Resumen: Lila cumplió su amenaza contra Marinette: hacer que sus amigos la abandonen y humillarla tras ser rechazada por Adrien. Hawkmoth no pierde su oportunidad de crear un akuma muy poderoso, inspirado en una antigua leyenda china. Chat Noir necesitará ayuda para rescatar a Marinette sin la ayuda de Ladybug. Spoilers Tercera Temporada.

Nota Aclaratoria:

1) Los personajes no me pertenecen, salvo algún OC que de pronto aparezca. Créditos a Thomas Astruc y compañía.

2) Contiene spoilers de todo lo que se ha estrenado de la tercera temporada.

3) Viaje al Oeste es un cuento tradicional chino de autor desconocido y pertenece al dominio público. Puse un pequeño resumen al final del primer capítulo, por si les quedan dudas sobre el cuento.

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VIAJE AL OESTE

CAPÍTULO 1: PRÓLOGO

Casa de la familia Dupain-Cheng

Seis años antes de la aparición de Ladybug y Hawkmoth en París

Sabine se llevó la taza de té a los labios antes de darle un leve sorbo. Su casa estaba en completa paz y silencio en esos momentos. Su marido, Tom, se encontraba en la panadería en el piso inferior del apartamento. Ambos tenían catorce años de casados, y apenas unos cuantos viviendo ahí y teniendo su panadería.

Si bien ambos habían vivido más o menos cómodamente los primeros años de su matrimonio, desde que la pequeña hija de ambos, Marinette, había nacido, habían tenido dificultades financieras. Por supuesto que no era culpa de la pequeña, sino de un desafortunado accidente ocurrido en la vieja panadería. Uno de los asistentes de Tom Dupain había olvidado apagar los hornos, y el viejo local se había quemado, haciendo que los Dupain-Cheng perdieran todo su patrimonio en un abrir y cerrar de ojos.

-Al menos los tres estamos sanos y salvos, Tom- le había dicho Sabine cuando éste se lamentó por la pérdida de la panadería- comenzaremos de nuevo. Sé que estaremos bien. No podemos fallarle a Marinette-

Con esas palabras, Tom había tomado vuelo y había reconstruido las vidas de los tres de literalmente las cenizas, con un poco de ayuda de sus padres y un préstamo de los Kubdel. Y en poco tiempo, había pagado sus deudas y su panadería se había vuelto la más famosa de todo París.

El hombre adoraba a su pequeña hija, y frecuentemente se refería a ella como su porte-bonheur, su amuleto de la suerte. Marinette era una de las niñas más amadas de todo París, y pronto aprendió a ser positiva incluso en las situaciones más desesperadas. Y a pesar de que sus emociones eran transparentes para que todo el mundo las viera, sus enojos o tristezas no duraban mucho tiempo, pues Marinette encontraba una solución a sus problemas.

Sabine dio otro sorbo a su té mientras esperaba a que su esposo e hija subieran para comer en familia. Aún no llegaba Marinette de la escuela, pero no faltaba mucho tiempo.

Mientras tanto, en la panadería, Tom había terminado de preparar el pan del día y miró al reloj también. Apenas pasaba el mediodía, y se dispuso a atender al pequeño grupo de clientes que venían del colegio Françoise Dupont, pidiendo sándwiches y golosinas durante su descanso de la escuela. Finalmente, después de un rato, una pequeña niña se escabulló entre los chicos del colegio, y se acercó al enorme panadero.

-Salut, papa- dijo Marientte, abrazando una de las piernas de su padre. Tom dejó lo que estaba haciendo por un momento.

-Salut, ma chérie- dijo Tom sonriendo mientras que revolvía los cabellos de la pequeña- ¿tuviste un buen día en la escuela?- Marinette asintió con una enorme sonrisa- ¿Chloé no te estuvo molestando hoy?-

La pequeña respondió sacudiendo la cabeza.

-¿Me puedes ayudar, ma chérie?- dijo Tom, señalando una caja de galletas detrás del mostrador- ¿puedes llevarle esto a tu maman? Estaré con ustedes en un rato, cuando termine de atender a los clientes-

-Oui, papa- dijo Marinette, tomando la caja de galletas y apresurándose a subir las escaleras hacia el apartamento.

Mientras que la pequeña subía, Sabine supo inmediatamente que su hija había llegado. Esos tropezones en la escalera eran típicos de Marinette. Ahora que lo pensaba, su pequeña era bastante propensa a los accidentes y tropiezos, sobre todo cuando se emocionaba. Y a pesar de todas las rodillas raspadas y golpes en el suelo, su hija no había aprendido la lección, pero tampoco perdía el ánimo.

Maman, maman!- escuchó a la pequeña llamándola desde la escalera. Sabine abrió la puerta de la sala para dejarla pasar.

La mujer sonrió al ver llegar a su hija; sus pequeños pies tambaleándose y tropezando de la prisa que la pequeña llevaba por abrazar a su mamá y contarle cómo le había ido ese día.

Su madre la atrapó antes que se fuera de narices al suelo, y la abrazó. ¡Vaya que Marinette tenía talento para tropezar! Nadie en su familia o en la de Tom era tan propenso a tener problemas con la gravedad, pero supuso que debería existir alguien así en cada familia.

-Ten más cuidado, ma chérie- dijo Sabine, abrazando a la pequeña mientras la ayudaba a ponerse sobre sus pies- no tienes que precipitarte así, no iré a ninguna parte. ¿Tuviste un buen día en la escuela?-

-Sí, maman- dijo Marinette, aún brincando emocionada- Rose y yo dibujamos un vestido rosa, ¡fue muy bonito!-

-Me alegro, cariño- dijo la mujer, sonriendo levemente- ¿qué te dijo tu profesora?-

-Que está muy rosa- dijo la pequeña, encogiéndose de hombros- pero a Rose le gustó de todos modos, así que no importa mucho-

Sabine sonrió levemente mientras revolvía el cabello de su hijita. Amaba que la pequeña fuera tan optimista y viera el lado bueno a todo lo que sucedía a su alrededor. Era una niña que no lloraba, y si se entristecía por alguna razón, pronto volvía a sonreír. Tenía un agudo sentido de la justicia, y ayudaba a toda persona que necesitara de ella.

-Maman, papa dice que no puede subir todavía- dijo Marinette de pronto.

-Lo sé, papa tiene mucho trabajo- dijo su madre, sonriendo- acabamos de reabrir la panadería, es normal que tenga que quedarse trabajando hasta muy tarde. Pero creo que no tardará mucho en cerrar para subir a comer- añadió, guiñándole un ojo.

Marinette sonrió, y dejó que su mamá la sentara en el sofá de la pequeña sala.

-¿Quisieras leer una historia mientras que lo esperamos a papa?- le dijo su madre, y los ojos de la pequeña brillaron.

-¡Sí!- dijo Marinette, dando pequeños brincos a su alrededor- ¡una historia! ¿Me vas a contar la historia de la Befana otra vez?-

Sabine sonrió mientras tomaba la tetera y comenzaba a servir dos tazas de té, pero sacudió la cabeza. Nunca le podría hacer justicia a la manera en la que su suegra contaba esa historia. Gina Dupain, la madre de Tom, siempre contaba la historia de la vieja bruja italiana mientras que ella y Marinette comían dulces.

-No, chérie, esa historia se la sabe mejor tu mamie Gina- dijo la mujer adulta, dándole una taza de té a la pequeña, quien la tomó con cuidado con sus dos manitas- ya sé, te contaré una leyenda de China. La historia del viaje al oeste-

-Oh- dijo Marinette, acomodándose en el sofá- ¿de que se trata?-

Sabine tomó un libro del librero que estaba junto a la entrada del apartamento y se sentó junto a ella, mostrándole las páginas con las ilustraciones. Marinette las miró, boquiabierta. China, la tierra de donde era su madre, siempre le había parecido misteriosa y fascinante. La tierra llena de leyendas y dragones.

-Es la historia de un monje llamado Xuanzang- comenzó a leer Sabine, mostrándole el dibujo del monje en el libro- que se cambia el nombre a Tripitaka hacer un viaje al Oeste para encontrar a Buda, y recoger sus pergaminos para regresarlos a su pueblo para que todos en China alcancen la Iluminación. El problema es que todo el camino está lleno de peligros y demonios que quieren detenerlo ante de que llegue, y comérselo.

Marinette abrió los ojos desmesuradamente.

-¿Porqué quieren comérselo, maman?- dijo Marinette, haciendo una mueca.

-Eh… porque… son malos. Así que la corte del cielo le da a Tripitaka tres compañeros en su viaje para defenderlo y pelear contra los demonios- continuó Sabine.

Los ojos de la niña estaban fijos en las páginas, y dejó escapar una exclamación de sorpresa cuando su madre pasó la página, al ver a los tres acompañantes de Tripitaka.

-El primero se llama Sandy, es un espíritu del agua- dijo Sabine, señalando al primer acompañante, que parecía un monstruo acuático que llevaba una guadaña- el otro se llama Pigsy- señalando un cerdo con lo que parecía ser una escoba de césped- y finalmente está el más poderoso de todos, Sun Wukong, el rey mono-

-¿El rey mono?- dijo Marinette, echándose a reír al ver a los graciosos personajes, dibujados en el libro al estilo chino- ¿cómo van a hacer un pescado, un cerdo y un mono para ayudar a Tripitaka a llegar con Buda?-

-Los tres no son animales comunes y corrientes, chérie- dijo Sabine- son seres divinos muy poderosos, que pueden ayudarlo a vencer a los demonios que están en el camino, y llegar al monasterio donde está Buda-

Marinette pasó sus pequeños dedos por la ilustración de Sun Wukong, y sonrió al ver al mono con una corona de color dorado brillante y una larga vara de madera. Era, por mucho, el personaje que más le llamaba la atención.

-Éste me gusta- dijo Marinette, señalando al rey mono.

-Buena elección, ma chérie- dijo Sabine- Sun Wukong es el más poderoso de todos-

La pequeña sonrió.

-¿Y cómo conocen a Tripitaka?- preguntó la niña.

-Pues… uno de los espíritus del cielo, Guanyin, fue la que le dio la misión a Tripitaka- dijo Sabine- pero antes de ello, Guanyin buscó a sus tres aliados. Los tres habían hecho cosas malas, y ella les prometió perdón si ayudaban a Tripitaka a llegar con Buda-

-¿Y que pasa después, maman?- dijo Marinette, mientras hacía chocar sus pies uno con el otro- ¿qué aventuras tienen?¿Tripitaka logra llegar con Buda?-

-Tal vez- sonrió su madre- pero primero… Tripitaka y los otros tuvieron muchas aventuras-

-Entonces, ¿el rey mono es el mejor de todos?-

Sabine estuvo a punto de responderle cuando Tom Dupain subió al departamento con una enorme sonrisa mientras que se limpiaba las manos con el delantal.

-Listos, ya despaché al último cliente y cerré la panadería- dijo el hombre con una enorme sonrisa- ¿quién tiene hambre?-

-¡Yo!- dijo Marinette, dejando su taza de té en la mesita de café y corriendo hacia su papá, quien la levantó con una sola mano y con bastante facilidad. Sabine sonrió y cerró el libro, y los tres se sentaron a la mesa para comer. La historia podía esperar para la hora de dormir.

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Mansión Agreste

Esa noche

El auto se estacionó frente a la entrada de la mansión, y Emilie Agreste sonrió agradecida hacia el guardaespaldas de la familia por haberla recogido del aeropuerto y dejado sana y salva en la puerta de su casa. Tras darle una palmada en el hombro, la mujer bajó del auto y subió los escalones hacia la mansión.

Sabía muy bien que su esposo no estaría en ese momento en casa. Había salido de viaje con los Bourgeois a Nueva York para promocionar su nueva línea de ropa. Aunque era un diseñador de modas, su esposo aún era poco conocido en París y en el mundo de la moda. Emilie realmente esperaba que en ese viaje Gabriel se diera a conocer y cumpliera finalmente su sueño.

Emilie por fin abrió la puerta de la mansión, y saludó con una sonrisa a Nathalie, la asistente de su esposo, que había tomado el papel de tutora particular de Adrien mientras que ella o Gabriel estaban de viaje.

La mujer siempre había discutido con su esposo sobre dejar a su hijo ir a la escuela, pues pensaba que le hacía bien conocer a otros niños. Pero Gabriel siempre se había negado. Como Emilie era una actriz más o menos famosa, su esposo tenía miedo de que los reporteros lo acosaran en la escuela o en la calle.

-Ya tiene como amiga a la hija de los Bourgeois- le había dicho Gabriel en un tono bastante final- no necesita a nadie más-

Emilie tenía serias dudas al respecto, pero decidió no discutir, al menos por el momento. Ya vería más delante, cuando Adrien estuviera en edad de entrar al colegio.

La mujer estuvo a punto de decirle algo a Nathalie, cuando la puerta de la habitación que estaba justo subiendo las escaleras se abrió de golpe, y una personita salió disparada hacia ella. Casi podía ver la mata de alborotados cabellos dorados dirigiéndose a toda velocidad en su dirección.

Maman!- exclamó Adrien, bajando en pijama la escalera principal de su casa, esquivando hábilmente a Nathalie y su mirada reprobatoria, y corriendo a abrazar la cintura de su madre tan pronto como ésta abrió la puerta de la mansión.

No era para menos: su madre había pasado las últimas semanas al sur de Francia rodando una película, y apenas acababa de regresar. Nathalie y el Gorila se habían quedado a cargo en casa, y aunque cuidaban bastante bien de él, el pequeño había extrañado a su madre.

-Compostura, Adrien. Recuerda lo que hablamos sobre cómo te debes de comportar cuando llegan tus padres de viaje…- lo reprendió Nathalie haciendo sonar repetidamente las manos, visiblemente incómoda por su conducta, mientras el niño rubio la ignoraba completamente y se aferraba a su madre.

-¡Te extrañé mucho, maman!- dijo el pequeño. Sus enormes ojos verdes brillaban sobre sus mejillas levemente enrojecidas, seguramente por la carrera que acababa de correr para llegar con su madre.

-Yo también te extrañé mucho- dijo Emilie, y se volvió a la asistente de su esposo- está bien, Nathalie. Muchas gracias por cuidar a este chaton-

Nathalie asintió levemente y se aclaró la garganta, dando un paso atrás mientras que Emilie Agreste se puso en cuclillas para mirar a su hijo a los ojos.

-¿Cómo estás, mon chéri?- le dijo Emilie mientras lo rodeaba con sus brazos- ¿te has portado bien?-

Los enormes ojos de Adrien brillaron de contento, y asintió con tantas ganas que su cabello dorado se alborotó aún más. Nathalie hizo una expresión exasperada por la falta de compostura del pequeño, pero a su madre le pareció adorable. Emilie se echó a reír y comenzó a plantarle besos en las mejillas.

-Maman, hoy vino Chloé de visita- dijo Adrien, ladeando su cabeza con una sonrisa imposiblemente grande- y tiene un peluche nuevo que se llama Doudou Malin-

-Oh, ¿en serio?- dijo Emilie- ¿y Chloé lo compartió contigo?-

Adrien volvió a asentir con ganas, despeinándose aún más. Para ese punto, Nathalie no dijo nada, solo desvió la mirada, haciendo reír a Emilie.

-Vamos a tu habitación, pues ya pasó tu hora de dormir, Adrien- dijo Emilie, dándole la mano sin dejar de sonreír y mirando de reojo a la asistente de su esposo- no queremos que Nathalie sufra un infarto por el disgusto de verte desvelándote, ¿verdad?-

-No, maman, no quisiera disgustar a Nathalie- dijo Adrien, tomando la mano de su mamá y subiendo con ella hacia su habitación.

-Es bueno escuchar eso, mon chéri- dijo Emilie- despídete entonces-

-Bonsoir, Nathalie- sonrió Adrien, mientras que seguía a su mamá hacia su habitación. La asistente de monsieur Agreste los vio subir la escalera principal, y sonrió levemente antes de caminar hacia la puerta y darle algunas instrucciones al Gorila.

Tan pronto como estuvieron en la habitación de Adrien, Emilie Agreste hizo que su hijo se metiera a la cama y lo arropó con un gesto cariñoso.

-Bueno, ya estamos en camita- dijo Emilie, sonriendo mientras pasaba sus dedos por los cabellos dorados de su hijo- es hora de dormir, mon chaton. Cierra esos ojitos…-

-No, maman, espera- dijo el niño, tomando su mano para que su madre no se levantara de la cama y mirándola nuevamente con sus enormes ojos de gatito- ¿no me vas a leer un cuento para dormir?-

Emilie rió en voz baja. Si ahora, a sus ocho años, no había quien pudiera resistir los encantos de ese niño, no se quería imaginar cuando fuera un chico adolescente, seguramente tendría a todas las chicas de París detrás de él. Iba a ser un verdadero dolor de cabeza, lidiar con todas sus admiradoras.

-Está bien, chaton, pero tendrá que ser un cuento corto, porque ya es muy tarde y mañana tus lecciones comienzan temprano- dijo Emilie finalmente, mientras que los ojos de su hijo brillaban de emoción- ¿qué cuento te gustaría escuchar?-

Adrien se paró sobre la cama y dio un par de brincos.

-¡El rey mono, el rey mono!- dijo el pequeño antes de volverse a acostar, haciendo reír a su mamá de buena gana.

Emilie Agreste amplió su sonrisa. Hacía unos años, ella había viajado con su esposo al Tibet, donde habían escuchado el legendario cuento del Viaje al Oeste, y tan pronto como ambos regresaron a París se lo había contado al pequeño, quien lo adoraba.

-Te conozco, chaton, elegiste el cuento más largo que te he contado- dijo Emilie, poniendo su dedo índice en la nariz del niño, quien la arrugó tras sonreír.

-Aww, es que me gusta mucho, maman- dijo el pequeño con sus enormes ojos, con las piernas inquietas, dispuesto a saltar de nuevo- Sun Wukong peleando contra todos los guerreros celestiales, hasta que Buda lo atrapó debajo de la montaña a esperar a que Tripitaka fuera a liberarlo…-

-Parece que ya te lo sabes de memoria- dijo Emilie con una sonrisa astuta- ¿no quieres otro cuento?-

-¡No!- dijo Adrien, ladeando levemente la cabeza- ¡Sun Wukong!¡Sun Wukong!-

-Bueno, está bien, Sun Wukong será, pero calma- dijo la mujer, poniendo su dedo índice en la frente de su pequeño en un intento de tranquilizarlo, haciéndolo reír en voz baja. La mujer se levantó y tomó el libro del Viaje al Oeste de la pequeña biblioteca, y se sentó en la orilla la cama de Adrien, abriendo el libro y mostrándole las ilustraciones.

-Después de viajar a una gran distancia con Chen Po, Tripitaka encontró a Sun Wukong atrapado debajo de la Montaña de Cinco Caras- comenzó a leer Emilie- entonces, el rey Mono le dijo a Tripitaka que lo dejara salir, porque Guanyin lo asignó para acompañarlo a hacer el viaje al Oeste…-

Adrien miraba a su madre con adoración mientras que ella le contaba la historia, y poco a poco comenzó a quedarse dormido, arrullado por la voz de su madre, con una leve sonrisa en sus labiosos seguramente soñando en pelear como el rey Mono, haciendo girar su bastón mágico y venciendo con él a todos los enemigos.

Una vez que el pequeño se quedó profundamente dormido, Emilie besó con cuidado la frente de su hijo antes de levantarse de donde estaba sentada y apagar la luz de la habitación.

-Buenas noches, Adrien- susurró ella antes de salir- dulces sueños-

Desde la puerta, Nathalie los miraba sacudiendo levemente la cabeza, pero sin dejar de sonreír. Sin importar lo mucho que se quejara de él, Nathalie sabía bien que el pequeño era un buen niño, y que tenía un corazón enorme.

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Entrada del colegio Françoise Dupont

Después de la pelea contra Camaleón

-Nos vemos después, Marinette, salut- dijo Nino, despidiéndose de la chica mientras que él y Alya se dirigían a casa tras salir del colegio.

Marinette sonrió y se despidió de ellos con la mano. Estaba feliz de que las cosas volvieran a lo normal. Si era sincera, se había sentido un poco mal que todo su grupo de compañeros decidieran cambiar de sitio y moverla al fondo del aula sola sin siquiera tener en cuenta su opinión al respecto. Pero estaba aliviada de que, al final, Alya hubiera pedido regresar a su lado, y que eso resultara en que todo el grupo regresara a sus asientos habituales.

La chica comenzó a caminar en sentido contrario, rumbo a su casa, pero apenas se estaba girando cuando chocó contra una persona que estaba de pie justo detrás de ella. Marinette dio un paso atrás, y estuvo a punto de disculparse cuando vio de quien se trataba.

La falsa sonrisa dulce de Lila Rossi estaba a unos centímetros de su rostro. Marinette sintió un escalofrío al ver la expresión de la otra chica, sabiendo que no eran buenas noticias. No había olvidado la amenaza que había recibido esa mañana en el baño de chicas.

-Veo que ya tomaste tu decisión, Marinette- dijo Lila con un tono empalagoso, mientras daba un paso adelante para acercarse a ella.

Marinette estaba tan tensa que se quedó helada y no se movió. Sintió un hueco en el estómago. Como Ladybug, podía con todo. Como Marinette, no tenía sus superpoderes. Sus manos se cerraron en puños, en caso de que tuviera que defenderse.

-De ahora en adelante, tú y yo estamos en guerra- siseó Lila en su oído, aunque sin dejar de sonreír mientras que confería esa amenaza- vas a perder a todos tus amigos, y vas a terminar completamente sola. Y Adrien pronto será mío-

Una vez que terminó de escupir su amenaza, Lila dio un paso atrás con una sonrisa satisfecha, mirando fijamente a Marinette con los ojos entrecerrados para ver el efecto de sus palabras en la chica. El miedo cruzó los ojos de la pelinegra por apenas un segundo, pero pronto sonrió.

"Yo tengo confianza en mí, yo soy orgullosa, yo soy Marinette"; se repitió mentalmente a sí misma, de la misma manera que lo había pensado cuando estuvo a punto de ser akumatizada.

Marinette sonrió levemente.

-Ya veremos eso, Lila- dijo la chica, dando un par de palmaditas en el hombro de la otra chica- ya veremos…-

Lila se sorprendió por ese gesto mientras que Marinette la rodeaba y se dirigía a su casa, pasando por su costado izquierdo. La chica castaña se quedó boquiabierta unos segundos, antes de volverse hacia Marinette, sorprendida por su actitud, tan diferente a cuando la había amenazado en el baño de chicas esa mañana. Su sorpresa solo duró unos segundos, pues pronto Lila frunció el entrecejo y le dio la espalda, caminando en dirección contraria a Marinette con las manos empuñadas y apretando los dientes. Por un momento miró de reojo a la otra chica, pero Marinette ya había entrado a la panadería de sus padres.

-Oh, ya veremos, Marinette- dijo Lila para sí misma- te acabas de unir a Ladybug en la lista de personas a las que voy a destruir-

Dando pisotones, se acercó a donde estaba su chofer y abordó su auto mientras que se cruzaba de brazos. Respiró hondo para tranquilizarse. Tenía que planear muy bien su siguiente paso. Pero ya tenía sus objetivos bien claros.

Ayudar a Hawkmoth a vencer a Ladybug.

Destruir la vida de Marinette Dupain-Cheng.

Obtener a Adrien Agreste.

Quería las tres cosas, pero se conformaría con al menos las dos primeras. Y si no lograba conquistar a Adrien, y éste seguía con sus aburridos discursos moralistas, siempre podía destruirlo de la misma manera que a Marinette.

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CONTINUARÁ…

¡Hola a todos! Pues estoy de regreso con un nuevo fic. Les aviso que es una historia emocional, así que desde el principio vayan consiguiéndose pelotitas antiestrés (el que avisa no es traidor). Como siempre, actualizo cada 2 días, excepto cuando salgo de viaje o cuando sucede algún imprevisto (una visita al hospital o alguna situación en el trabajo).

Muchas gracias a todos por seguir leyendo mis locuras. Un abrazo enorme, nos leemos pronto.

Abby L.

Notas de Autor:

Viaje al Oeste es una leyenda que trata del peregrinaje del monje Xuanzang, que tiene que viajar a la India (oeste) donde se encuentra Buda para conseguir el Tripitaka, que son las escrituras para alcanzar la Iluminación, y llevarlas de regreso a casa en China. Y porque su viaje está lleno de peligros en forma de demonios, Xuanzang es acompañado por un dragón y tres seres celestiales que lo asisten y protegen: Sha Wujing (Sandy), Zhu Wuneng (Pigsy) y Sun Wukong (el rey mono). Seguro han escuchado a este último, y si no, en ese personaje se inspiraron para el personaje de Goku en Dragon Ball.