Este fic participa en el Amigo Invisible Navideño 2018-19 del foro "La noble y ancestral de la casa de los Black"


Epílogo

«No one else has lived this life»

Cloud Atlas, David Mitchell


—¡Avada Kedravra!

Le sorprendió darse cuenta de que la muerte se sentía como la nada.


—Al usar tu sangre… Voldemort te ató a la vida. Mientras él viva…

—¿Eso significa que puedo volver?

Le parecía un pensamiento agridulce. Pero aun así, supo que Draco tenía razón. Y volvió: no podía dejar al mundo a merced de Lord Voldemort.


—¡Lucius! ¡Revisa tú!

El hombre se inclinó sobre él. Disimuló su expresión de sorpresa cuando notó que estaba vivo.

—¿Y Draco…?

Harry negó con la cabeza.

—Por favor…

Lucius Malfoy mantuvo la compostura.

—¡MUERTO!


—Cometiste muchos errores, Tom. ¿Pero poner pedazos de tu alma dentro de alguien que nunca iba a servirte? Quizá el mayor de todos. Quizá más grande que creer que no acabaríamos con ellos. Que no tendríamos la sangre fría.


—¡Avada Kedavra!

—¡Expelliarmus!


El mausoleo de los Malfoy se le antojaba demasiado elegante, pero adecuado, al fin y al cabo. Draco estaba enterrado al lado de su madre. Harry solía pasar mucho tiempo ahí. Nunca le había contado a nadie de lo suyo con Draco. Sentía que se iba a llevar el secreto a la tumba. Sólo Nott lo había adivinado. Después de la batalla simplemente se apagó. Sintió que ya había llenado el cupo de tragedia por toda su vida y se dejó llevar con la corriente. No le sorprendió lo de Ron y Hermione. Al menos alguien merecía ser feliz con el amor de su vida.

Durante los funerales simplemente descubrió que había perdido su capacidad de llorar. Theodore fue al de Ginny y Fred y vio a los Weasley enterrar dos hijos. Todos los que sabían lo que realmente había pasado con Ginny se lo callaron. Ya había suficiente tragedia alrededor. En el de Remus y Tonks ni siquiera fue capaz de mirar la cara de Andrómeda, pensando que la última vez que había visto a Remus habían discutido porque él había abandonado a Tonks. Fue Andrómeda la que le dijo que Remus había vuelto con Tonks y que habían tenido a su hijo y que deseaban que él fuera el padrino. Le dijo que se llamaba Ted, como su difunto marido.

Había más muertos. Harry siempre pensaba en ellos.

—Lucius se va a hartar de vernos aquí —oyó una voz detrás de él—. Aunque creo que te agradece que lo salvaras de Azkaban cuando testificaste que te salvó la vida.

—Nott —dijo Harry.

Theodore se dejó caer justo al lado de él, en el piso del mausoleo, enfrente de la tumba de Draco.

—Si me lo preguntas, es una tumba demasiado… demasiado estirada —dijo Theodore—. No le hace justicia.

—Creo que le hace un poco de justicia.

Theodore se encogió de hombros.

—Vengo a contarle cosas a veces —le dijo a Harry—. Pero tú parece que vienes a deprimirte. También… también fui a ver a Ginny. Los demás están celebrando el Día de la Victoria. El primero de muchos, pero… no sé por qué nunca lo siento como una victoria. Le llenaron la tumba de flores. Esta hermosa. Le puse rosas. Rojas. Creo desentonaban un poco.

Harry sonrió.

»Sé que aún no le has dicho a nadie, sobre tú y Draco. Lo que sea que haya sido.

Nunca hablaban de eso.

—Fue lo que fue y ya —musitó Harry. Enterró la cabeza en las rodillas.

Theodore se acercó hasta él y le pasó el brazo por la espalda, recargó su cabeza en su hombre.

—Deja de doler, ¿no? —preguntó—. Tiene que dejar de doler. Algún día. ¿No? ¿No?

—Sí, creo que sí —dijo Harry. Movió una de sus manos hasta alcanzar la de Theodore, la que estaba en su hombro, y apretarla—. Creo que sí. ¿Hicimos lo correcto? —le preguntó a Theodore.

—Me lo pregunto todos los días —le respondió—. Pero creo que sí. Esa cosa… ese pedazo de alma, los iba a matar cuanto más se resistieran, los estaba matando, Harry. Lo único malo es que nosotros nos quedamos aquí. Y duele. Y esas cosas sentimentales de las que odio hablar.

—¿Fuiste feliz con ella?

—Sí.

—Yo también.

—Valió la pena, entonces —dijo Theodore—. Valió la pena. —Harry lo oyó suspirar—. Sólo espero el día que pueda voltear al pasado y sonreírle a los recuerdos y no quiera golpearlos hasta deshacerme los nudillos.

Se quedaron así, abrazados. Harry cerró los ojos. Sí, pasaría, se dijo. El futuro era brillante y lo tenía enfrente de él. Y Theodore también. Tenían todo el tiempo y todo el mundo.


Notas finales:

1) Este epílogo, igual que otras varias cosas en el fic que cambié al estarlo corrigiendo a lo largo de todo este mes, es un afterthought. Pero creo que es necesario. Porque es algo que Harry y Theodore merecen. Y en mi mente los dos son endgame, pero ustedes son libres de pensar lo que quieran.

2) Esta es, en general, una historia que moría por escribir (planeaba escribirla después de AI si nadie se la escribía a Gaheller y el destino quiso que yo le escribiera) pero que me daba mucho miedo, hasta que dejó de darme miedo. No sé en que momento se convirtió en un rewrite de Las Reliquias de la Muerte, pero lo digo aquí: NUNCA MÁS HARÉ OTRO.

3) Todos los cambios y todas las omisiones son porque Las Reliquias tiene más de 200K palabras —así que la historia de la piedra de la resurrección y otras cosas no cupieron— y esta sólo se va a quedar rallando las 40K, lo cual ya es un record para un AI. De todos modos, espero que la haya disfrutado.

4) GAHELLER, ESPERO QUE TE GUSTE. Sé que soy la reina del drama y del angst, pero espero haberte hecho un poco de justicia con esta historia. Es para ti. La premisa es tuya, yo sólo la puse en papel. Es probablemente el regalo más grande que nadie ha hecho en un AI (no iré a comprobar si alguien ha hecho algo más largo) y es la primera y última vez que lo voy a hacer (por mi sanidad mental, espero). Gracias por la premisa.

5) Gracias por leer y gritarme en los comentarios. Pueden gritarme lo que quieran. Sé que soy muy cruel. Lo siento. Y a la vez no. La crueldad con los personajes de uno hace que historias hermosas vean la luz.

Andrea Poulain

a 29 de enero de 2019