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Disclaimer: La saga de crepúsculo, la serie TVD y Los originales no son míos. Solo la loca historia me pertenece.
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- No puedes morir por el duelo aunque sientas que sí puede pasar.
El corazón no se rompe, a pesar de que te duela el pecho como si se rompiera.
El dolor desaparece con el tiempo
- Laurell K. Hamilton.
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CAPITULO 8. VESTIDO NEGRO
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– Por favor despierta, Papi… – Susurre por centésima vez.
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Mi garganta quemaba y cada que tragaba saliva, sentía como si una lija se arrastrara por mi garganta lastimándome.
Un olor nauseabundo llego a mí, haciendo que me levantara de la cama y corriera en dirección al baño, vacié la cena que Elijah me había forzado a comer antes de dormir y que mi estómago aún conservaba, sobre la taza del baño, La comida no me había sabido a nada anoche, aunque el repartidor aseguro que era la mejor comida de la zona y que la habían hecho de manera especial para la familia Mikaelson.
Las pesadillas del día de la muerte de mi padre aún me perseguían.
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Las sábanas blancas manchadas con su sangre. El pitido de aquel aparato era lo único que se escuchó durante algunos eternos minutos, el mundo parecía paralizado.
Carlisle despacio se acercó a la máquina y la desconecto. Desee que no lo hubiera hecho, el silencio me estaba matando. Mis sollozos no se hicieron esperar y pronto estuve gritando desesperada que me regresaran a mi padre. Sentía el lazo que compartía con Nick vibraba por las emociones que no lograba controlar en mí, y como él aun a kilómetros de distancia, trataba de tranquilizarme.
– Bella… – La voz de Carlisle llego a mí y su toque en mi mano me silencio, sentía la sangre seca de mi padre en mi rostro y mi playera azul tenía una enorme mancha roja, la garganta me quemaba – Necesitas un tranquilizante…
Mis ojos se abrieron y lo mire lo más indignada y ofendida posible. Sentí como la rabia me dominaba por unos instantes antes de observar a Rebekah acercarse a él del mismo modo en que yo me sentía.
– Sera mejor que salga de la habitación, Doctor – Su amenaza fue clara.
No estaba muy segura de cuanto había pasado sosteniendo la mano de mi padre, mirando su rostro, intentando grabar en mi memoria todos los detalles. Hasta que una mano fría se posó sobre mi hombro, reconocí su presencia desde el momento en que entro al hospital.
– Necesitas descansar Bella – Su voz de campanillas trajeron a mi recuerdos de mi tiempo con el – Necesitan… – Suspiro buscando las palabras, su aliento olía tal cual lo recordaba y su aroma me rodeo. Me aferre a la mano de mi padre obligándome a permanecer quieta, deseaba tanto girarme y abrazarlo – Necesitan llevarse el cuerpo, amor.
Amor.
Una corriente de furia cruzo mi cuerpo, jadee al sentirla tan intensa, me aleje rápidamente de su mano que ahora quemaba mi piel y me coloque en una esquina abrazando mi pecho mientras trataba de controlar unos sentimientos que no eran míos. Nick había sentido lo que esa palabra había provocado en mí, y estaba molesto. No entendía bien el motivo de su furia, pero no podía permitirme sentirla y que me manipulara para soltarla con gente inocente, sobre todo en este momento cuando…
Cuando estaba sola.
Las lágrimas llegaron a mis ojos pero me negué a soltarlas.
Controle mi respiración con lentitud, cuidando todo el aire que entraba y salía de mis pulmones, guardando y alejando los sentimientos de Nick y míos.
De pronto algo cambio, no supe qué, pero un dolor físico atravesó de golpe mi pecho, mi cuerpo se dobló y mi costado derecho se golpeó contra el suelo, varios pares de pies de aglomeraron a mi alrededor, queriendo saber que sucedía. Pero yo no podía concentrarme, el dolor estaba en mi pecho, abriendo y destrozando. Comprendí demasiado tarde que algo le estaba sucediendo a Klaus.
– Nick – Su nombre salió de mis labios de manera temblorosa.
La vista del techo del hospital se vio oculta cuando Rebekah entro en mi rango de visión. La simple mención del nombre de su hermano la altero y grito el nombre de Elijah. Una sed me golpeo y entonces la soledad, la tristeza y el resentimiento me cubrieron. Jamás me había dado cuenta de lo enorme y fuerte que eran los sentimientos de Klaus, siempre los había minimizado atreves de nuestro enlace, dejándome ver solo un poco de lo que realmente sentía.
Exactamente del mismo modo que yo.
Pensé por un momento que si yo podía sentir lo que el sentía, él podía sentir lo que yo. Guarde el aire dentro de mí, y alejando el dolor de mi mente, cerré los ojos y empecé a recordar los buenos momentos que había pasado a su lado, la alegría que estaba viviendo y la nueva esperanza que me había regresado a la vida y el me había entregado. Sin él, solo sería un cuerpo sin vida tirado en la basura. Intente intensificar todos los sentimientos.
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Entonces me vi en el complejo de Nueva Orleans. Muchos estaban alrededor de un cuerpo, no reconocí a ninguno, me acerque lentamente temiendo lo peor. Ahí en el suelo se encontraba Nick con una estaca en el pecho, su piel empezaba a ponerse gris y agrietada, el procedo era lento, y podía sentir en mi misma lo doloroso que era.
Me acerque a él ignorando la sensación de atravesar aquellas personas a su alrededor y coloque mis manos en su rostro, sus ojos se abrieron de pronto mirándome directamente, él me estaba viendo.
– Te sacare de aquí – Le susurre.
Cerré los ojos y empecé a canalizar mi energía, fuerza y poder del mismo modo que me habían estado enseñando Davina y Ángela. Sentí esa energía dejarme lentamente y entrar en Klaus. Suspire de alivio cuando observe su piel empezar a recuperar su color.
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– ¡Bella! – un grito y un toque en mi hombro me regreso al cuarto del hospital.
Jadee sorprendida, hasta el momento nadie había sido capaz de detener un viaje de mi alma. Edward estaba sobre de mí, luciendo preocupado.
El dolor de pronto regreso, grite de dolor mientras me concentraba, estaba segura que aun podía ayudar a Klaus, necesitaba ayudarle.
El toque sobre mi hombro se movió y se colocó en mi mejilla. Mi respiración se atascó cuando mis ojos se encontraron con los de Edward, entonces lo sentí, un nuevo enlace empezaba a formarse muy pero muy lentamente, un nuevo enlace que me conectaba con Edward.
No, no era un nuevo enlace… era nuestro enlace anterior, se estaba reconstruyendo, siempre estuvieron ahí los trozos de nuestra unión anterior. Después de todo, nuestro enlace se había roto y destrozado casi al punto de la extinción cuando las brujas decidieron usarme para su experimento.
Mi cuerpo actuó por sí mismo, aleje bruscamente mi rostro de su mano y me arrastre como pude más cerca de Rebekah.
Sentía como el enlace con Klaus se congelaba y empezaba a agrietarse igual que su piel.
De pronto la puerta de la habitación se abrió y entro Davina, se dirigió directo hacia mí sin dudar, y colocando sus manos en mis mejillas cerró los ojos y empezó a recitar, mientras que las lágrimas corrían por mi rostro sin control alguno.
Tenía miedo.
– Es necesario que lo sueltes, Bella – La voz de Davina era de lastima mientras me veía a los ojos. Empecé a negar con la cabeza, no podía, no quería perderle – Te está lastimando…
– No – Mi voz era temblorosa – Se lo prometí…
– Es por tu bien – Pero nada de lo que ella digiera me convencería – Bella…
– No Davina – Mi cuerpo se encogió tras una nueva ola de dolor – No pienso dejarle solo… ¡No lo hare!
Toda la habitación se quedó en silencio, aun sentía como el nuevo lazo iba tomando forma, fue lo que me dio la determinación para no dejar a mi prometido solo. Los ojos de mi amiga se trabaron en los míos, mientras asentía. Tomo mis manos y se arrodillo en el suelo, empezó a recitar. Me concentre para dejarle tomar mi poder, pero queriendo ayudarle empecé a recitar repitiendo lo que decía.
Sentía como Nick recuperaba fuerzas y energía, lo que lo hacía más doloroso por el hecho de que aún tenía una estaca clavada en el pecho. Empecé a respirar más agitado mientras tenía más dolor.
– Tienes que soltarla Klaus – Davina tenía nuestras manos unidad mientras me miraba a los ojos.
Supe enseguida que ella había creado un enlace de comunicación con el atreves de mí. Me sentí traicionada. Sentí su negatividad y furia por pedirle algo así, también yo negué en desacuerdo, el dolor se intensifico, me doble en dos de nuevo, mordí mis labios tan fuerte para evitar soltar un grito.
– Están conectados por voluntad propia, Klaus – Davina parecía desesperada – ¡Ella está sintiendo exactamente lo mismo que tú!
– ¡No pienso soltarlo! – Levante la voz
– ¿Qué está pasando? – La voz de Edward llego demasiado cerca, nuestra unión no estaba siendo consentida, pero más sin en cambio ahora me encontraba ligada a él, llore sintiendo su dolor ante mi negativa a dejar a Klaus, aun cuando no lo entendía.
– ¡Maldición Klaus! – La voz de Davina estaba aún más alterada cuando me vio sofocar un nuevo grito – ¡Esta…!
Lo sentí, justo en ese momento, el dolor ya no estaba, pero en su lugar un enorme vacío me inundo por completo. Mire a Davina con lágrimas en los ojos. Mientras buscada dentro de mí su enlace, buscando el confort de tenerlo. Pero no estaba, en su lugar estaba el de Edward, solido, casi podía verlo brillar como su piel a la luz del sol. Me negué a perderlo, negué a no encontrar el enlace oscuro y frio de Klaus.
Hoy lo había perdido todo.
Había perdido a mi padre y había perdido a mi compañero.
De pronto sentí de golpe todo lo que había estado acumulando, lenta y dolorosamente desde hace unos meses. Las lágrimas llegaron a mí con más fuerza. Sentí una corriente de poder salir de mí junto con un grito silencioso. Davina alejo rápidamente sus manos de mí y dejo que Rebekah me consolara.
Un rayo cayó, y luego otro. Y una furiosa tormenta se desato sobre Fork
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Hace tres días que mi Padre había muerto, tres días desde que no sabíamos nada de Klaus. Elijah había volado ese mismo momento con Kol para encontrar a su medio hermano, pero habían regresado anoche para acompañarme al funeral de mi padre. Les había suplicado que no dejaran de buscarlo, que lo trajeran a mí para reconectar nuestro lazo, pero Rebekah había estado desesperada por mi salud que los obligo a regresar para ayudarla a cuidarme.
Levante la vista a mi espejo del baño, tenía ojeras muy profundas y oscuras, mis ojos parecían sin vida, sin brillo. Mi cabello estaba enmarañado y sucio. Y mi aspecto en general era de alguien que había pasado días enteros llorando.
Un rayo cayó cerca de la casa.
Parpadee mientras me alejaba de aquel espejo que me hacía odiarme y me adentre a la ducha para darme un baño rápido. Según el reloj en 3 horas seria el funeral en tierras sagradas de la Reserva la Push. Me bañe rápidamente y al entrar al cuarto, sobre mi cama ahora tendida se encontraba un vestido negro. Mis dedos tocaron la suave tela, mientras me quedaba recordando a mi padre.
En estos momentos no sabía por quién había sufrido más. Charlie era mi padre y el dolor que sentía tras su muerte estaba empañado cruelmente con la culpa de no pasar tanto tiempo como hubiera querido en su compañía, no haber compartido con el más buenos momentos. No tener momentos felices para recordar. Las lágrimas resbalaron por mis mejillas y cayeron sobre la tela negra del vestido.
Un rayo ilumino mi cuarto y su ruido cubrió cualquier otro.
No había dejado de llover desde que se había roto el enlace. Davina me había comentado que se trataba del poder que había brotado de mí y se manifestaba de acuerdo a mis emociones, como en estos momentos quería llorar y gritar por el sufrimiento de mi corazón, el clima se veía moldeado como tal, creando una tormenta bastante fuerte.
Me acerque a la ventana, observando el gran cielo gris oscuro, la acera tenía grandes charcos y los montes detrás de los bosques no se veían y los rayos caían seguidos a diferente distancia.
Suspire, había pasado horas mirando atreves de aquella ventana, deseando que Nick regresara. Sabía que si él llegaba a despertar, yo no sería la primera persona que le vería, ni mucho menos su prioridad, sabía que primero se desquitaría y luego iría a ver a sus hermanos, después de aseguraría de que no volviera a pasar y solo al final, vendría a mí.
Me aleje de la ventana y empecé a vestirme.
Los Quileutes habían venido a prácticamente suplicar que la ceremonia se realizara en sus tierras, y después de una larga discusión donde solo ellos hablaron, y yo solo comente unas cuantas frases, habíamos llegado a un acuerdo. Esme había comunicado horas antes su plan de que ella y su familia me acompañaran en ese momento tan delicado. Así que cuando ellos me habían solicitado enterrar el cuerpo de mi padre en tierras protegidas de la Reserva la Push, había negociado, aunque más bien ellos dirían que amenazado, que se le permitiera la entrada a los Cullen.
Para cuando se negaron, yo simplemente había mirado a Rebekah y le había dicho que arreglara todo para llevar el cuerpo de Charlie a Nueva Orleans esa misma tarde.
Lo que los había obligado a aceptar permitir la entrada de su enemigo mortal a su tierra.
– Es hora Isabella – La voz de Elijah llego a mí, regresándome al presente.
Asentí una vez, mientras miraba mi apariencia en el espejo de cuerpo completo. El vestido negro era sencillo y liso. Era corte campana y de manga larga para ayudarme a mantener el calor, llevaba zapatillas de piso negras. Coloque en mi cadena con mi anillo de compromiso alrededor de mi cuello y deje mi cuello suelto. No había mucho que hacer con la apariencia de mi rostro, así que simplemente tome una delgado suéter negro de mi guardarropa antes de salir de mi cuarto y bajar las escaleras en busca de Elijah.
Me esperaba en la puerta con una sombrilla en mano. Me acompaño hasta la puerta del carro y espero a que estuviera dentro antes de dirigirse al lado del conductor, Rebekah ya se encontraba adentro del auto. Mientras que Kol y Davina en su auto.
Nos dirigimos todos juntos hacia la entrada de la Reserva, en la línea divisora se encontraban 2 autos esperándonos. Los Cullen se colocaron detrás de nosotros y entramos todos juntos. Me sentía emocionalmente vacía. Como en pausa. Suspire cuando me di cuenta que necesitaba salir del auto cuando llegamos al lugar donde se celebraría todo.
Elijah me abrió la puerta y me ayudo a salir del auto sosteniéndome. Caminamos había un hermoso área verde, había varias filas de sillas, y el féretro se encontraba siendo escoltado por dos árboles jacaranda en pleno floreo, un suave viento me envolvió mientras caminaba hacia la caja, sentía mi vestido andarse a mi alrededor. A un costado de donde se encontraba el cuerpo de mi padre se encontraba su retrato.
De pronto mi cuerpo se negó a caminar más, sentía que no soportaría el verlo ahí, frio e inmóvil. Negué con la cabeza mientras me dirigía a sentarme en la primera fila, en la espera en que llegara el resto y empezara la ceremonia. Me concentre en sentir el viento en mi piel, y el leve cosquilleo que provocaba el pasto en donde encontraba piel expuesta.
Los Quileutes ya se encontraban ahí, divididos, vi como algunos con la intención de acercarse a platicar, así que me levante de mi sitio en un arranque de locura y fui a sentarme a un lado de Esme, Elijah rápidamente se sentó al otro lado. Recargue mi cabeza en el hombro de mi cuñado y cerré los ojos a la espera.
No supe cuánto tiempo había permanecido de ese modo hasta que alguien se acercó, quise gruñirle, pero solo me estaba avisando que darían inicio. El Pastor Weber, quien era el padre de Ángela, se paró al frente en un pequeño estrado, coloco la biblia sobre la madera y dio inicio la ceremonia, mi mente estaba en la lejanía, tratando de controlar mis sentimientos para evitar que volviera a llover.
De pronto un toque en mi cabeza y una suave sacudida me hizo regresar a lo que sucedía, Rebekah me miraba desde su lugar preguntándome si me encontraba bien. Asentí antes de mirar a su hermano quien fue el que me había sacudido.
– El Padre Weber pregunta si te gustaría decir algunas palabras – Dijo suavemente.
Entonces me di cuenta que todos me miraban a la espera de mi respuesta. Mire al papá de mi mejor amiga sonreírme amablemente, asentí para él, aunque no estaba muy segura sobre lo que iba a decir.
Camine lentamente para ocupar el estrado, y mire de frente a todos los que estaban ahí para despedir a mi Padre. Aclare mi garganta, esperando que no sonara tan ronca y áspera.
– Buenas tardes… – Suspire y mire de frente a todos – creo que… creo que realmente no sé qué decir, solo que mi Padre se fue muy pronto de mi lado. No me he detenido de llorar, se suponía que el sábado sería un buen día, Papá.
Lentamente las lágrimas fueron dejando mis ojos.
– Teníamos todo planeado, me había levantado muy temprano ese día para preparar tu comida favorita, había preparado lo que habías pescado la última vez… tenía la ensalada de manzana lista y guardada en aquel recipiente de un color extraño que ambos jurábamos que Renne había comprado a propósito el año pasado… tenía en el horno el pastel de la receta secreta mi abuela Marie…
Solloce, sostuve la palma de mi mano contra mis labios controlando mis sollozos, pero nadie vino a sostenerme, trate de controlarme, después de unos minutos suspire y continúe.
– Estaba todo listo, Papá… teníamos que vernos a las 2 de la tarde en la casa… pasaría al supermercado a comprar un refresco y tus cervezas favoritas... – Mire hacia el cajón que escondia de mi vista el cuerpo de mi padre – Ahora parte de esa cena fue tirada a la basura y la otra esta en recipientes en el refrigerador… Y tu Papá… te fuiste sin que pudiera contarte que… – Un sollozo escapo y no pude contener las lagrimas
Lleve a mi cuello mi mano y jale con cuidado aquella cadena, despacio abrí el broche y saque el anillo, lo coloque en el lugar donde pertenecía. Sentía que debía decirlo aquí y ahora, no sabía hacia donde iría una vez que todo fuera dicho… pero algo era seguro.
No abandonaría a Klaus.
Por lo que era primordial, marcar distancia con Edward y hacerle saber que ya me había perdido en definitiva.
El viento ondeo con fuerza mi vestido y justo en ese momento empezó a llover suavemente, pegando a mi piel aquel vestido negro, mostrando aquel pequeño bulto en mi vientre a todos.
– No pude contarte Papi… – Suspire sosteniendo los sollozos – Jamás sabrás que… serias abuelo.
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VECZOZ MASEN