Se suponía que fuera un viernes como cualquier otro, jugar videojuegos, comer la cena que le dejaron en el frigorífico y relajarse de la atareada semana escolar. Pero nada sucedió como tenia previsto, Marco giro la cabeza para mirar a su acompañante de alcoba dormir plácidamente a su lado, no pudiendo evitar el pensar como termino en esa situación…

Hace un par de horas que había llegado de la preparatoria, la última semana habían sido un suplicio, exámenes finales, preparativos para bailes, anuarios, la búsqueda de universidades, demasiadas cosas que hacer y poco tiempo del cual disponer. Así pues, Marco había decidió que primero tomaría una ducha fría para relajar su cuerpo, luego buscaría la cena que su madre le dejo y miraría la televisión un rato. Estaba en el cuarto de baño cuando escucho la puerta de su habitación rechinar, salió al pasillo para cerrarla, pero cuando tomo la manija pudo ver por la rendija de la puerta una sombra que cruzo de un lado a otro, extrañado entro a su habitación en búsqueda del intruso encontrando la pieza vacía.

-¿Mmm… Sera mi imaginación?-

Se disponía a salir cuando escucho una risita provenir de su closet, lentamente se giró, camino hasta la entrada de este tomo las perillas de la puerta corrediza, jalo aire y se preparo para enfrentar lo que se encontrara dentro, de un solo movimiento abrió las puertas, encontrando a una chica de pelo negro vestida con una falda verde y una camisa a juego que le sonreía con picardía.

-Hola…-

-Maldición Janna, me diste un susto de muerte, ¿Qué rayos haces metida en el closet y como entraste a mi casa? –

-Tengo las llaves de tu casa desde secundaria Diaz ¿Qué no lo recuerdas? –

-Si lo recuerdo, pero ¿Por qué entrar a mi closet? –

-Que te puedo decir, me gusta tu olor y los lugares oscuros, aquí tengo ambos-

Janna se acercó al rostro de Marco y le sonrió burlonamente, después camino y se sentó en su cama.

-Muy bien Marco, es viernes por la noche, tus padres no están y tienes a una linda chica sentada en tu cama, ¿Qué tienes en mente? –

El castaño se sonrojo a sobre manera, nunca había podido lidiar con las insinuaciones de Janna.

-Yo tomare un baño, tú puedes hacer lo que quieras. – Marco se giro y se dispuso a salir de la habitación no sin antes escuchar las ultimas palabras de su amiga.

-Oh… en ese caso ¿Qué tal si entro contigo?, puedo dejar que tú me bañes…-

Se quedo petrificado un segundo, podía sentir su cara arder, miro de reojo a la chica, la cual estaba a punto de romper en carcajadas.

-¡JAJAJAJA! Es delicioso ver tu cara Diaz-

-¡Solo déjame tranquilo!-

El castaño huyo al cuarto de baño, aun podía escuchar la risa de Janna, se metió a la regadera y dejo que el agua lo enfriara.

-Maldición, siempre es lo mismo, soy su fuente de diversión-

Se quedo ahí varios minutos, recordando todas las ocasiones en que le hizo jugarretas aprovechándose de él, o simplemente haciéndole insinuaciones a sabiendas que él no puede responder.

-¿No puedo?-

Comenzó a meditar, mas allá de la notoria vergüenza que sentía tras las descaradas insinuaciones de su amiga, no había nada que lo detuviera de hacer algo, una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

-Muy bien Janna, juguemos tu juego –

Tras terminar su ducha, se colocó una toalla en la cintura, dejando su torso al aire, entro a su habitación, encontrando a su amiga recostada en su cama leyendo una historieta.

-Por fin la princesa termino de asearse-

Marco ignoro este comentario, abrió una gaveta de su cómoda para buscar ropa interior limpia, al ver esto Janna se levantó de la cama y camino a la puerta.

-wops, creo que el niño necesita privacidad-

-A no ser que necesites ayuda…-

Había retomado sus insinuaciones, estaba esperando la típica cara de desconcierto de su acompañante, pero esta no apareció, en vez de que Marco se sonrojara, este simplemente se giro para mirarla a los ojos y dedicarle una sonrisa ladeada.

-Claro, porque no-

Si bien esta era la primera vez que aceptaba una de sus insinuaciones, esto no bastaba para sorprenderla, Janna era lista, sabia cuales eran las intenciones de Marco.

(Oh… así que quieres jugar, muy bien veamos quien se acobarda primero) pensó la morena.

Lentamente se acercó a el y puso un dedo en su pecho.

-Sigues mojado, ¿me puedes dar una toalla para ayudarte a secarte? –

-Claro que sí, toma esta-

Marco se quito la toalla de la cintura, entregándosela a Janna, la cual se quedó petrificada al instante mirándolo fijamente a los ojos, su cara era un verdadero poema, el sabia que no iba a ganarle un "juego del cobarde" a su amiga, así que fue de 0 a 100 en su primera jugada, si bien el plantarse completamente desnudo frente a la artífice de sus momentos mas vergonzosos era prácticamente un suicidio, si lograba desconcertarla estaría totalmente a su merced, y por lo visto funciono.

-¿Qué pasa? Pensé que querías una toalla-

-Yo... yo...yo…-

-Oh..., ¿Te incomoda? Yo pensaba que querías ducharte conmigo –

Comenzó a cerrar el espacio entre los dos, poniendo claramente nerviosa a la chica, la cual dio un paso atrás, se acerco a su rostro un poco para susurrarle.

-Deberías empezar a tomarme más enserio…-

El castaño se dio la vuelta volviendo a colocarse la toalla, no lo vio, pero pudo percibir la risa de satisfacción que salía de él, esto la pincho en el orgullo, jamás se habían burlado de ella, ella era la que hacia las bromas y la que siempre se salía con la suya.

En un arranque de orgullo, Janna empujo a Marco sobre la cama, para después montarse encima.

-Tu eres el que debe tomarme enserio a mi Diaz-

Acerco su rostro al de él para rosar sus labios con los suyos, quería provocarlo, lentamente comenzó a acariciar el pecho del castaño mientras que con su otra mano tocaba su mejilla para acentuar el rose de sus labios. Podía notar como tenía completo control sobre de él, sentir como se tensaba por cada rose que le daba con sus labios, su corazón comenzó a latir con fuerza y comenzó a percibir una protuberancia bajo la toalla que empujaba hacia ella, bajo un poco hacia su oído mordisqueando su lóbulo y susurrándole.

-Vamos, muéstrame que no eres solo palabras…-

Dijo burlonamente y se incorporó para ver la cara de su víctima, esperando el sonrojo y la vergüenza mas grande en la vida del castaño, pero nada estaba mas lejos de la realidad, Marco tenia una mirada salvaje, su cara era una mescla de deseo y rabia, Janna pudo sentir un súbito escalofrió en la columna, quiso levantarse, pero la tenían sujetada por las caderas y en un rápido movimiento Marco la giro y se puso sobre de ella.

-No soy tu juguete Janna…-

-Lo…lo..lamen...to…-

La voz se le quebraba, en verdad sintió miedo, su corazón comenzaba a latir con fuerza, la sujetaba de las muñecas, estaba completamente inmovilizada.

Lentamente se acercó a su cuello, lo olisqueo como si de su presa se tratara, después lo comenzó a besar con gentileza buscando el punto exacto, sin previo aviso clavo su boca en su clavícula, con la intención de provocarle un chupetón, fue tan súbito que le saco un tierno gemido involuntario, eso no hizo más que encenderlo, comenzó a mordisquear y chupar con más fuerza cada rincón de su cuello, poniendo especial atención en los puntos que hacían que su espalda se tensara, recorrió desde la parte trasera de sus orejas hasta la base de su garganta, sentía como la tenía a su merced, su respiración cada vez se iba acelerando más, y de repente se detuvo, le dio un pequeño beso juguetón en los labios y la miro a los ojos.

-Muy bien, creo que esto te servirá de lección-

Janna estaba jadeando ligeramente, ese maldito había jugueteado con ella, sentía miedo e incertidumbre, pero más que nada sentía frustración, había estado completamente a merced de Marco, y esto le gusto, ¿Por qué se sentía tan excitada? En verdad no podía entenderlo, el sentir que él la podía dominar por completo pese al miedo que sentía hacía que su corazón latiera como loco, por dios ¿Acaso soy una masoquista de closet? Pensó la chica.

-Ahora, te voy a dar la opción de que te vayas, y si te vuelvo a encontrar por aquí sin mi autorización voy a terminar lo que comencé-

Marco se sentó sobre la cama dejando libre a la chica, la cual se incorporó lentamente, se sentía bastante aturdida, sus piernas temblaban, camino hacia la puerta la cual se encontraba entre abierta, pero en vez de salir simplemente la cerró, y recargo su espalda sobre ella.

-¿Acaso piensas que con eso puedes asustarme Diaz?-

El castaño le lanzo una mirada significativa, la cual ella eludió, se puso de pie y camino hacia donde estaba.

Un nuevo escalofrió recorrió su espalda ¿Pero qué carajo acababa de hacer? le habían dado la oportunidad de irse con un "empate" pero ella lo descarto sin pensarlo. Se le acerco atrapándola entre él y la puerta, podía sentir la presión de su cuerpo contra el suyo, Marco la tomo con gentileza de la barbilla y la obligo a mirarlo, ahí estaba de nuevo, esa mirada salvaje, mas profunda que antes, esta vez no habría segunda oportunidad.

La aprisiono contra la puerta para que no tuviera escape, la chica frente a el temblaba cono un conejo asustado, entonces ¿Por qué se quedaba? Cual fuera que sea su motivo el no lo iba a cuestionar, había tomado su decisión, aun la sujetaba de la barbilla, así que la hizo abrir un poco la boca, tenia una mirada asustada pero expectante, esto le provoco una ligera sonrisa, sin previo aviso le dio un apasionado beso, el cual fue aumentando en intensidad, chocando su lengua contra la suya, y mordisqueando su labio cada que se separaba un poco, así duraron un buen rato, hasta que sintieron que les faltaba más aire. Podía notar la expresión de su acompañante, tenia la cara notoriamente sonrojada, respiraba entrecortadamente por la boca y evitaba su mirada a toda costa, todo esto lo hacia sentir sumamente excitado, el tener a su amiga a su entera disposición le provocaba el querer tener más de ella.

Con su mano libre comenzó a bajar el cierre de su falda, este acto provoco un escalofrió en la chica, la cual instintivamente puso sus manos frente su cuerpo empujándolo ligeramente, intentando crear un espacio entre los dos.

-Tuviste tu oportunidad, a partir de este momento eres enteramente mía…-

Marco comenzó a quitarle la ropa, primero la blusa luego la falda, dejando ver el bien formado cuerpo de Janna, la cual lucia ropa interior rosada que iba a juego. En verdad tenía un cuerpo erótico, era delgada, pero con curvas bien definidas, sus pechos eran perfectos, ni muy grandes ni muy pequeños y su bien definida cintura daba paso a sus marcadas caderas.

Continúo besando su cuello, bajando lentamente a sus pechos, quitando el sujetador para poder admirarlos completamente, los beso y siguió bajando hasta su abdomen, lamiendo ligeramente su ombligo trazando el camino sin detenerse, poco a poco comenzó a retirar su ropa interior.

Hasta que por fin la tuvo completamente desnuda, se tomó su tiempo admirándola, deleitándose con cada rincón de su cuerpo, Janna por su parte temblaba ligeramente, estaba expuesta, todo para el deleite de él, podía sentir que su cara ardía, pequeñas lagrimas salían de sus ojos, intento cubrir su rostro, pero Marco se lo impidió.

-No quiero que te cubras, eres hermosa y quiero admirarte-

La vergüenza que sentía era enorme, pero esto solo la hacía sentir más excitada

(Maldita sea en definitiva soy una masoquista de closet) pensó la chica

Marco retomo el camino que había dejado pendiente hace unos momentos, viendo la cara de Janna en todo momento, abriendo sus piernas para llegar a su intimidad, comenzó a besar suavemente alrededor, recorriendo cada pliegue, tomándose su tiempo hasta llegar al centro de esta, comenzando a lamerla y besarla.

Janna empezó a sentir un fuerte calor que emanaba de su vientre, un hormigueo desde el interior de su entrepierna, era una sensación de placer que la hacia retorcerse, podía sentir como se mojaba cada vez más y más, teniendo pequeños espasmos cada que la lengua de Marco rosaba su clítoris.

-Por fa-vo-r… pa-ra, es dema-sia-do…-

Estaba comenzando a perder fuerza, la sensación de placer era cada vez mas fuerte, sus piernas comenzaron a sacudirse y su espalda se arqueo, lo podía sentir, venia su primer orgasmo, sujeto la cabeza del castaño y lo empujo contra su entrepierna, durante un instante sintió como todo le daba vueltas, fue como una explosión desde su interior que le saco todo el aire de los pulmones.

Sus piernas terminaron por ceder, estaba exhausta, se dejo caer al suelo y apoyo todo su peso sobre la puerta.

-No me esperaba eso, fue bastante… -

Marco estaba sentado enfrente de ella, admirando su cara de éxtasis, acerco su rostro y le dio un profundo beso, igual de apasionado, pero menos intenso que los anteriores. Pudo distinguir su propio sabor de los labios del castaño, era un tanto amargo, pero con un toque dulce, se encontraba abrumada, necesitaba un respiro, pero eso no iba a suceder, sin darle tiempo a recomponerse, Marco la sujeto por el trasero y la puso a arcadas sobre de él, Janna no hizo mas que sujetarse al cuello de este, fue demasiado súbito, aun estaba bastante sensible, podía sentir aquel duro bulto bajo la toalla, se quedo muy quieta, expectante de la voluntad de Marco, el cual en un solo movimiento se la quito, dejando expuesto su miembro el cual comenzó a rozar contra su intimidad, produciéndole descargas eléctricas por todo su cuerpo.

-Marco... yo…-

Marco se detuvo un instante, la sujeto del rostro con ternura y la miro fijamente, podía ver como Janna se retorcía cada que rosaba su intimidad, tenía la cara enrojecida, el corazón le latía con fuerza y sus ojos estaban llorosos, le dio un pequeño beso, dulce y ligero para llamar su atención.

-Se que estas abrumada, no temas, no voy a lastimarte-

Janna pudo ver una mirada sincera en Marco, logrando recomponerse un poco, pero sin previo aviso otra descarga la sacudió al sentir como el miembro de su acompañante se posicionaba en la entrada de su vientre, abrió mucho los ojos por la sorpresa y al mirar a Marco de vuelta este le dedico la sonrisa más maliciosa y cargada de lujuria que jamás hubiera visto.

-Aunque tampoco pienso dejarte ir…-