¡YAHOI! Bien, antes de nada: sé que estoy con varios proyectos, que no debería meterme a más cosas, pero... ¿y si os digo que este en concreto ya lo tengo finiquitado? ¿A que ahora os caigo mejor? (?).

Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto.

Por favor, leer la nota que aparece al final del capítulo.

Gracias.


Acto I

De cómo se conocieron


Caminaba por las calles inundadas por la lluvia. No llevaba paraguas y temblaba a causa del frío y de la ropa que tenía empapada, pegándosele al cuerpo cada vez más. Pero nada de eso parecía importarle o, más bien, apenas se daba cuenta de ello.

Iba con la mirada perdida, preguntándose una y otra vez: ¿por qué? ¿Por qué había pasado eso? ¿Cómo había sido tan ciega de no haberse dado cuenta de nada? Es decir, sabía que pasaba algo, no era tonta, pero jamás se hubiera esperado encontrarse con aquello.

¡Hinata, no es lo que parece!

Quiso reír al recordar la escena, sus palabras: no, claro que no, encontrar a tu novio de toda la vida a punto de tener sexo con la vecina no era lo que parecía. Claramente.

Suspiró, deteniendo sus pasos y abrazándose a sí misma. Extrañamente, no era el acto en sí lo que le dolía, ni tampoco el que Kiba estuviera desahogando sus ganas con la chica que vivía enfrente. No.

Lo que realmente le dolía era que él no le hubiese dicho nada al respecto, porque si Kiba le hubiese dicho "Mira, me gusta otra persona. Quiero que terminemos" ella de buen grado se hubiera hecho a un lado. Después de todo, y aunque llevaban varios años juntos, Hinata había empezado a salir con él más por comodidad y por iniciativa de sus amigas que suya propia. Oh, y porque se suponía que ella le gustaba a Kiba.

Pero en el caso de Hinata… la joven mujer nunca había llegado a sentir por el que había sido su mejor amigo nada más que un gran y sincero afecto. Ingenuamente, y tras fracasar estrepitosamente en la búsqueda del amor de su vida, creyó que con eso podría bastarle. Kiba era guapo, atento y divertido. Algo impulsivo y de genio fácil, pero un buen chico, en definitiva, con una buena profesión: veterinario en la clínica de su familia.

Sin embargo, se sentía el bicho raro de su grupo de amigos y conocidos, porque cuando todos alardeaban de sus parejas y de su vida sexual, ella tan solo podía quedarse callada, escuchando. Así que por eso le dijo que sí a Kiba, con la esperanza de que el amor y la atracción viniera después. Pero luego de haber tenido sexo por primera vez la situación entre ellos se había vuelto incómoda. No habían vuelto a tocar el tema ni a intentarlo siquiera, más por culpa de Kiba que de ella.

Hinata hubiera accedido de buen grado a repetir la experiencia, puesto que siempre le habían enseñado a ser perseverante y a no quedarse únicamente con la primera impresión. Así que si por ella hubiera sido, lo habrían hecho más veces. De hecho, había intentado seducirlo en más de una ocasión, pero Kiba no parecía darse por aludido. Y así, su vida se había vuelto una rutina aburrida donde ya no era capaz de sentir nada.

Ahora, se encontraba frustrada, enfadada y confusa. Todo a la vez.

Suspiró, cerrando los ojos, dejando que las gotas de lluvia cayeran sobre ella sin piedad. Así, al menos, podría sentir algo.

―¿Señorita?―Parpadeó varias veces intentando aclararse la vista y ladeó el rostro, encontrándose con el par de ojos azules más hermosos que hubiera visto nunca. Se sonrojó ante su propio pensamiento―. ¿Señorita? ¿Se encuentra bien?―Hinata se fijó en el chico: parecía más joven que ella y estaba vestido con unos pantalones de vestir, una camisa blanca que ahora llevaba arremangada, un chaleco granate desabotonado y una pajarita medio deshecha.

Solo entonces se percató de que estaba ante lo que parecía ser un restaurante.

―Y-yo… l-lo siento―tartamudeó, enrojeciendo de nuevo. El chico frunció el ceño―. Y-ya me voy…

―¡Espere!―Hinata se detuvo y volvió la cabeza―. Está lloviendo mucho y no lleva paraguas… Aguarde aquí. ―Sin entender nada, vio como el chico entraba en el restaurante y volvía a salir minutos después, algo jadeante. Vio que llevaba un paraguas y que se había cambiado de ropa; iba vestido también con uniforme, pero uno colegial. Así que era un estudiante. Por su altura Hinata dedujo que debía de ir al instituto, así que tendría entre dieciséis y dieciocho años―. Está empapada―murmuró él. Rápidamente se sacó su abrigo y la cubrió con él. A pesar de que Hinata era mayor, él era más alto que ella, por lo que la prenda le caía hasta la parte inferior de las rodillas y, además, le quedaba floja en los hombros.

―No, yo… no es necesario… ―Hizo amago de quitarse el abrigo de los hombros pero las manos cálidas del chico se lo impidieron. Cuando Hinata lo miró distinguió la sonrisa más deslumbrante que había visto nunca. Volvió a enrojecer.

―Por favor, no quiero que coja un resfriado. Una chica tan guapa como usted no debería quedar encerrada en casa a causa de un resfriado'ttebayo. ―Aquel piropo la hizo enrojecer dos tonos más por lo menos.

Nunca le habían dicho que era guapa. Era la primera vez.

―Gra-gracias… ―El chico amplió su sonrisa, abrió el paraguas y los tapó a ambos.

―La acompañaré hasta la parada de metro… ¿o prefiere que llame a un taxi? O el autobús… ―Hinata negó con la cabeza.

―Yo… no he traído dinero. ―Se sintió terriblemente avergonzada al decir aquello. ¿Qué persona sensata salía de casa sin cartera? Tampoco se había traído el móvil, ni las llaves. Aunque no tenía ganas ningunas de volver a casa. Tal vez debería llamar a su padre y que mandara a alguien a recogerla pero…

―Vaya, pues eso es un problema'ttebayo. ―Hinata quiso echarse a llorar. Estaba haciendo el ridículo frente a un adolescente cuando se suponía que ahí la adulta era ella―. ¡Oiga, no, espere! ¡No es tan grave! ¡A cualquiera puede pasarle! ¡A mí me pasa todo el tiempo y Sasuke-teme y Sakura-chan siempre me regañan… ¡No llore!―Hinata se llevó las manos al rostro, comprobando sorprendida que unas gotas se deslizaban por sus mejillas. Se las limpió con presteza.

―Lo siento… yo… ―El chico negó, dándole a entender que no tenía importancia

―¿Quiere que llame a alguien que pueda venirla a buscar?―Hinata negó. El chico se rascó la nuca, suspirando. Cuando aquella mujer tan hermosa se había parado delante de su trabajo justo cuando él estaba limpiando una de las mesas que daban a la ventana creyó que era su día de suerte. La había contemplado embelesado hasta que se dio cuenta de que ella no se movía y de que estaba mojándose―. No puedo dejarla así… ―Sopesó sus opciones y al final se decidió por la más fácil: la llevaría a su casa. No quedaba lejos y así ella podría secarse, darse una ducha caliente si quería y cambiarse de ropa. Podría prestarle algo para que se pusiera―. Venga. ―Suavemente la tomó del brazo, temeroso de que ella lo apartase, pero ella parecía tan sumida en sus pensamientos que apenas fue consciente del gesto―. Soy Naruto, por cierto, Naruto Uzumaki. ―se presentó él.

―Hinata Hyūga―contestó, más por inercia que otra cosa. Naruto sonrió ampliamente.

―Me gusta su nombre. Es muy bonito'dattebayo. Tan bonito como usted―lo dijo con un pequeño rubor en sus mejillas. Hinata se sonrojó por el cumplido y se dijo que era estúpida. ¿Cómo podía emocionarse por las palabras de un niño de instituto? Andaba más falta de cariño de lo que pensaba.

Estuvieron casi quince minutos andando en absoluto silencio. Solo cuando Hinata fue consciente de que llevaban un buen rato caminando reparó en la mano que le sujetaba el brazo y en que se dirigían hacia un edificio de esos llenos de apartamentos.

―N-no es necesario. ―Paró su andar e intentó quitarse una vez más el abrigo para devolvérselo a su dueño.

―Se resfriará si sigue con esa ropa'ttebayo.

―No quiero molestar… ―Lo cierto era que un pequeño miedo se estaba instalando en su interior. ¿Y si era un violador o algo parecido? Puede que fuera más joven que ella pero sin duda más fuerte. No tendría posibilidad si decidía inmovilizarla…

―No es molestia.

―Pe-pero… tus padres…

―Vivo solo. ―El tono en el que lo dijo le dio a entender que él no quería hablar del tema―. Oiga, ¿no pensará que voy a violarla o algo parecido, no?―Enrojeció al verse descubierta.

―¡N-no, y-yo… ―El chico rio. Hinata se dio cuenta de que se había metido con ella y se enfurruñó, desviando la vista a un lado.

Entraron en un portal pequeño y enseguida montaron en el ascensor. Naruto pulsó el botón del cuarto piso y las puertas se cerraron. Llegaron a su destino y dirigió a Hinata hacia la puerta que tenía el número 46 pintado sobre el marco. Naruto metió la llave y abrió, invitándola a entrar primero.

Hinata se descalzó y se adentró en el apartamento. Era pequeño. Consistía en una sala con una mini cocina incorporada. La tele no era muy grande y en el centro del cuarto había una mesa con cuatro sillas. Una puerta al lado de la cocina daba a un pequeño balcón y había otras dos puertas en un angosto pasillo. Hinata dedujo que una era el baño y la otra la que parecía la única habitación de la casa.

Le sorprendió encontrar que tanto la cocina como la salita estaban limpias y medianamente ordenadas. Había una vídeo consola conectada a la tele y un pequeño ordenador portátil sobre la mesa, así como una manta arrugada en un rincón del sofá y una taza en el fregadero.

―Puede darse una ducha, si quiere. Le prestaré algo de ropa mientras la suya se seca. ―Hinata lo siguió y lo observó dejar la mochila sobre la mesa, al lado del ordenador―. También prepararé algo caliente. ―Hinata quiso decirle que todo aquello no era necesario, pero por alguna razón no pudo hacerlo al observar aquellos alegres ojos azules.

―Gra-gracias. ―Naruto cabeceó y le indicó cuál era el baño. Algo avergonzada, se metió en él y se desnudó, consciente de que si lo pensaba mucho acabaría por no hacerlo. Comprobó alicaída que su ropa interior estaba también mojada y la estiró sobre el váter, con la esperanza de que se secara.

Abrió la ducha y dejó que el agua caliente la desentumeciera. Enseguida se relajó. La neblina de su mente siendo lavada como todo su cuerpo. Ahora podía pensar con más claridad.

Terminó de ducharse y salió de la bañera. Sus ojos se abrieron sorprendidos al ver que su ropa ya no estaba, ni siquiera su sujetador y sus bragas, y en su lugar había un par de calzoncillos masculinos y una camiseta de manga corta en color naranja, algo desteñida.

Se sonrojó al pensar en que Naruto había entrado en el baño estando ella en la ducha y que no solo se había llevado su traje chaqueta sino también su ropa interior. Intentó no pensar mal de él. Seguramente solo había querido ser amable, sí, seguro que era eso. No tenía por qué haberlo hecho con fines menos honestos. No todos los hombres eran unos pervertidos. Claro que no.

Terminó la relajante ducha y salió de la misma. Se puso la ropa que Naruto le había dejado y, con la vergüenza recorriendo cada fibra de su ser, abrió la puerta del baño y salió a la sala. Naruto también se había cambiado, poniéndose unas bermudas flojas y una camiseta que tenía el logo de una banda de música en el frente. Le sonrió cuando la vio y ella asió el dobladillo de su camiseta, yendo hacia la mesa y dejándose caer en una de las sillas.

―Si-siento las molestias… Gracias por la ropa. ―Naruto se encogió de hombros.

―De nada. La suya se secará enseguida.

―Gracias, Uzumaki-kun, de verdad, gracias. ―Naruto frunció el ceño. Hinata pestañeó. Parecía molesto, ¿acaso había hecho o dicho algo para ofenderlo?

―Naruto está bien.

―¿Eh?

―Digo que me llames Naruto―se rascó la nuca, con la vista desviada a un lado, evitando así mirarla a los ojos, con un adorable sonrojo en sus mejillas―. No hace falta que sea tan formal.

―E-entonces… ―Tragó saliva―. ¡Por favor, llámame Hinata!―Lo había dicho en un impulso y automáticamente enrojeció. Pero Naruto sonrió ampliamente.

―De acuerdo, Hinata.

―Bi-bien. ―Naruto fue a la cocina y volvió trayendo en las manos un par de tazas de las que salía un vaho caliente. A Hinata se le hizo la boca agua al percibir el olor dulce del chocolate―. Gracias, Naruto-kun. ―Naruto se sentó frente a ella. Estuvieron unos cuantos minutos sumidos en el silencio, tan solo roto por los sorbos esporádicos que cada uno daba a su bebida.

―Hinata… ―Ella levantó la vista, mirándolo. No se había percatado antes debido a la noche y a la cortina de agua que le cortaba la visión, pero Naruto era muy atractivo. Tenía un cabello rubio precioso, alborotado y rebelde, tal y como parecía ser su personalidad, así como unos hermosos ojos azules como el mismísimo cielo y una piel bronceada que, Hinata apostaba todo lo que tenía, era del todo natural―. No quiero ser indiscreto pero… ¿por qué una chica tan guapa como tú estaba sola y triste a esas horas de la noche?―El recuerdo de Kiba y la vecina en su sofá medio desnudos besándose volvió a golpearla con fuerza. Respiró hondo―. No es necesario que me lo cuentes si no quieres pero… a veces, hablar ayuda. ―Naruto dio un sorbo a su chocolate, mirándola de reojo.

Le había chocado que una mujer tan hermosa como ella anduviese por esas calles de Dios tan tarde en la noche y sin nadie que la acompañara. Si él fuera su pareja…

―Encontré a mi novio teniendo sexo con nuestra vecina. ―Naruto abrió los ojos como platos, atragantándose con su chocolate. Tosió varias veces y tuvo que darse golpes en el pecho para aliviar las convulsiones. Cuando se calmó la miró, boquiabierto. Hinata se encogió de hombros―. N-no me duele, no es lo que piensas. Kiba-kun y yo… ―suspiró―, no había amor, no por mi parte, al menos. Y solo lo hicimos una vez, hace tiempo… no niego que yo después de eso lo busqué pe-pero… él no me hacía caso y bueno… ―Hinata vio como Naruto se levantaba de la silla e iba hacia la nevera. Cuando volvió tría en las manos varias latas de cerveza. Las miró, sorprendida.

―Creo que este tipo de conversaciones precisan de algo más fuerte'dattebayo. ―Le tendió una de las latas ya abierta y Hinata la tomó, algo reticente. ¿No era Naruto algo joven para beber?―. Sé lo que piensas, pero no me vas a denunciar, ¿verdad?―preguntó él, divertido. Hinata negó con la cabeza y dio un sorbo a la cerveza. Estaba fresquita y el sabor amargo del alcohol, extrañamente, le gustó. Ella no solía beber, tan solo en ocasiones muy especiales y a veces ni eso―. ¿Sabes? Creo que tu novio es un imbécil. Mira que ir a buscar otra teniéndote a ti… ―Hinata lo miró, algo sorprendida. Se terminó la cerveza y cogió otra, abriéndola y bebiendo de la lata―. Nunca entenderé a esa clase de hombres.

―Kiba-kun no es malo, sí que hubiera preferido que hablara conmigo antes pero… bueno… está bien. ―Se terminó la segunda cerveza y cogió una tercera. A estas alturas, ya tenía las mejillas coloradas y estaba empezando a soltar risitas tontas. ¿Había mencionado que no era buena tolerando el alcohol?―. Y tampoco era tan guapo ¿sabes? Los he visto más guapos. ―Naruto rio. Él también estaba empezando a notar los efectos de la cerveza.

―¿Ah, sí?

―Sí―dijo Hinata. Entonces lo miró, fijamente. Se levantó de su silla y se acercó a él. Levantó una mano y la posó en una de sus bronceadas mejillas, repasando con la yema del pulgar unas extrañas marcas que él tenía en la piel del rostro. Naruto se quedó estático, abrumado por la intimidad de esa caricia y por tener tan cerca de su rostro los pechos de la mujer, los cuales, le dijo con malicia su demonio interior, eran grandes, tal y como a él le gustaban―. Tú, por ejemplo, eres muy guapo. ―Y, sin darle tiempo a replicar, lo besó.

Naruto gimió y, envalentonado por el alcohol que le recorría las venas, se atrevió a rodearle la cintura con los brazos y tiró de ella, haciendo que cayera sobre su regazo.

Pronto el beso se volvió exigente. Las lenguas de ambos luchaban por tomar el control. Hinata le mordió los labios y el cuello y él tan solo se dejó hacer, sin dejar de acariciar su espalda y su cintura.

―Hinata… ―pronunció con voz ronca cuando sintió las manos de la mujer bajar por su pecho hacia su entrepierna, la cual había despertado ante las sutiles atenciones de su acompañante.

Aunque su cerebro estaba embotado por el alcohol, Naruto era plenamente consciente de lo que estaba pasando. Una parte de sí quería detenerla, ya que ninguno estaba en sus cabales, pero por otro lado deseaba que eso pasara. Aunque tan solo conocía a aquella mujer de unas horas, era condenadamente preciosa, tenía curvas exuberantes y unos labios tremendamente suaves.

Además, estaba seguro de que perder la virginidad con alguien como Hinata no sería nada malo. Al contrario, tenía el presentimiento de que recordaría este día para siempre.

Así que sin pensarlo mucho atacó sus labios de nuevo y se levantó, apretándola contra él y levantándola en vilo. Era bajita y apenas pesaba, por lo que le fue fácil auparla. Como respuesta Hinata enredó las piernas en sus caderas, sin dejar de besarlo. Con pasos torpes, Naruto se dirigió hacia su habitación, donde la dejó caer sobre la cama, posicionándose él encima de ella.

Entonces la miró: sí que era hermosa, se dijo una vez más. Estuvo así, contemplándola unos segundos. Ambos pechos subiendo y bajando con rapidez, los ojos perlas de Hinata fijos en los azules de él.

Con una sonrisa, Hinata se incorporó hasta quedar sentada sobre la cama y se quitó la camiseta. Aturdido, Naruto miró para ese par de pechos que lo habían llamado desde el primer momento. El solo recordar que había tenido el privilegio de saber su tamaño gracias al sujetador de la chica hizo que la sangre se le agolpara en cierta zona, haciendo más grande y notable su excitación.

Con delicadeza Hinata lo ayudó a desvestirse a él también, acariciándolo por todas partes con dulzura. No sabía por qué pero intuía que era la primera vez del chico, y al menos quería que tuviera un buen recuerdo.

Así que lo tomó del rostro, besándolo una vez más, para luego coger sus muñecas, posando las manos masculinas sobre sus senos. Sus pezones reaccionaron enseguida al contacto y Naruto gimió contra la boca femenina al sentirlos contra sus palmas.

―Tócame―le suplicó ella. No lo pensó más, empezó a masajear, despacio al principio y con más confianza después. Hinata se echó sobre el colchón y cerró los ojos, disfrutando de las sensaciones.

Poco a poco la timidez fue abandonada dando paso a la pasión. Labios, lengua, manos, dientes… Se sentía tan bien… Sintió cómo los dientes masculinos se cerraban en torno a uno de sus pezones mientras una de las manos de Naruto acariciaba su zona íntima. Hinata le sujetó del pelo, acariciándole la nuca en el proceso, instándolo a continuar con sus caricias que, aunque inexpertas y torpes, la encendían y la hacían disfrutar.

―Eres preciosa… jodidamente preciosa… ¡Hinata!―Naruto respingó cuando una de las manos femeninas se cerró en torno a su miembro, moviéndose de arriba abajo―. Dios… tú… ―Nunca pensó que estar con una mujer sería tan bueno.

Se lanzó a besarla una vez más. Hinata se echó encima suya y lo obligó a tumbarse de espaldas. Ambos estaban excitados y con ganas de llegar a la mejor parte. Sin darle tiempo a replicar, la mujer se puso encima y, guiando su abultado miembro a su entrada, se dejó caer sobre él.

―¡Oh, sí!―Arqueó su cuerpo, preguntándose como demonios había dejado pasar tanto tiempo sin repetir aquel acto tan antiguo como el tiempo.

Empezó a moverse suavemente sobre él, montándolo. Naruto cerró los ojos, hundiendo la cabeza en la almohada, gimiendo sin parar.

―Hinata… se siente tan bien… eres perfecta y… ¡sí, muévete así! Sí, así…―Hinata sonrió ante el placer de él y aumentó el ritmo a uno desenfrenado. El final estaba cerca, podían sentirlo. Necesitando ir más allá, Naruto la sujetó de las caderas y comenzó a moverse junto con ella, haciendo las penetraciones más profundas―. Me vas a matar, nena… ―Hinata lo miró, recreándose con la expresión de placer en el rostro de su amante.

Acercó su boca al oído de él y susurró:

―Córrete, Naruto-kun. Córrete conmigo. ―Naruto abrió los ojos de golpe y, empujado por aquellas palabras, estrelló sus caderas contras las de ella en un poderoso embiste que los hizo gritar a ambos, haciéndolos estallar en un explosivo orgasmo. Naruto sostuvo a Hinata de las caderas y la mantuvo allí, gruñendo mientras su interior apretaba deliciosamente su miembro, exprimiéndolo hasta decir basta.

Tras el éxtasis ambos se miraron y, sin decir palabra, comenzaron a besarse nuevamente, dando paso así a otra sesión de placentero ejercicio nocturno.

Unas horas después, mientras ambos yacían acostados, sudorosos y más que satisfechos, Naruto acariciaba con parsimonia la espalda de Hinata, maravillado de su calidez y suavidad.

―¿Sabes?―Ella le miró con los ojos entrecerrados desde su cómoda posición sobre su pecho, acusando ya el cansancio y el sueño―. Tu novio es un idiota que no sabe lo que se pierde―la tomó del rostro y levantó el suyo, besando con ternura su respingona nariz―, porque eres jodidamente preciosa, sexy como el infierno. ―Hinata esbozó una sonrisa y lo besó en la comisura de la boca, agradeciéndole así sus palabras.

Se quedaron dormidos, acurrucados el uno en los brazos del otro. A la mañana siguiente, cuando el despertador sonó a la hora de siempre, Naruto gimió y se arrebujó entre las sábanas, buscando el calor del cuerpo de Hinata.

Al no encontrarlo, se levantó y, no importándole estar desnudo, salió de la habitación.

―¿Hinata?―La llamó pero nadie le respondió. Adormilado y frotándose los ojos con un bostezo, fue hacia el baño―. ¿Hinata? ¿Estás aquí?―Al no verla la alarma se encendió en su cabeza. Corrió hasta la parte delantera de la casa. Nada. Salió al balcón, recibiendo un chillido de indignación de la vecina de al lado al verlo sin ropa.

Angustiado, se precipitó hacia la entrada y, al no ver más que sus zapatillas junto al escalón de la entrada, supo que ella se había ido. La tristeza lo invadió.

Hinata se había largado. Lo había dejado solo. Desganado, se dejó caer en una de las sillas, todavía desnudo. Solo entonces reparó en los platos que había sobre la mesa. También había una nota. Ignorando la comida, agarró el papel y lo leyó, ansioso.

Naruto-kun, muchas gracias por la noche tan maravillosa de ayer. Sé lo que estarás pensando ahora mismo pero no, no me arrepiento de lo que pasó, fue algo maravilloso y será un recuerdo que siempre atesoraré en mi memoria. Espero que hagas lo mismo. No creo que nos volvamos a ver, así que tan solo deseo haber sido lo que esperabas para tu primera vez. Sí, me di cuenta pero ¿sabes? No debes avergonzarte, porque para mí fue una noche perfecta, hiciste que recobrara la confianza en mí misma con tus palabras, tus besos y tus caricias.

Algún día harás muy feliz a una mujer. Estoy segura de ello.

Con cariño muchos besos:

Hinata Hyūga.

P.D.: me he quedado con tu ropa, como recuerdo. A cambio, te dejo mi pulsera. Es uno de mis objetos más valiosos. Cuídala y recuérdame cada vez que la mires. Recuerda que has sido capaz de hacerme sentir de nuevo.

Terminó de leer la breve carta. Los ojos le ardían por las lágrimas que estaba tratando de contener.

―¡Maldita sea, Hinata!―Arrugó el papel y tomó la pulsera de plata que ella había dejado al lado del desayuno, uno que ella parecía haberle preparado con sumo mimo, solo y exclusivamente para él―. Para mí también―se llevó la pulsera a los labios y la besó con los ojos cerrados, deseando que fuera su dueña y no una mísera cadena de metal―, para mí también ha sido una noche maravillosa, la mejor de mi vida. ―Hundió el rostro en sus manos, totalmente abatido.

Sabía que no era más que un niño para ella. Él era un adolescente mientras que Hinata era una mujer de las de verdad.

Pero había albergado la secreta esperanza de que ella estuviera junto a él aquella mañana, de que le permitiera soñar con volver a tenerla al menos una noche más.

Fin Acto I


Vale, a ver por dónde empiezo...

En primer lugar y como ya he dicho arriba: esta historia ya la tengo terminada. Son doce capítulos, con epílogo incluido.

Segundo: si me he decidido a subirla es precisamente por eso, porque ya la tengo terminada y no tengo el estrés encima de tener otra historia más inconclusa en la que debo pensar y trabajar. Ya cargo suficiente estrés en mi vida diaria como para añadir más xD.

Tercero: como me supongo habéis podido comprobar, en este fanfic Hinata es mayor que Naruto, varios años, de hecho. La idea me vino tras leer un doujinshi en el que, precisamente, Hinata también era mayor que Naruto. Aunque mi historia no tiene nada que ver con ese doujin, más allá de dicha circunstancia.

Cuarto: publicaré una vez a la semana, y el día escogido por mí son los VIERNES. Así lo pongo, en mayúscula, para que luego no me andéis preguntando "¿y cuándo vas a actualizar?". Capítulo semanal, los viernes (para que empecési el finde con buen pie) y doce capítulos, ni más ni menos. ¿Entendido? Bien.

Ahora vamos a lo importante: ¿me dejáis un review? Porque, ya sabéis:

Un review equivale a una sonrisa.

*A favor de la campaña con voz y voto. Porque dar a favoritos y follow y no dejar review es como manosearme una teta y salir corriendo.

Lectores sí.

Acosadores no.

Gracias.

¡Nos leemos!

Ja ne.

bruxi.