Los personajes de Naruto NO me pertencen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

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Era muy joven, apenas juntaba quince años de vida, era extrovertido y curioso por naturaleza, fue en uno de esos ataques de curiosidad que la vio.

Hermosa era la dama que logró divisar jugueteando entre las olas del mar, de largos cabellos negros y destellos azules, de piel blanca y agilidad a la hora de nadar. ¿Alguien había caído del barco? No lo sabía pero sin duda, era alguien que sabía como salir con bien.

Ahora que la miraba mejor, no parecía ser del tipo de mujeres que había visto en el viaje, esas a las que su madre hace gestos groseros porque le desagradan. Supuso que sería alguien de otro barco.

Admiró por largos minutos los movimientos gráciles, parecía ser joven, un par de años mayor que él, sus movimientos creaban corrientes de aire, movían el agua de forma suave y creaban sonidos hermosos que jamás hubiese imaginado.

La vio lanzar gotas de agua hacia el cielo, creando pequeños pero bellos arco iris, mientras el sol de la mañana iluminaba su cara, sus labios lucían rojos y gruesos, sus mejillas húmedas y tiernas con ese rubor rosa que le inundaba, pero los mas bello que Naruto pudo ver, fueron los ojos hermosos que conectaron con los de él.

Su corazón latió con fuerza al admirar la belleza que se encerraban en los ojos ajenos, bellas lunas que brillaban de forma sublime, destellos lilas que parecían un espectáculo de pirotecnia, como si el hanabi se hubiese encerrado en aquellos ojos.

Sintió su cara arder, la mujer bella del mar le sonreía, dejando ver calidez y perfección en una sola vez, con sus mejillas rosas y el arco iris brillante que se alzaba por sobre su cabeza, las hebras de larga cabellera que se movían entre el agua, los labios hermosos que realzaban la belleza de la blanca piel de la dama.

El hermoso rostro dejó de sonreír cuando todos en el barco comenzaron a despertar, se alejó con velocidad, regresó su mirada de nuevo a él, admirando la belleza de los cabellos como el sol, y la belleza del cielo y el mar en sus ojos, sonrió dándole adiós al chico, recorrió la extensura visible del mar en un solo instante, dejando como unica evidencia, el camino de agua recorrido que comenzaba a desvanecerse.

Naruto le dijo a sus padres lo que vio, claramente nadie lo creyó, no era posible que su hijo haya visto una sirena, principalmente por que ellas son un mito, y no una leyenda. No importa cuánto le digan que está mal, Naruto no ha dejado de creer ni una sola vez, recuerda a la perfección a la bella mujer que entre el agua vio, sin saber que no era una sirena lo que vio, que no es un ser con cola del que se enamoró.

Cada año la busca en el mar, en la misma temporada, a la misma hora y el mismo lugar, con 26 años se dice a si mismo que la puede encontrar, porque aun que no puede verla sabe que es ella quién crea para él, los arco iris mas preciosos que alguien pueda ver, cada año el mismo día durante el amanecer.

Él no sabe que ella le observa desde abajo del agua con las mejillas sonrojadas, porque su amado no sabe, que no es una sirena, si no el mar quien se ha enamorado.

Hinata se llama, la emperatriz del agua.