"Deja al hombre mas malévolo con un niño y verás lo capaz que es de crear otro".

Murdoc Alphonce Niccals no empezó con ninguno de los pies indicados. Tras nacer, el pequeño había sido abandonado por su madre en la puerta de la casa de quien sería el origen de su repulsivo ser.

Si bien Sebastián Jacob Niccals (dependiendo de quien pregunte por él) no era mas que un alcohólico, mujeriego y maleante que poseía mas reconocimiento que un villano de telenovela.

La conducta que le transmitió al pequeño quedó tan marcada, que esta le jodería la existencia por mas años de lo previsto... Además de darle el don de fastidiar verbalmente.

Se transformó en aquello que aquél malnacido era. Con sus creencias Satanistas en la mano, el repudiado ser comenzó una oleada de fechorías que se destacaban por el amplio uso de música heavy metal en estos sucesos.

Con un acuerdo malévolo y asquerosamente secreto, ya que el mismo Lucifer jamás se enteró, Murdoc Alphonse (Ahora "Faust", en símbolo del cumplimiento del trato) Niccals obtuvo el bajo del mismísimo Satanás. "El Diablo".

Tras varías bandas fracasadas, el bajista se hallaba en la cuerda floja de la aplastante realidad del fracaso.

Como dice el dicho, "Ante situaciones difíciles, medidas drásticas"

El mismísimo bajista se hallaba acudiendo a lo que vendría siendo la llave del éxito. La carta trampa de su mazo.

- ¿Otro más? Ya bastante gente me pide éxito en la música, ¿Sabés? ¿Qué no se puede ser original con sus deseos?

El gigante y temible rey de demonios miraba a Murdoc con aburrimiento, siendo este uno de los pedidos mas frecuentes, ya estaba muy aburrido.

- No... Quiero un vocalista con dotes celestiales.

Entonces hubo silencio, el gigante se mostró intrigado por ese punto del pedido.

- Interesante. ¿A qué se debe?

- Mí asombroso talento vocal no es bienvenido por la crítica, así que deseo uno con las estadísticas de un dios. Alguien que vaya más allá de lo estipulado. Mí alma sería un buen trato, ¿No?

- Hmm... Concedido. ¡2D!

A lo lejos, un individuo que afilaba una enorme hoz se detuvo ante el llamado. Lentamente, este se levantó, demostrando los 2 metros de largo que poseía. Se dió la vuelta, mostrando que su rostro era cubierto por una capucha, parte de una túnica unida a un pentagrama, y se aproximó.

- Tengo un trabajo para ti. Dejarás tu servicio de recolección y te volverás el vocalista de una banda hasta que este sujeto muera o pague el precio, puedes conservar tu guadaña mientras estás en el mundo humano.

- Espere, ¿Él será el vocalista?

Murdoc estaba atónito. Si se lo proponía, ese sujeto podría degollarlo con facilidad.

- Su talento es sobrenatural. Prefiero que sea él a tener que darle el don del canto a otra persona. Si tu mueres y pagás, el sujeto "maldito" no perderá los dones y deberé traerlo al inframundo para que los de arriba no me vengan con reclamos.

- Ya, ya. ¿Algo más?

- Hmm... El tiempo se acabó, tu alma será mía en cuanto tu banda caiga en manos del fracaso futuro ¡Ha, ha, ha!

Y con esas palabras, el pacto estaba sellado.


Murdoc se despertó y observó a su alrededor. Estaba sentado sobre un enorme pentagrama dibujado en el suelo.

La habitación olía a tabaco, células y bacterias muertas y algún que otro gas originario de una flatulencia.

- Este lugar apesta. Esa mujer se cagó encima y creo que está muriendo.

En un rincón, el sujeto encapuchado sacaba la enorme guadaña de su túnica y se preparaba para darle un corte a una de las mujeres de la pila, que arrastraría su alma al inframundo.

- Que lastima, hacía buenas mamadas. ¡Toma esas maletas y sígueme!

- Pero... Mí trabajo...

- ¡Estas de licencia, zoquete! ¡Andando!

Rápidamente, ambos empacaron las cosas en un antiguo Vauxhall Astra y se dispusieron a empezar su gran aventura.


- Allí masacraron a una supuesta bruja hace décadas. Debo admitir que un humano tarda menos en obtener una cocción completa que en un cerdo.

- ¡¿Podrías hablar de algo que no se refiera a tu antíguo trabajo?!

Silencio. El demonio señaló una esquina de la autopista, ignorando el rostro cocinado de ira de su nuevo amo.

- Ahí murió una familia de gatitos hace años...

- ¡CÁLLATE DE UNA PUTA VEZ!

- ¿A dónde nos dirigimos?

- Grrr... Búscamos a un baterista.

- Ya, ¿Y dónde lo hallarás?

Murdoc sonrió de una manera atemorizante.

- Tu no debes de cuidar niños seguramente...

- ¡CÁLLATE, YA!

Aún con el familiar ambiente de ambos, la aventura estaba lejos de comenzar.

Murdoc tenía al vocalista... Y prontamente, un baterista.