Devil: Muy buenas a todos, mi querido público. Aqui su amigo Devil trayendoles un nuevo fic.

Antes de que me me deseen ahorcar, este es un desafio o mejor dicho una idea que nació de unas cervezas, el telefono en mano, un anime de temporada y un especial del Hobbit.

Asi, junto con mi entrañable amigo Dio619 nos pusimos en colaboración para hacer esta historia. La verdad, tarde o temprano iba a llegar a Tate no Yuushua, asi que solo adelantamos lo inevitable.

Esto no significa que no voy a actualizar mis otras historias, ademas de nuevos proyectos que tengo en mente.

Recuerden que siempre estoy abierto a PM.

Ahora, concentrandonos en el fic he de decir que nos tomamos unas cuantas libertades creativas para poder realizar una fusión coherente de los universos.

Les dejo que lo disfruten.


Hace ya mucho tiempo, cuando el mundo era joven y verde. Las 7 grandes casas de los enanos que se encontraban al norte y al oeste de la tierra media estaban en su mejor esplendor.

Los enanos, más bajos que un hombre y más altos que los medianos. Grandes herreros, artesanos, alquimistas y guerreros. Fieros en batalla y codiciosos por naturaleza. Las grandes casas que estaban ocultas bajo las grandes y altas montañas donde ningún hombre o elfo se atreviera si quiera a pasar por ahí. Colmadas de oro, plata y joyas, tesoros tan grandes que cualquier rey o reino codiciaría con tal afán que la guerra sería la única manera de sacar, aunque sea solo una moneda de aquellas mansiones en las montañas.

Cada mansión, ubicadas en las cuevas más grandes y espaciosas estaban rebosantes de vida, mercantes y mineros que viajaban a lo más profundo de la oscuridad para extraer de la piedra minerales nunca vistos por el hombre y tan finos que solo un elfo antiguo podía apreciar y un mediano pagaría lo suficiente por ellos. O que un sucio semi humano podría desear robar con todo su ser.

Oh si, eran una civilización en auge y prospera.

Pero con el pasar de los siglos y los milenios, el mundo envejeció y las colinas eran grises.

Guerras se libraron por aquí y por allá. Mientras los pocos que salían a la superficie regresaban con cuentos y relatos que se contaban de oído a oído, de padre a hijo y de hijo a nieto.

De las grandes mansiones solo 4 quedaron pues con el paso del tiempo, los hombres crecieron en número y se declararon dueños de todo y a las demás razas como plagas para su dios, uno que bendijo a 4 hombres con la espada de los enanos, el arco de los elfos, la lanza de los medianos y el escudo de los semi humanos.

Oh, si, las 3 casas que se vieron erradicadas por el hombre se olvidaron con el tiempo mientras que en las restantes creció un odio hacia los hombres y demás razas. Pues los elfos jamás se atrevieron a llamarles de nuevo ni siquiera para conversar como se hacía en antaño. Los medianos dejaron de comprarles y los hombres solo eran seres llenos de hambre de destrucción.

El tiempo paso y paso y cierto día… un cachorro hombre entro a la más importante y alejada casa de enanos. Tan al norte que se creía que se creía estar más allá del borde del mundo.

Y este hijo de los hombres llego de la forma más peculiar. Pero su destino era grande y tan importante se volvió una leyenda, leyenda que a continuación a de empezar… pues toda gran historia tiene un comienzo…

Empezando ahora…


– ¡Papá! – grita una niña no mayor de 5 primaveras, de cabello rojo y ojos verdes que vestía un vestido tan fino y era rodeada de ornamentos de joyería tan fina que rivaliza con la de los enanos – ¡Melty rompió mi muñeca nueva!

Dijo quejándose, mostrando el objeto en cuestión, una muñeca de porcelana que estaba rota y con el vestido desgarrado.

Estaba gritando en medio de una sala grande y amplia, construida de tal modo que su voz resonaba en las paredes del recinto.

Era la sala del trono y su padre, el rey, la miraba con neutralidad solo para soltar un suspiro.

Se levanto de aquel trono de oro y joyas y se acerco a la pequeña para ver el juguete y sonreír.

– Malty, querida – miro a la niña y vio las lágrimas de frustración en esta – esta es la muñeca que te dimos tu madre y yo hace tiempo, no es tu muñeca nueva. A demás, Melty tiene solo 1 mes.

El rey, sabio y amable que, a pesar de empezar a mostrar canas en su corta barba y sus cabellos rojos, miraba a su hija desviar la mirada.

– pero… odio que toque mis cosas – dijo con llanto, era una niña después de todo – y que sea bonita… mamá lo dice.

– Jajaja – rio el rey para acariciar su cabeza – eres mala mintiendo, mi niña.

La pequeña se mostró ofendida.

– ¡entonces aprenderé a mentir! – dijo con determinación, cosa que hizo reír al rey fuertemente – ¡no te rías!

– ¡jajaja! – el rey la miro mientras se quitaba una lagrima – no es eso querida, es solo que dudo que tu madre quiera verte mentir.

– pero tu si le mientes – dijo mientras el rey empezó a sudar frio – por eso siempre se enoja.

– que te dijo, hija – la tomo en sus brazos y la cargo – ella es alguien de carácter, ojalá no te parezcas a ella cuando crezcas.

– ¡no! – dijo abrazando a su padre – ¡yo quiero ser más como tú, papá!

– ¿en serio? – el rey sonrió mientras frotaba su rostro contra el de su hija, causándole risas.

– ¡Papá, tu barba pica! –

– ¡jajaja! –

– ¡mi señor! – entro un guardia por la puerta principal – el Gran Pontífice requiere de su presencia en la abadía.

– ¡oh, voy en camino! – bajo a la niña – lo siento, Malty, tengo que ir… pero vendré a jugar contigo.

– ¿lo prometes? – la niña le miro con ojos inocentes.

– ¡por supuesto! – dijo majestuosamente – ¡Yo, Aultcray Melromarc XXXII le prometo a la princesa Malty que vendré a tomar el té con usted!

– ¡Si! – grito la niña emocionada.


– Oh, sea bienvenido – el sumo sacerdote se inclinó ante la presencia del rey – majestad.

Era un hombre de mediana edad, un poco más viejo que el rey. Pero aun así vestía de forma que su oficio le indicaba, una túnica blanca con detalles rojos y un relicario de oro con un sombrero eclesiástico. Lucia tan importante como el rey.

– espero que lo hayas conseguido – dice el rey muy serio.

– oh, despreocúpese por eso, su majestad – el anciano lo guio en medio de la iglesia y paso el viejo reloj de arena de la era del dragón.

Pasaron hasta un enorme circulo mágico que era analizado por un puñado de eruditos que anotaban datos y fórmulas para con el circulo. En una mesa cercana a la cual ambos fueron estaban varias cosas, matraces con fórmulas y un pedazo de metal sacado de la tierra pues se veía que no era un metal común. No, este brillaba como si fuera una estrella, emitiendo su propia luz y de un color plata tan brillante que era difícil que cualquier humano haya visto.

Aunque el trozo de metal no era más grande que una manzana de huerto.

– este es el componente clave, majestad – dice el pontífice – el metal más caro y raro en todo el mundo, plata Mithrill.

– el mineral más resguardado de los enanos del norte – dijo el rey tomando la piedra – esta fría… como si despidiera magia de hielo.

– y la puede despedir mi señor – el sacerdote procedió – los estudios que hemos realizado tras obtenerla indican que este metal fue usado para la magia en los registros antiguos y las pruebas resultaron exitosas – tomo la piedra – este metal es un buen repotenciado de magia, más que la plata. Es el mineral perfecto por el cual el ritual funcionara.

– espero que esto funcione – el rey miro a una estatua sobre el altar de la iglesia, era una representación de 3 dioses armados con una espada, una lanza y un arco, los 3 enfrentando a un demonio con un escudo – hacernos del héroe más poderoso – el rey extendió los brazos maravillado – el reino entero se regocijara de saber que el héroe más odiado por todos los hombres está en nuestro poder.

El pontífice no dijo nada, pero solo dedico una sonrisa enigmática.

– proceda cuanto antes – dijo mientras se retiraba de la iglesia.


Era de noche y en la iglesia se realizaba un ritual.

Una docena de magos vestidos de blanco recitaban un mantra en una lengua extraña, el sumo sacerdote se acercó al círculo mágico que brillaba mientras todos cantaban.

Coloco la piedra de Mithrill en el centro de la formula y se retiró. A la par que el brillo crecía y crecía.

Los magos seguían su cantico y no pararon mientras el sacerdote veía con sus ojos impacientemente el resultado de esto. De ser así sus planes se verían fallidos, pero no todo estaba perdido.

De funcionar el ritual y traer al escudo, los otros 3 también podrán venir y entonces… su poder no tendrá límites.

Al fin y al cabo, cumplía las ordenes de dios aquí en la tierra y si era la voluntad de dios el traer al mismo demonio a la tierra, así lo haría.

El brillo aumento y aumento y el cantico termino a la par que el brillo cubrió todo el recinto sagrado de una luz tal que se tuvieron que cubrir. Y… la luz ceso de pronto.

Pero no había nadie en el lugar del círculo, nada.

Ni la piedra Mithrill estaba ahí.

Los magos, cansados por usar todo su poder en la formula empezaron a murmurar unos con otros, pero todos tenían un solo veredicto.

– fallo – declaro el sacerdote mientras veía decepcionado el experimento.


En otro lugar, más allá de las tierras del hombre… incluso de los trovadores y juglares se encontraba una serie de montañas heladas. Cubiertas de nieve hasta el horizonte, donde las fuertes nevadas mueven la capa de color blanco, levantando con vendavales gélidos que soplan y aúllan por los valles entre montaña y montaña.

En medio de estas, una fortaleza se eleva en la ladera de la montaña.

Un enorme portón sitiado por dos torres que muestran combinarse con la piedra de la ladera, pasando desapercibida por ojos de los hombres, pero no de los elfos.

Era la entrada a una de las grandes mansiones que había en el norte, la más alejada y la más importante.

El Bastión de Thror, el Rey bajo la montaña, el más poderoso de los señores enanos, una vez este fue el centro de comercio, lleno de vida y prosperidad.

Ahora lucha por sobrevivir.

Esta magnífica tierra se convirtió en refugio cuando los enanos fueron expulsados de su hogar ancestral y los humanos les negaron asentarse en otros lugares.

Pilares de piedra con los más finos tallados y grabados, son los que erigían la gran mansión dentro de las montañas, con pasillos y puentes casi interminables con cámaras rebosantes de oro y joyas.

Riquezas interminables que solo acumulaban polvo.

Tip

El sonido de una moneda cayendo en un interminable mar de oro fue oído cuando causo un gran eco que se oyó por las interminables recamaras.

Un solo enano estaba parado junto a unas escaleras que daban fuera de esta recámara.

Vestido con un delantal de trabajo manchado por el polvo y el hollín encima de una camisa simple como su pantalón y botas, un humanoide que no superaba los 1,45 metros con una poblada barba con algunas canas, las arrugas adornaban su cara e incluso su calva cabeza.

Una expresión cansada adornaba sus ásperas facciones mientras entre sus dedos callosos jugaba con una moneda antes de lanzarla al fondo de la cámara del tesoro.

Él es Thranduil, hijo de Thror. Uno de los maestros herreros de los enanos que nació en Khazad-Dum, antes de que fuera infestada y que sea conocida por el nombre de Moria.

Hubo alguna vez en la que el forjaba armas para guerreros, esas mismas armas valían una bolsa completa de este mismo oro en su mejor momento.

Ahora solo producía una de vez en cuando para no olvidar la forma de un hacha de batalla.

-Malditos todos. - Murmuro antes de tomar otra moneda y lanzarla hacia más de su tipo.

El comercio de los enanos se vio sumamente limitado con apenas algunos exponentes, lo suficiente como para alimentar a los que vivían aquí, nada más.

Aun podía recordar cuando los hornos de esta misma mansión rugían con poder y vitalidad para producir los más hermosos artefactos que sus manos y la de sus hermanos pudiesen producir, desde la más finas joyas hasta las más robustas armas.

Ahora muchos de los hornos se habían apagado.

Thranduil tomo otra moneda, pero justo cuando la estaba por lanzar, un ruido diferente llego hasta sus oídos.

Un sonido que él conocía muy bien a pesar de la distorsión que causaba el eco de los pasillos.

Era el llanto de un niño.

La curiosidad lo carcomía como el óxido a un trozo de hierro viejo, pero no había muchos enanos jóvenes aquí, mucho menos que lloren.

-Algo anda mal. - Se dijo.

El Enano se dio la vuelta y comenzó a dirigirse a donde provenía el sonido en un trote ligero, con una expresión seria mientas empuñaba su martillo de trabajo preparándose para lo peor.

Paso por varios pasillos, cámaras y puentes hasta que fue acercándose al punto de interés. Él no había sido el único que lo había escuchado, prueba de esto eran los varios Enanos que se hallaban en uno de los extremos del pasillo que recorría, pero manteniéndose lejos de la vista, sin duda era algo para tomar en cuenta.

- ¿Qué pasa, Borg? - Pregunto Thranduil a otro enano de casi su misma edad y altura, pero con la diferencia de que tenía el pelo castaño y era un orfebre.

-Es un niño humano. - Le dijo antes de volver a mirar por la esquina.

El enano calvo parpadeo un par de veces antes de preguntar a su amigo.

- ¿Un humano? ¿Estás seguro? - Pregunto con clara duda en su voz. - ¿Cómo se metió hasta aquí?

Esta era una muy buena pregunta ya que estaban a muchos metros bajo la superficie de la montaña y para que un humano pasase las puertas sin alertar a nadie sería algo sumamente increíble, un niño mucho menos.

Thranduil se asomó por la esquina con cuidado para ver a lo lejos un niño humano que no superaba los 5 años de pelo negro y piel pálida, vestida con una simple camiseta verde y pantalones negros.

El herrero volvió a ocultarse mientras acariciaba su barba y una expresión entre pensativa y preocupada abarcaba su cara. Dudaba que fuera una especie de trampa, la piedra aquí era demasiado dura para poner una trampa sin hacer ruido.

Y, aun así, usar a un niño de carnada era barbárico.

El mismo tiene en su hogar un pequeño niño de la misma edad que este humano, quizás sea porque le recordó a su hijo, por su sentido de la paternidad o por su propia compasión que camino hacia el niño.

En el fondo sus colegas enanos les decían que volviese, pero no escucho, en cambio guardo su martillo y trato de parecer amigable.

-Hey. - Dijo el enano en lengua humana acercándose al niño que al escucharlo dejo de llorar. - ¿Estás perdido?

El niño se limpió con sus antebrazos las lágrimas que caían de su enrojecido rostro mientras asentía tímidamente.

- ¿Como llegaste aquí? - Pregunto el enano esperando saber algo.

El niño hipo un poco y su voz era algo entrecortada, pero aun así contestó.

-E-estaba caminando con mi papá, cuando una luz apareció y termine aquí. - Dijo el niño antes de que pareciera que se iba a quebrar nuevamente. - Quiero a mi papá.

El herrero suavizo un poco la mirada mientras acariciaba la espalda del niño en un intento de tranquilizarlo, podía sentir que el chico era delgado y huesudo para los estándares enanos, quizás para un humano este bien.

- (Pobre chico.)- Pensó el enano.

La mirada de Thranduil vago al piso donde se encontraban, al rededor del humano había lo que parecía ser un circulo de invocación con múltiples runas, la magia residual podía sentirse, la piel de su brazo se erizo por la estática cuando paso sutilmente su otro brazo cerca de las runas.

Este niño no había venido aquí porque quiso, había sido un accidente o una prueba.

- ¿Tienes hambre? - Preguntó el enano con una pequeña sonrisa.

El niño asintió.

El enano se levantó en toda su altura antes de extender su mano al niño para que la tomase, este miro la mano del ser con algo de asombro y miedo con sus grandes ojos antes de tomarla con cuidado.

El enano rio suavemente antes de comenzar a guiarlo bajo la mirada de los otros enanos.

-Avisen al Rey. - Fue todo lo que dijo mientras pasaba a su lado acompañado por el niño.

El niño humano mientras era guiado por el enano giro su cabeza para ver a los demás.

-No les hagas caso. - Le dijo Thranduil. - Solo están curiosos y viejos.

El niño solo asintió.

Caminaron por varios minutos, lo suficiente como para que un niño normal comience a cansarse, pero no esté. El joven pelinegro estaba totalmente asombrado por las increíbles estructuras y el altísimo techo, tenía que girar su cuello completamente solo para ver el final de este.

Los increíbles tallados que eran tan gruesos como los dedos de sus manos y que no dudo en palpar con sus dedos.

El enano miraba esto con una sonrisa, esa inocencia y asombro infantil era simplemente cálido, la misma calidez que le producía forjar un arma para alguien importante.

Finalmente llegaron a una puerta más pequeña en comparación a las otras, el enano soltó la mano del niño para usar ambos brazos para abrir las puertas, dando lugar a un taller.

Un taller de un herrero, con una forja encendida con varias herramientas y elementos cerca de estas, 2 mesas medianas, algunos banquillos por aquí y por allá y una puerta más al fondo.

- ¡Padre! - Dijo de pronto una voz proviniendo de la puerta del fondo.

Un niño de apenas unos años más que el humano, pero se lo notaba un poco más robusto y con largo pelo negro, vestido con unas ropas simples y botas negras.

Este niño se detuvo a medio camino para ver a su padre acompañado de un niño delgado y con ropas extrañas.

-Saluda. - Dijo su padre. - Tenemos visitas.

-Hola. - Mencionó el niño enano.

-H-hola. - Le respondió el humano.

En enano mayor asintió antes de sentar a ambos niños en una de las mesas y servirles un plato de queso, pan y algo de carne.

Los tres comieron en silencio, pero Thranduil pudo ver que durante ese silencio ambos niños no dejaron de mirarse fijamente.

-Tienes poco pelo. - Le dijo el niño humano.

-Y tu mucho. - Le dijo el humano antes de remeter. - Eres gordo.

-Y tu delgado. - Respondió.

El enano mayor miraba esto como si fuera ping ponga, no había malicia en las palabras de ninguno, solo curiosidad infantil.

-Soy Gewain. - Dijo el niño extendiendo su mano.

Thranduil casi se ahoga con el trozo de queso, no pudo creer que su hijo había revelado su nombre con tanta facilidad, bueno en parte era su culpa por no haberle dicho que no debía revelar su nombre a los no enanos.

Pero dudaba que hubiera algún daño a largo plazo, el niño humano no se quedaría mucho y en especial dudaba que los recordara en el futuro.

El niño humano extendió su mano para estrechar la del enano antes de responder.

-Mi nombre es...

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-Therion, Therion, ¡Therion!

-Te oí la primera vez, Gewain. - Dijo una voz más grave y algo irritada, mientras que el dueño de esta voz no dejaba su trabajo.

Gewain, el niño que una vez se encontró con un humano se había convertido en un Enano de hombros anchos y robusto que no sobrepasaba los 1,45 metros, de barba poblada y gran cabellera con algunas cuentas de metal en sus trenzas, vestido con ropas simples con algunos protectores de cuero, guantes y un delantal.

Este enano había entrado a un taller casi el doble de grande que el taller donde cenaron hace tantos años, además del tamaño estaban en una ciudad enana diferente, algo lejos de donde se criaron.

Gewain miro con asombro como su hermano trabajaba un trozo de oro para convertirlo en una hermosa pieza de orfebrería, no recuerda cuantas veces lo había visto, no se cansaba de ello.

Su hermano tenía un talento innato para esto, él era un Enano en todo sentido... menos en la sangre.

Llegando a medir 1,65 metros de altura de constitución fuerte y robusta se giraba un humano de pelo negro para ver a su hermano adoptivo, revelando al mismo niño humano que una vez fue invocado en la caza de los enanos.

De rasgos que recientemente habían madurados, con algunas cicatrices de batalla en su cuerpo, ocultas por sus ropas de trabajo. Therion, como era llamado en el idioma de los enanos sonrío al ver a su hermano.

-Me sorprende que sigas con eso, eres un adicto al trabajo, incluso Padre lo dice. - Dijo Gewain haciendo un gesto con sus dedos.

Naofumi o Therion lo ignoró mirando su nueva pieza de trabajo, había unas leves imperfecciones aún, un poco de alijado estaría bien.

-El que participe en batallas o sea condecorado no significa que pueda olvidarme de los pedidos que tengo. - Le respondió el humano.

-Adicto al trabajo.

-Flojo.

-Gigantón.

-Enano.

-Gracias.

-Igualmente.

Ambos dejaron lo que estaban haciendo antes de comenzar a reír y darse un abrazo familiar.

¿Quién lo hubiera pensado?

En un parpadeo habían pasado más de 15 inviernos donde las vidas de casi toda una raza habían cambiado radicalmente.

15 años desde que un niño humano fue criado por los Enanos de Erebor como uno de los suyos.

Ambos hermanos se separaron para que el hermano más bajo planeaste la espalda del más alto.

-Padre quería verte antes de la ceremonia. - Le dijo.

- ¿En serio? - Le pregunto. - ¿Dónde está?

-Sabes bien donde está. - Le dijo Gewain.

-Ah, ya veo. - Dijo Naofumi con una sonrisa comprensiva.

-Ve. - Le dijo a su hermano humano. - Sabes que no le gusta esperar demasiado.

-Si, sí.

Así Therion salió del taller rumbo a una de las cámaras personales de Khazad-Dum, el reino que hace apenas 5 meses habían reconquistado cuando echaron a todos los orcos y al Balrog que aquí habitaba.

El humano recorrido los diferentes pasillos saludando a alguno de sus hermanos de armas y uno que otro enano que se encontraba.

Pasando por puentes de piedra y diferentes cavernas finalmente llego a un pequeño taller que no poseía puertas, su forja estaba apenas encendida y en medio de esto estaba un enano ya con muchas canas sentado en un banco de piedra mirando en objeto sobre una chimenea.

Encima de la chimenea estaba un tablón de madera barnizada en la cual sobresalían 2 ganchos que sostenían un hacha de mano, de hierro forjado, tosca y áspera como su decoración.

-Esta fue el primer trabajo que hicieron juntos. - Dijo Thranduil haciendo espacio en el banco para que su otro hijo se sentara. - Recuerdo perfectamente el día en que me lo dieron como regalo.

Therion se sentó y con lago de nostalgia le respondió.

-Eso fue hace casi 10 años. - Mencionó.

-Creciste demasiado rápido. - Mencionó su padre con tristeza, pero aun así con orgullo. - Recuerdo cuando apenas estabas aprendiendo a forjar y antes de darme cuenta te habías convertido en un guerrero.

-Padre...

Thranduil extendió la mano para que se callara y que solo escuche por ahora.

-Desde que apareciste, supe que grandes cambios vendrían y me alegra saber que no me equivoqué ni una sola vez ni contigo ni con tu hermano. - El enano calvo paso su brazo por sobre el hombro de su hijo y lo miro a los ojos. - Estoy muy orgulloso de ti.

Therion solo pudo abrazar a su padre mientras susurraba un simple 'Gracias por todo', no había palabras que lograsen describir cómo se sentía.

Este era su padre, el hombre que lo crio y lo levanto para ser quien es ahora.

Ambos se separaron para que el enano mayor sonriera.

-Te tenemos un regalo.

Levantándose del banco de piedra, el enano guio a su hijo a la parte más oscura del taller donde abrió una puerta doble la cual daba a una pequeña cámara.

- ¿Qué es esto? - Pregunto Therion al ver lo que había en medio.

Su padre sonrío.

-Es un obsequio para ti, maestros herreros, tu hermano y yo mismo, trabajamos durante meses para hacerla. - Le mencionó recordando todo ese tiempo frente a la forja.

-No sé qué decir. - Dijo totalmente abrumado.

Su padre se le acercó y puso una mano en su hombro.

-No digas nada y pórtala con orgullo.


Los enormes salones de los enanos resonaban con gritos de euforia y una actitud festiva reinaba en todo enano, ya que este era el festival de victoria.

Hace 5 meses que habían logrado reconquistar su hogar ancestral, pero no habían hecho ninguna fiesta hasta que los hornos volvieran a rugir y los pasillos resonaran con el martillear del metal.

Poco a poco, la vida volvió a Khazad-Dum.

Y ahora, finalmente llego el momento de premiar al responsable de que esto sea posible.

El salón central del reino de los enanos era prácticamente un hervidero de emoción, estandartes de la casa de los enanos colgaban del techo mientras que algunos rayos de sol se filtraban por los trasluces.

Una gran cantidad de Enanos estaban reunidos esperando a que comenzara, cada uno vestido con sus mejores galas ya que era una ocasión especial.

En el fondo del salón estaba el Rey Thráin II cuya corona reluciente de oro pulido en con junto con sus ropas le daba un aura de majestuosidad incomparables, junto a él se encontraba el Príncipe Thorin, cuya presencia no era menor.

- ¡Gente de Khazad-Dum!- Dijo el rey en una voz potente para llamar la atención de todos en el gran salón.-¡Hoy nos hemos reunido para premiar a aquel que hiso posible que podamos estar aquí!

Entre el público se encontraban Gewain y Thranduil vestidos con sus mejores ropas mientras veían distraídamente la puerta en espera de Therion.

-Este hombre...- Negó con la cabeza. - Este Enano llego a nosotros en circunstancias extrañas, pero se ha ganado todo el derecho de llamar a este lugar su hogar y a nosotros su gente.

El rey extendió su mano para dar señal a sus soldados para que abran las puertas por donde entraría su mejor soldado, el más fiel y el más fuerte de sus filas.

- ¡Preséntate ante nosotros, Therion Hueso de Dragón!

Cuando las puertas se abrieron una corriente de aire brotó de allí silbando entre los espacios de las piedras, cuando estas dejaron de sonar unas fuertes y pesadas pisadas fueron oídas junto con el sonido de cadenas.

Los Enanos pudieron ver como algo emergía de la puerta, su guerrero, el ultimo muro de Khazad-Dum, el enano más fuerte.

Cubierto de pies a cabeza con una armadura que parecía tallada en la piedra misma con cadenas que la aseguraban a su cuerpo, este ser se levantaba orgulloso portando en su mano izquierda un gran escudo de tipo torre de piedra mientras que en su mano derecha llevaba lo que parecía ser un garrote.

Pero no lo era, era el diente de un dragón.

Su casco tenía rendijas que le permitían ver, mas no poder ver su rostro, mientras que en la parte superior poseía una cresta que se combinaba con el resto del armamento.

La armadura relucía débilmente, estaba compuesto por los materiales más resistentes conocidos por los Enanos y ellos lo conocían todos, formada por Mithrill y la piedra misma donde nacía en conjunto con las escamas y huesos de dragón.

Therion se paró frente al rey y al público antes de apretar el mango de su arma y levantarla al lanzar un grito de guerra.

- ¡AHHHH!

El público estalló en vítores y festejo mientras que su familia y los herreros miran con orgullo su trabajo.

Finalmente, la multitud se calmó después de que el rey diera una señal, no deseaba cortar el festejo, pero formalidades primero.

Therion colocó su arma en su espalda mientras se acercaba y golpeaba la base de su escudo antes de arrodillarse frente a los nobles.

Un enano se acercó al rey llevando una espada pulida sobre una tela de inmaculado blanco. El Rey la tomo y la observó unos segundos antes de sonreír.

-Therion hueso de dragón, hijo de Thranduil, hijo de Thror. - El rey bajo la espada hasta que casi tocaba los hombros del acorazado. - Por el poder conferido a mi persona yo te nombro como... Naofumi, el conquistador de Moria.

El rey levantó la espada y la bajo al otro hombro de Therion antes de dejar la espada de lado y extender los brazos.

-Yo te nombro como... ¡El campeón bajo la montaña!

La multitud estalló en vítores y alegría cuando confirieron tal título, Naofumi tomo esto como una señal para levantarse y alzar su arma en una señal de que aceptaba sus aclamaciones.

Fue gracias al casco que ellos no pudieron ver su cara de emoción la cual parecía que iba a llorar de la alegría en cualquier momento, esta era su gente, su hogar y haría todo lo que esté en su poder para protegerlos, era una promesa.

Pero el festejo se vio brutalmente interrumpido cuando un brillante circuló mágico apareció debajo de Therion, desde el público Thranduil hacia lo posible para apartar a los que estaban en su camino, había reconocido el hechizo, fue el mismo que lo había tantos inviernos atrás.

- ¡Therion! - Grito el enano extendiendo su mano tratando de sostenerlo.

- ¡Padre! - El también extendió su mano tratando de alcanzarlo pero justo antes de que pudieran rozarse el campeón enano desapareció de allí.

La multitud quedo en silencio, tratando de comprender que había pasado hace tan solo unos instantes, había desaparecido de la nada.

Justo cuando la comprensión y el medio estaba invadiendo al pueblo, el príncipe Enano tomó las riendas.

- ¡Traigan a los Alquimistas, Eruditos y cualquiera con conocimiento de la magia! - Grito a los guardias y a todos en general. - ¡Estamos en alerta, han secuestrado a nuestro campeón!


Therion se sintió mareado, su primera reacción fue arrodillarse y cubrirse con su escudo ante un posible ataque, cuando vio las luces solo pudo cerrar sus ojos por precaución.

- ¡Señores Héroes, por favor salven al mundo!

-(¿Qué?)- Pensó el campeón enano mientras movía un poco su escudo para descubrir que estaba en una especie de sala oscura con varios sacerdotes y miembros de lo que parecía ser una iglesia.

Therion se levantó con toda su altura ganándose jadeos de asombro por parte de algunos de los sacerdotes, los vio perfectamente.

-(Humanos.)- Pensó con desagrado antes mi mirar su escudo y ver que ahora tenía una gema verde incrustada en medio con unas hendiduras que nacían en el borde e iban hacia esta. -(¿Qué demonios?)

Naofumi no estaba feliz con esta situación, pero no tenía ni información de los enemigos ni de la geografía, ni siquiera si había una cueva cerca, de reojo miro a los demás.

- (¿Quiénes son ellos?)

A su lado había 3 hombres humanos jóvenes, uno de pelo rubio, otro de pelo algo más claro y otro de pelo azul oscuro, cada uno portando un arma diferente, una lanza, un arco y una espada respectivamente.

El sacerdote central quedo en shock cuando el héroe del escudo se presentó ante ellos con esta forma, sin duda era intimidante, como un demonio, pero no podía descuidar su labor.

-E-este mundo está al borde del colapso. Por favor préstennos su fuerza.

-Me niego. - Dijo rápidamente el héroe de la lanza, un tipo rubio con chaqueta roja que podrías describir como el mujeriego de turno.

-Yo igual. - Mencionó el héroe del arco vestido con el uniforme de una prestigiosa escuela.

El héroe de la espada dio un paso al frente antes de apuntar su arma al frente.

- ¿No tienes culpa por obligarnos a venir aquí?

Por su parte Therion siempre había sido un hombre de palabras antes que de armas, pero cuando las tomaba, las tomaba para ganar.

El dio unos pasos al frente haciendo que su armadura resuene, acercándose a uno de los sacerdotes lo tomo por el cuello de su túnica y lo levantó como si no pasase nada haciendo que quede a unos centímetros del suelo.

- ¿eodnd eaostms?

- ¿Élfico? - Pregunto el sacerdote de la iglesia sorprendido de que los héroes o alguien supiera de esa lengua.

- ¿Que dijo? - Pregunto el de la lanza.

Las armas sagradas podían traducir cualquier idioma del hombre, pero no lo de los elfos o los enanos que contenían su propia magia.

-Héroe del escudo, por favor suéltelo. - Suplicó el sacerdote líder, el cual se paralizó de miedo cuando el casco giró en si dirección.

El acorazado soltó al humano y solo dijo una frase.

-Llévame ante su rey.

-P-por supuesto.

El sacerdote líder hiso un gesto para que se aparten mientras guiaba al héroe del escudo seguido por los demás héroes por una larga escalera cuyo techo casi rozaba la punta del arma en la espalda del enano.

Por una de las ventanas de ventilación Naofumi pudo ver un pueblo humano con montañas en la lejanía, gruño un poco al ver que no estaba cerca de su hogar.

Finalmente llegaron a lo que serían los jardines del castillo, un hermoso predio con unas sumamente cuidadas flores y árboles, pero poco o nada importaban.

Desde una habitación que daba al jardín, una joven vio a los héroes con curiosidad y una sonrisa malvada.

Cuando la exasperación de Therion estaba por llegar a su punto más alto entraron al salón del trono, uno sumamente simple y burdo en comparación al de los enanos, mucho más pequeño y trono igual.

El rey estaba sentado en el fondo de la sala y no oculto su asombro e ira cuando vio a 3 héroes y a un acorazado con un enorme escudo entrar en la sala del trono, pero claro, tenía que continuar por los 3 héroes.

-Así que estos son los héroes santos de las antiguas leyendas, ¿eh? - Dijo el rey acariciando su barba en comprensión. - Yo soy Aultcray Melromarc XXXII. Por favor preséntense.

Therion miro a este rey como si fuera una pulga, casi tener que implorar el nombre de unos extraños.

Los héroes no notaron esto y simplemente se presentaron.

-Amaki Ren, tengo 16 años. - Dijo el de la espada. - Soy estudiante de secundaria.

-Me llamo Kitamura Motoyasu, tengo 21 años y soy estudiante universitario. - Menciono el de la lanza.

-Mi nombre es Kawasumi Itsuki. Soy un estudiante de secundaria de 17 años. - Dijo el arquero desde su posición al lado de Motoyasu.

Antes de que el rey pudiera decir otra cosa un gruñido gutural resonó dentro del casco de la armadura.

-Grrr

-Oye amigo, no gruñas como un animal. - Le dijo Motoyasu a su lado antes de sonreír bromistamente. - De todos modos... ¿Qué pasa con el cosplay?

El héroe de la lanza puso toda su fuerza en un manotazo que quería darle a la espalda del tipo acorazado, ya que él pensaba que solo era papel mache, ver la expresión de un otaku llorar por su disfraz no tendría precio.

-AHHHH.

Motoyasu se alejó con la mano completamente roja, le había dado un manotazo a una superficie completamente sólida.

-No es un disfraz. - Se dijo apretando los dientes y mirando a Naofumi.

-No pienso decirles mi nombre a ustedes. - Dijo Therion, puede que esta era una grosería incluso para un Enano, pero no confiaba en ellos, ni un poco.

-Héroes, por favor- Suplico alguien de la iglesia para mantener la paz.

Acto seguido, comenzaron a relatar una historia sobre una profecía, el reino, las "Olas de la Calamidad" y de cómo los héroes convocados serán quieres los salvarán.

-Entiendo. - Dijo Ren poniendo su mano en su barbilla.

-Bueno, si recibimos algo a cambio no hay problema. - Dijo Motoyasu jugando con el peso de su lanza.

-Por supuesto, si superan las olas tendremos suficientes recompensas para ustedes. - Dijo el contador del castillo.

El rey asintió complacido.

-Entonces es un trato.

-Me niego.

El rey y muchos de los nobles presentes abrieron sus ojos cuando escucharon la negativa del héroe del escudo, dicho héroe apunto con su brazo derecho al rey humano.

-Yo no tengo nada que ver con su reino ni con su guerra. - Dijo el guerrero. - No pienso pelear una guerra por un humano y mucho menos un rey al cual no vea como uno.

Esas palabras dejaron paralizados a todos.

-Oye, oye. - Dijo Motoyasu.- Necesitan ayuda, ¿No quieres salvar el mundo?

-No me interesa, tengo un reino propio que proteger. - Dijo dándose la vuelta y disponiéndose a salir.

-Si no lo haces por ellos, ¿qué hay por las recompensas? - Pregunto Ren.

-Tengo todo el oro que pueda desear y si aún así me ofrecieran el doble no lo tomaría.

Parecía que nada podían hacer para convencer al héroe para que se quedara en el castillo y pelease por su causa.

- ¿Estas en otro mundo sabes? - Le dijo el rey. - Somos tu única oportunidad para volver.

-Nuevamente se equivoca. - Le dijo cortante al rey. - Siempre y cuando encuentre una mina o llegue a la montaña estaré bien.

Este comentario causo ira en el rey, además de la curiosidad de varios de la corte. Pero hubo un solo comentario que hiso que el acorazado no solo se detuviera completamente si no que hiso que volviese inclusive.

-Déjenlo, es un cobarde. - Dijo Itsuki sin medir sus palabras.

Antes de que se diese cuenta, el joven estaba siendo levantado por el cuello de la camisa.

- ¡¿Te atreves a llamarme cobarde?!- Rugió en ira mientras que el joven pataleaba por librarse del agarre, pero no podía, era tan duro como el hierro.

- ¡Suéltame! - Grito.

El rey dio la orden para que sus soldados estén atentos ante la más mínima señal de pelea.

-He estado en el campo de batalla. - Le dijo el de armadura al niño. - He visto a las criaturas más horribles a los ojos, he tomado muchas vidas con mis propias manos, he visto perecer a muchos de mis amigos.

Naofumi negó con la cabeza.

- ¡Un niño que nunca ha visto una guerra no tiene el derecho de llamarme cobarde!

El héroe del arco fue lanzado al otro lado de la sala como si fuera un mero muñeco de trapo, el rubio grito de dolor cuando aterrizo sobre su hombro.

- ¡Guardias! - Grito el rey para que sus soldados se reúnan alrededor de Therion apuntándolo con sus armas.

Incluso los héroes.

-Amigo, mejor te tranquilizas. - Dijo Motoyasu apuntándolo con su lanza. - Estas superado.

La armadura se quedó inerte unos segundos antes de que una voz se oyera.

- ¿Estás seguro de eso?

Therion llevo su mano a su espalda, los guarias se tensaron enormemente cuando este saco a relucir lo que llevaba, pero lejos de usarlo, lo soltó en el piso frente a todos.

-Si alguno en esta sala es capaz de levantar mi arma, me entregare voluntariamente y haré todo lo que me pidan.

- ¡Ja! - Río Motoyasu. - Que fácil.

No debería haber problema, todos eran de Nivel 1 y siempre y cuando no portara una espada o un arco podría levantar el arma.

El rubio coloco ambas manos alrededor de la base donde el sujeto lo había sostenido y trato de levantarlo.

Pero descubrió que no podía.

- ¡¿Qué pasa con esta cosa?!- Pregunto cuando gotas de sudor se hacían cada vez más evidentes en su frente.

Al poco tiempo lo dejó y dejo que Ren lo intentase.

- ¡Es imposible! - Dijo con esfuerzo.

Desde atrás el rey estaba rechinando sus dientes ya que el héroe del escudo no solo había ridiculizado a los otros 3 héroes, si no que podía portar un arma.

- ¡¿Como es posible que el escudo porte un arma?!- Dijo el Rey. - ¡¿Quién eres tú?!

Therion emitió un sonido de burla mientras se quitaba el casco y lo enganchaba en su cintura haciendo que los héroes retrocedan por instinto y los nobles jadeen.

-La respuesta a la primera pregunta es sumamente simple, es que esta no es un arma a pesar de que la uso como tal. - Él se acercó y tomo su arma y la levantó con una sola mano. - ¡Este es el colmillo de un dragón al que mis hermanos de armas y yo pusimos fin!

Therion levanto el arma sobre su cabeza antes empujarla hacia el frente para que todos se den cuenta de su poder.

CRACK

El piso debajo del arma se quebró por su peso al tiempo que la habitación retumbaba por el golpe, el acorazado levanto nuevamente su arma para acercarlo a su persona haciendo que descanse sobre su hombro.

Ajusto nuevamente su escudo para un rayo de sol golpease contra su escudo dando a relucir no solo la gema de este, si no el tallado y un leve brillo en él.

- ¡No tengo la obligación de darles mi nombre y ni ustedes tienen el derecho de saberlo! ¡Pero se los diré! - Dijo haciendo que su voz resonase por todo el lugar mientras que miraba directamente al rey. - ¡Yo soy Therion hueso de dragón, el conquistador de Moria, hijo de Thranduil, hijo de Thror! ¡Yo soy el Campeón bajo la montaña!

- ¡! – el rey se sorprendió al oír los títulos, pero sobre todo una palabra de un lugar – ¡Moria, no puede ser…! ¡tú eres…!


Flashback

Hace un mes, un guardia llegaba apresurado a hablar con el rey que se encontraba en el jardín que había en el castillo. Este soldado había corrido por toda la ciudad para contar las nuevas noticias se encontraba agitado no solo por correr si no por la noticia misma.

- Mi… rey – El pobre hombre respiraba como podia, la armadura no le ayudaba mucho que digamos para recuperarse.– Tengo… noticias el oeste.

- Oh, bien, espero que sean grandes noticias – El rey le miro – Y bien ¿Qué esperas?

- ¡Si! – El soldado se puso en posición de firme antes de decir con voz fuerte. – ¡Las minas de Moria han sido conquistadas!

Sus palabras hicieron abrir los ojos al rey y su mano tembló un poco al tiempo que su corazon bombeaba rápidamente. Tan exaltado estaba que no dudó en tomar al soldado por el peto de la armadura y acercarlo a sí.

- ¡No bromees conmigo, mocoso! – Lo vio directo a los ojos – Nadie que no sea un mago o alguien sumamente poderoso puede contra el demonio que yase en ese lugar y los pocos que pasan por ahí no vuelven para contarlo.

- P-pero, mi señor – Hablo con miedo evidente en su voz – Fueron los enanos, ellos armaron una campaña para ir contra…

– ¡Es imposible! – Grito el rey antes de soltar al soldado.– No… ni un ejercito puede contra esa bestia... ¡No sin acabar con cada orco que hay ahí!

- Eso es lo sorpréndete mi señor – Dijo el caballero haciendo que el rey lo mirase de reojo, el soldado hablo como si se tratase de un cuento de heroes.– Fue solo un enano el que lo mato, o eso cuentan los juglares.

El rey le miro como si mirase a un loco.

- ¡Mató a un Balrog! – El rey quería reír pero su cólera era más fuerte.- Es imposible, no hay forma de que un sucio enano de mina pueda hacer eso.

- Dicen que su nombre es Hueso de Dragon – Mencionó el soldado, antes de mirar a su señor con sinceridad – Que es el enano mas fuerte de la montaña solitaria.

Las palabras del joven soldado le hicieron pensar un poco al rey.

- ¡Ja! – Termino diciendo eso en un claro estado de negación.– No es posible tal cosa, de ser así lo hubieran llamado "Conquistador de Moria". Pero es imposible, quizás esos estúpidos le pagaron a algún mago de Isengard para hacer el trabajo sucio y quedarse con la gloria, tienen dinero de sobra.

- Pero y que tal si…- Murmuró el soldado antes de ser callado por su rey.

- No digas cosas absurdas – Le advirtió – En lugar de llegar a contarme estas tonterías, deberías decirme si al fin han arrasado con esos sucios mercaderes.

- No, aun no hay reportes del pelotón.

- Entonces vete, y no vuelvas a venir si vas a darme noticias a base de juglares borrachos – Dijo mientras el soldado asentía y se iba rápidamente dejandolo solo en el jardin con sus pensamientos.- Un enano que mato a un Balrog… ¡Ja! Solo un tonto creía tal cosa… Hueso de Dragón… un cuento de juglares…

Fin del Flashback


Eso digo antes, pero ahora...

El rey de Melromarc tenía al mismísimo campeón de la montaña de Erebor y el conquistador de Moria, ahora llamada Khazad-Dum… Therion Hueso de Dragón.

Y es el héroe del escudo.

Se sintió totalmente abrumado, tenia la fuerza necesaria en un solo brazo para cargar esa cosa que lleva, pero no solo eso, ya demostró ser mas fuerte que los 3 héroes y sin siquiera sudar…

Apreto los puños con impotencia, en verdad este era el Escudo Demoniaco del que profesaba la iglesia.

Ahora el rey solo le preocupaba una sola cosa.

- ¿Qué hemos hecho?- Se pregunto entre dientes.


Devil: Y CORTEN

Bueno, eso ha sido todo por este prologo o el primer cap si les gusta.

La armadura que porta Naofumi es el set completo de Havel la Roca, por lo cual para los veteranos de la saga Souls ya se imaginan la build, jaja.

Bien, como vieron nos tomamos ciertas libertades para la epoca actual, esto mas que nada fue para hacer coherente muchos de los elementos usados en el heroe del escudo asi como con los escritos de Tolkien.

Para los que les gusto la historia no se preocupen, el pasado de Naofumi o Therion será contado en varios Flashbacks.

Bueno, eso ha sido todo por ahora.

De nuevo agradezco a Dio619 y nos vemos la próxima semana.

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BYE