Los personajes de Naruto no me pertenecen si no a Masashi-Sama...

En Modo de Defensa

Prólogo

Hinata se despertó por un leve golpe en su frente y con mucho dolor corporal fue abriendo los ojos. El auto seguía en movimiento y frotándose un ojo con los dedos se sentó erguida. Bostezó y miró el paisaje que cambió mucho a lo último que había visto antes de despertarse.

—Q-que Bonito..– Murmuró más para ella que para los demás pasajeros.

Altos árboles se alzaban al costado de la carretera, no se podía apreciar mas que un extenso paisaje verde por donde mirará.

—Hinata, buenos días.– La mensionada viró el rostro al asiento del acompañante del viejo auto y le sonrió a su madre.

—Buenos días madre.

—Ya estamos llegando.– Le avisó con una sonrisa la mujer que se parecía mucho físicamente a ella.

Hinata sonrió y volvió a mirar por la ventana, un brillo de tristeza se asomó en los ojos perlas. Se estaban mudando a la ciudad de Konoha por un nuevo trabajo de su padre en la empresa Uchiha. Estaban a mitad de año y no conocía a nadie allí, había tenido que dejar a sus amigos y escuela en Suna, aunque adonde iban, según sus padres, es donde había nacido. Lo cierto es que tenía mucho pánico de sólo pensar en hacer nuevas amistades. Ya de por sí, le había costado hacer amistades, que no eran muchas, en su antigua escuela, pensar en conocer nueva gente en un instituto para ricos le hacía hiperventilar.

Estaban llendo a la casa del hermano gemelo de su padre, Hisashi, y su primo, Neji. Supo que su tío la había anotado a ella y a Hanabi en el Instituto Konohagakure, donde iba Neji; él estaba en el último año. Ella iba a empezar el primer año en preparatoria y Hanabi todavía estaba en primaria.

Volteó su mirada a su hermana pequeña que seguía durmiendo en el asiento de al lado y sonrió con ternura. Su paso por primaria había sido horrible, víctima de bullying por parte de sus compañeras por el color de sus ojos,lo pálida y lo callada que era. Con el paso de tiempo había aprendido y formado un caparazón contra sus burlas. Muchos años se había tragado todo el maltrato de sus compañeros, hasta que conoció a Gaara, su mejor amigo. Él le había hecho entender que no debía dejarse humillar como lo hacían, aunque dudaba de que el cambio de actitud de sus compañeras había sido más bien porque ella se había hecho la mejor amiga del chico callado y popular de la primaria, además de uno de lo más ricos.

Pero su hermana Hanabi era muy diferente a ella y agradecía por ello. Nunca se dejó pisotear por nadie y una par de veces sus padres habían tenido que ir a la escuela por peleas en que se metía su hermanita menor. Era decidida y fuerte apesar de su corta edad.

Neji, por lo que le habían dicho sus padres, era un prodigio en la escuela y en Karate. Él estaba por graduarse de la escuela con escasos 16 años y era cinturón negro en Karate, dudaba mucho que haya sido víctima de bullying como ella.

El auto se detuvo en el portón de una gran casa y Hinata con la boca levemente abierta vió la "mansión" que se erguia majestuosa destras de esas rejas.

—Bien, llegamos.– Anuncio Hiashi, el jefe de la familia.

—Hanabi... Hanabi, despierta.– Su madre intentó despertarla y con un quejidos la más pequeña de la familia abrió los ojos perezosamente.

—¿Y-ya llegamos?– Preguntó con la voz adormilada.

La reja se abrió sola y su padre entró adentro del terreno de la casa Hyūga.

—¡Increíble!– Gritó Hanabi pegandose en el vidrio del auto.

Su padre se estacionó al costado la puerta de la casa y bajó, siendo recibido por un hombre prácticamente igual a él. Su madre también bajo y Hanabi salió casi corriendo del auto para saludar a su tío. Hinata fue la última en salir y se quedó observando desde atrás como su familia se saludaban.

—¿Hinata?– Preguntó su tío asombrado.

Ella sonrió y recibió el abrazo del hermano de su padre gustosa.

—¡Como has crecido, Hinata!¡Eres igual de hermosa que tu madre!– Le dijo con una gran sonrisa.

—G-gracias..– La oji perla sintió como sus mejillas ardían, pero estaba feliz del cumplido que le había hecho su tío.

—¡Mira Neji!¡Es la pequeña Hinata!– Su tío se movió a un costado para dejar ver a un chico alto, de pelo largo y castaño oscuro, el mismo color perla en los ojos y muy apuesto.

—¡Wow! Hinata. ¿Cómo estás?– Saludo su primo que hace muchos años no veía y se abrazaron.

—B-bien y ¿tú Neji?

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Naruto corría lo más rápido que podía, su respiración era descontrolada entre el miedo y la adrenalina. Podía escuchar los pasos de los que le seguían y las risas de los dos chicos que lo perseguían. Sabía lo que le esperaba si lo alcanzaban y no quería recibir más golpes.

Se metió en un callejón que tarde se dió cuenta que no tenía salidad. Miró para todos lados buscando una salida, pero ni siquiera había puertas. Pudo ver unos tachos de basura y quiso subirse a ellos para trepar el muro, pero alguien lo agarró de la remera y lo tiró al suelo, golpeándose la nuca al impactar. El dolor lo dejó algo mareado, pero se levantó con una mueca de dolor.

—¿Adónde creés que vas idiota?– Le dijo el de pelo celeste con una sonrisa mostrando sus dientes afilados.

Naruto tragó saliva y miró a sus dos compañeros de clases y se puso en posición de guardia, no sabía pelear pero se defendería como diera lugar. Una carcajada irónica salió de los labios del peliceleste al observarlo y el corpulento de pelo anaranjado lo miró con una sonrisa ladeada. Justo en ese momento entro en el callejón el culpable de que se encontrara en esa situación. Con las manos en los bolsillos de su pantalón de primera marca y sin muestra de sentimientos en el pálido rostro, ni brillo en los oscuros ojos.

—¿Planes pelear Dobe?– Le dijo en ese tono único que no expresaba nada.

—¡Ya te lo e dicho Teme! ¡Eres un maldito niño mimado dattebayo!– Le gritó Naruto señalandolo con el dedo índice.

—¿Cómo te atreves a hablarle así a Sasuke-Sama?– Le dijo el anaranjado apretando el puño en su mano abierta, haciéndose sonar los dedos.

El rubio volvió a bajar el brazo para volver a levantar los puños en señal de defensa. Los dos perros de Sasuke miraron al azabache.

—Hmp.– Fue la señal que les dió para que se abalazaran ambos contra Naruto.

Jūgo lo golpeó con el puño en la mejilla, sin que el rubio pudiera defenderse. Calló con el cuerpo ladeado a un costado y quiso levantarse a pesar del dolor, pero antes de ponerse de pie recibió una patada de Seigutsu en el estómago que le sacó todo el aire. Se llevó una mano al estómago y toseo sin poder evitarlo, volteó el cuerpo quedado tendido boca arriba. Su cuerpo ya estaba cansado por la corrida y la golpiza del día anterior.

—¿No ibas a defenderte idiota?– Le preguntó con mofa el peliceleste y volvió a patearle en las costillas.

Naruto se quejó por el golpe, pero no quería moverse más. Escuchó los pasos de las zapatillas caras de Sasuke en el asfalto de ese callejón. Abrió un ojo y el rostro serio del peli negro lo miraba.

—No vales la pena Uzumaki. Después de todo eres un huérfano que no tiene dónde caerse muerto. No entiendo por qué Sarutobi te tiene en su casa aún.

Naruto apretó la mandíbula y el puño, antes de darse cuenta se había abalanzado contra Sasuke, tirándolo en el sucio suelo y golpeándolo con un puño en el lado derecho de su cara. Antes de golpearlo de nuevo Jūgo ya le había pateado en el pecho, callendo nuevamente en el piso y Seigutsu lo golpeó hasta cansarse.

—¡Maldito!¡Bastardo!– Le gritaba una y otra vez mientras le deformaba el rostro.

Más tarde

—¿Naruto?¿Vas a cenar?

El rubio miró la puerta de su habitación donde se escuchaba la voz de Hiruzen Sarutobi, su tutor.

—No viejo, no tengo hambre.– Mintió descaradamente, ya que se moría de hambre pero los moretones empezaban a notarae en su rostro y no quería preocupar de mas a Hiruzen.

Naruto escuchó el suspiro de su tutor y los pasos alejándose de la puerta. Al sentir que había terminado de bajar de las escaleras volvió a mirarse en el espejo y se colocó la mitad de la papa en el ojo hinchado.

—Lo siento viejo.– Susurró al aire, terminando la frase con una mueca de dolor al sentir el ardor en su labio inferior roto.