Naruto y sus personajes NO ME PERTENECEN. Solo hago esto para mi diversión y su entretenimiento.


En el momento en que se percató de los muy despiertos e inocentes ojos de su hermana, Shikadai tragó en seco. Giró hacia la derecha, donde su madre dormía plácidamente, con aquel cubo extraño lleno de chakra conectado a uno de sus brazos. Según tenía entendido, era importante que descansara para que asimilara la transferencia, así que, despertar a su todavía en recuperación progenitora no era una opción. Su padre, en compañía de Chouji había partido en búsqueda de suministros; su tía Ino se unió a ellos en búsqueda de hierbas medicinales para continuar con el tratamiento. Los Sabaku No habían partido al lugar de la batalla, esperando por los refuerzos que habían contactado llegaran para iniciar todo el proceso correspondiente al incidente y para el traslado seguro de su madre y hermana. En teoría, estaba a cargo.

─Hola… ─ susurró, sin saber qué decir. La bebé mantuvo su mirada fija en el niño, momento que Shikadai aprovechó para examinarla en detalle. En varias oportunidades desde su nacimiento lo había hecho; lo especial de aquella ocasión surgía a raíz de que no había nadie que pudiese intervenir mientras la observaba. Era un momento exclusivo entre hermanos ─ Eres tan pequeña…─ su vendada mano se movió sola, acariciando la mejilla sonrojada de la niña. Shikari reaccionó, tratando de actuar con sus manos. Para ayudarle, Shikadai dirigió las suyas hacia sus pequeños dedos, siendo uno de ellos aprisionados por la pequeña bebé. Justo allí, el nuevo hermano mayor le regaló una sincera sonrisa. ─ Eres fuerte ─ no solo lo decía por el firme agarre, el hecho de que haya sobrevivido todo lo acontecido en esos últimos meses era impresionante. Sobrevivió al quebranto de salud grave y nació saludable a pesar de todo el estrés y malos tratos que su madre había sufrido durante los días finales. Él había predicho que se trataría de una niña; solo las mujeres de su familia eran tan guerreras y tercas para desafiar a la mismísima muerte cara a cara.

De repente, las facciones curiosas de la niña fueron reemplazadas por una de incomodidad. Sin embargo, no soltaba su dedo, lo que Shikadai intuyó como una señal de que lo que le molestaba era el poco contacto que tenía. La sensación de inseguridad volvió a atacar al joven Nara. La única forma de solucionar el problema teorizado, era cargándola y él no estaba muy seguro al respecto. Nunca había sostenido a un bebé sin que alguien previamente lo acomodara en su regazo, por lo que, tener que hacerlo con sus manos en cuestionable condición, no sonaba como una buena idea. Shikari se estaba impacientando y lo estaba dejando muy en claro ─ Está bien, está bien…mendokusai…─ susurró. Si recién nacida era así de exigente, no quería imaginar sus años de adolescencia… Con cuidado, acercó sus vendadas manos al pequeño cuerpo, procurando sostener la cabeza en todo momento. Una vez fuera del porta-bebé, Shikadai la acercó a su cuerpo, acomodándola entre sus brazos ─ ¿Mejor? ─ preguntó a la niña quien había vuelto a su antigua faceta de tranquilidad. Varios pensamientos pasaron por su mente, siendo el más importante el referente a la importancia de su nuevo rol. Esta adorable beb é debía ser su prioridad. Sospechaba que crecería y se volvería una mujer igual de problemática y férrea como lo era Temari. Aun así, él se encargaría de cuidarla, ayudarla y guiarla a través de la vida, aunque se viese obligado a hacerlo desde las sombras. Amaba a su hermana y no dudaba en que, si la situación lo ameritaba, daría su vida por la de ella. Besó su mejilla de manera tierna ─ Eres una problemática en potencia, pero no te preocupes, yo voy a estar contigo de todas formas.

─ Es bueno saberlo.

Shikadai apartó la vista de la niña y la dirigió hacia la fuente de la voz. Un salvaje sonrojo atacó su rostro.


Un suave quejido la trajo nueva vez a la conciencia; los instintos maternales funcionando a toda marcha. Abrió los ojos con suma pesadez y le tomó un par de segundos hacer que su cuerpo acatara el comando de incorporarse. Como odiaba su situación actual. Sí, podía sentir cierta mejoría, pero no era suficiente.

¿Mejor? ─ la voz de Shikadai, captó su atención de inmediato. Una sonrisa adornó su rostro al ver la escena. ¿Qué más podría pedir? La paz que le transmitía ver a sus hijos en semejante interacción inundó su pecho de orgullo, de felicidad, de amor. En el momento en que vio a su primogénito besar la mejilla de su pequeña recién nacida sintió lágrimas de felicidad formarse en sus ojos. ─ Eres una problemática en potencia, pero no te preocupes, yo voy a estar contigo de todas formas

─ Es bueno saberlo─ solo fue consciente de que lo había dicho en voz alta cuando lo vio girar hacia ella con un notorio sonrojo sobre su rostro. De manera automática, su sonrisa burlona apareció en escena. Amaba molestar de vez en cuando a su esposo e hijo; sus reacciones valían oro ─ Oh vamos, ¿te he avergonzado? ─ esperaba una contestación irritada o incongruente como era lo esperado, pero Shikadai la sorprendió. El niño aseguró a la pequeña Nara entre sus brazos, se puso de pie, para luego sentarse al lado de su madre.

─ Estoy tan feliz de que estés viva, mamá ─ Acto seguido, apoyó su cabeza delicadamente sobre el hombro de la antigua Sabaku No; ella respondió el gesto, presa de la emoción.

Momentos como ese la hacían reflexionar. ¿Qué pensaría su yo de quince años si la viese en la actualidad? En aquel entonces, el panorama de ser esposa era lejano, el de ser madre ni siquiera entraba en discusión. Ella era una herramienta más de su aldea. Su destino era ser la mejor kunoichi de todas, dar su vida si era necesario. Pero, por supuesto, cierto vago debía aparecer en su vida. Se enamoró sin darse cuenta y, antes de que lo notara, era conocida como Temari Nara.

La etiqueta de madre fue difícil de aceptar. Ella consideraba que no tenía talento para los niños, pero se casó con el líder de un clan y, por tanto, tener un heredero era prácticamente un hecho. Si era honesta, nunca sintió la presión respecto al tema. Cuando se enamoró de Shikamaru, la idea surgió de manera natural, durante el matrimonio era un tópico conocido y discutido. Ambos acordaron que esperarían un poco antes de ser padres, pero no objetarían si llegaba a pasar fuera de sus planes. Shikadai fue concebido gracias a un momento de espontaneidad. Al percatarse de su olvido, decidió comentárselo a Shikamaru antes de proceder de cualquier manera. El Nara no pareció muy preocupado y simplemente respondió que dejaran fluir la situación y si era el momento pasaría. Y sí, fue el momento.

Desde el primer momento en que supo de su existencia, algo dentro de ella cambió, o, mejor dicho, se activó. Su prioridad era que el pequeño estuviese bien, así que, sus misiones se redujeron y bajaron de rango hasta desaparecer con la llegada del quinto mes de gestación donde Shikadai pareció crecer de repente. Cada nueva experiencia era única y mentiría si dijese que no lo disfrutó.

Nada se comparó con el momento en el que lo sostuvo entre sus brazos. Allí, la maternidad se hizo oficial y sabía que, a partir de ahí, su corazón había sido robado nuevamente. Ni siquiera sus adoradas misiones pudieron competir con Shikadai. A los tres meses de nacido, intentó volver al trabajo, pero no podía evitar pensar en él, a pesar de que sabía estaba en excelentes manos. Además, la idea de perderse de todos los "primeros" de su hijo no era una opción para ella, así que, decidió darse de baja, por lo menos, hasta que tres cosas sucedieran: que su Dai dijera su primera palabra, supiese caminar y tuviese sus dientes de leche disponibles.

La acción que acababa de tener era atípica en él, por lo que, se sintió conmovida. El pequeño que alguna vez sostuvo en sus brazos había crecido e iba en camino a ser un joven ejemplar. Al ser testigo de tal suceso, Temari sabía que lo mejor que alguna vez en su vida había hecho fue convertirse en madre ─Gracias, mi Dai; por salvarme la vida ─ una simple oración que aceleró el corazón del pequeño. Levantó la vista y, por breves instantes, observa a su madre directamente a los ojos. Recordó como los vio cerrarse frente a él y no quería vivir una escena semejante otra vez. Él era consciente de que la muerte era lo único seguro en la vida, pero sentía que no era el tiempo de su madre, existían múltiples cierres que abarcar.

─ Yo…es lo que debía pasar, mamá; no me rendiré jamás, mucho menos si se trata de mi familia. ─ Era la primera vez que la veía despierta desde el fatídico episodio. Su padre le había comentado que durante la noche su madre había recobrado la consciencia, pero pocas horas después volvió a sucumbir. Durmió durante toda la mañana y no veía la hora para desahogarse.

─ Lo sé; sé cómo eres, Dai y estoy muy orgullosa ─ Si no hubiese sido por él, la habrían perdido. El momento madre e hijo se vio interrumpido cuando cierta integrante, olvidada en la conversación, comenzó a emitir pequeños sonidos, como si tratase de ser parte de la misma. Con una sonrisa maternal, Temari tomó a su hija de brazos de su primogénito ─ ¿Qué pasó, princesita? ¿Te sientes excluida? ─ La colocó sobre su regazo, haciéndole mimos sutiles. ─ Dai, ¿podrías alcanzarme una frazada? ─ Su vista se dirigió hacia el extremo contrario del lugar, en busca de lo solicitado. Temari dirigió su atención hacia su hija menor, la emoción invadiendo su pecho. Maravillada ante la idea de que todo volvía a la normalidad.

Pero un quejido la alertó.

─ Dai, ¿qué…? ─ contuvo la respiración en el momento en que sus ojos localizaron a su primogénito.


─ Vaya, Temari hizo un excelente trabajo destruyendo este lugar. ─ comentó Kankuro.

Con toda la adrenalina del momento, no registraron en detalle el campo de batalla. Toda su atención concentrada en destruir al hombre que se atrevió a meterse con su hermana. Gaara se mantuvo en silencio. Hasta el momento, habían registrado el lugar y como era de esperarse, la destrucción, escombros y muerte eran los residentes del lugar.

─ ¿Qué esperabas? ─ respondió al fin. En esos momentos, debía concentrarse en su papel de kazekage. Debía inspeccionar el lugar de los hechos y estar listo para cuando llegasen los refuerzos. Fue una misión entre dos aldeas y él debía representar.

─ ¡Maldito hijo de…! ─ escuchó a su hermano mayor exclamar.

─ ¿Qué pasa? ¿Por qué…? ─ Pocas cosas podían quebrantar su característica expresión de serenidad, esa situación se agregaba a la lista. No solo su semblante se desfiguró. Su mente procesaba lo que estaba viendo, con incredulidad al pensar que fue tan estúpido como para no darse cuenta.

Debían volver al campamento lo más pronto posible.


Sumergió la cantinflora en el rio, llenándola en pocos segundos. Mientras lo hacía, Shikamaru se perdió en sus pensamientos. Él, el hombre que durante toda su joven vida declaró que las mujeres eran problemáticas, era padre de una de ellas. De la bebé más hermosa que alguna vez habían visto sus ojos.

Odiaba darle la razón a Naruto, pero, ciertamente, ser padre de una niña se sentía diferente.

─ ¡Aw, Chouji! ¡Mira la sonrisa de enamorado que tiene Shikamaru! ¿Quién diría que lo veríamos así? ─ Como siempre, sus compañeros de equipo arruinando el momento.

─ Eres molesta. Lo sabes, ¿verdad? ─ Ino se limitó a sonreír. Una de las experiencias más fascinantes de su vida, era ver a Shikamaru en su faceta de padre. Conocerlo desde que eran tan solo unos niños, le ayudaba notar el contraste entre sus etapas. Temari siendo un factor determinante en toda la ecuación.

─ No tiene nada de malo; es normal que estés emocionado ─ respondió Chouji ─ Especialmente, teniendo en cuenta lo hermosa que es.

─ Gracias a Temari ─ recalcó la rubia, con el claro intento de molestarlo, pero él sabía que era verdad. Su hija era idéntica a la problematica; trató de buscar cualquier indicio de sus facciones, pero fue imposible.

─ Dejen de molestar y regresemos; Shikadai debe estar…─ pero se detuvo al ver dos siluetas familiares pasar rápidamente a varios metros de ellos ─ ¡Gaara! ¡Kankuro! ─ llamó, deteniendo al par en su lugar. Shikamaru se acercó a ellos ─ ¿Qué pasa?

─ Cometimos un gran error ─ fue la simple respuesta de Kankuro. El Nara sintió como su sangre se helaba.


Temari no había visualizado su peor pesadilla hasta que la vio frente a ella.

─ Hola, princesa; nos volvemos a encontrar…─ ¿cómo era posible que estuviese vivo? Sus hermanos lo habían aniquilado. ─ ¿Qué pasa? ¿No te agrada verme?

─ ¿Cómo…?

─Tus hermanos deberían tomar en cuenta la trayectoria de sus oponentes ─ sonrió de manera malévola ─ ¿Acaso no soy el líder de un clan lleno de sorpresas? ─ preguntó ─ Debieron cerciorarse de que, no lo sé, no hayan atacado uno de mis clones especiales…─ Temari respiró hondo.

─ Suéltalo ─ fue su simple mandato. Fue un segundo, un segundo en el que apartó la vista de Shikadai y de repente, lo encuentra atrapado en las garras del miserable hombre. Con una de sus manos mantenía uno de los brazos del niño detrás de la espalda, inmovilizándolo. Un kunai presionándose peligrosamente sobre su cuello.

─ Ah, qué directa, pero creo que no estás en condiciones de exigir…─ El lado maternal de Temari estaba boicoteando su lado ninja. Tenía estrategias en su mente, pero en cada una de ellas, sus hijos podrían salir lastimados. La creencia de que en batalla era necesario cierto grado de sacrificio era inconcebible en esos momentos ─ ¿Qué ocurre? ¿No sabes qué hacer?

─ Maldito…

─ Aún hay tiempo para convocar a Mondo-sama, así que, para que veas que no soy un dictador, te dejaré elegir: ¿cuál de los dos será el sacrificio? Sé que dice que debe ser un alma inocente, pero puedo hacer el intento con este joven ─ dijo, retorciendo el brazo del niño con más violencia.

─ ¡Imbécil! ─ el exabrupto de Temari asustó a la pequeña quien comenzó a llorar, agregándole tensión del momento.

─ ¡Oh, pero que vocabulario! Mira cómo has alarmado a la pequeña

─ Maldita sea, Shozuke, tu problema es conmigo; suelta a mi hijo. ─ la expresión de burla cambió a una de furia.

─ ¡Dejó de ser contigo aquella noche donde no quisiste concebir! Te revelaste contra Mondo-sama y por tu culpa, mi clan casi se extingue. ─ Shikadai se sorprendió ante semejante declaración. ¿Su madre había tenido una relación con este sujeto? ─ Te ofrecí el mundo, todo tipo de riquezas y tú no pudiste cumplir mi mísera demanda.

─ ¡¿Mísera demanda?! ─ respondió indignada ─ ¡Querías forzarme a tener un hijo contigo! Puedes ser perfectamente mi padre y, aun así, no entendiste que no es no.

El joven Nara, siendo el niño aventajado que era, comprendió todo de inmediato. Furia recorrió su ser al entender lo que este hombre había tratado de hacerle años atrás a su madre

─ ¡Enfermo! ─ exclamó el niño, forcejeando entre los brazos de su captor.

─ ¡Shikadai! ¡Quieto! ─ exclamó la kunoichi. No era el momento de mostrar su lado Sabaku No. El forcejeo con una kunai tan cerca de su hijo la inquietaba. ─ ¡Shikadai Nara! ¡Dije que basta! ─ llamó esta vez con más autoridad, justo como lo hacía cuando se encontraba en problemas. El niño se detuvo en seco y observó detenidamente a su madre. La mirada autoritaria tenía tintes de preocupación, miedo, pero, sobre todo, con la estrategia encendida en ellos. Su madre tenía un plan y, aunque no tenía idea de que se trataba, debía cooperar.

─Así me gusta, que escuches a tu madre ─ respondió.

Temari observó al hombre de manera inexpresiva. Si sus instintos estaban en lo cierto, lo único que necesitaba era crear una distracción. Estaba sosteniendo a la un poco más calmada Shikari con su brazo izquierdo, por lo que, lo que sea que fuese a hacer, debía ser con el derecho. Discretamente, observó aquel objeto que proporcionaba chakra a su sistema. No era especialmente grande, pero era lo suficientemente macizo como para lanzarlo y que llegara hasta él.

─Shozuke, déjalo ir; tu problema es conmigo ─ respondió Temari, su mano acercándose imperceptiblemente al objeto ─ Yo tomaré su lugar

─ ¿Acaso no escuchaste lo que dije?

─Tu y yo sabemos que el momento de la profecía ya pasó ─ respondió ─ Quieres venganza y tiene que ser a través de mi

─Mamá, ¿qué…? ─ la mirada que le dedicó la antigua Sabaku No le hizo callar. Esperaba que su plan fuese otro que hacer un cambio de rehenes.

─Mantente en silencio ─advirtió─ Shozuke, por lo que más quieras, por favor, suéltalo

─Oh, ¿ahora lo pides por favor? ─ se burló ─ Elige de una buena vez antes de que pierda la paciencia

─ Eres un cobarde…

─ ¿Perdón?

─Es un niño; no tiene nada que ver

─ ¡Es tu hijo! ¡Ese que debimos tener! ─ apretó el kunai de manera más amenazadora al cuello del niño ─ ¡Demonios! Hubiésemos sido felices

Si le quedaba algún tipo de duda de que el hombre había perdido la cordura, se esfumó en el aire. ¿En qué mundo hubiesen sido felices? ─ ¿Estando con un hombre que podía ser mi padre a mis escasos dieciocho años? ¿Sacrificando a nuestro primogénito por una estupidez de leyenda? ─ justo allí, logró tomar el objeto con el agarre suficiente.

─ ¡Maldita ingrata! ─ la ira era notoria en sus facciones, así que, en el momento que Temari vio el kunai tomar impulso en el aire para estocar a Shikadai, por puro instinto, lanzó el cubo hacia esta. Al ver como el kunai caía al suelo, Shikadai aprovechó el momento para escaparse de su agarre.

─ ¡Dai, al suelo! ─ no entendía que estaba pasando, pero obedeció. Temari, sabiendo que venía a continuación, cubrió a la pequeña con su cuerpo. En cuestión de unos pocos segundos, una serie de fuertes estallidos inundó el lugar. Una cortina de polvo inundó el ambiente, por lo que, ignorando toda recomendación médica, Temari realizó un jutsu básico para mantener el aire lo más puro posible, sintiendo los efectos en su cuerpo como acto reflejo. No podía permitir que su hija inhalara esos materiales.

─ ¡Temari! ¡Shikadai! ─ escuchó la voz inconfundible de Kankuro a la distancia ─ ¿Están bien?

─ ¡¿Estás loca?! ¡No puedes hacer jutsus en tu condición! ─ regañó la ninja medico llegando hasta ella. La señora Nara prefirió no comentar al respecto, más preocupada por la integridad de sus hijos que por la propia. Shikari, además de estar más que alterada por todo lo que acababa de pasar, no parecía tener daño. Buscó a su primogénito, encontrándolo sentado a pasos de ella, viendo la desagradable escena.

Escena donde su padre se encontraba de protagonista.

─Shikadai…─ susurró. Cuando sintió a Shikamaru cerca, no pensaba en otra cosa que no fuese en alejar al psicópata de su hijo para que el pudiese intervenir. No contaba con lo furioso que podría estar su esposo y los resultados que podría acarrear.

Luego de todo lo que Shozuke había hecho, lo mínimo que se merecía era su situación actual, pero hubiese preferido que no pasase en presencia de sus hijos. Era estúpido pensar de ese modo. Shikadai estaba entrenando para ser un futuro shinobi, experimentaría situaciones peores y debía estar preparado. Sospechaba que era la primera vez que presenciaba una situación como aquella y de seguro era más impactante siendo una de las personas que más admiraba el victimario de la grotesca escena. ─ Shikadai ─ llamó esta vez de manera más firme. El joven Nara apartó su vista hacia su madre, quien extendió su brazo libre en señal de que se acercara. Sin oponer resistencia, obedeció. Temari pasó su brazo sobre sus hombros, aliviada de confirmar que estaba bien.

El hombre estaba estampado contra un árbol cercano. Las letales sombras de su marido atravesando los puntos vitales del individuo. Shikamaru se encontraba estático, Temari no necesitaba ver su expresión para saber que estaba furioso. Si algo podía romper la faceta de desinterés y vagancia, era que se metieran con sus seres queridos. Este hombre había puesto en peligro a su familia y él ya no podía seguir aguantando la furia.

─Tu…─ trató de pronunciar el malherido hombre. La compasión había abandonado el cuerpo del consejero hace tiempo. Ese monstruo había tratado de abusar y matar a la mujer de su vida y encima, puso en peligro la vida de sus hijos. Estuvo a punto de destruir a su familia. Así que, sin esperar más, sin pronunciar palabra, utilizó una última sombra para acabar definitivamente con la existencia del despreciable individuo.

El líder del clan Nara quedó quieto por unos instantes, observando el cuerpo frente a él. Aliviado, de cierta manera de que todo acabase. Giró sobre sus talones, su expresión suavizándose de a poco. Tenía que cerciorarse de que su familia estuviese bien. A la distancia, los encontró. Su esposa, resguardando a sus hijos, uno de ellos, viéndolo con una combinación de emociones que lo contrariaron. Aun así, se acercó, arrodillándose al llegar.

─ ¿Están bien? ─ preguntó con la preocupación a flor de piel, tratando de encontrar un indicio de lo contrario.

─Sí ─ respondió su esposa. Dirigió su vista hacia la bebé que parecía calmarse ante la quietud que volvió a rondar el lugar. Su hijo, por otro lado, no le respondió, solo le observó con escrutinio como si no lo conociese.

─Los refuerzos ya se aproximan; ─ interrumpió la voz del kazekage ─ Kankuro y yo nos quedaremos a esperarlos y a vigilar el cuerpo. Lo recomendable es que acampen en otro lugar, lejos de esta escena.

Se dedicaron a asentir, pero por los momentos, tanto Temari como Shikamaru solo podían pensar en una sola cosa: su hijo acababa de verlos en su faceta ninja y al parecer, algo había cambiado; no sabían si para bien o para mal.


Finally! ¡Que capitulo que me ha costado! No tanto por el contenido, más bien porque siempre aparecía algo que me impedía seguirlo, pero ya, aquí está, gracias a Dios; pienso darle otro check más tarde. Si les soy honesta, me emociona escribir el próximo capítulo; quería llegar a esta situación donde Shikadai pudiese caer en cuenta de que sus padres, antes de serlo, fueron shinobis y que hay muchas cosas que el aún no conoce de esa faceta. Siento que es un momento crucial dada la temática de la historia.

¿Qué les ha parecido? Saben que espero saber de ustedes. Muchísimas gracias a: shikatema-nara06, Yi Jie-san, MeKna, Sango Nube87 y CarVere24 por los reviews en el capítulo pasado y a todos ustedes que han dado favs y follow. Significa mucho para mí.

Como siempre siéntanse libres de comentar y contactarme, ya sea por PM, review o la otra vía que les dejé en bio.

Cuídense,

Bye!