No sabía cómo lo convenció T'Challa para que corriera por los caminos rocosos de Wakanda, realmente estaba agradecido con su alteza, pero no lograba dar un paso más y eso que ya iban dos meses desde que despertó y… Steve no le hablaba.

Ese pensamiento lo hizo detenerse en seco. El soldado se oponía a dirigirle la palabra o ¿era él quién no le respondía cuando el rubio le hablaba? Trataba de ordenar sus ideas, pero se dio cuenta de que era imposible hacerlo, porque tenía tantas imágenes en su cabeza desde que despertó, que lo único que lo ayudaba era correr por ese hermoso paisaje.

-¿Estás bien?-escuchó una voz a sus espaldas y recordó que el rubio siempre lo acompañaba en esas salidas y él por mejor lo ignoraba ¡Qué rayos estaba pensando al hacer eso!

-Cansado-dijo en un suspiro y notó que realmente le faltaba el aliento.

-Toma un poco de agua y podemos volver-dijo tendiendo una botella y mirándolo directamente al rostro, se veía triste, pero tranquilo ¿Qué está haciendo mal?

-Gracias-susurró tomando la mano y al mismo tiempo la botella del soldado, Steve hizo un ademán de soltarse, pero al notar que Tony no aflojaba su agarre se mantuvo. Y así regresaron, tomados de la mano.

El genio tenía sus dedos entrelazados con los del rubio, se estaba dando la oportunidad que pensó jamás tendría, el acercamiento que ninguno de sus experimentos logró, por eso este era su mejor intento. Sin embargo, el siguiente paso no debía darlo él, sino que Steve y ya habían llegado de vuelta al complejo, así que soltó su mano y caminó directamente a su habitación, la que también era de Rogers.

El soldado solo se dirigió al gimnasio y allí se duchó y cambió de ropa. No entendía a Tony, lo había ignorado desde que despertó y ahora tomaba su mano como si fuera lo más común del mundo. No lo comprendía.

-A veces solo debes dejar que las cosas ocurran, Capitán-dijo Shuri en la entrada al gimnasio-tu no viste lo que vivió Tony en su estado de coma, solo debes darle el tiempo y volverá a ser el mismo.

-Lo esperaré todo lo que necesite, pero temo-dijo con un pequeño temblor-no ser lo que él quiere.

-Eres más de lo que él esperaba, te quiere y sé que…

-¡Shuri!-gritó T'Challa llegando hasta ellos- ¿qué te dije de involucrarte en cosas ajenas?

-Necesitan ayuda, sino nunca estarán juntos.

-Hay cosas que solo deben ocurrir, no puedes forzar… ¿a dónde fue el Capitán Rogers?-dijo mirando a todos lados.

-Probablemente lo aburrimos-dijo la morena imitando al soldado y dejando solo a su hermano.

-Probablemente…-suspiró agotado y decidiendo que todo ocurriera según su curso.


Había ingresado a la habitación que compartía con Tony y lo que vio lo paralizó de inmediato. No creía lo que veía, no pensaba que fuese real, pero ahí estaba Anthony Stark sentado en el suelo como un niño, solo con un boxer y una sudadera que ¿era suya? tenía que serlo, era celeste y con una estrella en el centro.

-Solo te separan 13 pasos de la puerta hasta aquí, puedes recorrerlos y jugar conmigo-susurró sin desviar su atención de la torre que tenía frente a sí.

-¿Quieres jugar?-murmuró incrédulo y acortó la distancia y se sentó delante del moreno.

-Sólo tienes que quitar una pieza de abajo y ponerla arriba, sin que la torre se caiga, es simple.

-Y si se cae-susurró viendo como Tony acomoda las piezas en su lugar una vez más.

-Pierdes y volvemos a empezar, sólo si quieres.

Empezaron a jugar y cuando iban por una segunda ronda, donde Steve entendía más o menos cómo era el juego, fue que notó el silencio de parte de Tony. Lo observó un momento y notó que batallaba por no quedarse dormido. Se levantó de su lugar y lo tomó por debajo de las axilas y lo abrazó. El castaño se colgó de su cuello y enredó sus piernas alrededor de su cintura.

Al parecer el ejercicio y la ducha lo habían relajado, eso junto a jenga, el juego que Tony dijo que jugaban, aún no entendía de qué servía, pero le gustó. Si todo eso había llevado a su compañero a un estado tan relajado, lo agradecia. Lo depositó en la cama y se dio cuenta de que no lo soltaba, así que se recostó junto a él en la cama.

-Steve quédate-escuchó en un suspiro y sintió la suave respiración contra su pecho, mientras las manos del ingeniero se aferraban a su ropa, no tenía nada más que hacer y aunque tuviera, el mundo podía estar sin él. Tony era quien más lo necesitaba ahora. Se durmió a los minutos y no pudo ver al genio abriendo los ojos y depositando un beso casto sobre sus labios al tenerlo ahí.

-Romanoff tenía razón, a Steve le importo-murmuró acomodándose contra el pecho del soldado y durmiendo profundamente entre sus brazos.