechon sobre ella. Me acerco fingiendo inspeccionar.

—No hay moretón, pero sí que hay principios de alopecia. Seguro es por traer el cabello tan engominado.

—Imbécil —responde al reconocer que bromeo.

—Como sea, nada de besos. No todo tiene que ser corporal en una relación.

—Beatifiquen a San Potter —replica Draco con las manos hacia el cielo—. Nadie me va creer que elegí la castidad sólo por ti.

Para ser alguien que aparenta estar por encima de todo, realmente le importa lo que piensen de él.

—Podrías abrazarme, tomarme de la mano, esas cosas.

—¿Qué tal los besos en la comisura de los labios? No tengo viruela de dragón, Potter.

Lo medito un poco y finalmente, acepto.

—No es eso, quizás… y no te rías, pero quizás vi demasiadas películas muggle donde todo parecía tan intenso y perfecto. Que imaginé que algún día me enamoraría de verdad, pero todo lo que he hecho es acobardarme escribiendo estúpidas cartas y fingiendo una relación contigo.

—Ah, está bien, creo. Dejaremos estas cosas para cuando tengas tu historia de Corazón de bruja.

—Idiota.

—Astoria decía que los mayores gestos son las pequeñas cosas. Siempre quería notas, dulces espontáneos y le gustaba pasar tiempo recostados en el lago, pero… un Malfoy no se sienta en la tierra.

Caigo en cuenta que hasta ahora, soy yo el que se ha quedado recargado sobre un árbol, mientras él está de pie, sin tocar nada, evitando que sus botas de piel de dragón se manchen.

—Bien, te enseñaré a olvidar el palo en el culo que es el comportamiento aristocrático, Malfoy.

Me mira de mala manera, pero no dice nada.

—No puedes contarle la verdad a nadie.

—La primera regla del Club de la pelea.

—¿Es ese grupo que hiciste con tus amigos?

—Y te llevaré al cine, obviamente, hay uno un pueblo más allá de Hogsmade, podríamos ir.

—Ya volviste a lo de romper las reglas, Potter.

—Cállate. Mejor dime cuánto tiempo haremos esto, creo que para Halloween ya deberíamos haber terminado.

—Tal vez antes, tal vez después. Relájate, ya veremos qué pasa.

Ambos nos damos el apretón de manos que nos hemos negado durante años, cerrando el trato.

Volvemos al castillo hablando sobre quidditch, el viento es cada vez más fuerte, despeina mi cabello y me provoca un ligero escalofrío. Draco saca una bufanda de seda verde de su mochila y me la entrega.

—Te resfrías muy fácil y no me gustaría tener un novio que estornude cada cinco segundos.


Ya establecidas las reglas con Malfoy, las cosas se vuelven más tolerables, incluso puedo hablar de nuevo con Hermione cuando la encuentro en la biblioteca y me pregunta sobre Draco.

—Pues no hemos roto. Al final se disculpó y hablamos mucho. Es increíble lo bien que la pasamos hablando.

—¿De qué tanto hablan?

—Lo usual: quidditch, me pregunta sobre cosas muggle, me ayuda un poco en pociones.

—Sí, lo noté en la clase. En fin, tengo que hacer algunas correcciones para Snape y voy algo atrasada.

Maldita sea, el ensayo de Snape. Hermione conoce muy bien mi expresión así que, cuando creo que me ayudará con el dichoso ensayo, dice:

—Deberías decirle a Malfoy que te ayude con eso.

Hago una pequeña mueca. Snape querrá castigarme por lo que resta de mi vida estudiantil en cuanto se entere que estoy "saliendo" con su amado ahijado.

—Ron ha escrito, por cierto. —La miro expectante—. A Ginny. Le pregunta por ti, al parecer no has respondido a su llamado en el espejo. Ginny me dijo que la buscaras para darte el mensaje completo.

Desde que se marchó, sólo he hablado con Ron un par de veces. Me contó un poco sobre los dragones, me pidió que tranquilizara a su madre. No fue fácil para ella que tres de sus hijos hayan decidido dejar la escuela, incluso si Ron sigue sus cursos en Rumania. Le escribí una carta, pero estaba tan exaltado en ese momento que, simplemente la rompí antes que enviársela.

Supongo que ya es hora de escribirle de verdad. Y de enfrentar a Ginny Weasley.

Encuentro a Ginny en la sala común, jugando con una chica llena de pecas y ojos muy azules. Se despide de la chica y me siento a su lado. Saca un sobre de color rojo de su túnica.

—Esto me llegó hace unos días, quería devolvértela, pero me estabas evitando. Luego Ron dijo que también lo evitas a él y están todos esos rumores sobre ti y Malfoy. ¿Estás bien, Harry?

Suelto un gran suspiro y escondo la cabeza entre mis manos.

—No tienes que explicar nada, Harry, sólo estoy preocupada por ti.

—¿En serio? ¿No tienes curiosidad?

—No realmente. Fui muy feliz cuando la leí, ya sabes que tenía un enamoramiento infantil por ti y la carta me hizo sentir muy bien, pero tu mera actitud ya me ha dicho que no quieres hablar de ello.

Ay, Ginny, siempre tan buena. ¿Por qué no me quedé con el enamoramiento por ella? Habría sido parte de los Weasley, jugaríamos quidditch juntos y no me amenaza con revelar todo, como el imbécil de Malfoy.

—Tú me gustabas Harry, pero —baja la voz— he descubierto que los chicos no son realmente lo mío.

—Ah —intento no sonar decepcionado.

—Eres el mejor Harry, si aún me interesara en los chicos, tú serías mi primera opción.

—¿Y quién te gusta ahora?

Pregunto recordando a la chica sentada con ella, viendo la cercanía y la dinámica de interacción bastante diferente.

—Está más cerca de ti que de mí. Luna —me explica.

Me quedo boquiabierto porque nunca lo habría considerado. Ginny y Luna. Ni siquiera sé si hay alguien que le guste a Luna, no suele hablar de nada de eso. Pero recuerdo también, que fue Luna quien nos presentó a la chica rubia de ojos soñadores, quien le ofreció su amistad antes que nadie.

—Harry, no le digas a nadie. No es que sea un secreto, Fred, George y Charlie lo saben, también mamá, pero sabes como es Ron... y Percy. Todos esperan descendencia de la única mujer Weasley de la familia. —Asiento—. Él, Ron, quiere que hablen por la red flú hoy a medianoche y… no se lo digas.

Le prometo no mencionar nada. Ni a Ron y mucho menos a Luna.

—Entonces, ¿es cierto? ¿Malfoy y tú…?

—Es de locos, ¿no?

—No tanto —responde sonriendo.


Querida Ginny.

Eres asombrosa. Y lo sabes. No lo digo como critica, sino como cumplido. Sabes lo especial que eres y no fanfarroneas al respecto, sino que sigues siendo sencilla y natural.

Eres increíble y sobresales sin intentarlo. Nunca lo admitiré ante Ron, pero creo que eres la mejor bruja de tu familia, además eres divertida y una gran buscadora. Me gusta estar contigo porque me haces sentir en un lugar seguro, en un hogar. Incluso cuando mis padres murieron, eras de las únicas personas que no me miraba con lástima.

Creo que eres excepcional, ojalá todos lo supieran. O mejor no. Me gusta pensar que esa Ginny que conozco es sólo para mí.

Harry Potter.


Ya va avanzando un poquito más la historia. Este ha sido mi capítulo favorito hasta ahora, me encanta la interacción Draco/Harry, sus peleas en todos los universos son las mejores.

Muchas gracias a quienes comentan, también a los tímidos que sólo leen.