Esta historia surgió hace mucho, incluso antes de que Evolución saliera en los cines. Fue una de las primeras historias que escribí y lo hice basándome en las descripciones del libro en cuanto a Michael y Selene. Llevo los dos últimos años haciendo correcciones y acabándola de escribir pero basándome en lo que deseaba de la historia en aquel tiempo, basta decir que si el treinta por ciento del inicio se mantuvo ha sido demasiado. El enano también se me creció, como siempre.
Así que para que mi querido lector lo entienda: las circunstancias son las mismas de la película hasta cuando Selene va a buscar a Michael a su apartamento, en esta historia Lucian no lo alcanza a morder y el relato se desarrolla desde ese punto y con los vampiros dándose cuenta de su importancia.
También, cada capítulo hace referencia a los acontecimientos sucedidos en una duración de veinticuatro horas.
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Capítulo 1
Por unos largos segundos su mente se negó a darle razón de nada, pánico esparciéndose por ella al recordar absolutamente nada y su mente ser incapaz de formar un pensamiento coherente, uno a uno sus sentidos despertando lentamente, su mente consciente regresando, un cuerpo justo a su lado, parcialmente sobre ella y por unos instantes con molestia, shock y consternación creyó por fin haber sucumbido a las persecuciones interminables de Kraven, una mirada a la cabeza apoyada en su hombro y el cabello rubio y desordenado le trajo los acontecimientos de la madrugada anterior a la mente. Bueno, parte.
Seguidamente escuchó el sonido de agua chapuceando, se fijó en sus alrededores. ¡Y estaba de día! ¡Mierda, mierda, mierda! Se dijo, pavor reinando en ella y haciéndola sentar en un afán. El brillo que el agua desplegaba en todas las direcciones al sol darle de frente la hicieron de una arrastrarse hacia atrás, un rayo de luz dándole directamente en la mano y "mierda," dolor estalló desde allí por todo su cuerpo. Al ver el peligro trató de ser más cuidadosa y ahora si estudió sus alrededores detenidamente sin entrar en pánico y mientras enterraba sus nudillos quemados en la arena fría. Estaba debajo de un muelle que le prestaba a su vez algo de protección, en las putas horas del día…y probablemente los lycans los estaban buscando en ese momento, sus armas no las veía por ningún lado.
Una presión en su hombro se le hizo evidente y descubrió con otra sorpresa un torniquete. ¿Michael Corvin le había hecho un torniquete después de que ella lo secuestró a punto de pistola? Era un doctor pero sabía que ella habría tenido sus dudas y rencores en ayudar a sus captores. Volvió hasta donde él y le tomó el pulso el cual encontró fuerte y eso fue algo de menos de que preocuparse en ese momento. Tan solo por no dejar lo giró a ver si de repente estaba acostado sobre una de sus armas pero no encontró nada.
Miró su reloj y notó desconsoladamente que faltaban sus buenas ocho horas para el anochecer. Por unos segundos se decidió a pensar con cabeza fría o a no pensar. Al fin concluyó que el peligro no había pasado aún del todo y le tocaría pasar las próximas horas atenta –y esquivando– a los rayos que se filtraban por las tablas del muelle y alerta por inmortales y humanos. Ejemplo mayor de como una simple misión en su mundo podía complicarse en cuestión de segundos; no debió de haberlo ido a buscar sola.
Fue durante esa larga espera y cuando le tocó pasar sobre el cuerpo de Corvin –huyendo de varios rayos de sol– que tuvo una tentación que jamás había experimentado. La vena pulsante del humano llamándole la atención, podía cortarlo y beber un poco, no había necesidad de morderlo. Tras unos momentos de tentación se castigó a sí misma, esa no era su forma de actuar y se lo achacó al hambre más que a sus instintos. Incluso así el pensamiento permanecía. Cómo también permanecía el pensamiento de que estaba en buen estado físico; su cuerpo atlético y firme le dejaba conocer aquello. Se quejó debajo de ella y esperó a que despertara mas no lo hizo y casi hasta le veía lo absurdo a toda esta situación.
Cuando la noche por fin llegó no pudo hacerlo en un mejor momento, la sed de sangre tornándose más fuerte pero no la suficiente como para hacerla preocupar. Por última vez dedicándole un pensamiento a la pérdida de su Jaguar. Con Corvin a cuestas y de repente levantando alguna sospecha hizo el camino hasta unos edificios cercanos. Fijándose en los alrededores robó el primer carro que encontró, siempre vigilando por encima del hombro a ojos curiosos o peor, lycans.
De camino y a toda velocidad a Ordoghaz pasó por una casa segura, lo que le llamó la atención fue una luz encendida. Se preguntó si continuar su camino o detenerse después de todo estaría más segura en la impenetrable mansión que en aquel aparente lote vacío. El problema se resolvió con un gemido de Corvin y con la distancia; tardarían al menos media hora más en llegar hasta la mansión sin tránsito. Y eran las horas pico. Desde esa casa segura podía llamar refuerzos e ir con ellos hasta el apartamento donde habían sido atacados esa madrugada. A Corvin lo dejarían encerrado o en algún hospital con supervisión.
Se dirigió a un parqueadero subterráneo de uno de los edificios de apartamentos adyacentes, y después de un par de corredores y puertas secretas se encontró con la puerta principal abierta, tres traficantes de muerte esperándola, de una preguntándole que había sucedido y a quien traía en hombros. A su vez les hizo otra pregunta; que hacían ellos ahí, la respuesta era que andaban de guardaespaldas de tres miembros prominentes del concilio que habían decidido adelantársele a la llegada de Amelia –y pasar la noche en la ciudad–. Selene a su vez les contó todo lo que le había pasado en las últimas horas. Los tres traficantes entusiasmados ante el prospecto de dejar su trabajo tirado y marcharse con ella devuelta al apartamento del humano; de cacería.
"Esperen," Mason interrumpió a sus compañeros tras darse de cuenta de algo, "¿Corvin como en Corvinus?" al ver el repentino desconcierto de todos cayó en cuenta que ninguno había notado aquel pequeño detalle. Ni siquiera su salvadora.
"Interesante," Fue Rose quien habló esta vez, cualquier cosa para salirse de su parte de la misión. "creo que hay que investigarlo."
Mason se giró hacia Selene sacando su celular, "¿Y dices que a Kraven no le interesó lo de los lycans en las alcantarillas?"
De inmediato supo que su único problema con el regente no sería haber desobedecido sus órdenes y haber pasado el día fuera de la mansión. "No, pero eso fue antes de que me diera cuenta que iban tras Corvin…Y de lo especial de su apellido." No era lo único especial en cuanto a él." No creyó que algún día sacaría disculpas por Kraven pero ahí lo estaba haciendo. La ineptidud del regente en cuanto a la guerra no la ponía en duda, pero lo que decía no era una disculpa; era verdad. "Ya después fue sospechas mías." Sólo esperaba que esto la ayudara a salirse un tanto de los problemas que se le vendrían.
"Eso lo solucionamos ahora," dijo Mason, "Si Kraven no autorizó a los traficantes de muerte investigar estoy más que seguro que Amelia sí lo hará." Por supuesto que no estaba llamando a Amelia directamente sino a uno de los asesores que la acompañaban, a ella solo se le molestaría si era absolutamente necesario.
Vieron a Mason marcharse hacia una de las salas, "¿Para que los lycans necesitarían a un descendiente de Corvinus?" James preguntó, un traficante de muerte novato. "No puede ser coincidencia que lo anden buscando."
"No, no lo es." Domenick comentó molestándole que el vampiro aclarara lo obvio. ¡Por eso mismo era que Mason estaba llamando al aquelarre de Amelia!
Rose le dio una mirada rápida a Selene en cuanto las dejaron solas, "…Nada extraño que nos metas en problemas…" le dijo al verla dirigirse por una bolsa de sangre, Selene ignorando sus palabras. Rose exhaló, "…Al menos avísale a Kraven, ¿no?" le preguntó. "Adviértele."
La cuestión era que no le interesaba si Kraven quedaba mal en todo esto, se lo había buscado y Amelia o su mano derecha tomaría en manos este asunto como no lo había hecho el regente. "A la mierda Kraven." Le respondió, dejándole ver con aquellas palabras lo que en verdad pensaba. Ante Rose podía expresarse de aquella manera.
Rose sabía que Selene no era maquinadora, dejaría caer a Kraven y no sacaría disculpas. "Un consejo; lávate las manos de esto. Avísale a Kraven, después de todo ya lo hecho hecho está. Dile que no estuvo en tus manos detener a Mason que se comunicara con Ellen. Pero que lo llamas para advertirlo."
Habían vampiros a los que Selene respaldaría, lamentablemente Kraven no era uno de ellos. "Lo mío no es clavar el puñal por la espalda. La ineptitud de Kraven-" se detuvo en cuanto escuchó que alguien se acercaba a la sala. Domenick entró segundos después, haciéndosele extraño el silencio.
Selene se acabó de tomar la bolsa de sangre y regresó a la sala espartana donde había dejado a Corvin, le acomodó mejor la cabeza al ver su cuello en un ángulo que seguro le dejaría un dolor en los próximos días. Lo acababa de tocar cuando por fin lo vio despertándose desubicado, lo empujó del hombro de nuevo a una posición acostada evitando que se fuera a lastimar, no obteniendo resistencia cuando le explicó que tenía una concusión. Ni siquiera parecía que la hubiera escuchado, el humano pareciendo confundido así que decidió explicarle que llevaba inconsciente un buen rato, luego decidió ir al punto, "¿Sabes porque estaban…esos hombres tras de ti?"
La hermosa mujer se inclinó sobre él acercando sus rostros, al su corazón apurarse sintió un martilleo incesante en la cabeza y cerró los ojos, "¿Dónde estoy?" preguntó tratando de levantarse y sintiéndose mareado, definitivamente no en un hospital.
"En un lugar seguro." Le respondió, viéndolo notar lo poco arreglado de la habitación, paredes grises, y unos muebles mullidos; era una sala de descanso para traficantes de muerte. Lo vio a punto de perder el conocimiento de nuevo, "Soy Selene."
Selene, repitió en su mente, por fin conociéndole el nombre.Michael, Michael Corvin, quiso a su vez presentarse pero no lo logró. Selene, se llevó el nombre en los labios.
Selene vio al humano perdiendo el conocimiento nuevamente. Quisieralo o no aceptarlo había una parte de su mente que le decía que de repente estaba más aporreado de lo que se veía, ella no era doctora para saberlo certeramente. Le hizo el cabello a un lado notando como el morado en la frente y en su cien se había colocado más oscuro. También debía tener fiebre porque el calor que desprendía su cuerpo no parecía ser normal. Llevó la mano hasta el cuello y la cerró sobre este, maravillándose ante el calor y sintiéndole el pulso más fuerte que antes. Se preocupaba, se preocupaba y no tan solo por ese momento sino por lo que le depararía el futuro. Tan solo por no dejar fue por un trapo y lo mojó, colocándoselo sobre la frente tras habérsela limpiado lo mejor que podía. Cuando escuchó pasos detrás suyo cayó en cuenta que llevaba su buen rato embelesada mirando al atractivo humano, al parecer no había tenido suficiente con todo el día, miró hacia atrás para encontrarse con Rose.
Se acercó, sorprendiéndose de como Selene parecía hacerle de enfermera al humano, no pudo dejar salir una mueca burlona, "¿Le vamos a poner vigilante o tan solo lo encerramos?" Preguntó pues por sus compañeros traficantes metería las manos al fuego pero por los tres vampiros que estaban custodiando no lo haría. De pronto a uno de ellos le daba por venir a probar al humano de Selene.
"Encerrémoslo." Ella no podía quedarse cuidándole el sueño, pensó molesta consigo misma por dejar que la curiosidad que sentía por él interfiriera así fuera momentáneamente.
Rose rodeó el mueble, "Tu estancia en cuanto al mundo humano es conocida, ¿qué te hizo cargar con él todo este tiempo? ¿Tal vez de probarlo cuando estuvieron debajo del muelle…?" en aquel momento Selene no se había dado cuenta de la importancia de aquel apellido, tentación era tentación, instintos, instintos.
Tan solo ignoraba al mundo humano, "No lo hice. Y ya les dije, salvó mi vida." O al menos sospechaba que lo había hecho, todavía no sabía que pasó después de que perdió el conocimiento y como despertó a varios kilómetros de donde habían estado y al otro lado del río. Miró a Rose, no gustándole tanta preguntadera, por alguna razón la hacía sentir a la defensiva. "Le estoy en deuda."
Aquello le causó gracia, "la legendaria Selene debiéndole un favor a un humano." Se burló, pero entendía; para un guerrero pagar las deudas era uno sus deberes, "¿Qué crees que Amelia ordenará?"
Selene le dio una última mirada al humano y se colocó en pie, "Me basta con que nos de autorización para ir a buscar a los lycans a las alcantarillas."
Aquello era obvio, "Me refería a que va a pasar con el humano." Después de que Selene se movió del mueble ocupó su lugar y vio por el rabillo del ojo que la sorprendió por el movimiento. Su mano derecha yendo a parar a uno de los costados de Corvin y lo acarició apreciativamente, "¿Carne nueva?"
Dominick entró en la habitación y vio a Selene encogiéndose de hombros, su ceño fruncido mientras estudiaba la escena delante de ella, "No se lo podemos dar como premio a los lycans así a la hora de la verdad no signifique nada."
No pudiéndose detener Rose le acarició la cara "…Es atractivo…de una forma tosca y poco convencional."
Selene vio a Rose cogiendo la toalla y prestándole atención a Corvin, "No puedes transformarlo." Le advirtió, al menos creía que su molestia venía de aquello, de que un traficante de muerte quisiera actuar como ellos reprochaban algunos de los vampiros actuaban.
"…Lo sé," Le respondió ausentemente, miró hacia su torso y llevó su mano hasta este, el calor que desprendía el cuerpo maravillándola, llamándola a su lado. Colocó la mano abierta sobre uno de sus pectorales y lo apretó, después deslizó dicho mano hacia su cintura, prosiguiendo hasta su pierna y volviendo a subir, esta vez introduciendo la mano debajo de su camisa. Una exhalación la dejó salir. "Creo que tiene fiebre," la temperatura humana normal no era tan alta, o al menos no la recordaba así.
"¿Lo vas a convertir o te lo vas a coger?" Domenick preguntó con molestia.
Rose se sonrió, "¿Puedo convertirlo mientras me lo cojo?" le preguntó con desfachatez e inclinándose a posar sus labios sobre los tibios de él, su mano deslizándose hasta su entrepierna por unos segundos. "Está en buena forma para un humano. Sería una magnifica adición para los vampiros." Declaró.
"Es un doctor, ¿qué buena adición sería para nosotros?" Domenick volvió a hablar, de un momento a otro preocupado con la manoseadora de Rose, que de repente le diera por morderlo. Buscó a Selene con la mirada pidiendo su apoyo, más ella no detuvo la situación como creyó sucedería, antes parecía estudiarla con desaprobación.
Ausentemente Rose le besó el mentón, "Doctor, no. Estaba imaginándomelo más como un traficante de muerte." Dijo sintiendo que empezaba a despertar una erección, así que grave grave, no estaba.
"Los vampiros recién convertidos no ven nada bueno en ser un traficante." Esta vez fue Selene quien habló con molestia. Exhaló, "Y componte Rose, estos espectáculos no son aceptables, mucho menos cuando involucran humanos." Rose estaba por encima de ella en cuanto a edad y le debía respeto, pero no lo estaba en cuanto a escalafones así que no vio porque no hacer ese pedido, su descaro los estaba incomodando.
Mason entró en ese preciso momento, llamando la atención. Y aclarándose la garganta con desaprobación ante lo que Rose hacía. La vio sonriéndole mientras se colocaba en pie, dejando al humano en paz. Le alcanzó un celular a Selene y ésta lo miró como si fuera un insecto raro, tuvo que decirle que era Kraven y no un delegado de Amelia.
"Te lo dije." Rose le murmuró seriamente.
Selene vio a los tres traficantes burlándose entre ellos y marchándose después de que Mason añadiera que Kraven parecía estar enojado. Era mejor que la hubieran dejado sola, pensó, ahora no confiaba en que a alguien no le fuera a dar por morder a Corvin. Se recordó que ella temprano también había estado tentada en hacerlo. Exhaló, llevándose el teléfono al oído.
Selene tuvo que hacer uso de todo su aplomo, toda su paciencia para llevar esa conversación con él. Para el final tenía preparado falsamente aceptar cada uno de sus regaños pero preocupadamente lo notó más enojado de lo normal y sabía que aquello tendría repercusiones fuera de las normales. Ella misma veía que había sido una movida sucia pasárselo por alto. Y por eso mismo no se iba a lavar las manos, él mismo se lo había buscado.
Y ella no iba a pasar un segundo más pensando en ello.
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La autorización de ataque de Amelia fue recibida antes de la media noche, dañándoles así la salida a los tres miembros del concilio, por su parte los cinco traficantes de muerte tenían órdenes de esperar por refuerzos, lo cual lo estaban haciendo mientras al mismo tiempo organizaban un pequeño arsenal. Fue James quien entró en la sala interrumpiéndolos y diciéndole a Selene que parecía que Corvin se había despertado.
Por supuesto, era ella quien tenía que hacerse cargo del humano pues fue ella quien lo llevó hasta donde ellos. Lo encontró sentado en el mueble, la cabeza entre sus manos.
Cuando volvió a ver a la mujer del metro se dio cuenta que no había sido un sueño, no sabía si contentarse o no por ello, "No entiendo, ¿Qué está sucediendo?"
Selene estudió su obvio malestar y confusión también se preguntó que tanto era prudente revelarle, "…Los hombres que andan buscándote son peligrosos, tan solo estamos averiguando porque te quieren. También te protegemos."
Sentía que la cabeza se le iba a partir por la mitad, tenía una concusión, "¿Entonces no estoy secuestrado?"
Era tanto su secuestradora como su salvadora, pensó sintiendo lastima por el humano, la vida que conocía se desmoronaba bajo sus pies y él todavía no lo sabía.
Al ver que la mujer no contestó continuó, "No sé porque me quieren." Se quejó al tratar de moverse, "Sólo soy un doctor, no he hecho nada malo. No me he metido con nadie, no tengo dinero."
Las razones humanas para ese tipo de problemas, suponía, "Lo averiguaremos."
Que ella no le quitara los ojos de encima lo empezó a enervar, si no estaba secuestrado entonces se iba a marchar, "¿Tienes aspirinas o algo para el dolor?" Había tratado de levantarse varias veces pero no había podido por el dolor de cabeza. Y dudaba que unas simples aspirinas le fueran a hacer efecto pero peor era nada.
"…Ya regreso." Fue lo único que se ocurrió por decirle. Selene sabía que no tenían nada, tan solo quería mostrarse cooperativa para que él hiciera lo mismo. En cuanto entró a la sala de vigilancia donde estaban sus compañeros reunidos preguntó si habían obtenido órdenes de qué hacer con Michael Corvin. La respuesta fue una negativa. Les contó que el humano quería algo para el dolor y fue James quien le sugirió que fuera donde los tres vampiros del concilio a ver si el más joven quien se había ganado su puesto tan solo por su parentaje tenía algo recreativo del mundo de los humanos.
"Eso sería peor," fue Mason quien habló.
"Sólo dile la verdad," Domenick sugirió, y vio que a Selene no le agradó lo que le llamó la atención, "Tiene que saber en lo que está metido…después de todo de esta solo sale como vampiro o muerto."
"…Él ni siquiera vio a los lycans." no sabía lo que eran, fue la disculpa que sacó Selene, algo que se dio cuenta estaba haciendo últimamente, "No sabe lo que soy…" Nadie pareció importarle sus palabras y no se quedó en la sala porque no quería demostrar que esto le importaba, porqué ni siquiera ella tenía la mínima idea. Regresó a la habitación donde él estaba y le pasó un vaso plástico con agua, "Lo siento, no tenemos nada." Fue lo único que le dijo viéndolo asentir y cerrando los ojos nuevamente, luego que hizo un esfuerzo en pararse. "¿Qué haces?" preguntó sorprendida y acercándose, para ayudarlo o detenerlo ni siquiera lo pensó.
Michael empezó a caminar notando que cada musculo de su cuerpo protestaba ante el esfuerzo, "Si no soy un rehén entonces me marcho."
"Dudo que así como estás llegues lejos." Le dijo al verlo cojear, "Refuerzos vienen en camino, espera y te llevaremos a un hospital." Por supuesto no sabía que tan sincero era aquello, dudaba que alguno de los traficantes de muerte estuviera dispuesto a sacrificar una cacería para irlo a cuidar, ni siquiera estaba segura que ella estaba dispuesta a hacerlo.
Michael se detuvo, el corazón en los oídos, "¿En qué estoy metido? ¿Es esto alguna guerra entre pandillas?" ¿Pero qué hacía esa hermosura con pandillas?
"Ningunas pandillas pero no tengo autorización de decir más," mintió. "Tan sólo descansa. Mis compañeros no demoran."
Michael fue a sacudir la cabeza pero lo pensó mejor, "No, me marchó." La actitud de la mujer de repente cambió ante sus ojos. La sintió tomándolo del codo fuertemente, su mirada endureciéndose.
"No. Si lo haces nos pondrás a nosotros también en peligro. Si en una hora mis compañeros no han llegado te llevo yo misma a un maldito hospital, pero allá tú." Selene estaba mintiendo por supuesto, ¿no?
¡Hospital! Pensó recordando la herida de ella la madrugada anterior, de inmediato sus ojos buscaron la herida en su hombro, encontrando la misma blusa rota en el área pero la piel se encontraba intacta, "…Como, como, como," confundido no supo que preguntar, ¿había estado alucinándola lastimada? No, eso fue antes de que él se golpeara la cabeza con el parabrisas. Por aquella herida ella debía de estar en peor estado que él y podía atestiguar por su semblante que no era así.
Selene notó a donde miraba y supo que tenía que buscar alguna explicación, en vez de eso la sorprendió al zafarse de ella y llevar sus manos hasta su hombro, levantándole el traje en la rasgadura y buscando la herida abierta que ya no existía.
"¿Cómo estás bien?" preguntó, ella colocó espacio entre ellos y testarudamente no le contestó. Tuvo la necesidad de sentarse y colocar la cabeza en las manos de nuevo, buscando entender y al tratarlo un dolor agudo traspasándolo.
Tras unos segundos Selene frunció el ceño y solo encontró una cosa por decirle, "Necesitas mantener la compostura."
"¿Cómo putas me pides eso?"¿Cómo lo hacía si no entendía nada de lo que sucedía? Tenía que haber alucinado todo eso del accidente, no había de otra, ¿Estaba todavía alucinando? Decidió no buscarle más respuestas a la situación al menos no por el momento. Levantó la mirada y en vez de verla marcharse la vio que se sentó en un asiento cercano a la puerta haciéndole de vigilante. Seguramente sospechaba que iba a huir, lo cual a decir verdad eran sus intenciones. Michael se quedó mirándola, planeando su escape, aunque sería más difícil de lo que creía pues tras unos minutos se dio cuenta que no estaban solos en ese lugar.
Un buen rato pasaron en silencio, Selene no viendo nada más por decir y Michael demasiado aturdido como para actuar. "¿Me estoy enloqueciendo?" susurró sin mirarla.
"No." Le respondió tentativamente, culpablemente, "Todo tiene una explicación. Tendrás tus respuestas pero-"
No supo porque aquello le pareció disco rayado, "No sé quiénes son los buenos, ni los malos. ¡No confío en ti!"
Eso era bueno, en sus circunstancias tampoco confiaría en ella, "Lo que estamos haciendo lo hacemos por tu bien." Lo fijó con la mirada, "Créeme."
"¿Por qué debería creer algo de lo que dices?" Ella le mantuvo la mirada impasiva por tanto tiempo que lo incomodó, rompiéndola se preguntó si estaba acostumbrada a por mandarse esa cara que la gente hiciera lo que le pedía. "…Me llamo Michael." Cambió de tácticas, tal vez si se ganaba su confianza podría lograr algo.
Aquel cambio repentino la extrañó, y sospechó que traía algo entre manos, "Soy Selene." Probablemente no recordaba cuando le había dicho su nombre antes de desmayarse. Silencio se dio y lo vio empezando a caminar nerviosamente.
"Si no fue una alucinación tu Jaguar está en el fondo del Danubio." No supo porque le dijo aquello, tal vez por entablar conversación dado que ella no se iba a marchar, tal vez tan solo por ser odioso y molestarla.
"…No fue una alucinación." lo dudó pero luego habló, "¿Cómo terminó el Jaguar allí?" tenía una idea pero quería ver si cuadraba con lo que creía.
Michael prosiguió a contarle lo sucedido. Más preguntas llegándole y ella negándose a contestar algunas hasta que vio que la empezó a sacar de quicio sobre todo con su sonsonete de como se había curado tan rápido si no había sido una alucinación.
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Selene continuaba en la habitación con Michael, a su vez sintiéndose adormilada cuando una alarma la hizo colocar de pie en un segundo, Michael también. "Quédate aquí y no le vayas a abrir a nadie." Le dijo marchándose antes de que le fuera a preguntar que sucedía. Mientras hacía el camino a la sala de vigilancia vio a los tres miembros del concilio también en los pasillos, miradas de aprensión en sus ojos. Todos eran guerreros en esas instalaciones, aun así que fueran sorprendidos no era algo bueno. "¿Qué está pasando?" le preguntó a Mason quien estaba en frente de las cámaras.
"Un grupo tropezó con nuestras alarmas."
Michael decidió no hacerle caso a la mujer y la siguió hasta donde pudo ver a un grupo reunido. 'No nos han encontrado aún pero están cerca.' Decía uno de los hombres, 'Sí, estamos seguros que son lycans.' Otro también hablaba por teléfono, '¿Dónde están los traficantes de muerte que mandaron como refuerzos?' Otro enojado gritaba por el celular, '¡Por qué tantos lycans creí que estaban extintos!'
Sintió que alguien le apretó el hombro y se giró a mirar al hombre, una sonrisa burletera en sus labios y ¿eran esos colmillos? "Amigo, definitivamente te quieren." Definitivamente no estaban ahí por ellos sino por el humano.
"¿Lycans?" ¿Qué era un lycan y un traficante de muerte? "…Pandillas." Susurró más para sí mismo, no habiéndolo querido creer antes…tal vez por la belleza de la mujer; era demasiado persuasiva. Se empinó para ver uno de los monitores, y sí, seis hombres parecían buscar algo en un terreno baldío. La cabeza le volvió a dar vueltas y a palpitar y se encontró colapsando contra una pared, usándola como soporte.
Domenick le dirigió una última mirada a Corvin, "No se preocupen, están bastantes alejados de la entrada, les tomará su buen rato para encontrarlas y Khan y su equipo están a diez minutos."
Estando a punto de colapsar Michael decidió alejarse viendo que nadie le prestó atención. En su camino encontrándose con una habitación –que había estado cerrada antes– llena de armas desde el piso hasta el techo, aquello aumentando su nerviosismo a más no poder. ¿Dónde mierda estaba? Un refrigerador le llamó la atención justo a su lado y lo abrió, extrañamente encontrándose solo bolsas de sangre. ¿Acaso lo querían como un doctor de la mafia? Se preguntó no sacándole sentido a nada. Tal vez entendería todo esto una vez que la concusión pasara. No teniendo más por hacer sacó dos bolsas de sangre, una la colocó en su nuca y la otra en la frente, exhalando inmediatamente. Unos momentos después Selene apareció como buscándolo.
Dio un paso hacia él, "Ya sabemos que eres importante para esos hombres, antes creíamos que era una coincidencia. Pero en el metro, ¿te acuerdas del metro?"
Michael asintió, ¿cómo no se iba a acordar del metro? "¡Toda esta mierda empezó contigo!" Le dijo acusadoramente.
Conocerla ciertamente no le había traído suerte, "Esos hombres estaban detrás de ti desde antes que nos conociéramos." quien sabe y desde hacía cuánto, "Yo los venía siguiendo sin saber que ellos te seguían a ti." Pero basta de explicaciones, "Amelia no te va a entregar tan fácilmente."
"¡¿Y quién putas es Amelia?!" preguntó más que irritado viendo que la pregunta la sorprendió, como quien no estaba acostumbrada a que le hablaran de aquella forma. ¡A él no le importaba!
No había tiempo para ello, lo vio caminando hacia ella en una forma que él creería intimidatoria pero antes eso le causó gracia, luego exhaló cuando en su estado debilitado fue a colapsar y lo alcanzó a coger antes de que se golpeara. Michael notó la velocidad con que recorrió los varios metros que los separaban, también recordó haber notado su fuerza cuando lo había separado y arrastrado del hombre que había tratado de morderlo la noche anterior. Selene lo ayudó a colocarse en pie nuevamente, ella no debería de notar su cercanía, el calor emanando de su cuerpo pero lo hizo, "Créeme que te conviene más estar en nuestro bando."
"¡No quiero un puto bando!"
Selene decidió no responder, en vez de eso fue hasta un armario y sacó un traje de traficante de muerte masculino, "Póntelo, es a prueba de balas, al menos el chaleco lo es." Lo guió hasta otra habitación para que no estuviera en el camino si llegaban a necesitar más armas. "Quédate aquí. Esta vez hazlo. Vendré a buscarte en cuanto sea prudente."
No habían pasado ni cinco minutos después de que Selene se marchó para que ella entrara por la puerta con un rifle en la mano, apurada preguntándole si sabía usarlo, la respuesta por supuesto fue que no. Ella rápidamente se paró a su lado, entregándoselo, apuntándolo al piso y enseñándole como quitar el seguro. "Sé cuidadoso, no dudes. Mis compañeros todos van vestidos como yo, negro, cuero y látex. Dispárale al que se te acerque usando ropas normales."
"¿Ropas normales?"
Sí, como las que él seguía usando, "Ponte el traje que te di." Le ordenó mientras continuaba en obvio afán, mínimo hasta caía en fuego cruzado después de haber creado todo este numerito, "Cuando se te dé la orden saldrás y te irás con mis compañeros."
¡¿Cómo?! Ella se fue a marchar y la detuvo del brazo, "¿Qué hay de ti? ¿No vendrás?"
Selene fijó la mano que la sostenía con la mirada y él inmediatamente la soltó, "Tengo otros asuntos que atender."
"Entonces quiero ir contigo." Dijo con urgencia pues ella era la única que conocía en ese lugar, la única persona en que medio confiaba.
Le sacudió la cabeza, "Vas a estar más seguro con mis compañeros. Pregunta por Kahn."
Una explosión de inmediato se dejó escuchar, disparos siendo abiertos. Selene empujándolo del pecho hacia afuera de la habitación, hacia lo más profundo del corredor, los disparos viniendo en dirección contraria. Lo empujó hacia una sala y la alcanzó a coger de la muñeca antes de que lo dejara, "¿Qué haces? Quédate conmigo." Se mantuvieron la mirada y Michael supo que ella creía que lo pedía para que lo protegiera, y sí, ya había visto su destreza para defenderlos a ambos pero no era sólo eso, "…Podrían lastimarte también."
Selene balbuceó por unos segundos al ser tomada por sorpresa de que él se preocupara, luego retomó su aplome al caer en cuenta de que se preocupaba era por él salir lastimado, no por ella. "Soy un soldado en esta guerra." Le dijo, tomando su mano y haciéndolo soltarla. "Colócate el puto traje. No te lo voy a repetir."
¿Guerra? Se preguntó para verla desapareciendo inmediatamente, otro hombre armado de repente tomando su lugar y diciéndole que lo dejaron a cargo de él y que hiciera lo que le dijera. Que si sobrevivían por cinco minutos todo estaría bien. Aturdido quedó después de toda esa información. Se colocó el chaleco, no tuvo tiempo para el traje completo.
Los siete minutos más largos de su vida, explosión, tras explosión, disparos, gritos y ¿rugidos? De repente total silencio. El hombre a su lado le dijo algo y luego desapareció ante sus propios ojos, algo que le hizo preguntarse si se estaba enloqueciendo. El mismo hombre al lado suyo segundos después diciéndole 'Putos humanos' y tomándolo y echándoselo a los hombros. Vio el mundo entero pasar en un flash, el viento golpeándolo, algo estallando en frente de él una vez que estuvieron al aire libre. Se golpeó fuerte al caer al piso, dos hombres inmediatamente flanqueándolo, uno lo alcanzó a coger de los hombros y apoyarlo contra la pared, con toda la fuerza que poseyó Michael le pegó en la cara haciéndolo soltar y caer, el otro aprovechándose del momento lo cogió de los hombros mientras el otro se levantaba, entre los dos lo tenían atrapado mientras Michael tiraba patadas en todas direcciones, de repente el que lo sostenía de las axilas lo soltó y Michael le pegó una patada al otro mientras el mundo volvía a girar. De repente se encontró nuevamente sobre los hombros…de su primer aliado.
Pudo observar de nuevo el panorama, humo y más disparos de nuevo audibles, de repente no creyó estar viendo bien pues vio animales, animales reales y enormes peleando contra el grupo de Selene, la cual no veía por ningún lado.
Cuatro de aquellos animales enormes parecieron notarlo y querer alcanzarlo y sin pensarlo, sin darse cuenta que lo hacía trató de bajarse de los hombros del que lo cargaba, al ver que no podía apuntó el arma mientras gritaba a todo pulmón que corriera más rápido. Con el primer disparo le voló la cabeza a uno de los animales, le había estado apuntando a la mano. Los otros siguieron en su persecución. Esos…monstruos eran más rápidos. El más cercano un momento estaba a cinco metros y en un parpadear sintió la garra en su hombro, la mano no alcanzándose a cerrar sobre su carne pero las garras llevándose un buen trozo de él, un grito de inmediato lo dejó y disparó al tórax. El animal cayó y buscó a los otros dos. Iba a empezar a disparar a lo loco cuando de repente numerosas explosiones justo al lado de sus oídos se hicieron notar, los animales cayendo al piso y él de repente siendo aventado hacia algo, manos fuertes arrastrándolo hacia atrás mientras el carro era acelerado. Un pitido entre sus oídos no le permitió escuchar que era lo que los hombres decían, hombres armados y vigilantes mirando hacia fuera de la van, con la puerta abierta vio las armas destellando una y otra vez. No oía los disparos pero podía sentir las vibraciones en su pecho. Uno de los animales que aún los seguía cayendo al piso, "¡¿Qué putas está pasando?!" se preguntó cerrando los ojos y colocando la cabeza entre sus manos. Se estaba enloqueciendo.