La luz del sol de medio día golpeaba con fuerza, el aire soplaba trayendo consigo el característico olor del mar, y el sonido de las olas que rompían, se combinaban con la suave melodía de la música.

Había una pequeña carpa blanca decorada con hermosas flores blancas, sillas del mismo color y un arco de flores lilas, blancas, marfiles y algunos lindos cristales, haciendo alusión a lo que en aquélla playa se celebraba. Los invitados ocupaban poco a poco sus lugares, hundiendo sus pies entre la arena blanca, vistiendo frescos trajes aptos para el lugar y la situación.

Algunos minutos fueron suficiente para que se viera totalmente lleno el lugar, la felicidad se hacía presente en el mágico lugar, era cálido y romántico, algunas parejas dejaban escapar suaves suspiroa ante la visión de ensueño que suponía todo a su alrededor.

Todo se mantuvo en silencio cuándo una pequeña de diez años ingresó, caminando con pasos lentos en el pequeño pasillo creado por las flores, dejando a su paso pétalos blancos, sonriendo mientras miraba siempre al frente, donde una pequeña manta de seda blanca esperaba. Todo era tan perfecto ante los ojos inocentes de Himawari Uzumaki.

El publico se puso de pie cuando vislumbraron a una pareja avanzar, ambos vistiendo de hermoso perla, tomados de la mano e irradiando felicidad. Ella con un vestido delgado que rodeaba con dulzura su cintura, su cabello antes largo, cortado a la altura de sus hombros, dejando una visión preciosa de su bellísimo rostro, luciendo un maquillaje leve y bastante natural, con las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes de emoción.

A su lado, él parecía bastante nervioso, pero ello no opacaba su evidente felicidad, esa que se reflejaba perfectamente en su sonrisa enorme, dejando poco visibilidad para aquellos ojos azules que brillaban cada vez más, mientras tomaba con fuerza la mano de su compañera.

Ambos ocuparon su lugar al frente de todos, sin soltar sus manos ni un solo segundo, siendo abrazados por su pequeña hija y el mayor, Boruto Uzumaki, quienes tomaron lugar cada uno a un costado.

—Ha pasado mucho tiempo desde la primera vez que nos vimos —comenzó el rubio—, llamaste mi atención desde ese momento, pero era testarudo y me negaba a ver lo evidente, para mi eras solo una chica extraña, pero en mi vida eras un torbellino, uno repleto de emociones que me tenía hecho un desastre.

Hinata sonrió tímida.

—En aquellos momentos no pensé en lo importante que serías en mi vida, pero lo sospechaba y trataba a toda costa de alejarte, entonces llegó ese día, el día en que te irías de mi lado temporalmente, entonces sentí miedo. Estaba aterrado de que lejos encontrarás un hombre mejor, tenía miedo de amarte como lo hacía, pero me daba más miedo verte lejos, verme lejos de ti y tu belleza que me dolía, por ello recurri a escribir una carta, aquélla que estaba llena de las cosas que más odiaba de ti, enumerando las cosas que me habían atraído, perdido y me tenían loco por ti.

Naruto suspiró y sonrió de nuevo a su esposa.

—No pensé que la aceptarías, después de todo nadie dice que te odia en jna declaración, pero era desconfiado y seguía lastimado por el pasado, claro que eso no parecía importante, pues accediste a tener una pre relación a distancia, haciendo que mi corazón bombeara con mayor fuerza y que sintiera que moriría en cualquier instante. Ahora ya han pasado diecisiete años desde que comenzamos una relación, desde que volviste corriendo por mí hasta un parque, desde que un niño se sintió asqueado ante nuestra demostración de amor, desde nuestro primer beso. Hoy sin embargo no es eso lo que celebramos, en cambio estamos para renovar nuestra promesa de amor eterno ante nuestra familia, aquélla promesa que hicimos hace quince años y que hoy se siente con mucha más fuerza.

Hinata asintió suavemente mientras Naruto limpiaba una pequeña lágrima que bajaba por su pálida mejilla.

—Son quince años desde que nos casamos, donde hemos pasado buenos y malos momentos, pero en todos nos mantenemos juntos, porque sin importar las diferencias, nos amamos con locura, y no veo mi vida lejos de ti, más que el amor de mi vida, eres mi alma gemela y aunque hay cosas que odio, son mil cosas que amo de ti, mil razones no necesarias para quedarme junto a ti.

Hinata comenzó a llorar un poco, estaba tan conmovida por las palabras de su esposo, llevó su mirada hacia su hija que trataba con todas sus fuerzas contener las lágrimas, terminando por observar las mejillas rojas del rubio de su corazón, mientras trataba de no perderse en la belleza de sus ojos azules y brillantes.

—Naruto-kun —comenzó con voz suave—, puedo decir que estos han sido los mejores años de mi vida, los más felices y los más hermosos. Me has hecho esposa y madre, dándome dos hijos hermosos y adorables, siendo el hombre que cualquiera pudiese querer.

—Aquél día que te conocí, supe que eras alguien especial, podía ver el dolor de una decepción en tus preciosos ojos, pero también vi la bondad de tu corazón, siendo lo segundo lo que me enamoró, haciendo que mi corazón latiera con fuerza y mis nervios me volviesen tímida en tu presencia.

—Han sido quince años hermosos, hemos pasado pruebas difíciles pero nuestro amor siempre será mas fuerte, algo como el tiempo y la distancia no es un reto, solo nos une cada vez más, fortaleciendo el sentimiento que burbujea en mi pecho, haciendo que te ame de tal forma que antes, nos hubiese parecido imposible. Ahora que rectificamos ante nuestra familia y amigos, renuevo mi promesa con más fuerza, prometiendo de nuevo amarte y respetarte, cuidar de ti tal como cuidas de los niños y de mí, siempre velando por nosotros, amándonos.

—Mi amado Naruto-kun, hay mil cosas que amo de ti, pero hay una sola cosa que quiero decir; Gracias por nacer.

—Te amo —dijo Hinata

—Te amo —respondió Naruto

La nueva promesa se vio sellada por un beso profundo y lleno de amor, ante las miradas enternecidas de familiares y amigos, la incómoda de su hijo mayor y la enamoradiza de la menor.

Los aplausos y gritos se hicieron presentes, el beso fue roto lentamente y ambos sonrieron con las mejillas sonrojadas, como hace quince años en su boda, cuándo eran solo dos enamorados con un futuro incierto, una carta de odio como declaración y mucho amor por dentro.

¡FELICES BODAS DE CRISTAL!

Se escuchó por todo el lugar, los esposos tomaron de la mano a sus hijos y caminaron a orillas del mar, con una promesa renovada y una familia unida.

—Cariño —llamó el rubio a su esposa

—¿Si? —respondió ella abrazándose a él

—Odio tu cuello

—¿Por qué? —dijo Hinata con una sonrisa

—Se me antoja dulce y me dan ganas de morderlo —respondió coqueto

—Calla Naruto-kun, los niños podrían escuchar

—Ellos van bastante adelante, mi pequeña Hinata-chan

—¡Pervertido! —gritó Boruto a lo lejos.